18 de septiembre de 2006

La decepción nacional democrática

Benito Nacif
Excélsior
18-09-06

La campaña de resistencia civil lanzada por Andrés Manuel López Obrador, el candidato presidencial de la coalición Por el Bien de Todos, ha sido un rotundo fracaso. Ha fallado en la realización de sus objetivos y, el costo para quienes han participado en ella, principalmente el PRD, ha sido muy alto.

A poco más de dos meses de que López Obrador convocara a sus huestes a luchar en contra del resultado electoral anunciado por el IFE, conviene recordar cuáles eran las metas de la movilización. Esencialmente, se buscaban dos cosas. Primero, convencer a la opinión pública de la existencia de un gran fraude electoral orquestado con el propósito de robarle la elección al "candidato del pueblo". Segundo, presionar al Tribunal Electoral para que invalidara la elección de Presidente de la República.

El recuento voto por voto fue su mejor carta en este juego. Al parecer, saldrían ganando cualquiera que fuera el resultado. Si el TEPJF rechazaba la petición de un recuento total, tal como terminó ocurriendo, de todas formas serviría para desacreditar el triunfo de Felipe Calderón. Por otro lado, si por alguna razón se procedía a abrir todos los paquetes y se reconfirmara la ventaja del "candidato de la derecha", las inconsistencias y los errores encontrados serían material suficiente para "reventar" la elección. López Obrador, el genio de la política, había encontrado la respuesta al predicamento al que él mismo había llevado a sus seguidores, tras una campaña electoral plagada de desaciertos en la que despilfarró una ventaja de al menos diez puntos en las encuestas.

Pero, la ejecución de la campaña de resistencia civil fue un desastre y la fortaleza de las instituciones electorales mucho mayor de lo esperado. Con el paso del tiempo, el convencimiento de que Felipe Calderón ganó la elección no sólo se mantuvo, sino que ha ido en aumento. El IFE ha resistido la campaña de descrédito emprendida por el PRD y sus aliados en la coalición; sigue siendo, después del Ejército, la institución pública con mayor credibilidad en el país. Las resoluciones del Tribunal Electoral, desde el rechazo al recuento voto por voto hasta la declaración de Presidente electo, han tenido enorme aceptación en la opinión pública.

Al mismo tiempo, la popularidad de López Obrador se ha desplomado. A cada acción relevante de la campaña de resistencia civil ha seguido el rechazo abrumador de la opinión pública. Pero López Obrador no ha caído solo, se ha llevado consigo al PRD y al actual jefe de Gobierno del DF, Alejandro Encinas. El PRD, cuya imagen mejoró sustancialmente durante la campaña contra el desafuero, ha recuperado su reputación de partido conflictivo y violento. Su aceptación entre el electorado ha caído por debajo de los niveles a los que llegó con los escándalos de corrupción de 2004. Si López Obrador tuviera un jefe, ya lo hubiera despedido.

Pero López Obrador no rinde cuentas a nadie. Para salir del nuevo embrollo al que seguramente lo llevaría el fallo adverso del Tribunal Electoral, decidió organizar la Convención Nacional Democrática. Este evento sería el escenario para proclamarse "presidente legítimo" y anunciar al mundo entero que se mantendría a la cabeza del movimiento, por encima de cualquier otro liderazgo −formal o informal− dentro del PRD.

Aun así, en este ejercicio de egocentrismo político, algunos líderes de izquierda vieron también una oportunidad. La Convención Nacional podría ser también el momento apropiado para definir un nuevo curso de acción que, apartando al PRD de su confrontación con las instituciones, detuviera su caída. La carta pública de Cuauhtémoc Cárdenas a Elena Poniatowska hizo crecer las expectativas de un cambio de rumbo. En ella, el líder fundador del PRD hace un fuerte llamado de atención sobre la intolerancia que priva en el círculo más cercano a López Obrador e invita a tomar distancia respecto al movimiento de resistencia civil.

Sin embargo, la Convención fue más de lo mismo. No hubo sorpresas. Las esperanzas de que López Obrador saliera de la Convención simplemente como "coordinador de la resistencia civil" se vinieron abajo. Al parecer ya no le importa hacer el ridículo ni recuperar el respeto del que alguna vez gozó en la opinión pública. Tal como estaba escrito en el guión, los "delegados" alzaron la mano para nombrarlo "presidente legítimo". Asimismo, tampoco hubo cambios en los objetivos del movimiento. Su principal razón de ser seguirá siendo el hacerle la vida imposible a Felipe Calderón. Sobre cómo refundar la República o purificar las instituciones poco o nada se dijo; por ahora, lo que importa es hacer protestas en todos los lugares donde se presente el "usurpador".

Quizás el único resultado positivo de la tan anunciada Convención es que coincidió con el fin del plantón que por más de cuarenta días mantuvo bloquedas las calles del centro de la Ciudad de México, incluido el Paseo de la Reforma. Un poco tarde, pero finalmente el PRD corrigió el error más costoso en este concierto de desatinos que ha sido hasta ahora la campaña de resistencia civil.

bnacifmx@yahoo.com

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