28 de abril de 2006

Los saldos del postdebate

Mario Campos Cortés
Diario de Campaña
27 de abril

El debate se gana en el postdebate, han dicho algunos en los últimos días. Y algo deben tener de razón, en especial cuando hablamos de aquellos que se enteran por otros de lo que realmente ocurrió. Según reportaba Adela Micha anoche, al sumar el rating de los distintos canales que transmitieron el debate resulta que tuvo como 15 puntos. Hasta donde entiendo, no estuvo tan mal.


Lo cierto es que el debate va más allá de la transmisión, en buena medida, por todo lo que dice y se escribe en los siguientes días. ¿Quién ha ganado el postdebate?

Está claro que no hay una respuesta sencilla, entre otras cosas, porque todavía no salen las encuestas y no hay datos duros sobre el impacto que tuvo. Sin embargo, en base a lo que he percibido en los medios, me permito hacer las siguientes hipótesis.

La candidata que más ganó fue sin duda Patricia Mercado. No sólo por los cumplidos que se le han hecho por su desempeño sino porque se le han abierto nuevos espacios como muestra el titular del día en El Universal. Me da la impresión de que algunos columnistas y analistas se sienten cómodos elogiando a Mercado pues al final no implica un compromiso como sería decir que ganó Calderón.

No me queda duda que la candidata de Alternativa saldrá bien ubicada en la próxima encuesta. El registro, por ahora, está asegurado. No obstante, estos actos son de efecto corto. Para evitar que se diluya la ganancia, han lanzado unos spots en los que muestran distintos momentos del debate. Son buenos y le pueden ayudar. La pregunta es si tendrán el dinero para mantener su imagen al aire hasta - al menos - el proximo debate del 6 de junio.

Roberto Campa, por su parte, logró un lugar en la escena política al golpear a Madrazo. Campa es noticia en estos días y eso es innegable. La pregunta es si eso le va a dar votos. Creo que también va a salir mejor en las encuestas por la simple visibilidad que ha logrado, aunque las críticas a su desempeño - en especial a su lenjuage no verbal - son unánimes.

En el caso de Madrazo, mi lectura es que todos lo consideran como el gran perdedor, al menos entre los que asistieron. La excepción ha sido Federico Arreola (un destacado pejista), y hoy Francisco Garfias en Excélsior, aunque reconoce que su opinión va en sentido contrario.
El control de daños luego del golpe de Campa me parece que no ha sido el adecuado. Se habla más de su demanda y menos de su alegada inocencia. Es cierto que los priístas trae un fuerte despligue de spots. A ver si se reflejan en las encuestas. Mi posición es que va a a salir a la baja el PRI.


Calderón, en general, ha salido bien librado. Con menos elogios que Mercado, no he leído o escuchado severas críticas, la excepción, nuevamente, en los textos de Federico Arreola y Francisco Garfias.

A estos habría que agregar los medios - en especial Milenio y La Jornada - que han dedicado sus espacios de opinión a descalificar el debate en su conjunto.

Finalmente, ¿cómo queda AMLO? Mi percepción - discutible por supuesto - es que no sólo quedó fuera del debate sino del postdebate. Como bien consigna hoy La Esquina de La Crónica, López Obrador mandó mensajes ambiguos al hablar de continuismo y al mismo tiempo reclamar que le están copiando sus propuestas.

A eso súmenle que habló de una encuesta en la que lleva 10 puntos de ventaja - sin dar nunca la fuente, lo que debilitó la nota - y que arremetió (y luego dio marcha atrás) contra los medios de comunicación. Severo error que incluso reprochó Ciro Gómez Leyva a Leonel Cota.

Honestamente resulta difícil decir que AMLO no tiene aliados en los medios. No resulta créible al menos cuando se ve Milenio, La Jornada, la mitad de editorialistas en Reforma (Granados Chapa, Zamarripa. René Delgado, Guadalupe Loaeza), columnistas de El Universal como Ricardo Rocha. Y lo mismo pasa en radio con Carmen Aristegui, Ciro, Loret, a los que difícilmente se les puede calificar como panistas o priístas. En fin, a ver qué dicen las encuestas. Por lo pronto, me parece que AMLO sigue sin encontrar la manera de recuperar la iniciativa. ¿Ustedes qué piensan?

Es la economía ... y no las encuestas

Enrique Quintana
Reforma - Negocios - Coordenadas
28 de abril

"Es la economía estúpidos", fue una de las frases más célebres de Clinton como candidato, que muchos siguen sin entender.

Fue la economía y su mal desempeño lo que hundió a George Bush cuando compitió con Clinton.

Hoy pareciera que las cosas pueden repetirse... pero al revés.

En los análisis que se han hecho acerca del comportamiento de las intenciones de voto se ha perdido de vista el efecto que puede estar jugando en el ánimo ciudadano el desempeño económico.

Resulta que el primer semestre del 2006 se perfila como el mejor de todo el sexenio en materia de crecimiento y generación de empleos.

Cuando la guerra electoral se desató de manera más abierta, por allá de septiembre del año pasado, la historia era diferente.

En el tercer trimestre del año pasado, el PIB estaba creciendo a un modesto 3.4 por ciento y el promedio de los tres primeros trimestres era peor, de sólo 3.1 por ciento.

En materia de generación de empleo formal, las cosas no iban mucho mejor y el crecimiento era de 3.7 por ciento.

Si vemos ahora lo que se perfila en el primer trimestre del 2006, encontramos una situación que ha cambiado. Por un lado, el PIB crece a un ritmo de 5.2 por ciento, según las estimaciones del Banco de México, lo que significa el mejor registro desde el año 2000.

Y en cuanto a la generación de empleos, se ha llegado a una tasa de 5.8 por ciento, también la más alta desde el último año de Zedillo.

Pero, no sólo se trata de los datos macroeconómicos, sino de las percepciones de la gente.

El índice de confianza del consumidor, de acuerdo con los datos del INEGI, tenía un valor de 101.3 en septiembre del año pasado, lo que significa un ligero optimismo.

El dato más reciente, correspondiente a marzo de este año, es 12 por ciento superior al del comienzo real -no formal- de las campañas presidenciales y hay un fuerte incremento del optimismo.

El nivel de confianza más elevado tiene que ver con la capacidad de los miembros del hogar para adquirir bienes de consumo duradero y es hoy 12 por ciento superior a la que había hace un año.

Va otro dato.

En las encuestas trimestrales de evaluación de la gestión del Presidente Fox realizadas por Grupo Reforma se incluye una pregunta en la que la gente califica la gestión presidencial en materia económica.

El punto más bajo de la evaluación se presentó en el tercer trimestre del 2004. En esa fecha, sólo el 35 por ciento de los entrevistados calificaron la gestión presidencial en materia económica como buena o muy buena y, en contraste, 30 por ciento la calificó como mala o muy mala.

En el primer trimestre de este año, el 50 por ciento de los encuestados señaló que el desempeño había sido o bueno o muy bueno, mientras que sólo el 22 por ciento lo reprobó.

Como puede ver, los datos de crecimiento y empleo son muy consistentes con la evaluación de la percepción y hay un cambio significativo que no hemos valorado plenamente.

Si uno de los grandes éxitos de la campaña de AMLO es criticar el modelo económico y sus escasos resultados, es perfectamente comprensible que su discurso pueda tener menor eco en la medida en que el desempeño de la economía mejore y que la gente perciba más seguridad y optimismo en su circunstancia económica personal.

Y también es perfectamente comprensible que una mejor percepción de la gestión económica del Gobierno de Fox le pueda acarrear más simpatías a Felipe Calderón.

No dudo que el "efecto chachalaca" y otros fenómenos que los analistas políticos han descrito tengan impacto en las preferencias electorales, pero la frase de Clinton alude a un hecho que hemos ignorado.

En el 2006 la economía también jugará en la contienda.

Si las tendencias en materia de crecimiento y empleo se mantienen a lo largo del primer semestre es factible que el respaldo al candidato de Acción Nacional crezca.

Entre los votantes que no tienen definida su inclinación partidista pesará a la hora de decidir el sentido de su voto cómo ande su bolsillo.

Si ocurriera que las tendencias cambiaran y empezáramos a ver más problemas para la generación de puestos de trabajo, entonces seguramente la economía jugaría a favor de AMLO.

Lo único que no puede hacerse es ignorar el desempeño económico y especialmente los fenómenos microeconómicos, que se reflejan en las percepciones de los consumidores o de los ciudadanos en general.

Los candidatos pueden pensar que el contacto diario con la gente en las giras les muestra la realidad, lo que es absolutamente falso. Lo que hace es presentarles un segmento de la realidad a través de una población que en su mayor parte ya simpatiza con el candidato en cuestión y que, por lo mismo, está lejos de ser representativa de la población completa.

¡Es la economía estúpidos!, como diría Clinton.


E-mail: enrique.quintana@reforma.com

¿Y las propuestas?

Razona tu voto

Algunos han mencionado que en el debate las propuestas brillaron por su ausencia. Aunque eso no sea del todo cierto, lo más debatible ante una opinión así es preguntarse si sería factible esperar que en un lapso de 2 minutos y medio alguien pueda exponer, incluso de forma somera, qué propone y cómo lograrlo sobre cualquier tema nacional. Algo así como “Dígame usted señor candidato qué va a hacer y cómo lo piensa conseguir. Ah, pero tiene usted 150 segundos para explicármelo y convencerme con sus argumentos…”

Los debates no son un instrumento adecuado para conocer a detalle las propuestas de los candidatos, o como éstas en caso de ser conocidas contrastan o se comparan unas con otras. El valor de los debates radica en otros motivos. Contrastar sus personalidades, su capacidad de síntesis y de reacción ante la presión e imprevistos. Por citar sólo algunos.

Lo anterior no quiere decir que los ciudadanos debamos entonces de conformarnos por no obtener el detalle de “los qué y los cómo” de los presidenciables en uno o dos debates. Tampoco deberíamos depender solamente de los debates para normar nuestro criterio y definir nuestro voto por el candidato que mejor habla o mejor se defiende, por citar algunos ejemplos.

Una sociedad democrática madura no se queda cruzada de brazos esperando que sus políticos le informen espontáneamente que harán en caso de llegar a gobernarla. Lo que hace es propiciar y crear los espacios necesarios y suficientes para exigir a los políticos dicha información, y debe ser ella misma y no los políticos, quien se encargue de analizarla y evaluarla.

Aunque a la sociedad mexicana le falta mucho por avanzar a este respecto, es innegable que hoy contamos con espacios y elementos que nos pueden ayudar a formarnos una opinión razonada sobre los candidatos a gobernarnos y poder así, emitir nuestro voto en forma responsable.

Sólo para citar un par de ejemplos, quiero mencionar el caso de
Lupa Ciudadana y de Sociedad en Movimiento.

Lupa Ciudadana es un proyecto elaborado por el equipo de Letras Libres, publicación dirigida por Enrique Krauze, que reúne a un grupo de analistas y especialistas encargados de calificar la factibilidad de las propuestas emitidas por los candidatos presidenciales.

Sociedad en Movimiento por su parte, es una agrupación apartidista integrada por una gran variedad de organizaciones sindicales, empresariales y civiles, cuyo principal objetivo es provocar la participación activa de los ciudadanos e influir en la toma de decisiones en la vida política del país. Sociedad en Movimiento ha elaborado preguntas concretas abiertas a los candidatos presidenciales, de las que semanalmente hace públicas sus respuestas.

La información de “los qué y los cómo” está ahí. No podemos quejarnos de que no existe. Es nuestra responsabilidad, y no la de los políticos, el conocerla y analizarla para formarnos un criterio propio y acudir el 2 de julio a emitir un voto razonado.Exigimos el derecho de elegir libremente a quienes nos van a gobernar, recordemos pues las palabras de George Bernard Shaw, “No busquemos solemnes definiciones de la libertad. Ella es sólo esto: Responsabilidad.


razona2voto@yahoo.com

Campaña de errores

José Antonio Crespo
Excelsior - Horizonte Político
28-04-2006

A la tipificación de las campañas propositivas —casi invisibles— y las negativas —muy presentes— debemos agregar al menos otra categoría: la campaña de errores. Y es que la elección será ganada por quien cometa menos o menos graves. Un tropiezo puede provocar una serie de secuelas que, combinadas, tal vez aborten la posibilidad de triunfo de cualquier candidato. Probablemente es más difícil evitar esos deslices que exponer vagas propuestas o hacer promesas etéreas. Ello porque el proceso electoral es un campo de minas, donde un paso mal dado pueden y suelen aprovecharlo los adversarios para golpear de manera inmisericorde. Algunas pifias es posible superarlas, olvidarlas, corregirlas, si se dispone de tiempo. Otras pueden ser decisivas.

A Roberto Madrazo sus múltiples errores lo mandaron poco a poco al tercer sitio en las encuestas, de donde se ve difícil que salga y más después del primer debate. Felipe Calderón cometió algunos errores iniciales —como exhibir sin matices su puritanismo moral—, pero ha podido dejarlos en el olvido. Andrés Manuel López Obrador cometió un error grave al callar al presidente, del cual otros yerros parecen ser las secuelas. Dice el viejo proverbio que cuando los dioses quieren perder a un hombre, lo ciegan. Y la arrogancia mostrada por López Obrador al sentirse vencedor seguro, lo hizo tropezar fuertemente. Soslayó una regla básica en las campañas: si con tu voto duro no basta para ganar, debes cultivar y cuidar tu voto moderado.

Y mientras más complazcas a tus partidarios duros, más agravias a los moderados, quienes, a diferencia de los primeros, fácilmente emigran a otro lado. Las más recientes encuestas registran la gran cantidad de electores independientes que abandonaron al candidato del PRD y sugieren que lo dañó su falta de respeto al presidente Fox, más que la campaña negativa de sus adversarios.

Y de ahí se derivaron nuevos errores, que pueden ser muy costosos, como no haber asistido al debate, cuando ya había indicios de haber perdido la ventaja de que por años gozó. Traspié que a su vez se explica por esa manía de la izquierda de no dar crédito a las encuestas en general, cuando no les son favorables (quizá porque, como las matemáticas en los años 70, las encuestas “son burguesas”). Su ausencia en el debate pudo como quiera compensarse apareciendo en los medios al término de la polémica (y se supone que para ello el PRD rechazó la minitregua que los demás partidos quisieron imponer). Eso podía darle incluso una situación ventajosa a AMLO. Mas a partir de quién sabe qué racionalidad, el PRD optó por “hacer el vacío” al debate, queriéndolo minimizar, pero en realidad dejándole el terreno despejado a Calderón, quien aprovechó al máximo ese favor. En lugar de tener una presencia mediática en el posdebate, López Obrador prefirió refugiarse en el búnker de sus huestes, a riesgo de identificar a los partidarios duros con el resto del electorado al que debe convencer.

Creer que plazas llenas implican urnas llenas ha sido un error histórico de la izquierda mexicana.

Otra falla consiste en no reaccionar oportuna y certeramente a las acusaciones al candidato y conformarse, en cambio, con hacer algunas puntualizaciones de manera dispersa y tardía. No se trata, desde luego, de devolver lodo con lodo, pero sí de meter las manos en defensa propia. Hay una gran diferencia entre el “ojo por ojo” y “poner la otra mejilla”. Quizá la lentitud en la capacidad de respuesta del PRD se deba al exceso de confianza ante la enorme ventaja que todas las encuestas le daban a su candidato al inicio de la campaña. Si frente a ese panorama desfavorable no hay un golpe de timón y, en cambio, López Obrador opta por culpar a todo y a todos, no sería nada raro que el triunfo que erróneamente consideró inevitable, se le escurra entre las manos.

¿Sorpresas del debate?

Jesús Reyes-Heroles G.G.
El Universal
Viernes 28 de abril de 2006

Algunas opiniones buscan re-gatearle méritos al debate presidencial. Esto no tiene sentido. El ejercicio del martes 25 es muestra clara del avance de la democracia mexicana. Sin soslayar que el formato tiene deficiencias, no es fácil proponer uno más efectivo, atractivo para la ciudadanía y aceptable para los candidatos. Quizá el problema más importante del formato es que la ausencia de Andrés Manuel López Obrador tiene un efecto irreversible, en la medida que la ciudadanía no podrá conocer, en igualdad de circunstancias con los otros candidatos, sus propuestas en los cinco temas que fueron abordados: las políticas hacendaria, energética y laboral, así como el combate a la pobreza y el desarrollo sustentable.

La principal contribución del debate es que permitió comparar, de manera directa y en poco tiempo, las propuestas y atributos de los candidatos. Además, en alguna medida hizo posible distinguir al candidato de su partido, así como permitir que los candidatos de partidos "nuevos" fueran expuestos a un auditorio muy amplio. La democracia mexicana alcanza una calificación mejor después del debate que antes de éste.

Sin embargo, la pregunta central es en qué contribuyó dicho debate. Primero, a pesar de que el nivel de la presentación y sobre todo de la discusión de las propuestas dejó mucho que desear, en los hechos el foro dio lugar a exposiciones condensadas de los elementos principales de las propuestas de los candidatos acerca de los temas referidos. La buena noticia es que Patricia Mercado abordó asuntos y temas de "frontera", que sin el debate difícilmente hubieran alcanzado a tantas familias. La mala es que los aspectos torales de diversas políticas no fueron abordados.

Por ejemplo, en materia hacendaria los candidatos presentaron, de nuevo, programas sin esqueleto financiero. Al no plantear que México no puede progresar sin el esfuerzo de todos, una especie de "Mundo Feliz", perdieron la oportunidad para convocar a la movilización colectiva que se requiere para aumentar el ahorro y fortalecer la capacidad financiera del Estado, a fin de que puedea cumplir cabalmente sus funciones.

Sólo Patricia Mercado lo dijo de manera contundente, al señalar que propuestas sin asignación presupuestal son demagogia y hasta mentira. Ninguno de los candidatos dimensionó el esfuerzo que tendrá que realizar la próxima administración, en materia de aumento de la recaudación, para evitar un colapso de las finanzas públicas.

Diversos análisis ubican ese esfuerzo en el orden de 6% del PIB en seis años, de manera que la recaudación del gobierno federal alcanzaría un mínimo de 18% del producto en 2012.

¿Qué sorpresas produjo el debate? Pocas. Estas se refieren principalmente a aspectos del carácter y la personalidad de los candidatos. Por ejemplo, la ausencia de López Obrador puso en evidencia su empecinamiento en no corregir una decisión prematura que le representó un costo en términos de preferencias electorales. Campa logró avanzar entre quienes no lo conocían, pero sorprendió desfavorablemente a quienes lo conocemos y apreciamos.


Madrazo decepcionó a quienes veían en el debate una oportunidad para que recuperara estatura política y fijara nuevas pautas para una campaña con categoría. La agresión se volvió contraproducente y por momentos se vio arrinconado y hasta nervioso. Eso sí es sorprendente para un político con la experiencia de Madrazo.

Calderón sorprendió poco, ya que aprovechó el debate para ganar puntos ante la ciudadanía. Se esperaba que fuera quien presentara las propuestas más coherentes e integrales y que lo hiciera con claridad. Eso se cumplió. Quizá le hubiera ayudado que su sonrisa fuera menos constante y más espontánea. Mercado llegó a muchas personas que ahora la identifican y sorprendió a todos, a quienes no la conocían y a quienes la conocían. Los primeros la descubrieron y la apreciaron y a los segundos les reconfirmó su compromiso con ideas de izquierda como fórmula para enfrentar los graves problemas que vive el país.

Con el propósito de estimar el impacto del debate sobre las preferencias, GEA realizó un par de encuestas telefónicas, una el martes, previa al debate, y otra al día siguiente, cuya muestra incluyó a una proporción significativa del mismo grupo de entrevistados el día anterior.
La opinión de los ciudadanos el miércoles responde no sólo al debate mismo, sino también al denominado posdebate, que se desarrolló principalmente durante la noche del martes y la primera mitad del miércoles.


El primer resultado a subrayar es el importante efecto que el debate tuvo sobre el nivel de conocimiento de los candidatos de partidos nuevos: el de Campa aumentó de 56% a 75% y el de Mercado de 63% a 82%, en comparación con el de Madrazo que sólo aumentó de 95% a 98%, entre martes y miércoles.

Los resultados confirman que las preferencias electorales son sensibles a este tipo de debates. Las preferencias por Calderón aumentaron 4%, aquéllas a favor de Mercado 2%, un aumento significativo, las de Campa no se modificaron, y aquéllas por Madrazo y López Obrador disminuyeron 1%. Recuérdese que estos resultados provienen de encuestas telefónicas y que, por tanto, no pueden aplicarse directamente a las derivadas de encuestas en domicilio. Cuando este efecto se toma en cuenta y se consideran las preferencias definidas, el impacto para Calderón sería del orden de 3%, para Mercado 2%, para Campa no significativo, para Madrazo -2% y para AMLO -3%.

El impacto definitivo del debate sobre las preferencias electorales no se conocerá con certeza hasta que no se presenten los resultados de las encuestas en domicilio que serán levantadas durante los próximos días. Por tanto, estos resultados deben evaluarse con cautela. Lo relevante es comprobar que el debate sí hizo una diferencia, contribuyó a un mejor conocimiento de los candidatos, y modificó las preferencias electorales. Gracias al debate hoy la ciudadanía está un poco mejor informada.

jreyes@structura.com.mx
Economista

Patología obradorista

Raúl Cremoux
El Universal
Viernes 28 de abril de 2006

¿De qué se protege quien se pone a distancia de sus iguales? El sicólogo social Jean Francois Wallon responde con el término de "alteridad" y lo desarrolla como "cualquier alteración resentida como una amenaza". Quien así lo siente, procura hacerse de lado, exiliarse, abstraerse para evitar un mínimo de confrontación directa aunque lo haga a distancia, concluye el historiador Cornelius Castoriadis en su intervención sobre el fin de la historia celebrada el año 2004 en Montpellier, Francia.

El debate recién efectuado por cuatro aspirantes presidenciales no sólo es una demostración de que, como sociedad, penetramos cada vez más en las entrañas de la democracia moderna, lo cual significa en términos antropológicos que los otros, cualesquiera que estos sean, dejan de ser "aquellos" para convertirse en seres semejantes. El sentimiento igualitario implica que el loco, el raro, el deficiente, los ricos, los sabios, los marginales o los que padecen dolor o prisión, son lo mismo en la formación de lo igual. En este sentido, para un ser seguro de sí mismo, sólido en sus convicciones democráticas, pleno de proyectos de servicio, la igualdad es el eje sobre el que gira su conducta.

Cuando se indica que por estrategia, es menester ausentarse para desde fuera pretender ganar lo que se debió haber obtenido merced a las ideas, el doctor Wallon expresa que se trata de casos en los que un probable y oculto complejo de desviación está desarrollándose. Esto puede incubar "una visión en la que el individuo cree que es diferente; superior o emancipado al punto que no puede participar en competencia con sus pares. El rasgo sicótico puede estar presente". Y aquí un buen número de autores exponen que de eso es precisamente de lo que se nutre quien a toda costa busca el poder; poder de sobresalir para estar encima de los demás.

En su obra El miedo a la vida, ensayo sobre las pasiones democráticas, Ediciones du Seuil, 1992, Wallon indica: "Aquellos individuos que -en igualdad de condiciones- y pudiendo participar competitivamente prefieren la abstención, anticipan sus propias debilidades haciéndolas mayores ante sus ojos para negarlas más tarde como producto de los males que otros les provocan". Estamos claramente ante disfunciones del pensamiento demiúrgico que por todas partes ve al mal y al sufrimiento mientras las cosas no salgan tal como las desea.

Los cuatro candidatos nos mostraron el martes que ahora los conocemos un poco más; sabemos de sus filias y fobias, de su forma de encarar los obstáculos y de su capacidad de síntesis para externar sus proyectos. Patricia Mercado, desde un partido fuerte y extendido podría haber sido una seria aspirante a presidirnos; Roberto Campa debe seguir con dolor de vientre, y Madrazo, tan buen interlocutor en corto, por artes del diablo resulta desagradable y poco creíble. Felipe Calderón ha basculado la ruta hacia Los Pinos. Además de articulado y con gotas de alegría y buen humor, tiene que sortear las piedras que le ha puesto el errático gobierno de Fox. Aún faltan semanas, un segundo debate y los adelantados aguaceros de mayo y junio que, sometidos al rigor climático, podrían aún ponernos en la indeseable trayectoria de un ser cuya patología está en ruta de colisión con los anhelos y necesidades de la mayoría de los mexicanos.

cremauxra@hotmail.com
Escritor y periodista

Pelea de dos

Jorge Chabat
El Universal
Viernes 28 de abril de 2006

Finalmente el debate de cua-tro se llevó a cabo. Sin embargo, contra lo que se pudiera haber pensado, el centro del debate no fue López Obrador, con lo cual el PAN y el PRI enmendaron el error inicial de dejar vacía la silla del perredista. De hecho, la silla o el atril vacío figuró poco en la transmisión televisiva y las menciones al candidato perredista fueron marginales.

Así pues, la ausencia de AMLO del debate le resultó contraproducente. Todo indica que fue un error de cálculo pues la decisión de no asistir se tomó hace varias semanas cuando el ex jefe de Gobierno llevaba entre 8 y 10 puntos de ventaja. Sin embargo, el panorama cambió de manera radical en abril y la realidad es que esa ventaja se ha acortado e incluso, según algunas encuestas, ha desaparecido del todo. Así, al no haber estado presente, AMLO dejó todos los reflectores a sus contrincantes.

Claro, falta ver cómo afecta la discusión de este martes a la intención de voto. Y es probable que el efecto del debate no cambie radicalmente las tendencias, pero todo indica que éstas ya son ahora favorables a Calderón, aunque en este momento nos encontremos en un empate técnico. En este sentido, si las tendencias se mantienen, todo sugiere que el próximo presidente será el candidato panista aunque, desde luego, esto no se acaba hasta que se acaba.

Ahora bien, además de AMLO, ¿quién más pierde en el debate? A todas luces, el candidato del PRI con apellido innombrable, Roberto. Al priísta se le vio nervioso e inseguro. Trastabillaba al hablar, se le caían las cartulinas, y actuaba como en obra de teatro de la primaria. Es probable, sin embargo, que su actuación en el debate no le cueste demasiados puntos al candidato Roberto. Pero aunque no le costara ninguno, ello en sí es ya una derrota.

El ex gobernador de Tabasco va en tercer lugar y cayendo. El debate no va a parar esa tendencia y muy seguramente la va a acelerar. Ello va a agudizar la contracargada priísta de la cual probablemente el beneficiario sea Calderón, quien en el debate del martes lanzó abiertamente un mensaje a los priístas: habló de priístas buenos y priístas malos. Obviamente, dejó la puerta abierta para los descontentos del partido tricolor y es probable que capte a un buen número de ellos.

Este escenario plantea, desde luego, una gran interrogante: ¿qué va a hacer el PRI?, además de insistir en que van empatados con el PAN en segundo lugar. La verdad es que los priístas no tienen muchas opciones. Cambiar al candidato es ya una opción muy costosa. Mantenerlo también.

El problema de fondo del PRI es que tienen un abanderado con una credibilidad muy escasa. Así, cualquier cosa que diga Roberto, no tiene el impacto que tendría si el candidato tricolor fuera otro. Y ahí no hay mucho que hacer. Sólo conformarse con el tercer lugar y tratar de no bajar más en las encuestas.

El que gana por todos lados es Calderón. No sólo se vio claro y seguro en el debate sino que logró borrar la imagen de cercanía con el PRI que el presidente Fox y compañía le heredaron (y que el propio PAN ha mantenido). Con las acusaciones mutuas que se lanzaron el priísta y el panista, la costosa imagen de complicidad PRIANista que proyectaron la semana pasada las representantes de ambos partidos a la hora de negociar lo de la silla vacía, se ve amortiguada en buena medida, con lo cual es probable que Calderón tenga un repunte. Por otro lado, el candidato panista también gana al aparecer en cadena nacional como alguien informado que sabe discutir, lo cual contradice la imagen que algunos medios han proyectado de que es alguien de poca capacidad. Todo lo contrario, el panista se mostró ágil e incluso capaz de anticipar los golpes de Madrazo, al cargar hasta con las escrituras de su casa. Por lo que pudiera ofrecerse.

Falta todavía ver en blanco y negro los saldos del debate. Esto es, falta por ver las encuestas y, desde luego, falta la elección. Sin embargo, esta batalla la ganó Calderón, quien ya está a tiro de piedra de la Presidencia.

Quien también gana es la candidata del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina, Patricia Mercado, quien se vio inteligente y prudente y la cual muy probablemente el martes haya obtenido los votos para lograr el registro. Quienes pierden son el PRI y el PRD. Sin embargo, esto no significa que López Obrador esté fuera de la contienda aunque los dos meses que vienen van a ser cuesta arriba para el perredista.

Todo indica que AMLO ya aprendió a no pelearse de más y ha estado muy prudente en los últimos días. Pero ya va contra la corriente. Es cierto que todavía falta para la elección y un debate en junio. Sin embargo, para esa fecha es muy probable que las tendencias ya sean definitivas. Por lo pronto, ya nomás quedan dos en la pelea. Sólo dos.

jorge.chabat@cide.edu
Analista político, investigador del CIDE

Un muy mal martes para López Obrador

Ciro Gómez Leyva
Milenio - La historia breve
26 abril 2006

Muy mal comenzó el martes para Andrés Manuel López Obrador. La encuesta publicada por Reforma comprobó lo detectado por GEA/ISA, MILENIO /María de las Heras y El Universal: él cae y Calderón sube. Tan sencillo como eso: hay una tendencia que hoy no lo favorece, que lo jala para abajo y levanta al panista. Lo demás es ruido. Y negarlo es de una necedad suicida.

Cuando López Obrador decidió, hace dos meses, no participar en el primer debate, lo hizo con una gráfica en la mano que le indicaba una reconfortante ventaja en todas las encuestas. Su estrategia, que sólo conocía primeros lugares en las mediciones, menospreció los imprevistos. Por eso creo que anoche él era el principal arrepentido de no haberse presentado en el World Trade Center.

Si bien el debate fue de una mediocridad que alarma, una aburrida parodia, Felipe Calderón y Roberto Madrazo acertaron en no darle la menor importancia a la ausencia del candidato del PRD. Más de un televidente se habrá preguntado cuál sería la razón para que López Obrador no aprovechara esa oportunidad a fin de resaltar sus presuntas bondades frente a adversarios tan medianos.

Fue un muy mal martes para él, porque la famosa “silla vacía”, en vez de pesar, pasó absolutamente inadvertida. Porque pese a lo que algunos suponíamos hace apenas 24 horas, López Obrador no era el personaje más codiciado después de las diez y media de la noche. Creo que fue la primera vez en mucho tiempo en que no se le extrañó.

No tiene sentido, en fin, seguir discutiendo si López Obrador ganó o perdió con su ausencia. Eso ya es anecdótico. Lo esencial es aceptar que ya no tiene ventaja en las encuestas, que le quedan dos meses para volverse a separar de Calderón y enterrar a Madrazo.

Puede seguir mirándose en el espejo de la reina, puede seguir responsabilizándonos a todos por su pobre campaña: narcisista, hueca. O puede volver a concentrarse en el tablero y aceptar que el jaque mate a sus sueños presidenciales es cuestión de dos o tres jugadas, de otros dos o tres errores suyos, sólo suyos, como los que cometió en las últimas semanas. De otros dos o tres aciertos de Calderón.

Jaque mate, sí. Aunque se enfurezca.

26 de abril de 2006

El Posdebate

Leo Zuckermann
Excelsior - Juegos de Poder
26-04-2006

Cuando usted lea estas líneas, estaremos plenamente instalados en el posdebate. Lo que suceda en este periodo determinará, en mucho, quién será percibido como el vencedor efectivo. Las campañas saben esto y en consecuencia lanzarán todo tipo de artificios comunicativos con el objetivo de convencer de que su candidato fue el mejor.

Partamos de la premisa de que la mayoría del electorado no vio ayer el debate en vivo y completo, ya sea porque no pudieron hacerlo o porque, simple y sencillamente, no les interesó.

En este sentido, se enterarán de lo ocurrido en el posdebate. Van a recibir la información filtrada a través de noticiarios, programas especiales, spots publicitarios y pláticas con gente allegada. De ahí que las campañas traten de influir en este complejo proceso de transmitir la información.

Seguramente, en este preciso momento habrá un verdadero aluvión de opiniones sobre el debate de ayer. Las campañas van a mandar a sus mejores voceros como porristas, para persuadir de que su candidato fue el mejor.

Los mismos aspirantes aprovecharán la ola noticiosa para capitalizarla en su favor. Madrazo, Calderón, Mercado y Campa estarán presentes en todo tipo de medios. Por su parte, el gran ausente, López Obrador, también dará su particular veredicto de lo sucedido; con toda seguridad va a insistir en que él, a pesar de no haber participado, ya ganó, no sólo el debate, sino la elección.

Muchos espacios mediáticos darán la posibilidad de que la gente opine. Algunas de las participaciones van a ser, efectivamente, espontáneas, pero otras serán parte de un esfuerzo organizado por las distintas campañas para apoyar a sus candidatos. El líder del PRD en el DF, Martí Batres, ya ha aceptado, por ejemplo, que ellos tienen un “sistema de respuesta rápida popular”, donde las huestes perredistas llaman a los medios con el fin de respaldar sus posiciones.

Luego estará el asunto de las encuestas. Se van a presentar varias, telefónicas, que son rápidas de levantar. Cada campaña utilizará las que les convengan si muestran que su candidato fue el ganador. También habrá nueva ronda de spots publicitarios para exhibir las virtudes de los aspirantes, sus principales mensajes y sus momentos memorables en el debate.

En una de ésas, incluso, se combinarán supuestas encuestas con spots, como eficazmente lo hizo Fox en el 2000. Después del debate, el guanajuatense trasmitió un comercial donde se declaraba ganador del evento, con la consecuencia de que muchos mexicanos habían cambiado sus intenciones de voto en favor de él. En el spot aparecía una gráfica de barras con las preferencias electorales de cada uno de los candidatos y de los indecisos; de repente, después del debate, pedazos de barra saltaban a la de Fox quien, al sumarlas, quedaba en el primer lugar de la contienda. El comercial había sido grabado antes del debate, por lo que las presuntas encuestas que demostraban el cambio de las preferencias nunca existieron. Esa farsa, sin duda, le funcionó bien al panista.

El posdebate es fundamental para partidos y candidatos. Tratarán de influir (algunos dirían manipular) en la opinión de los electores acerca del debate. De esta forma, en estos días, usted estará expuesto a todo tipo de artificios comunicativos sacados del baúl de la propaganda política.

La Gran Lección del Debate ...

F. Bartolomé
Reforma: Templo Mayor

LA GRAN LECCIÓN del debate presidencial es que no es lo mismo ser el gran ausente que el gran ignorado.

LA NEGATIVA de Andrés Manuel López Obrador a presentarse en el debate, evidentemente le va a salir muy cara en términos electorales.

PORQUE esa decisión la tomó cuando todavía conservaba una amplia ventaja sobre sus contrincantes, pero ayer el escenario era muy distinto.

Y SI BIEN el tabasqueño le apostó a que estar presente a través de la silla vacía, la realidad es que le dejó toda la cancha a Felipe Calderón, quien asumió el papel del puntero.

HABRÁ QUE VER si López Obrador decide mantener su estrategia del candidato ermitaño negándose a dialogar con empresarios, a reunirse con estudiantes, a contestar preguntas de cultura general, a debatir sus propuestas...

YA SE VIO que los fantasmas no dan la pelea.

QUIZÁ la imagen más representativa del debate fue cuando Roberto Madrazo desapareció de escena para recoger un papel.

ESOS SEGUNDOS en los que sólo se vio el atril del priista fueron una rápida alegoría de lo estrepitoso de su caída ante las cámaras.

Y SI Felipe Calderón fue declarado el ganador de la contienda, sin duda la sorpresa de la noche la dio Patricia Mercado con una imagen fresca, un discurso bien enfocado a las minorías y con un lenguaje distinto al del resto de los candidatos.

HAY QUIENES DICEN que también Roberto Campa logró causar una buena impresión en los tele-espectadores, por su presencia, sus frecuentes ataques y sus pausas dramáticas.

SOBRE TODO porque dedicó buena parte de su tiempo a lanzar puyas contra Madrazo, quien con una mano tenía que defenderse mientras con la otra trataba de arañar a Calderón.

Y LA MEDALLA al mérito es para todos los electores que se soplaron dos horas de un debate entre algodones, cuyo formato urge cambiar.

Calderón despega

Pepe Grillo
Crónica

Calderón despega
De los presentes, sin duda, Felipe Calderón fue el ganador, y no debe sorprender que se refleje en las próximas encuestas.
Roberto Madrazo fue el más golpeado, y lo resintió.
Patricia Mercado presentó propuestas, y ganó puntos.
Roberto Campa hizo el papel de malo contra Madrazo y en la primera media hora ya lo tenía contra las cuerdas.
López Obrador, que no dio la cara y fue el gran derrotado, esperaba ser el centro del debate, y sencillamente lo ignoraron.
Fue un buen debate, muy propositivo, sobre todo por Calderón y Paty.

Felipe, convincente y maduro
El candidato panista no se salió de su estrategia.
Cuando golpeó a Madrazo, lo hizo sin perder su buen talante.
Hizo las propuestas más interesantes, con claridad y convicción.
Sin duda la encuesta que ya lo pone por encima de López, le ayudó a verse seguro y sonriente.
Felipe Calderón se vio optimista.
Mientras en el PRD salen ahora con que la encuesta es la del 2 de julio, Calderón espera confiado las que se harán a partir del debate.

Roberto, tomado por sorpresa
Madrazo fue preparado para enfrentar a Calderón y al gobierno de Fox.
Y la embestida de Campa lo tomó por sorpresa.
En los primeros cinco segmentos del debate, Campa le pegó con certeza y contundencia.
El priista dijo que Campa hacía el trabajo sucio a Calderón, y optó por no responderle.
En los últimos segmentos Madrazo enfocó sus golpes al gobierno foxista e hizo propuestas, pero el daño estaba hecho.

Patricia, no entró a los golpes
La candidata de Alternativa cayó bien a quienes querían un debate de ideas, no una lucha campal.
Apenas una mención al PVEM “que traicionó a la ecología”, lo demás fue la presentación de su proyecto.
Pocos creen que Paty ganaría la elección el 2 de julio, pero le agradecen que se manejara con altura.
Es la primera mujer en un debate entre presidenciables, y Patricia fue una buena representante.

Campa, entró de fajador
A eso iba y en media hora pegó duro y a la cabeza de Madrazo.
El priista esperaba la “bomba” de Calderón, y fue Campa quien la estalló: Dijo que tiene pruebas de que Madrazo no paga impuestos.
Pero a Campa se le acabó el parque y se dedicó a hacer propuestas, con el mismo gesto adusto, tenso y peleonero.
Parecía que regañaba a los televidentes.

El ausente
No se vio en el debate dónde, dónde podría encajar López Obrador.
A la gente le hubiese gustado ver qué tan fuertes son sus argumentos, y cómo recibe cuestionamientos y críticas.
Dicen que Manuel Camacho le aconsejó no presentarse.
No fue y perdió mucho, a ver quién paga el costo.
A nadie le gusta que su gallo rehuya la pelea.

pepegrillo@cronica.com.mx

El Debate a "bote pronto"

Razona tu voto

Ya ocurrió el debate y mucho se hablará y escribirá en los siguientes días, durante el llamado posdebate, sobre quien ganó y quien perdió, y pasará algún tiempo antes de saber cuales serán sus efectos reales sobre los electores indecisos. Por lo pronto, aquí algunos comentarios a “bote pronto” de las primeras reacciones de los analistas y sondeos.

+ De los que tenían “todo que ganar y nada que perder” (Campa y Mercado), la candidata de Alternativa es quien mejor lució. Patricia Mercado aprovechó su calidad de mujer, inteligente y de una izquierda moderna y conciliadora. Sin duda crecerá, lo que parece asegurarle el objetivo de conseguir los votos suficientes para mantener el registro de su partido. Campa por su parte, aunque puede haber logrado un objetivo personal al haber atacado a Madrazo, difícilmente habrá logrado beneficiar la causa del partido Nueva Alianza.

+ De los candidatos que “se jugaban mucho” (Calderón y Madrazo), el consenso indica que quien obtuvo la mejor parte fue el candidato del PAN. Calderón logró presentar propuestas y establecer una comunicación positiva, además de haber logrado espantar al “fantasma de la silla vacía” a pesar de haber hecho alusión al inicio y final de sus intervenciones al candidato ausente. Madrazo por su parte, aunque quiso tomar la iniciativa y busco jugar a la ofensiva, parece haberle pesado el llegar en tercer lugar, lo que lo hizo lucir rígido, titubeante y ajustado a su script, sin lograr sacudirse de la mala imagen y poca credibilidad que tanto le ha pesado.

De este modo, quienes mejor provecho habrían sacado al debate serían Felipe Calderón (estratégicamente) y Patricia Mercado (relativamente).

¿Y que hay del candidato ausente? Otra cosa que parece generalizarse en la opinión inicial es que López Obrador cometió un grave error al no haber asistido. La decisión que tomó hace unas semanas, y que mantuvo hasta el último momento, de buscar minimizar el riesgo y costo de debatir parece que no sólo no le reportará beneficios (algunos analistas y periodistas decían que "la silla vacía" ya había ganado el debate aún antes de que ocurriera), sino que podría costarle muy cara. Este error se suma a una cadena de acontecimientos y decisiones desafortunadas de AMLO, que podría reforzar la tendencia a la baja que tanto trabajo le ha costado aceptar, e incluso acentuar la magnitud de la misma.

Veremos que sucede una vez que se asiente el polvo de la escaramuza que presenciamos ayer. Seguramente se irá perfilando una opinión generalizada de quien o quienes ganaron y perdieron más. Se verá el impacto en las encuestas e intenciones de voto, especialmente de los electores independientes e indecisos. Ya será cada candidato quien, independientemente de su estrategia, deberá sacar un balance personal y tomar decisiones para ajustarse al escenario que ha quedado después de este primer debate.


Démosle tiempo al tiempo …

razona2voto@yahoo.com

25 de abril de 2006

El debate del miedo y las confirmaciones

Jorge Fernández Menéndez
Excelsior - Razones
25 de abril

Hoy será el primero de los dos debates entre los candidatos presidenciales y resulta difícil de comprender que el IFE no haya ejercido la autoridad suficiente como para obligar a todos a participar en él. Tan desconcertante como la negativa de López Obrador a hablar del tema que sea, que le obligue a adoptar alguna posición clara, trátese de las preguntas de cultura general, nivel primaria, que le haría Víctor Trujillo, hasta del caso Sicartsa o la violencia en Acapulco, sobre todo si asumimos que, diferencias posibles aparte con Lázaro Cárdenas o con Zeferino Torreblanca, son dos entidades gobernadas por el perredismo.

Si hace algunas semanas, la negativa de López Obrador a participar en el debate podría parecer parte de una campaña para no exponerlo, hoy también se enmarca en ello, pero con las encuestas empatadas con Felipe Calderón, en realidad pareciera una medida que busca evitar mayores caídas en lugar de proteger una ventaja ya inexistente. La señal que envía el candidato de la Coalición por el Bien de Todos podrá ser justificada por razones “estratégicas”, pero en términos de imagen pública es pésima: refleja desde miedo hasta intolerancia, o ignorancia, para aceptar siquiera discutir con los demás (y presentar al público) sus ofertas políticas.

Pero, ¿cómo llegan sus rivales al debate? Patricia Mercado puede aprovechar la oportunidad para consolidar una presencia de izquierda inteligente, que no tendrá contrapesos: paradójicamente, es la que mayor daño le ocasionará a AMLO. Patricia, por primera vez, podrá exponer en un foro amplio, nacional, sus propuestas. Roberto Campa no ha manejado ofertas fuertes: tendrá posibilidades de hacerlo esta noche, pero cada vez son más quienes creen que Nueva Alianza se acercará en forma irreversible a Calderón, sobre todo por el crecimiento que éste ha tenido en las encuestas.

Calderón llega al debate en el mejor momento desde cuando comenzó su campaña, en un contexto donde no sólo ha alcanzado a López Obrador en las encuestas sino también en el cual, con la incorporación de Diódoro Carrasco y otros personajes independientes a su equipo, podrá avanzar con mayor presencia y pluralidad en la campaña. Esta semana, por el debate, pero también más allá de él, es muy importante para Calderón y ha sido cuidadosamente planificada en su equipo. Lo importante para el panista es, sobre todo, una cosa: proponer con intención y profundidad y dar una verdadera imagen presidencial.

Roberto Madrazo llega en un momento de gran cantidad de dudas: con enfrentamientos en muchos estados e incluso con decisiones del Tribunal Electoral que lo dejan con complicaciones legales para conformar sus listas de candidatos a senadores y diputados, y con un conflicto adicional en Chiapas (donde el TEPJF anuló el registro de José Antonio Aguilar Bodegas, que terminará siendo confirmado con el respaldo del Verde, pero agudizando el aprieto en la entidad); con deserciones tanto de viejos priístas restauradores como de renovadores, en un contexto difícil de articular por él. Lo más grave para Madrazo, en estos momentos: muchos aseguran que su objetivo es preservar posiciones para su grupo más cercano aunque se paguen costos internos altos, asumiendo que no se ganará la Presidencia. Es difícil creer que un hombre como Madrazo haya ya decidido bajar los brazos. Por eso para él el debate es quizá la última oportunidad. Según cómo actúe hoy sabremos si ya asumió que no ganará o si todavía confía en la victoria. Si se concentra en atacar a Calderón o López Obrador, la respuesta será que busca conservar posiciones. Si apuesta por sí mismo y sus propuestas querrá decir que todavía cree que tiene posibilidades.

¿Qué pasará con la silla vacía? No debería suceder nada, debería ser, si hay lógica política en los participantes, sólo una parte más de la escenografía.

Llegó el Debate

La Esquina de Crónica
25 de abril

Llegó el debate. Los cuatro tienen un reto enfrente. Madrazo, el de su credibilidad. Calderón, el de ser el candidato del gobierno. Campa, dar una mínima justificación a su candidatura, tibia y desabrida. Patricia Mercado, asumirse como la candidata de la izquierda en México. Para unos será imposible. Para otros, menos. A ver si lo intentan.
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¿Y el reto de López Obrador? Pues ver si le resulta o le sale contraproducente la decisión de no haber asistido.

Los analistas y encuestadores no se ponen de acuerdo. Hay quien dice que "la silla vacía" ya ganó. Hay quien dice que esto le va a resultar más caro y dañino que todos los spots que lo presentan como un peligro para el país.

Hoy por la noche se empezará a despejar la incógnita. El post-debate y las encuestas que a partir de aquí se deriven tendrán la última palabra.

24 de abril de 2006

Lecciones estadunidenses

León Krauze
Excelsior
23-04-2006

Los debates se han consolidado en los procesos electorales de EU. Los aspirantes reconocen la importancia de aparecer en TV, en horario estelar, frente a millones de electores aún indecisos

El 26 de septiembre de 1960 fue un gran día para el ejercicio democrático en Estados Unidos. Esa noche, y por primera vez, decenas de millones de personas pudieron ser testigos de un debate entre los aspirantes a la Presidencia del país, el senador demócrata John F. Kennedy y el vicepresidente republicano Richard Nixon.

Aquel primer encuentro televisado definiría, en gran medida, la elección presidencial del 60. Kennedy y Nixon enfrentaron el debate de manera muy distinta. Nixon llegó pálido y esmirriado al escenario. Apenas unas semanas antes, el vicepresidente había sufrido una seria lesión de rodilla y se había visto obligado a pasar un par de semanas en el hospital. Llegada la hora del choque con Kennedy, Nixon había perdido varios kilos. Para colmo, obstinado y gruñón como era, Nixon se negó a que le aplicaran maquillaje. El resultado fue desastros el vicepresidente parecía un enfermo ceniciento y nervioso que no paraba de sudar. John Kennedy, en cambio, había aprovechado los días previos al encuentro para tomar el sol, mientras hacía campaña en California. Bien retocado, cómodo y sonriente, Kennedy era la viva imagen de un futuro presidente. Cerca de 70 millones de estadunidenses vieron esa noche la debacle mediática de Richard Nixon. Prácticamente todos los analistas de la época coincidirían, un par de meses después, en la trascendencia de aquel primer debate: sin su telegenia, Kennedy no habría podido derrotar a su rival.

La siguiente gran lección acerca de la importancia del impacto mediático en una campaña presidencial ocurrió en 1980. Como recordara Yuriria Sierra en Excélsior hace un par de semanas, el desenlace de la contienda entre Ronald Reagan y el entonces presidente Jimmy Carter no podría entenderse sin la historia de los encuentros televisados de ese año. Confiando en la ventaja que le confería su investidura, Carter decidió ausentarse del primer debate, esgrimiendo un supuesto desacuerdo con la aparición en el encuentro del candidato independiente John Anderson (curiosamente, los organizadores del debate consideraron incluir una silla vacía; la propuesta finalmente fue rechazada). El de Carter fue un error garrafal. Ronald Reagan, que conocía perfectamente el verdadero alcance de los medios de comunicación, aceptó gustoso el regalo y aprovechó el escenario. Con su sonrisa del millón, logró presentarse exitosamente como un político creíble y amable. Aterrado, el presidente Carter decidió asistir al segundo debate, donde, por cierto, ya no apareció Anderson. Torpe y nervioso, el presidente resultó poco persuasivo. En algún momento, incluso, recurrió a una conversación con su hija Amy para explicar su preocupación con la carrera armamentista nuclear. Reagan, en cambio, explotó al máximo la experiencia anterior: confiado y sereno, hizo gala de su veloz sentido del humor y pasó por encima de su rival. Desde entonces, los debates televisados se han consolidado como parte esencial de los procesos electorales en Estados Unidos.

Los aspirantes reconocen la importancia de aparecer en televisión, en horario estelar, frente a millones de electores todavía indecisos. En años recientes, los encuentros han adquirido una relevancia incluso mayor.

En 2000, por ejemplo, los tres debates entre George W. Bush y Al Gore resultaron cruciales para el triunfo del republicano. A diferencia de un Gore indolente, robótico y pretencioso, Bush logró transmitir afabilidad y simpatía. Además, el tejano logró comunicar algo inesperad seguridad y (cierta) inteligencia. En las semanas previas al debate, la prensa había especulado sobre la capacidad intelectual y discursiva del republicano, que parecía más un adolescente travieso que un serio aspirante a la Presidencia. Se esperaba tan poco de Bush, que, al final, el candidato logró superar —simplemente evitando tropiezos claros— las expectativas. El debate le significó a Bush entre dos y tres puntos porcentuales.

Las lecciones están ahí: menospreciar el impacto del rating generado por dos horas de televisión en horario estelar puede tener consecuencias irremediables. Hoy en día, la elección de un presidente no pasa tanto por las ideas y las propuestas, sino por la personalidad de los contendientes. Con un electorado tan claramente disputado como el nuestro, los dos encuentros entre los candidatos a la Presidencia se antojan decisivos.

De no presentarse el día 25 a debatir, Andrés Manuel López Obrador habrá ignorado lecciones importantes de la historia. Si el debate genera 12 puntos de rating (un cálculo que me parece incluso conservador, si las televisoras promueven el encuentro como debe ser), el candidato perredista habrá desperdiciado la oportunidad de hablarle a cerca de tres millones de votantes.

Si la experiencia estadunidense tiene algo que enseñarnos, la ausencia de Andrés Manuel López Obrador (y de Roberto Madrazo Pintado, si a última hora decide faltar también) podría resultarle costosísima. Ya será tarea de los candidatos presentes aprovechar, como Kennedy y Reagan en su momento, la displicente ausencia de sus rivales.

El Debate

Leonardo Curzio
El Universal
24 de abril de 2006

El debate de mañana es una especie de semi- final con un equipo calificado. Como es natural el episodio plantea mayores riesgos para los dos punteros: el ausente y el presente. Para el tercero en discordia es una especie de repesca y para los restantes es una oportunidad única para remontar.

Con los números de marzo la postura de AMLO de no acudir al debate parecía lógica, pero ahora que las cosas se han cerrado tanto, su decisión puede ser gravosa. Sus leales le perdonan todo, pero por más vítores que le lancen, lo cierto es que no ha aceptado debatir con nadie. Ha jugado, desde que salió triunfador del desafuero, poniendo él las reglas y los tiempos. ¿Puede un demócrata eludir permanentemente la confrontación de ideas con sus correligionarios y con sus opositores, sin pagar algún peaje?

AMLO debe recordar la noche negra de 1997 cuando Castillo Peraza se hundió solito tras el debate Cárdenas y Del Mazo. No digo que AMLO lo vaya a hacer, pero no está claro como, desde una cultura política democrática, pueda dar una explicación de su desprecio por el intercambio con sus pares. En una democracia deliberativa debe haber demócratas dispuestos a deliberar y no sólo a pagar programas para dar su propia versión.

Con la ausencia de AMLO, Calderón se enfrentará a un dilema estratégico. Sin campeón a quien retar, su línea discursiva tendrá que ser la que separa el proyecto del pasado y el futuro. Es probable que un poco de autocrítica le sea útil y refuerce la idea de su honradez personal y la vocación democrática de su partido (finalmente fue el único candidato que ganó unas primarias).

Calderón sabe que Madrazo y él están interesados en hacer pagar el mayor costo al perredista por su negativa, pero sus intereses no son convergentes; ambos saben que su crecimiento depende de que el electorado "antipeje" los vea como la opción más viable. Calderón juega con más alto riesgo por su cercanía con el ausente, mientras Madrazo flota en los 25 puntos. Un tropiezo del panista sería su fin, pues en vez de reforzar su tendencia ascendente, se empantanaría en una guerra con el tercer lugar.

Las opciones de Madrazo son más restringidas. No tiene más opción que ganar. Tendrá que jugar fuerte porque el tiempo está en su contra y su imagen pública es pésima. Calderón lo intentará descontar de un golpe, pero es muy probable que Campa le haga más de un par de diabluras. Aunque en la fase previa al debate se ha intentado posicionar como un hombre seguro y templado podría perder la brújula. El tercer lugar ya lo tiene y su dilema es: o cierra ahora la brecha con Felipe o ya se descolgó de la carrera.

Para Campa y Mercado todo será ganancia. Mercado desplegará en pantalla sus ventajas comparativas (su condición de mujer y su talante amable) para replicar el fenómeno de Gilberto Rincón Gallardo, quien aprovechó el debate del 2000 para encontrar un votante que está harto de lo mismo. Ella puede ser la gran ganadora en términos relativos. Campa intentará saldar cuentas con Madrazo (esa es su misión fundamental) y aunque es un buen polemista, no creo que gane mucha credibilidad, pero lo que gane será neto.

23 de abril de 2006

Guía del Elector Confundido

Marco A. Macin Leyva
12/03/2006

Ya inició oficialmente la página del Elector Confundido en www.confundido.org.mx que es de consulta gratuita.

Recordemos que lo que pase en las elecciones del 2 de julio depende también de lo que cada uno de nosotros hagamos. Ayudemos a concienciar a la gente para que entienda qué está apoyando al votar y porqué debe votar.

Referéndum el 2 de julio

Macario Schettino
El Universal
Martes 04 de abril de 2006

La elección de julio se perfila ya como un referéndum. López Obrador ha construido su discurso y oferta política alrededor de una sola idea: borrar los 20 años de cambios que ha vivido, o sufrido, México. No es una mala idea en términos políticos, puesto que hay muchas personas que creen que estos 20 años han sido muy malos para el país, y quisieran que nunca hubieran ocurrido. Tan no es una mala idea que Andrés ha logrado mantenerse en primera posición en las encuestas de preferencias durante un tiempo ya bastante prolongado.

La alternativa a esta propuesta es la que encabeza Felipe Calderón, que carga consigo el fracaso de la actual administración para continuar con los cambios iniciados a mediados de los 80 y que se han frenado, o al menos disminuido, desde 1997. Por su parte, Roberto Madrazo no ha logrado ubicarse en ninguna de las dos alternativas con claridad, y es por ello que no puede salir del tercer lugar en las preferencias.

Evidentemente, hay mucho más que esta dicotomía en las campañas. Hay, por ejemplo, la gran habilidad de AMLO para mover las emociones de sus seguidores; hay también la caída estructural del PRI, y la gran dificultad del PAN para construir una campaña exitosa. Pero, al final, de lo que se trata es de decidir entre estas dos opciones: ¿seguimos con la trayectoria iniciada a mediados de los 80 o nos regresamos?

Analizar con detalle la situación previa a los cambios mencionados, así como los resultados del proceso, requiere mucho espacio y consideraciones técnicas que no caben en este espacio. Si usted está interesado en el tema, lo estaré tratando con más detalle en las páginas de la sección financiera, y agradeceré que me acompañe y comente. Pero permítame plantear aquí algunos elementos acerca de la decisión que tomaremos que creo que no podemos soslayar.

México es parte del mundo, aunque a veces no queramos reconocerlo. Y hay fenómenos que ocurren en el mundo que obligadamente nos abren o cierran puertas. Por ejemplo, durante la posguerra, desde 1946 hasta 1971, hubo en el mundo un sistema financiero internacional con ciertas características que permitieron que todos los países (al menos todos los del hemisferio occidental, como se decía entonces), crecieran mucho sin inflación.

Así, México logró crecer a 3% anual por habitante, mientras Estados Unidos crecía a 2%. Pero Francia lo hacía a 4.5%, Alemania a 5% y Japón prácticamente a 8%, anual por habitante, para no dejar dudas. Fue un muy buen tiempo, sin duda. El mejor periodo, en materia económica, de la historia de la humanidad. Pero a partir de 1971 las cosas cambiaron, y mucho. Nosotros actuamos entonces como si el mundo no existiera, y construimos una catástrofe, que se hizo realidad en 1982. Tuvimos que dedicar cinco años a medio salir del abismo en que nos hundieron políticas absurdas. De entonces para acá, las cosas han mejorado un poco.

Para poner un ejemplo, de 1996 a 2000 México alcanzó su mayor tasa de crecimiento económico en la historia, 4.5% anual por habitante. Otro ejemplo, hoy tenemos una tasa de interés que no se veía desde los años 50, y que hoy permite a muchas personas comprar bienes de consumo duradero, significativamente, viviendas. Ah, y en ese asunto hemos tenido la mayor construcción de viviendas, en la historia, en estos primeros cinco años del siglo XXI.

Pero también tenemos hoy una economía con dificultades: la mitad de quienes se integran a la vida productiva deben hacerlo en la informalidad o en EU, porque no se generan suficientes empleos. Aunque la migración al país vecino ha existido desde fines del siglo XIX, el ritmo se ha incrementado significativamente desde los años 70, para llegar hoy a cerca de 400 mil personas al año. Para no seguir con los detalles, sólo quisiera agregar un tema que es, en mi opinión, el más importante: la desigualdad. Somos, con la excepción de Brasil, el país más desigual del mundo. Pero esa desigualdad nos persigue desde siempre. América Latina es el continente con mayor desigualdad en el mundo, y esto no es porque el neoliberalismo nos haya hecho así. Hemos sido desiguales desde siempre, y no hay evidencia ninguna de que la desigualdad haya crecido en tiempos recientes. Por cierto, tampoco la hay de que se hubiese reducido en algún momento pasado, específicamente durante los años en que crecimos con todo el mundo, o durante los años 70, cuando el desarrollo se "compartía".

En resumen, el referéndum que tendremos el 2 de julio consiste en decidir si continuamos el proceso de los últimos 20 años, completando las reformas que nos hacen falta para competir en el mundo actual, o si preferimos borrar esos cambios e intentamos construir un país separado del resto del mundo. Porque no importa que votemos nosotros, el resto del mundo no piensa regresarse. Nada más observe un momento a China, que decidió abandonar un camino que no le llevaba a ningún lado y subirse al proceso mundial.

La decisión la tomaremos todos el 2 de julio. Podemos continuar el proceso que llevamos, completando lo que nos ha faltado, o podemos detenernos y regresar. Y precisamente porque eso es lo que decidimos, no es un asunto de un sexenio lo que vamos a votar, sino de una generación entera. Así que más vale pensarlo con calma.

macario@macarios.com.mx
Profesor EGAP. ITESM-CCM