Jorge Fernández Menéndez
Excelsior - Razones
25 de abril
Hoy será el primero de los dos debates entre los candidatos presidenciales y resulta difícil de comprender que el IFE no haya ejercido la autoridad suficiente como para obligar a todos a participar en él. Tan desconcertante como la negativa de López Obrador a hablar del tema que sea, que le obligue a adoptar alguna posición clara, trátese de las preguntas de cultura general, nivel primaria, que le haría Víctor Trujillo, hasta del caso Sicartsa o la violencia en Acapulco, sobre todo si asumimos que, diferencias posibles aparte con Lázaro Cárdenas o con Zeferino Torreblanca, son dos entidades gobernadas por el perredismo.
Si hace algunas semanas, la negativa de López Obrador a participar en el debate podría parecer parte de una campaña para no exponerlo, hoy también se enmarca en ello, pero con las encuestas empatadas con Felipe Calderón, en realidad pareciera una medida que busca evitar mayores caídas en lugar de proteger una ventaja ya inexistente. La señal que envía el candidato de la Coalición por el Bien de Todos podrá ser justificada por razones “estratégicas”, pero en términos de imagen pública es pésima: refleja desde miedo hasta intolerancia, o ignorancia, para aceptar siquiera discutir con los demás (y presentar al público) sus ofertas políticas.
Pero, ¿cómo llegan sus rivales al debate? Patricia Mercado puede aprovechar la oportunidad para consolidar una presencia de izquierda inteligente, que no tendrá contrapesos: paradójicamente, es la que mayor daño le ocasionará a AMLO. Patricia, por primera vez, podrá exponer en un foro amplio, nacional, sus propuestas. Roberto Campa no ha manejado ofertas fuertes: tendrá posibilidades de hacerlo esta noche, pero cada vez son más quienes creen que Nueva Alianza se acercará en forma irreversible a Calderón, sobre todo por el crecimiento que éste ha tenido en las encuestas.
Calderón llega al debate en el mejor momento desde cuando comenzó su campaña, en un contexto donde no sólo ha alcanzado a López Obrador en las encuestas sino también en el cual, con la incorporación de Diódoro Carrasco y otros personajes independientes a su equipo, podrá avanzar con mayor presencia y pluralidad en la campaña. Esta semana, por el debate, pero también más allá de él, es muy importante para Calderón y ha sido cuidadosamente planificada en su equipo. Lo importante para el panista es, sobre todo, una cosa: proponer con intención y profundidad y dar una verdadera imagen presidencial.
Roberto Madrazo llega en un momento de gran cantidad de dudas: con enfrentamientos en muchos estados e incluso con decisiones del Tribunal Electoral que lo dejan con complicaciones legales para conformar sus listas de candidatos a senadores y diputados, y con un conflicto adicional en Chiapas (donde el TEPJF anuló el registro de José Antonio Aguilar Bodegas, que terminará siendo confirmado con el respaldo del Verde, pero agudizando el aprieto en la entidad); con deserciones tanto de viejos priístas restauradores como de renovadores, en un contexto difícil de articular por él. Lo más grave para Madrazo, en estos momentos: muchos aseguran que su objetivo es preservar posiciones para su grupo más cercano aunque se paguen costos internos altos, asumiendo que no se ganará la Presidencia. Es difícil creer que un hombre como Madrazo haya ya decidido bajar los brazos. Por eso para él el debate es quizá la última oportunidad. Según cómo actúe hoy sabremos si ya asumió que no ganará o si todavía confía en la victoria. Si se concentra en atacar a Calderón o López Obrador, la respuesta será que busca conservar posiciones. Si apuesta por sí mismo y sus propuestas querrá decir que todavía cree que tiene posibilidades.
¿Qué pasará con la silla vacía? No debería suceder nada, debería ser, si hay lógica política en los participantes, sólo una parte más de la escenografía.
25 de abril de 2006
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