19 de agosto de 2006

En el límite

Jaime Sánchez Susarrey
Reforma
19 de Agosto del 2006

El tiempo pasa inexorablemente. El conteo de las 11 mil casillas ha quedado atrás. No existe ya la posibilidad de que el resultado de la elección se revierta, ni de que el Tribunal Electoral ordene la apertura de todos los paquetes y se cuente voto por voto. Las quejas de un gran fraude electoral no han sido documentadas y no lo serán en lo que resta del proceso. Tampoco hay margen para que se anule la elección. Además, la resolución del Trife será inapelable. Así que no hay vuelta de hoja: antes del primero de septiembre, Felipe Calderón será declarado oficialmente presidente electo de la República.

Eso explica la radicalización del discurso de López Obrador. Esta semana escaló un peldaño más. El martes invocó al espíritu de Emiliano Zapata y llamó a sus colaboradores a firmar la Convocatoria a la Convención Nacional Democrática que habrá de celebrarse en el Zócalo de la Ciudad de México el 15 y 16 de septiembre. No sobra recordar que el primero en utilizar esta figura fue el subcomandante Marcos en la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona.

Para justificar su decisión, AMLO citó el artículo 39 de la Constitución que establece: "la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instruye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno".

No hay, pues, que quebrarse la cabeza. Más claro ni el agua. El candidato de la coalición por el Bien de Todos se apresta a desconocer no sólo al nuevo Presidente de la República, sino al conjunto de las instituciones del Estado mexicano. En ese paquete van el Instituto Federal Electoral, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Tribunal Federal Electoral y, por supuesto, el nuevo Congreso de la Unión.

Frente a esos poderes espurios, que se habrían robado la elección, la Convención Nacional Democrática tendrá las facultades de una Asamblea Constituyente que podría incluso reconocer a AMLO como el único presidente legítimo. La resistencia y la lucha no serán de unas semanas o de unos meses. AMLO se apresta, como Juárez, a recorrer la República en un carruaje defendiendo las "instituciones" que él mismo fundará en un acto solemne en el Zócalo de la Ciudad de México.

Todo esto puede parecer, y en parte es, una pacotilla. López Obrador podría convertirse a la larga en un presidente de opereta. Un presidente que, a su paso, suscite carcajadas y groserías. Pero en lo inmediato existen riesgos que es necesario advertir. Hay un sector de la población que tiene fe ciega en su candidato y que está convencido de que hubo fraude. Y no sólo eso. Las corrientes más radicales y siniestras del PRD, encabezadas por Dolores Padierna y René Bejarano, le son incondicionales y tienen la fuerza y la capacidad de realizar movilizaciones y plantones a lo largo y ancho de la Ciudad de México.

El futuro de esta estrategia depende de una serie de factores adicionales. Tres son particularmente importantes: el primero se relaciona con la instalación de la LX legislatura los días 27 y 28 de agosto. En esa fecha, los diputados y senadores del PRD tomarán posesión y protestarán cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen. Será la fracción más importante en toda la historia de ese partido. Sus integrantes enfrentarán inmediatamente el dilema de ajustarse a una práctica institucional o sumarse al proyecto insurreccional de López Obrador.

Para ningún perredista es un misterio que la aventura del mesías de Macuspana puede terminar hundiéndolos definitivamente. Los costos de las movilizaciones, los plantones y las acciones de desobediencia civil, que ya han sido anunciadas, se pagarán irremediablemente en la elección intermedia del 2009.

El segundo factor es el gobierno de la Ciudad de México. Alejandro Encinas se encuentra en una situación extremadamente difícil. Su sometimiento incondicional a López Obrador ha afectado ya su imagen y su popularidad. Su prueba de fuego será no el primero, pero sí el 15 y 16 de septiembre. En esas fechas deberá optar entre las responsabilidades de su cargo y la lealtad incondicional a López Obrador. En el Zócalo no cabe una Convención Nacional por la tarde y una parada militar por la mañana.

Tercer factor: La respuesta del gobierno federal. Hasta ahora la tolerancia ha rendido muy buenos frutos. Los excesos verbales y las acciones ilegales le han quitado la máscara a López Obrador. Muchos de los ciudadanos que votaron por él están decepcionados y aterrados con el personaje. Los costos económicos, sin embargo, han sido muy altos. Pero esa estrategia tiene un límite. El uso de la fuerza pública, como ocurrió a las afueras de San Lázaro, se va a tornar indispensable.

Los días y semanas que vienen serán cruciales. López Obrador apostará a que sus provocaciones desemboquen en enfrentamientos para denunciar al Gobierno de la República como represor y autoritario. Él sabe que ése es su mejor seguro para mantener a los perredistas moderados bajo control so pena de denunciarlos como traidores. No hay, en consecuencia, por qué esperar que abra la más mínima rendija de negociación en las fechas claves que se avecinan: 1 y 15-16 de septiembre. Antes al contrario, va a echar toda la carne al asador.

El Gobierno de la República y el Presidente electo, por su parte, deberán ponderar si pueden dejar el mando de la Policía y la procuraduría del Distrito Federal en manos de dos incondicionales de López Obrador.

Se avecinan tiempos difíciles en los que nada está decidido de antemano. Exigen prudencia, pero también mucha firmeza. Esperemos que Fox y Calderón estén a la altura de sus responsabilidades.

Ahumada reloaded

Yuriria Sierra
Excélsior - Nudo Gordiano

19-08-06

Sospechosista revelación la del día de ayer: once minutos de video en los que Carlos Ahumada (El Señor de los Videos) parecería recibir algo así como "una cucharada de su propio chocolate" con una edición à la carte de las declaraciones que hiciera tras su arresto en Cuba. Que sí, que se habría reunido con Diego Fernández de Cevallos; que sí, que Creel y Fox también habrían conocido de los videos; que sí, que Rafael Macedo de la Concha (entonces procurador general de la República) y Carlos Salinas de Gortari también estaban en el ajo; que sí, que todo lo negoció a cambio de "protección" pero que no le cumplieron (a Ahumada, obvio); que sí, que la exhibición de los videos fue planeada para "frenar las aspiraciones presidenciales" del entonces jefe de Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador.

Vino viejo en vasijas viejas. A nadie le habrá sorprendido el contenido (o las revelaciones) del video de ayer. Hay que decir que es bastante ñoño (cursi) creer que, a estas alturas del partido, alguien se asombrara por la aparición de este video. Lo cierto es que lo único sorprendente (y ni tanto) es el timing de la filtración: a) cuando el TEPJF está todavía deliberando la validez de la elección presidencial; b) cuando el movimiento de "resistencia civil" se está revelando como ineficaz (en comparación a aquel que se armó cuando el desafuero) y, c), cuando la cohesión del movimiento lopezobradorista está empezando a sufrir las primeras fisuras. La aparición de este video tiene, indiscutiblemente, una intención política ligada con alguna de las circunstancias anteriores, si no es que prácticamente con todas.

¿Presionar al Tribunal? A la pregunta más evidente de si esta "revelación" tiene la intencionalidad de presionar al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de cara a su próximo fallo, la respuesta es también indiscutible: obviamente que sí. Sin duda, ante la falta de pruebas del supuesto "fraude electoral" (y el megaoso público que ya se aventó la coalición Por el Bien de Todos) tras el recuento de más de 11 mil casillas, ahora todas las baterías de Andrés Manuel y sus seguidores estarán enfocadas a tratar de "reventar" la calificación de la elección: a presionar para que se anule. Pero como las "pruebas" y argumentos presentados en la impugnación en el llamado "recurso madre" (el del distrito 15 del DF) aparentemente también serían muy endebles a los ojos de los magistrados que estudian estas supuestas "causales abstractas", la presentación de estas confesiones de Ahumada le permitirán a la coalición insistir en que hubo una suerte de "elección de Estado", por lo que el Tribunal tendría, según los perredistas, que declarar como no válida la elección del 2 de julio. Lo cual —lo sabe AMLO y lo sabe la coalición— es una jalada en toda la extensión de la palabra, porque el argumento del complot en aquel entonces era el de que no "querían que López Obrador compitiera" en la elección presidencial. Me acuerdo bien: "Que nos dejen ganarles en las urnas". Y ahora que sí compitió y que no ganó en las urnas, ¿hay que revivir la teoría del compló? Obviamente sí, según sus cálculos.

¿Tú también, Encinas? Anteayer empezó a correr la versión de que Alejandro Encinas y Andrés Manuel se habían peleado por el tema de los campamentos, por la evidente responsabilidad que Encinas tendría que asumir de cara al grito y a los desfiles de las próximas fiestas patrias. Aunado a eso, el secretario general del PRD, Acosta Naranjo, dijo el día de ayer a los reporteros que cubren esa fuente que si Encinas era la fuente de las informaciones relativas a encuentros entre gobierno federal y miembros de la coalición, entonces estaban "bien jodidos" (desacreditando a Encinas como fuente, por cierto). Por lo cual, no me extrañaría que la filtración del video de Ahumada proviniera de las oficinas del jefe de Gobierno, como una forma de mostrar su "incuestionable lealtad" a su ex jefe y mentor, Andrés Manuel López Obrador. Tan así podría ser que ya en la mañanera Alejandro Encinas tenía preparado hasta el argumento con el que se le podía sacar mejor jugo mediático al video: porque éste probaría, teóricamente, la elección de Estado que se consumó en contra de las aspiraciones del Peje.

¿Paseando la bomba atómica? Pero existe una tercera razón por la cual este video podría habar sido exhibido en estos días: porque se puede convertir en una amenaza creíble de que "aún hay más". O como dirían por ahí: las bombas atómicas no se tiran, nomás se enseñan. La coalición estaría intentando una medida intimidatoria adicional, dado que los campamentos y la radicalización del discurso de Andrés Manuel no han surtido el efecto deseado. Al mostrar once minutos como extracto de un total de 40 horas de video, podrían estar buscando generar temor e incertidumbre entre quienes, de una manera u otra, se han opuesto a la candidatura de López Obrador. Pero, si le echamos un poquito de COCO: si Ahumada hubiese hecho declaraciones más gruesas, ¿por qué no se utilizaron en campaña? ¿Será porque, en realidad, no hay declaraciones más fuertes que las que ya vimos/escuchamos ayer? ¿O porque, si existen, querrían guardarlas como un arma de negociación con el futuro gobierno panista, en caso de que el TEPJF lo ratifique? Al tiempo…

yuriria_sierra@yahoo.com

Videos y crispación

El Universal
Editorial
19 de agosto de 2006

Por supuesto, no debe sorprendernos la aparición, en estos precisos momentos, de un nuevo video que, de comprobarse el uso que se iba a hacer de él, exhibe una muy lamentable forma de hacer política y podría pasar a ser parte del más viejo lastre que durante muchos años ha detenido el avance de nuestro sistema político mexicano hacia la modernidad.


Es cierto que no es una casualidad que surja en estos momentos de altísima crispación social y que cualquier señal política que se incorpore a esta circunstancia inusual tendrá un peso específico en el ánimo de los diferentes actores involucrados. Tampoco es casualidad que se hayan dado a conocer por manos anónimas cuando el objetivo último es el de incrementar la inestabilidad que ya existe en la nación. Esto es lamentable.

Y sin embargo, es bueno conocer este tipo de malas acciones que en nada debe enorgullecer a la clase política mexicana, cualquiera que sea su signo, habida cuenta de que este documento no niega el problema de origen, que es el de la corrupción de algunos ex funcionarios públicos y políticos, pero se hace en este momento para fortalecer a una de las partes y para expresar disgusto y dañar a la contraparte. En todo caso, con esto se daña a todos.

El video presentado parece formar parte de un interrogatorio mayor, lo que no permite conocer exactamente el contexto en el que el empresario de origen argentino dijo lo que se ve en las cintas.

Aun así, es lamentable que continúen apareciendo videos de este personaje, pues ninguna de las imágenes presentadas a la sociedad desde marzo pasado, que se han relacionado con él, han servido para democratizar el entorno político, sino que, como hemos dicho, tienen la exclusiva función de confundir a la población y dañar a personas y grupos.

Conviene que los actores involucrados en los hechos que se ven en los videos -incluido el propio Ahumada- aclaren de una vez por todas su participación en los mismos, que los remitentes -nacionales o extranjeros-, clarifiquen su intencionalidad y que la autoridad revise si de tales declaraciones se desprenden hechos que deban ser investigados por la justicia mexicana. No debe haber impunidad, si existen delitos que estén tipificados por nuestras leyes.

Por el momento que vive el país, el video de ayer podría tener, entre muchas otras intenciones, la de orientar en algún sentido el fallo que están por emitir los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, lo que sería completamente inaceptable. Nada ha de presionar a los jueces ni obligarlos a alejarse de lo que está establecido en la ley.

Ya hay, en el ánimo nacional, un cierto hartazgo debido a las confrontaciones extremas a las que la clase política ha llegado desde las campañas electorales. Hoy, después de las elecciones, aún existe esta crispación y ese hartazgo es cada vez más evidente.

El país necesita ponerse a trabajar y a seguir adelante en todas sus ramas de actividad. México quiere la justa verdad y requiere estabilidad para crecer y desarrollarse. Todo lo que abone la insidia, el pleito, el enardecimiento y la polarización no le sirve a nadie.

18 de agosto de 2006

Visión de fuera

Sergio Sarmiento
Reforma – Jaque Mate
18 de Agosto del 2006

“Necesitamos la buena voluntad y respaldo de aquellos en la comunidad internacional con un interés personal, filosófico o comercial en México”.
Andrés Manuel López Obrador

¡Cómo ha cambiado la percepción de Andrés Manuel López Obrador a nivel internacional! Un ejemplo lo tenemos en The Economist, el semanario británico que es en buena medida la Biblia del pensamiento liberal en el mundo.

En su número del 1 de julio, publicado un día antes de la elección presidencial mexicana, The Economist respaldaba la candidatura de López Obrador en un editorial que se llamaba “Change, Please” (Cambio, por favor). En este texto, los editores de la revista argumentaban que lo que “México necesita es un Presidente radical” para acabar con la parálisis legislativa y enfrentar el problema de la desigualdad social.

En un artículo de fondo en el mismo número, The Economist identificaba a López Obrador como un candidato de “centro-izquierda” y aceptaba sin cuestionamiento -sin siquiera la acostumbrada mención formal de la posición del “otro lado”- la afirmación de López Obrador de que el juicio por el desafuero había sido un intento ilegal del presidente Vicente Fox para impedirle llegar a la Presidencia de la República.

Con el paso de las semanas, la percepción ha cambiado de manera gradual pero constante. Este mes de agosto, The Economist tildaba a López Obrador de mal perdedor en un artículo titulado “Sore Loser” que señalaba los abusos del “poder popular” con sus manifestaciones y bloqueos.

The Economist no es la única publicación internacional que ha cambiado su posición frente a López Obrador. Otras y muy respetadas, como El País, de España, el New York Times y el Washington Post, de Estados Unidos, han ido cambiando su posición sobre el candidato de la alianza Por el Bien de Todos. De una cobertura aprobatoria, incluso en las primeras acusaciones de fraude al sistema electoral que lanzó el tabasqueño, han pasado a una creciente incredulidad y exasperación. Todos estos periódicos han publicado editoriales en que piden a López Obrador respetar el resultado de la elección y la decisión del Tribunal Electoral.

A esto hay que señalar la posición expresada por el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español, un partido que el PRD considera cercano a sus posiciones, quien también ha recomendando a López Obrador aceptar el resultado de la elección.

Quizá por eso López Obrador tomó la decisión de buscar apoyo internacional publicando un artículo en el New York Times la semana pasada. En un momento en que su apoyo dentro de México empieza a desvanecerse, especialmente como consecuencia del políticamente desastroso bloqueo del Paseo de la Reforma y del centro de la Ciudad de México, el perredista necesita más que nunca el apoyo de la comunidad internacional.

Se ve poco claro, sin embargo, que ese apoyo vaya a resurgir tan fácilmente. Como lo mencionaba en su editorial esta semana el Washington Post, los esfuerzos de Andrés Manuel por probar el fraude han resultado infructuosos. La acusación de que se había registrado un fraude cibernético cayó por tierra cuando los analistas internacionales se percataron de que en México no se vota de manera electrónica sino con boletas físicas. La afirmación de que el gobierno y los funcionarios del IFE habían rellenado urnas, que parecía comprobarse con la difusión de un video de una casilla en Guanajuato, se desplomó cuando se comprobó que lejos de rellenar urnas los funcionarios de casilla, con el asentimiento de la representante de la coalición Por el Bien de Todos, habían simplemente pasado un grupo de boletas a las urnas que correspondía. Las protestas por falta de legalidad se han desvanecido conforme ha quedado en claro que el PRD no acepta ni las posiciones del IFE ni las decisiones del Tribunal Electoral ni ninguna decisión que no sea el reconocimiento de un triunfo que todo parece indicar no obtuvo.

Hay, por supuesto, en el mundo una izquierda radical que comparte la afirmación de López Obrador de que un “triunfo de la derecha es moralmente imposible”. Es este mismo grupo el que le ha dado apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y a organizaciones radicales como Al Qaeda. El problema del PRD era que desde hace años había tratado de ganarse un lugar entre las organizaciones de izquierda democrática en el mundo y no las de carácter radical. Su acercamiento al Partido Socialista Obrero Español o al Partido Socialista chileno parecía señalar un compromiso con la democracia y un abandono de las tácticas de choque que usó el partido en Tabasco en 1994 y 1995. Pero hoy ese avance empieza a desmoronarse conforme queda en evidencia que a López Obrador no le interesa la democracia o el impulso de las causas sociales, sino que vive obsesionado por conseguir el poder.

sarmiento.jaquemate@gmail.com

A los integrantes de la mal llamada resistencia civil "pacífica"...

Frentes Políticos
Excélsior

18-08-06

I

A los integrantes de la mal llamada resistencia civil "pacífica" les debe haber caído como balde de agua helada que el líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdena Solórzano, regresara a la escena pública, más no con el fin de apoyarlos, sino para soltarles un par de dardos venenosos.

Lamentó que quienes se consideran de izquierda jueguen ahora a hacerla de radicales, imagen que –dijo– lastima al partido. Cárdenas Solórzano hizo incluso un llamado a que se respete la decisión del Tribunal Electoral.

¿Alguien necesitará un té de tila?


[...]

La política del espejo

Yuriria Sierra
Excélsior - Nudo Gordiano
18-08-06

Hace muchos años, mi loquero me dijo que, cuando uno se enamoraba, en realidad no lo hacía de una sola persona, sino de dos. Del destinatario(a) de nuestro amor y nuestro deseo, pero también de uno mismo en calidad de enamorado. Me enamoro de ti por lo que me representas (eres una de mis personas favoritas, tan inteligente, me encanta tu risa, etcétera), pero también me enamoro de mí en estado enamorado: me gusto más (me vuelvo generosa, me permito ser cursi, me río más, me pongo traviesa). El enamoramiento es, pues, un juego de espejos en el que te deseo a ti, sí, pero también "deseo mi deseo" (Roland Barthes dixit). Me enamoro de ti porque eres capaz de sorprenderme al devolverme una nueva imagen de mí misma. Un "yo" que es otro y el mismo: un "yo" que resucita, pero es enteramente nuevo. Me enamoro de ti y de todo lo bueno y sorprendente de mí que sólo tú logras revelarme en el espejo que eres.

El espejo político-social. No hace falta ser Freud para entender que en nuestras relaciones con nuestro entorno comunitario pasa algo similar: éste nos gusta cuando nos gusta el "yo" que ahí florece y en él se expresa de manera creativa, constructiva, armónica. Si, al contrario, estoy a la mitad de una disonancia del "yo" respecto de los demás seres humanos, obviamente, la culpa nunca será mía (¡cuánta responsabilidad implicaría eso!): será de los demás. Así es como nacen los prejuicios. Te odio porque en realidad transfiero algún odio que siento hacia mí mismo, mas soy incapaz de confesármelo al espejo. Pero el espejo es inclemente: mientras más te culpo, menos en paz estoy con ese "yo" que sólo sabe odiar y distanciarse de su humanidad. Y entonces te odio aún más. Y es cuento de (casi) nunca acabar: de ahí las guerras, las revoluciones, las tiranías. Si te gano, entonces reafirmo mi prejuicio (y, por lo tanto, creo librarme de mi propio juicio).

Mexico (espejo enterrado o casa de espejos). Los mexicanos somos expertos en evitar a toda costa la autocrítica. Maestros de la simulación y la tenebra, nuestros prejuicios no necesitaban ni siquiera ser nombrados. Todos espejos enterrados en los sótanos de la que un día fue "la dictadura perfecta". Práctica enterrada hasta en las familias: no había necesidad de que nadie verbalizara sus miedos. De ahí nuestro afán por el doble discurso. Pero, ¡oh, sorpresa!, la democracia nos pone inevitablemente frente a nuestra propia imagen reflejada en las urnas, la televisión, los tribunales. La democracia parece enloquecernos por una simple y sencilla razón: no es un espejo enterrado, es una casa de espejos. Y todos los reflejos me devuelven una imagen distorsionada de mí mismo: "Yo, mexicano". ¿Cuál de todos esos soy? En 2000 estábamos enamorados de la democracia, porque nos gustó nuestra propia imagen reflejada en todos los partidos y todas las instituciones: civilizados, demócratas, respetuosos, libres. En 2006, cada espejo de esta casa me devuelve muchos rostros (algunos horribles) de mí mismo: soy un mexicano rencoroso, soberbio, clasista, violento, iracundo, resentido, racista, revoltoso, arrogante… Y como no me gusto en esta casa de espejos, no me queda más que odiarte, te llames Andrés o Felipe. Y a ti, lo mismo. Y así será, hasta que nos sentemos, todos, a enamorarnos de nuevo (¿alguien tiene por ahí un tequila y un mariachi?).

yuriria_sierra@yahoo.com

La gran desilusión

Raúl Cremoux
El Universal
18 de agosto de 2006

Cada vez son más los que se arrepienten. Querían una verdadera transformación y para ello votaron por López O. Aunque sabían que no es posible erradicar la pobreza de golpe, les atraía mucho que se pensara en ellos en primerísimo lugar. Por eso votaron por el PRD. Luego, empezaron a recordar.


Cuando pudo, antes que atender a los pobres, construyó puentes y segundos pisos para darse popularidad y frenesí a la compra de autos de los ricos y clasemedieros. Es cierto, a los abuelos les dieron una pequeña mensualidad, pero la atención médica en los hospitales del DF es malísima, y por enviar el presupuesto a la campaña, siempre faltan medicinas, doctores y enfermeras. Otros recuerdan que López O. dijo que acabaría con los anuncios espectaculares; terminaron creciendo en 143% y AMLO ocupa lugar preferencial entre esos adefesios. Otros más desilusionados han comenzado a ver que el desacato en El Encino, que dio lugar al desafuero, era más una realidad que un complot. Se han dado cuenta de que el respeto a las normas no es el fuerte de quien fuera su candidato preferido.

Algunos lamentan la férrea opacidad en las cuentas de las oficinas gubernamentales: ni la Secretaría de Desarrollo Urbano ni la del Transporte ni Ecología informan sobre sus erogaciones; mucho menos la de obras ni el fideicomiso encargado de los trabajos públicos. Al menos son 11 las dependencias que han puesto sus informes bajo reserva de 10 ó 15 años. ¡Y luego los perredistas esgrimen la transparencia como bandera electoral! Entre los arrepentidos están los que habían protestado contra la inseguridad pública y fueron desdeñados como "pirrurris". Ahora ven que los secuestradores y delincuentes están entre los que forman el megabloqueo del zócalo, Reforma y centro histórico. Ahí sobresalen los Panchos Villas, la Asamblea de Barrios, los Panteras, el Barzón. Entre los más desilusionados se encuentran los que al principio le creyeron que tenía una encuesta que le daba 10 puntos de ventaja. Nunca la presentó. Otros le hicieron caso cuando dijo que era el que menos había gastado en spots propagandísticos. Resultó lo contrario, fue el que más gastó. Hubo quienes le creyeron.

Los 3 millones de votos escondidos resultaron boletas inconsistentes de las que ya sabían en el PRD desde mucho antes; el fraude cibernético se convirtió en antigüito y más tarde cambió al de hormiga y finalmente en un supuesto taqueo. Total, nada de pruebas. Hace unos días ya les dijo que va por más, el reconteo no cuenta; él va por la purificación del país, es decir, quiere hacer una macropurga, tal y como lo hicieron Castro y Stalin. Ahí sí ya no le entran muchos; pero son más los que han advertido que el camino de resistencia "pacífica" desemboca con los granaderos y quizás hasta el mismo Ejército; es demasiado.

Los que votaron por él se van desmarcando. Eso también les pasa a quienes ya tienen el hueso en la bolsa como diputados y senadores. La paga es extraordinaria y los beneficios que anticipan los negocios son enormes como para botarlos en aras de una aventura que ya huele peor que las carpas y letrinas que Encinas auspició que colocaran en Reforma. Cierto, él que ocupa un cargo en el que debiera representar a todos, obedece mansamente a uno. Tales acciones pervierten a la democracia y corresponden al autoritarismo y a la dictadura. La desilusión crece y crece.

cremouxra@hotmail.com
Escritor y periodista

El dilema del PRD

Jorge Chabat
El Universal
18 de agosto de 2006

A 17 años de su fundación, el Partido de la Revolución Democrática se encuentra en la encrucijada más complicada de su historia: jugar a la institucionalidad, a las leyes y a la competencia democrática o jugar a la movilización, al rechazo a la legalidad y las instituciones. En pocas palabras, el dilema es circular por la carretera de la democracia o irse por la libre, a campo traviesa. Y esta es, de alguna forma, la encrucijada que ha enfrentado la izquierda durante años.


Durante décadas, la izquierda mexicana compitió por la libre, desdeñando las formas institucionales y soñando con la toma del poder "a la cubana", "a la china", "a la soviética".

Finalmente, en los 80, se integró a la legalidad y, a pesar de los obstáculos iniciales, ha venido escalando posiciones y adquiriendo influencia, al grado que hoy es la segunda fuerza electoral del país. En cualquier parte del mundo ese sería un motivo de celebración. Sin embargo, no lo es. Y la razón es muy simple: Andrés Manuel López Obrador no permite la celebración porque, al parecer, él no ganó la Presidencia.

Y si no ganó él, no hay motivo para celebrar. Ello no sería relevante si no fuera porque esto sugiere que el PRD se estaría definiendo cada vez más por la vía extrainstitucional. Lo demuestra no sólo con el secuestro del Paseo de la Reforma o con el cerco frustrado a la sede del Congreso: lo demuestra de manera contundente con su descalificación a todas las instancias legales encargadas de la elección. Ello no sería grave si no fuera porque más allá de estas instituciones no hay nada más.

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es la última instancia legal. Después de éste sólo queda la acción directa, en el filo o francamente en la ilegalidad.

Y tal parecería que esa es la apuesta: jugar a la ilegalidad, a pesar de que el discurso oficial del PRD dice que no. ¿Y qué es, si no, la ocupación de la principal avenida de la ciudad de México o la toma de casetas de peaje con lo cual se pierden ingresos para el gobierno? ¿Y qué es, si no, el uso de grupos que operan en la ilegalidad, como ambulantes o taxis piratas? ¿Y qué son, si no, los nexos con grupos violentos como los Panchos Villa o los del CGH?

El argumento de buena parte de los perredistas es que, dado que el gobierno mexicano actúa en la ilegalidad, se vale también actuar en la ilegalidad. Y para ello se mencionan las matanzas de Acteal y Aguas Blancas, ante lo cual uno se pregunta ¿qué tiene que ver la gimnasia con la magnesia? También se argumenta un fraude en las elecciones pasadas, lo cual, se dice, da derecho a hacer todas las acciones ilegales que se quieran. ¿Qué responder frente a estos argumentos? La verdad es que no hay mucho que decir. Si la no aplicación de la ley por parte del Estado fuera una autorización para violarla, creo que este país sería algo así como el viejo Oeste antes de que llegara el Marshall Dillon.

Cierto, hay estados y momentos en la historia en los cuales la legitimidad se deteriora tanto que, en efecto, se construye una legitimidad alternativa y una buena parte de la población busca cambiar gobiernos de una manera directa y extrainstitucional.

La pregunta aquí es si estamos en tal coyuntura. Para el PRD es obvio que así es. Para la mayoría de la población, que condena las acciones de "resistencia civil" del PRD, no es así.

Hasta ahora el PRD ha venido jugando en los dos carriles: el de la legalidad y en el de la ilegalidad. ¿Hasta cuándo podrá mantener esta esquizofrenia? ¿Hasta cuándo seguirá jugando a ser gobierno y oposición al mismo tiempo? ¿Hasta cuándo jugará a ser autoridad y delincuente al mismo tiempo? ¿Hasta cuándo seguirá invocando la ley y la democracia cuando les conviene y violando la ley cuando no?

Esas son las preguntas que el PRD debe resolver pronto o la historia los ubicará, cada vez más, fuera del juego democrático. Si el PRD continúa jugando este doble juego, su futuro electoral es poco prometedor. Las encuestas sobre el apoyo de la población, después de las protestas de AMLO y su equipo, demuestran que éste ha venido cayendo de manera estrepitosa.

En otras palabras, si el PRD quiere seguir compitiendo en la arena electoral, en la "democracia burguesa", no puede seguir jugando a hacer la revolución en las calles al mismo tiempo. Ahora bien, si el PRD decide volver a sus orígenes y jugársela por "la libre", ya podría ir renunciando a su registro como partido y al financiamiento que le otorga el "IFE delincuente" e irse a la sierra a preparar la revolución. Esa es una opción que muchos en ese partido aplaudirán.

Sin embargo, habemos muchos mexicanos que lo lamentaremos. El sistema de partidos en México necesita de una izquierda creíble y democrática. Desgraciadamente, tal parece que el PRD no quiere desempeñar ese papel.

jorge.chabat@cide.edu
Analista político e investigador del CIDE

Luz a luz VII

Germán Dehesa
Reforma - Gaceta del Ángel
17 de Agosto del 2006

Inspirado en mi hija Juana la Loca, he de decir que me siento como marinero nayarita en el octavo mes de su perdición. Si alguien tenía alguna duda acerca de la resistencia y de la encendida voluntad de vida de la raza tenochca, estos chicos que se hicieron a la mar y en ella se perdieron -se gestaron nuevamente, ahora por cuenta del destino- durante nueve meses y nueve días. Es una saga impresionante. Piensen que el gran Gabo se aventó una exitosísima crónica contando la historia de un náufrago que estuvo diez días a la deriva. La historia de estos tres marineros que sobrevivieron más de nueve meses requeriría de un relato que a la vez fuera un canto épico de gran aliento. En el horizonte mexicano al único narrador de esa talla que yo conozco es Fernando del Paso.

Toda esta reflexión en voz escrita es porque, de momento, la situación del país tan al filo de la ilegalidad y el enfrentamiento, me hace (¿nos hace?) sentir marinero de San Blas en el octavo mes de su impredecible y loca deriva (¿a qué sabrá un pelícano crudo y sin su chilito y su limoncito?). Urge que nos rescatemos, que nos despejemos. Un buen comienzo de esto, se me ocurre, puede ser entrar a www.despejalaciudad.org.mx (ya con esto aplacamos al xalapeño) y proseguir con esta tarea de cuya eficacia hablan con torpísima elocuencia la enorme cantidad de mentadas y vituperios que estoy recibiendo por cuenta de los intolerantes y enfebrecidos discípulos del Rabí de Macuspana. Sigan votando, campeones. Todos sus mensajes serán leídos, no por mí, pero serán leídos.

En el exterior de esta Ciudad tomada, la vida sigue. De los Estados (con excepción de Oaxaca y Chiapas que están a punto de ser parte de la Soberana República de la Chota) me llegan mensajes llenos de extrañeza. En ellos me preguntan qué nos traemos aquí en la Capital, porque ellos en sus lugares están en calma y trabajando. Como comprenderás, lectora lector querido, no tengo buenas respuestas para estas interrogantes. Ya quisiera yo saber, a fondo y de manera inteligible, qué demonios está pasando en la Ciudad de México y qué demonios puede pasar en el país.

De cualquier manera y aunque no tenga respuestas, me da un enorme gusto saber que gran parte del país se encuentra en paz. Los abrazo mucho, aunque me temo que esta brutal factura que nos están presentando los pobres, los humillados y ofendidos de este país, a través de un muy cuestionable conducto y de tan lesivos modos, nos va a alcanzar a todos más temprano que tarde. No nos confundamos: la pugna está ahí y es legítima de muchísimas maneras. Hay que ser desmedidamente ciego y reaccionario para suponer que, llegados a este punto, los pobres regresarán a su manso, agachado y sumiso silencio. Si por algo será recordado Andrés Manuel será por haber logrado colocar como primer tema de la agenda nacional esa lucha contra la pobreza que a todos debe comprometernos. Esto es indudable. Lo pantanoso surge al contemplar los mulas modos de AMLO y su séquito de tránsfugas y bandidos y al contemplar también su alarmante personalidad y su creciente cesarismo. En verdad, no creo que pueda ser el que nos saque de este ineludible atolladero en el que ya estamos metidos.

Pero también hay luces: la UNAM fue un conmovedor deleite. Es un honor impartir ahí una cátedra acerca de J.L. Borges. Y también está Amalia García y su digna voluntad de estar abierta a la conciliación. Y también está Chapultepec que hoy reinagura su lago (ahí estaré escuchando a Alejandro Encinas); y también de modo principal estás tú, lectora lector querido. Envío Para Sergio Aguayo, tranquilo triunfador sobre la calumnia.

¿Qué tal durmió? DCCCLX (860)


Me dicen, MONTIEL, que ya estás a salvo. Eso lo veremos.

Cualquier correspondencia con esta columna náufraga, pero sobreviviente, favor de dirigirla a
german@plazadelangel.com.mx (D.R)

17 de agosto de 2006

AMLO: otros cien años de soledad

Carlos Ramírez
La Crisis - Diario de (Pos) Campaña
17-08-2006

El debate sobre el corto plazo mexicano parece ya no centrarse en el conflicto poselectoral sino en los cotos y sacrificios. El ex consejero presidente del IFE, José Woldenberg, se duele que la pugna electoral haya comenzado a minar las instituciones electorales que se construyeron los últimos casi veinte años. La politóloga Denise Maerker dice que no puede comprender el discurso de López Obrador porque, valga el juego de palabras, “es incomprensible”. La columnista Yuriria Sierra cuenta la anécdota del viaje de López Obrador a Chiapas y su soledad en la sala de espera del aeropuerto del DF. Y el escritor Jorge F. Hernández cita un párrafo de Edmund Burke sobre la pasividad y la acción en los conflictos.

Y al final, el ciudadano confirma estimaciones o desecha posibilidades y queda igual. Los protagonistas de la política parecen haber sido arrastrados por la dinámica del conflicto de López Obrador y sus impulsos personales, aún siendo políticos, carecen de las virtudes de los consensos. El país parece arrastrado por la fuerza de una marea de origen desconocido y sin indicios de llegar a buen puerto. Los medios reflejan ya el cansancio y lo dejan entrever en la reiteración de los marcos del análisis. A veces pienso que López Obrador quiere ganar no por la fuerza de sus convicciones sino por el agotamiento físico e intelectual de la sociedad.

Apenas ha pasado casi mes y medio de las elecciones y el país vive una agitación creciente todo el día. Bueno, el DF. Pero comienza a extenderse: Oaxaca se sostiene como conflicto político por López Obrador. Ya viene el conflicto electoral y poselectoral en Chiapas. Y le sigue Tabasco. El común denominador es la intención de López Obrador de ser presidente de la república, ambición por cierto indiscutible. El problema estalla cuando el candidato perredista, que había decidido jugar por la vía legal e institucional, decidió desconocer los resultados, insistir en que él ganó las elecciones y no conformarse sino con la banda presidencial el próximo primero de diciembre.

En este poco más de cuarenta días la situación política pasó de la estabilidad al conflicto. Pero percibo un detalle nada menor: los mercados no han roto sus expectativas y siguen sólidos. La relación entre la solidez económica y la estabilidad política pasa por las expectativas. Y parece ser que nadie le concede demasiada preocupación a López Obrador. Los mercados siguen bien, a pesar de que el perredista ya amenazó con impedir la toma de posesión de Felipe Calderón y que provocó un choque con la policía el lunes pasado con varios legisladores perredistas aporreados. Los mercados siguen imperturbables. Si la medida de todas las cosas son los mercados, entonces López Obrador ya perdió no sólo la presidencia sino la lucha poselectoral.

Lo malo es el ambiente. El país había logrado asimilar sin conflictos la alternancia partidista en la presidencia de la república en el 2000. Y hoy regresamos a los conflictos anteriores a la alternancia, como si el tiempo hubiera transcurrido en balde y los avances no hubieran existido. El tono rijoso de algunos medios simpatizantes con López Obrador pregona ya una nueva revolución, indican un estado de descomposición que no se ve en las calles ni en los mercados y concluyen una profunda crisis que parece aún lejana. Tan el país está bien, que los datos de Yuriria Sierra revelan a un López Obrador en la sala de espera del aeropuerto y su diálogo educado, simpático y superficial con dos simpatizantes de Felipe Calderón.

Esos datos exhiben un país, diríase, del absurdo cotidiano. Una anécdota para El libro del desvarío humano de Paul Auster. López Obrador usando con tranquilidad el aeropuerto capitalino para viajar a Chiapas, pero la terminal aérea amenazada con ser tomada por las brigadas de choque del candidato presidencial perredista y vigilada estrechamente por la Policía Federal Preventiva. Un observador objetivo podría concluir, entonces, que la crisis poselectoral mexicana es de caricatura. ¿A lo mejor porque López Obrador usaría el aeropuerto el sábado pasado sus brigadas de choque no amenazaron con paralizarlo? ¿Es serio amenazar un territorio federal y luego ser beneficiario de sus servicios? ¿Qué pasaría si López Obrador tuviera la necesidad de usar un banco en el centro de Oaxaca hoy tomado por maestros simpatizantes de la lucha poselectoral?

México, de nueva cuenta, se aparece como un país kafkiano, centro del absurdo cotidiano. Un López Obrador viajando a Chiapas como hijo de vecino podría ilustrar la dimensión del conflicto. Nadie lo ofendió, nadie lo encaró. Aunque los perredistas en cualquier parte no dejan de hostilizar a sus adversarios, de humillarlos, de atacarlos, de hostilizarlos. Ahí se revela el conflicto de fondo: mientras la sociedad soporta con estoicismo la agresión en las calles con los plantones y campamentos, los perredistas se dedican a hostilizar a los adversarios. Fuera del corredor Zócalo-Madero-Juárez-Reforma la vida cotidiana sigue su marcha. La mayoría de los capitalinos hemos logrado eludir la zona de los campamentos. Y no es difícil. Y con ello, la intención de sacudir la conciencia del ciudadano con el secuestro de una parte de la ciudad pierde efectividad. En dos meses más el capitalino habrá absorbido el plantón como parte de su cotidianeidad. Y la intención provocadora del plantón dejará de ser eficaz. Bueno, no tanto. Ahora mismo ya el ciudadano aprendió a convivir con el plantón. El lunes entrarán a clases los niños de primera y habrá desórdenes durante una semana. Y luego, el absurdo cotidiano dejará de ser el plantón.

La lucha de López Obrador, pues, se aísla de sí misma. Se retroalimenta. Se trata de la soledad del poder. Depende, eso sí, de la estridencia y de la capacidad de inventar cosas para llamar la atención. A eso, pues, se ha reducido la lucha: a atraer la curiosidad. Pero no llegan a generar movilización política o de masas. Ahí están los plantones semivacíos o las asambleas informativas decrecientes. Aunque, al final, eso es lo de menos. Se trata sólo de tener espacio en los medios. Y de amenazar.

Pero la realidad es que el movimiento de protesta de López Obrador no es masivo, convoca a los grupos dependientes del PRD y del gobierno del DF y no incluyen a la ciudadanía. Y es extraño que en el DF haya más protestas que apoyos, cuando la ciudad de México es un bastión del PRD. La ciudad sigue su vida cotidiana con más quejas que solidaridades.

De ahí la percepción de la soledad del poder que padece López Obrador. La imagen que revela Yuriria Sierra de un López Obrador solo en la sala de espera para abordar el avión a Tuxtla Gutiérrez exhibe la dimensión de la protesta. Y no se trata de que sus colaboradores lo rodeen y lo abrumen, sino que la sociedad cotidiana lo ve de lejos y él vive en su propio mundo.

AMLO, en la sala de espera

Yuriria Sierra
Excélsior - Nudo Gordiano
17-08-06

"Oye, mira a ese güey, se parece cañón al Peje", dice una de las dos chavas que vienen descendiendo de un vuelo recién aterrizado en la Ciudad de México. Son las nueve de la noche. Y, en efecto, un señor muy parecido a López Obrador se encuentra sentadito en una de las salas de abordaje del fondo de la terminal aérea. Ellas van llegando; él espera irse. "Güey, no se parece, es El Peje". Ahí sentado, solo, sin guardaespaldas, sin cámaras ni micrófonos alrededor, sin campamento ni templete, Andrés Manuel espera que la azafata llame a los pasajeros del vuelo que lo llevará al cierre de campaña de Juan Sabines en el estado de Chiapas. "Vamos a saludarlo" (…) "No, güey, ¿para qué?" (…) "Vamos" (…) "Órale, va". López Obrador, solo. Solo, cuando lleva días, semanas, meses, años, rodeado de gente. Solo, nadie lo saluda, pero tampoco nadie lo insulta. Ahí, en la sala de espera (¿qué es lo que espera?), El Peje está solo.

Un diálogo en el infierno. Ellas se acercan, él se levanta, devuelve el saludo y les hace la plática. "Bueno, ¿y usted cómo está?", pregunta la más cotorra de las dos. "Pues aquí, resistiendo", le contesta AMLO con una amplia sonrisa (de esas que recuerdan a su caricatura). "¿Y cómo se siente? ¿Está contento?", insiste ella. "Pues no nos queda más que resistir", responde Andrés Manuel, mientras pone una inesperada cara de fuchi que no oculta la razón de su desconcierto: El Peje se acaba de dar cuenta que la otra chica trae amarrada en la muñeca una pulserita blanca, de esas que dicen "México en paz" y que ha repartido el equipo de Felipe Calderón. "Bueno, pues mucho gusto. Lo que pasa es que lo vimos y quisimos saludarlo", se despide ella. "Ah, pues gracias", responde El Peje, esta vez sin extender la mano ni con sonrisa alguna.

Como de política ficción. Ellas caminan en silencio por el largo pasillo que las llevará a la salida del aeropuerto. "¿Te das cuenta? Para ese güey, tú y yo somos ‘X’, unas fresitas que votaron por el PAN"… Y es que sí, Andrés Manuel, solito en la sala de espera, nunca supo que acababa de conversar con dos de sus peores enemigos: dos jóvenes politólogas que ayudaron a diseñar la estrategia y los mensajes clave para que Felipe pudiera, no sólo competir, sino ganarle a López Obrador, el "políticamente indestructible". Y es que lo que Calderón hizo definitivamente mejor que Andrés Manuel durante las campañas fue rodearse, en sus llamados "cuartos de guerra", sólo de jóvenes talentos. Y hacerles mucho caso.


yuriria_sierra@yahoo.com

Errores en la elección presidencial

José Luis Camba Arriola
Milenio
17/08/2006

¿El Tribunal Electoral podrá declarar nula la elección? La respuesta es no. Nuestro sistema electoral está diseñado para no declarar la nulidad de la elección presidencial sin importar el número de irregularidades que se encuentren en ésta.

Políticos y analistas diversos han planteado escenarios posibles acerca del porvenir de las decisiones del Tribunal Electoral. Muchos de estos escenarios, la mayoría, están basados en hipótesis equivocadas.

Conviene aclararlas para circunscribirlos a las dos únicas realidades plausibles, desechar las otras y evitar confusiones sobre lo que fallará el Tribunal acerca de la elección presidencial.

Veamos cuáles son estas hipótesis sin sustento:

¿El Tribunal Electoral podrá ordenar un recuento total de los votos en todas las casillas, si a partir de los resultados que arroje la apertura de paquetes electorales, se descubre que existe una diferencia importante entre el contenido de las actas y el recuento? La respuesta es no.

Sobre la acumulación de juicios y el recuento total de votos ya se pronunció y lo hizo sin reservas: “no ha lugar”. Su decisión es inatacable y por lo tanto, firme.

Si del recuento se desprende que López Obrador obtuvo más votos que Felipe Calderón en las boletas, en cada juicio se asentará de ese modo. Si no es así, se asentará lo contrario. En cualquier caso, la suma de todos los fallos sólo se añadirá al total de los que no se volvieron a contar, pase lo que pase.

¿El Tribunal Electoral podrá declarar nula la elección? Una vez más, la respuesta es no.

Nuestro sistema electoral está diseñado para no declarar la nulidad de la elección presidencial, sin importar el número de irregularidades que se encuentren en ésta.

Y esto es así por que, en primer lugar, no está previsto en ninguna norma.

Muchos sostienen lo contrario y utilizan dos argumentos al respecto. El primero de ellos es que la Constitución permite la anulación al interpretar, en contrario sensu, la facultad del Tribunal de “formular la declaración de validez de la elección”. Según afirman, si el órgano colegiado puede declarar la validez, también puede hacer lo contrario y declarar la invalidez.

La verdad es otra. Todos los órganos del Estado, incluyendo a los tribunales, están vinculados positivamente a la ley. Es decir, sólo pueden hacer aquello que les está expresamente permitido. En este caso: “declarar la validez”. Aclaremos esto. De acuerdo con ese mismo artículo, corresponde a la Sala Superior del Tribunal Electoral:

  • Resolver las impugnaciones.
  • Realizar el cómputo final de la elección.
  • Formular la declaración de validez de la elección.
  • Formular la declaración de Presidente Electo respecto del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos.

Nos encontramos en la primera de estas etapas. Una vez resuelta, el Tribunal realizará el cómputo final con aquellos votos que no hayan sido anulados. No importa cuántos del total de los emitidos sean. Incluso si existen más votos nulos que válidos, el computo se realizará con éstos últimos. A partir de ahí, la facultad del Tribunal es meramente declaratoria. Formulará la declaración de validez con el saldo de votos válidos y de esta declaración formulará otra: la de Presidente electo, al que tenga la mayoría del conjunto de los que fueron válidos. Los demás pasan únicamente a formar parte de los votos nulos convirtiéndose en mera estadística electoral para efectos de prerrogativas de partidos. En conclusión, la Constitución ordena que terminado el proceso declare, exclusivamente, la validez de la elección. No permite declarar la invalidez.

El segundo de los argumentos de la nulidad de elección parte del mismo tipo de error. Se parte, erróneamente, de la llamada causa abstracta de nulidad, es decir, inequidades en el proceso que lleven al electorado a inclinarse por un candidato. Si bien esta causal se encuentra prevista en la Ley Federal de Medios de Impugnación en Materia Electoral, su previsión se circunscribe a las elecciones para Diputados y Senadores. Nada más. Nuevamente, el principio de vinculación positiva a la ley, al que me referí antes impide su aplicación en donde no se encuentra expresamente asentado. Si bien es cierto que en el pasado se han anulado elecciones en algunos estados del país, también es cierto que se ha debido a que sus legislaciones electorales lo preveían o se aplicó la ley federal de forma supletoria por ser de mayor rango que la estatal. En el caso de la elección presidencial no hay posibilidad de supletoriedad puesto que la ley es clara en sus límites y aplicación.

La segunda razón por la que no puede declararse la nulidad de la elección presidencial emana del principio de definitividad de los actos jurídicos. En función de éste, el conjunto de los actos considerados legalmente válidos no puede ser afectado por aquellos que no lo son. Es por ello que el efecto de los votos nulos solamente disminuye el número de los válidos sin afectarlos.

¿Puede la Suprema Corte revertir el fallo del Tribunal Electoral? No, no puede.

De acuerdo con la Constitución, el Tribunal Electoral es la máxima autoridad jurisdiccional en la materia y le corresponde resolver en forma definitiva e inatacable las impugnaciones que se presenten sobre la elección de Presidente.

No hay nada que pueda revertir el fallo del Tribunal. La confusión de algunos políticos y analistas nace de la lectura equivocada del artículo 97 de la Constitución, que a la letra dice:

La Suprema Corte de Justicia está facultada para practicar de oficio la averiguación de algún hecho o hechos que constituyan la violación del voto público, pero sólo en los casos en que a su juicio pudiera ponerse en duda la legalidad de todo el proceso de elección de alguno de los Poderes de la Unión. Los resultados de la investigación se harán llegar oportunamente a los órganos competentes”.

Y es que si bien la Suprema Corte tiene facultades para investigar la posible violación del voto público, no sólo es necesario que primero considere que, a su juicio, esté en duda la legalidad de la elección para Presidente, sino que además, el resultado de su investigación debe entregarlo a los órganos competentes, es decir, al Tribunal Electoral. Si esto ocurriera, para que afectase el fallo de los juicios de inconformidad interpuestos, el resultado de la investigación en cuestión debería ser entregado antes de que se emitan las sentencias y el propio tribunal es quien decidiría el valor probatorio que le otorgaría a dicha investigación. Como puede verse, los fallos del Tribunal Electoral serán, como hasta ahora, definitivos e inatacables.

Por todo lo anterior, cabe concluir que sólo existe un escenario posible:

El Tribunal Electoral declarará Presidente electo. Si es Felipe Calderón Hinojosa o Andrés Manuel López Obrador está por verse.

Lo más triste

José Woldenberg
Reforma

17 de Agosto del 2006

La diferencia entre la tristeza y la compasión quizá sea la distancia. Si nos informan que un avión se desplomó en Bulgaria, que todos los pasajeros perecieron y no conocemos a ninguno de ellos, es probable que nos invada una compasión lejana -epidérmica- por los muertos y por los deudos. No obstante, si entre ellos se encuentra un familiar querido o un amigo cercano, el sentimiento más rotundo será la tristeza, la profunda y abrumadora tristeza. Ese "perro que ni me deja ni se calla", como diría Miguel Hernández. Y la diferencia se encuentra en la distancia anímica con la cual contemplamos los acontecimientos.

Lo más triste del conflicto postelectoral es la erosión de un patrimonio que compartíamos (casi) todos: la confianza en la vía y las instituciones electorales; la presunción de que habíamos alcanzado un mínimo acuerdo en un mecanismo eficiente para regular la lucha entre partidos, programas y candidatos. Porque lo que se ha desgastado -¿sólo por el momento?- es una fórmula de competencia que permite la coexistencia pacífica de la diversidad, una construcción de la cual todas las fuerzas políticas resultan beneficiadas, una edificación civilizatoria que paulatinamente nos enseña a vivir con los "otros".

Se trató de una auténtica construcción (no de una aparición) difícil, paciente, compleja, que tardó décadas y a la cual concurrieron gobiernos y partidos de oposición, organizaciones no gubernamentales e instituciones electorales, legisladores y militantes, medios masivos de comunicación y ciudadanos. Una operación que debió desmontar un entramado institucional autoritario y substituirlo por otro que ofreciera un lugar a todas las corrientes políticas representativas. A lo largo de ese trayecto de más de 20 años se reformaron la Constitución y la ley (varias veces), se crearon nuevas instituciones (IFE, TEPJF, FEPADE), se inventaron y remodelaron rutinas electorales (desde el padrón hasta el Programa de Resultados Electorales Preliminares, desde las boletas hasta la fórmula de integración de las mesas directivas de casilla), se fortalecieron los polos organizativos de diversas corrientes ideológicas y se equilibraron sus fuerzas, se transformaron los códigos de entendimiento de la política (de los paradigmas excluyentes a los democráticos), hasta lograr que el mundo de la representación política fuera plural y no monocolor.

Y todo ello fue posible a través de una vía (básicamente) pacífica, institucional y altamente participativa. Y los resultados están a la vista: la colonización del Estado por la diversidad de fuerzas políticas que habitan el país, el poder compartido, un equilibrio de fuerzas en las instituciones estatales como nunca antes en nuestra historia.

Elección tras elección se hacía y se hace patente que ninguna fuerza política lo gana todo, mientras las otras tampoco lo pierden todo; que quien triunfa en un momento y lugar luego puede perder gracias a que los humores públicos son cambiantes, y que por ello estamos obligados a convivir en la diversidad.

Una ilustración pedestre: un niño de 12 años más o menos informado en 1976, observaba y sabía que el mundo de la representación política era ocupado por un solo partido; que el Presidente, los gobernadores, la inmensa mayoría de los presidentes municipales, así como todos los senadores y casi todos los diputados salían de una sola organización política: el PRI. Un niño de 12 años hoy en el Distrito Federal sabe que su ciudad es gobernada por el PRD, que el estado de México lo gobierna el PRI y que el PAN postuló al actual presidente de la República. Esos niños -a querer o no- eran y son socializados en mundos políticos radicalmente diferentes: el primero en uno sin espacio para la pluralidad, el segundo, en un universo habitado por la diversidad. Todos -parecía- cambiábamos bajo el influjo de una transición democratizadora.

Y sin embargo, hoy franjas relevantes de la sociedad creen que las elecciones no han sido limpias y peor aún que los votos no se han contado con pulcritud. Esa noción ha sido alimentada por diversos nutrientes: desde las "explicaciones" delirantes (la existencia de un algoritmo que modificó los resultados del PREP) hasta los errores en la presentación de los resultados preliminares (la no distinción entre actas recibidas y actas computadas), desde las operaciones propagandísticas más burdas (la presentación de un presidente de casilla introduciendo unas boletas a la urna con el consentimiento de los representantes de los partidos como si se tratara de un acto ilícito) hasta el doble discurso en relación a lo que se demanda de las autoridades electorales (el recuento total de votos en la plaza y la impugnación de un poco más de 40 mil casillas a través de los juicios de inconformidad), desde la descalificación genérica y en bloque de lo que se ha construido hasta la conversión de errores en el llenado de algunas o muchas actas en un fraude orquestado. Y el resultado también se encuentra a la vista: una disminución de la confianza en el procedimiento electoral y un número significativo de ciudadanos que hoy "creen" en menor medida en la limpieza de los comicios.

Se trata de una pérdida sustantiva cuyas derivaciones nadie puede minusvaluar. Un patrimonio común -estratégico- se desgasta ante nuestros ojos. Sin embargo, no hay tiempo para las lamentaciones -nunca hay tiempo para ello-, porque como escribió Guillermo Fadanelli, "los únicos que tienen la vida resuelta son los muertos". De tal suerte que será imprescindible restañar las heridas y reiniciar las operaciones reformadoras capaces de, poco a poco, remontar lo perdido.

Estadística violenta

Enrique Canales
Reforma
17 de Agosto del 2006

La mentira no es mala porque la prohíben los mandamientos, la mentira es mala porque puede llegar a provocar violencia sangrienta. Ahora hay mexicanos que mienten acerca de las elecciones para poner por encima de nuestras instituciones a un sol. Por optimista, espero que no estén pensando en aquel sol azteca que exigía sacrificios humanos. Pero mentir para colocar el interés del sol azteca por encima de nuestras instituciones, conduce a provocar violencia y muchos sacrificios humanos.

No es justo que los mexicanos estemos recibiendo de un candidato ambicioso y desquiciado todos estos golpes, atropellos, mentadas, falsedades, bloqueos, chantajes, insultos desde la noche del 2 de julio. Mentir y bloquear los derechos humanos ocupando vialidades son en sí acciones violentas. Somos muchos los mexicanos agraviados y violentados por Andrés Manuel.

En esa fatídica noche del 2 de julio, cuando Andrés Manuel supo que no había ganado por sus fantasiosos 10 puntos de ventaja en las elecciones, encabritado declaró fraude y cochinero a toda la elección. Desde entonces se ha dedicado a mostrar evidencias falsas o muy infladas que a la hora del conteo resultan en menos del 3 por ciento de los votos que necesita demostrar para cambiar el sentido de la votación.

¿Qué podemos sacar de provecho de esta loquera? Necesitamos poner en claro los aprendizajes de esta novela callejera. ¿Qué podemos aprender?

Aparte que las campañas deberían ser más cortas, con menos presupuesto otorgado por el IFE y que el IFE entrenara por más tiempo y a dos suplentes adicionales por casilla, yo impulsaría una serie de cursos de estadística para la población en general, partiendo desde primero de secundaria hasta terminar con preparatoria.

Insisto, no sé qué tanto la ignorancia de la estadística impulsó a los perredistas a decir tanta estupidez, ¿o fue la maldad? Para mí, una gran parte del componente de la maldad es la ignorancia estadística, pues la ignorancia distorsiona el juicio.

Enseñemos estadística alrededor de organizar elecciones y encuestas, en el propio salón de clase, de la escuela, del barrio, de la comunidad, del pueblo, de los sindicatos, de los partidos y finalmente comprender todas las aberraciones que se han dicho o postulado en estas elecciones.

Andrés Manuel en su carta al New York Times aseveró que si había modificaciones de un puñado de votos por casilla, entonces el resultado de la elección se cambiaría. Ya se sabía que los errores tendían a ser aleatorios, lo que demostraba que no había habido fraude. Pero sin conocimientos estadísticos, el pobre de Andrés Manuel se llena de patrañas en su cabeza.

Es que las curvas “se deben cruzar varias veces”, decían ya en el conteo total de los votos, pero eso no es estadísticamente cierto. Luego la confusión entre irregularidades, paquetes abiertos y boletas sobrantes, confundieron el “se pudo dar un fraude” con el “se dio un fraude”.

Sería muy útil que desde primero de secundaria los jóvenes comenzaran a entender y resolver problemas de estadística simple e ir aumentando la teoría y la práctica de la estadística, pues eso les será útil en los deportes, en la producción del campo, en la calidad industrial, a entender al mercado y sobre todo poder ser demócrata realmente y no cometer las burradas que estamos observando.

enriquecss@gmail.com

Las primeras puertas abiertas

Jorge Fernández Menéndez
Excélsior - Razones
17-08-06


Las posiciones polarizadoras pueden provocar reacciones mediáticas, pero a nuestra gente no le gustan ni las provocaciones evidentes ni la represión injustificada. En ocasiones, por esa dualidad nos hemos encontrado con que hechos represivos que tendrían que haber tenido un castigo social inmediato, terminaron siendo justificados por la sociedad. En otras, provocaciones obvias no fueron castigadas con el rigor que merecían. Pero, con el paso del tiempo, estamos llegando cada vez más a un punto en el cual unas y otras, las provocaciones evidentes y la represión injustificable, se muestran como lo que son y así son aquilatadas.

El lunes pasado, en San Lázaro, se dio una de esas provocaciones evidentes. Un grupo de manifestantes lopezobradoristas, acarreados por un grupo de diputados aún en funciones (es un decir) y electos, de la corriente bejaranista en su mayoría, incluida Dolores Padierna, intentaron bloquear los accesos a San Lázaro. No eran más que un centenar, pero llegaron con camiones para utilizarlos como barricadas en la avenida Congreso de la Unión, donde se encuentra el acceso principal al Palacio Legislativo, y tiendas de campaña para instalarse en la entrada e impedir el ingreso al edificio. La Comisión Permanente había pedido resguardo policial al gobierno del DF. En otra acción incomprensible de Alejandro Encinas, el jefe de Gobierno se negó y pasó la solicitud a la Secretaría de Seguridad Pública federal, con el argumento de que el resguardo de ese edificio era del ámbito federal (¿las calles que dan a San Lázaro también deben ser protegidas por la PFP?, ¿la policía capitalina, la más numerosa y mejor armada del país, la que más nos cuesta, no puede hacerse cargo de los bloqueos frente a San Lázaro?, qué pena con Encinas) y allí llegó la PFP que desalojó a quienes estaban bloqueando el acceso al Palacio Legislativo y, de paso, con unas grúas, desmanteló las barricadas que impedían el tránsito. Los provocadores se escandalizaron: "Habían violado el fuero" de alguno de ellos, como si el fuero legislativo fuera una patente de corso. El artículo 61 dice con claridad que "los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos por ellas". No dice nada de que pueden cometer delitos con impunidad. Además, el párrafo siguiente de dicho artículo constitucional sostiene que "el presidente de cada Cámara velará por el respeto al fuero constitucional de los miembros de la misma y por la inviolabilidad del recinto donde se reúnan a sesionar". En otras palabras, no hubo violación de fuero alguno. ¿O alguien espera que, cuando se está cometiendo un delito, el policía a cargo se pare a pedirle al ciudadano o ciudadana que al mismo tiempo lo está golpeando e insultando (¿no, diputada Clara Brugada?), si tiene algún documento que lo acredite como legislador? Fue una provocación y una prueba para el 1 de septiembre que realizaron estos grupos, con malos resultados para ellos.

Malos resultados, porque la gente está harta de tantas provocaciones: si alguien se toma la molestia de estar una noche cualquiera, sólo unos minutos, por ejemplo, en el túnel mediante el cual el Circuito Interior pasa por debajo de Paseo de la Reforma, podrá escuchar un sonoro y constante concierto de mentadas con claxon para los pocos sobreviventes del plantón que aún permanecen allí. Como ocurrió con el reciente desalojo de Atenco, cualquier encuesta demostrará que la gente, en el DF, se está cansando de tantas provocaciones impunes.

No es una situación fácil porque, cuando existen líderes insensatos como López Obrador, que están buscando conscientemente hechos de violencia para reactivar su movimiento, y cuando sabemos que a toda acción corresponde una reacción, se pueden desatar hechos represivos que vayan más allá de lo justificable. Pero la gente cada vez más está pidiendo que se ponga un límite, que se establezca con claridad cuáles son los derechos de un grupo minoritario de manifestantes respecto de la enorme mayoría de la ciudadanía que no comparte sus opiniones y acciones. Y cada día esa situación se agudiza más.

Por eso, entre muchas otras razones, López Obrador se está quedando solo. El martes, la gobernadora de Zacatecas, Amalia García, que siempre ha sido una de las mujeres más sensatas de la política nacional, se desmarcó de las posiciones ultra de su candidato y pidió (y ofreció) una alternativa de diálogo que impida hechos de violencia que desgasten a las instituciones y polaricen aún más la situación. No está sola, uno de los principales dirigentes de Convergencia, el ex gobernador de Oaxaca, Jesús Martínez Álvarez, también pidió a López Obrador abandonar las posiciones radicales. Martínez Álvarez lo sabe porque, si bien es y ha sido uno de los principales opositores de Ulises Ruiz, eso no impide que compruebe que la vía de la radicalización, en su estado y en el resto del país, sólo puede terminar fortaleciendo a los más duros e intolerantes de cada polo ideológico. Lo comprenden incluso en el estado de López Obrador, donde la gente del candidato César Raúl Ojeda (uno de los coordinadores de la campaña) sabe que la polarización ya los hizo fracasar en el pasado y han optado, a cinco semanas de las elecciones, por no participar en los bloqueos ni en la llamada resistencia civil. Aunque sea en forma indirecta, también es significativo que Dolores Padierna se encargara de gritar a todo el mundo que quien les había dado la orden de bloquear San Lázaro era Marcelo Ebrard. ¿Será así o es que la pareja Bejarano-Padierna quiere de esa manera "comprometer" más a un Ebrard, a quien quizá ven poco entusiasmado con gobernar una ciudad ocupada? Son buenas noticias. Son las primeras puertas que se abren y permitirían un diálogo serio y maduro. Se abrirán más en cuanto tengamos, la próxima semana, Presidente oficialmente electo.

www.nuevoexcelsior.com.mx/jfernandez
www.mexicoconfidencial.com

El caudillo del sureste

Marco Levario Turcott
Crónica
16 de Agosto de 2006

Como en ninguna otra parte del mundo, Latinoamérica es tierra de caudillos. Lo fue cuando aquellas históricas gestas de independencia del siglo antepasado que desembocaron en los Estados nación y ahora lo es como factor que hace posible, en el contexto de las democracias contemporáneas, una involución autoritaria.


Durante las revueltas indígenas de mediados del siglo XIX en Bolivia, Ecuador y Perú, y luego, en los albores del siglo XX, con las irrupciones campesinas de México y Venezuela, el caudillismo se consolidó como expresión social que, ceñida a la dirección de un solo hombre, actuaba fundamentalmente a través del empleo de las armas. En esos tiempos las instituciones no eran el baluarte de convivencia social porque, simple y sencillamente, no existían.
Una centuria después, los caudillos de Latinoamérica son reminiscencia del pasado, como las postmodernas expresiones literarias o cinematográficas del vampiro de Stoker, con la diferencia de que uno motiva al regodeo fantástico mientras que otro, el caudillo, es como el retrato de Wilde montado en el caballete de la historia: el rostro joven de un personaje extemporáneo. El caudillo es la imagen seductora, pero falsa y tan cruel como el Príncipe Idiota, de que un hombre y sólo uno es capaz no sólo de interpretar las necesidades del pueblo sino que tiene el poder de satisfacerlas todas.

Atahualpa no conoció a los gauchos de Güemes igual que Emiliano Zapata no platicó con Bolívar. En este desbarajuste cronológico, todos, sin embargo, están tamizados con la misma patina de la historia: son caudillos y vivieron grandes epopeyas de armas. Ocurre lo mismo en la época moderna: tal vez sea cierto que Andrés Manuel López Obrador no haya visto en persona a Hugo Chávez, pero igual que el político tabasqueño no conoció, digamos, a Pancho Villa, eso es lo de menos. López Obrador y el presidente venezolano creen que encarnan algún personaje de la historia pasada y aunque no se conozcan entre ellos, forman parte del mismo fenómeno político: la grosera y riesgosa caricatura de un sujeto histórico imprescindible en su momento.

Frente al ya mencionado conde Drácula, el crotaloteo de los dientes se aligera con una buena cabeza de ajos. En el orden de la realidad el antídoto contra el caudillo es la democracia —instituciones, leyes y normas— justamente porque entre las consecuencias históricas del caudillismo contemporáneo en Latinoamérica están las dictaduras. El caudillo postmoderno ignora a las instituciones y si puede las suprime —otra manera de decirlo es que las purifica—; evita contrapesos.

A los caudillos de las reyertas de Independencia, y de antes también, los cubre el aura de misterio; son leyendas de poderes mágicos, luchadores de un destino que sólo debemos seguir (hay incluso quienes fantasean con que Emiliano Zapata es la reencarnación de los dioses aztecas, igual que de otras deidades lo fueron Arturo o Aquiles).

Los partidos son pilares de la democracia y, en México, el PRD es la segunda fuerza. Pero, sometido a los designios del único líder, vive el riesgo de perder en la calle lo que ganó en las urnas —justamente al revés de lo que durante tanto tiempo pretendió—.

La base social de los partidos son los ciudadanos y la regla elemental de convivencia es la deliberación. Cuando prima la voluntad del caudillo se modifican las bases de apoyo, el ciudadano se vuelve objeto de maniobra y la discusión se disuelve mediante la febril aceptación en masa a la pregunta del caudillo, con una obediencia ciega que asiente antes de oír, como sucedió el domingo pasado en el Zócalo.

El PRD está en crisis justo cuando ha logrado el mayor avance de su historia. Lo mejor de su tradición de izquierda está sometida al dictado del líder único y esa condición apenas se asemeja a cuando lo dirigió Cuauhtémoc Cárdenas porque, esta vez, el PRD está totalmente a la sombra del caudillo.

Apenas en voz baja algunos de sus integrantes comentan el riesgo que para el PRD tiene que López Obrador decida todo sobre todo, o sea, de que el partido haga todo lo que el dedito del caudillo diga. Pero en voz alta vale la pena decir que la figura del caudillo es contraria a la democracia, que vale la pena un sistema de partidos fuerte y que para ello tiene sentido esperar a que el PRD remonte el momento más aciago de su historia.

mlevario@etcetera.com.mx

Ideas para salir de la crisis

Jorge G. Castañeda
Reforma
16 de Agosto del 2006

Se van estrechando los márgenes. Ni AMLO puede recular, ni Fox puede evitar el uso de la fuerza pública para mantener el desempeño de las instituciones, ni Calderón puede aceptar un recuento que seguramente -hoy lo sabemos- le favorecería, ni el Tribunal puede violar sus propios preceptos y normatividad. No se ve una salida fácil.

Lo cual no significa que no exista, sino simplemente que no ha sido diseñada, ni ha sido propuesta por alguien aceptable para las partes. Las salidas obvias son todas malas, unas más probables que otras. El uso de la fuerza en las coyunturas venideras puede ser inevitable para Fox y deseable para AMLO, pero es pésima salida. El re "voto por voto" (porque ya se contó dos veces) puede ser deseable para AMLO pero es inviable para los demás. La anulación y el interinato pueden ser atractivos para los wannabes y sus cuates pero para nadie más. De todo esto se deduce que falta un diseño y un sujeto. Por tanto, se vale sugerir ideas.

Primero el diseño. Conviene evocar dos tipos de precedentes. Hay elecciones que se pierden por un fraude real o percibido (Nixon en 60, Toledo en 2000 y muchos otros ejemplos): candidatos que luego ganan. Hay candidatos que no ganan ni la 1ª ni la 2ª, y en ocasiones ni siquiera la 3ª vez, pero sí la 4ª (Allende, Mitterrand, Lula). AMLO no ganó esta vez, porque le arrebataron su triunfo o porque perdió en una elección limpia y justa (como creo yo). Pero no sólo puede ganar la próxima, sino que resulta muy factible que entre tanto logre 3 cosas. La 1ª: que su programa o parte de él, y en la medida en que realmente exista, sea puesto en práctica: si lo que buscaba era ayudar a los pobres, y si algunas de sus propuestas pueden contribuir a ello, no hay ninguna razón de que no suceda como parte de un paquete pactado. La 2ª: reinventar las reglas electorales que, según AMLO y sus seguidores, permitieron que se les despojara de su victoria. Estas reglas, básicamente las de 96, en buena medida diseñadas por Porfirio Muñoz Ledo. Creo que la ciudadanización, la compra de tiempo aire con recursos públicos en las campañas, el monopolio electoral de los partidos y los interminables dispositivos antifraude, son una pesadilla. Pero son las que hay y que el PRD votó. Sin embargo no hay nada que impida que se modifiquen o que se vuelva a diseñar toda la estructura electoral. ¿Qué queremos? Que exista la opción de recuento cuando un candidato lo solicite y se reúnan ciertos requisitos: adelante. Que haya una estructura electoral más profesional y menos ciudadana, es decir, menos sujeta a los errores de una ciudadanía con un nivel bajísimo de escolaridad: adelante. Que el Estado asigne tiempos de aire y que nadie más pueda pagar spots como en Europa o AL -a diferencia del modelo que copiamos de EU-: adelante. Que haya candidatos independientes o bien cualquiera pueda fundar un partido: adelante. Que haya una 2ª vuelta para que el próximo Presidente tenga pleno mandato: adelante. Todo esto se puede lograr en los próximos meses si AMLO invierte en eso su gran capital político.

La 3ª: ¿Cuándo queremos el repechaje (en francés o futbolístico)? No puede ser mediante la irresponsabilidad del interinato dentro de 18 meses. Y se podría entender que AMLO y huestes no quieran esperar 6 años. Entonces por qué no quedamos en algo a medio camino y que sería enorme e intrínsecamente benéfico para el país más allá de la coyuntura. Abandonemos el prurito dizque revolucionario y cultural de la no reelección, establezcamos la reelección consecutiva indefinida para presidentes municipales, diputados y senadores y de 2 periodos de 4 años cada uno para gobernadores y Presidente. Como en países tan distintos o semejantes al nuestro: Brasil, Colombia, Venezuela, EU. AMLO tendría que esperar 4 años, ahora sí para ganar o volver a perder, pero con reglas del juego que, nuevamente, su partido y sus expertos hayan contribuido a diseñar.

¿Quién puede proponer y negociar esto? No sé. Si existe en México un interlocutor válido para las partes, que aparezca -Iglesia, intelectualidad, empresariado- y qué bueno. Si no, entonces de fuera: no seríamos los primeros ni los últimos en acudir a buenos oficios externos para resolver problemas que es evidente no vamos a desenredar. ¿Quiénes? De todo. Latinoamericanos como Lagos y F. H. Cardoso; europeos como António Guterres y F. González; norteamericanos como Clinton, Carter y Chrétien. Es una simple idea de trapito y remedio; si hay otras, bienvenidas. ¿Dónde están?

16 de agosto de 2006

Paisaje después del recuento: errores mínimos, gana Calderón

Humberto Ortiz
El Economista
16/08/2006

Las cifras definitivas del recuento en 149 distritos, en manos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, confirman la ventaja de Felipe Calderón en 11,839 casillas con 1,573,493 votos por 755,388 de Andrés Manuel López Obrador. Es decir, un margen apabullante del panista con 824,902 sufragios, una vez computada nuevamente ayer la última casilla, la 1365 básica del distrito 8 de Tamaulipas, con cabecera en Tampico, por la sala superior del órgano jurisdiccional, en una diligencia de 45 minutos. En total, los 192 jueces y magistrados recontaron 3,311,150 sufragios, pero anularon 6,355 y el total quedó en 3,304,795


Las cifras del recuento en 149 distritos, en poder del TEPJF, a las que tuvo acceso El Economista, confirman la ventaja de Felipe Calderón en 11,838 casillas con 1 millón 573,493 votos por 755,388 de Andrés Manuel López Obrador.

En total, los 192 jueces y magistrados computaron nuevamente 3 millones 311,150 sufragios, pero restaron 6,355 y el total quedó en 3 millones 304,795. Al panista le quitaron 6,769 y al perredista le apuntaron 304, según el documento.

La Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) finalizó el recuento de votos de la elección presidencial en 11 mil 839 casillas con la revisión del último paquete, en la sede de ese organismo.

La casilla mil 365 básica correspondiente al distrito 8 del estado de Tamaulipas, fue la última de las computadas entre aquellas en donde se ordenó el recuento, y en la cual Acción Nacional tuvo 135 sufragios, la Alianza por México 86 y la coalición 58.

Mientras que el partido Nueva Alianza tenía dos votos, Alternativa Socialdemócrata y Campesina cinco y además había cinco votos para candidatos no registrados, también 11 nulos y 238 boletas sobrantes.

La diligencia judicial para recontar los votos de la elección de presidente de la República se celebró en presencia del magistrado Alejandro Luna Ramos y de representantes de la coalición Por el Bien de Todos y del Partido Acción Nacional (PAN).

Dicha casilla había sido objeto de controversia por parte de la coalición por el Bien de Todos, quien alegó que estaba extraviada, por lo que su recuento no se había llevado a cabo en la sede del consejo distrital de ese estado.

El paquete electoral no estaba perdido, sino que fue requerido por la Sala Regional Monterrey del TEPJF para otra diligencia, correspondiente a un juicio sobre una diputación federal, por lo que una vez concluido el trámite ordenó su traslado a la Sala Superior.

De acuerdo al acta levantada al final del recuento, se dio fe de que el paquete electoral que contenía la información de la casilla instalada el 2 de julio estaba cerrada, con sellos del Instituto Federal Electoral y con firmas de representantes de los partidos.

Como en el resto de las 11 mil 838 casillas revisadas se extrajeron los sobres de votos nulos, boletas sobrantes y anuladas, así como las correspondientes a la elección de presidente de México y luego se procedió al conteo de votos, que no varió.

Con información de Notimex

Mexico’s Moment of Truth

The Washington Post (Estados Unidos)
World, Page A12

Wednesday, August 16, 2006

Will a fair vote stand?

In the 6 1/2 weeks since he narrowly lost Mexico’s presidential election, Andrés Manuel López Obrador has turned the nation’s politics into a public spectacle. A fiery populist with a messianic streak, Mr. López Obrador has led thousands of his supporters to pitch tent cities in downtown Mexico City, occupying the Zocalo, its main square, and a two-mile stretch of the Paseo De La Reforma, one of its major boulevards. He has denounced the election as a fraud and the product of a vast conspiracy, without furnishing even remotely convincing proof. Now, after a partial recount has apparently failed to yield any significant shift in his favor, he threatens to paralyze Mexico with a campaign of civil disobedience “for years, if that is what circumstances warrant.”

His goal, Mr. López Obrador nobly insists, is to “save” Mexico’s fragile democracy. In fact, by daily demonstrating his disdain for the country’s electoral institutions while showing no actual failure on their part, Mr. López Obrador threatens to subvert the democracy he claims to champion.

As Mr. López Obrador recklessly toys with the stability of a nation that emerged from one-party rule just this decade, it is worth examining the election he has been so busy maligning. Although he trailed Felipe Calderón, a center-right candidate, by 244,000 votes in the presidential tally — barely 0.59 percent of the 41 million votes cast — the vote yielded big gains for Mr. López Obrador’s left-leaning Party of the Democratic Revolution; it picked up seats in the nation’s Congress. When some members of Mr. López Obrador’s own party disputed his allegations of fraud, he publicly accused them of having been bought. Although there was no evidence of widespread irregularities, let alone fraud, on Aug. 5, Mexico’s independent Federal Electoral Tribunal, a seven-judge panel, ordered a recount at 11,839 polling stations, about 9 percent of the total.

That recount is complete. According to Mexican press reports, it has yielded no major change in the presidential results — certainly nothing sufficient to justify Mr. López Obrador’s wild allegations. The Federal Electoral Tribunal now has until Sept. 6 to either annul the election or certify the results and declare a winner.

Mexico, for years a party-led dictatorship, is at a turning point. Will its relatively new and untested democratic institutions be able to resolve a contested election, or will it descend into chaos and weak central authority as a result of a failed candidate’s cult of personality? One hopeful sign is that lately Mr. López Obrador’s crowds have dwindled in the streets of Mexico City. That may mean that even his partisans have begun to recognize that Mexico’s continuing progress toward democracy is more important than one man’s unbridled ambition.

Los despedidos

Sergio Sarmiento
Reforma - Jaque Mate
16 de Agosto del 2006

“No hay moral en la política: sólo conveniencia. Un villano puede sernos de utilidad simplemente porque es un villano.”
Lenin

En un reciente programa de televisión, Claudia Sheinbaum -la ex secretaria del ambiente del Distrito Federal y esposa de Carlos Ímaz que se ha convertido en una de las principales portavoces de Andrés Manuel López Obrador- señalaba que era una exageración decir que habría despidos como consecuencia del plantón que la alianza Por el Bien de Todos mantiene en el Paseo de la Reforma y en el centro histórico de la ciudad de México.

Ahora, sin embargo, empieza a surgir información sobre los despidos que se están realizando. Y es lógico. Los negocios de la zona han perdido una parte muy importante de sus ingresos por lo que es inevitable que despidan gente. Lo contrario habría sido lo sorprendente.

Ayer en una conferencia de prensa representantes de distintas cámaras empresariales -entre ellas la Concamin, la Concanaco, la Canirac y la Comisión Interconfederacional del Sector Turismo- apuntaron que el bloqueo ha costado ya, en apenas dos semanas y media, el despido de 809 trabajadores registrados en el Seguro Social. Las pérdidas de las empresas, según estas organizaciones, ascienden ya a casi 3 mil millones de pesos.

A López Obrador y a quienes participan en el plantón les cuesta trabajo entender esta situación. La mayoría de ellos están acostumbrados a vivir de los presupuestos gubernamentales o son miembros de organizaciones, como los Pancho Villas y los Panteras, que extorsionan a los trabajadores, a los trabajadores ambulantes o a los taxistas. Pocos participantes del plantón tienen que ganarse la vida en la economía real. Quizá por eso no entienden que una empresa que deja de recibir ingresos debe despedir a sus trabajadores.

Los 809 empleos formales que se han perdido no son, por supuesto, más que la punta del iceberg. En la mayoría de los casos los trabajos y los ingresos que se están perdiendo no son los registrados por el Seguro Social. Los hoteles y los restaurantes de la zona, por ejemplo, han dado licencias sin goce de sueldo a muchos de sus meseros, maleteros y personal de servicio. No los están despidiendo, pero tampoco les están pagando sueldo. La idea es mantener los puestos abiertos para el momento en que el Peje se apiade y permita que se reanude la actividad económica de la zona.

Los taxistas, personal de promoción, dependientes de comercios y demás están ya en una situación desesperada y están teniendo que buscar opciones de empleo en otros lugares de la ciudad o incluso del país. Con el paso de los días, por otra parte, los despidos se harán definitivos. Y quizá lo peor de todo es que los proyectos de inversión que había en la zona, y que en buena medida han permitido la recuperación de Reforma y el centro histórico de la que tanto se enorgullecía el gobierno de López Obrador, empiezan a verse bajo presión económica.

El viejo Paseo de la Reforma trata de mantener la dignidad ante el ataque de quienes eran supuestamente sus aliados, pero el deterioro empieza a notarse por doquier. La basura, para empezar, se acumula. Es verdad que los patrocinadores del plantón han alquilado baños portátiles -de ésos que se utilizan en los sitios de construcción y que no son baratos, por lo que se convierten en un indicio del dinero con el que se están financiando el movimiento- pero mucha gente encuentra más fácil utilizar como letrinas los camellones recientemente arreglados. Así, el olor a orines y a excremento se vuelve cada vez más penetrante en algunos puntos.

Con el paso de las semanas y de los meses, la situación se seguirá deteriorando. Nadie sabe a ciencia cierta cuánto tiempo durará el secuestro de Reforma. Alejandro Encinas, el jefe de gobierno de la ciudad de México, está atrapado entre dos lealtades: la que le tiene a los ciudadanos y la que le debe a López Obrador que lo puso en el cargo. Todas las mañanas trata de parecer optimista en sus conferencias de prensa y afirma que ya está negociando con sus correligionarios y amigos para que se levante el plantón, sólo para que su verdadero jefe lo desmienta por las noches. En su discurso de este domingo, sin embargo, López Obrador ha dejado en claro que está contemplando un bloqueo de varios años.

Me queda claro que Encinas nunca tendrá el valor de defender los intereses de los ciudadanos frente a sus propios compañeros de partido. ¿Y el Presidente Fox? Éste se ha mostrado dispuesto a usar la fuerza pública federal, pero sólo para defender el Palacio Legislativo y la residencia presidencial de Los Pinos. Tampoco muestra ninguna inclinación por defender a los ciudadanos, a aquellos que sólo pueden recurrir a la fuerza pública para defenderse de las agresiones de los poderosos. Fox dijo ayer que empezará a preocuparse por el tema una vez que el Tribunal Electoral dé a conocer su fallo final. Mientras tanto, los despedidos del Paseo de la Reforma tendrán que resignarse.

Camacho y Rincón Gallardo

Molesto en una entrevista ante la pregunta de si realmente amenazó con encarcelar a Gilberto Rincón Gallardo en 1988, cuando éste peleaba contra el fraude electoral sufrido por el Frente Democrático Nacional, Manuel Camacho Solís, que en ese entonces trabajaba para Carlos Salinas de Gortari, me responde que él sólo hablaba “con gente importante, como Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Clouthier y Porfirio Muñoz Ledo”, no con gente insignificante como “Gilberto Calderón” (sic).

sarmiento.jaquemate@gmail.com

Luz a luz VI

Germán Dehesa
Reforma - Gaceta del Ángel
16 de Agosto del 2006

www.despejalaciudad.org.mx, ¡ya la puse! Ustedes no conocen a mi amigo el Xalapeño, quien funge como revisor y valuador de mis escritos. En estas faenas es terrible y así, cada vez que en alguno de los presentes artículos que intentan convertir a esta Ciudad en un amoroso cuaderno para iluminar, se me olvida poner la dirección electrónica, tarde se le hace para adherirse al teléfono y estar friegue y friegue por este olvido que él considera mortal de necesidad. Le asiste toda la razón, pero ya podría ser menos pelado para recordarme mi omisión. ¡Aistá la mula dirección! Espero que ahora me llame para hacerme algún comentario compensatorio.

He de reconocer que tengo un ataque entre grave y severo de chipilencia. A él concurren la inaceptable muerte de mi amigo Chema, la porquería de verano que nos ha tocado este año (salió pésimo y me la paso soñando con que un aluvión de lodo me arrastra hasta el Auditorio Plutarco Elías Calles, ¡imagínense!), la rigurosa dieta también me tiene frito, la inminencia de mi retorno al magisterio universitario, los súbitos y brutales aguaceros que siempre me agarran a cielo abierto y que me están craquelando el cráneo a puro granizazo; esto y algunos mensajes que recibo han disparado mi fase chipil.

Hay un indigno usuario de internet cuyo heroísmo, supongo, le exige permanecer en el anonimato y no firmar su babosa diatriba. Este ejemplar me dice que le resulta encantador este jueguito de “Despejemos la Ciudad”, pues se imagina a todos los nietecitos de las familias bien entretenidos al estar apachurre y apachurre el ratón de su “compu” para prender foquitos. Previsiblemente en estos mensajes pasan los autores a evaluar mi pubis y a dictaminar mi palmaria escasez de materia prima para “Bachoco”. Preguntan éste y otros corresponsales si “tendría yo los huevos” para acampar en Reforma y con eso colaborar a la salvación de México. Mi respuesta es un tajante ¡no!; perdónenme, chicos, pero yo no los tengo tan azules y veteados como para pensar (sería un decir) como ustedes, que imponiéndole la fealdad, el hedor y el deterioro a la única avenida hermosa que teníamos en la Ciudad y robándole su tiempo y/o su modo de vida a un inmenso número de ciudadanos respetables, estuviera colaborando a la aurora roja que traerá la salvación de la patria. A éste y a sus corifeos yo respetuosamente les recomendaría que examinen su propio, revolucionario y democrático pubis y dejen al mío en paz. Ya le reviré a este anónimo valiente que ignora que el programa está diseñado para que el clic que envíe cada máquina sea sólo uno; pero para qué intento explicarles algo a estos ardientes feligreses del culto tabasqueño si ellos ya programaron su elemental maquinita neuronal para no entender nada que no venga del Peje. Ahí muere.

Según veo las cosas, AMLO, en el muy probable caso de que Calderón sea declarado ganador de esta enconada contienda, lejos de aplacarse, abrirá otro frente sin descuidar las frenéticas acciones que ya tiene “programadas” en la Capital. Este nuevo frente por fuerza será el sur del país que es la otra plaza fuerte que tiene. Según un avispado hombre, López Obrador fundará la República de La Chota (Chiapas, Oaxaca y Tabasco) y desde ahí emprenderá, ¡omaigod!, una nueva “marcha por la democracia”. Si AMLO no tuviera prevista esta nueva jugada, no se explicarían sus vínculos con la APPO y sus chicoleos en Chiapas; ni tampoco se entendería el apoyo del PAN al inapoyable Ulises Ruiz. O sea, que tenemos “movimiento” para rato.

¿Qué tal durmió? DCCCLIX (859)

¿Qué ha pasado con la investigación en torno al regalo de notarías hecho por MONTIEL y proseguido por Jimmy Neutrón? Solidaridad total con José Luis Cortés que denunció esta maroma.

Cualquier correspondencia con esta chipil columna, favor de dirigirla a
german@plazadelangel.com.mx (D.R.)

Apoyo...

Catón
Reforma
16 de Agosto del 2006

La muchacha llegó muy cansada aquella noche. Le dice a su compañera de cuarto: “-Voy a darme un baño de pies. Hoy los hice trabajar mucho”. Responde la otra chica con un suspiro de cansancio: Entonces yo voy a darme un baño de asiento”. (No le entendí)… Un señor de edad madura paseaba por la playa. Vio a cierto amigo suyo, senescente como él, que estaba recostado en la arena bajo un quitasol, mirando a las lindas muchachas que pasaban con sus encantos cubiertos apenas por diminutos bikinis o por tanguitas más reveladoras aún. “-¿Cómo estás, Cárcamo?” -le pregunta. “-Aquí, -contesta el salaz veterano-, haciendo el ejercicio que el médico me aconsejó”. “-¿Ejercicio? -se sorprende el amigo-. No te veo haciendo ejercicio. Lo único que haces es mirar a las muchachas”. “-Es cierto -responde el otro-. Pero para llegar aquí debo caminar 15 kilómetros”… Decía una señora de exuberante región glútea: “-¡Qué sabia es la naturaleza! Cuando llegamos a la edad de estar más tiempo sentadas nos dota de un cojín más cómodo”… Crece el repudio contra López Obrador, y crece también el tono de las voces que exigen que se ponga freno ya a sus abusos. Es legítimo el derecho a manifestar en forma pacífica las opiniones y protestas, pero nada de pacífico tiene el movimiento emprendido por este hombre extremista, y sus acciones carecen de toda justicia y legitimidad. El Estado debe seguir actuando con prudencia, por más que en el Congreso se vio la eficacia de la fuerza pública cuando se aplica conforme al derecho y la razón. Llegará el momento, sin embargo, en que las crecientes provocaciones de López Obrador harán forzosa una intervención mayor. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dirá la última palabra sobre la elección presidencial, y todos deberán acatar ese dictamen. Sin embargo, AMLO y los radicales que aún lo apoyan han descalificado a priori esa autoridad, y buscan -está claro- que haya una confrontación grave entre su gente y la fuerza de la autoridad, sea policía o Ejército. Tal se diría que quieren que haya muertos, según lo describió Paco Calderón en uno de sus espléndidos cartones. De ahí el abierto reto que lanzan al Ejército esos hombres violentos cuando, de consuno con la inmoral e hipócrita administración del Distrito Federal, anuncian una “convención nacional” que debe celebrarse en el mismo espacio y a la misma hora en que se lleva a cabo el desfile militar del 16 de septiembre. Las acciones de AMLO no tienen apoyo en la ciudadanía, y son objeto de rechazo general. Ya nada más los necios, los fanáticos o los profesionales de las manifestaciones callejeras lo acompañan en sus despropósitos. López Obrador, sin embargo, ciego y sordo, no atiende otra voz más que la suya propia. Es falso lo que proclamó: “Llegaré hasta donde diga la gente”. Debió decir: “Hasta donde diga mi gente”. O sea hasta donde diga yo. En todas las formas la inmensa mayoría de la gente del DF le está diciendo que se detenga ya, que deje sus bloqueos; pero él sigue por el despeñadero en que lo ha puesto su cerrazón, su falta absoluta de talante democrático. Ojalá en el PRD -amenazado también por el empecinamiento de López Obrador-, lo mismo que en los partidos que con él se coligaron y en la sana izquierda mexicana, surja una corriente de mujeres y hombres sensatos que hagan ver a este hombre los daños que puede causar con sus violencias y su empecinamiento… Doña Pirujia visitó con el club de señoras la central de bomberos. Vio en el suelo un agujero con un tubo que iba hacia el piso de abajo, y preguntó al jefe de la central qué era aquello. Le explica el hombre: “-Es un tubo para que mis hombres puedan deslizarse y salir rápidamente en caso de emergencia”. “-¡Ah! -exclama entusiasmada doña Pirujia-. ¡Voy a mandar poner uno en mi clóset!”… FIN.

afacaton@prodigy.net.mx