Yuriria Sierra
Excélsior - Nudo Gordiano
17-08-06
"Oye, mira a ese güey, se parece cañón al Peje", dice una de las dos chavas que vienen descendiendo de un vuelo recién aterrizado en la Ciudad de México. Son las nueve de la noche. Y, en efecto, un señor muy parecido a López Obrador se encuentra sentadito en una de las salas de abordaje del fondo de la terminal aérea. Ellas van llegando; él espera irse. "Güey, no se parece, es El Peje". Ahí sentado, solo, sin guardaespaldas, sin cámaras ni micrófonos alrededor, sin campamento ni templete, Andrés Manuel espera que la azafata llame a los pasajeros del vuelo que lo llevará al cierre de campaña de Juan Sabines en el estado de Chiapas. "Vamos a saludarlo" (…) "No, güey, ¿para qué?" (…) "Vamos" (…) "Órale, va". López Obrador, solo. Solo, cuando lleva días, semanas, meses, años, rodeado de gente. Solo, nadie lo saluda, pero tampoco nadie lo insulta. Ahí, en la sala de espera (¿qué es lo que espera?), El Peje está solo.
Un diálogo en el infierno. Ellas se acercan, él se levanta, devuelve el saludo y les hace la plática. "Bueno, ¿y usted cómo está?", pregunta la más cotorra de las dos. "Pues aquí, resistiendo", le contesta AMLO con una amplia sonrisa (de esas que recuerdan a su caricatura). "¿Y cómo se siente? ¿Está contento?", insiste ella. "Pues no nos queda más que resistir", responde Andrés Manuel, mientras pone una inesperada cara de fuchi que no oculta la razón de su desconcierto: El Peje se acaba de dar cuenta que la otra chica trae amarrada en la muñeca una pulserita blanca, de esas que dicen "México en paz" y que ha repartido el equipo de Felipe Calderón. "Bueno, pues mucho gusto. Lo que pasa es que lo vimos y quisimos saludarlo", se despide ella. "Ah, pues gracias", responde El Peje, esta vez sin extender la mano ni con sonrisa alguna.
Como de política ficción. Ellas caminan en silencio por el largo pasillo que las llevará a la salida del aeropuerto. "¿Te das cuenta? Para ese güey, tú y yo somos ‘X’, unas fresitas que votaron por el PAN"… Y es que sí, Andrés Manuel, solito en la sala de espera, nunca supo que acababa de conversar con dos de sus peores enemigos: dos jóvenes politólogas que ayudaron a diseñar la estrategia y los mensajes clave para que Felipe pudiera, no sólo competir, sino ganarle a López Obrador, el "políticamente indestructible". Y es que lo que Calderón hizo definitivamente mejor que Andrés Manuel durante las campañas fue rodearse, en sus llamados "cuartos de guerra", sólo de jóvenes talentos. Y hacerles mucho caso.
yuriria_sierra@yahoo.com
17 de agosto de 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
¿En verdad sucedio esto? Parece difícil creer que AMLO estuviera sólo en el aeropuerto.
Publicar un comentario