Enrique Canales
Reforma
17 de Agosto del 2006
La mentira no es mala porque la prohíben los mandamientos, la mentira es mala porque puede llegar a provocar violencia sangrienta. Ahora hay mexicanos que mienten acerca de las elecciones para poner por encima de nuestras instituciones a un sol. Por optimista, espero que no estén pensando en aquel sol azteca que exigía sacrificios humanos. Pero mentir para colocar el interés del sol azteca por encima de nuestras instituciones, conduce a provocar violencia y muchos sacrificios humanos.
No es justo que los mexicanos estemos recibiendo de un candidato ambicioso y desquiciado todos estos golpes, atropellos, mentadas, falsedades, bloqueos, chantajes, insultos desde la noche del 2 de julio. Mentir y bloquear los derechos humanos ocupando vialidades son en sí acciones violentas. Somos muchos los mexicanos agraviados y violentados por Andrés Manuel.
En esa fatídica noche del 2 de julio, cuando Andrés Manuel supo que no había ganado por sus fantasiosos 10 puntos de ventaja en las elecciones, encabritado declaró fraude y cochinero a toda la elección. Desde entonces se ha dedicado a mostrar evidencias falsas o muy infladas que a la hora del conteo resultan en menos del 3 por ciento de los votos que necesita demostrar para cambiar el sentido de la votación.
¿Qué podemos sacar de provecho de esta loquera? Necesitamos poner en claro los aprendizajes de esta novela callejera. ¿Qué podemos aprender?
Aparte que las campañas deberían ser más cortas, con menos presupuesto otorgado por el IFE y que el IFE entrenara por más tiempo y a dos suplentes adicionales por casilla, yo impulsaría una serie de cursos de estadística para la población en general, partiendo desde primero de secundaria hasta terminar con preparatoria.
Insisto, no sé qué tanto la ignorancia de la estadística impulsó a los perredistas a decir tanta estupidez, ¿o fue la maldad? Para mí, una gran parte del componente de la maldad es la ignorancia estadística, pues la ignorancia distorsiona el juicio.
Enseñemos estadística alrededor de organizar elecciones y encuestas, en el propio salón de clase, de la escuela, del barrio, de la comunidad, del pueblo, de los sindicatos, de los partidos y finalmente comprender todas las aberraciones que se han dicho o postulado en estas elecciones.
Andrés Manuel en su carta al New York Times aseveró que si había modificaciones de un puñado de votos por casilla, entonces el resultado de la elección se cambiaría. Ya se sabía que los errores tendían a ser aleatorios, lo que demostraba que no había habido fraude. Pero sin conocimientos estadísticos, el pobre de Andrés Manuel se llena de patrañas en su cabeza.
Es que las curvas “se deben cruzar varias veces”, decían ya en el conteo total de los votos, pero eso no es estadísticamente cierto. Luego la confusión entre irregularidades, paquetes abiertos y boletas sobrantes, confundieron el “se pudo dar un fraude” con el “se dio un fraude”.
Sería muy útil que desde primero de secundaria los jóvenes comenzaran a entender y resolver problemas de estadística simple e ir aumentando la teoría y la práctica de la estadística, pues eso les será útil en los deportes, en la producción del campo, en la calidad industrial, a entender al mercado y sobre todo poder ser demócrata realmente y no cometer las burradas que estamos observando.
enriquecss@gmail.com
17 de agosto de 2006
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