5 de agosto de 2006

La increíble y triste historia del cándido Mesías

Carlos Ramírez
La Crisis - Diario de Campaña
05-08-2006

Como se esperaba, el Tribunal Electoral rechazó la propuesta de Andrés Manuel López Obrador de revisar voto por voto y casilla por casilla. No era posible. Las leyes no lo permitían. Pero también el PRD presentó mal los expedientes. Queda, pues, la duda: ¿realmente López Obrador estaba esperanzado a la revisión del voto por voto o por saberlo imposible se lanzó a una batalla urbana que perdió desde la primera manifestación? No se sabe. López Obrador es desconcertante, a pesar de que lo conozco bien.

Al tabasqueño lo traté poco pero lo he venido siguiendo a fondo. Allá por la primera mitad de los noventa coincidimos en una mesa redonda en Acapulco, invitados por Zeferino Torreblanca, entonces dirigente empresarial. Mis críticas a Salinas le llamaron la atención a López Obrador. Por eso en su libro Entre la historia y la esperanza dijo que yo era un “valiente periodista”. Creo que por enfrentarme al poder establecido. Hoy sigo siendo el mismo: critico a López Obrador por sus errores y cuando todos lo idolatran. Se necesita, me digo un poco en broma, ser valiente para enfrentar a la turba que lo ha endiosado. Luego platiqué con él a principios del 2000 cuando andaba tras del registro como candidato capitalino. Yo había escrito que no cumplía los requisitos legales. Graco Ramírez me pidió que desayunáramos. Vi a otro Andrés Manuel: no levantaba el rostro, no fijaba la vista, parco, necio. Le dije, recuerdo, que eran los propios perredistas quienes decían que no cumplía los requisitos. Le salían las palabras con muchos esfuerzos. Me dijo que sí y que tenía pruebas. Le dije que me las diera. Quedó de enviármelas. Nunca me llegaron. Y yo lo seguí criticando porque quería el registro como candidato a través de las movilizaciones callejeras. Nunca más nos vimos. (Ni falta que hacía.)

La batalla contra el Trife estaba perdida. Pero López Obrador la usó como estrategia. Y perdió. Ya no le queda nada. Los plantones eran una medida de presión. Pero el repudio generalizado le quitó efectividad. Mañana la maquinaria política comenzará a triturar a López Obrador. Y poco quedará de él. Si acaso, terminará como el subcomandante Marcos: en busca de conflictos que liderear pero todos al margen de la ley y del consenso social. Marcos salió de Chiapas, llegó al DF a encabezar a los atencos y poco quedó de él. Sus marchas han sido desangeladas y muchas de ellas han debido de cancelarse por falta de manifestantes. Qué diferencia de aquella visita de Marcos en el 2001: la aglomeración rompió expectativas. Hoy lo ven en las calles y anda sin pena ni gloria.

Así terminará López Obrador porque creo que no ganará ni una kermés familiar. Cómo competir si ya se sabe que si no gana hará su berrinche. Y así terminarán como él sus principales asesores: Manuel Camacho, Ricardo Monreal, Federico Arreola. Los perredistas tienen escaños legislativos y ahí llevarán sus escándalos. Pero de ahí no pasarán. López Obrador seguirá buscando conflictos. Y algunos se le van a encimar: su lucha contra el Trife en el DF tendrá que ser un poco larga, pero en Tabasco lo requieren para las elecciones locales de noviembre. Y los datos indican que el PRD pagará en Tabasco la factura del DF.

En fin, que las cosas se tendrán que ir acomodando. López Obrador anunció para hoy a las siete de la noche su estrategia contra el Trife. La recogeremos en el Diario de mañana. No creo que valga la pena esperar. A menos que convoque a una revolución o a un golpe de Estado. La sensatez política aconseja institucionalidad, pero López Obrador va a tratar de impedir el sexto informe de Fox y la toma de posesión de Felipe Calderón, además de perseguir a Fox y a Calderón en actos públicos y de sitiar Los Pinos.

Pero ni modo. El peso de las instituciones será una lápida. López Obrador habrá de pagar muy caro su error: no se puede competir bajo las reglas de la institucionalidad y luego combatirlas si no se gana. Y lo que viene será un deslindamiento necesario del PRD y más por el efecto negativo del plantón en la ciudad de México. López Obrador se quedará sólo porque legisladores federales y capitalinos tendrán que tomar posesión. Y ahí la lucha paralela del tabasqueño tendrá que darse en el vacío.

López Obrador pudo haber hecho mucho por la democracia. Pero le ganó la ambición de poder. Se sintió presidente de la república antes de ganar las urnas, ejerció y agotó el poder antes de tenerlo. Y ahora ya no sabe cómo decirle a los millones de ciudadanos que creyeron en él que siempre no, que las instituciones electorales dijeron que ganó Calderón. A lo mejor la lucha de López Obrador no es por la democracia ni por la ética sino para no quedarle mal a sus seguidores, aunque meta al país en una zona peligrosa de incertidumbre.

La decisión del Trife obliga al país a regresar a la política, a alejarse de las confrontaciones y a sentarse a discutir las reformas para pactar la transición a la democracia. Ahí tendría un papel clave López Obrador, pero carece de la grandeza de la política. El tabasqueño es una carga negativa de egoísmo y rencor. Y ahí terminará de perder porque el país tendrá que seguir su marcha. Eso sí, habrá que agradecerle a López Obrador que su obstinación hizo que millones de mexicanos valoraran la importancia de la política y de los acuerdos y se alejaran de la confrontación y la lucha callejera. Ahí quedó una base política fundamental para sentarse a discutir la gran reforma política necesaria.

Lo que viene, por tanto, es el ejercicio de la política, no la rebelión social.

Solicita Lupa Ciudadana al PRD copia de las 72,000 actas con supuestas inconsistencias

Lupa Ciudadana
Reflexión
4-ago-06

Horacio Duarte, representante de la Coalición por el Bien de Todos ante el IFE, declaró ayer (3-ago-06), en respuesta a la carta que 135 intelectuales firmamos en defensa de las instituciones democráticas, que “ponía a disposición de este grupo de intelectuales” las 72,000 actas con supuestas inconsistencias “para que cuenten con información, y entonces den una opinión sobre si existe o no el fraude electoral”.


Lupa Ciudadana, organización cuyo fin es acotar la impunidad declarativa de nuestra clase política, solicitó formalmente el día de hoy al Partido de la Revolución Democrática copia de las actas, para realizar un conteo independiente de las mismas. Este conteo se realizará con asesoría de especialistas en el tema electoral sin importar cuál sea la resolución que decida emitir el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial.

Determina TEPJF recuento en 9.07% de casillas

Jorge Herrera y Arturo Zarate
El Universal

05 de agosto de 2006

Por unanimidad, los siete magistrados del tribunal electoral estimaron procedente efectuar un nuevo escrutinio y computo en sólo 11 mil 839 casillas de 149 distritos, ubicados en 26 entidades del país

Ciudad de México (12:32) Por unanimidad los siete magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) desestimaron la pretensión de la coalición Por el Bien de Todos para un recuento total de votos de la elección presidencial, y determinaron efectuar un nuevo escrutinio y computo en sólo 11 mil 839 casillas (9.07 por ciento) de 149 distritos, ubicados en 26 entidades del país.

Lo anterior, fue resuelto tras dos horas de discusión, en la que se dieron a conocer los argumentos por los cuales fue rechazada la solicitud de la coalición para proceder al recuento total de los sufragios presidenciales.

El magistrado presidente, Leonel Castillo González, informó que tras el análisis y evaluación de 174 incidentes de previo y especial pronunciamiento, de ellos, 25 se consideraron infundados, seis debidamente fundados y 143 parcialmente fundados.

De esta revisión, finalmente se determinó un nuevo escrutinio y cómputo de 11 mil 839 casillas, cuyo proceso estará a cargo de jueces y magistrados del distrito, que serán designados por el Consejo de la Judicatura Federal.

Cabe mencionar que para la jornada electoral del 2 de julio fueron instaladas 130 mil 437 casillas, ante lo cual las 11 mil 839, sólo representan el 9.07 por ciento.



Rechaza TEPJF recuento total

El tribunal electoral dio a conocer los obstáculos jurídico-electorales que no superó la coalición Por el Bien de Todos para pretender el recuento de todos los sufragios presidenciales

Ciudad de México (11:00) El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) desestimó esta mañana la pretensión de la coalición Por el Bien de Todos para que se efectúe un recuento de los votos de toda las casillas instaladas para la elección presidencial del pasado 2 de julio.

A la espera de que se someta a votación este aspecto, el secretario de estudio y cuenta, Flavio Galván, dio a conocer los obstáculos jurídico-electorales que no superó la coalición para pretender el recuento total:

1.- No impugnó, como lo marca la ley, los 300 distritos electorales en que se dividió el país para la elección del 2 de julio, sólo lo hizo en 230, por lo que quedan excluidos los restantes.

2.- No procedió la acumulación de todas las impugnaciones, como lo solicitó la coalición, al no existir un respaldo en doctrina y jurisprudencia.

3.- No se evidenciaron las supuestas irregularidades, por las cuales habría una intervención indebida de funcionarios gubernamentales federales.

En este apartado se determinó que algunas de las irregularidades graves señaladas por el actor o denunciante, es decir la coalición Por el Bien de Todos, correspondían a la etapa de precampaña o a la campaña, sin que ello alcanzará o tuviera impacto en el proceso de escrutinio y cómputo. Se refirieron así a las aparentes campañas difamatorias contra del abanderado de la coalición, provenientes de sectores gubernamentales, religiosos o empresas extranjeras.

4.- La coalición tampoco justificó debidamente su pretensión en el sentido de que el número de votos nulos era atípico, con relación, incluso, con los sufragios obtenidos por los candidatos no registrados.

5.- Respecto a la pretensión de una injerencia del partido Nueva Alianza en favor del candidato del PAN en diversas casillas electorales, la coalición no especificó las casillas en las que pudo haberse dado esta situación.

6.- De igual manera, no se explicó en la demanda, la supuesta parcialidad de las autoridades del IFE para la atención y solución de aparentes quejas relacionadas con partidos y coaliciones.

7.- También se desestimó la queja por la cual se advertía una supuesta negligencia por parte de la Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales.

8.- Además, fue rechazada la pretensión para que los magistrados tomaran en cuenta la experiencia de recuento de votos en naciones como Costa Rica e Italia, porque no supieron sustentar estos precedentes de otros países en favor del demandante.

AMLO: una serie de eventos desafortunados

Carlos Ramírez
La Crisis - Diario de Campaña
04-08-2006

La disputa real de la política y del poder se ha salido ya de los cauces institucionales. La previsión del resultado en el Tribunal Electoral será un mero pretexto: si califica a Felipe Calderón como presidente electo, entonces la movilización de López Obrador escalará la resistencia a la toma de espacios; si el Trife ordena el recuento de votos, se habrá dado al traste con la legalidad electoral; y su se busca una opción intermedia, salomónica, las cosas seguirán en la misma crisis.

El país se encuentra estancado en el debate poselectoral. No se trata aún de una crisis política porque las leyes funcionan y las instituciones electorales siguen su paso. Pero el PRD y López Obrador pueden estallar la crisis política si desobedecen las leyes. Y entonces el país habrá de entrar ya en la lógica de una rebelión social contra las instituciones.

Lo que queda en la libreta de apuntes es la búsqueda del origen de los problemas. Y ahí no hay más que uno: López Obrador decidió en el 2000 entrar en la lucha política legal y seis años después salió con que siempre no. Que por la vía legal no, porque las leyes las hicieron los adversarios. Aunque habría que aclarar el papel del PRD de 1989 a la fecha en la aprobación, diseño y aval a las leyes.

La rebeldía de López Obrador ha estado siempre presente: que si no le daban el registro como candidato al DF porque no cumplía con los requisitos de ley, pues a sacar a la gente a la calle; que lo quisieron desaforar por no respetar un amparo, pues a sacar a la gente a la calle; que no le gustó el saldo de las elecciones presidenciales, pues a sacar a la gente a la calle. Esta conducta es propia del que no sabe perder, del que siempre quiere ganar.

Ahora queda en el ánimo ciudadano la certeza de que López Obrador se acaba de jugar su última carta. Y como va perdiendo el juego, entonces no hay más que una conclusión: una serie de eventos desafortunados ha llevado a López Obrador a la quema de su vía legal. Ya nadie va a votar por él en algunas elecciones futuras porque no sabe perder, porque arrebata, porque hunde a la ciudad de México en un caos histórico, porque no está preparado para la lucha legal, porque las leyes las quiere siempre a su favor, porque compite sólo para ganar.

De ahí la percepción de que López Obrador se juega su resto. O gana todo o pierde todo. Si gana, el país entrará en un conflicto social con visos de guerra civil; si pierde, entonces meterá al país en una situación de violencia social que sólo va a poner orden la policía y sus toletes porque López Obrador ya no entiende de razones políticas.

Entre esa serie de eventos desafortunados se apareció la figura de Fidel Castro. La historia, en efecto, lo juzgará. Quede sólo como reflexión en hecho de que Cuba vivía en torno a un solo hombre cuyos ideales no fueron lo suficientemente fuertes. Y que el caso del hombre providencial siempre llega a su ocaso. La virtud de los hombres en verdad grandes fue haberse sabido retirar a tiempo. Cuba se hundirá con Castro. Y México, que sobrepasó hace tiempo a los hombres providenciales, es empujado en el camino de regreso hacia los caudillos. Los ideales viven por sí mismo; los caudillos necesitan el poder para sobrevivir. El evento desafortunado de Castro y Cuba le recordó a los mexicanos que la democracia no es un ideal sino un conjunto de instituciones y reglas. Que el ideal encarnado en una persona es caudillismo y siempre, pero siempre, derivan en dictaduras.

López Obrador quedó atrapado en su laberinto. Lo saben sus colaboradores. Algunos quieren salir pero no saben cómo. López Obrador no quiere salir sino quedarse ahí, atrapado en ese libertino. La mayoría de la república ya reconoció la victoria de Calderón y la derrota de López Obrador. Y si el Trife dictamina lo contrario, entonces sí que entraremos en una zona de inestabilidad que nadie, ni siquiera López Obrador, va a poder manejar. Ahí es donde se medirá la grandeza de los hombres públicos; ahí se verá la pequeñez de los ambiciosos de poder.

Ya no falta mucho para saberlo. El tiempo es implacable. Los plazos constitucionales son inflexibles. Y llegará pronto, quizá este mismo fin de semana, la hora decisiva. Y veremos si nuestros políticos son tales o sólo egoísmos caminando por las calles.

4 de agosto de 2006

... hablando de fraude ...

Fines y medios

Sergio Sarmiento
Reforma
4 de Agosto del 2006

“La gloria de los hombres se ha de medir siempre por los medios de que se han servido para obtenerla”.
François de La Rochefoucauld

Lo que nos están diciendo los más fieles seguidores de Andrés Manuel López Obrador -hace ya tiempo que quedó claro que no son toda la izquierda o siquiera todos los perredistas- es que el fin justifica los medios.

Esta posición no es nueva. La han utilizado los tiranos a todo lo largo de la historia. Pero con la experiencia que hemos tenido en el mundo con quienes han mantenido este principio, no deja de ser atemorizante que hoy se retome esta doctrina con tanta vehemencia en México.

Sí, es cierto, estos fieles seguidores de López Obrador reconocen que la ley prohíbe el bloqueo de vías de comunicación. El propio líder de su movimiento, tan afecto a las manifestaciones y plantones como arma de presión política, entendió cuando jefe de gobierno del Distrito Federal que no podía permitir todas las manifestaciones o todos los plantones. Por eso ideó el bando 13, que prohíbe el bloqueo de vías primarias, como Insurgentes, el Periférico y, por supuesto, Reforma. De esta manera, cuando menos dejaba exento a su preciado segundo piso del Periférico de bloqueos de la Oposición.

Pero reconocer lo que dice la ley o el bando 13 no ha sido obstáculo para el bloqueo de Reforma. Ninguna regla es válida, dicen los obradoristas, cuando se busca un bien mayor. En otras palabras, el fin justifica los medios.

Para los adictos a López Obrador el bien mayor es la defensa del triunfo electoral que su jefe presumiblemente obtuvo en las elecciones del 2 de julio. Con el fin de preservar esa victoria, cualquier táctica es buena. No es necesario mantenerse dentro de los cauces de la ley. Pueden violarse incluso los derechos de los ciudadanos que no tienen nada que ver en el tema. No olvidemos nunca que el fin justifica los medios.

Cada día estoy más convencido de que las afirmaciones de fraude de la coalición Por el Bien de Todos son falsas. Una prueba tras otra se ha caído al examinarse en detalle. El propio López Obrador y sus seguidores aún siguen peleándose por saber si el fraude fue cibernético o a la antigüita. La convicción de los obradoristas de que la repetición constante hará verdaderas las acusaciones no surte efecto en quienes no comparten sus dogmas. Pero aun suponiendo que los cargos fuesen ciertos, el ámbito donde deben ventilarse es el Tribunal Electoral. Violar los derechos de terceros para presionar a los magistrados rompe no sólo la ley sino la ética.

Casi todos los dictadores de la historia han recurrido al principio del utilitarismo que establece que el fin justifica los medios. Muy pocos han estado dispuestos a reconocer que sus actos se basan en la ignorancia o en la perversidad. Adolfo Hitler argumentó que el genocidio de judíos, gitanos y otros grupos étnicos era necesario para crear un reino de paz y prosperidad bajo la tutela del pueblo más avanzado del mundo, el alemán. Stalin sostuvo que la matanza de granjeros y disidentes era indispensable para construir el reino del comunismo en el que todos vivirían en paz, igualdad y prosperidad.

Una vez que empieza a aplicarse el principio de que el fin justifica los medios, empero, no hay dónde detenerse. Si a cambio de impulsar un bien mayor se pueden violar impunemente la ley y los derechos individuales, no hay obstáculo para ningún abuso. ¿Por qué no despojar a alguien de su propiedad si, al repartirla entre mis simpatizantes, hago felices a éstos y violo sólo los derechos de uno? ¿Por qué no puedo bloquear las vías de salida de una sola casa, por ejemplo la de Alejandro Encinas, si con ello genero el júbilo de millones? ¿Por qué no puedo matar al negro, al judío o al indocumentado si con ello logro un mayor bienestar o una mayor aceptación política de los electores en mi comunidad?

Mucho se ha escrito en los medios académicos sobre los horrores a los que lleva una ética utilitaria. De hecho, ninguna sociedad civilizada puede sostener que el fin justifica los medios. Los derechos individuales deben ser inviolables. A final de cuentas, todos podemos ser minoría: todos podemos ser esa persona cuyos derechos se violan para promover un bien ulterior.

Los peores tiranos de la historia han aplicado la filosofía de que el fin justifica los medios. Las sociedades libres y democráticas, por el contrario, sostienen que los individuos tienen derechos inalienables que la autoridad no puede violar y que las leyes deben aplicarse a todos sin exentar a los amigos o aliados de los poderosos.

La estrategia de bloquear la columna vertebral del Distrito Federal es un ejemplo claro de la filosofía de que el fin justifica los medios. Pero una vez que se empieza por este camino, termina por prevalecer únicamente la ley del más fuerte.

Intelectuales

Muy importante el desplegado que firman José Woldenberg, Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, Federico Reyes Heroles, Roger Bartra, Germán Dehesa, Denise Dresser, Soledad Loaeza, Alejandro Rossi y una impresionante lista de intelectuales. Señalan que pudo haber errores en la elección del 2 de julio, pero que no hay indicios de un fraude maquinado; que todos los partidos tienen derecho a acudir al Tribunal Electoral, pero que no se debe alimentar una situación de crispación y alarma; y que debemos, finalmente, tener confianza en el fallo del Tribunal.

sarmiento.jaquemate@gmail.com

La escalada de Obrador

El País (España)
Editorial
03-08-2006

Manuel López Obrador, el líder centroizquierdista mexicano derrotado por estrechísimo margen en las presidenciales de julio, porfía en un camino peligroso para presionar a los jueces y denunciar el supuesto fraude electoral que le ha arrebatado la jefatura del Estado. La última fase de su protesta para exigir el recuento manual de todos los votos consiste en hacer acampar a sus huestes en el centro de la capital mexicana, paralizado y caótico desde hace tres días. No hay peligro de intervención policial para restituir la normalidad: el gobierno de la ciudad está en manos de su partido, el de la Revolución Democrática (PRD).

El Tribunal Federal Electoral, ante el que López Obrador ha recurrido, tiene hasta el 6 de septiembre para pronunciarse sobre las elecciones, ordenar un recuento total o parcial de los votos o dar por bueno el resultado que otorgó la victoria al conservador Felipe Calderón, del oficialista Partido de Acción Nacional (PAN). Es una institución respetada, integrada por siete jueces sin compromisos políticos conocidos.

Pero un mes es probablemente demasiado tiempo en el clima de creciente tensión política alimentada por López Obrador. El aspirante derrotado, cultivador de un populismo fácil, se prodiga en inquietantes mensajes que van desde considerarse el indiscutible presidente de México hasta el desprestigio del Tribunal Electoral, pasando por anunciar que acatará el resultado del recuento que exige "incluso si pierdo". Parece como si el objetivo final del ex alcalde de México fuese anular los comicios ganados aparentemente por Calderón, que mantiene un perfil deliberadamente bajo.

Con las movilizaciones populares que viene abanderando desde hace un mes, Obrador ha escogido el peor método democrático para defender la democracia. México se ha dotado en los últimos años de instituciones electorales creíbles, de funcionamiento democrático y maduro. Y no hay de momento evidencia alguna que avale el fraude denunciado por el líder centroizquierdista. Echarse al monte antes de que los órganos de arbitraje hayan cumplido su función, significa, entre otras cosas, que López Obrador carece de respeto por el sistema legal del país que aspira a presidir. La acampada en curso -pomposamente llamada resistencia pacífica- es un grave error más para ganar en la calle lo que le han negado las urnas. Un peligro menor es que acabe perdiendo el apoyo de quienes no le votaron, pero están a favor del recuento. Otro, de mucho mayor alcance, que la confrontación que el ex alcalde de México DF está fomentando, acabe yéndosele de las manos.

Dos discursos encontrados

Francisco Martín Moreno
Excélsior

04-08-06

El voto mayoritario de los mexicanos no me ha favorecido. Esto mismo le he declarado telefónicamente a Felipe Calderón, después de felicitarlo, como corresponde en una contienda civilizada.

Compatriotas!: Hoy, miércoles 5 de julio, me dirijo a la nación, a través de los medios masivos de difusión, para aceptar mi derrota en las últimas elecciones presidenciales celebradas el domingo próximo pasado.

Reconozco que los resultados han resultado muy apretados dado que el IFE le ha concedido el triunfo a Felipe Calderón por un margen insignificante que ni siquiera remonta 1% de los sufragios. Es irrelevante el número o el porcentaje: yo empeñé mi palabra y mi palabra es el único patrimonio que poseo, en el sentido de que si la votación de los mexicanos no me favorecía por un solo voto, yo le concedería la victoria a mi adversario político como un acto de elemental respeto, antes que a nadie, a la ciudadanía a la que me debo y, por supuesto, a las instituciones y a las leyes de la República, que establecen el marco de convivencia entre todos nosotros.

El voto mayoritario de los mexicanos no me ha favorecido. Esto mismo le he declarado telefónicamente a Felipe Calderón, después de felicitarlo, como corresponde por su éxito en una contienda civilizada en la que, por ningún concepto, se pueden poner en juego los supremos intereses de México. Hacerlo, es decir, dudar de las instituciones, no sólo implicaría una agresión imperdonable a nuestro país, sino que tal acción derogaría de golpe lo aseverado a lo largo de la campaña electoral, en que insistí desde todos los foros en la defensa de los pobres. ¡Que quede claro!: el desconocimiento de las instituciones afectará antes que a nadie a quienes más deseo proteger: a los que nada tienen, a los desposeídos, a los marginados, cuya existencia sólo se reconoce durante los discursos electorales… No tengo nada que demandar ante una instancia judicial.

El hecho de haber perdido en esta contienda de ninguna manera me descalifica para la siguiente. Soy un guerrero político. Volveré a la oposición para seguir luchando a través de las instituciones republicanas por el bienestar de mi país. Con las leyes en la mano y si no, creándolas, por medio de los mecanismos constitucionales dispuestos al efecto, haré todo aquello que esté al alcance de mi poder y el de mi partido para convencer a la representación nacional de la procedencia de mis ideas por el bien de todos.

Sé muy bien que el presidente François Mitterrand contendió por la Presidencia de su país en 1965, nada menos, que ante Charles de Gaulle y que perdió dichos comicios a pesar de que 44.48% del electorado había votado por el líder de la izquierda francesa. Sé que volvió a competir en contra de Valéry Giscard d’Estaing en 1974, para ser nuevamente derrotado. Mitterrand alcanzó esa vez una votación de 49.19%, mientras que Giscard tan sólo alcanzó 50.81%. Sé que la tenacidad de Mitterrand, así como el respeto ganado de la comunidad, lo condujo a ser el primer Presidente socialista de la Quinta República, en 1981, después de dos intentos infructuosos y sé también que se convirtió en el primer jefe de Estado francés que pudo permanecer en el cargo 14 años después de haber sido reelegido en una ocasión.

Ese es el ejemplo que tiene que dejar una izquierda inteligente que pretende abrir espacios en un mundo político saturado de adversarios amantes del inmovilismo económico. Sé muy bien que Luiz Inácio Lula da Silva contendió en 1989 contra Fernando Color de Melo y que perdió las elecciones como candidato de la izquierda brasileña. Sé muy bien que en 1984 volvió a contender por la Jefatura de Estado de su país en contra del sociólogo Fernando Henrique Cardoso y que volvió a fracasar en el intento. Sé que, al igual que Mitterrand en la tercera oportunidad, Lula logró finalmente su objetivo, obteniendo 52 millones de votos, que representan el mayor número de sufragios para elegir a un presidente en la historia de la política mundial. Sé que 61% de los brasileños votaron por él y también sé, nunca lo olvidaré, que en el discurso de toma de posesión de su cargo, Lula da Silva declaró, entre sollozos: "Y yo, que durante tantas veces fui acusado de no tener un titulo universitario, consigo mi primer diploma: el título de Presidente de la República de mi país…"

Pierdo, pero no me retiro. Pierdo, pero seguiré luchando por los 50 millones de mexicanos que permanecen sepultados en la miseria. Pierdo, pero continuaré mi campaña desde la oposición hasta poder tener en mi mano, en 2012, las herramientas necesarias para descubrir el verdadero rostro de México, el del progreso, el de la evolución, el de la igualdad y el que nos permita elevar a todos los mexicanos al nivel mínimo exigido por la dignidad humana.

El otro discurso, queridos compatriotas, lamentablemente ya lo conocemos: basta con salir al Paseo de la Reforma. ¿Cuál Reforma? ¿Dónde está la Reforma? ¿Esa es la izquierda reformista mexicana..?


fmartinmoreno@yahoo.com

El diluvio, la bolsa y el desplegado

Yuriria Sierra
Excélsior - Nudo Gordiano

04-08-06

Para quienes gustamos profundamente de la literatura, resulta inevitable darle, en ocasiones, una lectura casi mitológica a ciertos acontecimientos de la realidad. Inevitable pensar, desde esa óptica, que las últimas 48 horas han sido casi apocalípticas para el reparto de la coalición Por el Bien de Todos.

Apocalipsis 1:8 o Monsiváis. Una carta abierta a López Obrador, cuatro abajofirmantes. Todos ellos simpatizantes de la causa, pero no incondicionales: el plantón no es plantón, es un vil bloqueo, le espetaban a su amarillo candidato. Y agredir de esa forma a la ciudadanía no es el camino indicado. Como un golpe inesperado recibieron los perredistas el primer desplegado crítico de esta semana. Nadie contestó, sólo Encinas, quien dijo coincidir con Monsiváis, Cordera y Villamil, heraldos del desacuerdo y la reprobación que estos plantones ya causan entre la izquierda misma. Pero que, aun así, no procedería a desalojar los campamentos.

Apocalipsis 2:8 o el Diluvio. De dimensiones bíblicas parecía la tromba que azotó anteayer por la noche a la Ciudad de México: una granizada que lastimaba cabezas, parabrisas, domos… y tiendas de campaña. La furia de muchos se volvió tormenta para castigar, con pocos miramientos, a aquellos que se encontraban casi a la intemperie. Y digo casi, porque al menos algunos tenían sus toldos (cortesía del GDF, claro está). Pero, de cualquier forma, a los campamentos ayer les llovió sobre mojado. Y no, ningún Noé llegaba para rescatar a toda la indefensa fauna que pernoctaba relativamente tranquila, hasta que el cielo se les vino encima. Del voto por voto a la gota por gota y al granizo por granizo… De novela: anteanoche no era Encinas ni tampoco Fox… Era Tláloc quien parecía querer desalojar a los simpatizantes de López Obrador…

Apocalipsis 3:8 o el sentón bursátil. No fue plantón, fue "sentón", en términos del propio Gerardo Fernández Noroña: los manifestantes se fueron a "sentar" a las afueras de la Bolsa Mexicana de Valores (con las perversas pero ignorantes intenciones de "desequilibrar" ayer a los mercados financieros). Y ahí, sentados, se quedaron esperando a que se desplomaran las acciones de Sabritas… ignorantes, claro está, de que el mercado bursátil ya no opera como en 1929. Que hay un apocalíptico y conspirador sistema de cómputo complotero, tanto así que hasta dijeron que seguramente Hildebrando lo estaba operando desde su algoritmo (¿alguien les podría dar un curso de actualización tecnológica a estos amarillos muchachos? No me explico cómo pretenden(dían) gobernar sin entender que el mundo, hoy, funciona a través de señales satelitales).

Apocalipsis 4:8 o el desplegado. Alto al encono, primera página de Excélsior. También desplegado en el periódico Reforma. Más de 130 intelectuales, académicos, periodistas y científicos llamando a respetar los resultados, a cuidar las instituciones de nuestra democracia, a resolver en ellas nuestras diferencias, pero, sobre todo, este fue un desplegado que descalificaba el cántico de "fraude electoral". Lo que debe haber calado hondo en el hígado de AMLO y de la coalición es que entre los firmantes se encuentran antiguos amigos (algunos muy) de su causa: Denise Dresser, José Luis Cuevas, Jean Mayer, Rafael Pérez Gay, entre ellos…


yuriria_sierra@yahoo.com

Traición a la izquierda

Raúl Cremoux
El Universal
04 de agosto de 2006

Los deudos de Gil y Ovando, encargados de la secretaría electoral que debiera haber llevado a Cuauhtémoc Cárdenas a la Presidencia, así como las viudas, padres e hijos de los casi 600 izquierdistas desaparecidos durante el sexenio de Carlos Salinas, deben estar decepcionados y furiosos. El grupo que hoy rodea y asesora a López Obrador es, qué duda cabe, todo menos fiel a lo que pudiera considerarse representantes de la izquierda. Si lo fueran no habrían formado el núcleo fundamentalista que hoy, en su estrategia, tiene impotentes y desesperados a los habitantes del DF.


Haber logrado el número tan alto de legisladores, triunfo al cual no se le hace un reproche, y cargar todo el peso de un supuesto fraude en un individuo, es boicotear las posibilidades reales de introducir en un futuro gobierno lineamientos y acciones progresistas. Si esa no es su meta, ¿cuál sería el sentido del esfuerzo? La imagen que hoy el PRD y sus asociados proyectan sobre el país vuelve a mancharse y tiende a hacer nugatorio su avance. ¿Con qué autoridad ética el actual jefe de Gobierno, los próximos delegados y el siguiente gabinete de la capital, podrán imponer leyes y reglamentos a la ciudadanía si ellos son los que actualmente violan impunemente la legislación al permitir y auspiciar el estrangulamiento de plazas, calles y avenidas? De la izquierda, la real, la población espera muchísimo más que posiciones reduccionistas y cada vez más desbordadas.

En lugar del escándalo, un partido de izquierda debiera promover el parteaguas educativo: educación integral transformadora en la escuela y civilizadora en lo cotidiano. Educar para vivir, educar para cambiar. Enseñar que al porvenir se llega con conocimientos y se asienta en la dignidad. La creación de riqueza, debieran proponer, serviría sustancialmente a las clases humildes para atenuar las abismales diferencias entre pobreza y acumulación. Esto no se realiza con oratoria hueca ni dirigismo o coacción. Se hace con inteligencia. ¿Qué ejemplo para las nuevas generaciones se promueve al ver a los inconformes jugar futbol en donde debiera haber un tráfico fluido?

Una izquierda auténtica no utiliza a los ancianos, les brinda apoyo institucional. Una izquierda moderna asegura gran eficiencia como órgano regulador de la vida económica, al mismo tiempo que favorece la iniciativa de los participantes laborales. Más acuerdos, menos sospechas; menos palabrería, más resultados.

Los hombres de pensamiento progresista no chantajean ni intimidan; aspiran a un auténtico cambio que, en el caso mexicano, es el de atenuar desigualdades sin menoscabo de las libertades. Sean las de tránsito, de reunión o de expresión. Realizar la modernización de la sociedad y mantener su cohesión, así como propiciar respuestas tanto a las necesidades de ascenso social como a las de justicia, son las características que han tenido gobiernos de izquierda ejemplar. Como el de Francois Mitterrand que, durante 14 años de mandato, llevó a Francia a niveles de prosperidad y de equidad ampliamente reconocidos.

El conflicto postelectoral que hoy padecemos descalifica y denigra el nombre de "izquierda mexicana", hasta traicionarla. El verdadero pensamiento que merece tal nombre está en otra parte; entre los que desean la transformación en el consenso creativo y armónico de todas las partes, sin exclusiones, sin dogmatismos.

cremouxra@hotmail.com
Escritor y periodista

PRD contestatario

Jorge Chabat
El Universal
04 de agosto de 2006

Hay políticos que buscan el poder, pero hay otros que buscan el martirio. Y tal parece que esta última opción es la preferida de la izquierda. Y como prueba de ello, están las acciones de "resistencia civil" que ha emprendido la coalición Por el Bien de Todos.


Al parecer, lo que estas acciones buscan es radicalizar el ambiente político, agredir a los ciudadanos, pero no se ve cómo puedan ayudar a que López Obrador gane la Presidencia. De hecho, tales acciones parecen más una reacción de protesta adelantada contra un fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que una medida destinada a propiciar una decisión favorable a sus intereses.

Más aún, da la impresión que algunos sectores del PRD se sentirían muy cómodos si hubiera alguna acción del gobierno federal para removerlos del bloqueo que han hecho en la avenida Paseo de la Reforma: ello confirmaría su tesis del fraude y de la acción concertada de Fox y demás fuerzas oscuras en su contra.

En fin, tal parece que el PRD se siente más cómodo en la protesta, en la marcha, en la toma de avenidas, que en el cauce institucional, en la presentación de documentos, en la lucha legal. Todo indica que, tratándose de política, para el PRD lo suyo, lo suyo. es el desmadre. La lucha institucional como que no les sabe. Y si eso lleva a la derrota, mejor. Así podrán seguir protestando en las plazas, tomando avenidas, gritando contra el poder.

Llama la atención que el PRD haya decidido seguir en la tradición contestataria cuando los resultados electorales muestran un incremento impresionante en los votos obtenidos.

Más allá de qué decida el TEPJF, y aun cuando López Obrador no ganara la Presidencia, lo cierto es que éstas han sido las mejores elecciones en su historia: son la segunda fuerza política en el Congreso, duplicaron su votación para la Presidencia y, muy fácilmente, pueden llegar a ser la primera fuerza legislativa y ganar la Presidencia en el 2012. claro, si no les gana la vocación de mártires. Y ése es el problema de fondo del PRD. Como que la política formal se les complica. Hasta usar saco y corbata también se les complica.

Claro, eso no significa que no disfruten las prerrogativas del poder, pero es su ejercicio formal lo que no se les da. Es la lógica legal de la burocracia la que se les atraviesa: ¿para qué recurrir a los tribunales cuando se puede recurrir a un plantón? ¿Para qué buscar evidencias del supuesto fraude, cuando es más sencillo repetir en las "asambleas informativas" que todo fue un cochinero? Y además hay una multitud que está dispuesta a creerlo. El problema de fondo es que las estrategias de "lucha directa", las movilizaciones, los bloqueos, las representaciones teatrales en los centros comerciales, funcionan en un sistema no democrático en el cual las formas legales a nadie le importan. Han funcionado en el pasado.

Y cierto, son instrumentos que han utilizado todos los partidos, incluido el PAN. Durante décadas vimos cómo en México no importaba quién ganaba o quién perdía en las urnas: lo importante era la negociación política posterior, con presiones extralegales, con plantones, con manifestaciones, hasta con huelgas de hambre. Y tal parece que ésa sigue siendo la apuesta del PRD. Sin embargo, no está claro que esa estrategia le vaya a dar ahora resultado. ¿Acaso el TEPJF va a basar su resolución en los plantones y bloqueos del PRD? La verdad lo dudo.

Entonces, ¿por qué seguir esa vía y no privilegiar la institucional? Porque con esa opción no se "hallan". Eso de las argumentaciones jurídicas no se les da. Saben que con movilizaciones no van a obtener la decisión que buscan, pero no importa. Eso es lo que saben hacer. Es como el tipo que busca la llave perdida no donde la perdió sino donde hay luz. Es el terreno de la protesta callejera y la movilización el que conocen, en el que se sienten cómodos. No importa si les da o no resultados. Es en ese terreno donde actúan como son en realidad y no como la "sociedad burguesa" quisiera que fueran.

La pregunta obligada es ¿qué sigue ahora para el PRD? Y la respuesta es simple: nada. Más allá de la movilización no hay más. Muchos esperan una acción "represiva" del gobierno federal. Pero si ésa no llega, tendrán que conformarse con las mentadas de los automovilistas de la ciudad de México. No hay más. Y habrá que esperar a las próximas elecciones. ¿Cuántos votos de los moderados habrán perdido por el bloqueo de Paseo de la Reforma? Probablemente muchos.

Pero no importa. Mejor. Así, si en el 2009 o 2012 tienen menos votos será por la conspiración del gobierno, lo cual justificará más movilizaciones y bloqueos e invasiones de propiedad privada que creen que es pública. No cabe duda: no hay puerto seguro para el que no quiere bajarse del barco.

jorge.chabat@cide.edu
Analista político e investigador del CIDE

3 de agosto de 2006

¿Democracia directa?

José Woldenberg
Reforma
3 de Agosto del 2006

"Escuchen bien amigas y amigos, lo que les voy a decir, quiero una respuesta de ustedes, sincera, que lo pensemos, aunque sea un instante, les propongo que nos quedemos aquí, en asamblea permanente, hasta que resuelva el Tribunal. Les propongo que aquí nos quedemos, que permanezcamos aquí, día y noche, hasta que se cuenten los votos y tengamos un presidente electo con la legalidad mínima... Si decidimos quedarnos, nos organizaremos de la siguiente manera: Aquí, en el Zócalo, se quedarán los que provienen de los 31 estados del país, y a lo largo de Madero, Juárez y el Paseo de la Reforma... se establecerán los habitantes de las 16 delegaciones del Distrito Federal... Estamos hablando de 47 campamentos. En cada campamento habrá una coordinación integrada por senadores y diputados electos, jefes delegacionales electos, dirigentes de los partidos de la Coalición... Y habrá un representante de las redes ciudadanas en cada campamento. (Luego viene la explicación de en qué calles estarán los diferentes campamentos)... Voy a poner a consideración de ustedes esta propuesta. Les pregunto, ¿nos quedamos? ¿Sí o no? Voy a volver a preguntar de otra forma. Los que estén por que nos quedemos, que levanten la mano. Los que no estén de acuerdo que levanten la mano. ¿Abstenciones? Nos quedamos" (La Jornada, 31 de julio de 2006).

Así fue como Andrés Manuel López Obrador le planteó a la multitud y ésta "resolvió" llevar a cabo "los campamentos" que han desquiciado la Ciudad de México en los últimos días. Una medida que al obstruir la circulación en varias de las principales calles y avenidas del Distrito Federal ha tenido efectos multiplicadores en el ya de por sí complejo problema del tráfico vehicular. Pero más allá de la sinrazón de la medida, vale la pena detenerse en el procedimiento de aprobación de la misma, porque expresa (creo) una concepción de las relaciones entre el líder y sus seguidores que ofrece claves para entender la idea de la política del principal dirigente de la izquierda mexicana.

AMLO hizo la propuesta a título individual ("les propongo"), y en ningún momento mencionó al comité ejecutivo del PRD o a la coordinadora de la Coalición o a la de las redes ciudadanas o a un grupo de asesores. Se trata de la iniciativa que presenta el líder a un conjunto mayúsculo e indiferenciado. Por supuesto, en un acto no sólo masivo sino multitudinario no hay espacio para la deliberación, para sopesar las bondades o problemas que las "propuestas" puedan acarrear; pero el líder asume (ya sea de manera retórica o que verdaderamente lo crea) que la responsabilidad es compartida (él propone, los otros respaldan), mientras que la multitud cree (imagino) que la responsabilidad es del líder. Y finalmente la votación simbólica de cientos de miles no puede ser contada, ni nadie, por supuesto, pretende hacerlo. Se trata más de un ritual de adhesión que de una auténtica decisión.

Algunos llaman a eso democracia directa. No obstante, esa fórmula de relación entre el líder y la masa -sin intermediarios- carece de dos de los elementos fundamentales de las prácticas democráticas: a) la posibilidad de debate entre dos o más iniciativas y b) por ello la existencia de pesos y contrapesos que hacen del "demos" un sujeto y no un objeto, un conjunto con visiones distintas y no un monolito indiferenciado. Lo que vimos es una fórmula de relación plebiscitaria que no necesita de circuitos de deliberación, porque supone que el líder encarna las esperanzas y necesidades de sus "representados" y éstos depositan en él su confianza. Se trata de un representante directo que habla a nombre de un conjunto inmenso de personas que ponen en él no sólo sus anhelos y proyectos, sino también su responsabilidad. Por ello, si el líder se equivoca los seguidores también lo hacen. Ésta es, entonces, la primera derivación de los liderazgos unipersonales y carismáticos: las altas posibilidades de error, ya que suele suceder que incluso las ocurrencias se convierten en directrices políticas.

La desaparición en el discurso de los partidos que fueron la plataforma de lanzamiento de su candidatura tampoco parece ser casual, al igual que la atrofia de los circuitos de deliberación en los propios partidos. Es el resultado de la construcción de un sujeto compacto y sin fisuras, el pueblo, con el cual el líder quiere y puede relacionarse (en los actos masivos) sin mediaciones que le estorben. El líder popular (y qué duda cabe que lo es) se siente a sus anchas con ese océano multitudinario en donde las diferencias, los matices, las contradicciones se borran, para dar paso a una adhesión fervorosa que él sabe cultivar.

De igual manera, los otros partidos y las instituciones estatales aparecen como una especie de laberinto insondable en donde las energías y los anhelos populares tienden a diluirse. De ahí la forma maniquea y despreciativa en que son tratados. Si el pueblo es uno -y no una pluralidad de intereses, visiones, necesidades- y ya encontró a su líder, entonces todo aquello que no se forme en el "bando popular" no es sino expresión de intereses aviesos.

Es en ese desprecio a los complejos equilibrios que después de todo se han construido en el mundo estatal en los últimos años donde se encuentra la pulsión más nociva de esa forma de entender la acción política. Porque resulta altamente disruptiva en la perspectiva de asentar y eventualmente consolidar las rutinas y prácticas democráticas que suponen precisamente que las leyes y las instituciones son los conductos a través de los cuales deben convivir y competir las diferentes opciones políticas. Fuerzas distintas y encontradas que merecen y tienen que coexistir.

Lógica política

Sergio Sarmiento
Reforma - Jaque Mate
3 de Agosto del 2006

"Nada hay tan conforme a la razón como esa negación de la razón".
Blaise Pascal

La lógica es muy sencilla. Como los señores del Tribunal Electoral pueden fallar en contra de lo que yo considero debe ser su decisión, le pido al candidato que contendió contra mí que les exija a los magistrados que fallen a mi favor, y como mi rival no me hace caso, secuestro a mis vecinos por tiempo indefinido. Pero eso sí, les pido una disculpa por hacerlo.

Es la misma lógica si, debido a que alguien me amenaza de que me va a pegar, yo respondo pegándole un puñetazo a un transeúnte que pasa junto a mí y le digo que le pego porque quiero que otro señor que va pasando le exija a quien me amenazó que no lo haga.

No hay mucha lógica en todo esto, pero tal es la actitud de Andrés Manuel López Obrador y del PRD al bloquear todo el corredor turístico Paseo de la Reforma-Zócalo de la Ciudad de México para exigirle a Felipe Calderón que le pida a los magistrados del Tribunal Electoral que cuenten nuevamente los votos de la elección del 2 de julio.

Lo paradójico del asunto es que este corredor ha sido uno de los proyectos que López Obrador utilizó como carta de presentación durante su campaña para la Presidencia de la República. El corredor era su prueba de que, en caso de ser electo, no gobernaría de espaldas a la iniciativa privada. Y, efectivamente, el corredor fue remozado con fondos de los negocios que se encuentran precisamente en el Paseo de la Reforma, Avenida Juárez y Madero.

Pero hoy López Obrador ya no necesita esa máscara y busca asfixiar económicamente a estos comercios y restaurantes... y todo para mandarle a Felipe Calderón el mensaje de que abogue por él frente a los magistrados del Tribunal Electoral.

El candidato del PRD está asumiendo una posición que él mismo sabe es absurda porque se ha dado cuenta de que esto funciona en un país como el nuestro en que la autoridad se niega a ejercer su función. Después de todo, los maestros de la sección 22 han mantenido secuestrada a Oaxaca durante más de dos meses exigiendo la renuncia del gobernador.

La lógica del secuestro de quien nada tiene que ver en el asunto es tan perversa que muchos simpatizantes del propio López Obrador la han cuestionado. Hay una izquierda inteligente en el país que entiende, para empezar, lo terriblemente injusto del ataque de Andrés Manuel a los trabajadores que deben ganarse la vida en el corredor turístico, pero que también se da cuenta de lo contraproducente de esta agresión a los habitantes del Distrito Federal para la imagen de López Obrador y del PRD.

Han empezado a surgir voces para que el gobierno federal intervenga. Después de todo, el Presidente tiene facultades para destituir al secretario de Seguridad Pública de la capital, lo que le permitiría nombrar a alguien que sí estuviera dispuesto a hacer cumplir la ley. Pero no lo hará por razones políticas. ¿Para qué meterse en un pleito con el gobierno capitalino y con el PRD, para qué usar la fuerza pública para abrir las calles y darle a López Obrador el mártir que éste busca, si el propio candidato del PRD está tomando las medidas necesarias para disminuir su popularidad política? Una intervención del gobierno federal violaría toda lógica política.

Lo peor de todo para los ciudadanos comunes y corrientes, los que no tenemos sueldos del gobierno o de los partidos políticos, es que Andrés Manuel y sus colaboradores se están metiendo en una espiral ascendente de radicalismo de la que no podrán escapar fácilmente. Ya han anunciado que seguirán endureciendo sus medidas de resistencia. Esto significa que el daño que están causando a los ciudadanos no es suficiente como forma de presión a los magistrados. Necesitan algo más.

Uno no puede dejar de temblar ante esta amenaza, sobre todo si consideramos que la estrategia del PRD para influir sobre el Tribunal Electoral ha sido agredir a ciudadanos que no tienen nada que ver en el asunto.

Hay diferencias en el movimiento de López Obrador. Han surgido voces sensatas en el entorno del candidato que le han señalado que el bloqueo, o cualquier otra medida destinada a agredir a los ciudadanos, no sólo es injusta sino políticamente dañina. Pero quien está tomando las decisiones, y quien al parecer no tiene ninguna intención de moderar las acciones de resistencia, es el propio López Obrador.

Todo parece indicar que el bloqueo del corredor turístico continuará. La lógica de Andrés Manuel y de los perredistas es completamente distinta a la de los humanos comunes y corrientes. Nosotros no pensaríamos en golpear a una persona para mandar un mensaje a otra para que asuma una posición frente a una cuarta. Pero poco a poco nos estamos dando cuenta de que ésta es la lógica de López Obrador. Y lo que más inquieta es la amenaza de que, como estos golpes no han sido suficientes, habrá que propinar otros más para que el mensaje se entienda.

Iguales

Si todos somos iguales ante la ley, todos podemos bloquear las calles que queramos. Si todos somos iguales, todos podemos exigir a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro que nos instale diablitos para no tener que pagar la electricidad. Si todos somos iguales, todos podemos jugar futbol en las calles. Por el bien de todos, primero nosotros.

sarmiento.jaquemate@gmail.com

Y ahora, hasta...

Como siempre suele hacer Guadalupe Loaeza cuando ha querido decirle a AMLO cosas que no se atreve a poner en su propia boca, usa a terceras personas (sus lectores o sus amigos) de las que "sólo pasa el recado".

Pero aún así es importante su artículo de Reforma. Es otra de las personalidades, y que más furibundamente ha defendido a AMLO, que ya no sabe cómo abordar el tema: apoya a AMLO pero considera una locura el plantón en Reforma.

Guadalupe Loaeza
Reforma
3 de Agosto del 2006

A la cantidad de correos que recibo a diario, desde hace varios meses, de absoluto rechazo a todo lo que tenga que ver con AMLO, especialmente en estos últimos días, se agregan los mismos amloístas. Desde el lunes me han estado llamando por teléfono para expresar sus quejas respecto a los plantones del Paseo de la Reforma. A los primeros dos telefonemas que recibí no les di mucha importancia, pero cuando ayer sumé más de seis, en este mismo sentido, entonces sí comencé a preocuparme. Lo más llamativo de todo es que la mayoría de estas llamadas se convertían en unos largos, larguísimos monólogos plagados tanto de elogios hacia López Obrador como de comentarios desaprobatorios. Se hubiera dicho que muchos de estos amigos amloístas sentían cierta culpa de expresar lo que pensaban. O bien, no faltaba alguno, tal vez, que temiera ofenderme al decirme a mí lo que realmente pensaba. En muchos casos mi interlocutor o interlocutora estaba tan metido en su "rollo" que incluso no escuchaba mis esporádicas intervenciones, de allí que optara por ya no intervenir y escucharlos (las). "Tú que estás tan cercana a él, ¿por qué no le dices que si sigue con este plantón en Reforma puede ser totalmente contraproducente hasta para su partido?", me comentaron más de dos. Eran los más acelerados, por eso ni tiempo me daba de decirles que desde hacía muchos meses no había tenido la oportunidad ni de verlo, ni mucho menos de platicar con él. Por eso decidí transcribir en un solo monólogo todo aquello que me dijeron mis amigos que votaron por el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, pero que ahora se encuentran muy angustiados (das).

"¿Guadalupe? Qué bueno que te encuentro. Oye, estoy muy preocupado, esto del plantón en Reforma es una locura. ¿Ya te enteraste de todas las pérdidas de los hoteles y de los restaurantes que están por el rumbo? Tienes que convencerlo (???) de que libere algunos cruces, sobre todo los de las glorietas. ¿No crees que este plantón le está haciendo demasiado daño al partido? Encinas está contra la pared... El pobre ya ni sabe qué decir en las conferencias mañaneras. Así han de estar todos en el PRD. Bueno, ya hasta Monsi y otros cuates criticaron la medida. Lo peor de todo es que nos está dejando colgados de la brocha. Yo ya me peleé con todo el mundo en la oficina. Desde el lunes muchos de los compañeros me dicen cosas como: '¿Te parece bien lo que está haciendo tu candidato? ¿Te parece muy democrático? Claro, a él no le importa porque cree que la ciudad es de su propiedad. Como nadie se ha resistido, como seguramente hubiera sucedido con millones de ciudadanos de otras ciudades del mundo, pues así qué fácil. ¿Te has fijado que hay muchos campamentos que están vacíos? Yo creo que no va nadie porque no tienen contra qué autoridad luchar. Han de pensar que es muy sencillo... ¿Ya ves cómo sí es autoritario? ¿Ya ves cómo sí es un Peligro para México? Imagínate si llegara a la Presidencia, todas las locuras que no haría. A nadie le haría caso, todos los días cerraría las calles, etcétera, etcétera. ¿Hasta dónde nos quiere llevar? ¿No te da vergüenza haber votado por él?', me preguntan con una sonrisita de idiotas. Y claro que yo les digo que no entienden nada, que no saben lo que significa una verdadera resistencia civil y que Andrés es un verdadero líder y un verdadero luchador comprometido con el pueblo. Y por más que les diga que es parte de la estrategia para presionar para que se cuente voto por voto, casilla por casilla, porque es la única manera de tener certeza de las elecciones, no me comprenden. Les propongo que vayan a los programas culturales que se están llevando a cabo en algunos campamentos, que vayan a ver la película de la noche que se muestra en todas las pantallas del Zócalo y me dicen: 'Mira, lo único que está logrando tu pinche candidato es que cuando llegue Calderón a la Silla, todo el mundo lo reciba con los brazos abiertos: los empresarios, la Iglesia, toda la gente con dinero, las clases medias, hasta los pobres lo van a recibir con porras con tal de tener paz y orden en el país. Admítelo, tu candidato perdió y ya no tiene nada que hacer', me dijo una compañera que antes me caía muy bien, pero que ahora la odio. ¿Qué crees? Que el otro día casi me doy de cates con un imbécil que trabaja conmigo porque me trató de 'pinche borrego populista'. Guadalupe, la verdad es que sí estoy muy preocupado. Ahora sí la polarización está durísima: en la casa, en la oficina, en la calle... A mi manera de ver AMLO se está equivocando. ¿Te das cuenta de toda la gente que ya no puede ir a los museos que están en Reforma; ni al de Antropología, ni al de Arte Moderno y menos al de Tamayo? Mañana presenta un amigo mío una exposición en la Casa del Lago y está tristísimo porque piensa que no va a ir nadie. Pobre porque trabajó más de un año para ponerla. Claro, es que a Andrés nunca le ha interesado la cultura. Perdóname, pero siempre le ha valido gorro. Sí, Guadalupe, estoy muy enojado y también muy triste. Ya me decepcionó. Tú mejor que nadie sabes desde cuándo estoy con él. He ido a todas las marchas en su apoyo, he llevado a amigos que eran totalmente renuentes a su persona, y muchos miembros de mi familia votaron por él, gracias a que los convencí porque yo mismo estaba convencidísimo. Voté por él porque era el único candidato que me parecía congruente; el único que conocía la realidad del país; el único que estaba contra los neoliberales; el único que tenía un buen diagnóstico de los problemas de México y el único honesto. Voté por él porque odio la derecha, porque odio a Espino y odio a Abascal, porque considero que el verdadero problema para el país es el Yunque; porque me dieron horror los autores de la campaña del miedo; porque Calderón es igual que Fox; porque odio a la señora Marta; porque el Presidente se convirtió en el vocero del candidato de la derecha; porque el PAN apoyó la Ley Televisa; porque llevamos seis años de un gobierno totalmente mediocre y por la falta de equidad desde que empezó la campaña. Por todo esto voté por Andrés. Además, soy de los que piensan que sí hubo fraude. Estoy convencido de que, tanto en el IFE como en el PREP, hubo mano negra. Tenemos que hacer todo porque cuenten voto por voto. Pero no, no puedo estar de acuerdo con lo que está haciendo Andrés. Tienes que decirle (???) que levante el plantón del arroyo vehicular de Reforma. Se lo tienes que decir (???), aunque sé que a nadie escucha. A lo mejor no te atreves a decírselo (???) porque temes que sea una deslealtad de tu parte. O porque tal vez pienses que si lo criticas en tu columna te estás uniendo a las otras críticas... Guadalupe, estoy muy enojado y muy deprimido... Ya ni sé ni qué pensar...".

Hora de despejar

Germán Dehesa
Reforma - Gaceta del Ángel
3 de Agosto del 2006

El asunto está muy peludo. La Ciudad de México está tomada por una bola de ciudadanos mexicanos cuyas cívicas y patrióticas actividades son muy variadas: jugar cartas, dominó, permanecer echadotes, bailar ritmos tropicales, poner diablitos, conseguir una minicancha de fut de pasto sintético, ir a la feria y con todo esto, defender heroicamente al siempre victimizado Napoleón de los Pantanos y su convicción histórico-teológica de que él y sólo él es el ungido y consagrado. Me dicen que personas muy allegadas a su sacra presencia le han dicho que se la está xalando en extremo y que ésa, según politólogos y urólogos, no es una buena estrategia. Palabras más o menos, eso es lo que le dijo mi cuate Bonilla, pero yo me permito hacer sobre esto una reflexión que comienza con una pregunta: ¿cómo saber si la de AMLO es o no una buena estrategia, si previamente no sabemos qué es lo que quiere?. Todavía hay quien piensa que AMLO quiere ser Presidente de México por la vía institucional y democrática de las urnas. No es mi caso. Como decía el lunes, estamos asistiendo a una veloz dilapidación de un capital político y a un suicidio electoral. López Obrador ya no quiere el poder por este camino; él va rumbo a la confrontación y de algún modo sabe que el recuento voto por voto, apoyado por muchos de nosotros, o no se hará, o si se hiciere, no le resultará favorable. No hay otra manera de entender esta radicalización tan extrema hacia donde navega AMLO y que pasa por la toma de otras vías primarias y de aeropuertos y carreteras. Si a lo que va el Peje es hacia una insurrección civil y a una confrontación directa y violenta con el orden constituido, entonces, mi querido Héctor, la estrategia de López Obrador es la correcta.

Tengo otra pregunta que quizá es la más importante, sobre todo si se toma en cuenta la absoluta e incondicional rendición del Gobierno de la Ciudad y la sacatona y pachorruda actitud de Vicente Fox quien, como no hay ningún Bribiesquita que trabaje en Paseo de la Reforma, ha asumido su característica pose de ¿yo por qué?, para luego proseguir su plácido viaje rumbo al ansiado brócoli. La pregunta es: ¿y los ciudadanos?.

De esto se trata, de que los ciudadanos hagamos algo al ver a nuestro país en ruta de colisión y con el narco y con los gringos que se echarían de cabeza al revueltísimo río y acabarían siendo los únicos beneficiarios de otra revolución mexicana. Si soportamos que nos quiten nuestra Ciudad, me temo que también soportaremos que nos quiten nuestro país. Yo no. Todo esto lo declaro con calma, sin ánimos belicosos, sin sesgos partidistas, sin voluntad de atropellar el derecho de todos a dirimir democráticamente sus diferencias; sin embargo, con toda serenidad exijo: devuélvanme mi Ciudad, corran a Encinas que sólo sirvió para ser gato, dejen de estar empleando recursos públicos, dinero nuestro, para mantener este borlote que literalmente ya se pasó de la raya; ya estuvo suave de que la agenda nacional la dicte un señor que actualmente no tiene más cargo que el de candidato a la Presidencia y cuya bandera es, o dice ser, la de los pobres. Si esto fuera cierto, no estaría empobreciendo el erario de la Ciudad, no estaría robándonos nuestro tiempo y nuestras posibilidades de ganar un salario; no estaría tramando una insurrección civil que terminaría haciendo más pobres a los pobres y al país entero. Así como estuve a favor del voto por voto, me pronuncio absolutamente en contra de estos arrebatos demenciales. En este día 2 dedicado a todos los Ángeles, desde mi hijo hasta el de la Independencia, declaro que no me da la gana que me quiten mi Ciudad y exijo su inmediata devolución, ¡canastos!.

¿QUÉ TAL DURMIÓ? DCCCL (850)

MONTIEL y el Precioso siguen durmiendo como si no fueran lo que son.

german@plazadelangel.com.mx

Querido Alejandro Encinas:

Yuriria Sierra
Excélsior - Nudo gordiano

03-08-06

O lo que es lo mismo, Querido Santa Claus (que además se parece a Alejandro Encinas), esta es una especie de cartita de Navidad (adelantada). Primero que nada, hay que empezar confesando que siempre te percibí como uno de los militantes del PRD más sensatos y realmente comprometidos con la construcción de una posibilidad real y responsable por la cual la izquierda en México tomaría, por fin, un carril de alta velocidad, pero en una carretera en la que está pagado el seguro de vida, al menos en el tramo a la próxima caseta. Y ese seguro de vida son las instituciones. Ese seguro de vida es la congruencia. Ese seguro de vida es la sensatez política.

Flamante jefe de Gobierno. Encinas asumió el poder tras la renuncia de López Obrador, quien, luego del episodio del desafuero, por fin lograba concretar su acariciado sueño de ser el candidato (de unidad, claro está) del PRD a la Presidencia. En cosa de dos semanas, el estilo personal de Encinas generó buena recepción entre tirios y troyanos: a diferencia de AMLO, el nuevo jefe de Gobierno no veía complós en todos lados ni desestimaba las opiniones de sus críticos u opositores. A diferencia de López Obrador, el flamante Alejandro Encinas era absolutamente capaz de compartir el presidium con Vicente Fox para inaugurar un nuevo conjunto habitacional o darle al gobierno federal su debido crédito en el financiamiento para la construcción de un segundo piso. Su estilo moderado era, sobre todo, la promesa de algo mucho más esperanzador que la mera participación conjunta en cortar listones. Encinas era el nuevo rostro de esa posibilidad ausente entre la izquierda y la derecha en México, durante los años que siguieron a la exposición de los inolvidables videos cortesía de Carlos Ahumada: el rostro del entendimiento, más aún, el rostro de la cooperación y la conciliación inteligentes.

Flamante jefe de campaña. Sin embargo, durante las campañas, el jefe del Ejecutivo local se vio obligado a competir, por razones obviamente pragmáticas, con el del Ejecutivo federal. Encinas tenía que competir, al menos en resultados, con Vicente Fox. Comprensible que si el Presidente del país hacía campaña (velada, desvelada o rampante) en favor del candidato de su partido político (o más bien en contra del candidato populista), luego entonces el jefe de Gobierno tenía que cacarear los huevos que Andrés Manuel había puesto durante sus casi seis años de gobierno. Encinas, sin embargo, intentó "despersonalizar" la publicidad porque su participación (en términos de popularidad) no podía competir con la de Fox, pero, enseguida y, más que nada, porque los reflectores tenían que estar sobre López Obrador. Comprensible. Hasta aquí, nadie puso gritos demasiado elevados en el cielo… (entre gitanos nunca se leen la baraja, digamos).

Flamante funcionario de plantones. El problema, querido Alejandro Encinas, es que tu nueva condición de manifestante partidista desde el gobierno te coloca en una situación que tiene un amargo sabor cortoplacista. ¿Has pensado qué pasará con tu carrera política si Andrés Manuel no logra que el Tribunal acepte la demanda del "voto por voto, casilla por casilla"? ¿Has reflexionado sobre quién podrá reconstruir los puentes de entendimiento entre la izquierda y la derecha en nuestro país? ¿Has pensado quién podría dar la cara ante 65% de mexicanos que no votaron por AMLO y, además, se han sentido agredidos por el renacimiento de olas tácticas de violencia (psicológica) de la izquierda más añeja y radical en México? ¿Has pensado quiénes se quedarán con el PRD al final de estos días terribles? ¿Por qué entregarle todo a López Obrador, cuando éste se ha mostrado tan proclive a no pedirlo, sino simplemente habilitado para arrebatarlo?


yuriria_sierra@yahoo.com

¿Por qué, Alejandro?

Denise Maerker
Excélsior - Atando cabos
03-08-06

La estrategia que está siguiendo Andrés Manuel López Obrador es tan paradójica que, en aras de un objetivo aún no definido o por lo menos no claramente explicado, está consumiendo el capital político acumulado por la izquierda en los últimos 20 años.

El PRD no se inventó ayer y los cuadros de izquierda que rodean a López Obrador tienen una larga trayectoria. Como todos sabemos, la izquierda mexicana tardó mucho tiempo en encontrar su lugar dentro de la lucha democrática. Fue hasta 1988, cuando Heberto Castillo declinó como candidato a la Presidencia por el Partido Mexicano Socialista a favor de Cuauhtémoc Cárdenas, que se sella la alianza entre la izquierda de origen priista y la izquierda tradicional surgida, parte de ella, de los movimientos reformistas y revolucionarios de los 60 y 70. De ahí surge el PRD.

Estigmatizado desde el inicio como una opción violenta, por su pasado revolucionario y sus métodos de lucha, al PRD le ha costado mucho tiempo y trabajo deslindarse de esa imagen. Parece remoto, pero los mismos que hoy alaban la moderación de Cuauhtémoc Cárdenas, en su momento lo presentaron también como un peligro para México. El triunfo de 1997 en el DF y los subsiguientes gobiernos perredistas fueron pasos decisivos para que a ese partido se le percibiera como una opción más dentro de la oferta política democrática.

Mucho de ese trabajo se está poniendo en juego hoy. Y si lo está, es porque el PRD no pudo en estos 17 años consolidar una auténtica vida interna.

Desde hace meses, el PRD desapareció. Las grandes decisiones son unipersonales y ni siquiera lo ocultan. En las últimas semanas, en las fechas decisivas, como el 2 y el 6 de julio, día de los cómputos distritales, no se supo nada del PRD ni las luces del edificio sede del partido en Monterrey 50 estuvieron prendidas. Y en este periodo poselectoral, en el que se han tomado decisiones importantísimas para el futuro del partido, no se conoce de deliberaciones, discusiones o desacuerdos entre los cuadros perredistas.

Esto es un asunto exclusivamente entre Andrés Manuel y la gente que se reúne en el Zócalo; es a ellos a quienes les pregunta, de forma totalmente retórica, si están o no de acuerdo con sus propuestas. ¿Y los cuadros del PRD? ¿Qué opinan los gobernadores Lázaro Cárdenas, Amalia García y Zeferino Torreblanca? ¿Dónde están Pablo Gómez o Leonel Godoy?

Quizá sea el costo que están pagando los perredistas por no haber sido nunca capaces de vivir sin un caudillo que los guiara; primero fue un Cuauhtémoc Cárdenas omnipresente y luego se entregaron sin reservas a López Obrador.

Lo cierto es que la radicalización y la consiguiente marginación del PRD en el escenario político mexicano es una terrible pérdida para la izquierda reformista de este país.

Alejandro Encinas es en este sentido el personaje emblemático de la tragedia que vive hoy la izquierda. Auténtico militante de izquierda y un cuadro prometedor, vital y carismático, a Alejandro le llovieron los halagos cuando asumió hace exactamente un año la Jefatura de Gobierno. El efecto de su estilo de gobernar fue percibido de manera inmediata. Se destensaron las relaciones con la Federación, se estableció una fructífera colaboración con el gobierno del Estado de México y mejoró notablemente la comunicación con los jefes delegacionales, incluidos los de oposición. Fue un auténtico respiro después de la tensión del proceso de desafuero y de los múltiples pleitos de Andrés Manuel, muchos de ellos, es cierto, producto de su condición de precandidato a la Presidencia.

Encinas llegó al GDF con la encomienda central de mantener a la ciudad en paz durante la campaña y cumplió. Hoy, como recompensa, López Obrador lo expone al escarnio público, obligándolo a solapar y a financiar, al menos indirectamente, el plantón poselectoral. A Encinas sus compañeros lo están atropellando con esta movilización y en su cara trae las marcas del camión que le pasó por encima.

¿Por qué lo hace? No sé. A lo mejor la dinámica entre los colaboradores cercanos de López Obrador se ha convertido en una competencia por demostrar quién es más leal y más radical. Quizás están acobardados de que los llamen traidores. No sé.

Pero, por una u otra razón, Alejandro ya no actuó como un hombre de Estado consciente de la responsabilidad que le da gobernar a esta ciudad. Ya no lo hizo.

Nadie le está pidiendo que use a la policía y reprima a los manifestantes, pero es que hemos sido testigos de que su gobierno no sólo ha sido permisivo, sino que ha colaborado activamente en la instalación de los plantones.

Tendríamos que estar frente a una situación realmente excepcional, un golpe de Estado o una deriva autoritaria del gobierno federal, para que el gobernante de la ciudad pudiera legítimamente dejar de lado su papel institucional y se convirtiera en el militante de una causa política.

Pero no es el caso. Por eso con estos bloqueos pierde la izquierda credibilidad y respeto y de pasada quema a uno de sus mejores hombres. ¿Por qué?


denise.maerker@nuevoexcelsior.com.mx

Cómo dilapidar su capital político en un mes

Jorge Fernández Menéndez
Excélsior - Razones
03-08-06


Cuando en el futuro se cuente la historia política de estos días, probablemente se recordará el pasado 2 de julio como el día de la primera elección realmente competida del México contemporáneo, en la cual los ciudadanos tuvimos que optar entre dos propuestas legítimas, pero muy diferentes, de país. Como ha dicho López Obrador, es verdad que 15 millones de mexicanos cruzaron la boleta con su nombre, pero siempre olvida que otros 27 millones prefirieron otros proyectos, incluido otro Presidente de la República. Ni remotamente, en términos electorales, López Obrador representa la mayoría de los mexicanos, aunque haya acumulado un capital político más que considerable.

Pero si las cosas continúan en esta misma dinámica, estos días serán recordados, también, por la mayor dilapidación imaginable de ese capital político. Hoy, todos los estudios de opinión serios demuestran que el apoyo a las medidas de presión de López Obrador contra las instituciones tienen la aprobación de aproximadamente 25% de los ciudadanos y esos estudios se levantaron antes de los injustificables bloqueos masivos organizados desde el domingo 30 en el DF (en el resto del país el tema ha desparecido de la agenda). Eso quiere decir que López Obrador, que tuvo el mérito de levantar la votación histórica de su partido hasta niveles tan altos como 34%, hoy, apenas transcurrido un mes de las elecciones, está logrando regresar al PRD a su nivel histórico de aceptación de alrededor de 20%. En pocas ocasiones se ha podido apreciar una caída tan brusca en la aceptación de un "poscandidato", pero ello puede explicarse a partir de la enorme cantidad de errores y dislates cometidos por López Obrador, en los cuales está embarcando a muchos de sus aliados y simpatizantes.

El 3 de julio dijimos, en este mismo espacio, cuando aún no había siquiera resultados definitivos del conteo rápido del IFE, que uno de los grandes méritos de la elección era que no había habido impugnaciones (y hasta ese día, no existían) y que el resultado tan cerrado permitía corroborar una de las reglas básicas de la democracia: que independientemente de quién fuera el próximo Presidente, nadie ganaría todo y nadie perdería todo. Lamentablemente, quizá porque las reglas de la democracia no son su fuerte, López Obrador, desde la misma noche del 2 de julio, comenzó a bombardear, sin una sola prueba de cargo, al proceso electoral, las instituciones, la participación ciudadana y la estabilidad democrática del país. En apenas un mes, López Obrador ha desconocido toda la organización del proceso, incluyendo en ello al millón de ciudadanos que participaron como funcionarios de casilla y que contaron los votos la misma noche del domingo 2 en presencia de otros dos millones de representantes de partido; desconoció al Programa de Resultados Electorales Preliminares, organizado por expertos de la UNAM; rechazó el conteo distrital, realizado una vez más en forma abierta y con representantes de todos los partidos; terminó acusando de traición a los cientos de miles de representantes de su propio partido, por haber firmado las actas que confirmaban un conteo electoral correcto y apegado a la realidad en sus casillas; acusó de corruptas y traidoras a las autoridades del IFE; reclamó, aunque ya se hubiera realizado, un nuevo conteo "voto por voto", pero al mismo tiempo advirtió, en dos ocasiones, primero en una entrevista con Carmen Aristegui y luego en otra con El País, de España, que aun cuando éste se realizase, si él no resultaba elegido Presidente, desconocería la legitimidad del nuevo gobierno porque hubo "fraude antes, durante y después de las elecciones". Un fraude, por cierto, extraño, porque a pesar de que los porcentajes electorales que obtuvieron los senadores y diputados de la coalición Por el Bien de Todos fueron menores que los del mismo López Obrador, en esa instancia o en los comicios del DF, según López Obrador, ahí no hubo fraude, éste se cometió sólo en su contra. Finalmente, en entrevista con Jorge Ramos, de la estadunidense Univisión, no pudo más y explotó: "Soy el Presidente de México", dijo, para desconcierto de propios y extraños. Y unos días después, terminada una manifestación que se anunciaba de tres millones de personas y apenas convocó a 300 mil, anunció el bloqueo permanente de avenidas medulares de la capital del país. Un bloqueo en el cual nunca han participado más de 2 mil 500 manifestantes (la mayoría pagados) en forma simultánea. Lo grave es que en la misma medida en que se está aislando, López Obrador se radicaliza cada vez más y, en un círculo vicioso, comienza a perder aliados internos y externos que no pueden acompañarlo en esta aventura, y eso lo lleva a endurecer aún más sus posiciones. Es un hombre que jamás ha aceptado, políticamente, haberse equivocado.

No sólo ha perdido casi un tercio de su apoyo electoral en un mes, sino que también varios de quienes fueron sus respaldos mediáticos han comenzado a tomar distancia de las últimas medidas, que escapan de toda lógica política; ninguno de los otros partidos, incluidos los de su coalición, están dispuestos a seguir con la aventura, mucho menos, como lo pidió Ricardo Monreal, a no asumir los cargos de elección popular para los que fueron electos. En el exterior, la buena labor de lobbying realizada se está desmoronando: desde The New York Times y The Washington Post hasta El País y El Mundo, desde el presidente Lula da Silva hasta José Luis Rodríguez Zapatero han puesto distancia con López Obrador, los primeros acusándolo de abierta "irresponsabilidad" institucional y los segundos destacando la legitimidad de las instituciones electorales y democráticas de México. Y todo ello antes del bloqueo de Reforma y cuando aún el TEPJF no ha terminado de calificar la elección, porque, cuando ello ocurra, la desbandada en el lopezobradorismo será de pronóstico reservado.


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¿Resistencia civil?

Ricardo Alemán
El Universal - Itinerario Político
03 de agosto de 2006

Es una protesta social pacífica ante la ausencia de instituciones democráticas

Uno de los argumentos preferidos de quines justifican la llamada resistencia civil emprendida por la coalición Por el Bien de Todos, es que en 1988 y en 1991, tanto Manuel J. Clouthier como Vicente Fox recurrieron precisamente a la resistencia civil en sus respectivas protestas contra los fraudes electorales cometidos en esos años. Pero son pocos los que rebaten la comparación que ofrecen como justificación los jerarcas del PRD y su candidato presidencial, y la colocan como lo que es; un recurso demagógico y mentiroso. Uno más.

Como lo recordamos en este espacio, en 1988 el candidato presidencial del PAN, Manuel J. Clouthier, en efecto recurrió a la resistencia civil, antes y después de la elección del 6 de julio de ese año. Las principales acciones emprendidas por el líder panista fueron precisamente contra la cerrazón de los medios electrónicos de comunicación -radio y televisión-, que no se abrían a la oposición ni siquiera pagando las entrevistas. Es decir, que además de que en ese 1988 las elecciones estaban en manos del gobierno en turno, el de Miguel de la Madrid -no había IFE ni Tribunal Electoral-, y que no había financiamiento oficial y el gobierno desviaba el dinero público para sus candidatos, también se vivían tiempos de unas libertades fundamentales, como las de expresión, puesto que el gobierno mantenía el control de los medios, especialmente la radio y la televisión. Así, meses antes de la elección del 6 de julio, Clouthier promovió un "boicot publicitario y de audiencia" contra Televisa. Gracias a eso, al final se abrió una rendija para los opositores en el poderoso consorcio televisivo.

En el caso de Vicente Fox, quien en agosto de 1991 compitió por el gobierno de Guanajuato, también fue víctima de una elección de Estado, que oficialmente ganó el priísta Ramón Aguirre, pero que fue impugnada mediante plantones y bloqueos -carreteros y de instalaciones como el aeropuerto del Bajío-, porque en ese 1991 también los procesos electorales estaban en manos del gobierno, en este caso del gobierno local, y tampoco existía el IFE ciudadanizado y menos el Tribunal Electoral. En esta elección, como ya se dijo, se recurrió a la negociación política, que dio como resultado la llamada concertacesión del gobierno de Salinas con el PAN, que no fue otra cosa que un acuerdo político extralegal.

En el México de 1988 y de 1991, se vivía bajo la tutela de gobiernos del PRI, que eran autoritarios, en donde eran harto limitadas libertades como la de expresión, los medios eran controlados por el gobierno, las elecciones eran manejadas, de principio a fin por ese mismo gobierno, era notoria la inequidad, pues no existía el financiamiento oficial, mientras que el dinero público corría a favor del candidato oficial, a cuyo servicio se colocaba todo el peso del Estado. Por eso eran llamadas elecciones de Estado.

Frente a esa situación no sólo era necesario, sino obligado que los partidos y candidatos opositores a los regímenes surgidos del PRI recurrieran a la resistencia civil, como una medida extrema para recuperar los derechos y ejercer las libertades fundamentales. Más aún, la concepción de la resistencia civil nació precisamente como una medida de presión social contra los regímenes autoritarios.

La resistencia civil es, en su concepción clásica, una protesta social pacífica ante la ausencia de instituciones democráticas.

En el fondo, la esencia de la resistencia civil busca el derrumbe de esos regímenes autoritarios, autócratas, para sustituirlos por Estados democráticos, en donde los derechos y la libertades se ejerzan a plenitud, en donde el gobierno de las leyes prevalezca sobre el gobierno de los hombres. Dice Bobbio al respecto: "Dónde gobiernan las leyes, ahí está el reino de la justicia; donde gobiernan los hombres, ahí está el reino del arbitrio. Uno de los rasgos permanentes con que está marcado el gobierno tiránico es el de ser gobierno de un hombre por encima de las leyes, y no de las leyes por encima de los hombres". Pero resulta que en sus excesos retóricos y desplantes demagógicos, los de la coalición Por el Bien de Todos también en este caso mienten sin vergüenza alguna y se presentan como víctimas de una horrible conspiración, de un gobierno dictatorial, capaz de controlar y pervertir los procesos electorales. Y frente a todos esos males, pobres políticos, no les ha quedado más recurso que el de la resistencia civil.

Pero no, más allá de la demagogia engañabobos, lo cierto es que los bloqueos en Reforma y el centro histórico no tienen nada que ver con la resistencia civil, y en cambio son acciones políticas, apoyadas y financiadas por un gobierno como el del DF, y al servicio de las ambiciones de un candidato presidencial perdidoso. Acciones que, en rigor, no son más que misiles para destruir las instituciones de la frágil democracia electoral mexicana. Es otro de los engaños de AMLO. Y si no, al tiempo.

aleman2@prodigy.net.mx

Desobediencia civil

César Cansino
El Universal
03 de agosto de 2006

El tema de la desobediencia civil ha sido central en la filosofía política desde tiempos remotos. En general se asume que los actos de resistencia popular frente a los abusos de la autoridad o en favor de la ampliación de derechos civiles y políticos largamente escamoteados por gobernantes autoritarios, no sólo constituyen causas legítimas para la activación y la protesta sociales, sino también catalizadores decisivos del avance ciudadano en la conquista de mejores niveles de justicia y equidad.


Sin embargo, para que supuestos actos de desobediencia civil puedan calificarse explícitamente como tales, deben ceñirse a ciertos criterios muy concretos, tanto de forma como de fondo. Dicho de otra manera, si bien todo acto de desobediencia civil es un acto de desobediencia a la ley, no todo acto de desobediencia a la ley es un acto de desobediencia civil.

Sirvan estas precisiones para intentar caracterizar las diversas acciones de protesta convocadas por la coalición Por el Bien de Todos y por su candidato a la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador, a raíz de que el Instituto Federal Electoral (IFE) diera a conocer los resultados de las elecciones del 2 de julio y en vísperas de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) emita su veredicto final sobre los mismos comicios. De entrada, la tesis del presente artículo es que las acciones de resistencia convocadas por López Obrador no califican bajo ninguna circunstancia dentro de la categoría de desobediencia civil.

En una definición de diccionario, por desobediencia civil se entiende un mecanismo de protesta social que consiste en la negativa a prestar obediencia a las leyes, decretos o fallos de algún gobierno o poder establecido. Esta desobediencia es pacífica y no violenta, manteniendo una actitud de protesta contra la autoridad con el fin de rectificar los errores que, a juicio de quienes protestan, ésta ha cometido.

Para que una protesta social sea considerada desobediencia civil debe reunir las siguientes características: constituye un desacato a una ley o a un fallo de la autoridad por considerarlo injusto; los ciudadanos que protestan lo hacen de manera espontánea y no movidos por el egoísmo de algunos o por causas de grupos o particulares, sino con el deseo de universalizar propuestas que objetivamente mejorarán la vida en sociedad; finalmente, se trata de acciones pacíficas donde se asume la pluralidad social y la posibilidad de que no todos los ciudadanos comulguen con sus demandas, de ahí que la desobediencia se autolimita para no violentar la integridad y los derechos de todo el tejido social.

De acuerdo con estas características, la protesta encabezada por López Obrador no puede ser calificada sin faltar a la precisión como desobediencia civil. En primer lugar, asumiendo que la legislación electoral es oscura y ambigua en muchos de sus contenidos, lo que puede alentar situaciones fraudulentas y poco claras en su aplicación, la impugnación a la actuación del IFE pierde sustento desde el momento en que el querellante -los partidos de la coalición Por el Bien de Todos- es uno de los artífices de la legislación que ahora impugnan, es decir, aprobó en el Congreso las leyes y las reglas del juego electorales por convenir a sus intereses. De ahí que desobedecer la ley electoral sólo cuando no le resulta favorable le resta sustento a la desobediencia que ahora promueven.

En segundo lugar, la protesta encabezada por López Obrador no es espontánea ni responde a una percepción social generalizada de injusticia y agravio. Si acaso es la lucha de un líder y un puñado de partidos por lo que consideran un atropello electoral, pero que como tal no ha convencido a toda la población.

Finalmente, por las acciones más recientes del movimiento de la coalición -el bloqueo de importantes vialidades de la capital-, la protesta que promueven dejó de ser pacífica para violentar a la ciudadanía en sus derechos de libre tránsito y dañar los bienes públicos y los privados de comerciantes y residentes. Por todo ello, a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Aquí, más que desobediencia civil, hay una lucha de intereses de grupo que en la práctica ha mostrado un profundo desprecio por la voluntad popular, por las instituciones, por la legalidad y por los propios ciudadanos.

cansino@cepcom.com.mx
Director del Centro de Estudios de Política Comparada

¿Cómo entender?

Si la escritora Sara Sefchovich no alcanza a explicarse las cosas, y eso que es escritora y tiene la ventaja de contar con una gran imaginación, que nos deja a los que poseemos una mente "cuadrada" y que somos dados a analizar y tratar de ver las cosas racionalmente...

Sara Sefchovich
El Universal
03 de agosto de 2006

Lo veo y no lo creo. Veo a 20 millones de ciudadanos atrapados, veo a mi ciudad tomada, con sus calles rotas a propósito, sus monumentos y edificios pintarrajeados, su economía lastimada, sus habitantes hostigados, todo por la acción de personas que abandonaron sus hogares y empleos (¿de qué viven?, ¿quién los mantiene?, ¿quién les paga sus carpas y alimentos y pancartas?) para venir a impedirnos que nosotros lleguemos a los nuestros.


Lo veo y no lo creo. Veo a dos gobiernos que no cumplen con su cometido de gobernar, el local porque acepta y toma partido y hasta participa, el federal porque prefiere no moverse, porque sabe que ha perdido toda capacidad de decisión, de negociación, de mando. Y veo a nuestros flamantes diputados, senadores, asambleístas, magistrados, permanecer ausentes y mudos.

Lo veo y lo estoy viviendo y no lo creo. A esto le llaman lucha por la democracia y resistencia civil pacífica. Y me pregunto, ¿desde cuándo la imposición de las ideas y las amenazas si las cosas no son como alguien quiere que sean, y las burlas, insultos y descalificaciones para quien no piensa como ellos, es el camino para la democracia? ¿Y desde cuándo, impedir que la vida siga su curso para la mayoría, es un acto pacífico? Cuesta trabajo entender la mentalidad de quien cree que provocar el enojo y la ira le servirá para conseguir lo que se propone.

Cuesta trabajo entender que alguien que ha elegido el camino de molestar, y a la mayoría, crea que puede así lograr sus objetivos, y que alguien que nos falta al respeto a tantos, podrá lograr que lo respetemos a él. Cuesta trabajo entender la lógica de alguien que quiere y necesita el apoyo de los ciudadanos, pero no le preocupa afectarlos.

Cuesta trabajo entender que alguien pueda castigar precisamente a quienes masivamente le mostraron su apoyo y solidaridad a él y al partido que es el suyo: los capitalinos.

Cuesta trabajo entender que teniendo a su alrededor a tanta gente lúcida, capaz y experimentada, la mejor de México sin duda, se estén cometiendo errores tan graves que apuntan a un suicidio político.

Cuesta trabajo entender que un líder de ese tamaño, con ese carisma, con ese arrastre, con ese historial, cumpla paso a paso con el guión que le elaboraron sus enemigos, ese mismo guión con el que se hizo la publicidad que resultó tan efectiva para asustar a millones de mexicanos.

Cuesta trabajo entender que esto esté sucediendo aun después de los errores cometidos durante la campaña, esos que lo llevaron a no obtener los 10 puntos de ventaja sobre sus contrincantes.

Cuesta trabajo entender que alguien que tenía en sus manos la confianza de millones de ciudadanos, que logró convencer a muchísimos de que había que dudar de los resultados electorales y exigir el recuento voto por voto, en aras de la legitimidad del próximo gobierno, eche por la borda ese capital político.

Cuesta trabajo entender cómo alguien que le está pidiendo a las instituciones que tomen decisiones sensatas, es quien más atenta contra ellas, descalificando a todo y a todos.

Cuesta trabajo darse cuenta de que ese líder al que admiramos y seguimos se niega a escucharnos, que se haya convertido en alguien que no oye razones ni atiende peticiones y así pretenda lograr que los otros lo oigan y atiendan a él.

Se lo ha pedido el periódico que día a día acepta todo lo que él hace y dice como si fuera la palabra revelada y la acción divina, se lo han pedido intelectuales destacadísimos que han estado a su lado en todo momento, se lo hemos pedido los ciudadanos, no sus enemigos sino aquellos que hemos creído en él y lo hemos apoyado, que no estamos contra su lucha sino contra un modo de llevarla a cabo que hace más daño que bien.

Daño a nosotros y también a él y también a la causa.

Pero él no ha tenido la grandeza de reconocer que se equivocó ni la grandeza de atreverse a reparar.

Y lo que más cuesta trabajo entender (y de sólo decirlo me estremezco) es que alguien esté tan desesperadamente buscando la represión.

Porque él sabe bien que los fantasmas rondan, que la historia no ha pasado en balde, y que allí están, calladitos y agazapados, esperando el momento, calculando las cosas, midiendo el terreno, quienes querrán ponerle fin a acciones que le hacen mal a sus negocios, a sus seguridades, a sus capitales, a sus ideas y cuentan con la fuerza para hacerlo.

Y entonces sí, el daño será para todos nosotros, para el país entero, para el presente y el futuro. Y de sólo pensarlo me estremezco.

sara.sefchovich@asu.edu
Escritora e investigadora en la UNAM

La coexistencia de la diversidad política reclama la defensa de las instituciones de nuestra democracia

Ayer circularon firmas de ciento treinta y cinco intelectuales reconociendo al IFE y al Trife y señalando que no hubo fraude electoral. El promotor del desplegado fue José Woldenberg, ex consejero presidente del IFE. El texto es un respiro y se convierte en un contrapeso de poder al plantón de López Obrador y su discurso de descalificación del proceso electoral.

El desplegado da para mucho. Pero tiene un punto de referencia interesante. Salvo por Carlos Monsiváis que no aparece hoy, muchos de ellos son los mismos que en 1986 pidieron la anulación de las elecciones en Chihuahua por el fraude electoral operado a favor del PRI por Manuel Bartlett, secretario de Gobernación del gobierno de Miguel de la Madrid. Hoy estos intelectuales señalan que las instituciones electorales se han democratizado y es necesario cuidar que no sean irresponsable e irreparablemente lesionadas.



El 2 de julio millones de mexicanos fuimos a las urnas para elegir al Congreso de la Unión y al Presidente de la República. En diez estados hubo comicios locales: elegimos a tres gobernadores y al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, con sus respetivos congresos locales y decenas de ayuntamientos.


Fueron elecciones auténticas entre partidos y candidatos plurales. Ninguna fuerza política ganó todo y ninguna perdió todo. Nuestra votación nos obliga a vivir y convivir en la pluralidad.


La convivencia y la competencia política civilizadas son el principio y el fin de la democracia. Este es el valor que hoy deseamos refrendar, preocupados por un clima público que puede erosionar lo que tanto trabajo ha costado construir.

Quienes firmamos este documento hemos votado por diferentes candidatos y partidos, pero nos unen las siguientes convicciones que creemos son la base para una coexistencia de la diversidad política tolerante y productiva:

1. Todas las fuerzas que participaron en la elección son legítimas. Expresan las propuestas y esperanzas de diferentes franjas de la sociedad. Esa diversidad es una riqueza que debe preservarse. Las elecciones son el único método que garantiza que sean los ciudadanos los que decidan quiénes deben gobernar y legislar.

2. Durante las campañas sobraron descalificaciones, pero la jornada del 2 de julio fue ejemplar por la participación ordenada de más de 42 millones de votantes. Fueron instaladas prácticamente todas las casillas por más de 500 mil ciudadanos sorteados y capacitados por el IFE. Todo ello transcurrió con normalidad. Reconocemos al IFE, más allá de errores puntuales, por su eficacia en la organización de esta tarea gigantesca. Refrendamos nuestra confianza en su imparcialidad y en su independencia.

3. Hemos elegido un Congreso plural donde ningún partido tendrá mayoría absoluta de votos; habrá gobernadores de diferentes partidos, congresos locales y ayuntamientos habitados por la variedad de las opciones políticas. Celebramos que la pluralidad política del país quedó genuinamente expresada en la elección del 2 de julio.

4. Las elecciones siguen probando que son el canal legítimo para la expresión de las más profundas inquietudes de una sociedad compleja como la mexicana. El espectacular crecimiento de la izquierda en estas elecciones confirma que es a través del sufragio como las distintas fuerzas políticas pueden expandir su influencia e insertar sus propuestas en la agenda nacional.

5. Existe, sin embargo, una aguda controversia en torno a la limpieza y validez de la elección presidencial. Quienes firmamos este documento hemos seguido los argumentos y pruebas presentadas en el litigio. No encontramos evidencias firmes que permitan sostener la existencia de un fraude maquinado en contra o a favor de alguno de los candidatos. En una elección que cuentan los ciudadanos puede haber errores e irregularidades, pero no fraude.

6. Los partidos y candidatos tienen el derecho de acudir al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para hacer valer sus inconformidades. Esa es la ruta diseñada para atender dudas, quejas o conflictos electorales. No se pueden erradicar por completo los diferendos en materia electoral. Pero a lo largo de los últimos diez años todos ellos han sido resueltos a través de la vía jurisdiccional. Una vez que el Tribunal ha resuelto, se han terminado todos los conflictos.

7. No debemos alimentar una espiral de crispación y alarma. No inyectemos elementos que envenenen el ambiente político, no enfrentemos a los adversarios como si se tratara de enemigos. Edifiquemos un clima que refuerce la convivencia política en la diversidad.

8. Refrendamos nuestra confianza en el Tribunal Electoral. Es la última y definitiva voz autorizada para desahogar el diferendo en torno a la elección presidencial. No queda sino respetar la resolución del Tribunal.

9. Nuestras instituciones electorales son un patrimonio público que nadie debe lesionar. Son el soporte de una de las libertades fundamentales que los mexicanos hemos conseguido en estos años: la libertad de votar y ser votados sin que nadie manipule nuestro mandato.

Adrián Acosta Silva
Larissa Adler-Lomnitz
Luis Miguel Aguilar
Héctor Aguilar Camín
José Antonio Aguilar Rivera
Sealtiel Alatriste
Eliseo Alberto
Jorge Alcocer
Enrique Alduncin
Ignacio Almada
Asunción Álvarez
Francisco Javier Aparicio
Antonella Attili
Roger Bartra
Eduardo Barzana
Ricardo Becerra
Humberto Beck
Ulises Beltrán
Edmundo Berumen
José Joaquín Blanco
Edmundo Calva
Salvador Camarena
Enrique Canales
Julia Carabias
Emmanuel Carballo
Miguel Carbonell
María Amparo Casar
Jorge G. Castañeda
Marina Castañeda
Adolfo Castañón
Ricardo Cayuela
Santiago Corcuera Cabezut
Lorenzo Córdova
Ramón Cota Meza
Israel Covarrubias
José Luis Cuevas
Leonardo Curzio
Luis de la Barreda Solórzano
José Antonio de la Peña
Germán Dehesa
Roberto Diego Ortega
Christopher Domínguez Michael
Denise Dresser
Irene Durante Montiel
Juan Eibenschutz
Roberto Eibenschutz
Ricardo Elías
Álvaro Enrique
Fernando Escalante Gonzalbo
Beatriz Espejo
Guillermo Fadanelli
Fátima Fernández Christlieb
Jorge Fernández Meléndez
Héctor Fix Zamudio
Enrique Florescano
Fernando García Ramírez
Luis Emilio Giménez Cacho
David Gómez-Álvarez
Luis González de Alba
José Antonio González de León
Olbeth Hansberg
Carlos Heredia
Claudio Isaac
Ángel Jaramillo
Fuad Juan
Gerardo Kleinburg
Enrique Krauze
León Krauze
Mario Lavista
Soledad Loaeza
Cassio Luiselli
Ángeles Mastretta
Álvaro Matute
Samuel Melendrez Luévano
Víctor Manuel Mendiola
Mauricio Merino
Jean Meyer
Pedro Meyer
Mario J. Molina
Silvia Molina
Ciro Murayama
Humberto Murrieta
Benito Nacif
Enrique Norten
Octavio Novaro
Federico Novelo
Joel Ortega Juárez
Antonio Ortiz Mena López Negrete
Pablo Ortiz Monasterio
Ignacio Padilla
Guillermo Palacios y Olivares
Pedro Ángel Palou
David Pantoja Morán
Julio Patán
Braulio Peralta
Rafael Pérez Gay
Rafael Pérez Pascual
Jacqueline Peschard
Ernesto Piedras
Jean-Francois Prud’homme
Ricardo Raphael
Román Revueltas Retes
Federico Reyes Heroles
Jorge Javier Romero
Alejandro Rossi
Luis Rubio
Pablo Rudomín
Daniel Sada
Luis Salazar
Pedro Salazar Ugarte
José Sarukhán
Cecilia Sayeg
Guillermo Sheridan
Isabel Silva Romero
Carlos Sirvent
Guillermo Soberón
Fernanda Solórzano
Beatriz Solís Leree
Jaime Tamayo
Ricardo Tapia
Carlos Tello Díaz
Raúl Trejo Delarbre
Julio Trujillo
Isabel Turrent
Guillermo Valdés Castellano
Eduardo Valle
Josefina Zoraida Vásquez
Rodolfo Vázquez
Xavier Velasco
Diego Villaseñor
José Warman
José Woldenberg
Ramón Xirau
Gina Zabludovsky
Fernando Zertuche
Leo Zuckermann