Marcelino Perelló
Excélsior
01-08-06
Ese 40% que dijeron que hubo fraude, no lo creen realmente. Lo que están diciendo es que tienen ganas de que haya habido fraude. En otras palabras, tienen ganas de que hubiera ganado López Obrador.
Una preocupación de tercer grado. La querida y aguda Denise Maerker, en su columna "Voto por voto", aparecida en Excélsior la semana pasada, se manifiesta preocupada por el relativamente alto porcentaje de ciudadanos que, según las encuestas, consideran que las pasadas elecciones federales fueron fraudulentas.
Esa misma preocupación la expresó Denise en el debate Tercer grado, en el que todos los miércoles en la noche participa junto con otros analistas y comentaristas. Comentaristas que, unos con mayor énfasis que otros, afirmaron compartir tal inquietud.
Según esos sondeos, alrededor de 40% de la población considera que, en efecto, en los comicios del 2 de julio se cometió fraude. Contra 60% que cree que no, y que las elecciones fueron limpias y legítimas. Mayoría que no consuela a Denise y supongo que a ningún amante de la democracia. En efecto, el que cuatro de cada diez ciudadanos, ya en pleno siglo XXI, piense que aún es posible hacer trampa en el proceso electoral, resulta asaz desanimante.
Todos aquellos que, ilusionados, consideraron que, a partir de la ciudadanización del IFE y del año 2000, la época del cochupo, de los carruseles y los tacos, la era del agandaye, había quedado definitivamente atrás, hoy constatan, meditabundos, que su democracia parece más endeble, frágil y vulnerable de lo que habían creído.
Permítame que sea yo, dilecto lector, quien consuele a Denise. A Denise y a todos los que, como a ella, les preocupa el descrédito de la institución y el proceso electorales. Yo, al que toda esta historia de la democracia y las mayorías —usted y Denise lo saben bien— le viene bastante guanga, yo seré —mire usted por dónde— quien la tranquilice. El que los tranquilice.
Porque hay ahí una curiosa machincuepa, una pirueta lógica que nos puede engañar. Y es esa pirueta, como matemático y como vulgar amante de la razón (a cada quien sus amores), la que me interesa. El nombre del debate televisivo al que aludo me da el esquema adecuado para abordarla.
Fíjese usted bien. Lo que preocupa a los demócratas —a la mayoría, al menos— no es que haya habido fraude. Esa sería una preocupación de primer grado: "creo que hubo fraude". Pero no es el caso. Nadie sereno e imparcial puede afirmar, hoy en México, tal cosa. No se ha esgrimido, en ese sentido, ni un solo argumento. Ni un solo argumento digno de ese nombre, entendámonos. De los otros, de los delirantes, hay todos los que usted quiera. Estos días, he escuchado de buenos amigos lopezobradoristas, normalmente sensatos y razonables, auténticas enormidades. Hoy no puedo, pero a lo mejor algún día relataré las mejores. El nombre de cuyos autores, por amistad, sin duda callaré. De todos modos estoy seguro, curioso lector, que si usted mismo no las genera, ha sido beneficiario de perlas semejantes.
La preocupación de Denise, sin embargo, es otra. Es que haya tanta gente que así lo sostiene. Es esa un preocupación de segundo grado: "no creo que haya habido fraude, pero creo que hay mucha gente que sí lo cree". Pero, tranquilicémonos: eso no es verdad. No estrictamente. Es precisamente ahí donde se produce el giro más complejo de la voltereta lógica.
Ese 40% que dicen que dijeron que hubo fraude, no lo creen realmente. Lo que realmente están diciendo es que tienen ganas de que haya habido fraude. En otras palabras, están simplemente diciendo que tienen ganas de que hubiera ganado López Obrador.
Pa’que me acaben de entender —Denise y usted—, recuerde esas dizque encuestas que luego hacen durante la transmisión de los partidos de futbol, en las que preguntan, por ejemplo: "¿Cree que el América le marcará el gol del empate a Oswaldo?" Y ahí tiene usted a miles y miles de televidentes bien obedientes que hablan y dicen sí o no. Pero no dicen lo que creen, sino lo que quieren. Obviamente, de quienes hablan, todos los que le van al América van a decir que sí y, los de las Chivas, pos que no.
Aquí estamos exactamente en la misma situación. A la pregunta "¿cree usted que hubo fraude?", obviamente sólo contestará que sí el simpatizante de López Obrador. Y pocos de esos simpatizantes osarán contestar que no. Pues esos pocos se arriesgan a ser considerados "vendidos", como, en una declaración inconcebible, sugirió el mismísimo candidato del PRD, al referirse a los representantes de su partido en las casillas, que dijeron no haber observado irregularidad alguna.
Así pues ese 40% lo integran, grosso modo: 35% que votó por el PRD y 5% llegados posteriormente. Y ese 60% que consideró limpio el proceso, son 35% de votantes por Calderón más 25% añadidos después. No hay ahí sopresa ni novedad alguna. Ni motivo de desaliento. Ánimo, demócratas.
Aquí, sin embargo, Denise, surge otra preocupación, que va más allá del simple mecanismo democrático. Y es el comprobar con cuánta facilidad la gente puede confundir el querer con el creer. El deseo con el razonamiento. Es algo que ya sabíamos, digamos, pero digamos también que no deja de ser desmoralizante. Es ésa, una preocupación de tercer grado.
bruixa@prodigy.net.mx
1 de agosto de 2006
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1 comentario:
Este articulo apareció en la revista Scientific American de julio del 2006 y creo que apoyan perfectamente a este articulo.
Scientific American
SKEPTIC
July 2006 issue
The Political Brain
A recent brain-imaging study shows that our political predilections are a product of unconscious confirmation bias
By Michael Shermer
Disculpen no quiero pasar por pretencioso, lo pongo en el idioma original en ingles, para quien domine o entienda este idioma y hago la traduccion ya que yo hablo esta lengua, para quienes no la dominan:
El articulo se denomina "El cerebro politico" e inicia diciendo " reciente estudio de imagen cerebral mostró que nuestras preferencias politicas son producto de predisposicion inconciente"
During the run-up to the 2004 presidential election, while undergoing an fMRI brain scan, 30 men--half self-described as "strong" Republicans and half as "strong" Democrats--were tasked with assessing statements by both George W. Bush and John Kerry in which the candidates clearly contradicted themselves. Not surprisingly, in their assessments Republican subjects were as critical of Kerry as Democratic subjects were of Bush, yet both let their own candidate off the hook.
Durante la campaña presidencial en Estados Unidos del 2004, se realizó un estudio del cerebro mediante resonancia magnetica nuclear funcional, a 30 individuos la mitad de ellos se autoconsideraron fuertemente "republicanos" y la otra mitad fuertemente "democratas". Se les asigno evaluar declaraciones tanto de Bush, como de Kerry en las cuales ambos candidatos se contradecian a ellos mismos en distintas declaraciones, como era de esperarse los "republicanos" criticaron a Kerry y los "democratas" a Bush, sin embargo dejaron a sus candidatos preferidos "intactos"
The neuroimaging results, however, revealed that the part of the brain most associated with reasoning--the dorsolateral prefrontal cortex--was quiescent. Most active were the orbital frontal cortex, which is involved in the processing of emotions; the anterior cingulate, which is associated with conflict resolution; the posterior cingulate, which is concerned with making judgments about moral accountability; and--once subjects had arrived at a conclusion that made them emotionally comfortable--the ventral striatum, which is related to reward and pleasure.
La Imagen cerebral mostró que la parte del cerebro asociada al razonamiento (la corteza prefrontal y dorsolateral) estaba “inactiva”. Las areas mas activas eran la corteza frontal-orbitaria, la cual se relaciona con el proceso de las emociones; el cíngulo anterior, el cual se asocia con resolucion de conflictos; el cingulo posterior asociado a juicios de moral y (una vez que los sujetos concluyeron que se encontraban emocionalmente comodos) la estria ventral que se asocia a la recompensa y placer.
Este estudio concluye con toda claridad que en estos de los acontecimientos politicos, nuestra objetividad se ve seriamente alterada y nos dejamos llevar mas por la emocion que por el razonamiento, por eso, cuando se habla mal de nuestro candidato, reaccionamos con emotividad y podemos llegar a extremos que nos extrañan a nosotros mismos, y una vez que alcanzamos las conclusiones que queremos, las que nos satisfacen entonces giramos abruptamente nuestro caleidoscpio cognitivo y cambiamos estados emocionales negativos por positivos, esto para mi explica muchas de las reacciones que tenemos los distintos participantes de este foro.
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