Dr. Rubén Lisker
Crónica
2 de Agosto de 2006
Confieso que en los primeros días después de las recientes elecciones de Presidente y legisladores en México, como muchos otros amigos y parientes, me sentí perplejo pues no entendía en qué se basan varios de nuestros políticos en decir lo que dicen. Todos los políticos, con una u otra filiación, aquí como en el resto del mundo, defendiendo posiciones opuestas, siempre parecen estar ciertos de defender los hechos y la verdad en que éstos se sustentan. ¿A quién creerle, qué creer, qué esperar, qué pasa y cómo puedo normar mi criterio?
Tal ha sido mi estado de ánimo y de incertidumbre. Pero, las cosas se me aclararon, al leer en el Scientific American de julio del presente año, el artículo que lleva en inglés el título “The Political Brain”, que me gustaría comentar con ustedes. La publicación de las reflexiones que aborda el autor en su breve artículo, han venido justo a la mano para mi tranquilidad intelectual y mi conciencia de ciudadano, de persona política, como lo somos todos los moradores de la polis.
El autor del artículo en cuestión es Michael Shermer, quien tiene una sección permanente en esa revista con el título de Skeptic (escéptico) y además es autor de ciencia ficción. El epígrafe del artículo, lo constituye una breve reflexión que supuestamente escribió Francis Bacon en 1620 y que yo traduzco de manera libre a continuación, dice así: “La mente humana, una vez que se ha formado alguna opinión, busca por todos lados elementos para apoyarla y desecha o desprecia, aunque los haya en gran número y peso cualquier hecho que apunte a lo contrario, con el objeto de mantener inviolable su verdad inicial”.
El punto central de Shermer es que nuestras posturas políticas son el producto de lo que él llama “unconscious confirmation bias” que se puede traducir como confirmación inconsciente de nuestros sesgos. Esto constituye un proceso por el cual buscamos y encontramos hechos que soporten nuestras creencias que predeterminan nuestros juicios, e implícitamente desconocemos datos en sentido contrario, para así descalificar la postura opuesta. Nos cuenta el autor, que esto fue demostrado recientemente por un estudio de imagenología cerebral que se realizó recientemente, mediante el procedimiento de resonancia magnética funcional.
El estudio fue hecho por un psicólogo de la Universidad Emory y presentado en el 2006 en la reunión anual de la “Sociedad sobre la psicología personal y social”, que supongo es inexistente, puesto en el terreno del escéptico, que es el campo de acción del autor que aquí comento. Este trabajo, nos cuenta, se llevó a cabo poco antes de las elecciones presidenciales de 1994 de Estados Unidos. El proyecto se desarrolló de la siguiente manera: se sometió a treinta personas, de las que quince eran republicanas y las otras quince eran demócratas, a un estudio de resonancia magnética funcional. En el curso del procedimiento se les pidió su opinión sobre declaraciones claramente contradictorias que habían realizado, por esos días, el presidente Bush y el candidato Kerry durante sus respectivas campañas para llegar a la presidencia del país más poderoso del mundo. No fue nada sorprendente el resultado alcanzado, ya que los republicanos fueron muy críticos sobre la postura del demócrata Kerry, al igual que los demócratas hicieron una feroz crítica del presidente Bush, y en ambos grupos privó la justificación para exculpar a sus propios candidatos. Los resultados de las resonancias mostraron que la parte del cerebro que está asociada a los procesos del razonamiento, la parte en la que descansa la razón, no se activó y, sorprendentemente, por lo contrario de lo que se hubiera esperado, sí se activaron en cascada, aquellas partes del cerebro que tienen que ver con el procesamiento de las emociones, con la resolución de conflictos, con la parte que hace juicios sobre la responsabilidad moral y finalmente la zona relacionada con recompensas y placer. Parecería que la mente le da vueltas al kaleidoscopio cognoscitivo hasta encontrar la conclusión que en forma predeterminada quiere alcanzar. Y no sólo eso, sino que la refuerza eliminando estados emocionales negativos al activar los positivos.
Pero las implicaciones de estos hallazgos van mucho más allá de las meras cuestiones o consideraciones sobre la política. Estas implicaciones se refieren a la toma de decisiones diarias y Shermer se pregunta qué puede hacerse. Nos recuerda que en ciencia hemos desarrollado mecanismos de auto corrección. En ciertos estudios se requiere tecnología “doble ciega” en la cual ni los sujetos de estudio ni los investigadores conocen las condiciones experimentales durante la recolección de datos. Los resultados se presentan y discuten en conferencias donde son criticados por otros expertos y los resultados en cuestión, deben ser replicados en laboratorios que no estén relacionados con los investigadores originales, por otros expertos. Así, en las publicaciones científicas, deben incluirse y discutirse resultados contradictorios. Nuestros colegas son escépticos por naturaleza y hay que convencerlos con argumentos racionales sobre cualquier resultado que sea digno de publicación. Se trata de conocer y poner a prueba lo probado para ser reconocido el conocimiento propuesto.
El autor del artículo que aquí se relata, menciona que se requieren controles similares en las áreas legales, políticas y de negocios. Le encantaría a Shermer por ejemplo, que en los debates políticos los candidatos argumentaran y defendieran los puntos de vista de las posturas contrarias a sus ideas. Para mayor contundencia de su pretensión, en la última frase dice: el escepticismo es el antídoto de la confirmación inconsciente de nuestros prejuicios o sesgos.
Como mencioné en un principio, con esta lectura, pues ya me queda claro, no entiendo lo que dicen varios de nuestros políticos, porque en su discurso utilizan argumentos irracionales, basados en sus prejuicios y emociones. Debo aceptar también, antes de que me lo digan, que el artículo que les comenté, dice lo que yo pienso y por tanto me fue muy sencillo confirmar mis propios prejuicios. Como ven el asunto no es fácil, pero creo fervientemente que debemos intentar basar nuestros dichos en el análisis de hechos lo más objetivos posibles y guardar siempre un sano escepticismo frente a todo, o cuando menos frente a casi todo, empezando naturalmente por responder la pregunta de si el relato que nos hace Michael Shermer es cierto, o si nos ha llevado en su exposición, por los senderos de la ciencia ficción ¿Usted que piensa?
Para ello también hay otro asunto que podemos discutir, y que se relaciona con qué tan importante sería que la investigación que nos relata el autor del trabajo, fuera cierta. Desde mi punto de vista sería, al menos, deseable, ya que nos estaríamos basando en argumentos científicos derivados de una investigación bien realizada, que claro, todavía tendría que ser comprobada por algún investigador independiente dedicado a estos menesteres. Debo confesarles que mi ignorancia en neurofisiología es tal, que quizá los detalles anatómicos que con tanta exactitud menciona Shermer sobre la localización de las áreas cerebrales donde se procesan las distintas emociones y el razonamiento, realmente sean tales y su descripción se apegue a lo que ha sido probado, pero yo sencillamente lo desconozco.
Sin embargo, puedo adelantar que sí me he realizado estudios de resonancia magnética, que afortunadamente han sido muy pocos. En este tipo de procedimiento puedo referirles que uno debe estarse quieto, por lo que considero muy difícil que, al tiempo de hacerse los estudios, los protagonistas hayan podido estar leyendo documentos, a partir de los cuales estuvieran en posición de expresar sus opiniones sobre las posibles contradicciones en que habían incurrido los principales contendientes para la presidencia de Estados Unidos en el 2004. Entonces, independientemente de la veracidad de los hechos, la lógica del razonamiento del autor fue suficiente para tranquilizar mis dudas sobre el porqué algunos de nuestros políticos hablan como lo hacen. ¿Usted qué opina?
*Investigador Emérito de la UNAM
Director de Investigación, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán
Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias
consejo_consultivo_de_ciencias@ccc.gob.mx
3 de agosto de 2006
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