24 de junio de 2006

Voto útil

Jaime Sánchez Susarrey
Reforma
25 de Junio del 2006

No hay duda. Vamos hacia una elección muy cerrada. Los electores flotantes tendrán en el último momento la última palabra. Las semanas recientes muestran que los cambios de humor ocurren por días. Un incidente o una noticia de último minuto podrían inclinarlos en un sentido o en otro. Por eso nada sabremos a ciencia cierta hasta el 2 de julio.

AMLO, sin embargo, reitera que la ventaja que lleva es de diez puntos. Ninguna encuesta publicada le parece confiable; todas están “truqueadas”, dice. Las que lo sitúan por debajo de Calderón por razones obvias y las que le otorgan una ventaja de dos o tres puntos porque no reflejan la verdadera distancia que le lleva al candidato del PAN. Pero ese discurso es ornamental, no real. Es incluso probable que el famoso sondeo ni siquiera exista.

Pero la realidad es que en los entornos de AMLO hay preocupación. La elección depende de unos cuantos puntos. De ahí la ofensiva que están lanzando contra Patricia Mercado y el partido Alternativa Socialdemócrata. Ése y no otro es el sentido de la tesis del voto útil: no votes por una candidata que no tiene oportunidad de ganar; no desperdicies tu voto. Vota por Andrés Manuel y evita que la derecha conserve el poder.

No es ésta la primera vez que se maneja el argumento del voto útil. Vicente Fox lo utilizó en el 2000 con muy buenos dividendos. El objetivo era sacar al PRI de Los Pinos. Había que dejar de lado las diferencias ideológicas y programáticas para concentrarse en el objetivo fundamental: terminar con 71 años de hegemonía priista. Y en efecto, el 2 del julio de 2000 muchos militantes y simpatizantes votaron por Vicente Fox.

Hoy las circunstancias son diferentes. La convocatoria al voto útil que están haciendo los perredistas no es clara en sus objetivos ni en sus definiciones. Su fundamento último es de oportunidad: vota por AMLO porque él es el único que puede ganar la Presidencia. No hay más. Y digo que no hay más porque, por una parte, soslaya las críticas que suscita López Obrador y, por la otra, inventa un monstruo de 100 cabezas para restarles importancia a las diferencias.

Vayamos por partes. El monstruo de 100 cabezas no es difícil de describir. Felipe Calderón, se dice, no es una mala persona. Pero está cercado y manipulado por la extrema derecha de Acción Nacional. Manuel Espino y El Yunque son el enemigo a vencer. Si Calderón gana la Presidencia, serán ellos los que se impongan y veremos un retroceso en todos los órdenes, desde las políticas de salud hasta una ofensiva contra la educación laica. Así que no hay que desperdiciar el voto para impedir que la ultraderecha se apodere del gobierno.

Las objeciones a esta tesis son evidentes. En primer lugar, que lo mismo se dijo en el 2000 de Fox. El petate del muerto era el mismo: la llegada de Acción Nacional terminará con la educación laica, prohibirá el condón, las píldoras anticonceptivas y nos pondrá a todos a rezar el rosario. Pero nada de eso aconteció. Es más, en varias cuestiones, como la píldora del día siguiente, el gobierno foxista fue más liberal que los últimos gobiernos priistas.

La razón de esto es doble: existe una sociedad laica que no admitiría un retroceso en estas materias y el propio Fox es una persona bastante liberal. Felipe Calderón es, sin duda, un hombre que profesa la fe católica, como el propio Fox, pero ha reiterado que las convicciones morales no pueden imponerse en el espacio público al resto de la población. Y no sólo eso. En su entorno hay personajes, como Josefina Vázquez Mota, que mantienen posiciones liberales en lo que se refiere a las políticas de salud pública.

Y por lo que toca al complot de El Yunque, baste decir que las tensiones que ha habido entre Felipe Calderón y el presidente del PAN son muy conocidas. Manuel Espino ha sido un verdadero dolor de cabeza para el equipo de campaña del candidato panista. Por eso se puede esperar cualquier cosa, menos que Calderón, ya como Presidente, se doblegue o se deje cercar por Manuel Espino y El Yunque. En suma, los llamados al voto útil para detener el avance de la ultraderecha son basura pura; no tienen sustancia ni consistencia.

Pasemos, ahora, a la segunda cuestión: las dudas y las críticas que suscitan AMLO y su proyecto entre muchos militantes de izquierda. Y en ese sentido, la primera pregunta que hay que formularse es si López Obrador es un hombre que tiene un proyecto y un programa de izquierda.

Vayamos, de nuevo, por partes:

¿Es de izquierda regresar a los precios de garantía en el campo, a los desayunos escolares y a la entrega de útiles escolares, como ocurría durante los gobiernos de Echeverría y López Portillo?

¿Es de izquierda rodearse de ex priistas, contar con el apoyo de Manuel Bartlett, la CROC y, al mismo tiempo, marginar a las corrientes tradicionales del PRD, incluido el cardenismo?

¿Es de izquierda minimizar el proceso de globalización y proponer una revisión del TLC?

¿Es de izquierda no tener una posición clara frente a la píldora del día siguiente y guardar un “prudente” silencio cuando se interroga a AMLO sobre esta cuestión?

¿Es de izquierda sumarse ciegamente al liderazgo de un personaje que no tolera la crítica y que se asume como la única oportunidad de redención de los pobres de este país?

¿Es de izquierda negarse a responder preguntas de cultura general para no vulnerar la imagen y la esperanza de millones de mexicanos que dice encarnar?

¿Es de izquierda tolerar los linchamientos con el argumento de que con los usos y costumbres de los pueblos no hay que meterse?

La respuesta obvia es: no, no es de izquierda. Por eso muchos militantes y simpatizantes del PRD, que se sienten defraudados por AMLO y su proyecto, están volteando hacia Patricia Mercado y Alternativa Socialdemócrata y Campesina. Al hacerlo no cometen ningún pecado; al contrario, reconocen una realidad y apuestan por un proyecto alternativo. Es cierto que no es para mañana y que se trata de una inversión de largo plazo. Pero ése es un voto útil y moralmente inobjetable. México necesita una izquierda moderna y democrática, no un mesías tropical.

23 de junio de 2006

Sí al voto razonado

David Páramo
Excélsior - Personajes de renombre

23-06-06

Ya bastó... Deje de prestar atención a los spots y voceros de los partidos políticos. Deje de escuchar las descalificaciones de unos y otros. No le crea mucho a las encuestas, pues entre 40% y 50% de los entrevistados no contestaron por alguna razón.

El 2 de julio no se trata de elegir al que sea menos mentiroso, ladrón o corrupto. No se está seleccionando al menos peor o a quien haga las propuestas más fantasiosas.

Usted tomará una decisión fundamental sobre el futuro y bienestar de su familia. Sé que toma tiempo para razonar decisiones que le atañen directamente a usted y a sus seres amados.

Considere que los ataques y descalificaciones realmente no son tan importantes cuando se piensa en un proyecto de nación. ¿Cuánto del lodo que se han lanzado seguirá teniendo importancia dentro de seis meses, especialmente cuando no se han presentado denuncias penales en la mayoría de los casos, los cuales son dichos y no hechos?

Tome, por lo menos, el mismo tiempo que dedicará a ver el partido de México en contra de Argentina, o en cualquier otra actividad, para ver las propuestas de los candidatos (puede consultarlas en www.lupaciudadana.com.mx o en www.sociedadenmovimiento.org.mx) y analizarlas.

La campaña se ha concentrado en debatir la conveniencia o no de cambiar de modelo económico. Mientras que Felipe Calderón apunta a seguir construyendo sobre la base de la estabilidad económica, la competitividad y el crecimiento, Andrés López se orienta a una gran participación del Estado en la economía y en la oferta de programas que no tienen sustento económico.

Entre las preguntas que debe hacerse están: ¿Ha mejorado su nivel de vida en diez años? ¿Ha podido comprarse casa o carro? ¿Han disminuido sus penurias económicas o ha mejorado su nivel de vida? ¿Su salario se le deteriora menos? ¿Está mejor que en 2000?

Los datos duros señalan que ha disminuido el número de pobres, se ha incrementado el ingreso per cápita y se ha recuperado la clase media. En el lado negativo está el poco crecimiento del empleo formal. Controlar la inflación es lo más benéfico para los pobres y asalariados, puesto que su dinero alcanza más, los subsidios generalizados benefician a los más ricos y causan más daño a los pobres, puesto que generan deuda e inflación.

No se pierda en la jungla de neoliberales, tecnócratas, populistas. En materia económica hay correcto e incorrecto y usted lo sabe como cabeza de familia. No necesita haber pasado por la carrera de economía para saber que el dinero no crece en macetas y que es un error regalar lo que no se tiene.

Quien le haga promesas milagrosas en materia económica miente y el despertar es tan doloroso como en las épocas de José López Portillo, Luis Echeverría y Carlos Salinas.

[...]

dinero@nuevoexcelsior.com.mx

Así cierran las encuestas: ¿un final de fotografía?

Razona tu voto

En varias ocasiones publicamos un seguimiento de las principales encuestas, así como un análisis gráfico que iba indicando la tendencia de cada candidato (Así van las encuestas...). Con la publicación de las últimas encuestas que podrán realizarse y difundirse públicamente hasta la elección del 2 de julio, presentamos la última actualización de dicho análisis.

Si algo queda claro es que faltando 9 días para la elección, Calderón y AMLO están empatados y que, pese a que algunas encuestas marcan una elección cerrada a tercios, Madrazo se mantiene en un claro tercer lugar.


De hecho la competencia se ve tan cerrada que tal y como puede verse en una segunda gráfica en la que quitamos los resultados particulares de las encuestas y solamente graficamos los promedios móviles, Calderón y AMLO están literalmente pegados en un 35%, mientras que el promedio de Madrazo es de apenas un 27% aproximadamente.

Esto únicamente corrobora el hecho de que la moneda está en el aire. Nadie llega al día de hoy con una ventaja que pueda considerarse definitiva. Nadie "la tiene ganada". Nadie trae 10 puntos de ventaja.

En su último reporte Ulises Beltrán y Asociados, cuyos resultados prácticamente coinciden con nuestro análisis gráfico (Calderón 34%, AMLO 34% y Madrazo 26%) menciona algunos factores posibles de cambio que me parece importante tener presentes.

Aunque no está claro en que medida y en que sentido influirán; el voto estratégico, la solidez de las preferencias, la intención de los votantes independientes y la imagen de los candidatos son los principales factores que hasta el último momento incidirán y acabarán por definir el rumbo de la elección.

Las cosas no necesariamente terminarán como hasta hace unos días lo plasmaron las encuestas. La cuestión es que conforme vayan cambiando, ya no tendremos la posibilidad de enterarnos públicamente de esas mediciones.

Con mucha menos difusión y apertura que la que hoy tenemos, eso mismo ya lo vivimos hace 6 años.

Sólo faltan 9 días pero aún pueden pasar muchas cosas. Y no me refiero necesariamente a cosas espectaculares, sino al simple hecho de sumar lo que cada mexicano que hoy no está totalmente seguro de por quien votar el 2 de julio, o ni siquiera de si irá o no a votar, pensará y decidirá cuando tenga frente a el la boleta electoral.

razona2voto@yahoo.com

Por qué Felipe no puede perder el 2 de julio

Ciro Gómez Leyva
Milenio - La Historia en Breve
23-06-06

Felipe Calderón no puede perder el domingo, porque la elección la ganarán los indefinidos que guardarán su carta hasta el último instante. Habrá quienes decidirán formados en la cola, y habrá incluso quien lo haga en la urna. En ese breve lapso, bajo el rayo del sol o pasando el lápiz sobre la boleta, terminarán optando por quien sientan que será menos riesgoso para ellos y sus familias. Votarán por Felipe.

Pesarán los mensajes sobre un país espantoso gobernado por Andrés Manuel López Obrador. Y el miedo a la inestabilidad. Por eliminación, miles de indecisos se transmutarán en un chasquido en votos conservadores que obsequiarán al PAN una segunda oportunidad en Los Pinos.

No será un voto alegre como el del 2000. Muchos de los sufragios ganadores serán también votos con una carga de frustración por haber optado por la continuidad, a pesar de la decepción que les deja la experiencia foxista. Y de resignación, por haber elegido a Felipe, con quien ni simpatizan, ni se identifican.

Votarán por temor a que un México lopezobradorizado, lumpenizado, bejaranizado, les embrolle más sus vidas cotidianas. La presunta primera elección ideológica en la historia de México terminará siendo un referéndum entre el mal mayor y el mal menor.

Unos 40 millones de mexicanos elegirán Presidente de la República el domingo 2 de julio. Las encuestas marcan que unos seis millones no saben aún si correr el riesgo o jugar a la segura. Ante el dilema, creo que se impondrá el voto conservador. La mayoría de los mexicanos, lo marcan también otras encuestas, quieren trabajo, un poco más de dinero, un poco más de seguridad, un poco de futuro para sus hijos. La irritación no es más grande que la esperanza de vivir un poco mejor.

Un poco, un poco.

López Obrador puede ser una esperanza, una ilusión, pero gastaría demasiada energía en pleitos inevitables, tendría enemigos a puños, no mejoraría con la rapidez requerida las carencias mundanas. Calderón se presenta como una línea más corta. López Obrador asusta, agrieta, dilata, desfonda. Calderón no. Por eso los indecisos le van a dar la victoria el domingo 2 de julio.

Dos visiones

Leopoldo Mendivil
Crónica
23 de Junio de 2006

Si usted analiza las opiniones de nuestros intelectuales y las de los periodistas, encontrará que mientras la mayoría de los primeros simpatiza con Andrés Manuel López Obrador, la mayoría de los segundos discrepa.


Pero si compara las líneas ideológicas de unos y otros, encontrará más diferencias de matiz que de fondo. Todos queremos borrar el México de la riqueza insultante frente a la pobreza lacerante y todos conocemos más o menos los factores que han mantenido esa situación durante toda nuestra historia. Casi todos rechazamos el neoliberalismo pero sabemos que hasta Cuba y China participan de la globalización.

Quizás las diferencias entre intelectuales y periodistas obedecen a que aquéllos tratan de construir la utopía en cuanto concepción de un gobierno ideal, mientras nosotros reseñamos el mundo de la realidad.

Así, los intelectuales apoyan a López Obrador porque ofrece la guerra contra la iniquidad con tanta pasión que le creen por igual los más y los menos letrados.

Los periodistas, en cambio, enfrentamos sus palabras a sus hechos y las cuentas no nos cuadran. Quizás hasta su mesianismo le aceptáramos si no chocara con la deshonestidad intelectual que revelan sus acciones.

Se entiende que quienes sufren la pobreza acepten las promesas de quien les ofrece otro futuro, pero cuesta aceptar que quienes hacen del razonamiento su herramienta principal eliminen, de la fórmula el factor que la imposibilita. A más b es igual a c, pero a más h no puede dar c…

Lo más fácil para justificar a AMLO es aceptar las persecuciones de que dice ser víctima, pero veamos:

AMLO violó la Ley de Amparo. Se declaró perseguido, principalmente político y se defendió con su innegable liderazgo, pero en su modalidad de subversión, y la debilidad federal prefirió no enfrentarlo. Consecuencia: los desacatos al Amparo prácticamente se volvieron costumbre en diversas instancias del gobierno capitalino. Pero nadie perdona los excesos de poder en que incurrió Marta Sahagún.

López Obrador decidió que los recursos para construcción de los segundos pisos fueran declarados información restringida durante ¡12 años! y no hubo autoridad que lo objetara. Pero se descubrieron los abusos del ex gobernador Arturo Montiel y su familia -mucho menores, por cierto, que los de los segundos pisos- y con toda razón, aunque sin la demostración legal que el caso demandaba, la indignación nacional se le fue a la garganta y acabó con su carrera política.

Nadie olvida los videos de Ponce, Bejarano e Imaz, pero en la cárcel está Ahumada y su familia está sometida a una persecución que podría terminar con su esposa en Santa Martha Acatitla y sus hijos en alguna casa de menores infractores.., ¿de qué?

Anteayer publiqué aquí una visión parcial del estado en que AMLO dejó las finanzas de la ciudad y los servicios que debió entregar sobre todo a los más pobres, según detallan las propias Cuentas Públicas del GDF, pero para los intelectuales esa información o no cuenta, o no vale, o ni siquiera la leen. Pero en Compranet se localizaron las famosas toallas de la pareja presidencial y se volvieron un escándalo que dio la vuelta al mundo.

Esto es algo de lo que los periodistas vemos y los intelectuales aparentemente no. De alguna manera lo entiendo, pues la información no suele contar con el peso emocional de la propaganda, que a tantos intelectuales ha convencido en el curso de la historia…

Pero como lo que está en juego es el país y su futuro, ojalá los intelectuales analizaran la información que los periodistas manejamos, y nosotros buscáramos más la utopía que ellos quieren construir…

[…]

l.mendivil@delfos.com.mx
m760531@hotmail.com

Votar contra el autoritarismo

Luis de la Barreda Solórzano
Crónica
23 de Junio de 2006

Si las encuestas son acertadas, Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón llegan a la elección presidencial prácticamente empatados en la intención de voto, lo que supone que: a) cualquiera de los dos tiene posibilidades de ganar el domingo 2 de julio la Presidencia de la República, y b) probablemente quienes hoy aún están indecisos sean quienes inclinen la balanza. Cada sufragio, entonces, puede ser decisivo. Por primera vez en mi vida votaré por un candidato del PAN aun cuando varias de las posturas conservadoras de ese partido me resultan inaceptables, sobre todo aquellas que se refieren a aspectos que conciernen a las convicciones morales de los individuos. Por ejemplo, me parece farisaico el rechazo a la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo y a la píldora del día después. Sin embargo, es evidente que si el PAN vuelve a ganar la Presidencia no habrá un retroceso en esos temas, pues ni Calderón va a intentarlo ni la correlación de fuerzas parlamentarias se lo permitiría. Por otra parte, el programa económico y social del aspirante panista parece razonable, en tanto que el del perredista es, como lo ha calificado Jaime Sánchez Susarrey, un proyecto irresponsable que podemos pagar muy caro los mexicanos. Pero esa no es la razón principal para decidir el sentido de mi voto. Más que votar por Calderón, votaré contra López Obrador por un motivo que considero muy fuerte. El ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal ha dado muestras inequívocas y abundantes de autoritarismo, intolerancia y desprecio al derecho. No me parece un exceso considerar que tiene alma de dictador (quieran los dioses que, si gana la elección, me equivoque).


La afirmación de que el ex priista es un peligro para México no se basa en elucubraciones acerca de lo que podría hacer o dejar de hacer si llegara a ser Presidente, sino en la certeza de lo que ya hizo y lo que dejó de hacer como gobernante de la capital de la República. A la vista de cómo gobernó, no puede menos que sorprenderme que cuente con el respaldo de intelectuales que se habían caracterizado, entre otras cosas, por su vocación democrática. En el breve espacio de esta columna apenas podré esbozar algunos de los desplantes, de las acciones y de las omisiones de López Obrador cuya evocación quizá sea suficiente para ilustrar mi temor.

Yo era Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. Uno de los principales destinatarios de nuestras recomendaciones, por atropellos muy serios, era el Procurador Samuel del Villar. López Obrador, Jefe de Gobierno electo, aseveró que todos los ombudsman del país eran priistas y se fatigó en anunciar, una y otra vez, que sostendría en el cargo al doctor Del Villar, a quien comparaba con Benito Juárez. No lo sostuvo porque le fue imposible: la designación del Procurador requería la anuencia del Presidente de la República, y Fox no estaba dispuesto a otorgarla pues sabía de los abusos de Del Villar, entre los cuales estaban el encarcelamiento de personas inocentes inculpadas por el homicidio de Paco Stanley con base en el testimonio inducido de un preso al que después se amenazó para que no se retractara, la persecución penal de jueces y magistrados cuyas resoluciones desagradaron al Procurador, y la designación de delincuentes (sí, individuos que habían sido condenados incluso por delitos tan graves como el secuestro) en altos cargos de la Procuraduría.

Ya en el ejercicio de la jefatura de gobierno, Andrés Manuel López Obrador ocultó información de interés público, tal como la relativa a los precios y los proveedores de los segundos pisos o la nómina de pago a los mayores de 70 años. Para no tener que proporcionarla boicoteó la instauración de un organismo autónomo negándose a otorgarle oficinas y presupuesto, disolviendo el consejo designado y creando otro del que se excluyó arbitrariamente a la más incómoda de las consejeras —por su autonomía y su honestidad—, María Elena Pérez Jaén, (que ya acudió a la Suprema Corte buscando que se revierta el atropello).

Andrés Manuel López Obrador mostró un absoluto desprecio por la ley y por las resoluciones judiciales. Entre la justicia y la ley, expresó varias veces, había que optar por la justicia. “Ley que no es justa no sirve... Una ley que no imparte justicia no tiene sentido... La Corte no puede estar por encima de la soberanía del pueblo... La jurisprudencia tiene que ver, precisamente, con el sentimiento popular”, predicó.

El problema con esa concepción es, por una parte, que el pueblo —las masas, la mayoría— no siempre tiene razón ni todo lo que pide o exige es indiscutible: ¿qué sucedería si la mayoría se manifestara, por ejemplo, contra la libertad de expresión, a favor de la pena de muerte o a favor de la justicia colectiva por propia mano?

Por otra parte, surge la pregunta de quién descifra la voluntad popular y quién decide lo que es justo. En los hechos, lo decide quien detenta el poder. “¿Y quién interpreta el divino poder de la ‘soberanía popular’? El líder social que se autodesignaba ‘el rayo de esperanza’: López Obrador”, escribió Enrique Krauze (El mesías tropical, en Letras libres, junio de 2006).


Cuando las resoluciones judiciales fueron desfavorables a su gobierno y le provocaron especial molestia, el entonces Jefe de Gobierno no paró mientes en calumniar a los juzgadores acusándolos de corruptos sin presentar la denuncia o las pruebas correspondientes. Lo peor fue que, al desacatar suspensiones provisionales ordenadas por jueces de distrito, debilitó al amparo, instrumento jurídico de los gobernados para defenderse de los abusos de los gobernantes. Recordemos que, después de su desafuero, si se detuvo la acción penal en su contra no fue porque su conducta no estuviera tipificada como delito sino porque no quedaba claro, por una laguna legislativa, qué sanción correspondía a esa conducta. De ahí en adelante cualquier servidor público puede violar la suspensión provisional concedida en amparo a sabiendas de que quedará impune su trasgresión. El daño causado al Estado de Derecho ha sido enorme.

Lo aquí señalado es grave; pero me falta referirme al capítulo más funesto y vergonzoso: Tláhuac. Como se me acabó el espacio, será la próxima semana.

ldelabarreda@icesi.org.mx


Tiempo de definiciones

Jesús Reyes-Heroles G.G.
El Universal
23 de junio de 2006

Hoy concluye el plazo que establece la ley para divulgar resultados de encuestas sobre preferencias electorales. Se cierra un periodo de intenso bombardeo a la ciudadanía con información de múltiples fuentes, cuyos levantamientos de opinión pública son de calidad y transparencia diversas.


Esta es la segunda ocasión en que las encuestas juegan un rol central en el debate político y las campañas. El balance de su contribución a un voto más informado es mixto. Por una parte, es innegable que proporcionan al elector elementos útiles para fundar su voto, al igual que a los candidatos para definir la naturaleza y curso de sus campañas. Por otra parte, también es cierto que existe el riesgo de que respondiendo a intereses partidistas o de campaña se intente manipular las encuestas, riesgo que se refiere a los resultados mismos y, sobre todo, a la forma como éstos se presenten. La posibilidad de comparar los resultados de encuestas, consigo mismas y con los de otras fuentes, depende críticamente de la transparencia en la presentación de definiciones y aspectos metodológicos. Desafortunadamente, en México todavía no todas las casas encuestadoras divulgan toda la información necesaria para lograr comparaciones válidas. El mejor ejemplo es la definición de "votante probable" de moda durante este proceso preelectoral.

Ayer GEA-ISA presentó los resultados de su última encuesta nacional en hogares antes de la elección. El levantamiento realizado del 16 al 18 de junio arroja resultados coincidentes con los de su encuesta previa (junio 9-11) y motiva diversas reflexiones. Primero, es reconfortante que durante los últimos seis años la confianza de la ciudadanía en el sistema electoral mexicano haya aumentado sustancialmente.

En 2000, sólo 44% consideraba que el Instituto Federal Electoral garantizaba la imparcialidad de las elecciones federales. Hoy, 80% lo hace. Seis años antes, 41% de la ciudadanía consideraba que habría fraude, porcentaje que disminuyó a 24% hoy. Ahora, 50% de los entrevistados señala que los perdedores aceptarán el resultado de los comicios, 20 puntos porcentuales más que hace seis años.

Considerando esos y otros aspectos de la democracia mexicana, hoy 35% está satisfecho con ella, en comparación con 18% hace seis años. A pesar del incesante golpeteo multilateral de que ha sido objeto el IFE durante las últimas semanas, no puede negarse su fortaleza institucional, siempre insuficiente, pero mucho mayor que hace seis años. Otro resultado de la encuesta GEA-ISA a subrayar es que, si bien sugiere que las preferencias electorales de la ciudadanía están bastante afianzadas, un número importante de electores, que expresan una preferencia electoral, señalan que todavía podrían cambiarla.

De una estimación de 41.5 millones de votos (Mv), 19.8% se encuentra en esta situación, esto es, se estima que 8.2 millones de electores todavía podrían modificar su preferencia. Lo relevante es que de este "voto móvil", ferozmente disputado por los candidatos presidenciales, 4.7 Mv indican preferir a Felipe Calderón; 2.1 Mv a Andrés Manuel López Obrador; y, 1.2 Mv a Roberto Madrazo. Por tanto, el candidato que enfrenta un mayor reto para afianzar su voto y, en su caso, capturarlo de otros candidatos, es Calderón.

Un tercer aspecto a señalar es que los resultados de las encuestas que se conocían hasta ayer pueden dividirse en dos grupos. Por un lado, aquellas que señalan una contienda muy cerrada entre Calderón y López Obrador, con Madrazo ubicado en un claro tercer lugar. Ese es el caso de EL UNIVERSAL, Reforma y GEA-ISA. Por otro, las que presentan un "empate virtual" de los tres candidatos, considerando márgenes de error, esto es, un mayor voto relativo para Roberto Madrazo. Los principales ejemplos son Demotecnia, Consulta Mitofsky, Alduncin y Parametría. Esta diferencia tiene implicaciones importantes sobre el proceso de decisión de la ciudadanía. Los resultados de las encuestas del primer grupo pueden motivar con mayor fuerza al electorado para que se incline en favor de lo que se denomina el "voto útil".

Por contra, los resultados de las encuestas del segundo grupo plantean al ciudadano una mayor incertidumbre.

Un elemento de información que ha mostrado ser estable y consistente es el balance de las opiniones positivas y negativas de la ciudadanía sobre cada candidato. Esto es, la diferencia entre el porcentaje de personas que tienen una opinión positiva acerca del candidato, y aquel de quienes tienen una negativa.

Los últimos resultados de GEA-ISA indican que en junio el balance para FC fue positivo 12 puntos, en comparación con 39 en abril; negativo 22 puntos para RM, que se compara con un negativo de 17 en abril; positivo por 10 puntos para AMLO, que contrasta con 44 en febrero.

En este contexto, la última encuesta de GEA-ISA plantea que las preferencias electorales del total de los entrevistados son: 33% por FC, 20% para RM, 31% para AMLO, 2% para otros, y 14% todavía indefinidos. Si estos últimos se eliminan, las preferencias definidas son: 38% para FC, 23% para RM, 36% para AMLO, y 3% para otros.

Por último, si se considera el votante probable, esto es, los entrevistados que aseguraron que irán a votar y que se definieron por un candidato, los resultados son: 41% para FC, 21% para RM, 36% para AMLO, y 2% para otros. GEA-ISA sí hace explícita su definición, a diferencia de otros.

Son muchos los eventos políticos que se sucederán entre el 19 de junio y el 2 de julio. Las encuestas han mostrado hasta ahora que ese tipo de sucesos inciden directa e inmediatamente sobre las preferencias electorales. Si bien dichas preferencias parecen estar más afianzadas, no son insensibles a ese tipo de eventos, sobre todo para "votantes móviles".

Por ello, lo más probable es que México llegará por segunda vez a una elección muy competida cuyo resultado definitivo es incierto. Paradójicamente, un reconocido teórico político, Adam Przeworski, definió que una "democracia es un sistema en el cual los partidos pierden elecciones".

jreyes@structura.com.mx
Economista

Medio ciegos votaremos

Raúl Cremoux
El Universal
23 de junio de 2006

Del mismo modo que los medios, especialmente los concesionados crearon una mayúscula expectativa sobre la participación de la Selección Nacional en el Campeonato Mundial de Futbol en Alemania, asimismo, estos mismos medios masivos, al participar en las campañas electorales, han creado graves confusiones colectivas. Es muy cierto, en el país y fundamentalmente en las capitales de los estados, gozamos de amplia libertad para expresarnos.


Pero igualmente cierto es que lo que ofrece al público, es agua de superficie. Si bien la característica es difundir, también lo es analizar, esto último requiere algo que es difícil de realizar y caracteriza en otras partes al periodismo moderno: investigación.

Se dice, por ejemplo, que el "cuñado incómodo" no paga impuestos y tal aseveración, ni siquiera la hace Hacienda cuando no han transcurrido diversos análisis que llevan de seis meses a dos años de investigación. ¿Cómo lo puede afirmar Claudia Sheinbaum después de dos días transcurridos desde que le llegó la información de modo "anónimo" cuando ella no es especialista fiscal? No obstante la ligereza, esta misma es multiplicada y magnificada por los medios.

Si alguien en la Procuraduría del DF deja deslizar la idea de un autoatentado, son numerosos los medios que, sin rigor alguno lo repiten sin reparar que no hay madre que pueda planear silben los balazos alrededor de la cabeza de sus hijos menores. Ningún medio investiga y deja tal tarea en manos de los supuestos e incondicionales "expertos" de una procuración de justicia que ha mostrado claros tintes partidistas.

En sentido contrario, ¿qué medio ha realizado su propia investigación en lo ocurrido recientemente en Atenco o la huelga de profesores que ya alcanza un mes? Vimos golpizas terribles de unos y otros pero nadie ha investigado sobre la violación masiva de mujeres como tampoco la verdadera intención de una sección del magisterio (sección 22) que evidentemente carece de la vocación por enseñar y acrecentar el desarrollo de los niños oaxaqueños. Cuando AMLO dice que subsidiará con 20% a quienes ganen menos de 9 mil pesos, ¿se ha visto que eso significa más de 330 mil millones de pesos anuales?

Y cuando Calderón promete 50% menos en la tarifa eléctrica a los más necesitados, ¿alguien en los medios ha calculado que eso costaría 27 mil millones de pesos al año que la CFE no podrá asumir como gasto? ¿Y de dónde saldrán los salarios "dignos" para 47 mil nuevos policías en la capital cuando al mismo tiempo se afirma se reducirán los impuestos?

Se invoca sin cesar que informar es un deber y al mismo tiempo un derecho ciudadano a estar debidamente abastecidos de conocimientos veraces y puntuales; ¿cómo explicar entonces la falta de rigor en las informaciones y la casi nula investigación y corroboración de afirmaciones y hechos por parte de los informantes?

Los mexicanos iremos a las urnas el próximo 2 de julio provistos de percepciones inducidas por lo que nos han dado los medios masivos. En esa inmensa cascada de datos, la distorsión y la mentira han envuelto nuestros sentidos y así, medio ciegos y trampeados por el mercadeo, elegiremos a quienes nos gobernarán, sin saber bien ni quiénes son ni lo que realmente pueden hacer por nosotros, a pesar de habernos quitado tanto tiempo, energía y muchísimo dinero.

cremouxra@hotmail.com
Escritor y periodista

Prosa conjetural

Germán Dehesa
Reforma
22 de Junio del 2006

Los acomodos. ¿Cuánto le falta por profundizar a la democracia mexicana, de modo que se fundamente en tierra firme y no en esta capa lodosa y fétida sobre la que ahora se tambalea? Pasta de Conchos, Las Truchas, Atenco, Oaxaca y ahora Nezahualcóyotl son bombas de tiempo que alguien, por ahora sin rostro, detonará cuando le parezca oportuno. Los asomos, los vislumbres de la violencia, el subterráneo jaloneo por el poder. Todo esto ocurre ante nuestros ojos, ante la atónita e inquieta mirada de una ciudadanía que quiere construir y fortalecer la gran casa de la democracia y viene a descubrir que no hay todavía tierra firme.

En el lodazal de allá abajo, las grandes mafias, las del dinero sucio, las que controlan a tianguistas, taxistas, transportistas y ambulantes, los grandes sindicatos que se resquebrajan por su pura corrupción e inutilidad, los delincuentes de cuello blanco, el narco y todas sus conexiones policiacas y políticas, la gente del PRI y del PRD que trabaja en los drenajes profundos del país; todos ellos quieren hacerse presentes, quieren “acomodarse”, vender protección y asegurarse de que sus privilegios y sus cotos permanecerán intactos por otro sexenio; todos ellos están colocando cargas de dinamita por todo el país, desde nuestra violentísima frontera norte hasta Oaxaca; alguien que sabe que va a perder o que sabe que su cómplice no va a ganar es quien, ante la ineficacia de nuestros “servicios de inteligencia” y con la complicidad de unas “fuerzas del orden” que se quedan mirando, o que atacan de modo salvaje e inútil; ese alguien es el que quiere ponernos en jaque y volverse el gran beneficiario de nuestro miedo.

Lo acepto, son puras conjeturas las que estoy haciendo en mi intento por entender qué está pasando en los subsuelos de la política mexicana, desde donde se asoma a la superficie el enérgico y violento aviso de que la llave maestra de la violencia puede abrirse y cerrarse a voluntad. Es por esto que la democracia mexicana tiene que excavar más profundo para poder arraigar en nuestra verdadera tierra que, por el momento, está cubierta por este pantano que sexenio tras sexenio nos ha ido ganando el terreno.

Frente a tanta pudrición ansiosa por refrendar de buena o mala manera su licencia sexenal de impunidad, ciudadanas y ciudadanos, los nuevos y los viejos votantes necesitamos hacernos presentes en las casillas del 2 de julio y votar por quien mejor les parezca, pero votar, ser parte, estar adentro, premiar o castigar, pero de ninguna manera dejar de votar. Un alto nivel de votación es un seguro de vida para México, es una nítida expresión de que terminantemente hemos optado por la paz y el respeto. ¿Estallará la violencia?, no lo sé; lo que aventuro es que una votación que ronde el 70 por ciento de la participación, puede ser la plena certificación de que somos demócratas y de que entendemos que la democracia no puede ni siquiera dialogar con la corrupción y la impunidad.

Todas esas alimañas, tepocatas, víboras prietas que Fox profetizó que aparecerían cuando moviera la inmensa piedra y removiera las estancadas aguas del poder sin contrapesos, la dictadura perfecta, que detentó “la gran familia revolucionaria”; todos estos bichos, en efecto, aparecieron y Fox los miró y los dejó vivir para que ahora reaparezcan en actitud de abierta revancha y con la firme voluntad de que si no se pudo por las buenas, recuperarán el poder aunque sea por las malas.

Frente a ellos tú, él, yo, nosotros los ciudadanos no tenemos más arma que nuestra boleta de votación; una sola no significa nada; si somos millones heredaremos la tierra y ésta volverá a florecer. Hay que votar; hay que votar para merecer. Digo, son conjeturas.


[...]

22 de junio de 2006

PRI: fiel de la balanza

Ricardo Alemán
El Universal - Itinerario Político
22 de junio de 2006

Lo primero que tendrá que hacer el ganador es impulsar una profunda "operación cicatriz"

Si bien aún no hay nada para ninguno de los punteros en la contienda presidencial, está claro que quien resulte ganador el domingo 2 de julio -sea López Obrador o Calderón Hinojosa-, estará obligado a buscar un gobierno de coalición, si es que el vencedor quiere conseguir la eficacia prometida a los electores y que todos los mexicanos esperan. Y resultará casi obligado un gobierno de coalición, no sólo porque la sociedad mexicana quedará partida en tres grandes tercios de preferencias y porque el ganador habrá llegado al poder con el aval o el consenso de sólo un tercio de los votantes y con poco más de 20% de los electores potenciales, sino porque en el Congreso de la Unión no habrá mayoría absoluta. Según las más recientes encuestas, en las cámaras de Diputados y Senadores el PAN aventaja ligeramente al PRI y al PRD, al grado de que la entrante Legislatura estará repartida también en tres tercios.


Si recordamos algunas de las propuestas de fondo que a lo largo de sus respectivos periplos proselitistas ofrecieron a los electores Obrador, Calderón y Madrazo -como el cambio y/o ajuste del modelo económico, las reformas a los sectores laboral, educativo, y de salud, entre muchas otras-, sólo podrán hacerlas realidad con el concurso del Congreso. Es decir, con un acuerdo político que incluya a los partidos derrotados. Por eso lo primero que tendrá que hacer el ganador es impulsar una profunda "operación cicatriz" que restañe las heridas de los muchos lesionados por la feroz contienda presidencial. Esa, la de proponer y lograr una rápida reconciliación sobre todo entre una sociedad no sólo dividida, sino enfrentada, será la primera y más importante tarea del ganador.

Pero debido a la intensidad de la batalla, a que en algunos bandos se emplearon armas prohibidas y se recurrió a la mal llamada "guerra sucia", parece imposible ya no se diga un acuerdo político, un gobierno de coalición, sino una "reconciliación nacional". El único de los candidatos que abiertamente propuso durante su campaña no sólo una "reconciliación nacional", sino un "gobierno de coalición", fue el panista Felipe Calderón. Hace apenas unos días, el perredista López Obrador se sumó al llamado de la "reconciliación nacional", pero lo cierto es que esas propuestas no son más que gestos de buena voluntad, dado que en el fondo resultará imposible un acuerdo entre la derecha y la dizque izquierda que representa AMLO.


En la hipótesis de que el ganador del 2 de julio sea Andrés Manuel López Obrador -lo que en la práctica significará el regreso del viejo PRI a Los Pinos-, y por impensable que parezca, es muy probable que asistamos a una alianza entre el gobierno de AMLO y el PRI de Roberto Madrazo, ya que en el fondo el PRD de López Obrador y el PRI madracista son las dos caras de una misma moneda. El problema en esta hipótesis es que tanto AMLO como Madrazo tendrían que olvidar sus respectivos agravios y peleas históricas, para sumar fuerzas en ese nuevo gobierno, sobre todo en el Congreso. Pero en una alianza como esa, que para muchos resultaría impensable, aunque es más real de lo que se imaginan, para ninguno de los dos significará un problema mayor, dado que tienen sobrada experiencia en tragar sapos y serpientes, si de alcanzar el poder se trata. Frente a esa hipótesis veremos una alianza PRI-PRD, que será el reemplazo de la alianza PRI-PAN, que tanto motejaron los antaño críticos de la izquierda. Y para los que tienen dudas sobre la hipotética alianza PRIRD, basta recordar que el PRD se formó de dos corrientes, la surgida del PRI antidemocrático y la que venía de los restos del marxismo leninismo, que no precisamente veía la democracia como su meta. En los meses recientes se produjo un escandaloso "trasvase" de lo peor del PRI al PRD, que se podría consolidar en un hipotético gobierno de AMLO. También por eso será difícil que en un gobierno de AMLO el PAN acuerde pacto alguno, a pesar de que en el Congreso el PRIRD podrían hacer mayoría.

Pero si el 2 de julio gana Calderón, el fenómeno se producirá exactamente en sentido contrario. Es decir, el PRD de López Obrador -quien primero no aceptará la derrota-, se negará a pacto alguno con un hipotético gobierno de Felipe Calderón. Pero el panista no tendrá mucho problema en pactar con el PRI de Roberto Madrazo -o con el presidente del partido que lo sustituya-, porque ya en la historia se consigna la alianza PRI-PAN. Juntos estos dos partidos, y sus respectivos grupos parlamentarios, podrían conseguir la mayoría necesaria para alcanzar las reformas del gobierno en turno, siempre y cuando se haga un buen trabajo político.

Como se puede ver, los llamados a un gobierno de coalición o a una reconciliación nacional prácticamente son imposibles, sobre todo entre la derecha y la izquierda. Sin embargo, el PRI jugará un papel fundamental, el de fiel de la balanza. El verdadero poder lo tendrá el PRI con sus votos en el Congreso, a pesar de que se verán menguados por una costosa alianza con el desprestigiado Partido Verde. Al tiempo.

aleman2@prodigy.net.mx

Nadie, aún, ha salido vivo de aquí

Jorge Fernández Menéndez
Excélsior - Razones

22 de Junio de 2006

Mañana será el último día para dar a conocer las encuestas previas a la elección del dos de julio próximo. Es un poco absurdo, uno más de nuestro sistema electoral, que se puedan proporcionar encuestas hasta diez días antes de la elección, mientras los candidatos pueden continuar en campaña algunos días más y existe, siempre, un alto porcentaje de indecisos a estas horas.

Las encuestas que se han conocido en los últimos días, suelen darle unos puntos de ventaja a López Obrador (entre dos y cuatro), aunque otras, con menos difusión, como la de la Universidad de Miami y Zogby, incluso la de Ulises Beltrán y asociados o la de GEA, siguen manteniendo una pequeña ventaja para Felipe Calderón. Prácticamente todas coinciden en que Roberto Madrazo está demasiado lejos como para aspirar a la presidencia aunque el PRI sigue manteniendo una posición fuerte en el ámbito legislativo: el temor que tenían muchos priistas de un desplome no sólo de su candidato presidencial sino también de sus candidatos a senadores y diputados, por lo menos en términos generales, parece haberse disipado. Pero no les alcanza para pelear, de verdad, la presidencia de la república.

El tema de la distancia de diez días entre la publicación de las últimas encuestas y la propia elección presidencial, es un factor de riesgo para el proceso y lleva a muchos equívocos. Hace seis años, prácticamente todas las encuestas publicadas para estas fechas, coincidían en el triunfo de Francisco Labastida: la encuesta de Reforma publicada el 23 de junio pronosticaba 42 por ciento para Labastida, 39 por ciento para Vicente Fox y 16 por ciento para Cuauhtémoc Cárdenas: la tendencia se había mantenido inalterable durante todo el mes de junio, colocando siempre a Labastida como triunfador. Pero existía un dato en ese estudio que no se valoró: el 19 por ciento de los encuestados que dijeron que sí votarían aún no habían decidido su voto o si lo tenían decidido no lo expresaron. Cuando diez días después de publicada esa encuesta se produjo la elección, los resultados fueron muy diferentes: Vicente Fox obtuvo el 43 por ciento de los votos; Labastida se quedó con el 37 por ciento y Cárdenas con el 17 por ciento. Fox obtuvo poco más de 16 millones de votos y Labastida unos 13 millones 500 votos. Cárdenas se quedó con unos 6 millones. Por eso, aunque en el equipo de Calderón estén disconformes con algunas de las encuestas publicadas en las últimas horas, también están tranquilos: estiman que, en términos de encuestas están, incluso, mejor posicionados ahora que hace seis años, cuando se le daba, en prácticamente todas las encuestas públicas, una desventaja de por lo menos cuatro puntos a Fox. En los hechos, las casas encuestadoras pudieron comprobar, aunque no pudieran publicarlo, cómo en los días posteriores se fue cerrando la elección, cómo el viernes anterior a los comicios ya estaban empatados y cómo, a las dos de la tarde del domingo, algunas casas encuestadoras y el propio gobierno federal, ya sabían que era Fox quien seguramente había ganado las elecciones, e incluso así se lo dio a conocer el presidente Zedillo a don Luis H. Alvarez.

En esta ocasión tenemos un escenario un poco diferente pero no tanto. López Obrador y Calderón, como entonces Fox y Labastida, aplicando los márgenes de error de las encuestas, están empatados. Pero los encuestadores coinciden en que existe cerca de un 15 por ciento de electores aún indecisos: no todos votarán pero los que lo hagan, serán los que terminarán definiendo la elección. Existe un elemento adicional: a pesar de todos sus problemas, Madrazo se mantiene con mayor presencia que la que tuvo Cárdenas en el 2000. El priista decíamos que no tiene posibilidades de ganar la presidencia (salvo un vuelco literalmente espectacular de las tendencias) pero seguirá conservando alrededor de un 25 por ciento de los votos y por lo tanto, acota los márgenes del voto útil para cualquiera de los dos candidatos punteros. Es verdad que la elección, finalmente, será entre dos pero de todas maneras el no derrumbe de Madrazo acota los límites de una fuga de votos priistas hacia López Obrador o Calderón, aunque aún falta por ver cómo terminan actuando los gobernadores priistas que mantienen diferencias con el tabasqueño.

El hecho es que existe demasiada distancia entre las encuestas que ya se comenzaron a publicar, con la fecha electoral, todo en un momento de suma volatilidad y cuando todavía un número importante de electores no han terminado de decidir su voto. Y decíamos que ello, que se pensó originalmente como un factor de confianza y estabilidad electoral, para que las encuestas supuestamente no influyeran en los electores en las últimas hora del proceso, se ha convertido en un factor de riesgo, porque como sucedió en el 2000 y puede suceder ahora, esa distancia no permite un seguimiento fino del proceso hasta sus últimas instancias y entonces puede haber discrepancias o se pueden utilizar esos resultados de las encuestas como coartada para tratar de justificar la impugnación de la elección.

De alguna manera es lo que ha argumentado, una y otra vez, López Obrador al insistir que en sus encuestas, que jamás hemos visto, mantiene una ventaja de diez puntos. Si finalmente el dos de julio los que demuestran tener la razón son los tracking que están haciendo algunas empresas o las encuestas que todavía mantienen como favorito a Calderón, ¿no se apoyará López Obrador en estas últimas encuestas publicadas y en sus míticos diez puntos para impugnar la elección?; si se pudiera hacer un seguimiento mucho más cercano del proceso, por lo menos hasta el cierre de las campañas ¿no existiría un margen de error menor?. Así que estas encuestas no demuestran nada: el escenario está empatado entre AMLO y Calderón, Madrazo todavía vive, aunque sea con respiración artificial, y hay un 15 por ciento de electores que aún no han decidido su voto. La moneda sigue en el aire.

AMLO, las encuestas y el imperialismo

Francisco Báez Rodríguez
Crónica
22 de Junio de 2006

Sucedió en la Universidad Autónoma de Sinaloa, en los años setenta, cuando en aquella institución tenía sus reales un grupo extremista denominado Los Enfermos, que cometía actos vandálicos como quemar las cosechas de campesinos que no “jalaban” con ellos, asesinó a militantes de izquierda y terminó desintegrándose, aunque algunos de sus miembros confluyeron en la Liga Comunista 23 de Septiembre.


Era una reunión en Mazatlán. Los Enfermos, bajo la consigna de la “Universidad-Fábrica”, querían cambiar los planes de estudio para imponer su particular (y enferma) versión del marxismo. De uno de ellos surgió la propuesta: eliminar el inglés del programa de preparatoria, porque ese era “el idioma del imperialismo”. Un maestro de inglés, supongo que para salvar su chamba, pidió la palabra y propuso que el cambio fuera de matiz: en vez de enseñar “inglés burgués”, la UAS enseñaría “inglés proletario”, para que los representantes de la clase obrera mexicana se pudieran comunicar mejor con sus similares de otros países, en pos del internacionalismo revolucionario. Los Enfermos quedaron confundidos y la enseñanza del inglés no se suprimió.

El asunto viene a cuenta por la más reciente ocurrencia de Andrés Manuel López Obrador. En su entrevista con Carlos Loret de Mola, el candidato de la Coalición Por el Bien de Todos descalificó las encuestas, aún aquellas que lo ubican en primer lugar, porque “la metodología es norteamericana, se aplica en Estados Unidos”. Y concluyó: “nuestra sociedad no funciona así”.

Podría utilizar lo que queda de espacio de esta columna para explicar por qué la medición demoscópica, si bien tiene muchas características de las ciencias sociales, es esencialmente un trabajo estadístico-matemático. Podría también hacer un recuento del avance que ha tenido esta técnica en nuestro país a lo largo de las últimas dos décadas, en las que ha superado prejuicios y ha enmendado sus errores de noviciado. Pero no creo que sea lo esencial: en todo caso, quienes viven de la demoscopía tienen de seguro muy buenos argumentos.

A lo que voy es a otras dos cosas. La primera es la falta de congruencia de López Obrador. Durante más de cuatro años utilizó los resultados de las encuestas para afianzar su posición política, dentro del PRD y a nivel nacional. ¿Cuántas veces no lo escuchamos presumir del alto nivel de popularidad y de aceptación que le otorgaba este instrumento hecho con “metodología norteamericana”? ¿Cuántas veces no tomó decisiones políticas relevantes en función de lo que decían las mediciones de opinión pública? Ahora que no pintan el mundo color de rosa (o amarillo y negro) resulta que están, de alguna manera, viciadas por el imperialismo.

Esto quiere decir, en pocas palabras, que no creo que AMLO no crea en las encuestas. Simplemente, las usa o las desecha de acuerdo con el momento táctico (con su voluntad).

Lo que sí creo es que, al señalar el supuesto pecado de origen de las encuestas, López Obrador está enseñando su marca de aislacionismo cultural y, de nueva cuenta, su propensión a la intolerancia.

Así, no importa que las encuestas sean útiles en la India, en Grecia, en Japón o en Kenya. Lo que importa es que se trata de una metodología desarrollada primero en Estados Unidos. Eso mismo debe hacerlas sospechosas. Como ese líquido negro de nombre Coca-Cola.

La frase, “nuestra sociedad no funciona así” encierra un núcleo duro de ideología vieja, de nacionalismo revolucionario. “Como México no hay dos”, que puede traducirse en que aquí nuestra política puede no ser ni democrática ni autoritaria, sino todo lo contrario; que nuestra economía puede ser la administración voluntarista y clientelar de la abundancia; que nuestra vara de medir la ley tiene magnitudes “mexicanas”.

La “diferencia” de México fue, históricamente, una de las mejores coartadas para poner coto a la democracia sin adjetivos que pedía a gritos el país. También fue la coartada cultural para que desarrollara la manga ancha a la corrupción y a la impunidad. Y la coartada económica para una política proteccionista que se cebó sobre los consumidores y favoreció solamente a los empresarios favoritos del régimen, aquellos a los que antes llamábamos “burguesía nacional”.

Todo lo demás, encuestas incluidas, son “influencias extranjerizantes y ajenas a nuestra idiosincrasia” (Díaz Ordaz y Pinochet dixeunt).

Habría que avisarle a López Obrador que los años setenta y ochenta ya pasaron (yo hubiera suscrito su programa económico, pero hace 20 años), que las encuestas tienen el idioma común de las matemáticas, que México está inserto en el mundo, que la democracia es formal o no es democracia y que un estadunidense, llamado Abner Doubleday, inventó el beisbol.

21 de junio de 2006

Cárdenas, el garante

Ricardo Alemán
El Universal - Itinerario Político
21 de junio de 2006

Cuauhtémoc trabajaba en la concepción de una figura política capaz de contener las posibles desviaciones democráticas.

En sus primeras declaraciones públicas -luego de asumir la presidencia de los consejos asesores de la Comisión Organizadora del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución-, Cuauhtémoc Cárdenas negó que su encargo lleve ocultos objetivos políticos, como si sólo se tratara de un mero nombramiento honorífico.

Pero el propio Cárdenas se había encargado de deslizar ante los ojos de todo aquel que quisiera verlo, que a partir de su nueva encomienda asumirá de manera formal el papel que desde hace mucho le asignó la historia política mexicana, el de garante de que se consolide la transición mexicana a la democracia. Y esa responsabilidad, primero de motor y luego de guardián, lo coloca de manera temporal por encima de la sucesión presidencial, de la alternancia y del gobierno que resulte electo.

El mensaje parece claro. Nadie sabe bien a bien quién será el próximo presidente, pero son muchos los que temen que con la llegada del nuevo gobierno se produzca un retroceso en los avances democráticos. En el fondo, con la creación de la figura política que recordará las gestas históricas de la Independencia y la Revolución, tanto Fox como Cárdenas intentan un correctivo, acaso tardío, de una omisión en la que comparten una porción de responsabilidad, la de no haber creado los instrumentos políticos para asegurar la consolidación democrática.


Está claro que Cárdenas no habría aceptado formar parte de una comisión para conmemorar el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, si se tratara sólo de una figura decorativa. No se sabe si primero se pensó en la conmemoración de las dos gestas históricas, o si sólo se trató de vestir con ropajes harto simbólicos la preocupación del riesgo real de un retroceso democrático. Lo que sí se sabe es que desde hace meses Cárdenas trabajaba en la concepción de una figura política -en la que se aglutinaran diversos sectores sociales- capaz de convertirse en el aval moral y político para contener las posibles desviaciones democráticas, ante la polarizada competencia electoral y el riesgo de ingobernabilidad.

El razonamiento es conocido. Durante años -y a un elevado costo político y de vidas- los partidos opositores, en especial PAN y PRD, trabajaron para alcanzar la anhelada transición democrática. Construyeron un complejo andamiaje que hizo posible la primera etapa de ese objetivo: la democracia electoral. Ya instalado el puente por el que fue posible alcanzar la alternancia presidencial, por el que fueron posibles elecciones creíbles, imparciales y legales, y que propiciaron la caída del PRI, aparecieron en el horizonte de las elecciones de julio del 2006 los peligros inminentes. Es decir, existe el riesgo de que quien alcance el poder presidencial el 2 de julio -que se alcanzará gracias a que existe ese puente hacia la alternancia y las elecciones creíbles-, pueda llegar al extremo de destruir lo que queda detrás de sí, el puente de la democracia electoral, para regresar al pasado. Cárdenas llegó a la conclusión de que era imposible alcanzar un acuerdo entre todos los candidatos presidenciales para la firma de un compromiso por la consolidación democrática. Pero vio posible la creación de una fuerza social, con suficiente peso moral y político, con influencia en el nuevo gobierno -sea del partido que fuere-, para convertirse en garante de la transición democrática.

Y por increíble que parezca -y a riesgo de que los fanáticos de AMLO desaten de nuevo su rabiosa intolerancia contra quien piensa distinto a ellos-, Cárdenas veía en López Obrador y en sus posibilidades de alcanzar el triunfo el 2 de julio el mayor peligro de un retroceso democrático. Esa percepción no se le escuchará en declaraciones públicas, pero quienes hablan con él saben que existe. AMLO es un riesgo potencial para la democracia mexicana. ¿Por qué? Porque en su mesianismo y en su profunda cultura antidemocrática puede convertir su eventual gobierno, si es que gana, en una moderna versión del PRI. El PRD de hoy y la candidatura presidencial de AMLO son el mejor ejemplo.

Al parecer esa preocupación fue compartida por el presidente Fox, cuyos estrategas habrían dado forma al instrumento político ideado por Cárdenas, y al que vistieron con las ropas de Comisión Organizadora del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, los dos símbolos de la lucha social mexicana por las libertades y la democracia. Pero esa es apenas una parte del escenario. ¿Quiénes se integrarán a esa comisión organizadora? Representantes sociales de todos los sectores. ¿Y cual será el objetivo político de esa comisión? Además de los festejos obligados, el propio Cárdenas dibuja el fondo a grandes rasgos: "Ampliar la discusión democrática que concluya en la promulgación de una nueva Constitución". ¿Y qué quiere decir eso? En palabras coloquiales, convertirse en garante de la consolidación en México de la transición democrática. Todo ello por encima de quien resulte ganador el 2 de julio.

aleman2@prodigy.net.mx

La segura incertidumbre

Juan Molinar Horcasitas
El Universal
21 de junio de 2006

Las elecciones de 2006 son un ejercicio inédito en nuestra historia: nunca habíamos tenido una elección presidencial con un desenlace tan incierto, pero tampoco había tenido la gente tanta confianza en las autoridades electorales. Se trata de una elección "perfecta" en un sentido: incertidumbre en el resultado, seguridad en el proceso. Argumentaré este punto, y otros dos: la elección de 2006 también es inédita porque nunca antes se habían confrontado, con posibilidad de triunfo, dos proyectos de gobierno tan opuestos como los dos principales que compiten en este año. Y, finalmente, en esta campaña los contendientes se han expresado con mucha fuerza mediática, tanto en las propuestas como en las críticas. Veamos estas tres novedades.


Empiezo con lo último. La idea de que las elecciones deben ser una competencia "de propuestas" en la que los partidos y los candidatos "presenten su oferta política" sin intercambiar críticas entre sí, sólo existe en la mente de algunos "teóricos" mexicanos de una democracia mal entendida. Quien conoce la experiencia de elecciones en sistemas democráticos maduros, exitosos, como los anglosajones o muchos de los europeos, sabe bien que las campañas electorales no son competencias de propuestas, sino duros intercambios de críticas entre los contendientes. En los casos menos agresivos, las críticas y los ataques de los candidatos se concentran en el desempeño de los adversarios. En los peores, pasan a cuestiones personales. Y nadie se escandaliza. Todo mundo espera que al final de la elección, los candidatos cedan el lugar al político y que los políticos hagan lo suyo: negociar acuerdos. Creo que eso es lo que pasará. Y también creo que eso es lo que los intelectuales y "opinadores" profesionales deberíamos estar planteando, en vez de escandalizarnos por el espectáculo de una campaña democrática normal. Las delegaciones de observadores internacionales que han llegado a México, por cierto, coinciden en esto: no les sorprenden las críticas y los ataques entre los candidatos, pues están acostumbrados a verlos en las elecciones de sus países, les sorprende que intelectuales y periodistas, que deberían ser paladines de la libertad de expresión, pidan a las autoridades que censuren los mensajes críticos de las campañas.

Por lo que hace a los proyectos, para estas alturas de la campaña ya ha quedado claro que se trata de conceptos opuestos: el de López Obrador es un proyecto que se basa en la idea de que el gasto público y, por tanto, la deuda deben ser el motor de la economía; y el de Calderón, que postula que el crecimiento económico depende de la competitividad de la economía y de la inversión privada que logre atraer. Un proyecto terminaría en donde sus antecesores lo han hecho, en las crisis y las devaluaciones que Echeverría, López Portillo y Salinas provocaron. El otro abriría una nueva etapa de estabilidad y crecimiento, como la que nuestro país no ha conocido en medio siglo. Y es que el contraste no es entre neoliberalismo y "nuevo modelo económico". Es entre deuda y fortaleza económica.

Otro fuerte contraste es el que se da entre la confianza que la ciudadanía tiene en las autoridades electorales, especialmente el IFE, y las críticas a las que las han sometido los candidatos opositores y algunos en el llamado círculo rojo. De nuevo, llama la atención la evaluación tan positiva que de las autoridades realizan las misiones de especialistas internacionales en elecciones, y el desprecio con que se refieren a ellas los especialistas nacionales.

Finalmente, el resultado es incierto. En una reunión de especialistas en encuestas realizada anteayer en el Club de Industriales, uno de los pioneros de la disciplina en México divulgó una encuesta en la que Felipe Calderón aparece como el candidato puntero. En un periódico capitalino se publicó ayer otra en la que López Obrador aparece en punta. Reuters publica una encuesta de Zogby con ventaja de tres puntos de Calderón. Entre hoy y mañana seguramente se publicarán otras encuestas en las que Calderón y López Obrador serán reportados como punteros. La conclusión de la semana es cierta: el resultado es incierto. Eso es democracia. Yo estoy seguro de dos cosas: que Calderón será el ganador y que esta ha sido la elección más disputada en nuestra historia.

juanmolinarhorcasitas@hotmail.com
Diputado federal (PAN)

20 de junio de 2006

La decisión

Macario Schettino
El Universal
20 de junio de 2006

Se acaba el tiempo. Estamos al borde de tomar una decisión crucial para México, y no tenemos, al momento, una posición clara. Las encuestas indican que cada uno de los candidatos punteros tiene un tercio de los votos. En las publicadas durante la semana pasada, hay una ligera ventaja de López Obrador, producto en buena medida del "efecto cuñado".
Pero los seguimientos telefónicos diarios indican que, muy probablemente, las encuestas que se publiquen en esta semana, las últimas que veremos antes de la elección, invertirán el resultado. Es decir, los dos candidatos estarán también prácticamente empatados, pero ahora con una ligera ventaja de Calderón.

En cualquier caso, el candidato que gane el 2 de julio lo hará con poco más de un tercio de los votos, y el que pierda tendrá un poco menos que eso. El tercer lugar, Roberto Madrazo, estará alrededor del 20%.

Es interesante notar que esto es más o menos lo que vimos hace seis años. Dos punteros que podían ganar, con un tercio de los votos cada uno, y un tercer lugar lejano, por allá del 20%. De hecho, incluso unos días antes de la elección no estaba claro quién ganaría.

Sin embargo, en aquella ocasión lo que estaba en juego era sólo si el PRI salía o no de Los Pinos. Hoy, en cambio, las dos propuestas con posibilidad de ganar son muy diferentes entre sí. Hay mucho más en juego, para ponerlo en otros términos.

Insisto hoy en lo que he comentado varias veces: no veo cómo podrá el PRI sobrevivir a esta elección. Aunque ganar 20% de los votos no es nada despreciable, y aunque es muy probable que la votación para el Congreso sea aún mayor para este partido, no creo que pueda seguir existiendo como hasta ahora. No se trata de un partido político común, sino de uno que albergaba en su interior todas las posibles posiciones políticas del país.

Hace apenas veinte años no había perdido una gubernatura, y sólo había perdido una senaduría en sus 70 años de existencia con varios nombres. Después del 2 de julio, el 20% o 30% que tenga el PRI, ¿qué proyecto impulsará en el Congreso? Si el ganador es López Obrador, ¿podrá el PRI del sur resistirse a su convocatoria? Y si el ganador es Calderón, la misma pregunta aplica, pero para el PRI del norte.

De hecho, las encuestas muestran claramente que en el norte y occidente del país, AMLO es tercera fuerza, pero que con los votos que puede obtener en el centro podría ganar. En el sur, los tres partidos están muy parejos. ¿Es una elección del norte contra el centro?

Si tuviésemos en México segunda vuelta, sería mucho más fácil para el ganador gobernar. Pero no es el caso, así que quien triunfe el 2 de julio tendrá, en el mejor de los casos, 40% del voto, y deberá construir una coalición de gobierno, cosa muy complicada por las características de nuestro sistema político.

La conclusión debería ser muy clara: nuestras reglas no están funcionando. Pero no hemos podido cambiarlas por lo mismo que no hemos podido tomar decisiones de largo plazo desde 1997, porque todo mundo cree que puede ganar, y no quiere arriesgar su futuro.

A este periodo le llamé, hace unos años, un ´interregno prolongado´, un tiempo de indefinición al final del régimen de la Revolución, pero antes de que sea claro si llegamos o no a una democracia estable.

De hecho, sigo creyendo que la elección del 2 de julio terminará con este periodo, con los veinte años de transición. Tendremos una democracia en proceso de consolidación o un intento de restauración del régimen, a través del partido que logró agrupar a los nostálgicos de la Revolución.

Quien gane, lo hará por poco. Su votación estará determinada geográficamente. Lo mismo ocurrirá con quien pierda. Será un momento que exigirá una gran capacidad de negociación, y que podrá terminar bien si hay voluntad, generosidad e inteligencia en los actores.

Partiendo de lo que hemos visto, no hay mucho espacio para el optimismo. Pero, a veces, la vida da sorpresas. Lo sabremos en la segunda mitad de este año.

macario@macarios.com.mx
Profesor de la EGAP del ITESM-CCM

Las feroces tribus de AMLO

Catón
Reforma - De Política y Cosas Peores
20 de Junio del 2006

Hay quienes me llaman alarmista porque digo que López Obrador es un peligro para México. Y otras cosas me llaman que no comienzan con la inocua letra a, sino con la pe -esa be exagerada-, o con la ce y la che, letra esta última que en México da para muchas rotundidades expletivas. Claro que considero a López Obrador un peligro para México. Me preocupa su desdén por la ley, que tantas veces ha mostrado; me preocupa que confunde su propia voluntad con la voluntad del pueblo; me preocupa su falta de preparación, la pobreza de ideas y conceptos que mostró en el debate, pobreza que ningún subsidio o dádiva podría remediar. Pero si López Obrador me inquieta, más me inquietan quienes con él llegarían al poder si AMLO ganara la elección. Llegarían, desde luego, todas las feroces tribus perredistas, entre las cuales las hay de radicales extremistas, y otras capitaneadas por gente ducha en todas las malas artes de la corrupción, mujeres y hombres sin oficio pero con mucho beneficio que han hecho de la violencia callejera y de la ilegalidad un modo de vivir, y que en toda su vida no completan un turno de ocho horas de trabajo. Es decir llegarían los Bejarano, los Ponce, los Ímaz, las señoras Padierna y similares, a quienes el eventual triunfo de López Obrador les lavaría todos los pecados. A su lado estarían los macheteros de Atenco, los taxistas piratas, los panchos y chuchos, el ambulantaje, los “maestros” que cobran siempre sin dar clases jamás, los porros y porras del Consejo General de Huelga, los grupos armados, los posesionarios e invasores profesionales de terrenos, y esas pobres mujeres que se desnudan y exhiben sus vergüenzas en el Paseo de la Reforma sin que ninguna feminista de la izquierda proteste por tan patético espectáculo en nombre de la dignidad de la mujer. Si López Obrador llega a la Presidencia no llegará solo. No puede pensarse que los reyezuelos que manejan los grupos del PRD en el Distrito Federal le hayan dado su apoyo “ese apoyo merced al cual el tabasqueño pudo hacer a un lado a Cuauhtémoc Cárdenas-, sin haber establecido con él compromisos que les permitirán mantener y acrecentar sus cotos de poder. Por eso he dicho y seguiré diciendo que López Obrador representa un peligro para México, por él y por los que llegarían con él si por desgracia AMLO ganara la elección. Me dicen que un Congreso fuerte y las instituciones nacionales evitarían esa peligrosidad. Pero nadie nos asegura que tendremos un Congreso fuerte. A las instituciones AMLO las ha descalificado ya. Y siempre tendría López Obrador el respaldo incondicional de su clientela para ejercer una presidencia fuerte, de corte autoritario. Por eso es peligroso: por su dogmatismo, su falta de actitudes democráticas, su populismo, el maniqueísmo de su discurso y su tendencia a crear la división en vez de llamar a la concordia. A más de eso, si los perredistas se alzan con el poder ya no estarían dispuestos a soltarlo; harían cualquier cosa para retenerlo. Dígase lo que se diga, díganme como me digan, Andrés Manuel López Obrador es un peligro para México. El que tenga ojos para ver que vea… Narraré un cuentecillo a fin de paliar el estremecimiento… Dos tramperos de Arkansas iban a pasar un año en la montaña. El hombre de la tienda donde compraron las vituallas les ofreció sendas raquetas forradas con piel de castor, cada una de las cuales tenía una perforación. “-En la montaña no hay mujeres -les explicó-. Quizá les hagan falta estas raquetas”. “-¡Qué indignidad! -exclaman los dos tramperos con disgusto-. ¡No las queremos!”. “-Llévenlas de cualquier modo -insiste el de la tienda-. Si no las usan les devolveré su dinero al fin del año”. Pasaron doce meses, y uno de los tramperos volvió al pueblo. Le pregunta el tendero: “-¿Dónde está su amigo?”. “-Lo maté -responde sombríamente el individuo-. Lo sorprendí en la cama con mi raqueta”… FIN.

De ganadores y perdedores

Federico Reyes Heroles
Grupo Reforma
20 de Junio del 2006

La percepción son hechos en tanto que la gente cree en ellos.
Berkeley

Lo primero es observar el grado de intensidad con el que se vive la elección. Ésa es su percepción. Hay de todo: desde quien dice que da exactamente igual, hasta los que atormentados hablan de un país que podría irse al despeñadero por un cuarto de siglo. Si diera igual estaríamos admitiendo que la vida institucional del país es ya tan sólida que los riesgos de bandazos son remotos. Ese ciudadano es un ganador, vive en un país que siente democrático. El perdedor por su lado cree vivir en un país bananero en el cual la mente de una persona marca el destino de una nación. Como siempre la realidad está en los grises.

A 15 días de la elección se andan firmando acuerdos de legalidad que en el fondo cuestionan el compromiso de los partidos con el respeto a la ley e incluso la seriedad y honestidad de las cabezas del IFE. Eso y no otra cosa es el reclamo de auditar el padrón, el PREP y el programa de conteo rápido. Sólo quien se siente perdedor puede negar los evidentes avances institucionales que todo el mundo -y no es metáfora- reconoce. Ése es el México de la desconfianza como negocio, de la barbarie de quien amenaza al país mirando sólo su propio interés. A dos semanas de la elección ya se siembra la idea de una anulación, proceso cuyas causales no parecieran muy sólidas.

Pero allí está la otra historia, la de la credencial y las listas con fotografía que evita que los muertos salgan de sus tumbas a querer expresar sus simpatías políticas; la historia de las 130 mil casillas en manos de casi un millón de ciudadanos que confían en los ciudadanos, casillas con representantes de los partidos políticos que suponemos estarán vigilantes de sus intereses cruzados; la historia de una vía jurídica para impugnar las irregularidades a través de órganos autónomos; la historia de una serie de normas comunes que los partidos se dieron a sí mismos y que los han llevado a victorias y derrotas aceptadas en cuatro elecciones federales. Ésta debe ser la tercera elección presidencial que transcurra sin sobresaltos y que nos habla de un país institucional que los perdedores no quieren admitir.

Por supuesto que ha habido errores y graves, por ejemplo, caer en la trampa de descalificar spots que es una historia sin fin. El andar tratando de poner mordazas a diestra y siniestra incluido al Consejo Coordinador Empresarial que está en todo su derecho de defenderse frente al simplismo de López Obrador de que “los de arriba”, los empresarios, no pagan impuestos. ¿De dónde sale el gasto público? Imprudencia y error grave de Fox haberse metido al resbaloso terreno de impulsar al candidato del PAN por vía de lo hecho en su gestión. Conciencia de perdedor que imagina un país de tontos en que semejante maniobra no generaría reacciones. Pero con todo y estos tropiezos, a pesar de los perdedores que no pueden reconocer el país que ellos mismos lograron forjar, el proceso está encarrilado y sea quien sea el ganador y el margen de victoria, habrá una fórmula para digerirla.

También es cuestión de percepción imaginar el futuro. ¿Podría el próximo Presidente de México reinventar al país? En primer lugar están los pesos y contrapesos internos -la Cámara de Diputados y el Senado divididos entre tres fuerzas, lo mismo que congresos locales-, equilibrios que es imposible disolver de la noche a la mañana. Viva la pluralidad. Con visión de ganador tendríamos que admitir que el país tuvo en la locuacidad de Fox una prueba fuerte: sus arranques religiosos, su incapacidad para lograr acuerdos, el desafuero, las ambiciones de su esposa, etc. Y aquí estamos, como también está la globalidad que impone contrapesos externos. Ésa es otra garantía de estabilidad.

AMLO genera miedo entre muchos mexicanos. Pros y contras de su discurso polarizante: ha conquistado a ciertos segmentos y ha espantado a otros. Allí están las cifras de Grupo REFORMA: 45 por ciento considera que sus seguidores pueden provocar conflictos postelectorales; 30 por ciento piensa que con AMLO a su familia le iría peor; y 33 por ciento piensa que provocaría una crisis económica. López Obrador ha logrado aglutinar muchos perdedores reales que piensan, quizá desde su óptica justificadamente, que todo el proceso modernizador no ha servido de nada, que el país está hoy peor que hace dos décadas, que perdimos el rumbo. Lo paradójico del caso es que ese mismo proceso ha creado también muchos ganadores, los que sienten, porque es real, que su salario se ha recuperado, los que han tenido acceso a planes de vivienda, a créditos, los que gracias a la apertura han mejorado su consumo que son decenas de millones. Esos ganadores votantes, del PRI y el PAN, actores principales de la modernización económica, están divididos por fobias miopes, cuando deberían de estar unidos en lo esencial: el rumbo del país. Por eso AMLO podría ganar con el tercio aglutinado para el cual todo ha sido retroceso.

Las dos visiones del mundo de los punteros finales encarnan una discusión apasionante. Más allá de los colores partidarios, ¿de verdad no ha habido mejorías en las últimas dos décadas? De la reducción de la pobreza extrema, al incremento en el ingreso per cápita y el ensanchamiento de las clases medias, la tesis se desploma. En todo caso lo que vale reclamar es que esos beneficios no alcanzaron a los millones que tuvieron que migrar y a los millones de pobres que son una vergüenza de México.

El proceso nos dirá qué visión de país ganó, si la de los que se sienten justificadamente perdedores o la de los ganadores, muchos de los cuales quizá ni siquiera saben que lo son. Veremos.

19 de junio de 2006

Voto por México

Denise Dresser
Reforma
19 de Junio del 2006

A veces México duele. Mansamente, insoportablemente, como decía el poeta Jaime Sabines que duele el amor. Como esa lanza que atraviesa el cuerpo al recibir un correo electrónico con las palabras “es usted una pen…, apoya al Peje, se cree muy inteligente, pero no hay ninguna diferencia entre un idiota anciano jodido que apoya al Peje por hambre y usted, es una basura váyase a la ver… pen…”. Y como ésa, tantas otras palabras cuchillo. Palabras bisturí. Palabras bayoneta. Palabras que van arando las viñas de la ira en vez de abonar el campo compartido.

Porque México se ha convertido en el país de todo o nada. Hay que votar por Felipe Calderón o sobrevendrá el caos, dicen unos. Hay que votar por Andrés Manuel López Obrador o México seguirá siendo una plutocracia, dicen otros. Va a destruir al país, dicen unos. Va a entregar al país, dicen otros. El populista vs. el derechista. El mesías vs. el pirrurris. El hombre peligroso para la derecha vs. el hombre capturado por la derecha. Así se ven ambos bandos. Así se desprecian ambos grupos. Sobremesa tras sobremesa, conferencia tras conferencia, desplegado tras desplegado. Toda la razón con quienes apoyan a Calderón o toda la verdad con quienes idolatran a su adversario.

Lanzando diatribas, aventando calificativos, pavimentando el camino para la confrontación. Spots van y cajas vienen. Insultos van e insultos vienen. “Mentiroso”, “corrupto”, “fascista”, “ignorante” reiteran tanto los panistas como los perredistas, tanto los calderonistas como los lopezobradoristas. Todos, combatientes enardecidos. Los que ven a Hitler resucitado o a Echeverría mimetizado. Los que erigen hombres de paja y los queman en la hoguera de la indignación tribal. Los que no entienden que hay dos lados en cualquier argumento. Aquellos que cierran los ojos frente a las verdades incómodas que tanto panistas como perredistas se niegan a reconocer.

Quienes aborrecen a López Obrador necesitan entender lo que explica el éxito de su candidatura. AMLO no encabeza las encuestas sólo porque engaña a los de abajo; sólo porque “dice lo que los pobres quieren oír”; sólo porque “se aprovecha de la ignorancia de la gente”. Su arraigo es síntoma de problemas profundos que muchos mexicanos simplemente no desean confrontar. Es síntoma de una forma de ejercer el poder y concentrar la riqueza que muchos grupos privilegiados no creen que sea urgente cambiar. Como explica The New York Times, hay razones por las que el tabasqueño molesta tanto a unos pero es abrazado por otros. La mitad del país vive con menos de 400 pesos al día. El 10 por ciento de la población concentra el 45 por ciento de la riqueza. Cuarenta por ciento de las empresas y 70 por ciento de los profesionistas no pagan impuestos o hacen trampa para evadirlos.

El país de privilegios y de quienes no quieren perderlos es real. Existe. Está allí. Consagrado en el Acuerdo de Chapultepec que no menciona la palabra “competencia”. Consagrado en la nueva ley de radio y televisión que busca, precisamente, frenarla. Los evasores de impuestos que no quieren comprometerse a pagarlos. Los contratos otorgados de manera discrecional bajo el arropo de “la normatividad existente”. El neoliberalismo mal instrumentado que preserva en vez de transformar. Las privatizaciones que transfieren monopolios y no los desmantelan. Los bonos navideños y los sueldos desorbitados y la rapacidad de quienes trabajan para el Estado, pero se embolsan partes de él. El gobierno como botín repartido. Quizás AMLO no tenga la mejor receta para remediar esos problemas, pero tiene el mérito de decir que existen.

Mérito que también demuestra Calderón al subrayar la continuidad con políticas que han funcionado. La disciplina fiscal y la liberalización comercial y la estabilidad macroeconómica. El reto de la globalización ineludible y cómo aprovecharla. Todo lo que vincula a México con el mundo. Todo lo que otros países modernos han adoptado y para bien. Todo lo que promueve la competitividad en un entorno internacional donde se paga el precio de ignorarla. Esa ruta que México debe recorrer sin atajos si quiere avanzar, si quiere prosperar, si quiere dejar de ser como siempre ha sido.

Y los peligros que México enfrenta para llegar allí son reales. El predominio del Estado benefactor por encima del Estado promotor. Los sexenios saboteados por presidentes demasiado fuertes o demasiado acorralados. La persistencia de un México que se mira al ombligo en vez de mirar al horizonte. La apuesta a los hombres con atributos por encima de las instituciones que los constriñen. La corrupción como forma de vida. La incapacidad para pensar más allá del candidato o el partido o la clase social.

Ante ese país en disputa, López Obrador ofrece la refundación imaginada pero inviable y Calderón el reformismo reconfortante pero insuficiente. Ninguno de los dos es dios o el demonio. Ante esa realidad en la que ambos tienen algo de razón, la obligación ciudadana es recordarlo. Pelear menos por el candidato y más por el país. Exigir los consensos imprescindibles para gobernar en vez de los disensos necesarios para ganar. Decirle a AMLO y a quienes lo aman desaforadamente que no basta luchar por las causas justas; que es necesario hacerlo con buenos instrumentos. Decirle a Felipe Calderón y a quienes lo promueven ansiosamente que no basta la continuidad; que es necesario construir un país más equitativo sobre ella. Decirles a ambos que, entre pleito y pleito, provocan que se pierda de vista todo aquello que une a los mexicanos.

Hoy México parece estar poblado por personas que sólo entienden su propia versión de las cosas. El 2 de julio alguien ganará, alguien perderá y el país persistirá. Con todos sus problemas, con todas sus posibilidades. Con las heridas que las palabras punzantes han producido y que todos tendremos que restañar. Porque como escribía Orwell, frente al dolor no hay héroes. Hay una casa dividida que debería encontrar cómo reconciliarse. Y hay ciudadanos que antes de todo y después de todo, deberían votar por México.

Aún en el aire

Catón
Reforma - De Política y Cosas Peores
17 de junio de 2006

El novel reportero escribió en su primera nota: “Una señora denunció a un individuo que en el autobús le tocó las tetas”. Al jefe de redacción no le agradó lo explícito de la frase, de modo que llamó al muchacho y le pidió que cambiara el texto. Le indicó: “Cuando te topes con una expresión riesgosa lo que debes hacer es omitirla, y poner en su lugar puntos suspensivos, o paréntesis”. El muchacho escribió entonces: “Una señora denunció a un individuo que en el autobús le tocó las (.)(.)”… Desde luego el PRI no ganará la elección presidencial, pero por una extraña parajoda -grado el más intenso de la paradoja- los priistas podrían decidir esa elección. Madrazo, es cierto, contará con un voto duro, el de los priistas de viejo cuño que por razón vital darían su voto al PRI así postulara a Luzbel, Lucifer, Belial, Satanás o Belcebú. Un gran número de priistas, sin embargo, ha decidido que en conciencia no puede votar por Madrazo, a quien culpan de la tremenda división que priva ahora en el partido, y al ver las nulas posibilidades que el tabasqueño tiene de alcanzar la Presidencia quieren hacer de su voto un voto útil. Todo indica que en su mayoría esos votos favorecerán a Felipe Calderón. He hablado con priistas importantes en diferentes partes del país, y casi en modo unánime me cuentan -un poco apenados, por supuesto- que sus familiares y amigos más cercanos les han dicho que no votarán por el PRI en la elección presidencial, aunque podrían sufragar por candidatos de ese partido a senadores o diputados federales. La mayor parte de esos priistas me manifiestan que los votos de su familia y de sus amistades serán para Calderón. Con esos votos, y otros de los llamados indecisos, el candidato panista podría superar la ventaja -ligera ventaja, que con el margen de error equivale casi a un empate técnico- que las encuestas dan a López Obrador. Esto significa que la moneda todavía sigue en el aire. Los perredistas que sonríen al dar por cierta desde ahora la victoria de su candidato quizás están sonriendo prematuramente, y los panistas que ya echan a vuelo las campanas anunciando el seguro triunfo de Felipe Calderón están a lo mejor adelantando vísperas. De aquí al 2 de julio pueden suceder muchas cosas. Y el 2 de julio todo puede suceder… En tiempos de la Segunda Guerra Mundial unos soldados alemanes llegaron a una aldea francesa. La encontraron desierta, pues todos los habitantes habían huido del lugar. Se quedaron nada más un granjero y su abuela, mujer de 90 años. El jefe de los soldados le ordena al hombre: “Consíguenos comida”. “Sólo tengo este medio pan -dice el granjero, tembloroso-, pero es para la abuela”. “Lo siento -dice el germano arrebatándole el pan-. La guerra es la guerra”. Enseguida le exige: “Consíguenos de beber”. “Sólo tengo este vaso de vino -responde el de la granja-. Pero es para la abuela”. Vuelve a decir el militar: “La guerra es la guerra”. Y le quita el vaso. “Ahora -le pide- consíguenos mujeres”. “Sólo queda una en el pueblo -dice el granjero-, y es la abuela. Tiene 90 años”. El oficial la ve y dice: “Está bien. Buscaremos en otra parte”. “¡Hey! -grita desde su cuarto la viejita-. ¡La guerra es la guerra!”… Llegó don Astasio a su casa y encontró a su mujer con un desconocido. Tras de colgar el sombrero y el paraguas en la percha fue don Astasio al chifonier donde guardaba la libretita en que anotaba vilipendios para decirlos a su esposa en tales ocasiones. Regresó y le leyó el último que había registrado: “¡Furcia!” Luego, con lenguaje más liso y llano, añadió: “¡Traidora infame, vulpeja inverecunda, mesalina, hembra sin pudor!” Le dice la esposa: “No te pongas dramático, Astasio. ¡Ni que se lo fuera a acabar!”… FIN.

Llaneza

Germán Dehesa
Reforma - Gaceta del Ángel
16 de junio de 2006

Borges murió hace 20 años y un día. No creo que ningún autor haya publicado tanto después de muerto como este ciego que fatigaba las calles de Buenos Aires reconociendo cada barrio y cada esquina por el olor y el fervor. Caminó, según su confesión, desde las orillas hasta el centro y saboreó esa felicidad a la que deberíamos aspirar todos los hombres de llegar a su centro. Entonces escribió sus más límpidos poemas. Uno de ellos -lo hallarán en sus Obras Completas- se titula "Llaneza" y parte de un hecho común. Borges era numeroso y fulminante para enamorarse. Tal fue el caso de Norah Lange que terminó siendo una amiga entrañable. No logró el amor de ella, pero Borges ya había escrito que la amistad es la forma más misteriosa y generosa del amor. Llegar a esta triste y feliz certeza ocupó incontables meses del poeta. Para su pasmo, para su emoción, un día descubrió una cosa. Él llegaba a casa de los Lange y sus puertas le eran dóciles, entraba al comedor y los ahí reunidos lo miraban de reojo, o no lo miraban, pero su lugar estaba dispuesto. Lo aceptaban como a alguien de los suyos. Aquí se detiene Borges y dice que esa llaneza, ese ser aceptado como se aceptan las piedras y los árboles, es el mayor triunfo al que podemos aspirar los humanos. No desear la admiración, ni la vanagloria, ni el odio de los mediocres; ni pretender triunfos o grandezas. Simplemente ser aceptado y tener tu lugar con entera naturalidad.

Hace muchos años este poema de Borges es mío. Define exactamente a lo que yo aspiro: ser gente entre la gente. Desde esa llaneza y con esa llaneza les digo que entiendo que en al actual momento, sea mi papel decirle a la gente por quién debe o no debe votar. ¿Podremos algún día los que nos llamamos "pensantes" aceptar que la gente y la vida saben más que nosotros?. Acepto que he dedicado varios años a patrocinar la candidatura de Madrazo. Yo sabía que era la mejor apuesta para que el PRI no recuperara el poder presidencial. Mi campaña fue exitosa y hoy veo cómo este personaje que tiene el descaro de publicitarse con el desabasto de los hospitales después de que su partido dejó exangües a nuestros sistemas de salud; este personaje, decía yo, es ahora un fuerte contendiente para el tercer lugar en las próximas elecciones. Con esto y con entambar a MONTIEL y a su no menos glorioso Procurador, doy por concluida mi incursión en la política y hampones que la acompañan. Hasta ahí llegaré yo.

Quedan ahora dos fuertes contendientes que desean ardientemente, no sé por qué, la banda presidencial. Frente a esto, yo digo que la gente sabe más que yo y que a mí lo que me corresponde es ser un ciudadano y brindarle mi apoyo crítico a quien gane. Juro no sabotear a nadie, juro que no abandonaré el país y juro que ayudaré con el mejor de mis ánimos.

Ahora bien, a nombre de la llaneza tengo que declarar que conozco y le tengo buen afecto a Felipe Calderón y a Margarita Zavala, su inteligente, tierna y fiera esposa. Entiendo que los golpes han ido y venido, pero no entiendo que para ser Presidente sea necesario destruir la honra y buen nombre de una familia completa. Me refiero a los Zavala y me refiero a ese cruel pragmatismo político que considera que destruir los cimientos de una familia honorable, inteligente y trabajadora es un costo menor e impune frente al gran premio del más alto poder de nuestra República. Que les aproveche. Sonríe, vamos a ganar. Es posible.

Y ya me voy. Los padres solteros tenemos muchas tareas y la vida y el futbol no esperan. El domingo es Día del Padre y Paul Mc Cartney cumple 64 años. HOY TOCA.

[...]

Cualquier correspondencia con esta columna dedicada a la llaneza, favor de dirigirla a german@plazadel angel.com.mx (D.R)

18 de junio de 2006

Sí a la libertad

Jaime Sánchez Susarrey
Reforma
17 de junio de 2006

La moneda está en el aire. Unas encuestas favorecen a AMLO y otras a Felipe Calderón. Pero la diferencia es prácticamente la misma: dos o tres puntos de ventaja, según el caso. No hay puntero definido. Hay empate técnico, efecto del debate y el posdebate. Porque el candidato del PAN ganó el primero, pero perdió el segundo. Además, ya entraron en la recta final y no es probable que en los próximos días ocurra un giro radical. Vamos, pues, hacia una elección muy cerrada que decidirán los electores indecisos el 2 de julio.

Pero esto viene de atrás. AMLO escaló y está escalando la campaña. Esa fue su respuesta al repunte de Felipe Calderón hace dos meses. Intensificó su presencia en los medios y emprendió una "guerra sucia" basada en mentiras o en verdades a medias. De la denuncia del Fobaproa a los 2 mil 500 millones de Hildebrando, la tónica es la misma: calumnia, calumnia y calumnia que algo queda. Y en efecto algo ha quedado. Porque el pobre desempeño de López Obrador en el debate fue olvidado y sepultado.

Por otra parte, las últimas encuestas le han devuelto la serenidad al candidato de la Alianza por el Bien de Todos. Se le ve sonriendo y anunciando la buena nueva: la alegría está por llegar. Los perredistas confían en que ya tienen el triunfo en la bolsa. Por eso, el secretario general del PRD le está proponiendo una tregua a Acción Nacional. Cesemos las campañas negativas y concentrémonos en las propuestas, dice Acosta Naranjo.

El cálculo es, sin duda, apresurado. Ya lo hicieron una vez y se equivocaron. En una contienda como ésta nadie puede hacer predicciones. Hay muchos factores que incidirán en el ánimo de los indecisos y ninguno es predecible; el desempeño de la Selección Nacional en Alemania, por ejemplo. Pero independientemente de las cuentas alegres del Peje y sus entornos, vale detenerse en el tono y el contenido de su campaña negativa en las últimas semanas. Y vale detenerse porque muestran y anuncian un futuro muy ominoso.

Lo primero que hay que resaltar es el cinismo en el mentir e, incluso, en falsear documentos. Calderón no ha propuesto IVA en medicinas y alimentos, no firmó ningún documento relacionado con el Fobaproa y no otorgó como secretario de Energía contratos a Hildebrando por 2 mil 500 millones de pesos. Pero además de eso, se está montando una campaña de linchamiento en los medios contra una serie de personajes. El spot del PRD en el que aparecen Roberto Hernández, José Madariaga, Zavala, Diego Fernández de Cevallos y Calderón es ejemplar y aleccionador.

La imagen dice más que mil palabras. Los rostros de los personajes y el montaje que se hace de ellos constituye una versión moderna de los pósters que se fijaban en el lejano oeste: Wanted (se busca). Sólo que en este caso la justicia, el sheriff, no es otro que el candidato de la Alianza por el Bien de Todos. Él es quien decide quién es culpable y de qué se le acusa. El proceso, sobra decirlo, es sumario y contundente. Los que aparecen en la pantalla son delincuentes y han cometido el fraude más grande del siglo.

Peor aún, se hallan asociados a un candidato, Felipe Calderón. Pero me expreso mal, no son asociados, no; ellos son los que mandan y manipulan. Ellos son los que quieren preservar el orden establecido para seguir robando y defraudando a la nación. Ellos son los de arriba, los que no pagan impuestos. Ese es el otro proyecto de nación. No hay más. Por eso no hay que concederles tregua. Hay que denunciarlos y mostrar sus rostros insultantes. El pueblo llano no debe olvidarlos. Debe memorizarlos y repudiarlos allí donde los encuentre.

Sólo quien no quiere escuchar, no oye; sólo quien no quiere ver, no mira, porque lo que este mensaje concita y anuncia es una cacería de brujas. El linchamiento es virtual, pero no por ello menos efectivo. Sobre todo cuando se inscribe en el discurso y en las prácticas de AMLO y de fracciones del perredismo. Pasar de las palabras a los actos no es difícil, todo lo contrario. Basta recordar la turba que zarandeó a Fernández de Cevallos afuera del Senado o las provocaciones y persecuciones que enfrentó el propio Calderón en diversos mítines de su campaña.

Porque ese y no otro es el fondo de la cuestión. López Obrador sí cree en los usos y costumbres del pueblo. Es más, no sólo cree en ellos, sino que además considera que es su responsabilidad encauzarlos y fomentarlos. La justicia expedita y por propia mano no es condenable; antes al contrario, es la forma de superar las deficiencias y complicidades de un sistema formal que no le cumple al pueblo. O, dicho de otro modo, entre la justicia y la legalidad hay que optar siempre por la primera.

Su condenación de Roberto Hernández es, por lo mismo, ejemplar. Desde un punto de vista legal no hay nada que alegar y López Obrador lo sabe. La venta de Banamex fue una transacción bursátil no gravada porque la ley así lo establece. No hay, en consecuencia, ilícito alguno que perseguir. Sin embargo, al candidato de la Alianza por el Bien de Todos le parece que es inmoral y que por eso debe ser condenada y Roberto Hernández denunciado hoy y perseguido y encarcelado mañana.

Ese es el verdadero rostro de AMLO. La purificación de la vida pública se transformará más temprano que tarde, de hecho ya está ocurriendo, en una cacería de brujas. La lista, además, es larga. En ella están los empresarios mencionados y otros que han apoyado abiertamente a Calderón (como Lorenzo Servitje, Manuel Arango, Claudio X. González, etcétera) o a Roberto Madrazo, además de Mariano Azuela, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México.

Otro tanto hará con aquellos periodistas o intelectuales que han sido críticos de su proyecto y de su persona. Ninguno será perdonado. Y no lo será porque López Obrador no tolera la crítica ni la disidencia. No está en su temple ni en su formación hacerlo. Para él, el mundo se divide en buenos y malos. Quien no está con él, está contra él. Toda oposición encarna una dimensión maligna y, como tal, debe ser aniquilada.

Esto es lo que está en juego en esta elección. Los atentados contra la libertad de unos hoy, terminarán con la libertad de todos mañana. Una vez que la maquinaria de purificación se eche a andar no se detendrá. Será implacable contra todo lo que se oponga a la voluntad de AMLO presidente. Poco importará que sea un diario, una televisora, un empresario o un intelectual. Será como en la época más dura del priato, pero mucho peor. Las teas encendidas y las piras para quemar herejes nunca han dejado nada bueno.