Ricardo Alemán
El Universal - Itinerario Político
22 de junio de 2006
Lo primero que tendrá que hacer el ganador es impulsar una profunda "operación cicatriz"
Si bien aún no hay nada para ninguno de los punteros en la contienda presidencial, está claro que quien resulte ganador el domingo 2 de julio -sea López Obrador o Calderón Hinojosa-, estará obligado a buscar un gobierno de coalición, si es que el vencedor quiere conseguir la eficacia prometida a los electores y que todos los mexicanos esperan. Y resultará casi obligado un gobierno de coalición, no sólo porque la sociedad mexicana quedará partida en tres grandes tercios de preferencias y porque el ganador habrá llegado al poder con el aval o el consenso de sólo un tercio de los votantes y con poco más de 20% de los electores potenciales, sino porque en el Congreso de la Unión no habrá mayoría absoluta. Según las más recientes encuestas, en las cámaras de Diputados y Senadores el PAN aventaja ligeramente al PRI y al PRD, al grado de que la entrante Legislatura estará repartida también en tres tercios.
Si recordamos algunas de las propuestas de fondo que a lo largo de sus respectivos periplos proselitistas ofrecieron a los electores Obrador, Calderón y Madrazo -como el cambio y/o ajuste del modelo económico, las reformas a los sectores laboral, educativo, y de salud, entre muchas otras-, sólo podrán hacerlas realidad con el concurso del Congreso. Es decir, con un acuerdo político que incluya a los partidos derrotados. Por eso lo primero que tendrá que hacer el ganador es impulsar una profunda "operación cicatriz" que restañe las heridas de los muchos lesionados por la feroz contienda presidencial. Esa, la de proponer y lograr una rápida reconciliación sobre todo entre una sociedad no sólo dividida, sino enfrentada, será la primera y más importante tarea del ganador.
Pero debido a la intensidad de la batalla, a que en algunos bandos se emplearon armas prohibidas y se recurrió a la mal llamada "guerra sucia", parece imposible ya no se diga un acuerdo político, un gobierno de coalición, sino una "reconciliación nacional". El único de los candidatos que abiertamente propuso durante su campaña no sólo una "reconciliación nacional", sino un "gobierno de coalición", fue el panista Felipe Calderón. Hace apenas unos días, el perredista López Obrador se sumó al llamado de la "reconciliación nacional", pero lo cierto es que esas propuestas no son más que gestos de buena voluntad, dado que en el fondo resultará imposible un acuerdo entre la derecha y la dizque izquierda que representa AMLO.
En la hipótesis de que el ganador del 2 de julio sea Andrés Manuel López Obrador -lo que en la práctica significará el regreso del viejo PRI a Los Pinos-, y por impensable que parezca, es muy probable que asistamos a una alianza entre el gobierno de AMLO y el PRI de Roberto Madrazo, ya que en el fondo el PRD de López Obrador y el PRI madracista son las dos caras de una misma moneda. El problema en esta hipótesis es que tanto AMLO como Madrazo tendrían que olvidar sus respectivos agravios y peleas históricas, para sumar fuerzas en ese nuevo gobierno, sobre todo en el Congreso. Pero en una alianza como esa, que para muchos resultaría impensable, aunque es más real de lo que se imaginan, para ninguno de los dos significará un problema mayor, dado que tienen sobrada experiencia en tragar sapos y serpientes, si de alcanzar el poder se trata. Frente a esa hipótesis veremos una alianza PRI-PRD, que será el reemplazo de la alianza PRI-PAN, que tanto motejaron los antaño críticos de la izquierda. Y para los que tienen dudas sobre la hipotética alianza PRIRD, basta recordar que el PRD se formó de dos corrientes, la surgida del PRI antidemocrático y la que venía de los restos del marxismo leninismo, que no precisamente veía la democracia como su meta. En los meses recientes se produjo un escandaloso "trasvase" de lo peor del PRI al PRD, que se podría consolidar en un hipotético gobierno de AMLO. También por eso será difícil que en un gobierno de AMLO el PAN acuerde pacto alguno, a pesar de que en el Congreso el PRIRD podrían hacer mayoría.
Pero si el 2 de julio gana Calderón, el fenómeno se producirá exactamente en sentido contrario. Es decir, el PRD de López Obrador -quien primero no aceptará la derrota-, se negará a pacto alguno con un hipotético gobierno de Felipe Calderón. Pero el panista no tendrá mucho problema en pactar con el PRI de Roberto Madrazo -o con el presidente del partido que lo sustituya-, porque ya en la historia se consigna la alianza PRI-PAN. Juntos estos dos partidos, y sus respectivos grupos parlamentarios, podrían conseguir la mayoría necesaria para alcanzar las reformas del gobierno en turno, siempre y cuando se haga un buen trabajo político.
Como se puede ver, los llamados a un gobierno de coalición o a una reconciliación nacional prácticamente son imposibles, sobre todo entre la derecha y la izquierda. Sin embargo, el PRI jugará un papel fundamental, el de fiel de la balanza. El verdadero poder lo tendrá el PRI con sus votos en el Congreso, a pesar de que se verán menguados por una costosa alianza con el desprestigiado Partido Verde. Al tiempo.
aleman2@prodigy.net.mx
22 de junio de 2006
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