Germán Dehesa
Reforma - Gaceta del Ángel
16 de junio de 2006
Borges murió hace 20 años y un día. No creo que ningún autor haya publicado tanto después de muerto como este ciego que fatigaba las calles de Buenos Aires reconociendo cada barrio y cada esquina por el olor y el fervor. Caminó, según su confesión, desde las orillas hasta el centro y saboreó esa felicidad a la que deberíamos aspirar todos los hombres de llegar a su centro. Entonces escribió sus más límpidos poemas. Uno de ellos -lo hallarán en sus Obras Completas- se titula "Llaneza" y parte de un hecho común. Borges era numeroso y fulminante para enamorarse. Tal fue el caso de Norah Lange que terminó siendo una amiga entrañable. No logró el amor de ella, pero Borges ya había escrito que la amistad es la forma más misteriosa y generosa del amor. Llegar a esta triste y feliz certeza ocupó incontables meses del poeta. Para su pasmo, para su emoción, un día descubrió una cosa. Él llegaba a casa de los Lange y sus puertas le eran dóciles, entraba al comedor y los ahí reunidos lo miraban de reojo, o no lo miraban, pero su lugar estaba dispuesto. Lo aceptaban como a alguien de los suyos. Aquí se detiene Borges y dice que esa llaneza, ese ser aceptado como se aceptan las piedras y los árboles, es el mayor triunfo al que podemos aspirar los humanos. No desear la admiración, ni la vanagloria, ni el odio de los mediocres; ni pretender triunfos o grandezas. Simplemente ser aceptado y tener tu lugar con entera naturalidad.
Hace muchos años este poema de Borges es mío. Define exactamente a lo que yo aspiro: ser gente entre la gente. Desde esa llaneza y con esa llaneza les digo que entiendo que en al actual momento, sea mi papel decirle a la gente por quién debe o no debe votar. ¿Podremos algún día los que nos llamamos "pensantes" aceptar que la gente y la vida saben más que nosotros?. Acepto que he dedicado varios años a patrocinar la candidatura de Madrazo. Yo sabía que era la mejor apuesta para que el PRI no recuperara el poder presidencial. Mi campaña fue exitosa y hoy veo cómo este personaje que tiene el descaro de publicitarse con el desabasto de los hospitales después de que su partido dejó exangües a nuestros sistemas de salud; este personaje, decía yo, es ahora un fuerte contendiente para el tercer lugar en las próximas elecciones. Con esto y con entambar a MONTIEL y a su no menos glorioso Procurador, doy por concluida mi incursión en la política y hampones que la acompañan. Hasta ahí llegaré yo.
Quedan ahora dos fuertes contendientes que desean ardientemente, no sé por qué, la banda presidencial. Frente a esto, yo digo que la gente sabe más que yo y que a mí lo que me corresponde es ser un ciudadano y brindarle mi apoyo crítico a quien gane. Juro no sabotear a nadie, juro que no abandonaré el país y juro que ayudaré con el mejor de mis ánimos.
Ahora bien, a nombre de la llaneza tengo que declarar que conozco y le tengo buen afecto a Felipe Calderón y a Margarita Zavala, su inteligente, tierna y fiera esposa. Entiendo que los golpes han ido y venido, pero no entiendo que para ser Presidente sea necesario destruir la honra y buen nombre de una familia completa. Me refiero a los Zavala y me refiero a ese cruel pragmatismo político que considera que destruir los cimientos de una familia honorable, inteligente y trabajadora es un costo menor e impune frente al gran premio del más alto poder de nuestra República. Que les aproveche. Sonríe, vamos a ganar. Es posible.
Y ya me voy. Los padres solteros tenemos muchas tareas y la vida y el futbol no esperan. El domingo es Día del Padre y Paul Mc Cartney cumple 64 años. HOY TOCA.
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Cualquier correspondencia con esta columna dedicada a la llaneza, favor de dirigirla a german@plazadel angel.com.mx (D.R)
19 de junio de 2006
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