24 de junio de 2006

Voto útil

Jaime Sánchez Susarrey
Reforma
25 de Junio del 2006

No hay duda. Vamos hacia una elección muy cerrada. Los electores flotantes tendrán en el último momento la última palabra. Las semanas recientes muestran que los cambios de humor ocurren por días. Un incidente o una noticia de último minuto podrían inclinarlos en un sentido o en otro. Por eso nada sabremos a ciencia cierta hasta el 2 de julio.

AMLO, sin embargo, reitera que la ventaja que lleva es de diez puntos. Ninguna encuesta publicada le parece confiable; todas están “truqueadas”, dice. Las que lo sitúan por debajo de Calderón por razones obvias y las que le otorgan una ventaja de dos o tres puntos porque no reflejan la verdadera distancia que le lleva al candidato del PAN. Pero ese discurso es ornamental, no real. Es incluso probable que el famoso sondeo ni siquiera exista.

Pero la realidad es que en los entornos de AMLO hay preocupación. La elección depende de unos cuantos puntos. De ahí la ofensiva que están lanzando contra Patricia Mercado y el partido Alternativa Socialdemócrata. Ése y no otro es el sentido de la tesis del voto útil: no votes por una candidata que no tiene oportunidad de ganar; no desperdicies tu voto. Vota por Andrés Manuel y evita que la derecha conserve el poder.

No es ésta la primera vez que se maneja el argumento del voto útil. Vicente Fox lo utilizó en el 2000 con muy buenos dividendos. El objetivo era sacar al PRI de Los Pinos. Había que dejar de lado las diferencias ideológicas y programáticas para concentrarse en el objetivo fundamental: terminar con 71 años de hegemonía priista. Y en efecto, el 2 del julio de 2000 muchos militantes y simpatizantes votaron por Vicente Fox.

Hoy las circunstancias son diferentes. La convocatoria al voto útil que están haciendo los perredistas no es clara en sus objetivos ni en sus definiciones. Su fundamento último es de oportunidad: vota por AMLO porque él es el único que puede ganar la Presidencia. No hay más. Y digo que no hay más porque, por una parte, soslaya las críticas que suscita López Obrador y, por la otra, inventa un monstruo de 100 cabezas para restarles importancia a las diferencias.

Vayamos por partes. El monstruo de 100 cabezas no es difícil de describir. Felipe Calderón, se dice, no es una mala persona. Pero está cercado y manipulado por la extrema derecha de Acción Nacional. Manuel Espino y El Yunque son el enemigo a vencer. Si Calderón gana la Presidencia, serán ellos los que se impongan y veremos un retroceso en todos los órdenes, desde las políticas de salud hasta una ofensiva contra la educación laica. Así que no hay que desperdiciar el voto para impedir que la ultraderecha se apodere del gobierno.

Las objeciones a esta tesis son evidentes. En primer lugar, que lo mismo se dijo en el 2000 de Fox. El petate del muerto era el mismo: la llegada de Acción Nacional terminará con la educación laica, prohibirá el condón, las píldoras anticonceptivas y nos pondrá a todos a rezar el rosario. Pero nada de eso aconteció. Es más, en varias cuestiones, como la píldora del día siguiente, el gobierno foxista fue más liberal que los últimos gobiernos priistas.

La razón de esto es doble: existe una sociedad laica que no admitiría un retroceso en estas materias y el propio Fox es una persona bastante liberal. Felipe Calderón es, sin duda, un hombre que profesa la fe católica, como el propio Fox, pero ha reiterado que las convicciones morales no pueden imponerse en el espacio público al resto de la población. Y no sólo eso. En su entorno hay personajes, como Josefina Vázquez Mota, que mantienen posiciones liberales en lo que se refiere a las políticas de salud pública.

Y por lo que toca al complot de El Yunque, baste decir que las tensiones que ha habido entre Felipe Calderón y el presidente del PAN son muy conocidas. Manuel Espino ha sido un verdadero dolor de cabeza para el equipo de campaña del candidato panista. Por eso se puede esperar cualquier cosa, menos que Calderón, ya como Presidente, se doblegue o se deje cercar por Manuel Espino y El Yunque. En suma, los llamados al voto útil para detener el avance de la ultraderecha son basura pura; no tienen sustancia ni consistencia.

Pasemos, ahora, a la segunda cuestión: las dudas y las críticas que suscitan AMLO y su proyecto entre muchos militantes de izquierda. Y en ese sentido, la primera pregunta que hay que formularse es si López Obrador es un hombre que tiene un proyecto y un programa de izquierda.

Vayamos, de nuevo, por partes:

¿Es de izquierda regresar a los precios de garantía en el campo, a los desayunos escolares y a la entrega de útiles escolares, como ocurría durante los gobiernos de Echeverría y López Portillo?

¿Es de izquierda rodearse de ex priistas, contar con el apoyo de Manuel Bartlett, la CROC y, al mismo tiempo, marginar a las corrientes tradicionales del PRD, incluido el cardenismo?

¿Es de izquierda minimizar el proceso de globalización y proponer una revisión del TLC?

¿Es de izquierda no tener una posición clara frente a la píldora del día siguiente y guardar un “prudente” silencio cuando se interroga a AMLO sobre esta cuestión?

¿Es de izquierda sumarse ciegamente al liderazgo de un personaje que no tolera la crítica y que se asume como la única oportunidad de redención de los pobres de este país?

¿Es de izquierda negarse a responder preguntas de cultura general para no vulnerar la imagen y la esperanza de millones de mexicanos que dice encarnar?

¿Es de izquierda tolerar los linchamientos con el argumento de que con los usos y costumbres de los pueblos no hay que meterse?

La respuesta obvia es: no, no es de izquierda. Por eso muchos militantes y simpatizantes del PRD, que se sienten defraudados por AMLO y su proyecto, están volteando hacia Patricia Mercado y Alternativa Socialdemócrata y Campesina. Al hacerlo no cometen ningún pecado; al contrario, reconocen una realidad y apuestan por un proyecto alternativo. Es cierto que no es para mañana y que se trata de una inversión de largo plazo. Pero ése es un voto útil y moralmente inobjetable. México necesita una izquierda moderna y democrática, no un mesías tropical.

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