11 de mayo de 2006

Campañas en la blogósfera

Mario A. Campos
Revista Etcétera - Mediósfera
Mayo 2006

El 2006 será recordado como el año en el que se consolidó la blogósfera política mexicana. Al menos eso creía yo a finales del año pasado, cuando me imaginaba a los blogs como fuentes de información, no sólo para el público sino para los medios masivos, que durante el actual proceso electoral se alimentarían de esos nuevos canales de comunicación tal y como ocurrió en la última elección presidencial en Estados Unidos. Mi pronóstico, transcurrida ya la mitad de las campañas, resultó equivocado, al menos parcialmente.

Los blogs, es cierto, han sido un espacio natural en la disputa por los votos. Bitácoras de información general ­como www.rodrigo0.blogspot.com o www.alt1040.com­ han abierto sus espacios a la contienda y no es raro encontrar, junto a textos sobre innovaciones tecnológicas, una mención a la más reciente encuesta sobre la carrera presidencial. Esta cobertura también se ha visto acompañada por un importante surgimiento de blogs militantes, particularmente por la creación de sitios pro y anti López Obrador, el candidato que también en la blogósfera se ha convertido en el factor de división.

¿Qué impacto tendrán estos espacios en los electores? Es difícil saberlo. Por un lado, no hay cifras sobre el número de sitios dedicados a las campañas; por el otro, tampoco tenemos estadísticas confiables sobre el número de lectores.

En otras latitudes, los blogs se han convertido en actores de peso en buena medida por su impacto en la agenda de los medios dominantes. En ese sentido, mis pronósticos difícilmente pudieron dar más lejos del blanco. Acostumbrados a sus rutinas de trabajo, reporteros y columnistas no han volteado hacia la blogósfera para concederle el estatus de fuente de información. Salvo contadas excepciones, las menciones a blogs en particular, siguen siendo un fenómeno marginal.

Si bien es censurable la miopía de algunos periodistas, tampoco sería justo señalarlos como los únicos responsables. Los bloggers ­o autores de bitácoras­ tampoco han (hemos) hecho mucho para cambiar esta dinámica. Contaminados por los mismos vicios que se viven en la mediósfera, en la mayoría de las bitácoras se peca de parcialidad, se recicla información y es prácticamente inexistente la generación de investigaciones y análisis propios.

Alertado por algunos hechos previos ­como las fotos de Arturo Montiel y su esposa, difundidas por un blog y retomadas por Reforma­ me imaginaba un escenario en el que las campañas negativas transcurrieran por la blogósfera como paso previo a su difusión en los medios convencionales. Como ha sido evidente, mi análisis no contaba con que los spots y discursos de los institutos políticos y sus candidatos se encargarían de hacer la guerra por encima de la mesa sin necesidad de intermediarios.

No obstante, en medio de este panorama aún hay elementos a destacar en la participación de los blogs durante este proceso electoral. El ejemplo más claro lo podemos ver en la posibilidad que ofrecen diversos sitios al colocar ligas a videos de entrevistas, spots y otros materiales audiovisuales, que de otra forma no estarían al alcance de los usuarios/ciudadanos. A esto hay que agregar la vigilancia que desde algunos espacios se hace, no sólo a los actores políticos tradicionales sino a encuestadoras y medios de comunicación, así como el intenso debate que se vive en estos sitios que a diferencia de los medios tradicionales, permiten un diálogo constante que reduce la distancia entre el productor y el consumidor de información.

¿Son estas ganancias suficientes para sentirnos satisfechos? Por supuesto que no. La blogósfera mexicana, hasta ahora, se ha quedado corta en esta contienda. Por fortuna faltan todavía dos meses para la elección y aún hay tiempo para que se gane un lugar de honor en este, interesantísimo, fragmento de nuestra historia.

Periodista y consultor.
macampos@enteratehoy.com.mx

http://www.enteratehoy.com.mx

Marcos sí cree en las encuestas

Francisco Báez Rodríguez
Crónica
2006-05-11

Hasta él mismo lo ha admitido públicamente. Marcos es mucho mejor como comunicador que como generador de inestabilidad política. En ese sentido, sus contradicciones, reales o aparentes, deben también ser interpretadas como parte de un proceso de propaganda política.

La primera contradicción evidente es un cambio de opinión, que va más allá de los matices, acerca de la candidatura presidencial y el eventual gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Hace meses, cuando iniciaba La Otra Campaña, el dirigente neozapatista afirmaba que a la gente del Partido de la Revolución Democrática “los vamos a hacer pedacitos”, que no tenía nada qué tratar con AMLO, a quien incluso se refirió como El Innombrable (sic) y concluyó que si llegaba a la Presidencia de la República, “nos va a partir la madre a todos”. Ahora sólo “los ricos” están destinados a ser hechos pedacitos, Andrés Manuel queda reducido al papel de “embaucador” frente a candidatos que merecen adjetivos mucho peores y, a diferencia de Calderón (que promete mano dura) y Madrazo (quien promete mano de hierro), López Obrador, en cambio, haría “una administración política de la crisis” social que el sup ve a punto de estallar “de manera espontánea u organizada”. El vaticinio de que El Peje va a ganar sonó a deseo.

¿A qué se debe este cambio de actitud? ¿Cuándo pasó AMLO de ser el Innombrable que nos iba a partir la madre al menos malo de los tres cochinitos? Creo que la respuesta es sencilla: cuando dejó el primer lugar en las encuestas preelectorales.

Al inicio del largo zapatour, hace ya nueve meses, López Obrador iba solito, en caballo de hacienda, hacia la Presidencia en el 2006. En esas condiciones, el proyecto marquista de crear una oposición de izquierda anticapitalista y extraparlamentaria al gobierno populista de AMLO, que seguramente generaría desilusión popular, pasaba por una descalificación desde el inicio.

Nueve meses después, la opinión pública ha parido una ventaja del candidato de Acción Nacional sobre el de la Coalición por el Bien de Todos. Al cambio de circunstancia corresponde un cambio de estrategia. En su lectura, Marcos quiere encabezar la oposición de ultraizquierda a un gobierno de pseudoizquierda. Si ganara algún otro candidato a la Presidencia, ese espacio estaría ocupado, y no habría, en el partido en el gobierno, quién —como los Panchos Villa en el PRD— pudiera fungir de puente para negociaciones y chantajes varios.

La caída de López Obrador en las encuestas implica que se le cierran a Marcos caminos para encabezar un movimiento “popular” proclive a la violencia, pero declaradamente “pacífico”, “legal” y “de la sociedad civil”. El hombre del pasamontañas no trata de tapar esas evidencias de la opinión pública y actúa en consecuencia. La otra contradicción de Marcos es aparentemente más flagrante. Un día declara, en entrevista con La Jornada, que ahora en nuestro país “gobiernan los grandes medios electrónicos”. Ellos son los verdaderos mandamases en una nación ficticiamente democrática, en la que los de arriba despojan a los de abajo, dice. Al día siguiente, cuando el periódico apenas salió de las rotativas, Marcos acude a Televisa, lo vemos en la pantalla, sereno, bromeando y sonriendo detrás del pasamontañas. Si pensáramos de manera lineal, diríamos que Marcos ya entabló diálogo con el Poder.

Pero no hay que entender literalmente las paráfrasis del encapuchado. Hay que entender sus hechos. Ahí reconoce que, más que la plaza pública, los medios electrónicos son el espacio privilegiado para hacer campaña. Más aún en tiempos electorales.

Ahí, Marcos se agarra del mismo dato triste e incontrovertible que volvió tan popular su look. La violencia es espectacular. La violencia da rating. La violencia vende. Y, por muy poderoso que sea el consorcio Televisa, es rehén —como buena empresa capitalista— de su necesidad de vender. Toda televisora privada no vende programas, ni información ni diversión: vende audiencia, vende rating (palabra usada en múltiples ocasiones durante la entrevista con Loret de Mola, prueba del interés del sup por el asunto). Por eso no es casual que las golpizas brutales a policías y a civiles sean repetidas hasta la saciedad.

Marcos tiene eso qué ofrecer a las televisoras: violencia que vende. No es poco; por eso obtiene, a cambio, una buena cantidad de minutos en pantalla, que a los candidatos de los partidos registrados suelen costarles un buen billete. En ese sentido —pienso en Lenin imaginando que el capitalista le vende al revolucionario el fusil con el que será ejecutado— poco importa el futuro del país, no digamos ya la opinión de los televidentes.

fabaez@gmail.com

La recta final

César Cansino
El Universal
11 de mayo de 2006

Para Andrés Manuel López Obrador abril inició con un panorama electoral que parecía confirmarle una ventaja cómoda sobre sus contendientes, y que le permitiría enfilarse confiado hacia los últimos 60 días de campaña. Sin embargo, conforme se fueron publicando a lo largo del mes algunas de las encuestas más serias, fue confirmándose que, contra su propio pronóstico, las preferencias electorales lo colocaban ya, si no claramente atrás de Felipe Calderón Hinojosa, sí al menos en un "empate técnico" con el panista.

Parecían así rendir frutos los últimos dos meses de intensa campaña negativa -"guerra sucia", le ha llamado López Obrador- desde tres frentes combinados: la Presidencia de la República, el PRI y el PAN. Por su parte, el relanzamiento de la campaña de Calderón desde marzo sobre planteamientos estratégicos distintos, incluyó el deslinde táctico del golpeteo mediático contra AMLO respecto de la imagen y las propuestas del abanderado blanquiazul y, al parecer, dicho replanteamiento táctico -"el partido golpea, el candidato propone"- conjuró para Calderón los riesgos más inmediatos de una campaña negativa.

A su vez, la campaña de Roberto Madrazo siguió resintiendo los embates de las pugnas internas de su partido, sobre todo por las inconformidades, berrinches -como el escenificado por el coordinador de los diputados del tricolor, Emilio Chuayffet- y la previsible desbandada, provocados por la imposición de las candidaturas del Revolucionario Institucional a puestos de elección popular y las listas de diputados y senadores plurinominales.

Pero fue precisamente en el debate del 25 de abril cuando el candidato priísta refrendó su aparente debacle, con un pésimo desempeño ante un Calderón que apareció confiado -seguramente por el impulso de la publicación de la encuesta del diario Reforma esa mañana- y propositivo, a quien no hicieron mayor mella los embates del ex gobernador de Tabasco, y quien a cambio sí sufrió la merma de los revires de Calderón y los golpes de Roberto Campa, enviado a cobrar viejas facturas por parte de Elba Esther Gordillo.

Así, sin un desempeño realmente sobresaliente, dando apenas la imagen de un candidato que tiene propuestas -si bien no abundó en cómo podrían ser viables y creíbles-, Calderón fue relanzado por el efecto mediático del posdebate, en el cual, reiteradamente comunicadores, analistas y encuestadores lo dieron como el claro vencedor de un debate en el que su principal oponente estuvo más ausente que presente -pese al podio y la silla vacíos-, y su más cercano competidor simplemente desapareció del cuadro, literal y simbólicamente. Lo cierto es que López Obrador cometió un costoso error al no asistir.

A la soberbia mostrada por el perredista se sumó el efecto combinado de las campañas negativas en su contra, así como el famoso "efecto chachalaca", pero lo inexplicable es que al parecer López Obrador y su equipo de campaña no sólo se empeñan en minimizar su inasistencia al debate, descalificar encuestas "incómodas" y repetir -¿como chachalacas?- que todo eso es una oscura conspiración en su contra; sino que no dan visos de emprender una urgente y necesaria rearticulación estratégica de su campaña.

Como era previsible, el espejismo construido sobre el presunto triunfo anticipado del perredista era insostenible, sobre todo ante el ineludible momento de la confrontación y debate de propuestas y proyectos de candidatos y partidos de cara a la ciudadanía. "Abril es el mes más cruel.", rezaba el verso de un poeta; y al parecer la realidad del "efecto debate" y el cúmulo de errores estratégicos que ha cometido López Obrador le ponen ahora ante la cruel realidad de que ya no es el seguro ganador de la contienda.

Ante el panorama emergente de una contienda que se ha cerrado, cabría la posibilidad de una reorientación estratégica de las campañas que privilegie las propuestas y su consecuente debate abierto, informativo y formativo para los votantes.

Sin embargo, lo más probable es que los candidatos y sus equipos apostarán por la ruta del menor riesgo, que implicará seguramente no incurrir en errores fatales, y explotar al máximo la propaganda negativa contra sus adversarios.

cansino@cepcom.com.mx

Director del Centro de Estudios de Política Comparada

10 de mayo de 2006

La reaparición de los ultras

Federico Reyes Heroles
Reforma
Martes 9 mayo 2006

¿Qué quieren? ¿Qué fin persiguen? ¿A quiénes favorecen o perjudican? El gran misterio de los radicales, de los ultras, es que escapan a cualquier racionalidad. Ahí el peligro. Los ultras se nutren del resentimiento social, es cierto, pero no son la solución. No tienen un pensamiento articulado de cómo combatir las desigualdades. Los ultras no militan en ninguna organización permanente, con definiciones de largo plazo, ello es contrario a su esencia aventurera, inmediatista. Los ultras buscan la explosión social sin medir las consecuencias. Para los ultras la sangre derramada en el camino es un objetivo en sí mismo. Con los ultras es imposible negociar, por un simple motivo, no saben qué quieren. Y, lo más grave, con frecuencia los ultras son carne de cañón de otros.

Hace 12 años Marcos era el defensor de las causas indígenas, siglos de opresión, injusticia, olvido, miseria fueron las justificaciones para levantarse en armas y declarar la guerra al Ejército mexicano. Hubo muertos de ambos lados. Él logró las primeras planas de los diarios. Su vanidad hinchada no encontraba límites. Pero ni siquiera una buena causa salva a la irracionalidad y el radicalismo. A pesar de tener los ojos del mundo encima y una enorme simpatía inicial, el movimiento se desmoronó en el camino. ¿Por qué? Al final del día Marcos no defendió a los indígenas, veló, eso sí, por su ilimitada vanidad.

Hace siete años los ultras se apoderaron de la UNAM. Su nueva justificación fue una propuesta de cuotas que, súbitamente, incendió sus conciencias. Terminaron defendiendo a los ricos, a los que sí pueden pagar. Una verdadera justicia es demasiado elaborada para ellos. Los ultras paralizaron la principal universidad de México y lastimaron la vida de cientos de miles de estudiantes. Pero claro, como sólo ellos saben lo que es bueno para México, no hubo ninguna negociación posible. Fui testigo de cómo los radicales extorsionaban a sus propios colegas, muchachos muy jóvenes, y los amenazaban con golpes si se atrevían a negociar. De nuevo, ¿qué querían? El presidente Zedillo tomó la decisión de rescatar a la UNAM. Nadie desea la violencia pero, ¿cuál era la salida?

Los ultras desaparecieron por algún tiempo hasta que se les atravesó Atenco. La intención mal negociada del régimen de construir un aeropuerto les abrió la puerta, reaparecieron. Los mismos rostros, las mismas actitudes sin sentido. El régimen se arredró y todos los mexicanos salimos perdiendo por la imposición de los machetes. Ahora la reubicación negociada de un pequeño grupo de floricultores cimbra al país. Las autoridades, en particular el gobernador del estado de México y la PFP reaccionan como deben e imponen el orden, expresión que suena dura pero a la cual deberíamos acostumbrarnos: imponer el orden es una obligación de los gobernantes no un acto dependiente de la voluntad. Como siempre los excesos de la fuerza pública también estuvieron presentes. Un niño-adolescente, 14 años, cae muerto y la responsabilidad no queda clara. De pronto Marcos que anda por allí, ¡qué casualidad! Retoma la causa. ¿Y los indígenas? Bien gracias, allá en Chiapas esperando a su redentor que anda en busca de reflectores. Ya hay nuevos mártires. 1994, 2000 y 2006, qué curioso, años de elecciones federales.

¿Qué quieren? Madrazo muestra el cobre y habla de una "elección de Estado". Niega así las contribuciones que su partido tuvo en la construcción de la democracia mexicana. ¡Genial! El PRD y en particular López Obrador, en un intento por paliar su estrepitosa caída, invocan al fantasma del fraude, de la conjura. Justo en ese momento viene la provocación. Marcos demanda ahora liberar a los detenidos, delincuentes o no. Es la misma mecánica del CGH en el 99-2000. Se trata de ciudadanos mexicanos que cometieron delitos, pero eso no viene al caso. Para los ultras todas las leyes son injustas. Recordemos que Marcos ya llamó a derrocar al próximo Presidente, sea quien sea. Hoy amenaza con bloqueos y movilizaciones, busca arrinconar a las autoridades: si aplican la ley serán acusados de represores y si no la aplican serán débiles. Si la aplican le dan la razón a López Obrador y su argumento del gobierno represor. Si no la aplican le dan la razón a Madrazo: hace falta mano firme.

En el 94 Camacho negoció con ellos durante meses y al final deshonraron los acuerdos. El gobierno mexicano echó para atrás al Ejército y nada se consiguió. Pablo Salazar intentó el diálogo y una nueva estrategia, no sirvió de nada. Fox les tendió la mano, marcharon a la capital, hablaron en el Congreso, propuso una nueva ley y al final lo mandaron al demonio. De la Fuente hizo lo indecible por establecer puentes y nada logró. Don Luis H. Álvarez ha tratado de negociar durante años y nada ha conseguido. PRI, PAN, PRD lo han intentado, pero los ultras no negocian con nadie.

Ocho semanas antes de las elecciones del 2006 lo que quieren es reventar el proceso, que el régimen reprima, que haya sangre. La democracia no les interesa. Marcos suspendió elecciones e igual ocurrió en Atenco en el 2003. Pero si el Estado mexicano, entendiendo por ello el compromiso básico con la legalidad de los tres órdenes de gobierno, municipal, estatal y federal, no aplica la ley de manera coordinada, la señal para el país será brutalmente perversa. Son insaciables. ¿Qué hacer? No es creíble que la aplicación de la ley sea motivo de usufructo político.

Ya volvieron, son los mismos. Si alguien cree que los controla es un ingenuo. Los ultras son enemigos de la democracia. Sólo hay una salida, la aplicación de la ley. A cerrar filas.

9 de mayo de 2006

AMLO: sólo un aprendiz de brujo

Jorge Fernández Menéndez
Excelsior - Razones
09-05-2006

Siempre se habla del México bronco, se advierte del peligro de despertarlo, se insiste en su presencia latente en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad. No son advertencias vanas porque el México bronco existe, es real. Pero pocas veces se habla del otro México, el que repudia la violencia, sobre todo cuando no es justificada, el que apuesta por la estabilidad y la tranquilidad, el que quiere trabajo y vivir mejor: el México pacífico. Para algunos, esos dos México son, como muchos otros, la demostración de las enormes distancias sociales internas que nos marcan. La diferencia es que pareciera que, sobre todo en épocas de cierta estabilidad económica, el México pacífico es mucho más numeroso y congruente que el bronco y, mientras el primero representa en buena medida nuestro futuro, el segundo es la representación palpable de nuestro pasado.


El México bronco fue despertado en San Salvador Atenco la semana pasada. Fue despertado porque lo que vimos fue una evidente provocación fraguada por los macheteros de Atenco y organizada por su líder político, Marcos. El cálculo de los zapatistas fue erróneo como lo han sido todos desde que comenzaron la llamada Otra Campaña. Marcos en el DF ha pasado desapercibido, cualquier candidato puede convocar más gente en sus actos y tiene mayor repercusión pública. En Atenco, los hechos de violencia fueron rechazados por los propios habitantes del municipio, hartos de Ignacio del Valle y sus seguidores. El acto de Marcos el fin de semana tuvo que ser suspendido por falta de quórum y los bloqueos organizados por otros asociados del subcomandante, el Frente Francisco Villa y los ex miembros del CGH (en muchas ocasiones más cercanos al EPR que al EZLN o lo que queda de él) demuestran tanta impunidad como falta de convocatoria. Para Marcos, Atenco es un fracaso que, por lo menos, le ha permitido estar en los medios aunque fuera para exhibir la magnitud de su actual debilidad. Pero, en el caso de López Obrador ha tenido y seguirá teniendo un costo demasiado alto.

Los bloqueos y las amenazas de violencia le quitan votos todos los días al candidato perredista. El problema es que Andrés Manuel, que no impulsó la provocación de la semana pasada por la sencilla razón de que no ganaba nada con ella, no puede criticarlos ni deslindarse de ellos porque los compromisos adquiridos con esos grupos son demasiados. En los hechos López Obrador echó a andar los demonios en los últimos años y ahora ya no los puede controlar. Y tampoco quiere hacerlo, porque considera que, en el futuro, gane o pierda las elecciones, le serán útiles.

A López Obrador, con Atenco, le está pasando lo mismo que le sucedió con Tláhuac, con el asesinato de los agentes de la PFP: no puede condenar los hechos porque está comprometido con los grupos que los organizaron. El Frente Francisco Villa, los macheteros de Atenco, los alguna vez jóvenes del CGH, los grupos de base de las distintas denominaciones del EPR, establecieron numerosos acuerdos con la administración capitalina por conducto de René Bejarano y su corriente, desde la campaña del 2000. López Obrador los usó, entre otros objetivos, para abortar la construcción del aeropuerto en Texcoco y exhibir la debilidad gubernamental; sirven para presionar a adversarios y para movilizarse contra el desafuero. Por eso, en Tláhuac las fuerzas policiales de la ciudad decidieron no intervenir y dejaron que se linchara y quemaran vivos a los policías federales. Por eso, los del Francisco Villa pueden interrumpir cualquier vialidad del DF el tiempo que quieran y el gobierno de Alejandro Encinas los deja hacer. De qué magnitud serán esos compromisos que el mismo Andrés Manuel, quien no ha tenido problema alguno en deslindarse de personajes tan significativos como Cuauhtémoc Cárdenas, de la corriente cardenista, de Rosario Robles y de muchos otros, no ha podido ni querido poner un límite y criticar abiertamente a Bejarano y los bejaranistas, ni a todos los aliados impresentables de éstos, desde el Frente Francisco Villa hasta los macheteros de Atenco.

Ahora se encuentra atrapado en un dilema más: apoyar estas movilizaciones no le garantiza más que el apoyo de sus electores duros, y éstos no son más de unos cuatro o cinco millones, mientras que le resta en forma acelerada el voto de los cambiantes, quienes nutrieron en el pasado su candidatura y ahora la están abandonando para pasarse, sobre todo, al bando de Felipe Calderón. Si rompiera públicamente con esos grupos, tendría que adoptar un discurso completamente distinto, que pasara por la aceptación, por ejemplo, de un pacto de civilidad, la firma del pacto de Chapultepec o por la aceptación del acuerdo contra la inseguridad que no quiso suscribir ayer. En otras palabras, implicaría, desde ahora, aceptar la legitimidad del proceso electoral y todos los acuerdos que giran en torno a éste. No lo hará porque su estrategia, ya lo ha demostrado, va por la vía de desconocerlo.

Y, si es así, la base de la movilización para después del 2 de julio, si Andrés Manuel no gana, pasará por los mismos de siempre: los de Atenco, Pancho Villa, los bejaranistas. El otro PRD, el surgido desde el cardenismo, no jugará a la aventura lopezobradorista si no hay causa justificada. Para eso se necesita a quienes hacen el trabajo sucio, y no se puede romper con ellos ahora, aun cuando sean una fuente constante de pérdida de votos. Al estar arriba en las encuestas, no importaba. Hoy que, como en el tango, la candidatura va cuesta abajo, los costos de esos “apoyos” adquieren una dimensión mayor. La paradoja es que no puede deshacerse de ellos porque están en el corazón de su estrategia política.

López Obrador no organizó la provocación de Atenco. Pero patrocinó y protegió a sus verdaderos organizadores y, ahora, aunque hayan cambiado de membresía, no puede desligarse de ellos. Eso le sucede, en política, a los aprendices de brujo.

Elegir la sociedad

Macario Schettino
El Universal
09 de mayo de 2006

La democracia no es cosa sencilla. No es, de hecho, un asunto natural. No nacemos los humanos preparados para ella, sino al contrario. De fábrica, en los genes, tenemos construida una visión del mundo muy especial, producto de millones de años de evolución, que no tiene mucho espacio para la tolerancia, el respeto a los demás, ni mucho menos para el concepto de igualdad.

Somos, como usted sabe, parientes muy cercanos de los chimpancés (de las dos especies que aún existen), y un poco menos de los gorilas. Y nuestro proceso evolutivo fue muy similar al de ellos, de manera que nuestras sociedades naturales son también parecidas. Como los chimpancés, somos capaces de vivir, naturalmente, en pequeños grupos (menos de cien individuos adultos), con estructuras dominantes claramente establecidas y sostenidas a través de la violencia. Naturalmente, subordinamos a mujeres y niños a esta estructura. Definimos, también de manera natural, espacios geográficos, y consideramos a otros grupos como amenazas. Los demás no son iguales a nosotros, al menos no de manera natural.

Concebir a los demás humanos como iguales a nosotros, a mujeres igual que a hombres, no está en nuestros genes. Resolver nuestros conflictos sin violencia, tampoco. Por tanto, no es natural en los humanos la democracia. Es una construcción cultural que hemos desarrollado en apenas unos años.

Aprender a vivir en una democracia no es nada sencillo. Regresar a las formas comunitarias, en cambio, es natural. Es por eso que las visiones comunitaristas tienen tanto atractivo para las multitudes. No les exigen esfuerzo, al contrario. Ofrecer la vida comunitaria es tan natural, tan simple, como ofrecer comida o sexo. Está en los genes la voluntad de aceptar. Sólo la cultura, la inteligencia, nos lo impide.

Estas visiones comunitaristas, ya sea que las ofrezca una iglesia o un movimiento político, son y seguirán siendo atractivas. Más mientras menor sea el grado de sofisticación de los receptores. Si quiere llamarle a esto educación, cultura, o como guste, es lo mismo. Si usted tenía alguna duda de por qué el catolicismo tuvo siglos de éxito, o por qué el comunismo llegó a gobernar medio planeta, o por qué el populismo es tan popular en América Latina, la respuesta no la encontrará en las ciencias sociales, sino en la biología. Está en nuestros genes.

En México, específicamente, no logramos salir de esta maldición genética. De estructuras autoritarias y comunitarias indígenas, pasamos a lo mismo, pero católicas, y de ahí a lo mismo, pero revolucionarias. Y es que dejar atrás a los genes requiere, insisto, construcciones culturales.

Dejar atrás nuestro pasado simiesco nos ha permitido, a los humanos, no sólo poblar todo el globo, sino incluso ponerlo en riesgo. Hemos sido tan exitosos en sobrevivir, que cualquier clasemediero de hoy vive mejor que cualquier noble del siglo XVI. Pero, y éste es el problema, ese éxito material lleva asociado, por obligación, el sometimiento de los genes a la cultura. Y no me refiero a cualquier cultura, sino precisamente a la que logra imponerse a la maldición genética de la comunidad, del desprecio a los otros, la maldición de la discriminación.

Por eso los jóvenes abrazan con tanta emoción las causas comunitarias, porque sus genes (y sus hormonas) les impiden aún pensar con serenidad. Por eso los simples se asocian con tanta facilidad a estas causas, porque pensar exige esfuerzo. Por eso las naciones aceptan con tanta facilidad destinos miserables, porque es más fácil dejar que los genes trabajen a someterlos.

Insisto en lo que he dicho por meses: en este proceso electoral estamos eligiendo no sólo un nuevo Congreso y presidente, estamos decidiendo un par de generaciones completas. Si volvemos a apostar al pasado, a esa visión comunitaria (y por lo mismo autoritaria), para cuando logremos quitarla, México será miserable. No menosprecie usted el esfuerzo que sí están haciendo 2 mil millones de seres humanos en China e India por avanzar. Son veinte Méxicos creciendo al doble de velocidad. En diez años, no habrá espacio para una economía mediana, como la nuestra. Se trata de escoger entre una comunidad de simples, violentos y autoritarios, y una sociedad de iguales, con reglas claras. México profundo, o México exitoso. Usted decida.

macario@macarios.com.mx

Profesor de la EGAP del ITESM-CCM

8 de mayo de 2006

Madrazo: el candidato sin rumbo

Jorge Fernández Menéndez
Excelsior - Razones
08-05-2006

Era la madrugada del viernes 14 de abril. En unas horas comenzaría el Consejo Político Nacional del Partido Revolucionario con el fin de aprobar la lista de candidatos a diputados de ese partido. En las oficinas de Mariano Palacios Alcocer habían estado negociando los últimos detalles, el presidente del partido, el candidato Roberto Madrazo, la secretaria general, Rosario Green, y un puñado de dirigentes partidarios más. Las presiones eran enormes porque los compromisos adquiridos eran mayores que las posiciones a repartir. Madrazo, cerca de la una de la mañana, decidió que las cosas se quedaban como se había acordado hasta entonces y se fue a dormir. Los otros permanecieron o se retiraron a sus domicilios para cambiarse de ropa y continuar. Horas después, antes de comenzar la sesión del CPN, la situación seguía igual de tensa: a la oficina de Palacios se había “metido”, literalmente, el gobernador de Colima, Silverio Cavazos, quien exigía el cambio de una posición. Palacios negociaba con otro gobernador por teléfono y Green analizaba la documentación que se presentaría en el CPN: la ex canciller estalló al revisar los papeles: “Esto es un desastre, dijo, estas listas son las primeras que se hicieron, no las de ayer, hay que cambiarlas”. No, le dijeron sus ayudantes, estas son las listas actualizadas. No, insistió Green, “estas son las antiguas, miren, aparece José Murat y ayer el candidato aseguró que no estaría en las listas”. Palacios interrumpió su negociación telefónica y también a su secretaria general: “No, Rosario, están bien, Roberto me llamó ayer, después de irse, para decirme que Murat sí entraba en las listas”. No quedaba mucho más que hacer, pero era la demostración del profundo desorden prevaleciente en el priísmo, de cómo el candidato y su círculo más cercano están tomando las decisiones y de los costos que ello le está generando a su partido.

Diez días después, Madrazo, asesorado sólo por ese círculo íntimo, llegó sin la suficiente preparación al debate. Fue su peor jornada política en muchos años: no sólo lo perdió sino, además, perdió las formas y prácticamente se despidió de la posibilidad de ganar la Presidencia. Un día después se reunieron en el hotel Four Seasons un grupo de ex gobernadores a los que se sumaron, más tarde, algunos otros dirigentes y gobernadores en activo, la idea era ver cómo se podía rescatar la candidatura de Madrazo, pero el debate derivó, insólitamente, en la posibilidad de cambiar de candidato. Tuvo que llegar Palacios Alcocer para tratar de calmar la situación y, además, intervinieron algunos de los principales aportadores a la campaña con el fin de explicar que ya no habría recursos para lanzar otra candidatura.

Sin lugar a dudas, Madrazo, después del debate, tenía que revisar su estrategia de campaña. Lamentablemente, tomó el camino equivocad en lugar de irse por las propuestas y fortalecer su estructura (lo único que puede ya no ganar, pero, por lo menos, salvar la elección para el PRI), decidió adoptar la misma estrategia de López Obrador: decir que estamos ante una elección de Estado y amenazar con desconocer sus resultados. Resulta paradójico, porque esa es la estrategia que todos los especialistas están señalando como la responsable de la caída electoral del perredista. Y su paisano, en vez de tomar otro rumbo, decidió recorrer el mismo camino.

Pero no lo entienden así. En la reunión de Consejo Político donde se aprobaron las candidaturas, la dirigencia hizo números alegres: según ellos, el Revolucionario Institucional tiene una base de 11 millones de votos duros y el Partido Verde les sumará nada más y nada menos que entre siete y ocho millones de sufragios, con lo cual, dice la gente de Madrazo, ganarán la elección del 2 de julio. Todo puede ocurrir, pero lo cierto es que quizá los 11 millones de votos duros del PRI pudieran ser verdad, mas los siete u ocho millones de verdes están sólo en la imaginación de sus dirigentes.

Por eso muchos priístas consideran que la alternativa de su partido está en concentrarse en los estados y el Congreso, utilizando la candidatura presidencial como una suerte de plataforma para hacerse fuerte en esos ámbitos, los únicos en los cuales el PRI aparece como realmente competitivo. En las encuestas presidenciales, Madrazo está apareciendo entre ocho y diez puntos abajo del puntero, Felipe Calderón, mientras que en los estados y en las elecciones legislativas sus perspectivas podrían ser mejores. El peligro radica en que, si la campaña continúa en la lógica actual, el deterioro de la candidatura de Madrazo puede tener un efecto de cascada en la votación de los estados e incluso poner en peligro esas opciones. En varias encuestas recientes, el partido ya está tercero en el ámbito legislativo (muy lejos de las aspiraciones de ser primeros en el Senado y por lo menos segundos en la Cámara de Diputados) y eso sería, lisa y llanamente, un desastre para la mayor parte de sus gobernadores.

En los últimos días, Madrazo realizó algunos movimientos tratando de enviar señales para algunos de los políticos que habían roto o se habían distanciado en forma notable de él: colocó en su equipo de campaña a Francisco Rojas Gutiérrez, un político serio, muy cercano a Carlos Salinas (con el que las relaciones del candidato se han deteriorado al máximo), y a Manlio Fabio Beltrones, quien había permanecido alejado del entorno de Madrazo por fuertes diferencias con algunos de sus cercanos, como José Murat, para que coordine la campaña de senadores, lo que implícitamente lo coloca como un virtual líder de la bancada para la próxima Legislatura. Quién sabe si con un par de movimientos será suficiente. Todo indica que no. Lo cierto es que, mientras el discurso de la campaña gire en torno a la denuncia de “la elección de Estado” y la amenaza del desconocimiento de los resultados electorales, el suicidio en cámara lenta de Madrazo va a continuar y con él terminará arrastrando a su partido.

Tiempos de peligro

Pablo Hiriart
Crónica
2006-05-08

Vienen tiempos de peligro.
Una antigua frase popular dice que hay que tener cuidado con los que se están ahogando, porque no reparan en lo que se agarran.
Es lo que hemos comenzado a ver ahora, cuando el candidato Andrés Manuel López Obrador ha sido rebasado en las encuestas luego de haberlas encabezado desde el inicio de la carrera por la Presidencia.
El trauma es grande.
Ya se sentían ganadores y actuaban como tales.
Se repartían los cargos en el gabinete.
Ya comenzaba, incluso, la lucha interna por la sucesión del Presidente López Obrador.
El candidato que se sentía Presidente ya sabía dónde iba a instalar su recámara en Palacio Nacional.
Y de pronto las encuestas le dicen que probablemente tendrá que seguir durmiendo en Copilco.
Que el puntero es otro y faltan menos de dos meses para las elecciones.
Por eso ha comenzado a suceder lo que estamos viendo.
Camacho está fuera de sí. Como en 1994, cuando Colosio le ganó la candidatura que él creía suya y nada más que suya.
Escribió el lunes anterior que los medios que publicaron después del debate que “ganó Calderón, fueron pagados por el PAN”.
¿De veras? ¿Y los que pusieron que ganó la silla vacía fueron pagados por él? Por favor. Fuera de sí.
La Jornada, el diario que funge como vocero de López Obrador y de su partido, publicó en su editorial del día siguiente de los hechos de Atenco, que “los medios informativos (sic), por su parte, aprovecharon la oportunidad para presentar a los atenquenses como intrínsecamente violentos y levantiscos, hasta sugerir, con una escandalosa falta de escrúpulos, que el conflicto podría estar vinculado a la presencia del subcomandante Marcos en la capital del país”.
Están fuera de sí. El shock de las encuestas los ha traumatizado.
Nadie acusa en general a los atenquenses.
Pero sí a un grupo minoritario muy bien identificado que tenía secuestrada la tranquilidad en San Salvador Atenco.
(Al fin les pusieron un alto. Qué bueno. Muy bien por Peña Nieto y por Medina Mora).
¿O no vieron cómo esos violentos, y además cobardes, pateaban en el piso a un policía que iba desarmado y estaba completamente inerme?
¿No vieron cuando estaba inconsciente en el suelo y uno de los rijosos de Atenco le propinó una patada criminal en los testículos?
¿No oyeron decir a América del Valle, lideresa de los macheteros, que tenían “licencia para matar”? Ignacio del Valle, líder de los violentos, recibió en su casa al subcomandante Marcos el 25 de abril.
Marcos pernoctó en San Salvador Atenco.
La escolta de Marcos el 1 de mayo en su marcha por el Paseo de la Reforma era un selecto grupo de macheteros de Atenco.
Cuando el grupo de violentos de Atenco la emprendió machete en manos contra policías desarmados, Marcos declaró al EZLN en alerta roja.
¿Es una “escandalosa falta de escrúpulos” sugerir que Marcos y el EZLN tienen sus manos metidas en el conflicto de Atenco?
Claro que no. Falta de escrúpulos es ocultarlo.
Y por lo que se ve, grupos del PRD también están inmiscuidos en esa enorme provocación que vimos el miércoles en Atenco.
Al día siguiente de la trifulca, el Frente Popular Francisco Villa tomó por cinco horas la carretera Texcoco-Los Reyes en solidaridad con los violentos de Atenco.
Por voz de Alejandro López Villanueva, los Panchos Villa anunciaron más movilizaciones. Es decir, como el EZLN, también están en alerta roja.
¿Y quién es Alejandro López Villanueva?
Es líder del Frente Popular Francisco Villa, y además es coordinador en la campaña de Marcelo Ebrard, candidato del PRD a la Jefatura de Gobierno del DF.
¿No está metido el PRD en el brote de desestabilización?
Cuidado con los que se están ahogando, que no reparan en lo que se agarran, puede ser la frase que resuma lo que hemos vivido en estas dos últimas semanas. Y de lo que falta para el 2 de julio.
San Salvador Atenco es, a simple vista, la construcción de un cuadro de desestabilización nacional en momentos de por sí delicados, escribió el viernes Raymundo Riva Palacio en El Universal.
A simple vista, puede ser.
Como también puede ser parte de esa estrategia desestabilizadora la revuelta de sindicatos lopezobradoristas, que amagan con un paro nacional parar defender a Napoleón Gómez Urrutia, el multimillonario dirigente de los mineros mexicanos que ganan 450 pesos a la semana.
Grupos violentos y organizaciones políticas afines al PRD que simpatizan con Andrés Manuel López Obrador han sido infiltrados, desde 2001, por células bolivarianas financiadas por el gobierno de Venezuela para construir una estructura de promoción y autodefensa en caso de un eventual triunfo de la izquierda mexicana en próxima jornada electoral presidencial.
Eso decía un amplio y documentado reportaje de Francisco Reséndiz, publicado en Crónica hace exactamente dos meses.
Lo que hemos visto en estas últimas dos semanas, ¿es autodefensa del triunfo de López Obrador por parte de organizaciones radicales, ahora que ha sido desplazado del primer lugar en las encuestas?
No lo sabemos.
Lo que sí sabemos es que entramos en tiempos de peligro.
Los desesperados van a querer demostrar que el gobierno actual no sirve para gobernar.
Que no garantiza la gobernabilidad.
Así lo han manifestado ya los voceros del candidato López Obrador, que cayó al segundo lugar.
Y de manera sorprendente, ése es ahora el discurso de Roberto Madrazo.
Sí. Estamos en tiempos de riesgo. En esta contienda ya hay desesperados.
Vemos, por ejemplo, cómo el abanderado del PRD y miembros de las redes ciudadanas repiten sin ninguna base que tienen una encuesta que dice que López Obrador va arriba con diez puntos de ventaja sobre el segundo lugar.
¿En aras de esa mentira van a salir a desestabilizar en caso de que no ganen el 2 de julio?
Acusaron al periódico Reforma y a María de las Heras de haber cuchareado sus encuestas.
Dice López Obrador que esas encuestas se hicieron en Los Pinos. Que él sabe incluso quiénes se reunieron para hacer la encuesta que publicaron sobre pedido en Reforma.
Otra enorme y vulgar mentira.
El problema de todo esto es que hay gente, de la mucha que todavía sigue a López Obrador, que cree esas falsedades.
Y se incuba un ambiente de odio entre quienes lo ven a él como la única esperanza para mejorar de vida.
En esa lógica, quienes le hacen trampa a López Obrador para impedir que gane, le están haciendo trampa al pueblo con el fin de seguir enriqueciéndose y mantener a las mayorías en la pobreza.
De ese tamaño es el sofisma que están inoculando entre la población que está de su lado.
¿Tendremos uno, diez, cien atencos si la elección es cerrada y López Obrador pierde por un margen estrecho?
Deliberadamente o no, se está construyendo un escenario para que, en caso de no ganar la elección, arrebatar.
O para reventar la elección si continúa cuesta abajo en las encuestas.
Son tiempos de peligro, pues.

phiriart@cronica.com.mx

El Segregado

Pepe Grillo
Crónica
2006-05-08

No extraña que Andrés Manuel López Obrador se haya negado a asistir a la firma de un Compromiso Ciudadano de Combate a la Delincuencia. Sí lo harán hoy Felipe Calderón, Roberto Madrazo, Patricia Mercado y Roberto Campa. María Elena Morera, presidenta de México Unido contra la Delincuencia, reúne a los candidatos a la Presidencia de la República, pero uno rehusó hacer el compromiso.


El candidato del PRD sigue dolido por aquella marcha de junio de 2004 en el que brotaron de las calles hombres y mujeres de todas edades y sin partido a protestar contra la inseguridad, principalmente en la Ciudad de México. También de los spots en los que ciudadanos, entre ellos Talina Fernández, denunciaba la crudeza de su infame experiencia como víctimas directas o indirectas de la delincuencia.

A propósito de aquellos spots, López Obrador dijo: “estamos arriba en las encuestas y están nerviosos, no hallan cómo bajarnos”.

Pero ahora... ya bajó.

Las lecciones de Aznar

Leonardo Curzio
El Universal
08 de mayo de 2006

Vuelco electoral fue la expresión que se usó para explicar el triunfo de Zapatero sobre el candidato del Partido Popular (Mariano Rajoy), quien punteó las encuestas durante todo el proceso. Para Aznar, a pesar de sus imposiciones (meter a España a una guerra), el triunfo de su partido se daba por descontado. Todavía le cuesta aceptar el veredicto de las urnas. La tendencia ascendente de Zapatero se catapultó tras la manipulación informativa del gobierno de don José María, de los atentados que ensangrentaron Madrid tres días antes de los comicios.

En México nadie puede hoy por hoy asegurar que alguien tiene el triunfo seguro, sin embargo hay un cambio en las tendencias electorales (Felipe Calderón las lidera) que en algo se parece al famoso vuelco. Me cuesta imaginar que un ciudadano que había decidido votar por AMLO cambie por Felipe, no me suena lógico, pero algo está sucediendo. La última encuesta de GEA demuestra que el panista ya no sólo crece en los sectores acomodados y medios, su penetración en segmentos populares es mayor.

El vuelco electoral no es producto de la insufrible intervención del Presidente en el proceso. Bien haría Fox en comprender lo que le pasó a Aznar y ser más prudente. Un presidente saliente se preocupa por su futuro y por la herencia que deja, no por incidir en un proceso que ha salido de su esfera. Fox debe entender que en esta boda él tiene el papel del padre de la novia: ni le pidieron permiso ni es el centro de atención; así es que buenas caras y garantizar que la economía y el orden público se mantengan para no arruinar el casorio de la hija.

Calderón ha sabido leer sus coyunturas y jugar sus cartas. Lo que menos necesita es que el Presidente le haga una aznarada en la recta final.

Como contraste del ascenso calderonista está el relativo declive de AMLO. Se ha hablado de muchos efectos, el chachalaca y otros más pero el que me parece más grave es el síndrome Labastida. Resumo este mal en dos síntomas: 1) cuidar con solemnidad su figura por suponer que ya tiene el triunfo, y 2) encastillarse en la torre con los leales.

AMLO parecía imbatible y se la creyó. Empezó a pavonearse como protopresidente. Se va cristalizando la idea de que no acude a citas difíciles por miedo al riesgo. Por eso prefiere la placidez de su programa de televisión a presentarse ante los reporteros a calzón quitado. Oscila entre la ambigüedad y la evasión de temas. Ha dejado de confiar en él mismo y es presa del papel de presidente que le habían asignado. Parece no entender que las diferencias sociales y regionales obligan a matizar el discurso. Tiene un mensaje que prende entre los chilangos pero aterra en otras latitudes. No ha cultivado a las clases medias y éstas votan lo mismo que las populares. Para las clases medias y altas el bolsillo es lo central y en temas económicos ha optado por el peor de los caminos: el confusionismo. Habla de cambiar el modelo económico y después de mantener los equilibrios. Se ha instalado en la esterilidad provocada por un discurso radical y un actuar suave y prudente. Como jefe de Gobierno permitió enriquecerse a desarrolladores inmobiliarios y constructores y no tocó ningún interés significativo.

Le han colgado, sin embargo, el sambenito de la amenaza y como candidato ha sido una suerte de mastín desdentado. Sus discursos agresivos sobre los poderosos contrastan con su silente actitud ante la reforma a la Ley de Medios, su arreglo en TV Azteca y sus peticiones de perdón a Televisa. Ha permitido que sus adversarios lo coloquen como una amenaza a la economía de mercado, sin serlo.

No se ha decidido nada, pero la soberbia (que le pregunten a Aznar) de que el triunfo ya está en la bolsa o de intentar manipular el proceso es algo que hace mucho daño a quien se lo crea...

Analista político