26 de agosto de 2006

Restaurar la República

Rosario Robles
Milenio
26/08/2006

AMLO sabe lo que dice cuando señala que en la historia de este país, los cambios se han producido a través de auténticas revoluciones populares. Que esas transformaciones se han logrado con el llamado a los de abajo, a ese pueblo oprimido que ha sido capaz de las más grandes hazañas. De esa manera nos liberamos del yugo español en la gesta independentista. Con líderes además que abogaron no sólo por las reivindicaciones políticas, sino también por una visión igualitaria expresada magistralmente en los Sentimientos de la Nación de Morelos. Así pasó durante la Reforma, cuando esa notable generación de liberales encabezada por Juárez derrotó al régimen monárquico y restauró la República. Qué se puede decir de la Revolución Mexicana, de Madero y el sufragio efectivo, pero de manera especial, de Zapata y el ideario de justicia social plasmado en la Constitución del 17 que el cardenismo hizo gobierno. Los mismos anhelos, los de una nación libre y soberana, la misma realidad que hizo posible estos momentos trascendentes: la profunda desigualdad en la que vive la inmensa mayoría del pueblo. Todo esto presente hoy no sólo como historia, sino como circunstancia inobjetable. Los privilegios que agravian a millones cuyo horizonte sólo es de pobreza.

Por eso su llamado a la Convención Nacional Democrática y la declaración de que podría haber dos presidentes. Por eso dice que no es un político tradicional (su talla es la de nuestros próceres, piensa en su fuero interno). Su ancla está en la historia. Porque del Congreso de Chilpancingo, en el que estuvieron representadas las regiones liberadas, surgió el primer pacto constitucional que estableció que la soberanía reside originariamente en el pueblo. Porque Juárez representaba el gobierno legítimo frente al espurio encabezado por los conservadores y, con mayor razón, por un archiduque extranjero. Porque también Madero se proclamó presidente para enfrentar a la dictadura de Porfirio Díaz, lo que inició la gesta revolucionaria que terminaría con una nueva constitución cuyo componente profundamente social es producto del carácter popular de la Revolución. Para López Obrador, su liderazgo se inscribe en esta tradición. Porque la lucha ha sido siempre (simplificando, desde luego) entre liberales y conservadores. Entre el pueblo y los privilegiados (de ayer y de ahora). Porque si la vía electoral no hizo posible que se concretara este anhelo de igualdad, entonces habrá que construir esta posibilidad desde otras trincheras, con un poder dual, edificado desde abajo, que sólo él puede encabezar, porque le fue arrebatado su triunfo y cualquier otra cosa es inmoral.

El único problema es que México ya no es el mismo. Y, sobre todo, que la izquierda decidió, desde hace mucho, que las elecciones eran el camino para alcanzar la democracia y una patria para todos. Porque el PRD, en efecto, surgió como respuesta al fraude electoral y la imposición, pero también es producto de la decisión de mantener la lucha dentro del marco constitucional y pacífico. Porque hoy es gobierno en la capital y en otras entidades y municipios. Porque es una fuerza indiscutible en el Congreso. Porque durante años ha reivindicado que el único mandato es el que se deposita en las urnas, y ha luchado para que la pluralidad política se exprese en las Cámaras. La disyuntiva no es fácil. Se puede apostar a una dualidad cuyo equilibrio es precario en el momento y las circunstancias actuales. Si el Tribunal Electoral valida la elección cuyas reglas fueron votadas por todos, hay que rechazar el resultado, al mismo tiempo que se abrazan con furor los otros escaños. Si ésa es la decisión del Tribunal no hay que acatarla (Ebrard dixit), aunque el mismo jefe de Gobierno tenga que negociar con ese poder no reconocido el nombramiento de procurador, jefe de la policía, y los montos de la deuda para la ciudad. En efecto, son momentos históricos. La diferencia es que algunos pensamos que defender la República es algo más, mucho más grande, que el simple dilema en el que nos quiere colocar López Obrador.

Estampillas

Jaime Sánchez Susarrey
Reforma
26 de Agosto del 2006

Y se hizo la luz. Ya no hay ninguna duda. AMLO lo dijo con toda claridad. La Convención Nacional Democrática podría nombrar a un Presidente legítimo y a un "consejo de resistencia civil" para impedir la imposición. Por eso la mañana del 17 de septiembre el país podría despertarse con la novedad de que hay dos presidentes: uno espurio, pelele, producto del fraude electoral: Felipe Calderón; y otro que contaría con la representación verdadera del pueblo y de la nación: AMLO. Todo lo anterior lo dijo, para que no se tome a la ligera, en una entrevista que le concedió al periódico Le Monde. Está escrito en letra de molde.

Rubem Fonseca dixit: la verdad es más extraña que la ficción porque no está obligada a responder a lo posible. Hace apenas unas semanas, propuse en este mismo espacio que la Convención Nacional de Payasos declarara a López Obrador presidente de la República y le confiriera poderes absolutos sobre el Zócalo de la Ciudad de México. Me quedé corto, una vez más. El Peje y sus maraqueros son simple y llanamente insuperables. La toma de Paseo de la Reforma y la convocatoria de la Convención Nacional Democrática son dos ideas geniales. Sobre todo, porque en la Convención estarán representados no sólo los payasos, como propuse inicialmente, sino todos los pueblos y las etnias (incluidos los pejelagartos, los panchosvillas, etcétera) que componen este gran país. (No sobra reiterar que las chachalacas y especies anexas deben abstenerse; no son ni nunca serán bienvenidas.)

Prudencia, prudencia y más prudencia. No son las palabras de algún revolucionario francés, sino de quienes consideran que la única manera de enfrentar a Andrés Manuel y sus huestes es la tolerancia. La mejor prueba, dicen, de que la estrategia es correcta es el desgaste que están sufriendo AMLO y su movimiento. Además, el precedente de lo que ocurrió en Chiapas con el subcomandante Marcos parecería confirmar el diagnóstico. El antiguo y mediático guerrillero ha terminado convertido en un clown sin gracia ni audiencia. Pero, desgraciadamente, las cosas no son tan sencillas. El Zócalo de la Ciudad de México no es algún lugar perdido en las montañas del sureste mexicano. AMLO tampoco es Marcos; no es lo mismo un candidato presidencial vencido por unas décimas de punto que el líder de un movimiento en la selva. Así que más temprano que tarde, el gobierno de la República se verá ante el dilema de aplicar la ley o tolerar lo intolerable. Y a eso hay que agregar que los posicionamientos y las acciones serán cada vez más radicales. AMLO ha hablado de revolución, va por todo y no está bromeando. A estas alturas, lo menos que deberíamos haber aprendido es que hay que tomarlo en serio.

Una buena y una mala. La buena: AMLO ha perdido simpatía entre los ciudadanos. Muchos de los que votaron por él están arrepentidos y aterrados. Es más, si la elección fuese hoy Felipe Calderón se impondría de nuevo por un margen más amplio. Y no sólo eso. Los partidos que integran la coalición Por el Bien de Todos, particularmente Convergencia por la Democracia, se están distanciando de López Obrador. Otro tanto está ocurriendo con las corrientes más moderadas del perredismo. La vía insurreccional del candidato rijoso no le conviene al partido que se ha convertido en la segunda fuerza en el Congreso. El cálculo de Marcelo Ebrard no es diferente. Las protestas y la violencia hundirían irremediablemente a su gobierno. Pero esas tendencias sólo se consolidarán en el mediano plazo. El aquí y ahora es otra cosa. Los perredistas irán al Informe presidencial y al Grito en el Zócalo como un pequeño ejército bajo el mando de López. Y todo aquel que se salga de esta línea será denunciado y crucificado como un traidor. El Peje está de capa caída, pero aún paraliza a sus seguidores con una sola mirada. Esta es la noticia mala. Nada está decidido de antemano; todo puede suceder. Su apuesta es polarizar para convertirse en el líder indiscutible del "movimiento liberador"; poco importa que los ingredientes de ese brebaje sean la violencia y la sangre.

Oaxaca. Sólo un ingenuo no vería las coincidencias y los vasos comunicantes entre Oaxaca y la Ciudad de México. La Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca está exigiendo: a) la desaparición de poderes; b) la formación de un gobierno popular (whatever that means); c) la celebración de nuevas elecciones. Las demandas gremiales y sociales han quedado atrás. El conflicto está absolutamente politizado y los métodos de lucha son ilegales y violentos. Toda proporción guardada, estamos ante ecos de lo que podría ocurrir en la Ciudad de México. La APPO ha expresado de múltiples maneras su solidaridad con la candidatura de AMLO, primero, y con la exigencia del conteo voto por voto. Van en el mismo barco: el orden existente ilegítimo debe ser purificado para crear nuevas instituciones.

Mea culpa. La gran mayoría de los intelectuales de izquierda nos debe una explicación. Cómo fue que se sumaron a la candidatura de un personaje como López. Qué fue lo que vieron en él. O más exactamente, por qué no vieron lo evidente. El programa de AMLO no es ni nunca fue de izquierda. Sus propuestas son un conjunto de medidas populistas de los años setenta o delirantes disparates como crear 32 universidades y 400 preparatorias. Pero no sólo eso. Lo más grave es la naturaleza del personaje. La dimensión mesiánica de su personalidad y su desprecio por las instituciones siempre fueron evidentes. Y qué decir del componente paranoico que se traduce en la denuncia de complots urbi et orbi. Todo eso se ha potenciado con la derrota, pero nada más. No basta, por lo tanto, con deslindarse. La responsabilidad de los intelectuales en el encumbramiento de este personaje es mayor. Los que minimizaron sus rasgos autoritarios e irracionales no son menos culpables que los que lo veneraron y adularon (¡Oh, Andrés, sálvanos de una vez!).

¿Hacia dónde vamos? Hacia el enfrentamiento. Al final, no habrá otra opción. López jamás aceptará la derrota. Hacerlo va contra su naturaleza. Y ya se sabe que no hay que pedirle peras al olmo. Quienes tienen esperanza en la negociación y el entendimiento, por ser virtudes propias de la política, son unos ingenuos. La suerte está echada. Sólo un fallo favorable a AMLO o la anulación de las elecciones por el Tribunal Electoral cambiaría radicalmente el escenario. El tiempo está en principio a favor de Felipe Calderón y las instituciones. Pero nada está escrito en forma definitiva. Antes de llegar a buen puerto, habrá que salvar varias tormentas tropicales y alguno que otro tifón.

Demandas

Catón
Reforma - De Política y Cosas Peores
26 de Agosto del 2006

Desde antes que empezara la contienda electoral expuse mi idea en el sentido de que el gobierno que sustituiría al de Fox debía ser de izquierda, y hasta dije con meridiana claridad que mi candidato a presidir ese gobierno era Cuauhtémoc Cárdenas. (Aun así todavía queda un par de babiecas de flaca memoria o exiguo entendimiento que me tildan de derechista y reaccionario.) Cuando López Obrador, con la complicidad de las tribus más extremistas e inmorales del PRD, se apoderó de la candidatura en forma totalmente antidemocrática, supe que la corriente más dogmática, violenta y corrupta de ese partido amenazaba a México, pues su supuesto izquierdismo no representa a la auténtica izquierda mexicana, democrática, liberal y moderna, sino a los restos de un anacrónico radicalismo cuyos métodos políticos han tenido por base la corrupción y el uso de la violencia como medio para ganar posiciones políticas. Ya hemos visto los extremos a que son capaces de llegar esos que dicen buscar el bien de todos y no hacen sino procurar su propio bien. Las elecciones se llevaron a cabo, y la mayoría de los mexicanos rechazaron ese radicalismo. Por más defectos que se busquen al proceso electoral lo sucedido muestra que los errores cometidos por López Obrador, sus actitudes y su prepotencia atemorizaron a un gran número de electores, aun a muchos que simpatizaban con la idea de un régimen que atendiera las demandas de los pobres. Ahora esas demandas tendrán que ser oídas por el candidato que en términos de ley obtuvo la mayoría de los sufragios, así su ventaja fuera estrecha. Felipe Calderón deberá gobernar principalmente en beneficio de ese vasto sector del pueblo mexicano, el de los más necesitados. Nadie le tomará a mal, sino antes bien será demostración de inteligencia política, que recoja algunos de los planteamientos de López Obrador y los convierta en acciones de gobierno, suprimiendo los excesos populistas de AMLO, pero buscando que los ideales de justicia se plasmen en mejores condiciones de vida para los marginados. Esto no será hacer concesiones a la izquierda; será atender un llamado que ya no es posible desoír... Se encuentran dos señores que hacía mucho tiempo no se veían. "Dime -pregunta uno-, ¿qué se ha hecho tu hija Borsalina?" "Trabaja de artista -responde orgulloso el otro señor-, y mañana debuta". "¡Ah, jijo! -se sorprende el otro-. Cambia rápido, ¿no?"... El muchacho y su novia se besaban apasionadamente en el automóvil. Ella, preocupada, se separa del chico y le pregunta: "Oye, Afrodisio: esto de tantos besos, ¿será bueno para la salud?" "No sé en tu caso -responde el muchacho-, pero a mí me fortalece algunos músculos"... Antes de comenzar la noche de bodas el novio toma por los hombros a su flamante mujercita y clavándole una mirada penetrante le pregunta con tono de gran solemnidad: "Dime, Rosibel: ¿soy yo el primer hombre?" "¡Presumidillo! -le contesta Rosibel dándole un cariñoso golpecito en el pecho-. ¡Tú sabes muy bien que el primer hombre fue Adán!"... Llegó el borrachito a su casa cuando ya amanecía. "¡Briago! ¡Desobligado! ¡Irresponsable! -le grita muy indignada su señora-. ¡Mira nomás a qué horas vienes! ¡Ya has de haber perdido la raya!" El borrachito se baja la ropa y volviéndose de espaldas muestra a su esposa la parte posterior. "No, viejita -le dice-. Mira, todavía la traigo"... FIN.


afacaton@prodigy.net.mx

El Grito: Fox contra AMLO

Yuriria Sierra
Excélsior - Nudo gordiano
26-08-06

Ayer dijo, en Dolores, que muchas gracias por la invitación, pero que él tiene que "cumplir con sus obligaciones". Eso sí, a sus paisanos guanajuatenses les adelantó un gritito, para que no se quedaran con las ganas. Vicente Fox lo confirmó ayer a todas letras: que el 15 de septiembre estará en el balcón de Palacio Nacional dando el Grito de Independencia. Esto, después de la rebambaramba armada por la actual situación poselectoral.

¿Por fin solos? Esta columnista, a la que a veces le da por pensar en escenarios chiflados nomás por puro divertimento, se ha preguntado en varias ocasiones qué habría pasado si Fox y El Peje hubieran sido contrincantes en las urnas y en campaña. Dado que la reelección presidencial no existe en nuestro país, Chente no tuvo ocasión de buscarla y AMLO de disputársela. Sin duda, hubiera sido un duelo delirante y espectacular.

Pero le tengo una noticia: el sexenio no terminará sin que ambos políticos, con toda la repugnancia que se profesan mutuamente, hayan tenido la ocasión para medirse las espuelas y las plumas. Ésta será la primera —acaso única— vez que Vicente Fox y López Obrador estén cara a cara y en el mismo ring dispuestos a picarse los ojos y desangrarse las entrañas como despedida sexenal.

Razones lacanianas. Alguna vez leí que en política no existe mayor placer que el de "medirse" con un adversario similar: el espejo como el más afrodisiaco de todos los combates (machos alfa, al fin y al cabo). Fox sabe que ganó la Presidencia por su carisma, por su lengua sin pelos y por su imagen popular ("es como nosotros", sentía buena parte del electorado). AMLO estuvo a punto de ganar la Presidencia exactamente por las mismas razones. Lógico es que experimenten el uno frente al otro una suerte de amor/odio que sólo puede (o cree poder) resolverse a través de la confrontación directa y sin concesiones.

Vicente Fox y Andrés Manuel: bête noire el uno del otro. Bestia negra el uno del otro. Es una casa de espejos: el de la derecha y el populista, ambos peso completo de la clase política nacional. Y van a medirse los precios el próximo 15 de septiembre. Cada uno medirá su valía en la medida en que el otro pierda, recule o resulte humillado. Pero hay una fatalidad griega a mitad de todo este asunto: el 15, día del Grito, para ambos será algo así como la noche de bodas de odio. Y ambos quedarán sellados para siempre, amén del desarrollo que tenga el acontecimiento.

Razones políticas. Evidentemente, por muy tocadiscos que estén nuestros políticos, ninguno se va a poner a tragar lumbre si no creen que en ello se están jugando algo de la mayor importancia para su proyecto político. Vicente Fox seguramente estima que si "le deja la plaza" a López Obrador el día del Grito, habrá sido tanto como fracasar en todo su proyecto de gobierno. Y éste, a su vez, estimará que si le cede el Zócalo al Presidente será renunciar por completo a su movimiento y a su capital político (ya de por sí lastimado debido a sus propias decisiones).

Andrés Manuel sabe que para el 15 de septiembre estará definida la calificación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación: sabe que para esas fechas, México seguramente tendrá un Presidente constitucional (Vicente Fox), un Presidente electo (Felipe Calderón) y él, en su guerra perdida, tratará de construir una nave dura para no naufragar en los años venideros. Por eso adelanta que dará el Grito y se autoproclamará "Presidente legítimo" de los mexicanos a la mañana siguiente: durante la realización de la denominada "Convención Nacional Democrática". AMLO quiere provocar al Poder Ejecutivo actual, para que unos garrotes legitimen realmente su movimiento y para blindarse de ir cayendo paulatinamente en el olvido. Pero Fox también quiere provocar al Peje y a sus huestes para deslegitimar su causa: si agreden al Presidente durante la ceremonia del Grito, Andrés Manuel estará cometiendo el mismo (o peor) error que cometió con el "cállate, chachalaca" durante su campaña.

Así pues, ambos se enseñan los dientes, pero también se abren ambos la camisa. Con la Plaza de la Constitución tomada por los campamentos, López Obrador tiene todos los incentivos para "reventar" la noche del Grito, pero a la espera de que la fuerza pública intente sofocar su movimiento. Y Fox tiene todos los incentivos para "aguarle la fiestita" al Peje, pero a la espera de que éste se salga de sus casillas o no logre controlar a sus huestes para que queden exhibidos como un movimiento peligroso.

Razones simbólicas. México construyó, durante décadas, todo un entramado simbólico que reemplazó al entramado institucional que todo sistema democrático hubiese debido tener. Los rituales llenaron los vacíos que, en un sistema hegemónico como el priista, generaba. La cargada, el tapado, el Grito, el besamanos, el propio Informe y muchos otros ceremoniales que se antojan en ocasiones propios de una monarquía más que de una república, obtuvieron, sin embargo, un peso contundente en la percepción (ya casi en el código genético) del pueblo y la clase política mexicana. Así pues, Fox y Andrés Manuel no sólo pelearán en el espejo, no sólo disputarán la plaza: están quizá sobre todo, disputando por adueñarse simbólicamente del inconsciente colectivo de la sociedad mexicana.

yuriria_sierra@yahoo.com

25 de agosto de 2006

"Algo intuyen y temen"

Marco Provencio
Milenio
25/08/2006

El país aguarda la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Es la decisión institucional más importante de los últimos tiempos; habrá de determinar la naturaleza de la ruta del Estado de Derecho por la que el país transitará en los próximos años. Indistintamente del sentido del fallo al que llegue, el Tribunal dictará no sólo sentencia sino sobre todo el rumbo del futuro; dictará el término de un complicado capítulo político y con ello señalará el inicio de otro probablemente lleno de complicaciones aún mayores.

Los dos extremos se preparan para atrincherarse en sus posiciones en los días que vienen. Apenas este miércoles pasado, decía en estas páginas Ricardo Monreal que el rechazo en la postura del PAN a la exigencia del voto por voto, al decir que los magistrados se excederían en sus facultades si pretendieran anular la elección presidencial, limitaría al Tribunal a una postura formalista en la aplicación de la ley. “Algo intuyen y temen”, argumenta el ya próximo senador.

Pero ese mismo “algo intuyen y temen” es lo que señala el propio PAN al cuestionar el maniqueísmo con el que, desde su perspectiva, el otro lado aborda desde ya una sentencia que aún no se dicta, un razonamiento que aún no se expone, una decisión que aún no se conoce. El propio Monreal ha sido más que excelso en ello. Para él, si el Tribunal no falla como lo espera su partido es por que “no será un Tribunal de derecho sino de derecha… por que no emitiría un fallo de fondo sino incurriría en una falla histórica… por que no sería garante de la soberanía popular sino gendarme del status quo…”. Más allá de las figuras literarias, el asunto es claro: ‘o me das la razón o es porque no es aventurado decir que ha habido dinero y corrupción y todo lo demás. Yo no puedo estar equivocado nunca; todos los demás que no piensen como yo sí’.

Por eso, por más relevante que sea para el país el sentido del fallo del Tribunal, lo verdaderamente trascendente será la calidad, la claridad y el sustento de la argumentación en que el Tribunal base su resolución. Aquí no es como el futbol, en el que no importa la calidad de los goles que se metan con tal de anotar más que el contrincante; aquí sí importa la triangulación previa, la forma de construir la jugada, la calidad de la argumentación y de la anotación legal. Algo me dice que esto es inclusive peor que un clamor en el desierto, pues al final o por principio de cuentas a la fanaticada lo único que le interesa es el resultado final; del Tribunal depende que cuando menos algunos de los derrotados, del bando que sea, se retiren del estadio electoral con una duda, así sea pequeña, de poder haber perdido en buena lid.

Lo anterior parece ser más cierto para los de la otra izquierda, la que cada vez más corre el riesgo de convertirse en asambleísmo y demagogia pura, que en el lado de la derecha. A diferencia del PRD, para cuyos muchos de sus miembros el Estado de Derecho parecería ser sólo reflejo y vehículo de los intereses de la clase dominante y por lo tanto, su violación no haría sino restituir los derechos naturales de los ciudadanos, el PAN tradicionalmente ha sido un partido defensor del marco jurídico y, en particular, de su aplicación estricta. Por ello, la tradición de varios reconocidos juristas dentro de las filas del PAN. ¿Juristas dentro de las filas del PRD? ¿O simpatizantes cuando menos? Los hay, sin duda, pero más bien son pocos por desgracia.

El tema entonces no es cuál es la ruta futura del país en términos de políticas de derecha o de izquierda. Lo verdaderamente trascendental de la decisión del Tribunal no será si el próximo gobierno se acerca más a los países desarrollados de la OCDE o a Cuba y su mecenas Venezuela; si el próximo gobierno propone atraer recursos privados al sector energético o insiste en hacer de las empresas públicas el único camino para explotar la riqueza energética del país; si en los próximos años nos vestimos de azul o de amarillo. Lo que el Tribunal estará decidiendo es si el país va a transitar por la vía del derecho o del chantaje y la movilización. Lo demás es lo de menos, aunque algunos algo intuyan y por eso teman y por eso cada vez sea más evidente que se curan en salud.

Nuevo revés para López Obrador

Diario ABC (España)
Editorial - Opinión
25-08-2006

El Partido Acción Nacional (PAN) alcanzó por primera vez en la historia la mayoría en el Congreso de México, según confirmó ayer el Instituto Federal Electoral, al hacerse con 206 diputados de los 500 que componen la Cámara y 52 de los 128 senadores. La formación encabezada por Felipe Calderón aventaja al Partido de la Revolución Democrática (PRD), de Andrés Manuel López Obrador, en 81 escaños. Aunque lejos de la mayoría absoluta, la victoria del partido conservador en los comicios del pasado mes de julio parece incontestable toda vez que contará con una fuerza del 41,2 por ciento de los diputados y el 40,6 por ciento en el Senado, mientras que el grupo parlamentario del PRD tendrá el 25 por ciento de los diputados y el 22,5 de los senadores, según datos del IFE. Los porcentajes son lo suficientemente elocuentes.


La composición definitiva de las Cámaras se produce a escasos días de que el Tribunal Federal Electoral emita su dictamen sobre la validez o no del recuento efectuado tras la votaciones de hace casi dos meses, que dio la victoria a Calderón por una diferencia de 243.900 votos sobre López Obrador. En este sentido -y al margen de la decisión de los jueces, que será puramente técnica y ajustada al resultado del nuevo recuento parcial- la proclamación de la mayoría conseguida por el PAN en el aparato legislativo del país debiera tener un efecto inmediato en esa especie de revuelta social orquestada por el líder del movimiento populista, que se niega a reconocer su derrota.

Y es mejor que así sea, porque la escalada de protestas y boicoteos pintaba un feo panorama sobre el país, donde todos los colectivos o sectores sociales que no han visto trampa ni cartón en los comicios han sido víctimas de la ira y la cháchara incendiaria de López Obrador y sus seguidores. Todos han recibido su reprimenda (prensa, partidos e incluso los países que han reconocido la victoria de su contrincante). La agitación no suele deparar nada bueno, sobre todo cuando no tiene sostén en el marco legal.

La lectura de las elecciones mexicanas en el exterior permite vislumbrar un parón en la extensión del fenómeno populista en esa región. Ni Colombia, ni Perú, ni -como se prevé tras el nuevo recuento de las papeletas- México se han sumado al carro del que tira Hugo Chávez, con un convaleciente Fidel Castro como icono y un Evo Morales como copiloto. El ex alcalde de México debería haberse convertido en un balón de oxígeno para la izquierda radical iberoamericana. Pero el que no haya sido así no justifica la irresponsable actitud de López Obrador, dedicado en cuerpo y alma al peligroso oficio de encender cerillas junto al polvorín. La proclamación de los resultados en el poder legislativo debería hacerle meditar sobre el abandono inmediato de la piromanía política y el acatamiento de la voluntad real de los mexicanos.

Aberrante

Catón
Reforma - De Política y Cosas Peores
25 de Agosto del 2006

Es triste y es molesto tener que hablar todos los días de López Obrador. Triste, porque mil cosas buenas hay en México merecedoras de esa atención que ahora debe concentrarse en todas las cosas malas que hace este mal político, este político malo. Molesto, porque el escribidor se cansa de hacer la reseña cotidiana de los abusos y despropósitos de AMLO. El último es anunciar la posibilidad de que su risible "Convención Nacional Democrática" -que ni es convención, ni es nacional, ni es democrática- lo proclame presidente de la República. López Obrador está pasando de la demencia a la farsa. La locura tiene algo de dramático, pero la farsa se instala en el ridículo. Por eso es explicable que mientras AMLO se apropia de las calles -es lo que sabe hacer- algunos de sus cercanos seguidores empiecen ya a tomar su propio camino. La designación de líderes parlamentarios perredistas fue claramente contraria al interés del tabasqueño. Javier González, por ejemplo, pertenece a la corriente cardenista, villanamente perseguida y maltratada por López Obrador, y sabe de las traiciones y mentiras de su ex jefe. Quienes fueron electos diputados y senadores por la Coalición acudieron a recoger sus credenciales, con lo cual desoyeron el absurdo llamado de Monreal de no asumir el cargo. (No hay borracho que coma lumbre, y es muy poderoso el discreto encanto de la nómina.) Los dirigentes de Convergencia, uno de los partidos coligados con el PRD, han manifestado que acatarán el fallo del Tribunal Federal Electoral aun en el caso de que no favorezca a López Obrador. Comentadores e intelectuales que habían acompañado a AMLO están ya recapacitando, y aunque sea con timidez manifiestan objeciones a su proceder. Personas muy cercanas a Camacho Solís y a Marcelo Ebrard comentan sotto voce que no pasará mucho tiempo sin que aquel gran funámbulo político y su discípulo dilecto se aparten del camino de López Obrador y empiecen a trazar su propia ruta hacia la Presidencia. Si la fingida Convención a que AMLO convocó lo proclama Presidente; si esa espuria y apócrifa asamblea anuncia el final de la República Mexicana y el principio de "la República Restaurada", tal cosa será un aberrante extremo que no podrá compartir la gente honesta, sensata y con un mínimo de talante democrático. En suma, parafraseando a Churchill, quizá lo que estamos viendo no sea el fin del principio, pero sí es el principio del fin... Don Kark Amal, decrépito señor, y dineroso, conoció a un hombre en apuros económicos, y a cambio de ayudarlo obtuvo de él que le entregara a su joven y bella hija en matrimonio. Pero ya se sabe: el matrimonio sin amor trae consigo el amor sin matrimonio. Bien pronto la muchacha empezó a coronar a su senil marido. ("Casamiento a edad madura, cornamenta o sepultura".) El esposo tardó en enterarse, pero al fin supo que llevaba mitra, y dijo con enojo a su mujer: "Febrilia: lo sé todo". "¡Ay sí! -responde con ligereza la muchacha-. ¡Lo sé todo! A ver: ¿cuál es el continente que tiene más países?" (Permítame soplarle la respuesta, señor Amal, para que al menos salve un resto de su honor: el continente que tiene más países es África)... En la noche de bodas el novio se sorprendió al ver que su mujercita se quitaba una peluca y la aventaba, se quitaba un ojo de vidrio y lo aventaba, se quitaba los rellenos de un falso busto y los aventaba. El estupefacto joven quedó con expresión atónita. "¿Qué quieres?" -le pregunta con voz hosca la extraña desposada. Responde él: "Ya sabes lo que quiero. Quítatelo y aviéntamelo"... FIN.

afacaton@prodigy.net.mx

Odio

Ciro Gómez Leyva
Milenio - La Historia en Breve
25/08/2006

Las amenazas no son lo más importante. Tampoco los arteros adjetivos, ni las mentiras esperpénticas. Lo notable es el odio que hay en esos mensajes. El mal que desean.

Al igual que otros periodistas, he recibido en los últimos días una cantidad inusual de correos electrónicos y de anónimos sobre lo que los remitentes consideran que ha sido mi desempeño en el conflicto poselectoral.

Los mensajes críticos son el pan nuestro del oficio. Y a fin de cuentas, el juicio del lector, radioescucha o televidente es inapelable. Pero nunca habían estado cargados de tanto odio.

Lorenzo Meyer escribió ayer un espléndido artículo sobre la intemperie de guerra en que nos encontramos. Para los que observan el país desde arriba, la parte de abajo resulta políticamente incomprensible, porque siguen a un “líder mesiánico” o porque “se volvieron locos”.

Y para los que ven desde abajo, todo lo de arriba es inaceptable, porque es el espacio de los “corruptos sin llenaderas”. Puntualiza Lorenzo: “El "otro" ya no es el opositor con el que se tiene y se debe negociar, sino un enemigo a destruir”.

Un querido colega de la radio me preguntó ayer qué debíamos hacer ante los mails jodidos y a veces aterradores. Le respondí que lo único que se me ocurría era tomar nota y seguir trabajando con la mayor puntualidad periodística posible, independientemente de que muy pocas personas estén interesadas en escuchar y discernir.

Los “de abajo” sólo quedan satisfechos con el grito de ¡fraude! y los de “arriba” con la descalificación bruta de la insurrección lopezobradorista.Unos y otros ven su propio programa de televisión, escuchan su propio programa de radio y leen su peculiar artículo en la prensa. Es el signo de este tiempo. Quejarse es absurdo y estéril.

Por eso creo que el único norte posible es el periodístico: tratar de registrar bien la información, de procesarla bien, de presentarla bien.Pero el odio... ¿Remontaremos algún día este odio? Ojalá. Con sensatez y reconocimiento de que este capítulo no puede concluir con ganadores y humillados, y de que México no aguantará un ciclo más con la realidad infernal de los de arriba y los de abajo.

El 2 de julio no puede ser una pérdida de voz, ni esas elecciones deben inaugurar una severidad donde no haya lugar para la comprensión y, sobre todo, la risa.

Como taxi: un Presidente pirata

Carlos Marín
Milenio - El Asalto a la Razón
25/08/2006


A menos de que Le Monde haya participado en la fabricación del supuesto “fraude electoral” del 2 de julio y sus directivos quieran de pronto matar su crédito mundial inventando una declaración, Andrés Manuel López Obrador está por ensayar en sí mismo alguna de las fórmulas de botica del Doctor Simi.

Según el rotativo, el admirador de Juárez que prometió atenerse al voto ciudadano declaró que, en la convención a que llamó para sesionar en el Zócalo el 16 de septiembre “podrá nombrar un Presidente legítimo, un jefe de Gobierno y una coordinación de la resistencia civil. Eso dependerá de qué decidan los delegados; son los que decidirán la dirección del movimiento. Es pasar de la República simulada a la restauración de la República”.

–Mon Dieu! –debe haber exclamado el editor de Le Monde (mientras se iba de espaldas), escéptico del auge tanto de la industria mexicana de intercambiables, genéricos y similares como de la piratería.

Yo me autoproclamo

Yuriria Sierra
Excélsior – Nudo Gordiano
25-08-06

Me autoproclamo, sí, presidenta de México, presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y magistrada presidenta del TEPJF. Y bueno, de paso, presidenta del Banco de México. Aunque pensándolo bien, me conviene más (digo, ya entrados en nombramientos), autodesignarme presidenta de Estados Unidos y primera ministra del Reino Unido. Es más, también me autoproclamo gobernadora del mundo, emperatriz del universo y reina de la primavera. Yo me autoproclamo embajadora de la sabiduría, sacerdotisa del bien y ostentadora de todos, absolutamente todos, los poderes. Y ya que andamos en ésas, de una vez me autoproclamo premio Nobel de Literatura, campeona de Wimbledon y ganadora del Grammy Latino.

Argumentos irrefutables. Usted se preguntará cómo demonios pienso hacerme de todos esos honores. Muy simple: que los delegados de la Convención lo decidan. ¿Y quiénes son los delegados de la Convención? Pues, en el caso de Inglaterra, son británicos y británicas venidos de todos los rincones del reino, genuinos herederos de las mejores causas del rey Arturo. Tengo pruebas irrefutables de que todos los caballeros de la Mesa Redonda me han dado su sufragio y exigiré que se cuente voto por voto, si no me quieren dar a mí la espada en la piedra. Porque, es obvio, la espada en la piedra es legítimamente mía. ¿Por qué es obvio que es mía? Porque estamos defendiendo a la verdadera mesa redonda, no la mesa redonda simulada. Y bueno, el otro cargo, el de emperatriz del universo, es obvio que las fuerzas oscuras quieren despojarnos de nuestro legítimo derecho a gobernar en el infinito y más allá. Por eso, Obi Wan Kenobi, Darth Vader, Mr. Spock y E.T. hicieron un complot para robarme mi triunfo en las urnas de la galaxia: fue un fraude cibernético, muy a la marciana. Bueno, no, más bien a la antigüita, según las mañas saturninas, porque por cada anillo de ese planeta sobran o faltan millones de partículas que quién sabe a dónde fueron a dar. Además, nosotros (¿nosotros, quiénes?, yo y mi superyo, ¡claro!) no tenemos nada que ver con las broncas que provocaron la caída de Plutón en el escalafón planetario: somos un movimiento pacífico. Así, a la Convención vendrán delegados de todos los planetas, estrellas y hoyos negros. ¿Que por qué están vacíos los ovnis de Reforma? Pues porque los extraterrestres no pueden respirar aire terrestre, ¡o sea! Pero eso no quiere decir que no estén con nosotros en esta causa tan galácticamente justa: mi coronación, cueste lo que cueste.

Nene, ¿qué vas a ser cuando seas grande? ¿Estrella del rocanrol o presidente de la nación? ¿Pero cómo creen que me voy a rajar, si ya les dije a todos en mi casa, en la colonia y en el pueblo que gané el Grammy al disco del año? ¿Cómo me voy a echar pa’trás y robarles ese orgullo, ese gusto y esa esperanza? Bastante bronca es no haberles llevado la película (bueno, la neta, todavía ni la grabo, pero estoy a punto), como para que además les cuente que no gané. Lo bueno es que, antes de que salga en la tele, les he ido contando que los Grammy están en manos de la ultraderecha gringa y me arrebataron, casi de las manos, la estatuilla. Y, así, mejor organizo un toquín en la plaza del pueblo para que todos vean que no mentía… Y en una de ésas, hasta me autoproclamo, de menos, regidora del ayuntamiento.

yuriria_sierra@yahoo.com

Un mundo lejano: la otra realidad de AMLO

Jorge Fernández Menéndez
Excélsior – Razones
25-08-06

Un lector queretano, Javier Odriozola Ibargüengoitia, me escribe haciéndome la misma pregunta que nos hacemos muchos en este país: "¿Me puede explicar cómo se puede parar tanta charlatanería y mentira o, de plano, hay que esperar a que las cosas caigan por su propio peso?" La pregunta viene a cuento, más que nunca, ante el más reciente delirio de López Obrador: le acaba de decir a Le Monde que en la supuesta Convención Nacional Democrática que está convocando para el 16 de septiembre en el Zócalo (el lugar y el método idóneo para discutir lo que sea, como en los Aguascalientes que organizaba Marcos) "podría ser declarado Presidente" si la gente así lo quiere.

¿Qué le pasa a López Obrador? Siempre me he negado a abordar las teorías psicologistas sobre la personalidad del ex candidato presidencial, pero cuando se leen esas declaraciones, uno debe comenzar a pensar en la sensatez de quien declara y entonces los planes más absurdos (desde la concepción de aquel territorio "liberado" de Chiapas, Tabasco y Oaxaca que —me ilustra otro lector, éste, un viejo amigo, Ignacio Chávez de la Lama— ya esgrimía como propuesta López Obrador desde 1994, hasta su comparación con Jesús, Gandhi y Martin Luther King) deben ser considerados con mayor seriedad. Algunos de los seguidores de López Obrador me dicen que no es así, que todo es una suerte de puesta en escena para poder estar en los medios, y que si no hubieran establecido el plantón en Reforma y el Centro Histórico hoy estarían políticamente hundidos. Puede ser, pero lo que no comprenden es que esa estrategia les permite estar en los medios, pero los ha hundido políticamente mucho más. Lo único que no puede perder un político es la credibilidad y López Obrador ha optado por la fe ciega de un grupo de seguidores en contra de las expectativas que depositaron en él millones de mexicanos.

No es una especulación, todas las encuestas que se han realizado, sobre todo desde el inicio del plantón hasta ahora, reflejan una constante caída de popularidad y aceptación de López Obrador y del perredismo. El mismo López Obrador, en otra entrevista, ésta con el Financial Times donde se proclamó "revolucionario" y sostuvo que lo que México necesita es una "auténtica revolución", aceptó que desde el 2 de julio su popularidad había caído significativamente. En un razonamiento lógico, el mismo sujeto tendría que asumir, aunque esté convencido de sus objetivos, que, por ejemplo, no puede ser proclamado "presidente" de un país sólo porque un puñado de sus simpatizantes así lo deciden: el tabasqueño obtuvo 35% de los votos, hoy las encuestas muestran que difícilmente superaría ese 35% e, incluso, Marcelo Ebrard correría el serio peligro de perder el Distrito Federal. ¿En qué se basa entonces para asumirse como un líder nacional? En los hechos no es sino un candidato derrotado, el único de todos los que compitieron el 2 de julio para centenares de cargos públicos que no acepta su derrota.

Nos pregunta nuestro lector: "¿Cómo se puede parar tanta charlatanería y mentira o, de plano, hay que esperar a que las cosas caigan por su propio peso?"

Soy de quienes creen que tanta charlatanería y mentira (e insistimos, como hemos dicho en otra oportunidad, que es más peligroso el charlatán que el mentiroso, porque éste por lo menos debe reconocer la realidad para, a base de una mentira, tratar de modificarla, mientras que aquél se inventa, sencillamente, su propia realidad, y López Obrador parece ser de estos últimos) se deben parar demostrando la enorme cantidad de inconsistencias de ese discurso. Algunos analistas consideran que simplemente se debe ignorar a López Obrador para no hacerle publicidad gratuita aunque sea criticándolo. No creo que sea la vía correcta: durante mucho tiempo se ignoró a Hitler o a Mussolini o, incluso, a Stalin (a quien veían como un tosco operador político comparado con la brillantez teórica de Trotsky o Bujarin), pensando que eran simples caricaturas, que no podían ser tomados en serio. Cuando quisieron hacerlo, ya fue tarde. No se debe cometer el mismo error.

Lo que no se debe hacer es caer en el juego que nos está proponiendo. Se le deben señalar todas sus inconsistencias, pero al mismo tiempo dejar que su juego caiga por su propio peso. La gente, por lo menos la mayoría, no es tonta: sabe diferenciar a un auténtico luchador social, aunque no esté de acuerdo con él, de un charlatán. Nadie discutió nunca los méritos de Cuauhtémoc Cárdenas, Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Demetrio Vallejo, se estuviera o no de acuerdo con sus propuestas y principios. La creciente soledad en la que se encuentra López Obrador, evidente en los campamentos vacíos, en la necesidad de acarrear gente de todo el país para sus mítines, en el rechazo de muchos de quienes lo siguieron hasta el 2 de julio, es una demostración de que no genera, ni remotamente, el respeto que se ganaron los verdaderos hombres de izquierda del presente o del pasado. Y ello es porque nada afecta más a un charlatán que exhibirlo: sus palabras son como arenas movedizas, cuanto más habla, más se hunde.

Pero, además, se necesita política, una política activa, para salir adelante y dejar atrás a los charlatanes. El nuevo gobierno, desde la transición, en los próximos cien días, debe mostrar un camino de conciliación y progreso. Algunos han hablado de la necesidad de establecer los puentes para el diálogo, y tienen toda la razón. La pregunta es si se puede dialogar con alguien que no desea hacerlo y se ha creado su propia realidad. Habrá que hacerlo con quienes se puede tener profundas diferencias, pero existe la posibilidad de establecer, por lo menos, un lenguaje y una realidad comunes.

www.nuevoexcelsior.com.mx/jfernandez
www.mexicoconfidencial.com

Amlo amenaza con dos presidentes, pero apuesta a que no haya ninguno

José Carreño Carlón
Crónica
25 de Agosto de 2006

Independientemente de si haya qué tomar la conducta de Amlo simplemente como producto de un extravío emocional o como la decisión consciente —y puesta en acto— de suplantar, el poder constituido conforme a la ley, asistimos al anuncio de erigir un poder dictatorial asentado sobre un movimiento organizado para violentar y suplir las bases constitucionales de la representación política y el poder público.


Sea que el movimiento conste de un puñado o de un millón de personas, como amaga su convocante, se trata de un movimiento que sigue la ruta del dictador. No importa si la dictadura sólo está en sus desvaríos, o si para su instauración real se combinen todas las circunstancias de la debilidad institucional que ahora tienen al país en la indefensión.

La ruta más socorrida por algunos de los más célebres dictadores —históricos y actuales: de Hitler a Hugo Chávez— va del intento o de la mascarada de golpe de Estado contra el poder legalmente constituido, a la cárcel, con frecuencia colmada de consideraciones y ventajosas exposiciones mediáticas. Pero de esas cárceles de utilería, Hitler y Chávez lograron dar los siguientes pasos, primero al asalto al poder y, enseguida, a su conversión en poder dictatorial. Y una posibilidad es que Amlo esté provocando un encarcelamiento así.

Pero los mexicanos de a pie no tenemos información para saber si los gestos de dictador —sobreactuados en la entrevista de Amlo a Le Monde— se agotarán en el histrionismo, en una mascarada de golpe y un nombramiento de “presidente” a cargo de una asamblea de secuaces habilitada por él mismo a quien van a “ungir”, o se trata de actos planeados para combinarse con el apoyo de fuerzas irregulares, ilegales o llanamente criminales (como las que asoman en Oaxaca o en el DF) y que terminarán imponiéndose sobre la debilidad institucional y doblegando a los poderes constituidos, incluido el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Los mexicanos de a pie sólo tenemos a la vista los impulsos dictatoriales de alguien que, aclamado por sus (decrecientes) seguidores, ordenó ocupar la ciudad de México.

Y vimos que su orden se cumplió, contra los derechos elementales de sus habitantes.

Y ahora, a través de Le Monde, como lo centró la cabeza de primera plana de Reforma de ayer, “Considera Amlo proclamarse Presidente”, igual que cuando los generales del siglo antepasado y principios del pasado solían anunciar que estaban pensando en pronunciarse o alzarse contra el gobierno cuando no se satisfacían sus ambiciones.

Amlo, “presidente”; Camacho, “primer ministro” y Slim… ¿por la anulación?

Y todo hace suponer que Amlo también va a cumplir esta decisión, burlándose de los derechos ciudadanos de las decenas de millones de mexicanos que le negaron el voto.

Así, sus tropas concentradas el 16 de septiembre en el Zócalo, constituidas por Amlo en “Convención”, nombrarán “un presidente legítimo” (él, por supuesto). Pero también nombrará, anunció, “un jefe de gobierno”: Manuel Camacho, quien con ese esperpento verá compensadas sus frustraciones acumuladas de no haber llegado a la Presidencia por las vías constitucionales y las condiciones políticas de ayer y de hoy.

Y no faltará —dijo— entre los “acuerdos” que le aplaudirá la “convención”, una “coordinación de la resistencia civil”: fuerzas de choque reclutadas de las clientelas del gobierno del DF, porros y efectivos de las fuerzas de seguridad del propio gobierno local y grupos armados de los que amagan ya en el levantamiento de Oaxaca y en la ocupación de la capital.

En suma, dijo, existe la posibilidad de que el 17 de septiembre México tenga dos Presidentes, el de la calificación constitucional a cargo del tribunal, y el de la mascarada esperpéntica de la “convención”.

Pero de acuerdo al editorial del Wall Street Journal de ayer, “La prueba de la democracia en México”, Amlo podría estar por ganar su verdadera apuesta: que el Tribunal anule la elección, con lo cual dice el diario, “México (estaría) a punto de deshacer la reforma política ganada a duras penas por una generación”.

“Después de semanas de desórdenes de los seguidores de Amlo en las calles de México, pocos expertos están dispuestos a subestimar la posibilidad de que el tribunal electoral pueda anular la elección”, advierte el diario.

“Los mexicanos… tienen razón en estar preocupados, junto con los inversionistas extranjeros y los acreedores internacionales”, sigue el influyente periódico. “Si los jueces culminan sus deberes legales sin doblegarse a los abusos de Amlo, México habrá ganado respetabilidad internacional. Pero si el tribunal sucumbe a la tentación de apaciguar la política de la calle, podría comenzar una (nueva) era de inestabilidad”.

Y pocas dudas deja el diario sobre la identidad de los poderosos intereses monopólicos que respaldan la anulación y un presidente interino, como volteando a ver las relaciones de las cabezas del Grupo Carso y de la UNAM.

jose.carreno@uia.mx

Errores, no fraude

Ciro Murayama
Crónica
25 de Agosto de 2006

El miércoles 23, el dramaturgo Emilio Carballido y Edgar González Ruiz publicaron un desplegado en La Jornada, “El recuento parcial probó el fraude”, dirigido a los más de 130 ciudadanos —científicos, escritores, profesores universitarios, periodistas, etc.— que dimos a conocer el 3 de agosto —también a través de un desplegado— el texto “La coexistencia de la pluralidad política reclama la defensa de las instituciones de nuestra democracia”. Ahí, sobre la controversia electoral afirmamos: “No encontramos evidencias firmes que permitan sostener la existencia de un fraude maquinado en contra o a favor de alguno de los candidatos. En una elección que cuentan los ciudadanos puede haber errores e irregularidades, pero no fraude”.


Carballido y González ofrecen una serie de datos y nos dicen que: “Conociendo sus trayectorias profesionales y su respeto a la veracidad de la información, esperamos respetuosamente que estas pruebas les sean de utilidad para sus próximas expresiones sobre la naturaleza y resultado de la elección del 2 de julio”.

Como creo en la virtud de la discusión informada y respetuosa, voy a tratar de explicar por qué las pruebas que dan Carballido y González no demuestran la existencia de un fraude —entendido como la manipulación de votos y alteración de la voluntad ciudadana depositada en las urnas— sino, como dijimos en nuestro desplegado del 3 de agosto, “errores e irregularidades” que, agrego, pueden ser subsanados y corregidos por el Tribunal Electoral.


Como pruebas, el autor de Rosa de dos aromas y González Ruiz, señalan que en el recuento instruido por el Tribunal Electoral sobre el 9 por ciento del total de casillas instaladas la Coalición acreditó: a) que “1 de cada 3 casillas tuvo votos de más”, b) que “1 de cada 3 casillas tuvo votos de menos” y, c) que “2 de cada 3 casillas fueron alteradas” (“7,532 casillas que no coinciden en votos y listados”).

Cabe decir que el Tribunal ordenó un recuento en las casillas donde se ofreció prueba de la existencia de alguna irregularidad, once mil casillas. En el resto, 119 mil, no se demostró que hubiese inconsistencias que ameritaran el recuento.

Carballido y González dan por buenos los datos de una de las partes con interés directo en el litigio: la Coalición. Supongamos por un momento que esas cifras son precisas —aún el Tribunal está deshogando los juicios—, ¿prueban fraude alguno? No en mi entender. Por lo siguiente:
a) Votos de más. Como Carballido y González no dan mayor explicación, infiero que se refieren a los casos en que se encontraron más votos depositados en las urnas que las boletas que se entregaron a los electores que fueron a sufragar en esas casillas. Que haya tres o cuatro votos de más se explica, creo, con facilidad: con frecuencia se instalan casillas contiguas (dos o más), cuando la lista nominal de electores supera los 750 ciudadanos. Así, puede haber más de una casilla en el mismo domicilio (por ejemplo, donde yo voté había dos casillas, una para los vecinos cuyo apellido empieza con las letras que van de la A a la L y otra para quienes nos apellidamos de la M a la Z). Las urnas de ambas casillas estaban ahí, unas al lado de las otras. Un vecino López pudo depositar su voto en la urna donde van los votos de los Martínez y los Zúñiga. Se trata de un error, no de un fraude.

b) Votos de menos. Un ciudadano pudo, como en el ejemplo anterior, depositar su voto en la urna de la casilla contigua que no le correspondía y, entonces, aparecerá un faltante en la suya. De nuevo, un error, nada de manipulación deliberada de la voluntad popular.

c) Diferencia entre votos y listados. Cada que un ciudadano se presenta a votar, los funcionarios de la mesa directiva de casilla deben marcar la lista nominal con la palabra “votó” junto a los datos del elector. Si ese paso se deja de hacer, el listado de electores tendrá un votante menos respecto a los votos depositados. Pero el voto de ese ciudadano es legítimo y tal diferencia no es prueba de casillas “alteradas”.

Además, a cada casilla se envían 10 boletas adicionales para que puedan sufragar los representantes de los partidos que no necesariamente están en la lista nominal de esa sección. Ello trata de dar facilidades a los partidos para vigilar la elección: tus representantes pueden vivir en Iztapalapa e ir a observar la elección en Polanco, sin que por eso pierdan su derecho al voto. Si uno o dos representantes votaron en la casilla que vigilaron sin estar en esa lista nominal, no coincidirá el número de votos con el listado. Es algo normal, previsto, nada de fraude.

Los datos que manejan Carballido y González no nos dicen si se trató de un error, dos, tres o más en cada casilla revisada por el Tribunal, que en promedio tuvieron 400 votos. Un estudio de Fernando Pliego, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, evidencia que los errores se distribuyeron “de manera prácticamente igual en el caso de las casillas ganadas por Calderón o AMLO”, es decir, sin sesgo alguno.

En una actividad en la que participan 42 millones de personas a la vez, se pueden presentar múltiples errores puntuales. El Tribunal Electoral los está revisando y habrá que esperar su veredicto. Pero las pruebas que yo veo siguen sin acreditar “un fraude maquinado en contra o a favor de alguno de los candidatos”.

ciromurayama@yahoo.com

Subcomandante Andrés

Demetrio Sodi de la Tijera
El Universal
25 de agosto de 2006

En los próximos días, el Tribunal Electoral (TEPJF) ratificará el triunfo de Felipe Calderón y le dará la constancia de presidente electo. López Obrador ha dejado claro que no aceptará la resolución del Tribunal y luchará por cualquier vía para impedir la imposición y transformar las instituciones nacionales.

AMLO ha elegido un camino similar al que escogió el subcomandante Marcos en 1994, que nunca creyó en la vía electoral ni en las instituciones nacionales. Su discurso se ha vuelto más radical, llamando a la insurrección civil para cambiar las instituciones, y es parecido al que tuvo Marcos al inicio de 1994. La convocatoria a una convención nacional para definir la estrategia a seguir es similar a la que en su momento llamó el EZLN para echar abajo al régimen y las instituciones nacionales por la vía de la insurrección social. AMLO sabe que por esta vía se cancela cualquier opción electoral en el futuro y que sólo una mayor radicalización le dará el espacio para mantener su presencia política.

Según diversas encuestas, si en este momento se llevasen a cabo nuevas elecciones, AMLO quedaría probablemente en tercer lugar, muy lejos de Felipe Calderón, e incluso abajo del candidato del PRI aun en el caso de que repitiese Madrazo. En unas cuantas semanas, AMLO y el PRD han quemado gran parte del capital político y apoyo electoral que ganaron el 2 de julio; sin embargo, en lugar de rectificar su estrategia parecen decididos a llevar las protestas y manifestaciones a posiciones más extremas.

Una vez que el Tribunal emita su resolución ya no tienen razón de ser los bloqueos en Reforma y las manifestaciones, por lo que la decisión de continuar va a hacerles perder, aún más, el apoyo de la población.

En la convención del próximo 16 de septiembre, AMLO tratará de imponerle al PRD y sus legisladores su estrategia de choque, comprometiéndolos a que mantengan la lucha en las calles y desconozcan el triunfo de Calderón. Él mismo ha señalado que buscará que la convención lo nombre "presidente legítimo", con lo que cancela, para él y el PRD, cualquier posibilidad de diálogo y acuerdo durante el sexenio. En la convención, el PRD se juega su futuro inmediato, si gana la estrategia de AMLO el partido se marginará cada día más de la vida institucional y se aislará en el Congreso.

No es seguro, sin embargo, que pueda imponer su agenda al PRD y sus legisladores, su poder en el interior del partido estaba basado en su posibilidad de triunfo en la elección presidencial y no en alianzas y acuerdos con las principales fuerzas y grupos del PRD, como quedó demostrado en la elección de los coordinadores parlamentarios.

AMLO ya decidió quemar para él la vía electoral y va a optar por radicalizarse y marginarse cada día más de la vida institucional del país para mantener alguna presencia política. Es muy probable que dentro del PRD se vaya quedando sólo con el apoyo de los grupos más extremos y rijosos, que a falta de ideas ven en la movilización y la confrontación la única forma de hacer política. Las corrientes y liderazgos principales del PRD y la izquierda le tienen que apostar, como lo decidieron hace muchos años, a la vía electoral y a la negociación en el Congreso para impulsar los cambios que le urgen al país, y tendrán que deslindarse poco a poco de las posiciones extremas de López Obrador.

A López Obrador le va a pasar lo mismo que al subcomandante Marcos, que dilapidó, en unos cuantos años, su liderazgo y credibilidad, y se volvió sólo un personaje curioso de la historia nacional sin ninguna influencia política y social real. Ojalá que en su aventura López Obrador no se lleve entre las patas al PRD y a la izquierda.

demetriosodi@hotmail.com
Senador de la República

Para servir al patrón

Raúl Cremoux
El Universal
25 de agosto de 2006

Militó en el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), derivado de lo que fue el Partido Comunista y era conocido por aceptar la disciplina que le imponían los cuadros dirigentes de los que alguna vez formó parte. Sus amigos dicen que es un hombre derecho que ahora sufre el que sobre él se haya cebado el capricho de su indiscutible jefe.


En algún momento en que tuvo que contestar a bocajarro sobre lo que pensaba de los templetes, carpas y plantones erigidos en el zócalo y en lo que fue el circuito turístico Centro Histórico-Reforma, aseveró que no era esquizofrénico. Se refería a ese padecimiento mental grave que se asocia a una pérdida de contacto con la realidad y a una notable disminución en el desarrollo general de sus funciones. No terminó de aclarar si se refería a esquizofrenia paranoide, que conlleva delirios y alucinaciones; a la esquizofrenia hebefrénica, la cual supone un comportamiento desorganizado y emociones inapropiadas; o a la esquizofrenia indiferenciada, que se caracteriza por una constante alteración del pensamiento y la adquisición de una lógica zigzagueante. Como dividido en dos personalidades.

No, no puntualizó, pero lo que sí dejó en claro es que sabe bien que tales manifestaciones de protesta colectiva las ve sin dificultad y sabe bien que riñen con su responsabilidad de disuadirlas y desaparecerlas para que los habitantes de una ciudad con problemas permanentes de vialidad no terminen, ellos sí, con serios síntomas enloquecedores.

No obstante haberse autodictaminado como un individuo sano, Alejandro Encinas sabe que no se comporta de acuerdo con la realidad legal: no ha cumplido con una disposición municipal que es regla para todos salvo para su partido político, y que acatarla evitaría los daños de todo orden que se ha impuesto a una población que les brindó confianza a los candidatos de su partido. Todos ellos, como bien sabemos, obtuvieron los puestos a los que aspiraban, salvo uno. Y ese uno en su derrota sabida y anticipada a la oficial, es lo que obliga a Encinas a trastocar la que era una atendible carrera política y respetable reputación humana. Más que eso, distorsiona y termina por anular los numerosos pasos que el PRD había dado para mejorar su imagen local y nacional. Hoy sabemos en su persona que los hombres con un limpio historial progresista, honestos y rectos, dejan de serlo cuando hay un jefe patrón que les impone sus reglas sin importar que los intereses grupales, menores, se impongan a los generales.

Por supuesto que es válido que Alejandro Encinas estime como legítimas las protestas de sus compañeros y amigos; bien que les ayude a plantar carpas, gozar de letrinas. Pero nada de esto es justificable cuando se hace con los dineros de los contribuyentes de todos los partidos y también de los apartidistas, y aún menos cuando lo hace desde el puesto de un servidor público. Bien podría tratar de hacer todo lo anterior desde la majestad de la ciudadanía común y con ello darle cuerpo a una de las máximas de Narciso Bassols cuando hablaba del as que guardan todos los funcionarios bajo la manga: la renuncia. Un hombre responsable, honesto y recto, para seguir siendo respetable, tiene esa inmensa, memorable salida.

La disciplina partidaria y lo que es definitivo, la sumisión al patrón, tiene límites que bien clarifica el honor.

cremouxra@hotmail.com
Escritor y periodista

24 de agosto de 2006

PRD: se desinfla la opción de la ruptura

Carlos Ramírez
El Financiero - Indicador Político
24 de agosto de 2006

¿No te arredra, Catilina, ni la alarma del pueblo?
Cicerón (*)

AMLO: solo; de plantonista a ambulante

Si los plantones y campamentos en el corredor Zócalo-Madero-Juárez-Reforma fueron instalados para obligar al Tribunal Electoral a anular las elecciones presidenciales, las presiones sociales han comenzado a doblegar la lucha de Andrés Manuel López Obrador. La apertura de cruces en Reforma fue una derrota política del PRD.

Pero lo grave no es llevar la discusión al terreno de los plantones. En el fondo, el conflicto postelectoral de López Obrador perdió la batalla cuando se erigió en el presidente de México ante Estados Unidos a través de Univisión y cuando redujo su protesta a la exigencia de reconocimiento de su victoria electoral. Lo que iba a ser una batalla por la democracia disminuyó a una vulgar lucha personal por el poder.

Las derrotas de López Obrador no han terminado ahí. Tuvo que ceder su espacio político para que el Ejército pudiera realizar su desfile militar el próximo 16 de septiembre. Su decisión de impedir la entrega de la constancia de presidente electo a Felipe Calderón será una mera protesta ruidosa y de jaloneos. Y el PRD ya llegó a la conclusión de que no puede impedir la toma de posesión de Calderón porque entonces estaría provocando una gravísima ruptura constitucional que quiere dejar al país sin presidente de la República.

Asimismo, la lucha postelectoral de López Obrador en el DF no ha prendido en otras partes de la República. El conflicto de violencia en Oaxaca se radicalizó con su propia agenda y no pudo enrolarse con el PRD capitalino. En Chiapas, la victoria del candidato perredista Juan Sabines implicaría una victoria paradójica para Calderón y una relación institucional que comenzaría con el reconocimiento a Calderón como presidente electo. Y si Sabines pierde en el recuento, carece de fuerza política para realizar un conflicto postelectoral local.

Y viene también la reorganización de la coalición con el desprendimiento de Convergencia, anunciada desde hace tres semanas por el coordinador de la bancada de este partido en la Cámara, Jesús Martínez Álvarez, en artículos escritos en La Crónica. Convergencia dio un impresionante salto cualitativo con el PRD pero podría perder más si se embarca en las movilizaciones de violencia. Dante Delgado, como antes Martínez Álvarez, ya le dieron su voto de confianza al IFE y van a reconocer su dictamen final.

En todo caso, y sólo hasta ahora, López Obrador ha podido reforzar su control sobre el espacio político del Distrito Federal. El jefe electo de Gobierno, Marcelo Ebrard, ha perdido espacio de legitimidad política por su subordinación a la batalla postelectoral del candidato presidencial perredista que perdió las elecciones. La disminución del apoyo a López Obrador, reconocida por él ante el Financial Times, también ha afectado a un Ebrard que avala y alienta campamentos en Reforma y que participa como orador lopezobradorista en el Zócalo.

Y para completar el cuadro, López Obrador no pudo lograr que los legisladores electos perredistas se negaran a tomar posesión de sus cargos. Y de manera adicional, las coordinaciones de las bancadas en las dos cámaras quedaron en manos de perredistas ajenos al grupo dominante de López Obrador. Aun con su lenguaje radicalizado por las circunstancias, Carlos Navarrete y Javier González Garza son políticos de la propuesta y la negociación y responden a la idea de que el PRD no es propiedad de López Obrador.

De ahí la percepción de que López Obrador haya perdido no sólo las elecciones sino la batalla postelectoral. Y su derrota obedece no sólo al error estratégico de autoproclamarse presidente de la República y desviar su lucha del objetivo democrático a la meta egoísta de tener el poder, sino sobre todo a la ausencia de una propuesta política de largo plazo. Ahí Felipe Calderón le ganó la iniciativa cuando convocó a la negociación de la reforma política pactada para perfeccionar la democracia, en tanto que López Obrador amenazó con una revolución para cambiar "como sea" el sistema y "purificar" la política.

Desde su condición de candidato casi empatado, López Obrador tuvo en sus manos la gran oportunidad de lanzar la iniciativa de reforma política por la democracia. Su asesor Manuel Camacho ha escrito ensayos y libros en ese sentido. Pero al final de cuentas el país se ha percatado que López Obrador no es un político ni un gobernante sino un agitador social que utiliza las instituciones y reglas democráticas para ganar posiciones pero se niega a aceptar esas reglas del juego cuando pierde. Camacho redujo su talento político -a estas alturas del partido- a un simple plantonista ideológico.

Si en el fondo del conflicto postelectoral se localizaba el agotamiento del viejo sistema político priista, entonces la protesta debió de haberse encauzado a la transición o la reforma política. Y ahí Calderón ha comenzado, aunque debiera de ser más reiterativo, a desglosar su mensaje en discursos cotidianos y en imponer el tema de la reforma política democrática como el eje del debate para aislar más a López Obrador.

Cuando el TEPJF dictamine la presidencia electa de Calderón, López Obrador quedará como un ambulante ilegal en Reforma.

(*) Mientras permanezca el plantón que lesiona al ciudadano en Zócalo-Madero-Juárez-Reforma, este epígrafe se va a plantar en Indicador Político.

cramirez@lacrisis.com.mx

¡De la que nos salvamos!

Luis Soto
El Financiero - Agenda Confidencial
24 de agosto de 2006

Después de leer y releer el discurso que pronunció Andrés Manuel López Obrador el martes pasado, en donde critica a todos aquellos medios de comunicación, tanto impresos como electrónicos, que no han mostrado solidaridad con la "causa insurgente" que encabeza; que no han sido objetivos ni imparciales porque no publican lo que a él le gustaría, lo menos que deberíamos hacer quienes ejercemos esta ingrata profesión, es acudir el próximo 12 de diciembre a darle gracias a la Virgen de Guadalupe de que nos haya concedido el milagro -si se da, claro- de que el tabasqueño no haya ganado la presidencia de la República.

Imagínense nada más al "señor López" -como presidente, claro- o a su vocero censurando diariamente a todos aquellos medios que no escribieran y difundieran su verdad, su verdad y nada más que su verdad. Imagínense que diariamente atrás de todos los que ejercemos "la más antigua profesión del mundo" estuviera un perredista vigilando lo que publicaríamos al día siguiente sobre las actividades presidenciales o las de su gabinetazo integrado por "dignos" representantes de las hordas, bandas, tribus, pandillas y mafias perredistas; quítale eso porque al "líder", por no decir que al führer, no le va a gustar; "no critiques al jefe de Gobierno aunque diga tantas tarugadas", "no te metas con los gobernadores del PRD"; "te voy a dictar las ocho columnas" y órdenes por el estilo, sería sin duda alguna su política de comunicación. ¡De qué se asombran! Recuerdan los malosos, si Carlos Salinas, Otto Granados Roldán y sus "comunicadores" trataron de implantar ese esquemita. Bueno, ésos eran otros tiempos, cuando la democracia era incipiente, por no decir que no existía; cuando la libre manifestación de las ideas enfrentaba serios obstáculos y el derecho a la información consagrado en la Constitución no se había fortalecido, ni tampoco existía la amplia libertad de expresión que la sociedad ha conquistado y que hoy ejerce.

El archivo periodístico de los últimos 30 años no registra un discurso tan virulento sobre los medios de información y los comunicadores como el pronunciado por López Obrador el martes pasado, hecho que resulta preocupante para la democracia y obviamente para la sociedad. Juzguen los lectores:

"Sólo (quiero) volver a insistir que no se está respetando el derecho a la información, no están actuando los medios y, desde luego, no generalizo, no están actuando con legalidad, con imparcialidad, no están informando como tienen la obligación de hacerlo. Hay todo un cerco informativo, ya ni siquiera pasan la información que nosotros estamos generando, quieren desaparecernos o como si no existiera este movimiento. Por eso vamos a seguir insistiendo en que no estamos de acuerdo en la cerrazón de algunos medios de comunicación. No es posible que no se abran espacios para debatir sobre un asunto fundamental para la República.

"No es posible que ante el intento de una imposición, ante evidentes actos de ilegalidad, cuando se quiere pisotear la voluntad de los ciudadanos y se quiere consumar un fraude electoral, no se esté diciendo absolutamente nada. ¿En qué país vivimos si los medios de comunicación (con sus honrosas excepciones) no informan? Qué triste papel el de algunos comunicadores que están actuando como alcahuetes del régimen, como alcahuetes de la derecha.

"El derecho a la información, su derecho fundamental, no se puede hablar de democracia si no hay una auténtica libertad de prensa, si los medios de comunicación están subordinados, supeditados a intereses de unos cuantos.

"Por eso tenemos que seguir demandando la apertura en los medios de comunicación. Vamos a tomar algunas medidas que no tienen que ser de confrontaciones, porque no necesitamos actuar de esa forma.

"Podemos guardar silencio, por ejemplo, aquí un tiempo, podemos ponernos una venda un tiempo, para que se exprese nuestra protesta por el cerco informativo, porque quieren silenciarnos, porque no están los medios de comunicación a la altura de las circunstancias.

"Vamos, nosotros, a analizar este asunto, pero tenemos que romper el cerco y hacer valer el derecho a la información. Mucha gente me dice: ya no queremos escuchar la radio, ya no queremos ver la televisión, ya no queremos ver los periódicos, porque la gente se enoja, se molesta, pero no es ése el camino, no es nada más decir: apaguemos la radio, no vemos la televisión. No, tenemos que exigir que se cumpla el derecho a la información, que es un derecho fundamental del pueblo de México, tenemos que buscar la manera para hacer valer ese derecho. Yo siempre he sostenido que la libertad, como la democracia, como la justicia, no se imploran, se conquistan..."

Hace más de 30 años, José López Portillo decía: México ni se disuelve ni se totaliza; su camino es el de la libertad y la democracia y la información es un medio nutricio para fortalecerlas. Y vean nada más con lo que hoy nos sale el "señor López".

Agenda previa

El día de hoy se define la fecha para instalar en la Secretaría de Gobernación la mesa de negociación para tratar de resolver el conflicto político-magisterial de Oaxaca. Participarán los representantes de la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO), de la Sección 22 del SNTE y de las organizaciones civiles; el "gober precioso" no fue invitado, aunque enviara a un "observador".

¿Quién manda hoy en Paseo de la Reforma?

Ciro Gómez Leyva
Milenio – La Historia en Breve
24/08/2006

Sin hacer mucho ruido, la Secretaría de Seguridad Publica del Distrito Federal emitió al mediodía de ayer un boletín de prensa para informar que, ni más ni menos, las laterales del Paseo de la Reforma, entre Insurgentes y el Circuito Interior, quedaban abiertas a la circulación en ambos sentidos. Lo comunicaron como si se tratara del reporte del tiempo de un día templado.

A las cuatro de la tarde, yo estaba entrevistando en la radio al vocero de la coalición Por el Bien de Todos, Gerardo Fernández Noroña. Le pregunté qué significaba la liberación de las laterales en más de la mitad de la Reforma ocupada. Respondió que no era así, que sólo se habían liberado, desde el domingo, algunos cruces. Le leímos los tres primeros párrafos del boletín de Seguridad Pública. Respondió, sin poder ocultar la sorpresa:

—Yo estuve desde la mañana ausente del campamento y, a lo mejor, me perdí alguna decisión al respecto. La verdad es que es la primera noticia que tengo. Ya lo checaré. No la confirmo ni la desmiento.

Vaya dato: el vocero de la coalición, el guerrero de la causa, el hombre que, hay que reconocerlo, ha demostrado tener una notable capacidad de exposición y respuesta en los medios, no estaba enterado de que el bloqueo de Reforma se rompía sensiblemente. La voz de Andrés Manuel López Obrador quedaba en flagrante fuera de lugar.

De ahí la pregunta, ¿quién manda hoy en Paseo de la Reforma? ¿La desinformación de Fernández Noroña fue un montaje para dejar la impresión de que el lopezobradorismo no cederá un milímetro, pero el gobierno capitalino sabrá encontrar las soluciones “para afectar lo menos posible a los ciudadanos”? O, más bien, ¿López Obrador está perdiendo el control absoluto que hasta el fin de semana nadie le peleaba?

El domingo, el anuncio de Marcelo Ebrard de que se abrirían los cruces. El martes, la nominación de dos no lopezobradoristas para encabezar a los diputados y senadores del PRD. Y el miércoles, la noticia de las laterales de Reforma que toma por sorpresa al eficaz vocero… Más las confesiones privadas, íntimas, de varios de los mejores hombres de la coalición de que no van a seguir al líder en la locura.

Algo está pasando en el grupo que se mostraba como una sola pieza, impenetrable, invulnerable. Parece que a unos no les entusiasma la insurrección. Y a otros no les conviene.

Zarco y las elecciones

José Woldenberg
Reforma
24 de Agosto del 2006

El 5 de junio de 1869 -hace 137 años-, Francisco Zarco publicó en el periódico El Siglo Diez y Nueve un artículo titulado “Las elecciones. Nada de reservas mentales”. Vale la pena escuchar su voz.

“La agitación electoral no nos alarma. La vehemencia de las discusiones de la prensa no nos sorprende. Esa excitación de los ánimos, este calor de los debates son preferibles a la guerra civil”.

“Aun suponiendo que se revuelvan malos elementos, que abunden las aspiraciones innobles, que se pongan en juego los intereses personales y que no sea el bien público la mira de los que pretenden ser elevados por el sufragio popular, todo esto es preferible a los antiguos pronunciamientos, a los motines y a las asonadas, y también es preferible al que entienden por orden los partidos reaccionarios”.

Se trataba de una valoración estratégica: las elecciones como un método para resolver los conflictos políticos, la vía comicial como un dique contra la violencia, la disputa civilizada -aunque vehemente y agitada- en lugar de la fuerza de las armas. No importaba detectar las perversiones de muchos de los participantes. Aún así las elecciones eran preferibles a las asonadas. Zarco seguía:

“En las elecciones al fin decide la opinión pública y falla el voto de la mayoría. Ante esa decisión y ante ese fallo, todos deben inclinarse con respeto, pero muy particularmente los que entran en la lucha electoral”.

“Celebramos que este periodo electoral se presente más animado que todos los anteriores. En ello encontramos un síntoma de verdadera vitalidad, una señal de que aumenta el número de ciudadanos que se ocupan de la cosa pública, y esta señal es para nosotros halagadora esperanza de que se afirme la paz y se consoliden las instituciones democráticas, resolviéndose todas las cuestiones por medios legales”.

“Verdad es que en la capital y en los estados se han fundado nuevos periódicos para influir en las elecciones; que en algunos puntos hay clubes o convenciones que proclaman ya sus candidatos y que en todo el país reina la agitación electoral. Pero nosotros quisiéramos que esta agitación no se limitara a estrechos círculos políticos, sino que cundiera a todos los ciudadanos, y sobre todo, a las clases trabajadoras. Quisiéramos que en cada distrito electoral los agricultores, los mineros, los comerciantes, los artesanos, se ocuparan de las elecciones y buscaran un representante que defienda con celo los intereses del pueblo”.

Zarco veía con gusto y esperanza que cada vez más ciudadanos se incorporaran a los debates electorales y quería que esa ola se expandiera hasta abarcar a las “clases trabajadoras”. Luego el artículo hacía una crítica de la elección indirecta “que no depura sino falsifica el sufragio popular” y argumentaba a favor de una elección directa. (Recordemos que como diputado constituyente en 1856-57, Francisco Zarco defendió el voto directo pero fue derrotado, y su aspiración no se hizo realidad sino hasta el Constituyente de 1916-17). También hacía el elogio de la elección por distritos, “que crea entidades electorales independientes, que no pueden ser dominadas todas ni por un poder arbitrario ni por intrigas de las facciones”. Y más adelante escribía:

“El gobierno, de una manera solemne, ha declarado que respetará la libertad electoral, que no influirá de ninguna manera en las próximas elecciones y ha desmentido como calumniosas las voces que corrieron sobre que enviaba agentes electorales a los estados y de que favorecía determinadas candidaturas”.

“La oposición no se ha dado por satisfecha con estas declaraciones, y sigue viendo manejos electorales del gobierno en los nombramientos de empleados, en el envío de visitadores, en los movimientos de tropas y en la distribución de los fondos públicos. Para no dar lugar a tanta suspicacia, sería preciso que la administración se paralizara completamente durante el periodo electoral”.

“Nosotros tenemos confianza en el pueblo y por esto no tememos que el poder sea capaz de pervertir el voto popular”.

“Temer la influencia del gobierno en las elecciones, si tal temor es sincero, equivale a desconfiar enteramente del pueblo, y si tal temor sólo se aparenta, es confesarse vencido antes de entrar en la lucha…”.

“Si se nos tacha de optimistas, diremos que los que descubran intrigas, complots, violencias, amenazas, peligros para la libertad electoral, tienen el deber de denunciarlos ante la opinión. La publicidad fue y ha de ser la derrota segura de los intrigantes. Pero es preciso que estas denuncias sean claras, terminantes y comprobadas, y no se funden sólo en vagas sospechas”.

“Los partidos que entran en la lucha electoral midiendo todas sus fuerzas, poniendo en juego todos sus medios de acción y de influencia, deben velar por la libertad electoral; pero también deben aceptar el resultado de la contienda, sea cual fuere…”.

“Sólo así se comprenden las elecciones en un país libre; sólo así pueden afirmar la paz, consolidar el orden, asegurar la libertad y renovar y vigorizar de una manera conveniente los poderes públicos”.

“Entrar en la lucha con la reserva mental de aceptar la victoria como expresión de la voluntad del pueblo, pero de no conformarse con la derrota y clamar entonces contra el cohecho, contra el soborno, contra la violencia, contra la intimidación, y pretender entonces desconocer el resultado del sufragio, es descender al rango del fullero, que merece el desprecio de los mismos tahúres…”.

“Libertad, discusión, examen, lucha agitación, todo sea enhorabuena, pero entremos de una vez al terreno legal, aceptemos el fallo de la mayoría, y contra este fallo no hay reservas mentales”.

¿Quién es el pueblo?

Enrique Canales
Reforma
24 de Agosto del 2006

Para justificar la posibilidad de hacer desmadres institucionales, Andrés Manuel ha citado el artículo 39 de nuestra Constitución, que proclama: "La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instruye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno".

Este artículo se inspira casi directamente en las ideas que J.J. Rousseau expuso en su influyente libro El contrato social, de 1762. También la Constitución de Estados Unidos empieza "Nosotros, el pueblo, hemos... ordenado y establecido esta Constitución". El asunto es cómo se puede hacer "operable" que el "pueblo" hable, ordene y establezca su mandato constitucional.

En todos los países civilizados se ha establecido que el pueblo habla por medio de su voto personal libre y secreto. El pueblo no habla levantando la mano en una plaza, ni gritando en las calles, apachurrando a los demás. Por eso, el artículo 21 de la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU dice que la voluntad de la gente se expresa en elecciones periódicas y de sufragio universal. Se sabe que una asamblea populista no representa a ningún pueblo. Un líder habla en falso cuando proclama que representa al pueblo sin contar con los votos en la mano.

Sin votos, el líder comete la falacia que se llama "de composición". ¿Por qué? Porque un pueblo puede ser compuesto de muchos pueblos y de muchos grupos; así, un pueblo no está definido y cualquier grupo de gente o de casas puede ser llamado "pueblo".

Un nada despreciable 26 por ciento de los pobres parece que votaron por Felipe porque creen en la modernización, entonces, Andrés Manuel sabe que el 74 por ciento de los pobres no votó por él, por lo tanto no puede llamarse candidato del "pueblo".

En lógica argumentativa, se estudia que otra de las falacias que a veces se empalma con la de "composición" es la llamada "falacia de la equivocación", porque usas la misma palabra: "la voz igual", "equi voz", para llamar a dos o más cosas diferentes. Así Andrés Manuel siempre puede decir "el pueblo me apoya, porque he convocado a un representante de cada 'pueblo' de México para que esté presente el 16 de septiembre para definir las futuras acciones".

Andrés Manuel así comete la falacia de la "equivocación" porque ha convocado a una asamblea de todos los "pueblos" de México para definir las acciones para establecer a un gobierno a su medida. Dicha asamblea es falsa y tan sólo los fanáticos del indestructible se la creen. Tales representantes de esos "pueblos geográficos" no representan a ningún "pueblo gentilicio".

El pasado 17 de agosto, por ejemplo, dijo AMLO: "El Ejército no debe ser utilizado para suplir la incapacidad de los gobiernos civiles, mucho menos para reprimir al 'pueblo', quienes luchan por la libertad, por la justicia y por la democracia". Aplaudir, por favor. Vean la perversidad: "Si no me puedes correr eres incapaz, si me corres a empujones, eres opresor". Je, je.

¿Pero no es más pueblo los millones que votaron por todos los demás partidos y que esperan que su voto cuente y se respete? ¿A poco los que asisten a las asambleas improvisadas son los que conforman "al pueblo" y los demás no conformamos ningún pueblo? No mamey en tiempos de melón. Una plaza llena representa a un pueblo cuando todos sus habitantes caben en dicha plaza, lo que puede suceder solamente en una pequeña comunidad.

enriquecss@gmail.com

Más allá del "infantilismo de izquierda"

Jorge Fernández Menéndez
Excélsior - Razones

24-08-06

En la misma medida en que se acerca el fin de la calificación de la elección del 2 de julio, con la evidencia de que el Tribunal Electoral confirmará a Felipe Calderón como Presidente electo y se ultiman los detalles para la instalación de la próxima Legislatura, los actores más radicales del proceso político se comienzan a quedar solos (y no hay mejor demostración de ello como el abandono creciente que sufre el plantón capitalino, hoy casi vacío) y las cosas empiezan, también, a tomar su curso natural.

El martes, los legisladores perredistas decidieron, todos, asumir sus cargos de elección popular y designar a sus nuevos coordinadores. A pesar de los discursos rimbombantes y de lo que su maestro Lenin hubiera calificado, sin dudarlo, como "infantilismo de izquierda" ("no llamaremos a Felipe Calderón señor Presidente sino señor Calderón" o "participaremos del Congreso, pero no buscaremos acuerdos"), lo cierto es que la elección de los coordinadores envió un mensaje que López Obrador deberá entender: ni el senador Carlos Navarrete ni el diputado Javier González Garza son personajes del primer círculo del lopezobradorismo. Se trata de destacados militantes de izquierda y mientras Carlos es de los principales dirigentes de Nueva Izquierda, que encabeza Jesús Ortega, González Garza es un fundador del PRD y se asegura que mantiene una buena relación con Cuauhtémoc Cárdenas (recordemos que Cárdenas apoyó a Ortega en su búsqueda de la candidatura del DF) y que, según las versiones de días pasados, había sido vetado por López Obrador a causa de esa relación política. Son dos hombres del perredismo que dejaron en el camino a lopezobradoristas que cometieron errores políticos graves por seguir al pie de la letra las instrucciones del caudillo: el que más costos pagó fue Ricardo Monreal, quien declaró, a petición de AMLO, que los diputados y los senadores no debían asumir sus cargos. Así se descartó en automático para la coordinación del grupo de senadores.

Por otra parte, y como lo adelantamos aquí, Convergencia finalmente puso distancia con la coalición y la resistencia civil, dejó a sus militantes "en libertad" para sumarse a ella, pero evidentemente Convergencia sabe que tiene un peso político propio, con sus 17 diputados y cinco senadores, y quiere utilizarlo en su favor. Los últimos resquemores se perdieron, aseguran, cuando Dante Delgado, ahora coordinador de los senadores de su partido, tuvo que dejar en forma apresurada uno de sus restaurantes favoritos en la Ciudad de México, cuando comenzó a ser abucheado por los comensales. Esa es la anécdota, pero el dato duro es que los principales hombres del partido, además de Dante, como el presidente de CD, Luis Maldonado, Jesús Martínez Álvarez y Gabino Cué, impulsaron una misma posición de distancia con la coalición y, sobre todo, con las posturas más radicales de López Obrador. Para CD, además de los posibles acuerdos legislativos, uno de los temas clave es Oaxaca, que comienza a convertirse en el principal foco rojo a nivel nacional en términos de estabilidad política y social. Gabino Cué ha puesto sobre la mesa la que es, quizá, la propuesta más interesante para recuperar ambas: llegar a un "acuerdo de gobernabilidad" basado en una profunda reforma de las estancadas instituciones oaxaqueñas; establecer una nueva ley electoral y renovar con ello el consejo estatal electoral que tiene un fuerte sesgo partidista; establecer una ley de transparencia que permita conocer cómo se utilizan los recursos públicos en el estado y que el procurador de Justicia (puesto clave en una entidad tan conflictiva como Oaxaca) sea propuesto por el gobernador pero lo ratifique el Congreso. Hay muchas otras propuestas, mas ellas pueden y deben salir adelante aislando a los sectores más intransigentes de cada lado, se llamen el ex secretario de Gobierno, Jorge Franco, los muratistas duros o los militantes del EPR (que, aun cuando las autoridades insistan en que no están allí, ahí se encuentran). La salida para la crisis en Oaxaca no puede ser la desaparición de poderes, sino la renovación y modernización, mirando hacia el futuro, de las estructuras políticas y de justicia del estado. Y para eso se necesita, como lo propuso Gabino, un acuerdo de gobernabilidad, no una insurrección de una parte o una política contrainsurgente de la otra.

También llama la atención que, en forma coincidente con la distancia que ha mantenido la UNT con el lopezobradorismo (excepto en el caso de Roberto Vega Galina, todavía líder del Sindicato del IMSS, que ha perdido su curul en el Senado y está a punto de perder aquel liderazgo), distintos conflictos laborales parecen comenzar a solucionarse. Ahí está, en forma destacada, el minero, con el levantamiento de la más importante de sus huelgas, la de la planta de Sicartsa, en Lázaro Cárdenas, Michoacán, e incluso la aceptación del aumento salarial de 5.5% en la Volkswagen de Puebla, que permitió que el conflicto no escalara.
En otro ámbito, el del priismo, las condiciones también son buenas. Los gobernadores están dispuestos a trabajar con Calderón y ya están buscando acuerdos específicos para sus estados. Los coordinadores parlamentarios del tricolor, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón, son también políticos natos, con amplia experiencia y voluntad política para la negociación y los acuerdos. En Chiapas debe mantener su estrategia de seguir escrupulosamente la vía legal. Y Oaxaca deberá exigir tolerancia y sentido común de todas las partes involucradas.

Las crisis implican conflictos, dificultades, pero son también sinónimo de oportunidad. Nunca el proceso de transición democrática estuvo en una situación tan difícil como la actual. Dejando de lado el "infantilismo de izquierda", la perspectiva para construir lo nuevo a partir de la crisis es, paradójicamente, promisoria.

www.nuevoexcelsior.com.mx/jfernandez
www.mexicoconfidencial.com

Los pobres: 1994 y 2006

Ricardo Alemán
El Universal - Itinerario Político
24 de agosto de 2006

No sólo está en juego la legitimidad, sino el riesgo de que una tercera llamada rebase a todos

Muchos de los que hoy se arrepienten de su voto a favor de AMLO, y de quienes a pesar de todo mantienen firme su legítima creencia, exponen en público y en corto un argumento que resulta demoledor por su valor social, político, ético y hasta moral: votaron por López Obrador porque creyeron y/o siguen creyendo que era el único candidato que atendería a los pobres y cuya propuesta iba dirigida centralmente a ese sector marginado de los mexicanos. El argumento es impecable; era difícil creer en las propuestas de Calderón y Madrazo en torno de los pobres, dado que en ambos sus recientes gobiernos presidenciales dieron muestras de todo, menos de enarbolar una verdadera política social hacia los que menos tienen. El credo y los creyentes eran los correctos. Pero para muchos impugnadores de AMLO, el problema eran los sacerdotes, el candidato que para resolver ese grave lastre ofreció por todo el país regalar dinero, mientras que era aplaudido por una claque venida de lo más cuestionable del PRI.

Pero resulta que muchos de quienes de la noche a la mañana se convirtieron al lopezobradorismo en 2006, fueron los mismos que 12 años antes habían despertado -la mañana del 1 de enero de 1994- frente a una realidad insultante, que avergonzaba a todos, la de la pobreza lacerante de millones de mexicanos, sobre todo indígenas, que germinó un movimiento armado que le declaró la guerra a las instituciones del Estado, entonces en manos del PRI. Aquella gesta poético-política volcó a los sectores de la izquierda mexicana, de la intelectualidad, la academia, los medios, los jóvenes... no a la conformación social de una fuerza organizada pensante y dialogante, sino al culto a la personalidad -del líder zapatista Marcos- al endiosamiento del líder todopoderoso, autoritario y de decisiones verticales, que sería el nuevo salvador.

Como ahora -que AMLO convoca a una Convención Nacional Democrática-, hace 12 años el alzamiento del EZLN se encauzó hacia una Convención Nacional Democrática que terminó en una vergonzosa pasarela de notables de izquierda, de académicos y líderes que peleaban por estar lo más cerca posible del encapuchado y que terminó en un penoso zapatur. Las veleidades del guerrillero, las grillas ceceacheras, el culto a la personalidad, la nula autocrítica y los palos de ciego terminaron por devaluar un proyecto auténtico, de reclamos legítimos y que al final, nos guste o no, contribuyó a crear las instituciones de la democracia electoral vigente.

Pero cuando se agotó la capacidad de asombro, de vergüenza por esa inmoral realidad de millones de pobres; cuando ya fue imposible sacarle raja política al alzamiento chiapaneco, los de siempre se llevaron su incienso, su culto a la personalidad, su servilismo a otro lado y encontraron otro prohombre. Renegaron del encapuchado que se atrevió a criticar a su rival en la reivindicación de los pobres, y agigantaron la nueva figura para el culto; el indestructible, el infalible, el demócrata López Obrador, el que moralmente no puede ser derrotado.

Y en efecto, tanto el alzamiento armado en Chiapas, Marcos, como la coalición Por el Bien de Todos y AMLO moralmente debieron resultar ganadores. Su causa es legítima, urgente de resolver. Pero en los dos casos el argumento de los pobres se quedó sólo en eso, en un mero argumento político, discursivo y hasta demagógico; no fue un fin estratégico. En 12 años, sólo 12 años, han aparecido en México una guerrilla surgida desde lo más profundo de la pobreza, que hizo frente a las instituciones, y un candidato presidencial que convocó -de la manera que se quiera y por las artes que se antojen- a la solución de ese lastre, el de los pobres.

Ya vivimos la primera y la segunda llamadas. Pero el problema sigue allí. La tercera llamada puede terminar mal, muy mal para todos, si no es que el gobierno por venir realmente atiende esa deuda, más allá de guerras político-electorales. Todo indica que esa gigantesca responsabilidad recaerá en Felipe Calderón, candidato del PAN, de la derecha, al que muy probablemente el TEPJF declare presidente electo. ¿Qué va a hacer Calderón frente a ese reto formidable? El problema rebasa la ideología, la geometría política, y se coloca como factor de seguridad nacional. No sólo están en juego la legitimidad, la gobernabilidad y la viabilidad de la democracia, sino el riesgo de que una tercera llamada rebase todo y a todos. El problema no es si Calderón quiere, si se lo dicta su doctrina, su conciencia, su responsabilidad, su moral política y personal. El problema es que ya no es posible retrasar más la atención de los pobres como la prioridad de todas las prioridades.

En eso trabaja Calderón, según sus cercanos, quienes aventuran que el de él puede ser un gobierno de izquierda con un presidente de derecha; otros advierten que en el ejercicio del poder, Calderón rebasará a AMLO "precisamente por la izquierda". Se especula de un ambicioso programa social de cobertura universal, sin presiones al presupuesto, que sería el primer gran golpe de su gobierno. Y más le vale, porque no le queda más que hacer realidad el "primero los pobres". Por lo pronto, aquí seremos los más críticos de su gobierno. Al tiempo.

aleman2@prodigy.net.mx