23 de agosto de 2006

Palo a AMLO

Ricardo Alemán
El Universal - Itinerario Político
23 de agosto de 2006

Navarette Ruiz está lejos de "los loquitos" -como les llama- y representa a una izquierda moderada que gusta del diálogo

Cuando declaran frente a un micrófono o a una cámara de televisión, se cuidan de no hablar de la ruptura que se vive en el PRD, pero tampoco se refieren al reacomodo de fuerzas que, por razones naturales del poder, ya se vive en la llamada izquierda institucional. Frente a toda exposición mediática, las de Carlos Navarrete Ruiz y Javier González Garza aparecen como posturas conciliadoras, unitarias y de apoyo a López Obrador.

Pero lo cierto es que debajo de esas declaraciones -como buenos políticos profesionales que son los dos perredistas- y de la elección de Navarrete Ruiz y González Garza como jefes de las bancadas del PRD en las cámaras de Senadores y de Diputados, respectivamente, lo que asoma no es más que la cruda realidad de la política. Es decir, que en dos de los centros reales de poder que alcanzó el PRD en la elección del pasado 2 de julio -las cámaras del Congreso federal-, el todavía candidato López Obrador sufrió una severa derrota.

Los leales de AMLO: Ricardo Monreal y Miguel Ángel Navarro, cartas que impulsó el aún candidato presidencial para jefaturar las bancadas del PRD en el Senado -donde será tercera fuerza- y en la Cámara de Diputados -donde ocupa la segunda posición-, fueron relegados por los factores reales de poder, por el poder mismo. Así, la nueva composición de esos centros de poder significa el primer gran revés a López Obrador en la etapa postelectoral, cuando aún no se declara un presidente electo y cuando la resistencia civil va a la baja. Más aún, el hecho de que los preferidos de AMLO no hayan llegado a esas posiciones confirma que en el interior del PRD se asume como un hecho no sólo la derrota de AMLO, sino el fin de su otrora invencible liderazgo.

Y en efecto, durante la etapa formal del periplo de AMLO en busca de la Presidencia de la República, Navarrete y González aparecieron como piezas fundamentales en la operación política. Sin ocupar cargos de reflector, los dos hicieron su trabajo a favor del triunfo de López Obrador, pero nunca olvidaron su pertenencia grupal dentro del PRD. El primero, Carlos Navarrete, es uno de los fundadores del grupo Nueva Izquierda, motejado en el PRD como Los Chuchos, tribu que desde 1996 enfrentó a AMLO y desde entonces resistió imposiciones al grado que se les escrituró el "segundo lugar".

Los Chuchos es un grupo político en el interior del PRD que desde la fundación de ese partido no fue bien visto por otros sectores -y por reputados aliados mediáticos de AMLO- debido a que se les endilgaba el mote de "negociadores", precisamente por su proclividad al acuerdo y la negociación. En realidad el grupo de Los Chuchos es el sector del perredismo que desde 1994 estableció un acercamiento con el gobierno de Zedillo para hacer posible la reforma electoral y la creación de las instituciones electorales hoy vigentes. Se trata de una izquierda pragmática, negociadora y dialogante, a la que se le acredita, por cierto, el ingreso al PRD de priístas tan cuestionables como José Guadarrama, entre muchos otros que nada tienen que ver con el espíritu fundacional del PRD.

Carlos Navarrete es uno de los jefes de esa tribu del PRD que, paradojas de la política, resultó la más gananciosa después del pasado 2 de julio. Y no sería descabellado suponer, por eso, que en la futura renovación del PRD el de Los Chuchos pase, por fin, del escriturado segundo lugar a la dirigencia del partido. Navarrete Ruiz se inició en la política como líder estudiantil en Guanajuato, en donde fue fundador del PST y diputado local. También fue fundador del PMS, del FDN y del PRD, del que fue diputado federal y vocero. Está muy lejos de "los loquitos" -como él mismo les llamaba a los radicales del PRD- y representa a una izquierda moderada, que gusta del diálogo y la negociación. Muy lejos de lo que plantea AMLO con su resistencia civil.

El Güero, Javier González Garza, es un viejo militante de la izquierda, un científico que ya en 1968 era dirigente estudiantil, fundador del FDN y del PRD, identificado como parte del grupo cardenista, diputado federal, vocero del gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, secretario de Gobierno de la gestión de Rosario Robles y director del Metro en los primeros años de la gestión de AMLO. Renunció al Metro al no estar de acuerdo con el manejo presupuestal de ese transporte colectivo, al que le recortaron el presupuesto para alimentar el proyecto de los segundos pisos. González Garza no era el preferido del caudillo, y entre sus alforjas porta -además de un fino humor y notable habilidad para la estratagema política- una larga y reconocida trayectoria en la izquierda mexicana. Se le ubica lejano a los grupos radicales que en los últimos meses se apoderaron del PRD, como también se le identifica como un político negociador, dialogante y, sobre todo, preocupado por las instituciones electorales.

Por sus naturales habilidades políticas, tanto Navarrete Ruiz como González Garza se dicen leales a López Obrador y su causa, pero el tiempo, el radical reacomodo de fuerzas y el renovado reparto del poder los colocarán, tarde o temprano, en posiciones contrarias a las del caudillo. ¿Por qué? Porque pertenecen a corrientes que construyeron las instituciones que AMLO pretende destruir. Y si no, al tiempo.

aleman2@prodigy.net.mx

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