Marco Provencio
Milenio
25/08/2006
El país aguarda la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Es la decisión institucional más importante de los últimos tiempos; habrá de determinar la naturaleza de la ruta del Estado de Derecho por la que el país transitará en los próximos años. Indistintamente del sentido del fallo al que llegue, el Tribunal dictará no sólo sentencia sino sobre todo el rumbo del futuro; dictará el término de un complicado capítulo político y con ello señalará el inicio de otro probablemente lleno de complicaciones aún mayores.
Los dos extremos se preparan para atrincherarse en sus posiciones en los días que vienen. Apenas este miércoles pasado, decía en estas páginas Ricardo Monreal que el rechazo en la postura del PAN a la exigencia del voto por voto, al decir que los magistrados se excederían en sus facultades si pretendieran anular la elección presidencial, limitaría al Tribunal a una postura formalista en la aplicación de la ley. “Algo intuyen y temen”, argumenta el ya próximo senador.
Pero ese mismo “algo intuyen y temen” es lo que señala el propio PAN al cuestionar el maniqueísmo con el que, desde su perspectiva, el otro lado aborda desde ya una sentencia que aún no se dicta, un razonamiento que aún no se expone, una decisión que aún no se conoce. El propio Monreal ha sido más que excelso en ello. Para él, si el Tribunal no falla como lo espera su partido es por que “no será un Tribunal de derecho sino de derecha… por que no emitiría un fallo de fondo sino incurriría en una falla histórica… por que no sería garante de la soberanía popular sino gendarme del status quo…”. Más allá de las figuras literarias, el asunto es claro: ‘o me das la razón o es porque no es aventurado decir que ha habido dinero y corrupción y todo lo demás. Yo no puedo estar equivocado nunca; todos los demás que no piensen como yo sí’.
Por eso, por más relevante que sea para el país el sentido del fallo del Tribunal, lo verdaderamente trascendente será la calidad, la claridad y el sustento de la argumentación en que el Tribunal base su resolución. Aquí no es como el futbol, en el que no importa la calidad de los goles que se metan con tal de anotar más que el contrincante; aquí sí importa la triangulación previa, la forma de construir la jugada, la calidad de la argumentación y de la anotación legal. Algo me dice que esto es inclusive peor que un clamor en el desierto, pues al final o por principio de cuentas a la fanaticada lo único que le interesa es el resultado final; del Tribunal depende que cuando menos algunos de los derrotados, del bando que sea, se retiren del estadio electoral con una duda, así sea pequeña, de poder haber perdido en buena lid.
Lo anterior parece ser más cierto para los de la otra izquierda, la que cada vez más corre el riesgo de convertirse en asambleísmo y demagogia pura, que en el lado de la derecha. A diferencia del PRD, para cuyos muchos de sus miembros el Estado de Derecho parecería ser sólo reflejo y vehículo de los intereses de la clase dominante y por lo tanto, su violación no haría sino restituir los derechos naturales de los ciudadanos, el PAN tradicionalmente ha sido un partido defensor del marco jurídico y, en particular, de su aplicación estricta. Por ello, la tradición de varios reconocidos juristas dentro de las filas del PAN. ¿Juristas dentro de las filas del PRD? ¿O simpatizantes cuando menos? Los hay, sin duda, pero más bien son pocos por desgracia.
El tema entonces no es cuál es la ruta futura del país en términos de políticas de derecha o de izquierda. Lo verdaderamente trascendental de la decisión del Tribunal no será si el próximo gobierno se acerca más a los países desarrollados de la OCDE o a Cuba y su mecenas Venezuela; si el próximo gobierno propone atraer recursos privados al sector energético o insiste en hacer de las empresas públicas el único camino para explotar la riqueza energética del país; si en los próximos años nos vestimos de azul o de amarillo. Lo que el Tribunal estará decidiendo es si el país va a transitar por la vía del derecho o del chantaje y la movilización. Lo demás es lo de menos, aunque algunos algo intuyan y por eso teman y por eso cada vez sea más evidente que se curan en salud.
25 de agosto de 2006
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