27 de mayo de 2006

Al alimón

Aunque PRIistas y PRDistas digan que sus acercamientos son únicamente para evitar una "elección de Estado" y que nada tienen que ver con una alianza electoral, no debemos olvidar que, aunque lo nieguen, tienen más similitudes y parecidos de los que ellos mismos están dispuestos a reconocer. Como se ha dicho, son primos hermanos.

Desde hace unas semans Denise Dresser escribió este magnífico artículo a raíz de la presentación de las listas de los candidatos a diputados y senadores. Hoy, las preguntas que le hizo en abril a López Obrador y a Madrazo tienen para mí más vigencia que nunca. Es mas, me encantaría verlos en una comparecencia conjunta contestándolas...


Denise Dresser
Reforma
10-04-2006

Las historias negras y las manos manchadas. Las trayectorias oscuras y las decisiones condenables. La genealogía del agandalle evidenciada allí

Escribe Tolstoy: "Me siento en la espalda de un hombre, asfixiándolo y obligándolo a cargarme, y sin embargo me aseguro a mí mismo y a otros, de que me siento muy mal por él y quisiera aligerar su carga por todos los medios posibles -con la excepción de bajarme de su espalda". Así funciona la hipocresía; como el tributo que el vicio le rinde a la virtud. Así actúan los hipócritas; ésos que tocan una canción pero bailan al son de otra. Demostrando que censuran lo que practican y practican lo que censuran. Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo, tan diferentes en la percepción que tienen de sí mismos y tan parecidos en el momento de seleccionar candidatos para sus partidos. Tan contrastantes a la hora del mensaje y tan similares cuando tienen que escoger a los mensajeros.

Porque allí están las similitudes que sorprenden, las afinidades electivas que saltan a la luz. Las listas de candidatos para la Cámara de Diputados y el Senado -tanto del PRD como del PRI- repletas de personajes malolientes, llenas de pillos recurrentes. Las historias negras y las manos manchadas. Las trayectorias oscuras y las decisiones condenables. La genealogía del agandalle evidenciada allí. La arqueología del abuso puesta al descubierto allí. Nombre tras nombre, apellido tras apellido, la lista de quienes han malgobernado a México y se aprestan a hacerlo otra vez. Porque no existe la reelección, pero sí existe el trampolín. Porque no existen los compromisos ideológicos, pero sí se dan los acomodos pragmáticos. Los compromisos, los arreglos, las pequeñas concesiones y las grandes claudicaciones. Más de lo mismo. Para ambos, entonces, preguntas al alimón.

Para Andrés Manuel López Obrador: ¿Cómo puedes hablar de "Un Proyecto Alternativo de Nación" cuando no presentas un listado alternativo de personas? ¿Cómo puedes prometer un gobierno diferente cuando el elenco de políticos que lo conformarán sigue siendo igual? O, en algunos casos, más criticable.

Para Roberto Madrazo: ¿Qué se siente ser el candidato de un partido que postula a la podredumbre política del país? ¿Qué se siente "poner a México en marcha" con postulaciones como la de Carlos Romero Deschamps? ¿Como la de César Augusto Santiago? ¿Como la del Niño Negro que se dice Verde?

Para Andrés Manuel López Obrador: ¿Cómo justificas la entrada de tantos priistas que hicieron las cosas mal ahora que tú prometes hacerlas bien? ¿Cómo creer que enarbolarás el cambio verdadero con colaboradores que se han dedicado -durante décadas- a impedirlo?

Para Roberto Madrazo: ¿Qué se siente transformar a un partido en una pandilla? ¿Convertir a una organización electoral en una mafia disfuncional? ¿Contender al lado de personas con procesos penales pendientes? ¿Aliarte con los artífices del Pemexgate y la Ley Televisa y los fraudes electorales de ayer y de hoy?

Para Andrés Manuel López Obrador: ¿Con qué criterio justificas la candidatura de Víctor Anchondo Paredes, acusado durante su gestión como priista, de permitir la tortura y obstaculizar la investigación de las muertas de Juárez? ¿Por qué ignoras la preocupación de numerosas organizaciones de mujeres sobre su postulación? ¿Las ignorarás de la misma manera si arribas a la Presidencia?

Para Roberto Madrazo: ¿Qué se siente ser el responsable de la salida de 3 mil militantes priistas en los últimos meses? ¿Qué se siente llevar al PRI a la autodestrucción?

Para Andrés Manuel López Obrador: ¿Por qué te parece satisfactoria la explicación de Manuel Camacho: "si no se conseguían esas candidaturas, simplemente no se va a ganar la elección"? Al avalarla, ¿no estás mimetizando la actitud que te llevó a la alianza política con René Bejarano? ¿El fin "ético" justifica los medios que no lo son? ¿Que otros hagan el trabajo sucio para que tú puedas tener las manos limpias?

Para Roberto Madrazo: ¿Qué se siente rodearse de tantos políticos desacreditados? ¿De tantos operadores condenados? ¿De tantos gobernadores cuestionados? ¿O están allí -en las listas de candidatos- precisamente porque se parecen tanto a ti?

Para Andrés Manuel López Obrador: ¿Por qué creer que una vez que ganes la Presidencia, entonces sí te ocuparás de limpiar la casa? ¿Por qué, si te has rodeado de candidatos que no te lo permitirán? ¿Has dicho que tú llegas sin compromisos, pero no acabas de suscribirlos?

Para Roberto Madrazo: ¿Qué se siente estar al frente de un partido cuyo propio presidente, Mariano Palacios, quería una candidatura porque supone que perderás la elección y no podrá incorporarse a tu gabinete? ¿Qué se siente ser el candidato de un partido en extinción? ¿Qué se siente hacer campaña acompañado, paso a paso, por quienes la abandonan?

Para Andrés Manuel López Obrador: ¿No crees que quienes te gritaron en Sinaloa, "Andrés entiende, la izquierda no se vende" tienen razón al sentirse traicionados? ¿Qué tipo de izquierda estás construyendo en realidad? ¿Una que se nutre de los peores despojos del PRI? ¿Tu gallo no acabará enlodado?

Para Roberto Madrazo: ¿Qué se siente ser el candidato presidencial del PRI que más errores ha cometido? ¿El que ha superado incluso el récord que impuso Francisco Labastida? ¿Qué se siente que colaboradores cercanos como Ángel Buendía digan que en tu caso funcionó el principio de Peter: en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender a su nivel de incompetencia?

Para Andrés Manuel López Obrador: ¿De qué manera explicas las candidaturas de García Zalvidea? ¿De Guadarrama Márquez? ¿De Vega Galina? ¿De mapaches, defraudadores, caudillos corporativos, caciques locales y manipuladores nacionales? ¿Así se construye una "nueva ética política"? ¿Así se combate la corrupción? ¿Así se refunda a la nación?

Para Roberto Madrazo: ¿Qué se siente distanciarte de tu propio apellido por los sentimientos negativos asociados con él? ¿Qué se siente ser Solamente Roberto?

Como decía Platón, lo visible es una sombra arrojada por lo invisible; eso que se esconde detrás de la máscara con la que ambos candidatos presidenciales cubren su faz. Andrés Manuel López Obrador muestra la cara del reformador diferente; Roberto Madrazo la del operador eficaz. Se presentan como opciones distintas pero rellenan sus partidos con candidatos similares. Hablan como ángeles pero se comportan -a fin de cuentas- como demonios mexicanos. Como políticos que han crecido en un país dirigido por personas que seleccionan candidatos antidemocráticos, porque quieren ganar. Deploran la injusticia pero se rodean de personas que la han permitido. Y sugieren, entonces, que no hay gran diferencia entre aquellos que quieren salvar al país y aquellos que buscan apropiarse de él. ¿O sí?

26 de mayo de 2006

Segunda vuelta con un árbitro confundido

Jorge Fernández Menéndez
Excélsior - Razones
26-05-2006

El intento es muy obvio, pero no por eso resulta menos peligroso; lo que buscan el PRD y el PRI es reventar, deslegitimar las elecciones. No es una ocurrencia de última hora. Hace tres meses, se reconoció en el equipo de Madrazo, iniciaron los contactos con el de López Obrador, con ese objetivo. El propio López Obrador, en febrero pasado, en un par de reuniones privadas con personajes ubicados en el centro del poder político, les advirtió claramente que, si perdía las elecciones por un margen relativamente pequeño, no aceptaría los resultados y buscaría anular los comicios e ir hacia una suerte de segunda vuelta.


La estrategia no es nueva. Casi todos los partidos, aunque existan diferencias abismales en los resultados, han tomado la costumbre de pedir la anulación de las elecciones estatales. En algunos casos han tenido éxito, como en Tabasco y Colima. No es nuevo tampoco para López Obrador: la estrategia fue la misma desde las elecciones del 88 en Tabasco, hasta ahora, y le fue muy fructífera en la época en que presidió al PRD: si su partido ganaba era porque se respetaba la legalidad, cuando perdía, inevitablemente los comicios eran recusados. No es casual que su principal negociador para estos temas sea Manuel Camacho; no sólo el ex regente de la ciudad utilizó el mismo mecanismo para tratar de revertir la candidatura de Luis Donaldo Colosio, cuando en 93-94 buscó la presidencial del PRI, sino que además fue el ideólogo de las llamadas concertacesiones de aquella época: no importaba quién hubiera ganado en sentido estricto una elección, finalmente el poder era entregado o no de acuerdo con las conveniencias políticas del momento. La idea, en ambos casos, es la misma: deslegitimar el proceso para anularlo y tener así una nueva oportunidad. Los destinos de la democracia se deben decidir entre pocas manos.

Ahora, el priismo ha adoptado la misma posición porque su candidato presidencial ya no tiene posibilidades y no quieren asumir, ni él ni su equipo, el costo del fracaso. Tuvieron la suma del control partidario, decidieron expulsiones, separaciones de facto, confeccionaron a placer las listas y diseñaron sin consulta su campaña. Pero hoy, para el candidato presidencial, las expectativas de voto son las más bajas del PRI en toda su historia. Que el miércoles se haya tenido que publicar un desplegado, supuestamente con la firma de todos los gobernadores priistas, para ratificar que éstos siempre sí apoyan a Madrazo, intentó ser una muestra de unidad, pero se convirtió en una demostración de notable debilidad, sobre todo porque en las dos últimas reuniones de los gobernadores priistas con Madrazo, de 17 acudieron sólo siete, y la semana pasada en Ixtapan de la Sal le fue peor, apenas llegaron cinco. ¿Entonces, por qué el desplegado? Porque incluso entre los mayores enemigos internos de Madrazo en el PRI se quiere despejar el camino para que el equipo del tabasqueño no pueda responsabilizar a nadie de su derrota. Los temas en el PRI son dos: primero, para los gobernadores, cómo salvar las elecciones en su respectivo estado. Las diferencias entre las expectativas de voto de sus diputados y senadores y su candidato presidencial son aún muy amplias, pero continúan disminuyendo y ello termina poniendo en peligro la gobernabilidad y el futuro político de los gobernadores en muchas entidades. Segundo, qué sucederá con el partido después de las elecciones. El madracismo querrá quedarse con él: implica recursos, posiciones, espacios reales de poder. Sin embargo, para ello debe compartir la derrota, ya con sus propios compañeros-enemigos en el partido como con las instituciones. Y aunque sea como apéndice del lopezobradorismo, piensan que así podrían jugar un papel en el reparto del poder.

Ese es el escenario que, como ha escrito López Obrador al presidente Fox, hace “inevitable” la convergencia entre ambos partidos y sobre todo entre los dos equipos de campaña: los dos se necesitan mutuamente. A poco más de un mes de las elecciones, López Obrador sigue estando debajo de Calderón, y Madrazo ya no tiene posibilidades. La tentación de reventar el proceso es, entonces, muy alta.

De allí la importancia del papel que deben jugar el IFE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Parece que ellos, y sobre todo el segundo, parecen estar tentados en mostrarse como los grandes actores de los comicios. Pareciera que en el Tribunal se han convencido de que podrán tener en sus manos el resultado y quieren mostrarse en toda su capacidad protagónica. Es un grave error: hay que insistir en la idea, muy deportiva pero también muy ad hoc para los días que corren, de que en un juego de futbol lo peor que puede pasar es que el resultado se decida por una decisión arbitral o el personaje más destacado del juego sea el árbitro. Cuando un árbitro cumple bien con su función es cuando pasa inadvertido y el espectáculo lo dan los jugadores, que son quienes ganan o pierden los partidos. Jamás un árbitro puede cumplir eficientemente con su función si pretende convertirse en protagonista. Y eso parece que se está olvidando, sobre todo, insistimos, en el Tribunal y en ocasiones en el IFE. En todo caso, el Instituto tiene la obligación de tener un papel más activo, no con el fin de darle gusto en uno u otro sentido a los distintos partidos, sino para establecer con claridad las normas y frenar las ansias protagónicas de algunos de sus consejeros e incluso marcar criterios al Tribunal, sobre todo después de su lamentable decisión sobre los spots de campaña, sanción que demostró que tienen la inquietud de ser algo más que simples “árbitros” en el proceso, con todo el peligro que ello entraña.

Por eso, son las autoridades electorales las que deben convertirse en el muro de contención de esas presiones. Si ellas son rebasadas en este mes previo a las elecciones, poco será lo que se pueda hacer el 2 de julio.

Nos creen retrasados mentales

Raúl Cremoux
El Universal
Viernes 26 de mayo de 2006

Un pequeño grupo de notables ha irrumpido en la escena nacional para decirnos lo que, en materia político electoral, los mexicanos podemos ver y escuchar. A la mayoría de ellos les pareció que los anuncios en los que aparecían bloqueos a los pozos petroleros que realizó AMLO hace unos años "estaban fuera de contexto"; en cambio, consideraron que llamarle corrupto a Madrazo o mentiroso a Calderón no lesionaba los intereses de esos candidatos.

Son ellos, los notables, los que superando a Tockeville y a Voltaire orientarán los mensajes de los candidatos a la Presidencia. Estiman estos personajes que la sociedad no está capacitada para discernir lo que le conviene o lo que la perjudica y se abrogan ese dudoso derecho.

En su comunicado recurren a lenguajes y argumentos aldeanos: "No se vale (sic) caer en denigraciones y difamaciones porque se informa mal a la sociedad"; de lleno incurren en un delicadísimo asunto: definir el contenido de la información en la sociedad moderna. No debaten, sólo imponen.

Lo que en propaganda se hace en cualquier parte del mundo, es justamente posicionarse y descalificar al adversario, tanto como se quiera o necesite. Harto sabido es que en las democracias, donde quiera que se encuentren, las campañas electorales no se caracterizan por ser una competencia de poemas y flores.

Sirva entre los muchísimos ejemplos que podrían anotarse, el siguiente: en Gran Bretaña durante la campaña electoral de primavera en 1987, la oposición a Margaret Thatcher, encabezada por Denis Healey, elaboró anuncios en que la comparaban con un general nazi y añadían que su gobierno estaba formado por "esclavos y sobrevivientes a su holocausto personal".

Había otros spots televisivos en que el marido de la señora aparecía cocinando para ella y lo menos que se le decía era el equivalente a "mandilón sin cojones".

Nadie protestó y los ingleses votaron por la continuidad de la señora. Entre los estadounidenses la propaganda ha tocado no sólo a la privacía sino la intimidad. A un aspirante presidencial lo bajaron de la elección al proyectar fotos y mencionar el nombre de su amante.

Nuestra naciente democracia chorrea provincianismo; en temporada electoral, se les exige "tregua" a los gobernantes. En todos los continentes, los presidentes, primeros ministros y gobernantes en turno, apoyan explícitamente a sus candidatos. Si bien no es permitido que se destine el dinero de los contribuyentes a sus campañas, están junto y codo con codo a los aspirantes. Los asesoran, orientan y al electorado le piden votos para su partido común. Aquí ocurre lo mismo en forma solapada.

Es evidente que Fox hace campaña para favorecer a Calderón, como también lo hace Encinas para AMLO. El espaldarazo del gobernador de Oaxaca a Madrazo es ostentoso. Son apoyos naturales. Pedir lo contrario responde a los tiempos en que el PRI era o el partido único o el dominante. Hoy la realidad es otra.

Por ello debemos ver como comicidad involuntaria, ya que de otro modo sería gravísimo, el que Ugalde, el presidente del IFE, improvisado censor, recomiende al Presidente de la República que no haga declaraciones sobre el futuro del país y guarde silencio. ¡Como si la voz de Fox pudiera orientar el voto de millones de adultos!

cremouxra@hotmail.com
Escritor y periodista

25 de mayo de 2006

México, al laberinto (otra vez)

Yuriria Sierra
Excélsior - Nudo gordiano

25-05-2006

Preámbulo mitológico: Siempre he sentido fascinación por el mito griego del laberinto. Adentro, el minotauro, mitad hombre mitad bestia. Afuera, Teseo, el héroe dispuesto a matar al monstruo para conseguir el amor de Ariadna. Y Ariadna, afuera, ya enamorada, dispuesta a dejar su patria para seguir a Teseo.

El asunto, claro, está complicadísimo, por ello, Ariadna idea la forma de ayudar a Teseo a salir del laberinto una vez que haya conseguido exterminar al minotauro, le da la punta de un hilo enredado en el carrete para que pueda seguir el camino de regreso al mundo (y, claro, el camino de regreso a ella).

Preámbulo freudiano: Todos los seres humanos entramos, al menos una vez en la vida, al laberinto. E ingresamos sólo para descubrir que el monstruo no es otro sino un reflejo de nosotros mismos, de nuestros miedos, nuestras carencias, nuestras mezquindades: la bestia que llevamos dentro. Y logramos salir del laberinto-introspectivo sólo gracias a una hebra única, el hilo conductor de Ariadna, el cual en sentido puramente psicológico es el tejido del amor y todo lo que éste implica, el lazo que nos une al mundo.

Preámbulo electoral: La democracia como laberinto. ¿Quién es el minotauro, quién Teseo, quién Ariadna, qué el hilo? Seguramente la adaptación cinematográfica del mito cambiaría dependiendo del guionista, el productor y el director. Si lo escribiera Sari Bermúdez, el monstruo sería El Peje, Teseo, Vicente, Ariadna, Martita, y el hilo serían el PRI o el magisterio. Si fuera de Luis Mandoki, seguramente el monstruo (una chachalaca, claro) sería Fox, Andrés Manuel, Teseo, López Obrador, Ariadna y el hilo sería AMLO. Y si lo produjera Carlos Alazraki, intentaría que Ariadna-Peje salvara a Teseo-Madrazo, pero luego de matar al minotauro-Fox, Teseo-Madrazo usaría el hilo de Ariadna-Peje para salir del laberinto, pero le pediría que entrara en él para judicializar la elección. Cuando Ariadna-Peje se encontrara adentro, se daría cuenta de que Teseo-Madrazo no sólo no le dio el hilo, sino se fue con todo y el carrete.

Preámbulo institucional: La democracia como laberinto, bis. Claro que si uno intenta darle a los mitos una dimensión realmente constructiva y no meramente anecdótica, podríamos decir que, en el laberinto en el cual el país se encuentra actualmente perdido, es uno que lo divide entre su pasado y su futuro. México y su clase política están perdidos en una democracia que no había recurrido nunca. El monstruo es su pasado autoritario y clientelar, ese presidencialismo sin límites y ese sistema de partido(s) corporativista: el minotauro tiene cara de ciudadano, pero cuerpo de maquinaria electoral. Y afuera del laberinto está esa Ariadna-ciudadanía independiente, quien no espera recibir una gorra o una lana a cambio de su voto; quien espera que Teseo logre matar al monstruo, y no el monstruo termine por comerse a Teseo. ¿El hilo? Las urnas y las instituciones. No hay otro hilo conductor en una democracia.

Epílogo urgente: Cuando uno ya encontró y logró matar al engendro alojado dentro de uno mismo, el camino de regreso puede complicarse mucho si no tenemos la humildad de pedirle a Ariadna: “Nada más no sueltes el carrete, por favor…”

Tribunal de la Santa Elección

Leo Zuckermann
Excélsior - Juegos de poder
25-05-2006

Se me pusieron los pelos de punta cuando escuché que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) determinó que el PAN debe abstenerse de difundir los spots en los que califica a López Obrador como “un peligro para México”. No por el contenido de estos comerciales, lo cual cada quien, con absoluta libertad, de acuerdo con sus convicciones e intereses, debe juzgar si son buenos o malos. Lo que me alarmó es la acción misma de los magistrados justificando y disponiendo una censura a la libertad de expresión. Para que quede claro; he aquí un grupo de siete ilustres jurisconsultos que nos ordena qué sí y qué no podemos escuchar los mexicanos.


Al enterarme, inmediatamente busqué la discusión y sentencia del TEPJF para entender los argumentos esgrimidos. Al momento de escribir estas líneas, no ha aparecido el documento oficial. Por tanto, recurro a lo que reporta la prensa para analizar lo sucedido.

El primer argumento del TEPJF que encontré fue que los mensajes negativos en contra de AMLO “señalan acciones del pasado que no tienen que ver con futuros programas o planteamientos propuestos por la coalición”. Entonces, ¿los mexicanos no tenemos derecho a saber qué es lo que hizo un político en el pasado para tomar una decisión a futuro? ¿Debemos razonar nuestro voto sólo a partir de las promesas de los candidatos? Acaso, cuando se entrevista a un aspirante a cualquier puesto, ¿no se le pregunta sobre su pasado y, sobre todo, de los puntos dudosos de su currículum?

Siguiente justificación del Tribunal: “Las expresiones contenidas en los mensajes no son aptas ni idóneas para fomentar el voto razonado de los electores ni coadyuvan a una mejor comprensión de las propuestas de los candidatos contendientes o a la valoración de sus propuestas para solucionar los problemas nacionales”. ¿Los magistrados, entonces, deben decidir lo que es apto e idóneo para nosotros? ¿Tienen que ser ellos los que determinen cómo las campañas nos ayudan a comprender y valorar las propuestas? A partir de esta fecha, ¿todos los spots partidistas tendrán que cumplir con estos criterios y, para tal efecto, ser revisados por el Tribunal para ver si pueden trasmitirse?

Tercer argumento; “spots sin información seria y real están afectando a la ciudadanía y minando los deseos de participación. Si unos y otros se endemonizan, ¿quién quiere participar en el infierno de los ciudadanos?” ¿Tienen los magistrados estudios empíricos que demuestren que las campañas negativas inhiben la participación electoral? ¿No es este argumento un monumento al lugar común?

En el fondo, estos argumentos parten del convencimiento que tienen las autoridades electorales de que los mexicanos son una bola de infantes que no saben distinguir entre lo bueno y lo malo. Por tanto, con un paternalismo primario y chocante, hay que protegerlos; hay que evitar que escuchen propaganda diabólica. Prometo conseguir la sentencia del TEPJF para analizarla con más cuidado. El asunto lo merece. Y es que, cuando una autoridad de última instancia ordena la censura, es muy difícil visualizar en dónde se parará. Con este tipo de decisiones, me preocupa que acabemos en México con un Tribunal de la Santa Elección.

Adiós al PRI

Ricardo Alemán
El Universal - Itinerario Político
Jueves 25 de mayo de 2006

El objetivo es justificar la derrota y tener un pasaporte a la sobrevivencia política de mañana

Sólo un milagro podrá salvar al PRI y a su candidato presidencial, Roberto Madrazo, de la anunciada derrota del próximo 2 de julio. Un milagro que a 38 días de esa fecha fatal no se anuncia por ningún lado. Y eso lo saben en el cuartel general del otrora partido hegemónico. Por eso el PRI fue el primero en "tirar la toalla" y en buscar una tabla salvavidas.

El esquema parece muy fácil. Pero de alto riesgo. Al ver que se aproxima la derrota, Madrazo -junto con Andrés Manuel López Obrador-, decidió patear la mesa y tirar las piezas del tablero. Como una rabieta de niños, en el antaño popular juego de las canicas, en donde el perdidoso sorprendía a todos con el inesperado "¡ya no juego!", y se retiraba con todo y canicas. El objetivo es desacreditar el proceso electoral, justificar la derrota y conseguir un pasaporte a la sobrevivencia política de mañana.

Juntos, el PRI de Madrazo y el PRD de AMLO ya iniciaron una avalancha de denuncias contra el presidente Fox -por meter las manos al proceso electoral-, y contra el Partido Acción Nacional, al que acusarán de todo lo imaginable, en espera de que las autoridades correspondientes fallen en sentido contrario a sus demandas. Con ello justificarán la "perversa elección de Estado" que supuestamente se opera desde las alturas del poder.

Y mientras tanto, enviarán piquetes de protestantes a los actos de campaña de Calderón -lo que por cierto ya realizan-, lo mismo que a los recorridos presidenciales por todo el país, en lo que llamarán "el repudio popular espontáneo contra la elección de Estado". Pero también intensificarán -y también ya lo hacen-, el descrédito al IFE, al TEPJF y todo lo que huela a instancia electoral, en tanto que rebosarán las cadenas de correos electrónicos para difundir las presuntas monstruosidades del sistema electoral, del gobierno y de los críticos del moderno "dúo dinámico".

Por cierto. ¿Quién, entre AMLO y Madrazo, será Batman y quien hará el papel de Robin, en su lucha contra la maldad? Y en esta historieta de la política mexicana, ¿quienes harán el papel de los malvados, El Guasón, Dos Caras, El Acertijo?

Al establecer una convergencia con el PRD de AMLO, al embarcarse en la peligrosa nave de la "elección de Estado", en realidad el candidato del PRI está tirando la toalla, reconoce que se agotaron sus posibilidades de triunfo y busca la sobrevivencia, a costa de lo que sea. ¿Cómo explicará Madrazo a sus correligionarios su tercer lugar? ¿Qué explicará? Al parecer intenta sumarse a la causa del descrédito de la contienda electoral para alzarse como la nueva víctima de la lucha entre buenos y malos.

Pero lo que no sabe el señor Madrazo es que en una buena parte de los grupos que hacen posible el aún monolítico PRI; entre ellos gobernadores y potenciales legisladores a las cámaras de Diputados y Senadores, ex dirigentes, ex secretarios de Estado, y hasta grupos empresariales vinculados con el tricolor, ya preparan la guillotina para sancionar al que les prometió el oro y el moro, y seguramente será el derrotado. Más aún, entre los aún poderosos centros reales de poder del PRI, ya se diseña el esquema del Revolucionario Institucional que resultará del "día después", el 3 de julio, y se ensaya el reparto de cuotas, el asalto al botín de guerra.

Por lo pronto, una buena porción de los 17 gobernadores priístas ya han enviado señales hacia Felipe Calderón, e incluso algunos de ellos han platicado con los dos presidenciables más aventajados; Calderón y López Obrador. Al viejo estilo de la política mexicana, prenden veladoras al diablo, a Dios, y hasta a la Guadalupana. No sea la de malas y se queden fuera de la jugada. Pocos se acuerdan, a 38 días del 2 de julio, de Madrazo.

Y es que los mandatarios estatales de origen priísta, en su mayoría, están más preocupados por sus territorios, por la política local y los alcances de sus centros reales de poder -en el Congreso, y en el presupuesto anual para sus entidades-, que en la defensa del que podría ser el tercer lugar en la contienda presidencial. Y no es que le hayan dado la espalda al proceso electoral. No, lo que ocurre es que en no pocos casos los gobernadores debieron someterse a la imposición de candidatos a senadores y diputados vinculados con Madrazo. Bueno, hay quienes hablan del sabor de la venganza.

¿Cuántos de esos gobernadores priístas seguirán a Madrazo en la aventura de reventar la elección para salvar su cabeza? Los habrá, pero es previsible que sean muy pocos, porque el resto jugarán el juego del poder, que los ha convertido en virreyes de sus respectivos territorios, y que los llevará a pactar con el nuevo elegido, sea del PAN o del PRD. Y un fenómeno similar se podría producir con los diputados y senadores del PRI que lleguen al Congreso. A pesar de haber sido palomeados por Madrazo, no existe ninguna garantía de que le serán leales.

Pero la anunciada derrota del PRI en julio está lejos de ser el fin de ese partido. Acaso lo sea de Madrazo, pero la sacudida podría acercarlo a lo que muchos priístas esperan, que se convierta en un verdadero partido político, más que una gavilla que llegó por la vía del asalto. Al tiempo.


aleman2@prodigy.net.mx

24 de mayo de 2006

¿Censuras lo que practicas? ¿Practicas lo que censuras?

Razona tu voto


"Los hombres son criaturas muy raras:
la mitad censura lo que practica;
la otra mitad practica lo que censura;
el resto siempre dice y hace lo que debe."
Benjamin Franklin

Ayer al conocer el fallo emitido por el TRIFE puse en el blog el árticulo que hace un par de meses escribió Jesús Silva-Herzog Márquez (Neopaternalismo Electoral), pues me vino a la mente la frase "La expresión libre de las ideas vive malos tiempos".

Mi sentir quedó reforzado con el artículo de Mario Campos Cortés (Tribunal Censor). En el afán de busqueda de una elección propositiva se ha dejado la puerta abierta a la censura. Ahora ellos van a decidir qué podemos y qué no podemos ver y oir, qué debemos y qué no debemos creer, qué es verdad y qué es mentira.

¿Por qué no dejar que cada quien diga lo que quiera y que asuma las consecuencias de decirlo?

Hoy, el PAN y el PRI ya han sido censurados, mientras que en el PRD han decidido que ellos no van a quitar sus spots porque "ellos SI dicen la verdad" (Descarta PRD retirar spots vs Calderón)

Me pregunto: ¿Existen 2 varas para medir?

Pero, un momento... ¿Tengo derecho de preguntármelo? Seré capaz de formarme un criterio de esto y emitir mi opinión al respecto, como se esperaría de alguien maduro. O deberé esperar a que el "gran censor" (sea el IFE o el TRIFE) primero me diga si esto es verdad, como si fuera un niño pequeño.

razona2voto@yahoo.com

Tribunal Censor

Mario Campos Cortés
Diario de Campaña
24-05-06

La política mexicana tiene a un nuevo censor. ¿Su nombre? Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Protagonista, sin duda, del sistema electoral, el tribunal ha caído en la tentación de asumir funciones más allá del estricto rol que le asigna la ley, para convertirse en una especie de calificador del nivel de los contenidos de la contienda. Obligados por las impugnaciones de los distintos partidos, los magistrados se vieron en la obligación de opinar sobre la validez o no de diversos spots.

El hecho en si no implica ningún problema. En su papel de garantes de la legalidad, los jueces evaluaron si se traspasaron los límites establecidos por la ley en materia de difamación y calumnia. En ese sentido ha sido plausible su decisión – en el pasado - de condenar aquellos elementos que constituyen una violación al marco legal. Caso concreto fue su oposición a la frase usada en un comercial panista que acusaba a Andrés Manuel López Obrador de haber permitido los presuntos delitos cometidos por su ex colaborador René Bejarano. Si el tribunal si hubiera quedado ahí, estaríamos celebrando su actuación.

El problema es que decidieron actuar como autoridades morales en la contienda. En esa lógica, determinaron, por ejemplo, que las expresiones contenidas en los mensajes deben estar enfocadas en “fomentar el voto razonado de los electores” y coadyuvar a una “mejor comprensión de las propuestas de los candidatos contendientes”. En principio nadie puede estar en contra de ese espíritu, mientras el Tribunal no pretenda decidir cuáles son las herramientas válidas para fomentar ese voto razonado.

En su fallo, los Magistrados también definieron que “todos los mensajes en los que se coloca a López Obrador como un peligro para el País son negativos y señalan acciones del pasado que no tienen que ver con futuros programas o planteamientos propuestos por la coalición” por el Bien de todos.

Afirmación lamentable que revela el deseo del Tribunal de atribuirse – o delegar en el Consejo del IFE - la facultad de decidir qué elementos del pasado de los aspirantes son relevantes o no para sus futuros cargos. A eso se suma el criterio en contra del spot del PRI, que calificaba a Andrés Manuel López Obrador como un mentiroso por haberse pronunciado a favor de los debates, y luego no asistir al primero. Según los magistrados no se puede acusar a López Obrador de “tener el hábito de mentir” por un simple cambio de opinión.

Para muchos, especialmente quienes simpatizan con el Candidato de la Alianza por el Bien de Todos, la actuación del Tribunal es digna de reconocimiento. Más allá de los casos ganados, consideran que con esto se estimula una contienda más propositiva, mundo deseable que difícilmente se puede refutar.

El problema es que aún con esas intenciones, se abrió una puerta para la censura que es motivo de preocupación. Más aún, se trata a los ciudadanos como si fueran menores de edad.

Si el PAN considera que López Obrador es un peligro para México, está claro que es su opinión. Se puede compartir o no en función de nuestra propia experiencia, pero es a todas luces un asunto subjetivo. Tanto, como considerar a Felipe Calderón como el candidato del empleo o a Roberto Madrazo como el promotor de la seguridad.

Si los electores creen o no en esos dichos es un asunto de criterio que nadie debe prejuzgar. Y si eso aplica en términos positivos, debiera ser igual en sentido negativo. Hace unos meses, López Obrador calificó a Vicente Fox como una chachalaca; semanas después, se refirió al Presidente como un títere y un pelele. Quizá algunos compartan su visión, para otros, es una estrategia desafortunada. Lo importante es que son los votantes los que calificarán en las urnas a los aspirantes.

En las próximas semanas veremos qué peso tuvo esta decisión en el desarrollo de la contienda. Por lo pronto, ahora será el Consejo General quien atienda las próximas controversias.

¿Se habrá ganado en el camino de una contienda más positiva, o se habrá abierto la puerta a la censura? En las semanas que quedan hacia el 2 de julio, sabremos la respuesta.

Por México

Catón
Reforma - De Política y Cosas Peores
24 de mayo del 2006

Me preocupa lo que sucederá el día de la elección presidencial, pero más me preocupa lo que sucederá un día después de la elección presidencial. Esta elección, según muestran todas las evidencias, será una elección cerrada que quizá se decidirá por algunos cientos de miles de votos. Es posible que quien alcance la victoria no la obtenga en modo aplastante que no deje ningún lugar a dudas. El mayor problema podría presentarse si Calderón triunfa en la elección y López Obrador la pierde por escaso margen. Seguramente AMLO no aceptaría su derrota sin más ni más. Impugnaría el resultado de la jornada electoral y trataría de conseguir la anulación del resultado. A fin de lograr eso, no vacilaría en recurrir a medidas de presión, para las cuales lanzaría su gente a las calles. Las condiciones de pobreza de muchos mexicanos propiciarían esas acciones, con riesgo para la tranquilidad social y la estabilidad política del País. Hay quienes dicen que es preferible tener a López Obrador seis meses en la calle, y no seis años en la Presidencia, pero eso es más fácil de decir que de padecer. Si eso sucediera, seguramente Madrazo se uniría a AMLO en la impugnación, pues ya se ha visto en ambos la voluntad de juntar fuerzas ante la que consideran una elección de Estado, suposición que Fox ha fortalecido con actos y declaraciones que en vez de favorecer a Calderón le han acarreado daño. Por otra parte López Obrador ha puesto en duda una y otra vez la imparcialidad del organismo electoral. Parecería que el candidato perredista está preparando el ambiente para negar, en caso de ser derrotado, la validez del proceso electoral, que desde ahora tilda de amañado. Se juega, pues, en este trance, algo más -mucho más- que la silla presidencial. Está en suerte lo que podría llamarse “la paz de la República”, su estabilidad política y social. Por eso debemos empeñarnos en mantener el talante democrático que se instauró hace apenas un sexenio. La idea de la concordia nacional debe prevalecer por encima de los intereses de partido, de las ideologías y pugnas de política. Sea cual sea el resultado, sea quien sea el candidato que obtenga la mayoría de los votos depositados -así esa mayoría se consiga por estrecho margen-, todos debemos acatar el fallo del organismo electoral, que ciertamente no ha dado en su actuación ningún motivo para que su imparcialidad sea puesta en duda. México importa más que López Obrador, Madrazo o Calderón. Los mexicanos valemos más que el PRD, el PAN o el PRI. Por encima de esta coyuntura electoral, por otra parte efímera, importan el bien de la Nación y el interés de sus habitantes… Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, tenía dos pericos, y no podía saber cuál era el macho y cuál la hembra. Le sugirió un veterinario: “-Obsérvelos sin que se den cuenta. Si uno de ellos se trepa sobre el otro ya sabrá usted que es el macho. Póngale entonces en el cuello una cinta de tela blanca para distinguirlo”. Así hizo la señorita Sinpitier: observó a los periquitos, y cuando empezaron a hacer lo suyo le puso al loro macho un collar de tela blanca. Pasaron algún tiempo, y cierto día el padre Arsilio llegó a visitar a Solicia. El loro ve el alzacuello que llevaba el buen sacerdote y le dice: “-¿También a ti te pescaron, compañero?”… En el bar, Juan le pregunta a Pedro: “-¿Qué harías si en este momento supieras que dentro de una hora se va a acabar el mundo?”. Responde Pedro: “-Me pondría a follar a todo lo que se moviera. ¿Y tú?”. Contesta Juan: “-Me estaría quietecito”… FIN.

23 de mayo de 2006

Neopaternalismo electoral

Ante el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) del día de hoy (23 de mayo), viene mucho al caso recordar este artículo publicado hace un par de meses relacionado con las decisiones de los órganos del estado respecto a la libertad de expresión...

Jesús Silva-Herzog Márquez
Reforma
6 de marzo del 2006

La expresión libre de las ideas vive malos tiempos. Y no solamente por el embate de los poderes fácticos que se incomodan siempre por la denuncia que los exhibe. También por la desconfianza de los órganos estatales que encuentra buenas razones para callar al impertinente. Las instituciones mexicanas de la imparcialidad han dado múltiples muestras de su desprecio por la libertad de expresión. En el combate con otros valores, el derecho de opinar, de criticar, de ridiculizar ha sido una y otra vez vapuleado institucionalmente. La decisión de la Suprema Corte de Justicia negando el derecho a expresar rabia frente a los símbolos patrios no es la única decisión estatal que vulnera la médula de la libertad. Legisladores, árbitros y jueces se plantan en contra del derecho de hablar con independencia, en contra del derecho de opinar, de evaluar, de defender las convicciones. Los órganos del Estado obstruyendo el debate libre e informado de la sociedad; las instituciones públicas colocando bozales a quienes debían encabezar una discusión abierta y sin estorbos.

Al parecer estamos listos para la democracia pero no para la discusión que la envuelve. Tenemos el derecho de votar por quien nos dé la gana pero todavía no somos capaces de evaluar con sensatez las voces que se despliegan en el debate público. Nuestros preceptores nos cuidan de las voces indebidas. Los guardias del lenguaje democrático castigan en nuestro nombre a los habladores perniciosos. ¿De qué plaga nos protegen? Ya sabíamos que la libertad de expresión es inconveniente, ofensiva, vanidosa, insolidaria. Por eso es valiosa: porque pellizca intereses, porque pincha vanidades, porque impugna lealtades. Ahora el IFE la ha decretado antidemocrática. A su juicio, no estamos listos para que todos los ciudadanos hablen con libertad sobre el proceso electoral. Por ello el árbitro ha creado una subcategoría política.

Frente a los ciudadanos dotados de plenos derechos, existe ahora un conglomerado de semiciudadanos. Son los servidores públicos: casi ciudadanos. El IFE fue prudente y no arrebató a los funcionarios públicos su derecho a votar el día de las elecciones. Tampoco decretó su expulsión inmediata del país. Incluso, en gala de generosidad, les permitió asistir a eventos partidistas, siempre y cuando sea en domingo. Pero los despojó de un derecho consustancial a la calidad ciudadana: el derecho de hablar, de opinar, de criticar. De acuerdo con el acuerdo del Consejo General del IFE, los servidores públicos deberán "abstenerse de emitir expresiones de apoyo o propaganda a favor de partidos políticos o ciudadanos". En materia electoral, los servidores públicos tienen el derecho de permanecer callados.

La decisión es aberrante: limita la discusión libre; sustrae del debate público un insumo indispensable y niega derechos fundamentales a una amplia categoría de personas. Pregunto: ¿es realmente ciudadano quien no puede hablar de asuntos políticos? ¿Puede llamarse ciudadano quien ha padecido la expropiación de su voz? El presidente Fox tiene derecho a hablar. Recordemos: es Presidente, no rey. Nosotros tenemos derecho a escucharlo. Mientras sus aliados tienen el derecho de recibir el respaldo de su palabra, sus opositores tienen derecho a sus tropiezos.

Roberto Hernández

Federico Reyes Heroles
Grupo Reforma
23 de Mayo, 2006

Algunas consideraciones iniciales. Primera, la riqueza y los ricos no me provocan ni admiración ni rechazo en sí mismos. Me he convencido de que hay de todo: ricos ignorantes, mal educados y patanes y ricos sensibles, sinceros, educados y valiosos. Hay que ir caso por caso. No se puede condenar ni halagar en lo general. También hay pobres repletos de maldad. Ni los ricos son malos, ni los pobres buenos por definición. Segunda, la riqueza en sí misma tampoco es buena o mala. Hay patrimonios que nos traen beneficios que resultan imprescindibles para una sociedad, frente a otros que están dedicados a sostener las frivolidades de sus dueños. Como liberal que soy, me queda claro que defenderé siempre el derecho de alguien a tener como objetivo en la vida ser rico.

Tercera, comprendo que en las campañas, al calor de las batallas por los votos, se dicen muchas sandeces y barbaridades. Pero también me queda claro que no podemos acostumbrarnos a ellas como si fueran algo natural. Para todo hay límites. Cuarta, no tengo ninguna relación personal con Roberto Hernández, no he estado en su casa ni él en la mía. A lo largo de los años Banamex me ha contratado de vez en vez para dar alguna conferencia, como muchas otras instituciones y empresas. En ellas he dicho lo que he querido y hasta allí. Quinta, también me queda claro que defender a los pobres siempre será mucho más popular que defender a los ricos. Lo que no soporto son las persecuciones por color, raza, religión, filiación política, riqueza, o por nada. Eso sí me incendia.

López Obrador ha desarrollado un discurso polarizador de los ricos contra los pobres, está en todo su derecho y por desgracia la brutal pobreza y la desigualdad le dan tela de donde cortar. Digo por desgracia porque lo deseable sería que no hubiera pobreza y desigualdad. Ojalá y las demandas fueran otras. En esa ruta, AMLO ha tomado a Roberto Hernández como estereotipo del rico malvado, defraudador y ratero. La tesis es muy popular y vendedora. Su argumento central es que el banquero no pagó impuestos al vender Banamex gracias a las concesiones de su exempleado Francisco Gil Díaz desde la Secretaría de Hacienda. La imputación es muy seria, sobre todo si se toma en cuenta el monto de la operación: 12 mil millones de dólares. Uno puede estar a favor de que esa operación debió de estar gravada. Uno puede estar convencido de que esas transacciones sólo agravan la desigualdad. Pero hay un pequeño problema: no hay argumentos de que la operación fuese ilegal.

¿Y ahora qué hacemos? Hay dos caminos: el primero supone que admitamos la legalidad aunque nos irrite o subleve, que busquemos que en el futuro no se vuelvan a repetir esos hechos. La otra actitud es la de suponer que la legalidad debe adaptarse a nuestros deseos justicieros. La primera actitud es la de un demócrata. La segunda, la de un autoritario. Así de sencillo, así de grave. ¿Son acaso las campañas una justificación para violentar los principios? ¿Debemos permitir que cualquier cosa sea dicha sin factura?

“…No es justo que al dueño de Banamex cuando vende el banco no le cobren ni un centavo de impuestos y al mismo tiempo este ciudadano Presidente, que es un reverendo hipócrita, esté queriendo cobrar IVA en medicamentos y alimentos”. Obsérvese lo tramposo del argumento de AMLO: la ley que permite la venta de ese banco está vigente desde antes de que Fox fuera presidente; la recaudación de un IVA generalizado le hubiese dado al Estado muchos más recursos que el gravamen a la venta de un banco, con otra, las dos excepciones a la larga sólo benefician a los pudientes. Se trata de enfrentar dos medidas progresistas para condenar al malo anticipado de la película y evadir el otro asunto. ¡Genial! Por cierto llamar (con todo respeto por supuesto) “reverendo hipócrita” al Presidente de la República es uno de esos actos con consecuencias que después el susodicho candidato atribuye a un “compló”

“.…He tratado de hablar con los bancos aludidos y los bancos no quieren hablar, ojalá y no sea muy tarde cuando quieran hablar”. En primer lugar los bancos no hablan, hablan los banqueros, sus propietarios, que son especie en extinción o hablan los empleados bancarios de los mejores niveles. Por cierto, soy testigo de que ese candidato rechazó encontrarse con los accionistas de Bancomer después de haber aceptado el diálogo al cual acudieron todos los otros candidatos. “…Ojalá y no sea muy tarde”. ¿Amenazas a estas alturas?

Una última perla de intolerancia: “No hay buena relación (con Hernández), y si gano él seguirá viviendo en México, haciendo negocios, pero no va a tener privilegios”. Vamos por partes: si Hernández tiene privilegios ilegales, pues que se aplique la ley. Ésas sí son facultes del Ejecutivo. Si sus privilegios son legales, un presidente lo más que puede hacer es promover una reforma de ley. “Seguirá… haciendo negocios”, hasta donde entiendo, hacer negocios es un derecho de cualquier mexicano (Hernández incluido) y AMLO como presidente no tendría mucho que decir. “Seguirá viviendo en México”. ¡Qué demonios se le atravesó a López Obrador por la cabeza! Roberto Hernández no ha hablado de dejar el país. ¿Piensa acaso AMLO que al ser presidente podría expulsar del territorio a los propios mexicanos? ¿Ignorante o malvado? El hecho es que los derechos ciudadanos de Roberto Hernández hoy son también nuestro asunto.

Un presidente puede odiar a los ricos, a los intelectuales, a los cazadores y a alguien en particular. Pero un presidente debe controlar sus fobias. Todo indica que si AMLO fuera presidente procedería con el hígado por encima de la ley. Por eso hoy el caso de Hernández nos incumbe a todos.

Los dos caminos

Macario Schettino
El Universal
23 de mayo de 2006

Hay cambios en las estrategias electorales. Sobre todo en los dos rezagados. El que está en segundo lugar, Andrés Manuel López Obrador, ha tenido que reconocer una falla seria en su campaña, y está ahora en todos los espacios televisivos que puede, además de que ha incrementado sus promocionales, y les ha dado un giro más agresivo.

El que está hundido, Roberto Madrazo, apuesta ahora por el 3 de julio, ya no por el día de la elección. Empieza a golpear duramente al interior del PRI, para evitar que la derrota electoral, inevitable, sea también su tumba política. En ese esfuerzo, intenta convertirse en agorero del desastre, inventando desde ahora excusas que le permitan radicalizar su postura una vez derrotado. Todo indica que lo que le espera es el ridículo.

Es más interesante el planteamiento de López Obrador, porque aunque las formas cambian, en el fondo su argumento sigue siendo exactamente el mismo. Insiste en que la elección se trata de optar entre dos caminos: uno que es la continuidad de lo que hemos vivido en los últimos 20 años, y otro, el que él encabeza, que implica un cambio de fondo, dice él, en el modelo económico.

Es lo malo de la falta de profesionalismo, natural en la izquierda mexicana y muy común en el antiguo régimen. Se decide al feeling, a lo que dice la intuición, a como se va viendo el abarrote. Si López Obrador, o sus asesores, fueran un poco más cuidadosos, se darían cuenta de cuántos votos se pierden en México hoy prometiendo un cambio de rumbo en la economía. Me explico.

Después de la crisis de 1995, la economía mexicana creció durante cinco años al mayor ritmo en toda su historia. Más aún que en esos legendarios tiempos del desarrollo estabilizador, idos para siempre. Aún en la administración de Fox, malos años en materia económica, el crecimiento del PIB duplica al de la población. No es mucho, pero tampoco estamos en crisis.

Peor aún para el argumento, la reducción en las tasas de interés y la inflación, así como las modificaciones legales, han permitido un incremento inusual del crédito, tanto al consumo como a la vivienda. El resultado es que hoy se construyen y venden más casas que nunca antes en la historia del país. Y aunque eso no sea fácil de entender para economistas anacrónicos, a menor tasa de interés, todos somos más ricos.

Especialmente en este momento, ofrecer un cambio de modelo económico es absurdo. Resulta que desde enero venimos creciendo al mayor ritmo en todo el sexenio. Pero aún con más detalle, las ventas de enseres domésticos están a todo vapor. Y el que compra refrigerador deja de ser pobre, y si hay algún modelo que se quiera cambiar, no es el económico, sino el de la televisión para ver el mundial.

A mayor abundamiento, el índice de confianza del consumidor que publica INEGI está en el nivel más alto casi desde que se empezó a calcular. Si tiene dudas al respecto, la nota de Carlos Ordóñez en EL UNIVERSAL el viernes pasado reporta resultados similares: 52% de la población cree que la economía está mejorando. Y puede usted encontrar cifras muy parecidas en todas las encuestas que analice: en este momento la economía no es un problema serio para los mexicanos, no es el elemento definidor de la elección.

Claramente, esto no implica que no tengamos problemas en este tema. Claro que los hay, los hemos tenido con nosotros desde siempre: pobreza, pésima distribución y desde fines de los 70, falta de empleo. Pero este último punto, el más "electorable" de los asuntos económicos, es ya identificado por los votantes como un tema de Felipe Calderón, no de López Obrador, y cito nuevamente a Ordóñez.

La insistencia de López Obrador y seguidores en el asunto económico no sólo es una pésima estrategia de campaña, es también la mejor muestra de cuánto no comprenden de la realidad actual. Tanto el candidato como sus asesores están anclados en el pasado. No entienden ni de economía ni del mundo del siglo XXI. Por eso están perdiendo votos, porque cada vez son menos los mexicanos nostálgicos, y cada vez más los que quieren competir, y ganar, en la inevitable globalización.

macario@macarios.com.mx

Profesor de la EGAP del ITESM-CCM

22 de mayo de 2006

¡Y con ustedes: el candidato del PRIRD!

Jorge Fernández Menéndez
Excélsior - Razones
22-05-2006

Exactamente 20 años le tomó, pero finalmente lo logró: Andrés Manuel López Obrador será el candidato del PRI, pero ya no para la presidencia municipal de Macuspana, como lo deseaba entonces, sino ahora para la Presidencia de la República. Lo logra, además, porque su rival de toda la vida, Roberto Madrazo, dobla las manos y, ante la posibilidad cierta de la derrota, decide que el barco de lo restante del priismo se debe hundir con él. El pasado no importa: ni aquellas denuncias contra la corrupción del tricolor ni las elecciones de estado en Tabasco ni la toma de los pozos petroleros ni las acusaciones de los asesinatos de priistas en el estado ni las marchas a México financiadas por el entonces jefe del DDF, Manuel Camacho ni las cajas en el Zócalo con los gastos de campaña de su adversario, tampoco la votación en torno al desafuero o las acusaciones de que existía un PRIAN. Nada de eso es importante, hoy López Obrador va del brazo y por la calle con quien fue su enemigo histórico; Roberto Madrazo. Las guerras fratricidas siempre son las peores, pero también los pleitos de familia, por más violentos que hayan sido, siempre pueden encontrar una reconciliación.

Hoy López Obrador parece convertirse en el candidato del PRIRD o, quizás, viendo la conformación de su equipo de campaña y estas novísimas alianzas, del viejo PRI a secas, porque el PRD ha quedado en el olvido. Aquella frustración de Macuspana ha sido recompensada con creces.

Cuando se dio el debate del 25 de abril pasado, dijimos que habíamos visto a un Roberto Madrazo desconocido, titubeante. Aparentemente, ese desequilibrio, fomentado por sus más cercanos colaboradores, la mayoría del ala más dura y oscura del priismo, ha decidido asesinar la campaña para salvar su destino personal. Ahora sabemos que, desde hace tres meses, en el seno del equipo de Madrazo estaban analizando y negociando una alianza con López Obrador, con la excusa, dicen en el equipo del priista, de denunciar una elección de Estado, con la ambición real de, ante la debacle, tratar de sumarse al enemigo histórico con tal de salvar algo. Por eso, ahora es comprensible la cerrazón la negativa a incorporar a representantes de otros sectores, fuera del madracismo duro, a las listas de candidatos; por eso, el rechazo a siquiera hablar con militantes de las corrientes renovadoras, liberales, del priismo. El paquete, diría Francisco Franco, debería quedar atado y bien atado para el paso posterior: apostar por López Obrador y formar con él un grupo parlamentario común para después del 2 de julio. Lo que en su novela La victoria, Jaime Sánchez Sussarrey preveía para el 2009, se adelantó tres años.

Pero la apuesta de Madrazo, de tan desesperada, puede resultar contraproducente, tanto para él como en el caso de AMLO, que la ha aceptado sin abrir la boca, aunque el PRD no sepa ahora hacia dónde mirar. El problema es que el priista carga con buena parte del desprestigio, pero con cada vez menos de su poder real. El peso decreciente de Madrazo se ha puesto de manifiesto en las dos más recientes reuniones con los gobernadores priistas: en la anterior acudieron siete de 17, en la de Ixtapan de la Sal de la semana pasada, sólo cinco y la mayoría para reclamarle por su desastrosa campaña. Los gobernadores no están con él e incluso quienes sí están se verán en serios problemas con la nueva estrategia, porque son todos de estados donde su fuerza se ha cimentado, a lo largo de los años, en la confrontación con el perredismo lopezobradorista: los gobernadores del norte, el centro y el occidente del país no quieren saber nada con Madrazo y lo que desean es ganar sus respectivas elecciones y apostar por la gobernabilidad y su futuro, están más cerca de Calderón que de López Obrador. Quienes apoyan al priista en el sur y el sureste del país, no sé cómo harán ahora para explicarles a sus militantes que en realidad AMLO es un buen tipo, un aliado al que se le debe respetar y con quien hay que caminar juntos: no me imagino a Ulises Ruiz abrazando a Gabino Cué, a Andrade aliado con César Ojeda, a Félix González haciendo planes con el Chacho Zalvidea o a Carlos Hurtado acordando con Layda Sansores. Porque la apuesta es tan desesperada que ni siquiera ha incluido a esos integrantes del madracismo; sale directamente del equipo de campaña y de personajes como José Murat, que vienen trabajando en ella de tiempo atrás. Lo que están buscando no es salvar su partido sino su cuello y en esa lógica todo se vale, sobre todo si, como lo consideran, pasado el 2006 pueden seguir con un registro y unas prerrogativas que les garantizarán varios cientos de millones de pesos al año.

Pero, paradójicamente, esa misma estrategia los dejará peor parados aún: con cada vez menos aliados internos y a disposición de un candidato, López Obrador, que los utilizará porque desde cuando perdió las preferencias electorales los necesita, pero que en realidad los desprecia. Al mismo tiempo, desde el panismo (pero también desde Alternativa) se podrá imponer la idea de que, efectivamente, el PRI y el PRD son lo mismo, que se trató, simplemente, de una pelea de familia por una sucesión en vías de solucionarse. Madrazo, mientras tanto, se diluye y se queda, siguiendo un símil que él mismo presentó en el debate, como el equivalente a un Roberto Campa, pero defendiendo el espacio político del perredista. Y ello los puede hacer perder la elección a los dos: ¿qué mejor publicidad quiere Calderón que la alianza Madrazo-López Obrador?

Pero la estrategia resulta insostenible: no tiene sustento ni legitimidad. El priista lo único que logrará va a ser, en el mejor de los casos, salvar el futuro político de alguno de los suyos, desesperados porque se les va el último tren, pero se quedará cada vez más solo. AMLO podrá ganar votos, pero perderá legitimidad. Claro, juntos pueden desestabilizar al país y provocar, después del 2 de julio, una crisis. Esa es la otra apuesta.

El regreso de Andrés Manuel

Mario Campos
Excélsior
20-05-2006

La voz del candidato se ha escuchado más fuerte que la de sus adversarios. El problema es que se mantiene atado a su discurso

Quizá le suene familiar esta historia. Luego de trabajar varios minutos en la computadora, de pronto ésta queda congelada. El cursor no se mueve y el teclado se vuelve inservible. Ante la frustración, actuamos como guiados por un instinto; presionamos la tecla escape. Nada cambia. ¿Qué hacemos entonces? Pulsamos la misma tecla una y otra y otra vez, como si nuestra necedad fuera capaz de sacarnos del apuro. Por supuesto, el recurso sólo sirve para entretener a quien esté a nuestro alrededor.

La referencia viene a cuento, pues en los últimos días se ha hablado mucho del relanzamiento de la campaña de Andrés Manuel López Obrador. Tan sólo en dos semanas, el perredista ha dado entrevistas en radio y televisión a Joaquín López-Dóriga, Javier Alatorre, Héctor Aguilar Camín y Brozo, por mencionar las más comentadas.

Además, durante abril, el candidato de la Alianza por el Bien de Todos echó la casa por la ventana en materia de spots. De acuerdo con el más reciente monitoreo del Instituto Federal Electoral, AMLO contrató 231 promocionales en horario triple A, es decir, aquellos transmitidos entre las ocho y las diez de la noche. Durante ese mes, el tabasqueño superó los 186 de Felipe Calderón y los 181 de Roberto Madrazo, lo cual confirma que, pese a su dicho, Andrés Manuel entendió que su campaña por tierra –que lo ha llevado a recorrer el país– necesita también de una cobertura por aire, vía la presencia en medios, adicional a la hora diaria que mantiene en Televisión Azteca.

El cambio, reflejado en los datos, ha sido considerado por diversos analistas como un reconocimiento tácito a las siete encuestas más recientes –publicadas por Demotecnia, GEA-ISA, Consulta-Mitofsky, Reforma, BGC, Parametría-Excélsior y El Universal– las cuales han coincidido en colocar a Felipe Calderón en el primer lugar de las preferencias rumbo al 2 de julio.

No hay duda, hubo un cambio cuantitativo en la campaña de Andrés Manuel López Obrador. Un incremento notable en intensidad. También, es cierto, se ha presentado un movimiento cualitativo. El incremento en los spots se ha visto acompañado por nuevos comerciales, más emocionales y enfocados en el liderazgo de su candidato, así como por una campaña negativa –firmada por el Partido de la Revolución Democrática– y una fuerte presencia mediática del Gobierno del Distrito Federal.

Ante las cifras adversas, el partido corrigió y su brazo en el gobierno de la ciudad hizo lo propio. Sin embargo, al analizar la presencia de López Obrador en los medios, uno descubre que el mensaje del candidato es exactamente el mismo de antes del relanzamiento. En sus entrevistas, AMLO insiste en que hay dos proyectos para la nación, acusa a “los de arriba” de querer impedir su ascenso al poder y no puede pasar más de cinco minutos sin mencionar a Roberto Hernández, los banqueros o el presidente Fox.

Peor aún, Andrés Manuel parece afectado por el síndrome mariquita. Como hiciera Francisco Labastida en 2000, ahora el perredista no abandona un foro sin haber negado a Hugo Chávez, referirse a la deuda de la Ciudad de México y repetir todas las críticas que –reales o inventadas– ha recibido. Es cierto, la voz del candidato se ha escuchado más que la de sus adversarios. El problema es que se mantiene atado a su discurso y ello le impide refrescar su imagen. Decirle lo mismo a más personas no necesariamente es la solución. No cuando el mensaje es el problema.

Quizá ya se dio cuenta, y de ahí el giro de hace un par de días del candidato perredista al pedir una entrevista con Vicente Fox para distender los ánimos, mismos que calentó horas antes de solicitar la audiencia al calificar al mandatario como “títere” y “pelele”. Habrá que ver cómo gestiona el gobierno esa papa caliente –que por lo pronto ha enviado a Gobernación para salirse del problema– y si este anuncio es parte de un plan más amplio.

Por lo pronto, Felipe Calderón mantiene su estrategia de comunicación –campaña negativa, spots del candidato y el respaldo de los anuncios del gobierno foxista–, y así lo hará mientras las encuestas y el marco legal lo avalen; en el campo político ha hecho movimientos interesantes. Los más notables: la confirmación de la alianza con Elba Esther Gordillo, vía el presidente Fox, y la comentada adhesión de priístas, como Genaro Borrego, Jesús Reyes-Heroles, Carlos Ruiz Sacristán, Luis Téllez y Diódoro Carrasco. Este movimiento tiene varios fines: mostrar una imagen de candidato capaz de atraer a políticos, agudizar la imagen de crisis en el PRI y, al mismo tiempo, abrir canales de interlocución con actores ajenos al Partido Acción Nacional, señal importante rumbo a la elección y con miras a un eventual gobierno en caso de ganar en julio.

El panista está haciendo su juego. ¿Encontrará una respuesta estratégica en el Partido de la Revolución Democrática? No habrá que esperar mucho tiempo para conocerla. En los próximos días sabremos si existe un auténtico replanteamiento de la campaña perredista o si Andrés Manuel López Obrador seguirá pulsando la misma tecla, una y otra vez, hasta que le sangre el dedo.

macampos@enteratehoy.com.mx

Madrazo, out

Pablo Hiriart
Crónica
22-05-2006

Hace algunos meses Roberto Madrazo dijo algo completamente cierto: en la elección de julio está en juego la República. Fue una advertencia acertada del riesgo que significa para la vida democrática del país un posible triunfo de López Obrador. Lástima que a Madrazo se le olvidó su propio análisis. Ahora vemos a un Madrazo desdibujado, subido de última hora en el vagón de cola del Partido de la Revolución Democrática. Lástima por el PRI.

Tercero en las encuestas, Madrazo acusa que estamos frente a una “elección de Estado”. ¿De dónde saca eso de una elección de Estado? El PRI creó al IFE para acabar con las elecciones de Estado, y lo consiguió, aún a costa de enfrentarse al dilema de ganar o perder. El PRI realizó las grandes reformas electorales para dar rumbo democrático a México y lo logró. El PRI votó por los actuales consejeros del IFE, y se integró un consejo ciudadano con calidad profesional. El PRI impulsó el establecimiento de tribunales independientes del Ejecutivo para dirimir las controversias en los comicios, y esos tribunales funcionan. ¿De qué reniega el candidato del PRI?

Criticar el actual proceso porque es “una elección de Estado”, no es parte del léxico del PRI. Ése es el lenguaje del PRD. Y ese lenguaje siempre le ha traído costos electorales al PRD. Por eso el partido del sol azteca siempre termina por caerse en las encuestas y en las elecciones. Por pendenciero.

¿A dónde llevan al PRI Roberto Madrazo y el joven Jorge Emilio González? Los militantes de ese partido con toda seguridad deben estar preocupados. Y tienen razones de sobra para ello. El lenguaje de choque y el espíritu radical que embarga a su candidato, los está quitando del centro político y los pone al extremo de López Obrador. Por ese camino no sólo van a quedar terceros, sino que su votación va a bordar cerca del 20 por ciento.

En sus últimos discursos Madrazo se ha lanzado contra “el modelo”. No sólo el jinete es malo, sino que hay que cambiar de caballo. Con enormes insuficiencias, el gobierno lo está haciendo bien en la economía. Puede hacerlo mucho mejor, sin duda. Pero no estamos en el caos, ni hay fuga de capitales, ni las empresas están quebrando, ni las casas son embargadas por bancos a punto del colapso. Madrazo no puede irse contra lo que está funcionando. Aunque desde su tercera posición es entendible que lo vea todo desastroso, ésa no es la realidad. Aún está a tiempo de hacer un alto en el camino, Sí, detenerse un momento para escuchar a sus críticos y entender que el problema que lo tiene en esa situación tan lamentable no es el PRI, ni es Fox ni es el IFE: el problema es él.

Madrazo dejó el centro político, y ése es un problema. No hace campaña, sino que hace giras. Visitas. Lo escuchan quienes van a votar por él y nada más. Y lo que dice no tiene sentido estratégico para el país. No toca los temas esenciales. Bajar el precio de la gasolina y poner en su lugar a los delincuentes, es su oferta. Muy bien. ¿Y? Su propuesta es confusa. No tiene cuerpo. Da la impresión de que nada de lo que propone tiene contenido.

El frente interno también lo tiene de cabeza. Al interior del PRI hay un tiradero. Madrazo enredó de manera innecesaria elecciones locales que el PRI tenía ganadas. Chiapas, Guanajuato y Morelos son tres muestras de autodestrucción. En los tres estados se complicó la situación para el PRI con renuncias, imposiciones sorpresivas y desbandadas. Y todo por mentir.

Los hechos, a estas alturas, parecen estar dándole la razón a Elba Esther Gordillo. O sin el “parecen”, para decirlo llanamente. Lo que le hizo a Elba Esther al dejarla colgada con el compromiso de la reforma fiscal, se los ha hecho a muchos aliados suyos. Pateó a sus amigos y dejó que Mariano Palacios metiera en las listas de candidatos del PRI para acomodar ahí a varios exponentes de lo peor de la nomenclatura de ese partido. Le cerraron las puertas a cuadros partidistas que saben sumar, que aportan, con capacidad técnica y política, como Diódoro Carrasco, Andrés Rozental, Jesús Reyes Heroles y un sinfín de otros priistas con altísimas facultades a quienes les habían prometido un lugar en esta contienda, y los marginaron.

Madrazo volvió a fallar, pues. Y las encuestas lo están reflejando. Sí, Madrazo tenía toda la razón cuando dijo que en las elecciones de julio está en juego la República. Nada más que quien puede evitar el triunfo de López Obrador, no es él. Luego de espléndidas batallas políticas, Madrazo perdió el piso. A él le aplica, como a pocos, el principio de Peter.

La moneda del dos de julio está en el aire. Un buen resultado va a depender de que Felipe Calderón no cometa el mismo error de Labastida hace seis años, y creer que ya ganó. Está en buena posición para ganar las elecciones, sí. Y su equipo es el que mejor responde ante las circunstancias, pues han capitalizado bien los errores de López Obrador y demostraron que saben aprovechar las oportunidades, como el debate.

Paradójicamente un triunfo de Felipe Calderón significa, también, la salvación del PRI. Ya se vio que con un gobierno del PAN no desaparece el PRI. Al contrario, gana elecciones, es el principal partido y tenía posibilidades reales de regresar a Los Pinos. Además, Calderón ha hablado de un gobierno de concertación, que necesariamente tendrá que ser con el PRI.

Si gana el PRD, en cambio, adiós PRI. Se lo van a tragar casi completo y ese partido se irá extinguiendo de manera acelerada, lo que no sólo es malo para los priistas, sino para México: al país no le conviene una polarización a dos bandas. Se necesita el centro, y ese centro es el PRI.

Por eso la pregunta: ¿A dónde va Madrazo montado en el vagón de cola del PRD? ¿Por qué abandonó el centro? ¿A dónde llevan al PRI con esa aventura de acusar que hay “una elección de Estado”, nada más porque están en tercer sitio? Con esa postura sólo le hacen el juego a López Obrador, que descalifica las encuestas como una forma de preparar el terreno y descalificar las encuestas de salida el 2 de julio, y luego descalificar la elección completa.

Le hacen el juego a los grupos ultras de la Coordinadora de la Educación (fundada por el profesor Bejarano, entre otros), a los macheteros de Atenco y al EZLN que están por “la otra opción”. Y esa otra opción es derrocar al gobierno democrático para poner al suyo.

Le hacen el juego a académicos que de manera voluntaria o involuntaria se prestan a maniobras extrañísimas al vaticinar en el exterior, como Sergio Aguayo (El País del lunes pasado), que tendremos una elección ilegítima y que el IFE carece de autoridad moral. No sabemos qué se busca con esta crisis que se construye sobre premisas falsas, pero a este reputado académico le pueden volver a colgar el mote de “apóstol cultural de la CIA”, o de alguna otra agrupación de turbia trayectoria.

Como se ve, es fuerte la división que hay en la clase política, entre los intelectuales y también entre algunos sectores de la población. Vamos a necesitar un presidente negociador. Que recomponga. Que sume en lugar de excluir. Y las virtudes básicas de un negociador son la tolerancia y tener palabra para cumplir los compromisos.

Para el dos de julio vamos a una elección dividida entre dos candidatos y lo que está en juego es, como bien dijo Madrazo, la suerte de la República. Pero el que puede ganarle a López Obrador, no es él.

phiriart@cronica.com.mx

El espectáculo

Leonardo Curzio
El Universal
22 de mayo de 2006

Es sabido que las sociedades modernas están basadas en el espectáculo. La tiranía de lo llamativo nos va llevando suavemente por una pendiente en la que lo que un día es llamativo, al día siguiente deja de serlo. Así, poco a poco, nos vamos acostumbrando a todo. "Dar la nota" es la consigna. Eso explica por qué cada día hace falta un poco más de picante, un poco más de sangre, una barbaridad más sonora, para conseguir notoriedad; el espectáculo debe seguir y nadie escapa a esa lógica. Hemos entrado a una suerte de subasta de las exageraciones en la que todos se sienten legitimados para decir una barbaridad más grande que su oponente y seguir así por una escalada simétrica de despropósitos.

Empezamos con el complot y de allí pasamos al peligro y la amenaza. Un escalón más y continuamos con la ingerencia venezolana que es replicada no con deslindes claros, sino con otra maniobra propagandística que se expresa en señalar al gobierno como un pelele del Imperio. En el quién da más nadie se contiene. Sesudos personajes sugieren, para adquirir relevancia en los medios, que estamos frente a una elección de Estado, sin explicar cómo un gobierno que fue incapaz de dotarse de una mayoría en el Congreso, puede ahora manipular con éxito todos los resortes para desviar la voluntad del soberano.

Por supuesto que en esta subasta de las barbaridades lo que menos hace falta es probar lo que se dice. Soltar la bomba y desentenderse de la pruebas. ¿Qué más da que las entidades que aportan el mayor número de electores al padrón electoral (DF y estado de México) estén gobernadas por lo oposición? ¿Qué más da que cerca de un millón de ciudadanos vaya a organizar la elección? Todo es minimizado porque el discurso espectacular no quiere matices, quiere crear un estado de ánimo. Lo importante no es la verdad, es crear una percepción en la opinión pública. La máxima de los propagandistas inescrupulosos es "percepción mata a realidad".

Por eso cuesta tanto pedir moderación en el uso del lenguaje y sus implicaciones. Ya es frecuente que se usen términos como "el golpe de Estado" para explicar las tendencias electorales. Se dibuja, a partir de la cadena de temores que están artificialmente inyectando a la opinión pública, un escenario de tensión tan fuerte que muchos se preguntan si las elecciones terminarán en una lucha callejera o el país puede quedar en manos de un dictador que nos lleve a la ruina. La exageración se vuelve norma.

Fuera del espacio electoral la puja por las barbaridades es peor. En este país se puede hablar de una virtual guerra civil y tener al líder revolucionario paseando en el metro o en las pantallas de televisión. Se puede decir que los policías violaron un número tal de personas y desentenderse de las pruebas. Total: ¿quién quiere pruebas? Repita hasta el cansancio su versión, si la realidad lo desmiente, peor para la realidad.

La tendencia a frivolizar el uso del lenguaje nos va llevando a la insoportable levedad de la declaración. No abundan quienes se hagan responsables de lo que se dice y por ello la espiral de la estulticia crece sin cesar.

Nos hemos instalado en una especie de kermesse verbal en la que todo es falso, desde el sheriff, hasta el registro civil. Por fortuna este país tiene sentido común y cada vez se asusta menos con "el petate del muerto" y aunque les pese a los proxenetas de la transición, son más los que creen en el cambio pacífico que en los que siguen amenazando la estabilidad del país.


Analista político

21 de mayo de 2006

Mucho ruido…

Jaime Sánchez Susarrey
Reforma
21 de Mayo

La propuesta energética de López Obrador merece ser analizada con detenimiento. El cambio de modelo que está proponiendo le otorga un papel central y estratégico a Pemex. El candidato de la Alianza por el Bien de Todos considera que la industria petrolera debe convertirse en la locomotora del desarrollo nacional. De ahí deriva una serie de objetivos para la reposición de las reservas y para alcanzar la autosuficiencia en la producción de gasolina y gas hacia el año 2009.

Vayamos, pues, por partes. En lo que se refiere al primer capítulo AMLO establece cuatro metas centrales:
  1. mantener la producción de petróleo crudo en 3.4 millones de barriles diarios, nivel que se alcanzó en 2004;
  2. incrementar la producción de gas natural;
  3. reponer el 100 por ciento de las reservas extraídas cada año; y
  4. aumentar el volumen de las reservas probadas.
Para entender la magnitud del objetivo trazado hay que tener presentes dos cuestiones: primero, se propone alcanzar un estado en el que la producción de petróleo sea estable, al igual que las reservas, y que la vida media de esas reservas se mantenga por un período de 10 años. Segundo, lograr esa meta supone elevar la tasa de restitución de las reservas del 18 por ciento que se alcanzó en el 2004 al 100 por ciento en el primer año de su gobierno y sostener ese nivel a lo largo de todo el próximo sexenio.

O para decirlo de otro modo, López Obrador espera probar durante ese lapso un total de 7 mil 427 millones de barriles de petróleo que superan la reserva probada original (suma de producción acumulada y reservas remanentes) de la Región Marina del Suroeste de la Sonda de Campeche y superior también a las reservas probadas remanentes del Complejo de Cantarell, que se descubrió durante el gobierno de López Portillo y que ha sido la base fundamental de la producción petrolera nacional.

Respecto del gas natural las metas no son menos ambiciosas. Suponiendo un crecimiento de la producción de 2.5 por ciento al año, el volumen de reservas que tendría que probar es de 12.3 millones de millones de pies cúbicos, monto superior a las reservas probadas originales de las cuencas de Burgos y Veracruz o de los yacimientos agrupados en torno al campo de Macuspana. Esto significa que en un período de seis años tendría que probar reservas de gas por un monto equivalente al 60 por ciento de las reservas actuales.

¿Dónde está la falla y por qué carece de consistencia? Porque el descubrimiento de mantos petrolíferos y yacimientos de gas no depende sólo de la cantidad de recursos que se inviertan en la exploración ni se puede ajustar a un calendario previamente fijado. Es cierto que para aumentar las reservas de gas y petróleo es indispensable invertir más, tal como lo plantea MALO, pero esa es sólo una condición necesaria, que no suficiente. Sobre la madre naturaleza nadie manda, ni aunque se llame Manuel Andrés y haya sido elegido por la divina Providencia para ser presidente de México y redimir a los pobres y oprimidos.

Semejante propuesta equivale a ofrecer que las temporadas de lluvias serán abundantes durante todo su gobierno y que los fenómenos meteorológicos conocidos como huracanes no tendrán efectos nocivos sobre el territorio nacional. Quien oyera semejante despropósito no podría sino soltar una enorme carcajada. Todo el mundo sabe que el dios Tláloc es muy veleidoso. La reposición de reservas de crudo y de gas depende de condiciones igualmente aleatorias que nadie en su sano juicio puede suponer controlar.

Pero dejemos la magia y pasemos al segundo punto. La estrategia para alcanzar la autosuficiencia en la producción de gasolina y gas se fija varios objetivos:
  1. utilizar el 100 por ciento de la capacidad instalada de refinación para 2007;
  2. aumentar la capacidad de destilación al 48 por ciento al término de 2009;
  3. eliminar la exportación de crudos ligeros; y
  4. modificar el esquema de refinación con el objeto de producir más combustóleo y destilados intermedios que sustituyan al gas natural.

Las objeciones que se pueden formular a esas metas son muy precisas:
  • Primero, es imposible utilizar la capacidad instalada de una refinería al 100 por ciento. Los estudios técnicos muestran que refinerías bien operadas no pueden sostener tasas del 95 por ciento de su capacidad instalada sin aumentar el riesgo de graves accidentes.
  • Segundo, tampoco es viable que en los tres primeros años del próximo sexenio se incremente la producción de gasolina en 239 millones de barriles diarios mediante la construcción de nuevas refinerías. Y no es posible porque la planeación y ejecución de ese tipo de proyectos requiere, cuando menos, de cuatro años y medio.
  • Tercero, la eliminación de la exportación de crudos ligeros es irracional. El crudo Olmeca, por ejemplo, tiene un precio de venta muy superior al resto de los crudos ligeros debido no sólo a su mayor rendimiento sino a las ventajas que ofrece en la fabricación de lubricantes. Así que aprovecharlo sólo para la refinación en México se traduciría en una pérdida de valor.
  • Cuarto, el combustóleo (un combustible de mucho menor calidad y precio que el diésel) está en desuso. No sólo por las consecuencias negativas que tiene su consumo desde un punto de vista ecológico, dado su alto contenido de azufre, sino porque es un producto de bajo rendimiento económico. Por eso en los últimos 25 años la demanda internacional ha caído. Amén de que su uso obligaría a efectuar una serie de inversiones adicionales para prevenir el daño ambiental que causaría.
Resulta alarmante que la joya de la corona de la propuesta económica de López Obrador sea una mezcla de “razonamientos” mágicos y de inconsistencias técnicas. De hecho, la idea de convertir al sector petrolero en la locomotora del desarrollo nacional es en sí misma endeble por no decir absurda. Para entenderlo basta con considerar dos datos:
  • Primero, mientras que las manufacturas contribuyeron con el 20 por ciento del PIB en 2003, la aportación del sector energético se limitó al 2.8 por ciento del PIB.
  • Segundo, las remesas de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos y el valor de las exportaciones de la industria automotriz y de autopartes superan, cada una por sí sola, el valor de las exportaciones petroleras.
No hay, pues, consistencia ni sustancia en esta propuesta que nos ofrece un giro de 180 grados para alcanzar el paraíso que se encuentra a la vuelta de la esquina. Se trata de crasa ignorancia envuelta en un lenguaje populachero y “antineoliberal”. Mucho ruido y ninguna nuez.