22 de mayo de 2006

Madrazo, out

Pablo Hiriart
Crónica
22-05-2006

Hace algunos meses Roberto Madrazo dijo algo completamente cierto: en la elección de julio está en juego la República. Fue una advertencia acertada del riesgo que significa para la vida democrática del país un posible triunfo de López Obrador. Lástima que a Madrazo se le olvidó su propio análisis. Ahora vemos a un Madrazo desdibujado, subido de última hora en el vagón de cola del Partido de la Revolución Democrática. Lástima por el PRI.

Tercero en las encuestas, Madrazo acusa que estamos frente a una “elección de Estado”. ¿De dónde saca eso de una elección de Estado? El PRI creó al IFE para acabar con las elecciones de Estado, y lo consiguió, aún a costa de enfrentarse al dilema de ganar o perder. El PRI realizó las grandes reformas electorales para dar rumbo democrático a México y lo logró. El PRI votó por los actuales consejeros del IFE, y se integró un consejo ciudadano con calidad profesional. El PRI impulsó el establecimiento de tribunales independientes del Ejecutivo para dirimir las controversias en los comicios, y esos tribunales funcionan. ¿De qué reniega el candidato del PRI?

Criticar el actual proceso porque es “una elección de Estado”, no es parte del léxico del PRI. Ése es el lenguaje del PRD. Y ese lenguaje siempre le ha traído costos electorales al PRD. Por eso el partido del sol azteca siempre termina por caerse en las encuestas y en las elecciones. Por pendenciero.

¿A dónde llevan al PRI Roberto Madrazo y el joven Jorge Emilio González? Los militantes de ese partido con toda seguridad deben estar preocupados. Y tienen razones de sobra para ello. El lenguaje de choque y el espíritu radical que embarga a su candidato, los está quitando del centro político y los pone al extremo de López Obrador. Por ese camino no sólo van a quedar terceros, sino que su votación va a bordar cerca del 20 por ciento.

En sus últimos discursos Madrazo se ha lanzado contra “el modelo”. No sólo el jinete es malo, sino que hay que cambiar de caballo. Con enormes insuficiencias, el gobierno lo está haciendo bien en la economía. Puede hacerlo mucho mejor, sin duda. Pero no estamos en el caos, ni hay fuga de capitales, ni las empresas están quebrando, ni las casas son embargadas por bancos a punto del colapso. Madrazo no puede irse contra lo que está funcionando. Aunque desde su tercera posición es entendible que lo vea todo desastroso, ésa no es la realidad. Aún está a tiempo de hacer un alto en el camino, Sí, detenerse un momento para escuchar a sus críticos y entender que el problema que lo tiene en esa situación tan lamentable no es el PRI, ni es Fox ni es el IFE: el problema es él.

Madrazo dejó el centro político, y ése es un problema. No hace campaña, sino que hace giras. Visitas. Lo escuchan quienes van a votar por él y nada más. Y lo que dice no tiene sentido estratégico para el país. No toca los temas esenciales. Bajar el precio de la gasolina y poner en su lugar a los delincuentes, es su oferta. Muy bien. ¿Y? Su propuesta es confusa. No tiene cuerpo. Da la impresión de que nada de lo que propone tiene contenido.

El frente interno también lo tiene de cabeza. Al interior del PRI hay un tiradero. Madrazo enredó de manera innecesaria elecciones locales que el PRI tenía ganadas. Chiapas, Guanajuato y Morelos son tres muestras de autodestrucción. En los tres estados se complicó la situación para el PRI con renuncias, imposiciones sorpresivas y desbandadas. Y todo por mentir.

Los hechos, a estas alturas, parecen estar dándole la razón a Elba Esther Gordillo. O sin el “parecen”, para decirlo llanamente. Lo que le hizo a Elba Esther al dejarla colgada con el compromiso de la reforma fiscal, se los ha hecho a muchos aliados suyos. Pateó a sus amigos y dejó que Mariano Palacios metiera en las listas de candidatos del PRI para acomodar ahí a varios exponentes de lo peor de la nomenclatura de ese partido. Le cerraron las puertas a cuadros partidistas que saben sumar, que aportan, con capacidad técnica y política, como Diódoro Carrasco, Andrés Rozental, Jesús Reyes Heroles y un sinfín de otros priistas con altísimas facultades a quienes les habían prometido un lugar en esta contienda, y los marginaron.

Madrazo volvió a fallar, pues. Y las encuestas lo están reflejando. Sí, Madrazo tenía toda la razón cuando dijo que en las elecciones de julio está en juego la República. Nada más que quien puede evitar el triunfo de López Obrador, no es él. Luego de espléndidas batallas políticas, Madrazo perdió el piso. A él le aplica, como a pocos, el principio de Peter.

La moneda del dos de julio está en el aire. Un buen resultado va a depender de que Felipe Calderón no cometa el mismo error de Labastida hace seis años, y creer que ya ganó. Está en buena posición para ganar las elecciones, sí. Y su equipo es el que mejor responde ante las circunstancias, pues han capitalizado bien los errores de López Obrador y demostraron que saben aprovechar las oportunidades, como el debate.

Paradójicamente un triunfo de Felipe Calderón significa, también, la salvación del PRI. Ya se vio que con un gobierno del PAN no desaparece el PRI. Al contrario, gana elecciones, es el principal partido y tenía posibilidades reales de regresar a Los Pinos. Además, Calderón ha hablado de un gobierno de concertación, que necesariamente tendrá que ser con el PRI.

Si gana el PRD, en cambio, adiós PRI. Se lo van a tragar casi completo y ese partido se irá extinguiendo de manera acelerada, lo que no sólo es malo para los priistas, sino para México: al país no le conviene una polarización a dos bandas. Se necesita el centro, y ese centro es el PRI.

Por eso la pregunta: ¿A dónde va Madrazo montado en el vagón de cola del PRD? ¿Por qué abandonó el centro? ¿A dónde llevan al PRI con esa aventura de acusar que hay “una elección de Estado”, nada más porque están en tercer sitio? Con esa postura sólo le hacen el juego a López Obrador, que descalifica las encuestas como una forma de preparar el terreno y descalificar las encuestas de salida el 2 de julio, y luego descalificar la elección completa.

Le hacen el juego a los grupos ultras de la Coordinadora de la Educación (fundada por el profesor Bejarano, entre otros), a los macheteros de Atenco y al EZLN que están por “la otra opción”. Y esa otra opción es derrocar al gobierno democrático para poner al suyo.

Le hacen el juego a académicos que de manera voluntaria o involuntaria se prestan a maniobras extrañísimas al vaticinar en el exterior, como Sergio Aguayo (El País del lunes pasado), que tendremos una elección ilegítima y que el IFE carece de autoridad moral. No sabemos qué se busca con esta crisis que se construye sobre premisas falsas, pero a este reputado académico le pueden volver a colgar el mote de “apóstol cultural de la CIA”, o de alguna otra agrupación de turbia trayectoria.

Como se ve, es fuerte la división que hay en la clase política, entre los intelectuales y también entre algunos sectores de la población. Vamos a necesitar un presidente negociador. Que recomponga. Que sume en lugar de excluir. Y las virtudes básicas de un negociador son la tolerancia y tener palabra para cumplir los compromisos.

Para el dos de julio vamos a una elección dividida entre dos candidatos y lo que está en juego es, como bien dijo Madrazo, la suerte de la República. Pero el que puede ganarle a López Obrador, no es él.

phiriart@cronica.com.mx

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