20 de mayo de 2006

Política y futbol

Pepe Grillo
Crónica
20-05-2006

Un grupo de analistas y expertos en estadísticas se puso a interpretar los resultados de las apuestas que se realizan por internet en torno a los candidatos a la Presidencia de la República Mexicana y llegó a conclusiones muy interesantes.

  • Roberto Madrazo, el candidato del PRI, tiene tantas posibilidades de ganar las elecciones del dos de julio como posibilidades tienen Serbia y Montenegro de ganar el Mundial de Futbol.
  • El candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador, tiene tantas posibilidades de ganar la Presidencia como posibilidades tienen Brasil e Inglaterra de ganar el Mundial.
  • Pero el abanderado del PAN, Felipe Calderón Hinojosa, tiene tantas posibilidades de ganar la Presidencia como posibilidades tienen todos los demás equipos, incluidos Alemania e Italia, de obtener el Mundial.
  • La candidata de Alternativa, Patricia Mercado tiene las mismas posibilidades de ganar la Presidencia que Trinidad y Tobago de ganar el Mundial.
  • A Roberto Campa, del PANAL, los matemáticos lo comparan con Guatemala, que ni siquiera calificó al Mundial.
De acuerdo con este análisis, Costa de Marfil tiene más posibilidades de ganar el Mundial que Madrazo de ganar la Presidencia. Sólo así se explica la capitulación del tabasqueño ante su paisano.


Salir del clóset: PRI-AN y PRI-RD

Yuriria Sierra
Excelsior - Nudo Gordiano
20-05-2006


Por fin, el bipartidismo de clóset en el que México ha vivido durante los últimos 20 años se animó a dejar el armario y deschongarse en las vísperas de la elección presidencial. Y pasará, necesariamente, por el desfonde del PRI. En menos de dos días, sucedió lo que no había pasado en casi dos décadas… Anteayer vimos la inclusión de una parte importante de los priístas del sexenio zedillista sumándose a la campaña de Felipe Calderón y, apenas ayer, con un anuncio sorpresivo, Roberto Madrazo invitó a Andrés Manuel López Obrador a crear un “frente común” con el objetivo de evitar la llamada “elección de Estado”. Pero vamos por partes:

Con melón y con sandía. Lo que en este sexenio fue claro como el agua (después de la derrota electoral del PRI en el año 2000 y agotado su pegamento más poderos el poder presidencial) es el hecho de que en ese partido político vivían enclosetadas dos grandes tendencias ideológicas. Y ojo, no son ni hay que confundirse con los antiguos ejes derecha/izquierda (eso, como tal, ya no existe), sino el nuevo eje que se ha apoderado de América Latina: Progres contra Retros o bien Tecnos contra Dinos o bien Neoliberales contra Populistas… Aquellos que creen que la ruta económica del libre mercado es la adecuada y aquellos que aseguran que el Estado debe ser rector de la economía… O lo que es lo mismo, panistas y perredistas de clóset tricolor. Esta división estaba tácitamente clara desde principios de sexenio, cosa que quedó clarísima en las dos legislaturas que han trabajado en el sexenio. Prácticamente, en todas las reformas y debates de importancia que se discutieron en San Lázaro, no veíamos un voto priísta, sino dos votos priístas: unos cargados hacia la postura panista y otros a la perredista. Pero no fue hasta estas últimas 48 horas, cuando el PRI agarró el camino azul y el camino amarillo. La cargada se acabó.

El PRI-AN o adiós a Madrazo. Volviendo pues, a la coyuntura, no sólo fue noticia el hecho de que Diódoro y compañía zedillista se reunieran y le manifestaran su apoyo a Felipe Calderón Hinojosa, sino que se suscitó otro evento que confirma lo que hace apenas dos días comentamos en este mismo espacio; una mayoría de los gobernadores del PRI jugarán este 2 de julio en cancha de pasto azul. De un total de 17 mandatarios locales priístas, sólo cinco acudieron al encuentro con Roberto Madrazo. Este vacío prendió todas las alarmas en el cuarto de guerra madracista.

Lo cierto es que, seguramente, una parte importante de la estructura del PRI será puesta al servicio del candidato del PAN. No de a gratis, claro está. Seguramente veríamos a dos o tres priístas en el gabinete de Felipe si esos apoyos se traducen en una victoria electoral. Priístas que, sin duda alguna, se encuentran más cercanos, ideológicamente, al programa de gobierno panista que al de Roberto Madrazo.

Pero amén de las comuniones ideológicas, este sector del priísmo (que no sólo son los zedillistas y los gobernadores, sino también el otrora llamado Tucom) fue severamente desplazado por Roberto Madrazo; y no olvidemos que la fórmula mágica del PRI durante más de 70 años fue aprender a repartir el pastel entre todos. Si el poder fue el afrodisíaco de ese partido durante todo ese tiempo, su pegamento fue la distribución del mismo. Los calderonistas lo saben, y por eso buscaron entre quienes ofrecían lealtad a cambio de darles juego político, y votos, a cambio de darles opciones de futuro.

El PRI-RD o los primos-hermanos. Tal como Emilio Chuayffet lo dijo alguna vez, el PRI y el PRD son algo así como primos hermanos. No en balde su denominación de origen. Pero tampoco en balde el priísmo que conforma el primer círculo de Andrés Manuel. Y mucho menos en balde la declaración de Roberto Madrazo en el sentido de crear un frente común. Ayer mismo vimos publicada una fotografía de un encuentro dizque “casual” entre Manuel Camacho Solís, coordinador de las redes de AMLO, y David Penchyna, coordinador de Roberto Madrazo. ¿Casualidad? De ninguna manera. Tanto los tirios como los troyanos saben que pueden necesitarse el 3 de julio… Pero, ojo, no para los mismos fines…

Madrazo o… vende caro tu amor. Es obvio que el candidato de la Alianza por México sabe que su tercer lugar es ya irrevocable: su apuesta por el voto duro priísta y por la estructura se desfonda en el momento en que los gobernadores del PRI no se sienten ya comprometidos con el candidato de su propio partido. ¿Se va a sumar Madrazo a López Obrador? En lo absoluto. La estrategia de Madrazo bien puede ir por otro sendero. Como me decía Carlos Casillas ayer en el programa de radio en Imagen Informativa, más que ser un guiño de ojo a López Obrador, la declaración de Madrazo podría tener como telón de fondo el encarecer su reconocimiento de la victoria el 3 de julio. Como tercera fuerza política, puede vender muy caro “levantarle la mano” al ganador, sobre todo si el margen de victoria es muy estrecho. Según lo revelan las encuestas, hoy, Felipe Calderón ganaría el 2 de julio, pero posiblemente por pocos puntos porcentuales. Así pues, el día de ayer, Madrazo convocó al Peje a crear un frente para evitar una “elección de Estado”, pero en realidad estaría usando a Andrés Manuel para mandarle un mensaje muy preciso a Fox y al PAN: les va a costar muchísimo que el candidato del PRI salga en cadena nacional validando y legitimando el triunfo de Felipe.

Addendum: Lo curioso es que esta coyuntura será tan sólo el detonador (el “empujoncito”) que el PRI necesitaba para salir de sus respectivos clósets ideológicos y abrir paso al régimen de partidos necesario y sanar la comprensible neurosis en la que México ha vivido durante los últimos años. Todos saldrán ganando y respirarán libres, contentos y… bipartidistas.

El coqueteo de Madrazo y López Obrador

Crónica - La Esquina
20-05-2006

Tras más de una década de odios intensos y demandas mutuas, los equipos de Madrazo y de López Obrador se coquetean, se citan en lo oscurito (“encuentros fortuitos”, dijeron anteayer), se guiñan y se niegan. Todo sea para no responsabilizarse de un fracaso posible y de otro seguro. Y si en el camino se llevan entre las patas la estabilidad del país, ni modo: lo que importa son las carreras políticas personales...

19 de mayo de 2006

Siete ingenuidades

Jaime Sánchez Susarrey
Reforma
4 de marzo del 2006

1. Esta es una elección como las otras. El país no se hace y se deshace cada seis años. Así que no importa quién gane. México seguirá avanzando.


Falso. Esta no es una elección como las otras. Lo que está en juego es todo el proceso de modernización y, con ello, el futuro de México. La victoria de AMLO (o de MALO, según su acta de nacimiento) implicaría un giro de 180 grados. Equivaldría al regreso del viejo PRI, el de Echeverría y López Portillo. Con un agravante adicional: López Obrador es un líder popular que no se detendrá ante nada ni ante nadie.

2. AMLO no come lumbre. Una vez en la Presidencia de la República moderará sus posiciones. Sabe que hay que ser prudentes con la política económica. Al final, terminará aceptando las coordenadas de los organismos internacionales y negociará con ellos.

Falso. Para entender a López Obrador hay que recordar una frase de Mao: la política debe estar al mando del fusil, y otra de Lenin: la política es economía concentrada. AMLO regirá sus decisiones económicas por objetivos políticos. Su prioridad será distanciarse del "modelo neoliberal" y hacer que la población sienta una mejoría tangible e inmediata. Para hacerlo utilizará todos los recursos del Estado. El incremento del gasto y del déficit fiscal se puede dar por descontado.

3. No importa que AMLO gane la Presidencia de la República. Él, como cualquier otro, se enfrentará a un Congreso dividido en tercios. El PRD no será la fuerza mayoritaria y el Presidente se verá obligado a negociar.

Falso. López Obrador no tendría el 2 de julio mayoría en el Congreso, pero podría forjarla fácilmente en los meses posteriores. La victoria de AMLO y el fin del PRI son la misma cosa. Lo estamos viendo desde hace tiempo. Los priistas no tienen empacho ni complicaciones para sumarse a la causa de Andrés Manuel. Lo sienten, por razones evidentes, como uno de los suyos. Además de que desde la Presidencia de la República se trabajaría a marchas forzadas para forjar con ellos ese bloque mayoritario.

4. México es un país de instituciones fuertes. La separación de poderes es un hecho. Frente al Poder Ejecutivo está el Poder Judicial. AMLO no podrá ni querrá enfrentarse a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ya en la Presidencia se moderará y dejará atrás los arrebatos.

Falso. Una de las convicciones más profundas de AMLO es que cuando hay contradicción entre la Justicia y la Ley hay que optar por la primera y reformar la segunda. Ese fue el principio que utilizó en el caso de El Encino y del Paraje San Juan. Además, está convencido de otras dos cosas fundamentales: a) Mariano Azuela, presidente de la SCJN, fue parte del complot en su contra; b) la reforma del Poder Judicial es inaplazable. Así que el choque es más que previsible. Utilizaría todo el poder de la Presidencia para forzar la renuncia de Mariano Azuela y, posteriormente, para "reformar" al Poder Judicial.

5. En el punto 45 de los 50 Compromisos de gobierno, AMLO se compromete explícita y formalmente a respetar la autonomía del Banco de México. Este compromiso es una garantía más de que respetará las instituciones y no impulsará políticas económicas populistas.

Falso. Las descalificaciones constantes y abiertas que ha hecho de Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México, no han sido ninguna broma u ocurrencia. Anuncian, como en el caso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que una de sus prioridades como presidente de la República será forzar la renuncia de Guillermo Ortiz y, posteriormente, presionar a la Junta de Gobierno del Banco de México para que no choque con los lineamientos de la Secretaría de Hacienda. Todo eso se hará bajo una consigna: eliminar los reductos y los candados que los neoliberales le quieren imponer al Proyecto Alternativo de Nación del presidente de la República.

6. Existen otros contrapesos reales que no hay que subestimar. AMLO ya negoció con las corrientes perredistas. La mejor demostración de ello es que nombró a Jesús Ortega como su coordinador de campaña. Pero, además, está la presencia y la autoridad de Cuauhtémoc Cárdenas en el PRD. Nada de eso desaparecerá el 2 de julio. Así que, como Presidente, López Obrador se verá obligado a entenderse con ellos.

Falso. AMLO conoce bien el funcionamiento interno del PRD. No tiene respeto por las corrientes internas, que él y otros definen como "las tribus". La tregua que pactó con Ortega es coyuntural. Finalmente, López Obrador sabe y está convencido de que con la sola estructura perredista no puede ganar la elección. Su apuesta fuerte es a las redes ciudadanas que están coordinando Ricardo Monreal y Manuel Camacho. Así que, de ganar la Presidencia, uno de sus primeros objetivos será reestructurar al PRD para acabar de apoderarse de lo que queda del partido. En esa ecuación, Cuauhtémoc Cárdenas y Lázaro Cárdenas no tienen cabida. Son el tumor que hay que acabar de extirpar. Porque, además, en una estrategia de largo plazo, el presidente López Obrador se fijará como objetivo la creación de un partido que esté en movimiento permanente, tal como hizo en Tabasco cuando fue presidente del PRI en 1983.

7. No hay que ser tremendistas. La alternancia en el poder es un hecho. La gente ya votó por el PAN y se desilusionó. El giro hacia el PRD cierra un ciclo. Podría incluso ocurrir que los peores pronósticos se cumplieran, pero aun así no hay mal que dure 100 años, es decir, a mediados del sexenio la gente tendría la oportunidad de sancionar al gobierno y al cabo de seis años AMLO tendría que irse para su casa.

Falso o, cuando menos, hay mucho que matizar. En sus 50 Compromisos de gobierno AMLO se ha comprometido a efectuar un plebiscito para que su mandato sea (o no) ratificado. Pero dice el dicho, y dice bien, que cuando alguien se despide muchas veces es que no quiere irse. Y eso aplicado al referéndum se traduce en algo muy sencillo: quien le pregunta al pueblo si debe continuar a la mitad de su mandato, igual le puede interrogar si debe continuar al final del mismo y, consecuentemente, reelegirse. Perogrullo: López Obrador en la Presidencia tendrá el poder de hacer y deshacer un sinfín de cosas; amén de que está convencido de que él y sólo él encarna la oportunidad y la posibilidad de restaurar la República. Así que quienes creen que al cabo de seis años se irá tranquilamente a su casa, bien se podrían llevar una sorpresa. O para decirlo con palabras de Ricardo Pascoe, quien conoce muy bien al candidato de la Alianza por el Bien de Todos: el problema no es que AMLO/MALO llegue al poder, el problema es que no se va a ir.

Medios: ¿objetividad o pluralidad?

José Antonio Crespo
Excelsior - Horizonte Político
19-05-2006

Partidos y candidatos exigen de los medios, comunicadores y analistas ser objetivos. Muchos lectores también reclaman a los articulistas o conductores su falta de objetividad, aunque normalmente eso sucede cuando sus puntos de vista no coinciden con los de los comunicadores. Pero cuando están de acuerdo, los felicitan por su “objetividad”. Ello significa que, para el ciudadano promedio, objetividad es sinónimo de coincidencia; mientras más pienses como yo, eres más objetivo, y viceversa, si opinas distinto de mí, eres parcial y absolutamente falto de objetividad. En realidad, politólogos, periodistas, comunicadores y analistas no pueden ser objetivos, aunque lo quisieran, por la sencilla razón de que en las “ciencias sociales” (que de ciencias sólo tienen el nombre) no existe la objetividad.

Ni siquiera en las ciencias exactas puede hablarse de absoluta objetividad, como lo demuestra “el principio de incertidumbre” de la física moderna, según el cual la luz se comporta como corpúsculos o como ondas, según la posición del observador. En las disciplinas sociales, Max Weber documentó sobradamente las razones por las cuales es imposible la objetividad. Hay desde luego hechos duros, pero en su interpretación intervienen las filias y las fobias del observador, prejuicios, anhelos y miedos, convicciones ideológicas, por lo que el resultado de los análisis está lejos, muy lejos, de la objetividad. Sí puede aspirarse a cierta imparcialidad, es decir, una disposición a criticar con la misma vara a todos los actores estudiados. Pero frente a dicha corriente “neutralista” existe otra que no exalta necesariamente esa imparcialidad como un valor positivo. Si algún periodista o académico profesa una convicción democrática, pero vive en un autoritarismo o es un monárquico que habita en una república o un socialista que “padece” el capitalismo, ¿debe dejar de expresar o proyectar su condena a este último? ¿Su ejercicio debe ser aséptico, exento de la intención de influir en favor de la causa en la cual cree? Muchos piensan que no, sino por el contrario, parte de su responsabilidad social consiste en empujar la convicción en la cual cree (pero basado en hechos y argumentos racionales). Es la vieja idea de que el conocimiento social por sí mismo no sirve de gran cosa si no va acompañado del esfuerzo por transformar la realidad, mediante la famosa praxis. Los ciudadanos, académicos, periodistas y comunicadores tienen derecho a defender y promover sus convicciones, siempre y cuando no utilicen información falsa o deliberadamente sesgada (aunque ella nunca seráv completa, por definición).

A los medios informativos como actores sociales también se les pide la imposible objetividad. Podrían quizá ser más o menos imparciales, pero esa es una decisión que libremente pueden tomar. La imparcialidad suele ser más resultado de un cálculo económico en un mercado competido que de un valor ético, pues tiende a generar credibilidad, que a su vez se traduce en rating y éste, en dividendos. Otros medios pueden decidir legítimamente expresar sus convicciones políticas cuando no afecte (o no demasiado) su viabilidad económica. La falta de ética se presenta cuando se decide cierta línea política a cambio de favores en ese ámbito o compra de conciencias, ante lo cual no hay más que legislar dentro de lo posible para evitar las relaciones perversas entre medios y poder. Y otros medios pueden constituirse deliberadamente en una “trinchera política”, subordinando la rentabilidad económica a un propósito político. Están también en su derecho (que tengan o no credibilidad suficientes es decisión del público). Cualquier analista puede entonces elegir la vía de la “neutralidad ética” o bien deliberadamente ejercer la praxis política por medio de su trabajo.

¿Qué puede entonces esperarse de los medios en una democracia, si la objetividad no existe, la imparcialidad es una decisión particular y la militancia un derecho legítimo? Pues la pluralidad, que ofrece a los ciudadanos una amplia gama de posiciones y opiniones que libremente pueden aceptar o desechar. Las diversas opiniones y posturas de los medios, así sean partidistas, se contrastan y contrapesan mutuamente. Incluso los excesos y abusos tan habituales en los medios pueden ser contrarrestados por la pluralidad. Así lo detectó Alexis de Tocqueville al estudiar el modelo estadunidense: “El único medio de neutralizar los efectos de los periódicos es multiplicar su número (pues) entre tantos combatientes no se puede establecer ni disciplina ni unidad de acción; así se ve a cada uno enarbolar su respectiva bandera”. De ahí la importancia de la competencia entre los medios y el riesgo que supone la existencia de monopolios. Es, pues, la pluralidad y la libertad de expresión lo que caracteriza a la democracia mediática, más que la imposible objetividad o la difícil imparcialidad.

¿Audiencia con el pelele?

Yuriria Sierra
Excelsior - Nudo Gordiano
19-05-2006

Anteayer, Andrés Manuel López Obrador fue presa de una crisis de ira y soberbia: en un discurso inflamado, llamó “pelele” y “títere de intereses extranjeros” a Vicente Fox. El ardor nada republicano que se apropió del Peje volvía a colocarlo en una situación idéntica al “cállate, chachalaca”. Esos ímpetus incontrolados pueden ser de altísimos costos. Además, esta nueva declaración, la del “títere”, es prácticamente idéntica a la famosa “aportación” de Hugo Chávez al llamar a Fox “cachorro del imperio”, lo cual le permitiría al PAN elaborar un spot mucho más filoso, si se trata de comparar y establecer similitudes de discurso entre el candidato y el venezolano.

Recuento de daños o tomemos un café. Sin embargo, evidentemente, la estrategia de la campaña de Andrés Manuel López Obrador ya fue puesta en manos de un verdadero experto en la materia (sabíamos de algunos a quienes “andaba buscando” nada más y nada menos que René Bejarano en días recientes), un verdadero asesor de campañas y, ni tardos ni perezosos, ayer realizaron un recuento de daños en varias pistas.

El objetivo central era desviar la atención respecto de las declaraciones de Andrés Manuel López Obrador y trasladar el foco hacia otro lado. Lo lograron: cuando El Peje anunció que pediría una audiencia con Vicente Fox, para “serenar los ánimos”.

Así logró que nadie, ningún medio de comunicación o ninguno de sus opositores, insistiera en los nuevos calificativos que le propinó al presidente.

Y de paso, cercar al enemigo. El anuncio fue tan sorpresivo que el reciente pecado declarativo pasó, en menos de 24 horas, al olvido de facto. Hasta la tarde-noche de ayer, ninguna notificación oficial de la solicitud del candidato de la Coalición por el Bien de Todos había llegado a Los Pinos, pero el objetivo se había conseguid que el soundbite de “pelele y títere de los extranjeros” siguiera dando vueltas por todos los medios de comunicación. Y, por otro lado, el de tenderle una celada a Fox: el día de hoy, primero Rubén Aguilar y luego el presidente mismo, serán cuestionados hasta arrancarles una postura oficial respecto de la solicitud: y si el mandatario dice que no, entonces El Peje habrá conseguido un regalito adicional: la oportunidad de señalarlo como parcial e indispuesto al diálogo y a la civilidad. Si el presidente guarda silencio, AMLO habrá conseguido lo que tanto reclamaba: callar a Fox.

Y si no esta audiencia, la otra audiencia. Y por si acaso la estrategia del cafecito en la residencia oficial no funcionaba como cortina de humo, en la campaña del PRD prepararon dos dardos adicionales con el mismo objetivo.

Por un lado, presentaron una nueva denuncia, ahora en la PGR, sobre los nuevos spots del PAN, en los que aparece López Obrador en la toma de pozos en Tabasco y los lamentables sucesos de Tláhuac durante su gestión en el Gobierno del Distrito Federal.

Por si acaso la demanda no atraía los reflectores de los medios, Gerardo Fernández Noroña soltó otra perlita: que Vicente Fox había intentado convencer a Jorge Emilio González, el tristemente célebre Niño Verde, de unirse a la campaña de Felipe Calderón.

Y funcionó: del “títere” y del “pelele”, hoy, ni quien se acuerde.

Los refuerzos de López

Raúl Cremoux
El Universal
19 de mayo de 2006

Ya no se autonombra "el indestructible" y su dedito ha dejado de moverse negativamente para responder a los reporteros; antes bien, ahora los busca y no deja pasar la oportunidad de ir a las estaciones radioemisoras o a los estudios de televisión. La risita burlona, cuando hablaba de sus oponentes, desapareció totalmente. En su lugar está una cara larga y preocupada.

Desde ahí califica a siete de las principales y más serias casas encuestadoras (incluyendo a este diario) como instrumentos de un complot cibernético. Su estrategia ha cambiado. Se ausentó del primer debate ya que, decía, primero debieran eliminarse entre sí el PRI y el PAN para tener el derecho a debatir con su excelencia el puntero. En su semblante ha desaparecido la permanente ironía y ahora lo tiñe la amargura y la amenaza. Por ello echa mano de aquellos cercanísimos que lo fueron cuando era jefe de Gobierno.

Ya estaban en campaña el inseparable Nico, bien acompañado de las gacelas, también de César Yáñez, el escurridizo vocero, y por supuesto de Octavio Romero, quien fuera su oficial mayor.

Más tarde, cuando Felipe Calderón apretó el paso, hizo llamado a Leticia Cervantes, directora de Participación Ciudadana, con atribuciones semejantes a Josefina Vázquez Mota en Desarrollo Social. Ahora ha pedido a Alejandro Encinas le envíe a cuatro elementos clave:


  • A) Francisco Garduño, el mismo que ofreció entregar las placas a todos los automovilistas en un tiempo récord o renunciaría. Años más tarde continúan circulando cientos de coches con placas de antaño. Mientras tanto, ocupó la titularidad en la Secretaría del Transporte y Vialidad para auspiciar los taxis piratas del sacrosanto Frente Popular Francisco Villa y jamás ha dado respuesta a los miles de fraudes en los módulos de licencias de seis delegaciones que alcanzan los 20 millones de pesos.
  • B) Asa Cristina Laurell nunca pudo, desde la Secretaría de Salud, ofrecer buena atención hospitalaria y medicinas suficientes que provocaron numerosas quejas de pacientes. Quizá la tarea de distribuir las becas a los ancianos le quitaba parte de sus recursos y mucho de su tiempo.
  • C) Laura Itzel Castillo, encargada de Desarrollo Urbano, deja una estela de fracasos que se ilustran con sólo salir a la calle, pero, sobre todo, carga con las irregularidades de las torres de 12 y 14 pisos en Polanco, cuando los permisos y reglamentos indican que deben ser de tan sólo tres niveles.
  • D) Claudia Sheinbaum dejó de ser una académica para convertirse en la única ambientalista del mundo que siembra toneladas de cemento y varillas; derrumba árboles y nos regala, sin licitación de por medio, obras monumentales que estimulan exponencialmente el número de autos.

Tales construcciones carecen de visión y proyecto como lo demuestra el tramo mal llamado segundo piso del Periférico norte, que tiene cinco accesos de los que funcionan tres y carece de descenso sobre el mismo Periférico en su planta inferior para desembocar sólo por el poniente en una angustiosa y única salida. Es decir, una ratonera. Al inaugurar la obra, se convirtió en la encendida oradora que quizás le faltaba al candidato perredista. Por todo esto, ha sido llamada como prístino refuerzo electoral.

A ver si con estas muletas el aspirante vuelve a mostrar alguna que otra sonrisa.

cremouxra@hotmail.com

Escritor y periodista

Olor a derrota

Ricardo Alemán
El Universal - Itinerario Político
18 de mayo de 2006

Según casi todas las encuestas, ninguna de las estrategias le ha resultado al candidato Madrazo

Igual que en las justas deportivas, en las competencias electorales el triunfo o la derrota se transpiran. Huele a triunfo, huele a derrota, dicen los aficionados a los deportes espectáculo. Ya huele a poder, dicen los políticos de quien está cerca de ganar una elección. Y en sentido contrario, cuando todo parece adverso, dicen que se percibe el olor de la derrota. Y ese aroma, el de la derrota político-electoral, se pega en la piel, se mete hasta los huesos, trastorna los sentidos. Y aparecen negación y justificación, afloran contradicciones e incongruencias. La desesperación suele ganar terreno y mueve a recursos últimos, desesperados, que las más de las ocasiones aceleran la derrota, pero que a veces sorprenden con un milagroso triunfo.

Y precisamente en la justa electoral que vivimos, son dos los candidatos y sus equipos de campaña los que transpiran ese peculiar olor de la derrota -lo que no significa que el 2 de julio resulten perdidosos, sino que hasta se puedan alzar con el triunfo, porque en política no hay nada escrito-. Se trata de Madrazo y de AMLO. En los dos casos aparecen las señales típicas de quienes ven alejarse la victoria y, aunque de manera tardía, ambos han reaccionado para tratar de recuperar el terreno perdido, con la esperanza de que el siempre veleidoso electorado se convenza de que son la mejor alternativa.

Madrazo parece el más preocupado. Una inversión de muchos millones de pesos, en medio de una guerra política interna que casi destruye al aparato del PRI, sólo le han servido para contener la previsible sangría de su voto duro, pero no le han aportado un solo voto nuevo. Según casi todas las encuestas, ninguna de las estrategias electorales, de imagen y marketing, le ha resultado al candidato Madrazo, quien recurrió, en una decisión que parece desesperada, a un cambio de última hora.

Madrazo buscó al estratega de la comunicación mediática, Carlos Alazraki, quien ha dado muestras de ser uno de los mejor dotados para el arte de la publicidad, pero quien no hace milagros. El problema para Alazraki es la marca y el producto que deberá posicionar, las cuales no se venden fácilmente, sobre todo en un tiempo tan corto como 45 días. En realidad lo que el PRI espera del cambio de estrategia es un milagro, que se ve difícil de llegar. En todo caso, el viejo partido le estaría apostando a mantener sus espacios de poder en el Congreso de la Unión, donde puede mantener su poder real.

En el otro bando, el de AMLO, la situación no resulta tan dramática, pero igualmente preocupante, sobre todo porque se experimenta el fenómeno contrario. De puntero en las encuestas, ha experimentado una caída lenta pero sostenida, hasta desbancarlo del primer sitio para enviarlo al segundo lugar. En el caso de AMLO nadie puede decir que todo está perdido. Con un cambio de estrategia efectivo y un mensaje adecuado, 45 días son suficientes para recuperar una porción de votos y preferencias perdidas.

Pero en la campaña de la coalición Por el Bien de Todos hay un pequeño problema, llamado Andrés Manuel López Obrador. Y es que por absurdo e increíble que parezca, el mayor problema del candidato de la llamada izquierda institucional -que hay que decirlo de paso, de izquierda no tiene nada-, es el propio AMLO. Como jefe de Gobierno del DF, y gracias a sus "mañaneras", a su política social y al desafuero, se construyó a sí mismo como el candidato presidencial más aventajado, como el indestructible y como el "rayito de esperanza". Pero en ese largo y sinuoso camino dejó cadáveres políticos.

Sacrificó a aliados fundamentales, como los Bejarano; rompió con la dinastía de los Cárdenas; asaltó a su partido, al que impuso dirigencia y candidatos indeseables; insultó y peleó con el Presidente, con los banqueros, con los poderosos capitanes de empresa, con organizaciones civiles que cuestionaron la inseguridad. Insultó y se empeñó en desprestigiar a los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y lanzó misiles de descrédito a instituciones electorales como el IFE y el Tribunal Electoral. Y por si no fuera suficiente, reincidió públicamente en pecados como los de la soberbia y la mentira.

López Obrador era -y sigue siendo- más que el "espíritu santo". Era el jefe del PRD, de la campaña de la izquierda, la coordinación de la coalición, el estratega, el escribidor de discursos, el palomeador de listas a puestos de elección popular, el creativo y el publicista, el vocero de sí mismo, todo, absolutamente todo. No aceptaba opiniones, sugerencias, críticas, porque sólo él es el iluminado. Pero esa luminosidad se apagó cuando sus adversarios contrastaron incongruencias y engaños, cuando jugaron sucio y exhibieron algunos de los cadáveres que dejó, cuando encontraron que la fortaleza de AMLO estaba en las debilidades del propio AMLO.

Y frente a ese embate sublimó sus debilidades. Negó todas las encuestas, negó la razón y el sentido común, negó sus errores y flancos débiles, y terminó por negarse a sí mismo. Hoy aparece desesperado y nervioso en tv, el medio que siempre negó. Hoy huele a derrota, junto con su equipo. Pero parece tarde, a menos que ocurra un milagro. Al tiempo.

aleman2@prodigy.net.mx

18 de mayo de 2006

Caída libre

Jaime Sánchez Susarrey
Reforma
13 de mayo del 2006


¿Caída libre? Por el momento sería aventurado asegurarlo, pero no es imposible. Todas las encuestas recientes muestran la misma tendencia: mientras AMLO va para abajo, Felipe Calderón va para arriba y ya es el puntero. Ulises Beltrán le otorga una ventaja de 5 puntos, MURAL 7, GEA/ISA 8, María de las Heras 3 y Mitofsky –curiosamente– 1. No hay, pues, ninguna duda. Estamos ante una tendencia. Sólo AMLO en sus delirios puede asegurar que se trata de un complot. Lo cierto es que los errores y los aciertos cuentan y cuestan en las campañas. Por eso, lo que hace unos meses parecía imposible se ha vuelto realidad: los ciudadanos le están pasando la factura al Peje.

Peor aún. Lo que hoy se percibe podría ser mucho más grave de lo que AMLO y sus entornos quieren reconocer. ¿Por qué? Porque el voto duro del PRD es de apenas unos 4 y medio millones de personas. La ventaja de 10 puntos que llevaba el candidato de la Alianza por el Bien de Todos en febrero se fincaba en los electores flotantes, es decir, en aquellos que no tienen una ideología ni una preferencia partidista definida. Pero esos ciudadanos votan diferente en cada elección y pueden cambiar de opinión, como está ocurriendo, a lo largo de una campaña. El error de AMLO fue y es creer que los tenía amarrados, metidos en la bolsa y que la victoria ya era suya.

Y pues no. La victoria de AMLO no es un hecho, es sólo una novela. Lo que sí es un hecho es que el desconcierto y la confusión se han apoderado del Peje y de su estado mayor. Las tensiones y las contradicciones entre el candidato y su equipo están a la vista. López Obrador, fiel a sus mejores reflejos, opta por desconocer la realidad e insiste en que sigue 10 puntos por encima de Felipe Calderón. ¿La prueba? Una encuesta que él mando a hacer y que por alguna extraña razón no muestra y tiene guardada bajo siete llaves. De ahí la insistencia en que todo es un complot, que no hay errores que lamentar ni estrategia que corregir. Todo va viento en popa. Corolario: hay que pasar la voz para que los ciudadanos no se traguen las ruedas de molino que les quieren vender los medios de comunicación.

Manuel Camacho, por su parte, utiliza un lenguaje sibilino. ¿Están truqueadas –se le pregunta– las encuestas? No, pero sí. ¿Cómo? –replica el reportero. Los números son manipulables –insiste. Entonces están truqueadas –replica el replicante. No, pero sí –concluye, lúcido, Camacho. Y anuncia un inminente cambio de táctica, que no de estrategia. Lo que, cuando menos, equivale a reconocer que se cometieron errores y que por eso Manuel Andrés López Obrador (MALO) ha caído en las preferencias electorales. Pero entonces aparece Ricardo Monreal, general de cinco estrellas como Manuel Camacho, y afirma que no hay rectificación que hacer. Por fin, ¿en qué quedamos? ¿Hubo o no hubo errores? ¿Habrá o no rectificación?

Ante semejantes confusiones, uno esperaría un pronunciamiento tajante de MALO en cualquier sentido. Pero no, nada de eso ocurre. Y es justamente en ese momento cuando Leonel Cota declara tajante: no vamos por debajo de Calderón, estamos en un empate técnico, tal como lo muestra la encuesta de Mitofsky, porque la diferencia es de sólo un punto. Ah, entonces sí hubo una caída. Los 10 puntos porcentuales de ventaja del mes de febrero efectivamente se perdieron. El cómo y el por qué no parece preocuparle al presidente del PRD, pero de cualquier modo haría bien en informarle a su candidato que eso fue lo que realmente pasó en las últimas semanas.

Pero las contradicciones y las confusiones no terminan ahí. Por una parte, el cambio de estrategia se anuncia en varios frentes: primero, se responderá en forma automática a cada uno de los mensajes negativos de la “guerra sucia” del PAN y su candidato; segundo, se montará una campaña negativa contra Calderón mediante spots en la televisión –que ya se están exhibiendo–; y tercero, MALO se lanzará de nuevo contra el Presidente de la República y su Gobierno; la tregua después del chachalacazo se da por concluida. La bondad y la oportunidad de esa rectificación se podrán evaluar muy pronto. Porque ya se sabe que las campañas negativas son armas de doble filo: si funcionan, bien; pero si no, pueden hundir definitivamente una campaña.

Por la otra, las actitudes de López Obrador resultan verdaderamente desconcertantes. El sábado o el domingo pasado, Felipe Calderón le lanzó un fuerte ataque: lo definió como un esquizofrénico que es incapaz de reconocer la realidad tal cual es y añadió: hace dos meses cuando las encuestas no me favorecían no me puse a lloriquear, hice cambios en mi equipo y en la estrategia para remontar la situación adversa. A pregunta expresa de varios reporteros sobre los dichos del candidato del PAN, MALO respondió que no respondería y que los ataques en su contra confirmaban que seguía siendo el enemigo a vencer. Pero entonces, ¿dónde quedó la nueva estrategia? Porque no tiene sentido emprender una campaña de respuesta inmediata a los ataques de Calderón si al mismo tiempo el candidato de la Alianza por el Bien de Todos se sale sigilosamente por la puerta de atrás.

Lo que ha pasado en estas seis u ocho semanas no es sencillo de explicar. Súbitamente hubo un cambio de percepción en los ciudadanos. Hace meses, los desplantes, las barbaridades y las teorías esquizoides del entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México no espantaban a un buen número de ciudadanos ni les quitaban el sueño. Las toleraban e incluso las veían con simpatía. Todo se le pasaba y todo se le resbalaba. Era el candidato teflón. Por eso, entre otras cosas, se sentía invencible e indestructible. El giro que están dando los ciudadanos confirma que eso ya no es así. El “cállate, chachalaca” le costó y la ausencia en el debate también lo perjudicó. Cada vez más gente lo percibe como un hombre intolerante e iracundo. Ya no es la víctima de un complot, sino un riesgo potencial para el país en caso de que alcance la Presidencia de la República.

El problema de MALO es que no tiene categorías mentales para confrontar esa realidad, procesar la información y corregir el rumbo de manera eficaz. Y no las tiene porque está convencido de tres cosas: una, que su misión es purificar la vida pública y restaurar, como Juárez, la República; dos, que él es el único representante del pueblo; tres, que sus enemigos fraguan permanentemente complots para arrebatarle la victoria. De ahí la posibilidad de que los electores flotantes se sigan alejando de un candidato obcecado y limitado, con rasgos esquizoides, que grita como chachalaca: ¡Hay compló, hay compló!

AMLO y la encuesta Consulta-Mitofsky

Francisco Báez Rodríguez
Crónica
18-05-2006

Andrés Manuel López Obrador, durante la entrevista que le realizó el martes pasado Joaquín López-Dóriga, insistió en que la mayor parte de las encuestas publicadas son parte de una campaña orquestada en su contra. No podía, sin embargo, incluir entre esas encuestas la que Consulta-Mitofsky levanta para Televisa. Hubiera sido por lo menos de mal gusto sugerir que el medio que lo estaba entrevistando formaba parte integral del complot demoscópico.

Esta excepción hacia Consulta y Televisa no obstó para que AMLO señalara lo que él considera “algunas imprecisiones” de la encuesta a cargo de Roy Campos. De los señalamientos del candidato de la Coalición por el Bien de Todos se desprende que, o bien él personalmente se echó un clavado en la página de Consulta y sacó las típicas conclusiones de un lector superficial, o bien algún miembro de su equipo hizo lo propio, buscando afanosamente el negrito en el arroz para quedar bien con su jefe y darle “artillería”.

Las críticas metodológicas que hizo López Obrador son dos. La primera es que los pobres están poco representados en la muestra de Consulta. La segunda es que la alta tasa de rechazo a ser encuestados proviene, mayoritariamente, de gente que lo apoya. Ninguna de ellas tiene sustento.

En el apartado de “método de estimación de resultados”, la empresa demoscópica señala, con toda claridad, que los resultados presentados “no son frecuencias simples, sino estimaciones basadas en la utilización de factores de expansión”. Para decirlo en otras palabras, no todos los entrevistados en la muestra cuentan igual a la hora de ponderar las respuestas. El peso de cada cuestionario se normaliza para que la probabilidad de selección de cada individuo en la muestra sea casi exactamente la misma. En otras palabras, se corrigen posibles sesgos sociodemográficos, así como la no-respuesta. Ni modo, se cayó el argumento.

Ahora bien, supongamos —y no es un supuesto desdeñable— que a pesar de estas estimaciones, sigue siendo muy pesado el factor de la gente que se rehúsa a contestar la encuesta, y ha tenido que ser sustituida. Ahí las noticias son peores para López Obrador.

En un artículo de 2004, firmado por Marcelo Ojeda, el segundo hombre en Consulta-Mitofsky, se analiza el problema de las tasas de rechazo. De acuerdo con los datos de la encuestadora, hay diferencias significativas de acuerdo con la región del país y el nivel socioeconómico del entrevistado. Los estados en donde mayor es el rechazo son Puebla, Tlaxcala, Jalisco, Nayarit y Colima, difícilmente considerados bastiones perredistas. Y donde más amable es la gente con los encuestadores es en Sonora, Sinaloa, Veracruz, Michoacán, Morelos y Guerrero. En cuatro de los seis estados hay una fuerte presencia histórica del partido del sol azteca.

Por niveles socioeconómicos es aún más claro. Mientras más rica es la gente, menos ganas tiene de responder encuestas electorales. Es una línea tan continua como correlacionada con la votación histórica del PAN. Quienes tienen ingresos familiares superiores a los 85 mil pesos mensuales suelen rechazar la encuesta el 56 por ciento de las ocasiones. Familias con ingresos de entre 35 mil y 84 mil pesos le dicen que no a la entrevista el 46 por ciento de las veces. En el otro extremo, 30 por ciento de quienes ganan entre 2 mil 700 y 6 mil 800 pesos al mes se niegan a ser entrevistados y solamente el 24 por ciento de quienes ganan menos de 2 mil 700 rechaza la encuesta.

¿Qué quiere decir esto? Que quienes le dijeron a López Obrador que las altas tasas de rechazo escondían a sus simpatizantes le mintieron y le hicieron un flaco favor. Es más fácil que las tasas de rechazo hayan escondido a votantes panistas, más abundantes entre la gente con ingresos altos. La gente pobre y sencilla es la más accesible a los encuestadores, aunque Andrés Manuel no les crea.

Pienso que al final sería más sencillo que, en lugar de andar metiéndose en análisis actuariales, el candidato perredista analizara sin pasión qué fue lo que provocó los cambios en las tendencias de la opinión pública y se abocara a corregirlo. Pero la soberbia es mala consejera. Y los malos consejeros sobran.

fabaez@gmail.com

17 de mayo de 2006

Necedad

Yuriria Sierra
Excelsior - Nudo Gordiano
17-05-2006

Los seres humanos no somos la única especie animal que persiste en el error, también la cabra, que tira al monte. Pero, a diferencia de la cabra, los seres humanos creemos que volviendo a repetir la misma ecuación muchas veces, obtendremos resultados distintos. La cabra, al menos, no piensa que, si ella no va hacia el monte, el monte terminará por venir a ella. He aquí dos ejemplos de cómo la perseverancia se convierte en ofuscación y nubla el juicio, hasta dejarlos cerca de la locura:


  • Madrazo o todo por mi dedazo. En Tabasco, a Roberto Madrazo le funcionó aferrarse a su cuestionado triunfo electoral como gobernador. Pero desde 1999, al entonces precandidato del PRI a la Presidencia se le metió entre ceja y ceja que debía convertirse en el candidato de ese partido para 2006. Buscó entonces la dirigencia nacional del CEN y cometió varias truculencias para ganarle a Beatriz Paredes. Y, desde entonces, se abocó al solo objetivo de construir o imponer su candidatura presidencial. Se rodeó de una serie de incondicionales (muchos de ellos, personajes indeseables), traicionó a Elba Esther y a los gobernadores, ametralló al Tucom y boicoteó sin tregua la agenda legislativa. Pudo haberse convertido en el árbitro de la contienda interna del PRI, salir en hombros y además darle a su partido una oportunidad real de regresar a Los Pinos, pero su necedad le impidió ver que el partido terminaba por desmoronársele en las manos, que sus aspectos negativos personales eran irreversibles y que tanto el PAN como el PRD le abrirían las puertas a sus detractores. La obsesión de Madrazo se convirtió en la locura de Madrazo; un político que fue víctima de su incapacidad para admitir el peso de las circunstancias adversas.

  • El Peje o todo es un compló. La fórmula que a Andrés Manuel López Obrador le sirvió maravillosamente bien para presionar a los poderes Ejecutivo y Judicial (que no al Legislativo) para des-desaforarlo, terminó por convertirse en una bomba de tiempo para su candidatura. La soberbia, sumada a la convicción de que su indestructibilidad sí era tal, lo llevó, en cuestión de semanas, a perder los diez puntos de ventaja que había acumulado para enero. Si a ello se suma su todavía total indisposición a admitir su caída en las preferencias electorales, es fácil entender que los posibles votantes (indecisos) que lo habían favorecido con su apoyo, ahora estén reticentes a dejarse tomar por garantía. “El pueblo no es tonto”, suele decir Andrés Manuel y, en efecto, al pueblo le repugna que lo tomen por tonto y le quieran seguir vendiendo la tesis de una conspiración, en plena temporada electoral.

Este es el ejemplo clásico de cómo una estrategia que puede ser muy efectiva en algunos casos, en otros resulta absolutamente improcedente. Y de cómo la soberbia es la peor locura que pueda anidarse en la mente de un político con pretensiones de ganar la Presidencia, y no precisamente una presidencia municipal (la jactancia es el pecado favorito del demonche encargado de llevarse el alma de los cretinos).

¿Y la nuestra? ¿Y cómo se castigará la necedad de nosotros, analistas políticos? Todos nos empeñamos, obtusamente, en buscarle el lado bueno a la cabra que tira al monte, aunque el monte ya esté en ruinas.

16 de mayo de 2006

El cuento de hadas de Roberto Madrazo

Ciro Gómez Leyva
Milenio - La historia breve
16/05/2006

Todo lo que tenía que salirle bien a Roberto Madrazo en los últimos cuatro meses, le ha salido mal:


  • Tenía que transformar la abrumadora opinión negativa sobre su persona en una positiva: hoy los negativos son tan altos como en enero.
  • Tenía que apoderarse del segundo lugar en las encuestas para poder saltar al primero, y hoy está más hundido que nunca en el tercero. En la medición más reciente (El Universal), se aleja 14 puntos de López Obrador y 18 de Felipe Calderón. Es ya carne fresca para el voto útil. Y el voto útil es la peor de las pesadillas para el mítico voto duro priista.
  • Confió en un presunto experto, David Pons, para que le diseñara y coordinara el plan de medios y las líneas generales de comunicación de la campaña. Le acaba de quitar el encargo.
  • Confió en los operadores más experimentados para armar las listas al Congreso. El objetivo era sumar, pero el saldo se imprimió en rojo.
  • Debía crear un espíritu de cuerpo en los priistas, sobre todo los gobernadores, para garantizarse su apoyo efectivo y no meramente teatral. Hoy cada quien jala por su lado, en función de sus intereses. La casa grande, Madrazo dixit, no les interesa; se ocupan de sus casitas chicas. Nunca el PRI había estado tan disgregado y desmoralizado.
  • Debía sacar una gran rentabilidad del primer debate, pero tuvo una noche desastrosa.

A las calamidades mencionadas, en fin, puede agregarse el pésimo negocio con los Verdes, o la incapacidad del candidato para conmover a la gente o para fijar un concepto en la opinión pública. Por eso, en el kilómetro 35 del maratón, un Madrazo agotado, lesionado, tiene que echar mano de Carlos Alazraki, con quien perdió dolorosamente en 1999.

A esta altura, con esos números, la inclusión del publicista ni siquiera parece una acción desesperada, sino más bien una apuesta para ver si en el plano de lo mágico consiguen lo que han sido incapaces de obtener en el mundo real.

Alazraki dice que va por los indecisos, que siempre le han sacado la vuelta al candidato de la Alianza por México. Y dice que tienen tiempo. ¿Tiempo? En enero hablaban de recuperar dos puntos cada mes. Hoy tendrían que remontar algo así como dos puntos cada cinco días. Sería un milagro. El problema es que no hay nada más lejano a un cuento de hadas que esta campaña de Roberto Madrazo.

Periodismo bajo sospecha

Denise Maerker
Excelsior - Atando Cabos
16-05-2006

Llevo una semana explicándole a quien me lo pregunta por qué no le hice yo la entrevista al subcomandante Marcos. Mi respuesta es siempre la misma y muy sencilla: Marcos prefirió dársela a Carlos Loret de Mola. No me creen. Prefieren seguir pensando que en realidad todo fue un montaje para hacerle publicidad a Marcos y perjudicar a Andrés Manuel López Obrador. Los más radicales hacen la siguiente secuencia “lógica”: voto panista a favor de la Ley Televisa, luego caída artificial en las encuestas de Andrés Manuel y para terminar lo rematan con Marcos en el canal de las estrellas. No le di importancia hasta que un hombre a quien respeto y admiro mucho, Lorenzo Meyer, relacionó en mi programa de radio esa entrevista con la campaña de miedo que tanto éxito le ha dado al PAN para destronar a AMLO del primer lugar en las encuestas. Lorenzo me dij “Al PAN y a su candidato no les estaba yendo bien hasta que tocaron el tema del miedo, muy propio de la derecha por cierto, entonces sí subieron en las encuestas. Pero no había imágenes que sustentaran este miedo. Con lo de Atenco y lo de Lázaro Cárdenas y con la aparición del subcomandante Marcos en Televisa en un horario estelar, ya es posible darle sustento a ese grito de miedo, ya no nada más es una falsa barda de ladrillos cayendo.”


-Pero lo ves como eventos fortuitos que favorecen a Acción Nacional o como algo planeado -le pregunté.

-¿Tener al subcomandante en el canal 2 a esa hora es un accidente? Nunca había estado ahí.

No hubo tiempo de mayores explicaciones. Pero me quedé intranquila. Es cierto, llevamos quince días mostrando imágenes violentas pero porque esos hechos de violencia se han dado.

En cuanto a Marcos, muchos periodistas llevábamos meses buscándolo. En enero fui a Chiapas con ese propósito, llegué el día en que murió la comandanta Ramona. Después de los enfrentamientos en San Salvador Atenco y del papel protagónico que se le estaba atribuyendo era muy probable que Marcos fuera a hablar. Lo sabíamos. El viernes en Atenco lanzó un desafió, le iba a dar la entrevista a quien subiera en ese momento al templete a recoger un cartucho de escopeta, tenía cuatro.

El ambiente era tan tenso y tan adverso para los medios que nadie se movió. Unos minutos después Joaquín Fuentes subió y le dieron el cartucho, también estaba una reportera de Loret de Mola que tomó otro.

A partir de ese momento, el equipo de Carlos y el mío nos lanzamos con todo para ver quién obtenía primero la entrevista. Parecía que me la iba a dar a mí, el sábado estuvimos afuera de su refugio en Iztapalapa preparados para hacerla. Esperamos cuatro horas. Entonces nuestro enlace, Sergio Rodríguez Lazcano, director de la revista Rebeldía, nos dijo que habían leído mi artículo de Excélsior del jueves anterior, donde escribí que quizás era tiempo de estar con los policías y que mejor lo iban a pensar. Nos fuimos. El lunes en la noche le confirmaron a Carlos que se la iban a dar a él. Les interesaba, me cuenta Carlos, que fuera en vivo, y entre 7 y 8 de la mañana, porque es el horario en que Primero Noticias se ve en Europa.

Desde entonces me han preguntado muchas veces y he oído y leído las más increíbles historias del porqué y del cómo de esa entrevista.

Fue Marcos quien decidió, como lo hacen todos los personajes que en un momento dado, a veces de manera muy fugaz, son el personaje-noticia. Él hizo lo que pensó que le convenía más.

Si fue lo correcto o no para su causa o si la entrevista gustó o no es otra cosa, pero es un error y un peligro meter todo en la hipótesis del complot.

Ese clima de sospecha que pende sobre los medios puede tener consecuencias nefastas. El equipo de Punto de Partida que estuvo en San Salvador Atenco para cubrir desde adentro el operativo de desalojo —y que nos permitió tener imágenes de la violencia policíaca— tuvo que ir sin sus identificaciones de prensa, por miedo a la reacción de los radicales de La otra campaña, quienes sólo aceptan a los que llaman medios alternativos. El problema es que cuando llegaron los policías dando golpes a diestra y siniestra tampoco tenían con qué identificarse.

Afortunadamente esta vez no pasó nada.

Los periodistas nos ocupamos de lo que es noticia. El día en que sesudamente analicemos antes de hacer una invitación el impacto que la entrevista va a tener sobre la coyuntura política o sobre los candidatos en una contienda electoral, habremos dejado de ser periodistas para convertirnos en políticos militantes.

Ojalá eso nunca suceda, muy a pesar de todas las partes que preferirían siempre ver en pantalla solamente con lo que coinciden y lo que les conviene.

El fin de la transición

Macario Schettino
El Universal
16 de mayo de 2006

Hace un par de semanas comentaba con usted acerca de la dificultad que tenemos los seres humanos para interpretar la realidad. Es tan complejo lo que ocurre que tenemos que estructurarlo de alguna manera, para que nos sea comprensible. La estructura le da sentido a la realidad, pero al mismo tiempo la distorsiona. Hay quienes, por ejemplo, gustan de usar una estructura conspirativa, en donde cada hecho de la realidad está dictado por alguna fuerza oscura, a través de mecanismos sumamente complicados. Con base en ello, puede uno encontrarse explicaciones muy raras en donde nuestra vida está dictada por las multinacionales, o por la hermandad masónica, o por algún secreto código milenario.

Y esta fuga de la realidad es más común de lo que parece. Cuando nuestra forma de explicar ya no da más, le inventamos "fuerzas sociales" a la estructura, que dictan que hoy América Latina vota por la izquierda, o que los empresarios se asocian para impedirlo. Normalmente estas explicaciones sólo muestran el agotamiento de la razón y la vuelta a lo religioso, a las fuerzas inexplicables del bien y del mal.

Me parece que podemos explicar buena parte de lo que ocurre sin apelar a ángeles y demonios, a conspiraciones o fuerzas sociales. El proceso electoral que vivimos es sólo el último de la etapa de transición de México. Se decide ahora si queremos continuar con el camino iniciado en 1986 o si queremos regresar al anterior. Eso es todo, pero es bastante.

Esto significa que la elección termina con 20 años de partidos de fin de régimen, unidos sólo por la expectativa del poder y no por ideas comunes. No son, el Partido Acción Nacional y el Revolucionario Institucional, los partidos creados a fines de los 30, sino organizaciones reconstruidas a mediados de los 80. Con mayor claridad, así es el PRD.

Los tres partidos, en su forma actual, no podrán sobrevivir a la elección. Como ya habíamos comentado hace varios meses, el PRI no puede ganar, y no puede sobrevivir. No es mala fe de este comentarista, es simplemente que ese partido no podía elegir un candidato presidencial y seguir unido. Así ha sido, y a diferencia de lo que opinan muchos, me parece que no es culpa de Roberto Madrazo Pintado. Hubiese ocurrido lo mismo con cualquier otro. Nunca el PRI había elegido un candidato presidencial sin la presencia arbitral del presidente de la República. No tenían cómo lograrlo.

La forma en que se rehagan los partidos depende mucho de quién gane la elección, pero ocurrirá de cualquier manera. Si pierde López Obrador, el PRD estará destruido. A golpe de encuestas, Andrés asignó candidaturas desde 1996, y con ese mismo instrumento logró desplazar a Cuauhtémoc Cárdenas e instaurar su mando absoluto. Si pierde, el PRD no tendrá ya nada que lo cohesione: ni la figura del ingeniero ni la promesa del poder, y ni siquiera espacios, porque las candidaturas fueron otorgadas a recién llegados.

En el PAN el fenómeno parece ocurrir al revés. Si Felipe Calderón pierde, entonces todo el poder queda en manos de la fracción retardataria de ese partido. Porque, a diferencia de lo que ocurrió en PRI y PRD, en Acción Nacional no fue el candidato el que otorgó candidaturas, sino el partido. Si a alguien le preocupa la extrema derecha, lo que sea que esto signifique, la puede encontrar en los primeros lugares de las listas del PAN. Si Calderón gana, esto significa que entrarán al Congreso no sólo los extremistas, sino buena parte de los moderados de su partido.

Visto de esta manera, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador implica un Congreso conservador. De derecha y de izquierda, si acaso eso tiene sentido. Si el ganador es Calderón, no vaya usted a imaginarse que ocurre exactamente lo contrario, porque no es así. Pero un vistazo a las listas de los candidatos nos permite imaginar, al menos, la posibilidad de una amplia coalición de centro, que saque adelante, de una vez por todas, los cambios de fondo necesarios para que México tenga alguna posibilidad de éxito en este siglo XXI.

La transición termina, como nosotros decidamos, este 2 de julio.

macario@macarios.com.mx

Profesor de la EGAP del ITESM-CCM

15 de mayo de 2006

Coming from behind

Mexico's presidential election
From The Economist (print edition)
May 11, 2006

The rise of Felipe Calderón

“NOTHING in politics is impossible,” Felipe Calderón is fond of stating. As the candidate of President Vicente Fox's conservative National Action Party (PAN) in a presidential election on July 2nd, Mr Calderón is doing his best to live up to his saying. He came from behind to win the PAN's primary in October, defeating Santiago Creel, Mr Fox's interior minister and presumptive nominee. Last month he overturned a two-year lead in the opinion polls for Andrés Manuel López Obrador, the candidate of the leftish Party of the Democratic Revolution.

This achievement probably has more to do with tactics than substance. José Espina, the PAN's general secretary, attributes Mr Calderón's rise to a campaign relaunch in March. This resulted in a barrage of negative advertising against Mr López Obrador, a populist whose political origins lie in Mexico's formerly ever-ruling Institutional Revolutionary Party (PRI). The ads claim that Mr López Obrador would visit disaster upon Mexico and link him with Hugo Chávez—despite his denials of any kinship with Venezuela's president.

Mr Calderón is conducting his campaign largely through the media, where he has outspent all his rivals. He makes far fewer public appearances than Mr López Obrador. This, says Dan Lund, a pollster, makes his lead vulnerable to an advertising counterblast from his rival.

Several other things may be helping Mr Calderón. First, Mr Fox has weighed in on his behalf with thinly disguised “public-service advertisements” trumpeting his party's achievements in government. Though opponents have cried foul, less discreet presidential campaigning was the norm during the PRI's seven decades in power. Mr López Obrador, for his part, did himself no good by declining to show up for the first of two debates between the main candidates on April 25th, allowing his rivals to ignore him.

Another factor is that the economy is picking up. Growth will be 4.5% this year, forecasts JPMorgan, an investment bank—the highest figure since Mr Fox took office in 2000. The economy is the main issue in the campaign. Mr López Obrador has stressed social justice. Mr Calderón's main pitch is faster growth, to be achieved by cutting corporate tax rates. He also promises to be more effective than Mr Fox in approving economic reforms, by forming a coalition government.

But Mr Calderón is far from home and dry. So far, he has managed to profit from an ambiguous relationship with Mr Fox. By snatching his party's nomination from Mr Creel, he has been able to distance himself from the government's inaction, while sharing in the glow of its achievement of macroeconomic stability.

But he cannot convincingly cast himself as an outsider. While Mr López Obrador rose from humble origins, Mr Calderón, a lawyer and economist, studied at Mexico's top private universities and at America's Harvard University. He is a former energy minister and president of his party, which his father helped to found.

In the end, the race may be tipped by the performance of other candidates. Patricia Mercado, a social democrat, may steal a few left-wing votes from Mr López Obrador. More importantly, the PRI's Roberto Madrazo has fared poorly. His campaign has been hurt by party splits and allegations of sleaze. If the election turns into a two-horse race, much will depend on which way disillusioned PRI voters turn. Whoever wins may well face a divided Congress, as Mr Fox has. The more negative the campaign becomes over the next seven weeks, the harder it will be to build the cross-party coalition the winner will require to govern effectively.

¿Qué pasó con el PRI?

Leo Zuckermann
Excelsior - Juegos de poder
15-05-2006

A 48 días de la elección presidencial son pocos quienes apuestan que el PRI puede regresar a Los Pinos. Desde enero, todas las encuestas consistentemente sitúan a su candidato en el tercer lugar, con alrededor de 27% de las preferencias. Los apostadores que están arriesgando su dinero para predecir el resultado de la elección le dan hoy a Madrazo una probabilidad de ganar de menos de 5%. Los priístas están nerviosos y el candidato presidencial comienza a tener un discurso de perdedor, buscando excusas de por qué va rezagado. Finalmente, en lo que parece ya un acto de desesperación, Madrazo ha llamado al publicista Carlos Alazraki para que lo saque del atolladero.

Así, por donde se vea, el panorama se advierte sombrío para el PRI. En este sentido, son muchos quienes se preguntan qué pasó. ¿Dónde quedó la supuesta fuerza del PRI? ¿Cuál fue el error?

La respuesta que todo el mundo suelta de inmediato es que la culpa la tiene Madrazo, por ser un mal candidato. Para empezar, en su agresiva búsqueda por la candidatura priísta, el tabasqueño alienó a muchos de sus correligionarios y propició divisiones partidistas. Luego, Madrazo siempre ha tenido coberturas noticiosas negativas, lo cual ha dejado una huella negra sobre su persona. De acuerdo con todas las encuestas, desde hace mucho, son más los mexicanos que tienen una opinión desfavorable de Madrazo de quienes tienen una favorable. Es, además, el candidato que mayor porcentaje de rechazo concita. Y, para colmo, cuando ataca, le sale el tiro por la culata. Por ejemplo, los spots donde criticaba a AMLO por no querer debatir le costaron más en términos de imagen al priísta que al perredista, según la más reciente encuesta de Excélsior-Parametría.

Pero decir que Madrazo es el problema del PRI enmascara el verdadero meollo de lo ocurrido, el error lo cometieron los priístas al aceptar un dirigente nacional preocupado y ocupado en su agenda política personal y no en la renovación que el partido necesitaba.

En la elección de su dirigente nacional en el 2002, los priístas eligieron a un político de quien todos sabían que su intención última era asirse de la candidatura presidencial y no la de reconstituir al partido. Esa fue la pifia que sólo unas pocas voces dentro del PRI, como la de Dulce María Sauri, criticaron. Porque, después de la derrota del 2000, ya sin la figura del árbitro último que era el presidente, lo que el partido necesitaba era un líder neutral, una especie de jefe de Estado partidista ubicado por encima de todas las facciones políticas, con la misión de construir nuevas reglas para resolver el principal problema de todo partido, cómo elegir a sus candidatos.

En su papel de líder nacional, Madrazo, en cambio, hizo todo lo posible por quedarse con la candidatura presidencial en vez de reconstituir las instituciones partidistas. Se olvidó de una práctica muy sana del Revolucionario que el partido reconoce en su mismísimo nombre.

Un presidente del PRI neutral lo hubiera podido dotar de las instituciones necesarias para que los aspirantes legítimos a las candidaturas pudieran competir por ellas. Ya con reglas claras, muchos priístas, entre ellos Madrazo, hubieran competido por la candidatura presidencial. Y, al final, al PRI probablemente le hubiera ocurrido lo mismo que al PAN, es decir, que, por medio de una competencia real, las bases eligieran a un candidato más popular y competitivo.

Sin embargo, para desventura de ese partido, Madrazo se comportó más como jefe de camarilla que como auténtico líder partidista. A quienes se le opusieron, los arrolló sin misericordia. Y lo más importante de todo, los priístas le permitieron esto.

Hoy, cuando una nueva debacle se presenta en el horizonte, muchos del Revolucionario deben estar arrepentidos. Porque, ¿de verdad hubiera salido Madrazo como candidato en una competencia partidista real con reglas justas y equitativas? ¿No tendrían los priístas hoy a un mejor representante en la contienda presidencial? ¿No suspiran al imaginar dónde estaría el PRI si Enrique Jackson o Enrique Martínez ocuparan el lugar que hoy tiene Madrazo?

Obtusos, sin una visión de fortalecimiento institucional, creyendo que sólo los errores de Fox los regresarían a Los Pinos, los priístas se dejaron liderar por un político a quien sólo le importaba su agenda personal. Fueron complacientes. Perdieron la oportunidad de renovar al Revolucionario para hacerlo más competitivo a nivel nacional.

Ahora, cuando las cosas no les funcionan, sería bueno que también reconocieran su responsabilidad porque, al final del día, fueron ellos, los priístas, quienes permitieron que Madrazo los regenteara.

Una izquierda disfrazada

Jorge Fernández Menéndez
Excelsior - Razones
15-05-2006

En realidad, salvo en algunos aspectos de la corriente encabezada por Patricia Mercado, no tenemos una izquierda ni remotamente moderna en nuestro país. Se pueden compartir o no las formas del debate que impulsó el presidente Fox en Viena sobre el tema del populismo, pero tiene razón: nuestra denominada izquierda, salvo casos excepcionales como el de la socialdemocracia chilena, no es hoy sino una mezcla de populismo y nacionalismo “revisitado”. Y en nuestro caso, de ello no se escapa, por supuesto, López Obrador, pero tampoco Marcos.

Respecto a Marcos (¿no es hora de llamarlo ya por su nombre, Rafael Sebastián Guillén, y olvidarnos del “nombre de guerra” de este personaje que abandonó aquella ambición guerrillera hace ya casi tres lustros?), su situación actual no se puede describir mejor de lo que lo hizo René Delgado el sábado anterior: “Un guerrillero sin fusil es un hombre disfrazado. Un guerrillero sentado en un estudio de televisión, saboreando su pipa y señalando que en las charreteras lleva un pasamontañas de repuesto, mientras ofrece una entrevista, no es un guerrillero, es un hombre disfrazado. Marcos cayó en su trampa. Es hora de decir adiós a las armas o es hora de saludarlas”. Eso es hoy el llamado subcomandante: un hombre disfrazado de guerrillero, quien, el mismo día que critica a los medios electrónicos por haber, según él, remplazado a los poderes políticos, llega gustoso a un estudio de TV de la principal empresa mediática, para hablar de cosas tan trascendentes como que tiene, según su opinión, “las mejores piernas” del sureste del país, o sobre su estado civil. Brozo, disfrazado de payaso, es mucho más serio y creíble que Marcos disfrazado de guerrillero.

Las repercusiones de este Marcos anodino, banal, sin discurso, del guerrillero que se rebela contra el poder y pide, simultáneamente, el derrocamiento del gobierno y el respeto al Estado de derecho, que oscila entre el guerrillerismo de café y el discurso de una ONG por encargo, se reflejan en su poder de convocatoria. San Salvador Atenco fue una provocación armada desde semanas atrás, para permitir que Marcos suspendiera su fracasada otra campaña y pudiera relanzarse mediáticamente desde el DF, para lograr colocarse en un panorama político que hoy lo ignora. En los hechos fracasó en dos ámbitos: por una parte, porque la respuesta, dura, de las autoridades, recibió un amplio apoyo popular: la gente, incluso acepta tolerar los excesos cometidos, aun cuando tampoco de la magnitud que se quiere denunciar, harta de estar literalmente secuestrada por grupos políticos que no le han generado respuesta o resultado favorable alguno. Segundo, porque el zapatismo exhibió una debilidad conmovedora. Incluso con el apoyo de los francisco villa, apenas si pudo juntar unas tres mil personas y eso en el DF, en el resto del país, incluido Chiapas, ha pasado completamente inadvertido.

Esa debería ser una buena noticia para la izquierda democrática del país. No lo es porque el PRD se ha alejado tanto de esa concepción que hoy resulta tan irreconocible como parte de esa corriente política como Marcos en su disfraz de guerrillero. ¿Dónde está la izquierda en el actual PRD y en la candidatura de López Obrador? En el equipo de campaña no hay hombres o mujeres de izquierda: algunos serán más respetables que otros, pero ninguno representa esa corriente o siquiera proviene de ella, quizá con la excepción de Jesús Ortega. En el partido, comenzando por su presidente, Leonel Cota Montaño, la izquierda está cada vez menos representada. El candidato López Obrador podrá generar expectativas de otra índole, pero lo suyo nunca ha sido una visión realmente de izquierda de la sociedad: confundir ello con un discurso de una política supuestamente a favor de los pobres es simplificar las cosas para llevarlas hasta el límite del ridículo. Hacerlo desde una visión paternalista y estatista es más grave aún. En realidad, con esa visión, como la que exhibe Marcos, terminan siendo profundamente conservadores: se pueden entender en plan de expectativas de poder, legítimas o no, pero jamás como parte de una cultura política de izquierda.

En los hechos, el único embrión de una izquierda moderna lo tenemos en Alternativa, aunque no está ajena a algunas posiciones también incomprensibles. Por ejemplo, de cara a los sucesos de Atenco, Patricia Mercado ha declarado que les “debemos creer” a las mujeres que han denunciado violaciones en el operativo de desalojo, por su género, o sea, porque son mujeres. Y se equivoca: debido a su género no debemos creerle a nadie: se violaran derechos o no, sea de hombres o mujeres, de manifestantes o policías. El hecho es que ninguna de las mujeres que ha denunciado una violación, sean mexicanas o las jóvenes extranjeras que fueron expulsadas del país, han presentado prueba alguna de sus dichos e incluso no se ha presentado siquiera alguna denuncia penal al respecto.

No niego que esos u otros abusos pudieran haberse cometido, pero en estos temas lo único que puede ser tomado en cuenta son las pruebas, no los testimonios, interesados o no, de los supuestos afectados, entre otras razones porque sabemos que, en esos sectores, desgraciadamente, también se ha generado toda una estrategia, una forma de operar mediática y altamente ideologizada.

¿Hay una izquierda democrática en México? Por supuesto que sí: vive en el PRD, en Alternativa, en el PRI, incluso en algunos sectores ligados al panismo. El problema es que, hoy, ninguna de las principales fuerzas políticas asume como tal su discurso, sus principios y objetivos. Paradójicamente, mientras nuestra izquierda democrática se hunde en el conservadurismo populista o nacionalista, mientras las nuevas expresiones de ella no terminan de madurar, es en las posiciones liberales, en el mejor sentido de la palabra, donde podemos encontrar, por lo menos, algunas expectativas de progreso.

El nuevo Congreso

Macario Schettino
El Universal
15 de mayo de 2006

Este país, como sabemos, ya no se convierte en propiedad del presidente sexenal. Desde 1997, la Cámara de Diputados existe. Casi simultáneamente, la Suprema Corte de Justicia despertó de su letargo de décadas. A partir de 2000, también hay Senado. Nos hemos convertido en un país con verdadera separación de poderes. Es más, debido al anacronismo de nuestras reglas, podemos decir que, en realidad, lo que tenemos es dispersión de poderes. En cualquier caso, lo que me interesa recalcar es que hoy es tan importante saber quién gana la Presidencia como perfilar la composición que tendremos en el Congreso.

Hace muy poco que los encuestadores empezaron a incluir preguntas en este sentido, tal vez porque las listas de candidatos se registraron durante marzo. Pero pronosticar cuántos diputados y senadores tendrá cada partido no es cosa sencilla. Si una encuesta, por naturaleza, tiene un error esperado, la forma en que se configuran las bancadas en el Congreso amplía el margen de incertidumbre.

Mire usted, hay 300 distritos en todo el país en donde el que obtenga más votos se convierte en diputado. Se les llama de "mayoría relativa". Hay otras 200 curules que se distribuyen proporcionalmente de acuerdo al número de votos que haya obtenido cada partido en cada una de las cinco circunscripciones en que se divide el país. Pero la combinación de estos dos mecanismos (poco frecuente en el mundo, por cierto) hace muy difícil estimar los diputados que finalmente tendrá cada instituto político.

Permítame darle un ejemplo para ayudarle a imaginar el proceso de asignación de curules. Imagine usted un partido que gana 20% de los votos. Si todos los diputados se asignaran proporcionalmente, le correspondería tener 100 diputados (20% de 500). Pero si este partido imaginario tiene una votación muy dispersa en el país y no obtuvo triunfos en ningún distrito, no tendrá los 100, sino muchos menos. El mínimo que puede tener es 40 (20% de los 200 que son proporcionales). Y el número exacto dependerá de la distribución de los otros partidos. Hay dos reglas finales para la asignación: un partido que obtenga más de 2% de votos tendrá al menos 10 diputados, y ningún partido podrá tener más de 8% de sobrerrepresentación, es decir, de diferencia entre el porcentaje de diputados y el de votos.

Ya estará claro que no es nada sencillo determinar el número total de diputados para cada partido, y que la estimación que le voy a presentar obliga a un número de supuestos demasiado grande. Pero qué le vamos a hacer, esas son las reglas. Así que procedo a pronosticar, y obviamente, a equivocarme.

La encuesta de EL UNIVERSAL nos dice que el Partido Acción Nacional tendría, hoy, 39% de los votos, mientras que la Alianza por México alcanzaría 28%. La coalición Por el Bien de Todos llegaría a 31%, con los dos puntos restantes a distribuirse entre los dos partidos nuevos. Si ninguno de ellos alcanza 2% reglamentario no le tocan diputados, como hemos dicho.

Pero, ¿cómo saber cuántos distritos ganará cada partido? Ni siquiera tenemos información por entidad federativa, mucho menos por distrito. Lo que sí nos dice la encuesta de EL UNIVERSAL es el comportamiento por circunscripción, que nos muestra que el PAN está ganando las primeras dos (todo el norte del país), mientras que el alianza Por el Bien de Todos gana las tres restantes (lo que alguna vez fue Mesoamérica).

Con base en estas cifras, me permití hacer una estimación por entidad a partir de las votaciones previas en ellas, que apuntan a lo siguiente: el PRI ganaría sólo tres entidades -Tamaulipas, Hidalgo y Nayarit-, mientras que el PAN obtendría el triunfo en 18, y la alianza del PRD, PT y Convergencia obtendría el triunfo en 11 estados. Reitero que estimar estos resultados tiene un margen muy elevado de incertidumbre, y no hay que olvidar que el PRI está reduciendo su votación en 10 puntos con respecto a la obtenida en 2000, y en 12 con respecto a la de 2003.

Si este fenómeno ocurre, aunque sea parcialmente, en los distritos, la Alianza por México estaría luchando por alcanzar un porcentaje de diputados similar a su votación. Es decir, la bancada conjunta PRI y PVEM estaría entre 130 y 140 diputados. La alianza Por el Bien de Todos apuntaría a ser la segunda, con al menos 150 diputados. Y finalmente el PAN sería la minoría más grande, con alrededor de 200 diputados.

El Senado, con las cifras de la encuesta, quedaría conformado por 52 panistas, 39 provenientes de la Alianza por México, y 36 del PRD, PT y Convergencia. Como dato interesante, de las listas al Senado, el PAN metería 13 candidatos, el PRI nueve y el PRD 10.

En las próximas semanas, con más información acerca de la distribución regional del voto, será posible estimar con mayor detalle tanto el número de diputados como de senadores. Y eso nos ayudará a tener una mejor perspectiva del tipo de alianzas y coaliciones que serán necesarias para que el próximo sexenio sea, ahora sí, de división de poderes, y no como los nueve años que llevamos ya de dispersión de poderes, y de estancamiento.

macario@macarios.com.mx

14 de mayo de 2006

El evangelio según Pedro y el lobo

Vianey Esquinca
Excelsior - La Inmaculada Percepción
14-05-2006

Percepción es imagen, e imagen, realidad. En la vida pública no importa lo que una persona sea, sino lo que los demás piensan que es; nadie escapa de esta cruel verdad, aunque cada individuo la asume como mejor le conviene. Así, vemos a los negados, quienes dicen que no son lo que todo mundo cree de ellos o niegan lo que todos saben que está ocurriendo. En este grupo encontramos a los sanchos, a los niños chiquitos, quienes se tapan los ojos para que nadie los vea o a los candidatos que rechazan las encuestas que no les favorecen.


También están los embusteros. Dícese de los individuos que crean su imagen con base en apariencias, cuyo teatrito les dura hasta que llega alguien y los desenmascara; en un debate, por ejemplo, o en alguna nota periodística. Está también el grupo de los obstinados. Éstos son peligrosos, porque ante la falta de habilidades se empeñan en repetir recursos trillados, y si alguien, por quedar bien, le soba la espaldita y le aplaude alguna de sus ocurrencias, ¡agárrense!, la repiten una y otra vez y cantan y cantan y vuelven a cantar en sus eventos de campaña sin misericordia ni respeto alguno. Los mutantes, por otro lado, mueven su imagen al son que les toquen y de acuerdo con las circunstancias. Aquí podemos encontrar lo mismo a los personajes de X Men y a los candidatos que ayer fueron del PRI, y hoy son del PAN o del PRD.

Cuando una persona sostiene su imagen a través del tiempo logra crear una reputación, la cual, cuando no es positiva, se convierte en un dolor de cabeza. No importa cuántas veces René Bejarano diga que es una persona honorable, la imagen que la gente traerá a su mente es la del Señor de las ligas. Los videoescándalos fueron un parteaguas, el trabajo que haya hecho antes, para fines de imagen pública, no tiene relevancia. Al góber precioso lo perseguirá la sospecha; igualmente a los hijos de Marta Sahagún, a Arturo Montiel y a muchos que se agregan sexenio tras sexenio.

Lo que hoy estamos viendo en las campañas políticas es el uso indiscriminado de la percepción. No es ético, moral, correcto ni justo cómo los partidos políticos utilizan el viejo y conocido refrán: Difama, difama que algo queda. Pero esta difamación sólo puede tener éxito cuando previamente se sembró la duda o cuando la mentira repetida tiene algo de verdad.

¿Por qué le resulta tan fácil al PAN y al PRI sembrar la duda sobre si el PRD está detrás de los acontecimientos de San Salvador Atenco? Porque durante muchos años el PRD estuvo involucrado en historias de presión, violencia y resistencia y durante años no hizo nada por cambiar esta percepción. De eso se están aprovechando sus contrincantes.

Entre más intente deslindarse el PRD de lo que sucedió en Texcoco y del subcomandante Marcos, la gente indecisa seguirá creyendo que detrás de esa negativa hay una verdad oculta. Si a esto se añade que el Frente Popular Francisco Villa, vinculado al PRD, fue quien acompañó y protegió al delegado Zero a su llegada al Distrito Federal y ha estado involucrado en las manifestaciones efectuadas en la ciudad, pues ni cómo ayudarlos. Esto le pasa a los partidos, cuando en su afán de conseguir votos se van a pepenar sin un mínimo control de calidad. En todo caso, deberían haber expulsado al dirigente del Frente cuando tuvieron oportunidad de hacerlo.

Tantas veces estuvo involucrado el PRD con este tipo de historias, que cuando lo niega, la gente ya no lo cree, aunque sea cierto. Se entiende que Andrés Manuel López Obrador no quiera vincularse ni a Marcos ni a Evo ni a Hugo, vamos ni al PRD.