Vianey Esquinca
Excelsior - La Inmaculada Percepción
14-05-2006
Percepción es imagen, e imagen, realidad. En la vida pública no importa lo que una persona sea, sino lo que los demás piensan que es; nadie escapa de esta cruel verdad, aunque cada individuo la asume como mejor le conviene. Así, vemos a los negados, quienes dicen que no son lo que todo mundo cree de ellos o niegan lo que todos saben que está ocurriendo. En este grupo encontramos a los sanchos, a los niños chiquitos, quienes se tapan los ojos para que nadie los vea o a los candidatos que rechazan las encuestas que no les favorecen.
También están los embusteros. Dícese de los individuos que crean su imagen con base en apariencias, cuyo teatrito les dura hasta que llega alguien y los desenmascara; en un debate, por ejemplo, o en alguna nota periodística. Está también el grupo de los obstinados. Éstos son peligrosos, porque ante la falta de habilidades se empeñan en repetir recursos trillados, y si alguien, por quedar bien, le soba la espaldita y le aplaude alguna de sus ocurrencias, ¡agárrense!, la repiten una y otra vez y cantan y cantan y vuelven a cantar en sus eventos de campaña sin misericordia ni respeto alguno. Los mutantes, por otro lado, mueven su imagen al son que les toquen y de acuerdo con las circunstancias. Aquí podemos encontrar lo mismo a los personajes de X Men y a los candidatos que ayer fueron del PRI, y hoy son del PAN o del PRD.
Cuando una persona sostiene su imagen a través del tiempo logra crear una reputación, la cual, cuando no es positiva, se convierte en un dolor de cabeza. No importa cuántas veces René Bejarano diga que es una persona honorable, la imagen que la gente traerá a su mente es la del Señor de las ligas. Los videoescándalos fueron un parteaguas, el trabajo que haya hecho antes, para fines de imagen pública, no tiene relevancia. Al góber precioso lo perseguirá la sospecha; igualmente a los hijos de Marta Sahagún, a Arturo Montiel y a muchos que se agregan sexenio tras sexenio.
Lo que hoy estamos viendo en las campañas políticas es el uso indiscriminado de la percepción. No es ético, moral, correcto ni justo cómo los partidos políticos utilizan el viejo y conocido refrán: Difama, difama que algo queda. Pero esta difamación sólo puede tener éxito cuando previamente se sembró la duda o cuando la mentira repetida tiene algo de verdad.
¿Por qué le resulta tan fácil al PAN y al PRI sembrar la duda sobre si el PRD está detrás de los acontecimientos de San Salvador Atenco? Porque durante muchos años el PRD estuvo involucrado en historias de presión, violencia y resistencia y durante años no hizo nada por cambiar esta percepción. De eso se están aprovechando sus contrincantes.
Entre más intente deslindarse el PRD de lo que sucedió en Texcoco y del subcomandante Marcos, la gente indecisa seguirá creyendo que detrás de esa negativa hay una verdad oculta. Si a esto se añade que el Frente Popular Francisco Villa, vinculado al PRD, fue quien acompañó y protegió al delegado Zero a su llegada al Distrito Federal y ha estado involucrado en las manifestaciones efectuadas en la ciudad, pues ni cómo ayudarlos. Esto le pasa a los partidos, cuando en su afán de conseguir votos se van a pepenar sin un mínimo control de calidad. En todo caso, deberían haber expulsado al dirigente del Frente cuando tuvieron oportunidad de hacerlo.
Tantas veces estuvo involucrado el PRD con este tipo de historias, que cuando lo niega, la gente ya no lo cree, aunque sea cierto. Se entiende que Andrés Manuel López Obrador no quiera vincularse ni a Marcos ni a Evo ni a Hugo, vamos ni al PRD.
14 de mayo de 2006
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