25 de agosto de 2006

Errores, no fraude

Ciro Murayama
Crónica
25 de Agosto de 2006

El miércoles 23, el dramaturgo Emilio Carballido y Edgar González Ruiz publicaron un desplegado en La Jornada, “El recuento parcial probó el fraude”, dirigido a los más de 130 ciudadanos —científicos, escritores, profesores universitarios, periodistas, etc.— que dimos a conocer el 3 de agosto —también a través de un desplegado— el texto “La coexistencia de la pluralidad política reclama la defensa de las instituciones de nuestra democracia”. Ahí, sobre la controversia electoral afirmamos: “No encontramos evidencias firmes que permitan sostener la existencia de un fraude maquinado en contra o a favor de alguno de los candidatos. En una elección que cuentan los ciudadanos puede haber errores e irregularidades, pero no fraude”.


Carballido y González ofrecen una serie de datos y nos dicen que: “Conociendo sus trayectorias profesionales y su respeto a la veracidad de la información, esperamos respetuosamente que estas pruebas les sean de utilidad para sus próximas expresiones sobre la naturaleza y resultado de la elección del 2 de julio”.

Como creo en la virtud de la discusión informada y respetuosa, voy a tratar de explicar por qué las pruebas que dan Carballido y González no demuestran la existencia de un fraude —entendido como la manipulación de votos y alteración de la voluntad ciudadana depositada en las urnas— sino, como dijimos en nuestro desplegado del 3 de agosto, “errores e irregularidades” que, agrego, pueden ser subsanados y corregidos por el Tribunal Electoral.


Como pruebas, el autor de Rosa de dos aromas y González Ruiz, señalan que en el recuento instruido por el Tribunal Electoral sobre el 9 por ciento del total de casillas instaladas la Coalición acreditó: a) que “1 de cada 3 casillas tuvo votos de más”, b) que “1 de cada 3 casillas tuvo votos de menos” y, c) que “2 de cada 3 casillas fueron alteradas” (“7,532 casillas que no coinciden en votos y listados”).

Cabe decir que el Tribunal ordenó un recuento en las casillas donde se ofreció prueba de la existencia de alguna irregularidad, once mil casillas. En el resto, 119 mil, no se demostró que hubiese inconsistencias que ameritaran el recuento.

Carballido y González dan por buenos los datos de una de las partes con interés directo en el litigio: la Coalición. Supongamos por un momento que esas cifras son precisas —aún el Tribunal está deshogando los juicios—, ¿prueban fraude alguno? No en mi entender. Por lo siguiente:
a) Votos de más. Como Carballido y González no dan mayor explicación, infiero que se refieren a los casos en que se encontraron más votos depositados en las urnas que las boletas que se entregaron a los electores que fueron a sufragar en esas casillas. Que haya tres o cuatro votos de más se explica, creo, con facilidad: con frecuencia se instalan casillas contiguas (dos o más), cuando la lista nominal de electores supera los 750 ciudadanos. Así, puede haber más de una casilla en el mismo domicilio (por ejemplo, donde yo voté había dos casillas, una para los vecinos cuyo apellido empieza con las letras que van de la A a la L y otra para quienes nos apellidamos de la M a la Z). Las urnas de ambas casillas estaban ahí, unas al lado de las otras. Un vecino López pudo depositar su voto en la urna donde van los votos de los Martínez y los Zúñiga. Se trata de un error, no de un fraude.

b) Votos de menos. Un ciudadano pudo, como en el ejemplo anterior, depositar su voto en la urna de la casilla contigua que no le correspondía y, entonces, aparecerá un faltante en la suya. De nuevo, un error, nada de manipulación deliberada de la voluntad popular.

c) Diferencia entre votos y listados. Cada que un ciudadano se presenta a votar, los funcionarios de la mesa directiva de casilla deben marcar la lista nominal con la palabra “votó” junto a los datos del elector. Si ese paso se deja de hacer, el listado de electores tendrá un votante menos respecto a los votos depositados. Pero el voto de ese ciudadano es legítimo y tal diferencia no es prueba de casillas “alteradas”.

Además, a cada casilla se envían 10 boletas adicionales para que puedan sufragar los representantes de los partidos que no necesariamente están en la lista nominal de esa sección. Ello trata de dar facilidades a los partidos para vigilar la elección: tus representantes pueden vivir en Iztapalapa e ir a observar la elección en Polanco, sin que por eso pierdan su derecho al voto. Si uno o dos representantes votaron en la casilla que vigilaron sin estar en esa lista nominal, no coincidirá el número de votos con el listado. Es algo normal, previsto, nada de fraude.

Los datos que manejan Carballido y González no nos dicen si se trató de un error, dos, tres o más en cada casilla revisada por el Tribunal, que en promedio tuvieron 400 votos. Un estudio de Fernando Pliego, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, evidencia que los errores se distribuyeron “de manera prácticamente igual en el caso de las casillas ganadas por Calderón o AMLO”, es decir, sin sesgo alguno.

En una actividad en la que participan 42 millones de personas a la vez, se pueden presentar múltiples errores puntuales. El Tribunal Electoral los está revisando y habrá que esperar su veredicto. Pero las pruebas que yo veo siguen sin acreditar “un fraude maquinado en contra o a favor de alguno de los candidatos”.

ciromurayama@yahoo.com

No hay comentarios.: