22 de agosto de 2006

Reivindicación del IFE

Mario Moya Palencia
Excélsior
22-08-06

El Instituto pasó la dura prueba y está más limpio que nunca. Las próximas resoluciones del Tribunal confirmarán ese prestigio

En mi artículo del martes pasado, Elección limpia, comenté que el recuento de las 11,839 casillas de 149 distritos electorales en 26 entidades federativas no cambió —como también lo cabeceó Excélsior ese día— los resultados de la elección presidencial; que ratificaban el triunfo del licenciado Felipe Calderón y "había convalidado la mayoría que el IFE anunció tras los cómputos del 6 de julio, lo cual reivindica la labor de ese Instituto y el escrutinio hecho por cientos de miles de ciudadanos".

Mi amigo Marcelino Perelló, matemático al fin, explicó detalladamente, el martes 15, los intríngulis del conteo, y confesó algo que interpreta lo que, a partir de entonces, piensan muchos mexicanos que cometieron el error de dejarse llevar por la acusación de fraude del señor López Obrador y sus seguidores: "Yo, que critiqué ásperamente al IFE, aquí mismo, hace poco, a raíz de la historia de las inconsistencias, hoy no tengo más remedio que salir, quijotesco, en su defensa."

Todo ello, insisto, significa una "reivindicación" del Instituto, de su consejero presidente, Luis Carlos Ugalde, y de los demás miembros de su Consejo General. Reivindicar, según la Real Academia de la Lengua, viene del latín res, rei, "cosa", y tiene el significado de "recuperar uno lo que por razón de dominio, cuasi dominio u otro motivo, le pertenece." En este caso la "cosa recuperada" es la confianza y la credibilidad ciento por ciento que justamente tenía y han vuelto a tener, sin duda, el Instituto Federal Electoral, sus dirigentes y colaboradores, como entidad autónoma que nunca se ha apartado de sus principios rectores: certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad.

Para quienes jamás dudamos del IFE y de Ugalde, así como de su cumplimiento de esos principios, no había necesidad de rectificación ni reivindicación; conocemos la vida institucional del país y el derecho y la organización electorales desde antes de que existiera el Instituto y sabemos que un fraude nacional es imposible.

Lo más importante es que cuatro de los cinco partidos o coaliciones participantes (PAN, PRI, Nueva Alianza y Alternativa) aceptaron en lo general desde un principio los resultados de las tres elecciones federales concurrentes y, por lo tanto, la legalidad y la certeza que le otorgaron el IFE y más de un millón 200 mil ciudadanos —capacitados por aquél— en la jornada del 2 de julio y en los cómputos de los días 5 y 6. Sólo la coalición Por el Bien de Todos impugnó 21,457 casillas del comicio mayor, de las cuales el Tribunal Electoral recontó 54% (11,839) y permaneció prácticamente la misma mayoría de sufragios (casi 0.57%) en favor del candidato panista.

La decisión del Tribunal federal de ordenar y hacer el recuento no fue un "regaño" al IFE causado por una "sospecha" sobre sus acciones —como dijeron los perredistas—, sino el desahogo de una vasta prueba pericial en los "juicios de inconformidad" interpuestos. El propio TEPJF ordenó al IFE, desde fines de julio, que abriera aquellos sobres o paquetes que se requería abrir para integrar los expedientes contenciosos, pues al Tribunal le faltaba alguno o algunos de estos documentos: a) acta de casilla, b) lista nominal de electores y, c) escritos de protesta; lo que éste hizo en las casillas señaladas por el TEPJF, por medio de los consejos distritales respectivos, para contribuir así a una mejor justicia electoral.

El IFE pasó la dura prueba y está más limpio que nunca. Las próximas resoluciones definitivas del Tribunal, que anunciamos también la semana pasada, serán, a nuestro juicio, una nueva confirmación del prestigio del Instituto.

mmoyapalencia@prodigy.net.mx

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