Ricardo Alemán
El Universal - Itinerario Político
21 de junio de 2006
Cuauhtémoc trabajaba en la concepción de una figura política capaz de contener las posibles desviaciones democráticas.
En sus primeras declaraciones públicas -luego de asumir la presidencia de los consejos asesores de la Comisión Organizadora del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución-, Cuauhtémoc Cárdenas negó que su encargo lleve ocultos objetivos políticos, como si sólo se tratara de un mero nombramiento honorífico.
Pero el propio Cárdenas se había encargado de deslizar ante los ojos de todo aquel que quisiera verlo, que a partir de su nueva encomienda asumirá de manera formal el papel que desde hace mucho le asignó la historia política mexicana, el de garante de que se consolide la transición mexicana a la democracia. Y esa responsabilidad, primero de motor y luego de guardián, lo coloca de manera temporal por encima de la sucesión presidencial, de la alternancia y del gobierno que resulte electo.
El mensaje parece claro. Nadie sabe bien a bien quién será el próximo presidente, pero son muchos los que temen que con la llegada del nuevo gobierno se produzca un retroceso en los avances democráticos. En el fondo, con la creación de la figura política que recordará las gestas históricas de la Independencia y la Revolución, tanto Fox como Cárdenas intentan un correctivo, acaso tardío, de una omisión en la que comparten una porción de responsabilidad, la de no haber creado los instrumentos políticos para asegurar la consolidación democrática.
Está claro que Cárdenas no habría aceptado formar parte de una comisión para conmemorar el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, si se tratara sólo de una figura decorativa. No se sabe si primero se pensó en la conmemoración de las dos gestas históricas, o si sólo se trató de vestir con ropajes harto simbólicos la preocupación del riesgo real de un retroceso democrático. Lo que sí se sabe es que desde hace meses Cárdenas trabajaba en la concepción de una figura política -en la que se aglutinaran diversos sectores sociales- capaz de convertirse en el aval moral y político para contener las posibles desviaciones democráticas, ante la polarizada competencia electoral y el riesgo de ingobernabilidad.
El razonamiento es conocido. Durante años -y a un elevado costo político y de vidas- los partidos opositores, en especial PAN y PRD, trabajaron para alcanzar la anhelada transición democrática. Construyeron un complejo andamiaje que hizo posible la primera etapa de ese objetivo: la democracia electoral. Ya instalado el puente por el que fue posible alcanzar la alternancia presidencial, por el que fueron posibles elecciones creíbles, imparciales y legales, y que propiciaron la caída del PRI, aparecieron en el horizonte de las elecciones de julio del 2006 los peligros inminentes. Es decir, existe el riesgo de que quien alcance el poder presidencial el 2 de julio -que se alcanzará gracias a que existe ese puente hacia la alternancia y las elecciones creíbles-, pueda llegar al extremo de destruir lo que queda detrás de sí, el puente de la democracia electoral, para regresar al pasado. Cárdenas llegó a la conclusión de que era imposible alcanzar un acuerdo entre todos los candidatos presidenciales para la firma de un compromiso por la consolidación democrática. Pero vio posible la creación de una fuerza social, con suficiente peso moral y político, con influencia en el nuevo gobierno -sea del partido que fuere-, para convertirse en garante de la transición democrática.
Y por increíble que parezca -y a riesgo de que los fanáticos de AMLO desaten de nuevo su rabiosa intolerancia contra quien piensa distinto a ellos-, Cárdenas veía en López Obrador y en sus posibilidades de alcanzar el triunfo el 2 de julio el mayor peligro de un retroceso democrático. Esa percepción no se le escuchará en declaraciones públicas, pero quienes hablan con él saben que existe. AMLO es un riesgo potencial para la democracia mexicana. ¿Por qué? Porque en su mesianismo y en su profunda cultura antidemocrática puede convertir su eventual gobierno, si es que gana, en una moderna versión del PRI. El PRD de hoy y la candidatura presidencial de AMLO son el mejor ejemplo.
Al parecer esa preocupación fue compartida por el presidente Fox, cuyos estrategas habrían dado forma al instrumento político ideado por Cárdenas, y al que vistieron con las ropas de Comisión Organizadora del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, los dos símbolos de la lucha social mexicana por las libertades y la democracia. Pero esa es apenas una parte del escenario. ¿Quiénes se integrarán a esa comisión organizadora? Representantes sociales de todos los sectores. ¿Y cual será el objetivo político de esa comisión? Además de los festejos obligados, el propio Cárdenas dibuja el fondo a grandes rasgos: "Ampliar la discusión democrática que concluya en la promulgación de una nueva Constitución". ¿Y qué quiere decir eso? En palabras coloquiales, convertirse en garante de la consolidación en México de la transición democrática. Todo ello por encima de quien resulte ganador el 2 de julio.
aleman2@prodigy.net.mx
21 de junio de 2006
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1 comentario:
Creo que en general los que nos comunicamos por Internet tenemos poco acceso a los nucleos que votan por AMLO. (Jóvenes, Desempleados, Ancianos sin recursos, estudiantes, etc.)
Pero lo que sí podemos hacer, es convencer a los más que podamos en nuestro entorno de ir a votar.
Es muy probable que un votante convencido por alguno de nosotros de ir a la casilla vote por Calderón.
En particular en esta elección, es mas importante nuestro voto que el fut, la cruda, y la flojera. Hagamos que esta eleccion la gente pensante exprese su voluntad.
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