18 de agosto de 2006

Visión de fuera

Sergio Sarmiento
Reforma – Jaque Mate
18 de Agosto del 2006

“Necesitamos la buena voluntad y respaldo de aquellos en la comunidad internacional con un interés personal, filosófico o comercial en México”.
Andrés Manuel López Obrador

¡Cómo ha cambiado la percepción de Andrés Manuel López Obrador a nivel internacional! Un ejemplo lo tenemos en The Economist, el semanario británico que es en buena medida la Biblia del pensamiento liberal en el mundo.

En su número del 1 de julio, publicado un día antes de la elección presidencial mexicana, The Economist respaldaba la candidatura de López Obrador en un editorial que se llamaba “Change, Please” (Cambio, por favor). En este texto, los editores de la revista argumentaban que lo que “México necesita es un Presidente radical” para acabar con la parálisis legislativa y enfrentar el problema de la desigualdad social.

En un artículo de fondo en el mismo número, The Economist identificaba a López Obrador como un candidato de “centro-izquierda” y aceptaba sin cuestionamiento -sin siquiera la acostumbrada mención formal de la posición del “otro lado”- la afirmación de López Obrador de que el juicio por el desafuero había sido un intento ilegal del presidente Vicente Fox para impedirle llegar a la Presidencia de la República.

Con el paso de las semanas, la percepción ha cambiado de manera gradual pero constante. Este mes de agosto, The Economist tildaba a López Obrador de mal perdedor en un artículo titulado “Sore Loser” que señalaba los abusos del “poder popular” con sus manifestaciones y bloqueos.

The Economist no es la única publicación internacional que ha cambiado su posición frente a López Obrador. Otras y muy respetadas, como El País, de España, el New York Times y el Washington Post, de Estados Unidos, han ido cambiando su posición sobre el candidato de la alianza Por el Bien de Todos. De una cobertura aprobatoria, incluso en las primeras acusaciones de fraude al sistema electoral que lanzó el tabasqueño, han pasado a una creciente incredulidad y exasperación. Todos estos periódicos han publicado editoriales en que piden a López Obrador respetar el resultado de la elección y la decisión del Tribunal Electoral.

A esto hay que señalar la posición expresada por el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español, un partido que el PRD considera cercano a sus posiciones, quien también ha recomendando a López Obrador aceptar el resultado de la elección.

Quizá por eso López Obrador tomó la decisión de buscar apoyo internacional publicando un artículo en el New York Times la semana pasada. En un momento en que su apoyo dentro de México empieza a desvanecerse, especialmente como consecuencia del políticamente desastroso bloqueo del Paseo de la Reforma y del centro de la Ciudad de México, el perredista necesita más que nunca el apoyo de la comunidad internacional.

Se ve poco claro, sin embargo, que ese apoyo vaya a resurgir tan fácilmente. Como lo mencionaba en su editorial esta semana el Washington Post, los esfuerzos de Andrés Manuel por probar el fraude han resultado infructuosos. La acusación de que se había registrado un fraude cibernético cayó por tierra cuando los analistas internacionales se percataron de que en México no se vota de manera electrónica sino con boletas físicas. La afirmación de que el gobierno y los funcionarios del IFE habían rellenado urnas, que parecía comprobarse con la difusión de un video de una casilla en Guanajuato, se desplomó cuando se comprobó que lejos de rellenar urnas los funcionarios de casilla, con el asentimiento de la representante de la coalición Por el Bien de Todos, habían simplemente pasado un grupo de boletas a las urnas que correspondía. Las protestas por falta de legalidad se han desvanecido conforme ha quedado en claro que el PRD no acepta ni las posiciones del IFE ni las decisiones del Tribunal Electoral ni ninguna decisión que no sea el reconocimiento de un triunfo que todo parece indicar no obtuvo.

Hay, por supuesto, en el mundo una izquierda radical que comparte la afirmación de López Obrador de que un “triunfo de la derecha es moralmente imposible”. Es este mismo grupo el que le ha dado apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y a organizaciones radicales como Al Qaeda. El problema del PRD era que desde hace años había tratado de ganarse un lugar entre las organizaciones de izquierda democrática en el mundo y no las de carácter radical. Su acercamiento al Partido Socialista Obrero Español o al Partido Socialista chileno parecía señalar un compromiso con la democracia y un abandono de las tácticas de choque que usó el partido en Tabasco en 1994 y 1995. Pero hoy ese avance empieza a desmoronarse conforme queda en evidencia que a López Obrador no le interesa la democracia o el impulso de las causas sociales, sino que vive obsesionado por conseguir el poder.

sarmiento.jaquemate@gmail.com

No hay comentarios.: