17 de agosto de 2006

Ideas para salir de la crisis

Jorge G. Castañeda
Reforma
16 de Agosto del 2006

Se van estrechando los márgenes. Ni AMLO puede recular, ni Fox puede evitar el uso de la fuerza pública para mantener el desempeño de las instituciones, ni Calderón puede aceptar un recuento que seguramente -hoy lo sabemos- le favorecería, ni el Tribunal puede violar sus propios preceptos y normatividad. No se ve una salida fácil.

Lo cual no significa que no exista, sino simplemente que no ha sido diseñada, ni ha sido propuesta por alguien aceptable para las partes. Las salidas obvias son todas malas, unas más probables que otras. El uso de la fuerza en las coyunturas venideras puede ser inevitable para Fox y deseable para AMLO, pero es pésima salida. El re "voto por voto" (porque ya se contó dos veces) puede ser deseable para AMLO pero es inviable para los demás. La anulación y el interinato pueden ser atractivos para los wannabes y sus cuates pero para nadie más. De todo esto se deduce que falta un diseño y un sujeto. Por tanto, se vale sugerir ideas.

Primero el diseño. Conviene evocar dos tipos de precedentes. Hay elecciones que se pierden por un fraude real o percibido (Nixon en 60, Toledo en 2000 y muchos otros ejemplos): candidatos que luego ganan. Hay candidatos que no ganan ni la 1ª ni la 2ª, y en ocasiones ni siquiera la 3ª vez, pero sí la 4ª (Allende, Mitterrand, Lula). AMLO no ganó esta vez, porque le arrebataron su triunfo o porque perdió en una elección limpia y justa (como creo yo). Pero no sólo puede ganar la próxima, sino que resulta muy factible que entre tanto logre 3 cosas. La 1ª: que su programa o parte de él, y en la medida en que realmente exista, sea puesto en práctica: si lo que buscaba era ayudar a los pobres, y si algunas de sus propuestas pueden contribuir a ello, no hay ninguna razón de que no suceda como parte de un paquete pactado. La 2ª: reinventar las reglas electorales que, según AMLO y sus seguidores, permitieron que se les despojara de su victoria. Estas reglas, básicamente las de 96, en buena medida diseñadas por Porfirio Muñoz Ledo. Creo que la ciudadanización, la compra de tiempo aire con recursos públicos en las campañas, el monopolio electoral de los partidos y los interminables dispositivos antifraude, son una pesadilla. Pero son las que hay y que el PRD votó. Sin embargo no hay nada que impida que se modifiquen o que se vuelva a diseñar toda la estructura electoral. ¿Qué queremos? Que exista la opción de recuento cuando un candidato lo solicite y se reúnan ciertos requisitos: adelante. Que haya una estructura electoral más profesional y menos ciudadana, es decir, menos sujeta a los errores de una ciudadanía con un nivel bajísimo de escolaridad: adelante. Que el Estado asigne tiempos de aire y que nadie más pueda pagar spots como en Europa o AL -a diferencia del modelo que copiamos de EU-: adelante. Que haya candidatos independientes o bien cualquiera pueda fundar un partido: adelante. Que haya una 2ª vuelta para que el próximo Presidente tenga pleno mandato: adelante. Todo esto se puede lograr en los próximos meses si AMLO invierte en eso su gran capital político.

La 3ª: ¿Cuándo queremos el repechaje (en francés o futbolístico)? No puede ser mediante la irresponsabilidad del interinato dentro de 18 meses. Y se podría entender que AMLO y huestes no quieran esperar 6 años. Entonces por qué no quedamos en algo a medio camino y que sería enorme e intrínsecamente benéfico para el país más allá de la coyuntura. Abandonemos el prurito dizque revolucionario y cultural de la no reelección, establezcamos la reelección consecutiva indefinida para presidentes municipales, diputados y senadores y de 2 periodos de 4 años cada uno para gobernadores y Presidente. Como en países tan distintos o semejantes al nuestro: Brasil, Colombia, Venezuela, EU. AMLO tendría que esperar 4 años, ahora sí para ganar o volver a perder, pero con reglas del juego que, nuevamente, su partido y sus expertos hayan contribuido a diseñar.

¿Quién puede proponer y negociar esto? No sé. Si existe en México un interlocutor válido para las partes, que aparezca -Iglesia, intelectualidad, empresariado- y qué bueno. Si no, entonces de fuera: no seríamos los primeros ni los últimos en acudir a buenos oficios externos para resolver problemas que es evidente no vamos a desenredar. ¿Quiénes? De todo. Latinoamericanos como Lagos y F. H. Cardoso; europeos como António Guterres y F. González; norteamericanos como Clinton, Carter y Chrétien. Es una simple idea de trapito y remedio; si hay otras, bienvenidas. ¿Dónde están?

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