Enrique Quintana
Reforma - Negocios - Coordenadas
28 de abril
"Es la economía estúpidos", fue una de las frases más célebres de Clinton como candidato, que muchos siguen sin entender.
Fue la economía y su mal desempeño lo que hundió a George Bush cuando compitió con Clinton.
Hoy pareciera que las cosas pueden repetirse... pero al revés.
En los análisis que se han hecho acerca del comportamiento de las intenciones de voto se ha perdido de vista el efecto que puede estar jugando en el ánimo ciudadano el desempeño económico.
Resulta que el primer semestre del 2006 se perfila como el mejor de todo el sexenio en materia de crecimiento y generación de empleos.
Cuando la guerra electoral se desató de manera más abierta, por allá de septiembre del año pasado, la historia era diferente.
En el tercer trimestre del año pasado, el PIB estaba creciendo a un modesto 3.4 por ciento y el promedio de los tres primeros trimestres era peor, de sólo 3.1 por ciento.
En materia de generación de empleo formal, las cosas no iban mucho mejor y el crecimiento era de 3.7 por ciento.
Si vemos ahora lo que se perfila en el primer trimestre del 2006, encontramos una situación que ha cambiado. Por un lado, el PIB crece a un ritmo de 5.2 por ciento, según las estimaciones del Banco de México, lo que significa el mejor registro desde el año 2000.
Y en cuanto a la generación de empleos, se ha llegado a una tasa de 5.8 por ciento, también la más alta desde el último año de Zedillo.
Pero, no sólo se trata de los datos macroeconómicos, sino de las percepciones de la gente.
El índice de confianza del consumidor, de acuerdo con los datos del INEGI, tenía un valor de 101.3 en septiembre del año pasado, lo que significa un ligero optimismo.
El dato más reciente, correspondiente a marzo de este año, es 12 por ciento superior al del comienzo real -no formal- de las campañas presidenciales y hay un fuerte incremento del optimismo.
El nivel de confianza más elevado tiene que ver con la capacidad de los miembros del hogar para adquirir bienes de consumo duradero y es hoy 12 por ciento superior a la que había hace un año.
Va otro dato.
En las encuestas trimestrales de evaluación de la gestión del Presidente Fox realizadas por Grupo Reforma se incluye una pregunta en la que la gente califica la gestión presidencial en materia económica.
El punto más bajo de la evaluación se presentó en el tercer trimestre del 2004. En esa fecha, sólo el 35 por ciento de los entrevistados calificaron la gestión presidencial en materia económica como buena o muy buena y, en contraste, 30 por ciento la calificó como mala o muy mala.
En el primer trimestre de este año, el 50 por ciento de los encuestados señaló que el desempeño había sido o bueno o muy bueno, mientras que sólo el 22 por ciento lo reprobó.
Como puede ver, los datos de crecimiento y empleo son muy consistentes con la evaluación de la percepción y hay un cambio significativo que no hemos valorado plenamente.
Si uno de los grandes éxitos de la campaña de AMLO es criticar el modelo económico y sus escasos resultados, es perfectamente comprensible que su discurso pueda tener menor eco en la medida en que el desempeño de la economía mejore y que la gente perciba más seguridad y optimismo en su circunstancia económica personal.
Y también es perfectamente comprensible que una mejor percepción de la gestión económica del Gobierno de Fox le pueda acarrear más simpatías a Felipe Calderón.
No dudo que el "efecto chachalaca" y otros fenómenos que los analistas políticos han descrito tengan impacto en las preferencias electorales, pero la frase de Clinton alude a un hecho que hemos ignorado.
En el 2006 la economía también jugará en la contienda.
Si las tendencias en materia de crecimiento y empleo se mantienen a lo largo del primer semestre es factible que el respaldo al candidato de Acción Nacional crezca.
Entre los votantes que no tienen definida su inclinación partidista pesará a la hora de decidir el sentido de su voto cómo ande su bolsillo.
Si ocurriera que las tendencias cambiaran y empezáramos a ver más problemas para la generación de puestos de trabajo, entonces seguramente la economía jugaría a favor de AMLO.
Lo único que no puede hacerse es ignorar el desempeño económico y especialmente los fenómenos microeconómicos, que se reflejan en las percepciones de los consumidores o de los ciudadanos en general.
Los candidatos pueden pensar que el contacto diario con la gente en las giras les muestra la realidad, lo que es absolutamente falso. Lo que hace es presentarles un segmento de la realidad a través de una población que en su mayor parte ya simpatiza con el candidato en cuestión y que, por lo mismo, está lejos de ser representativa de la población completa.
¡Es la economía estúpidos!, como diría Clinton.
E-mail: enrique.quintana@reforma.com
28 de abril de 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario