18 de septiembre de 2006

“¡Traidor, traidor!”

Ciro Gómez Leyva
Milenio - La Historia en Breve
18/09/2006

Dante Delgado tuvo que acercarse a la pasmada Elena Poniatowska. “Siga leyendo, siga leyendo”, le dijo al oído con firmeza diplomática.

Poniatowska dejó correr todavía unos segundos antes de retomar la lectura del discurso inaugural de la Convención Nacional Democrática, que había sido interrumpido por el grito “¡traidor, traidor”!”, que la multitud le dedicaba a Cuauhtémoc Cárdenas por haberse osado a criticar un par de días antes a Andrés Manuel López Obrador; por advertirle que sería un craso error jugar a ser un “presidente en rebeldía”.

Poniatowska parecía cobrarse, a la vez, el atrevimiento de Cárdenas por haberle escrito una carta invitándola a reflexionar. La dulce Elena decidía tirar la imagen del ingeniero a la jaula de los lobos hambrientos. Fiel estampa de lo que ha sido el lopezobradorismo en las últimas semanas: autoengaño, intolerancia y sevicia. La noche del 2 de julio tenía al menos a 15 millones de almas en la bolsa y al México político en un puño. El sábado, en una convención sin representación efectiva, se desvanecía en un circense acto de onanismo masivo. Pero quien se atreve a decírselos es un traidor.

¿Quién se hace cargo de la derrota? ¿Quién ahí adentro encarará a López Obrador para reprocharle que dilapidara una ventaja tan formidable que llegó atener a los adversarios de rodillas, rezando para que el tsunami amarillo fuera benevolente con ellos? ¿Todo es culpa de la “propaganda sucia”, de la lengua de Fox? ¿Cuántos nuevos adeptos tiene hoy el “movimiento”? ¿Quién, honestamente, cree que la autoridad moral de Andrés Manuel es más grande hoy que en julio, mayo, marzo...? ¿Quién se hace cargo de los millones que votaron por él y hoy vomitan al “presidente legítimo”?

Es un desastre. Lo que López Obrador y su pequeño círculo (ni siquiera fueron capaces de abrirle al “pueblo” un lugar en las tres comisiones creadas por la convención) han hecho con la esperanza de millones de personas es una infamia.

Dilapidaron una gran cosecha de votos a cambio de, Carlos Marín dixit, crearse su república patito; a cambio de convencerse a sí mismos que son los elegidos para purificar a la sociedad.

Cuauhtémoc Cárdenas debe estar tranquilo. Es un honor ser acusado de traidor por la intolerancia democrática nacional.

gomezleyva@milenio.com

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