Juan Manuel Martínez
Crónica
30 de abril
¿Autocomplot? López Obrador está sentado en su despacho. Piensa: “Sí hay un compló en mi contra, y temo que hasta yo esté metido en él”. En sus manos tiene un periódico que publicó que Felipe Calderón ganó el debate. Sobre su escritorio hay un documento acerca de las chachalacas.
El perredista está rodeado por pequeños carteles pegados en diferentes partes. En ellos se leen las frases: “No iré al debate”. “Que vaya la silla”. “Las encuestas en las que pierdo son falsas”. “Estaré vigilando a Televisa”. “Los medios me atacan”.
Tal imagen fue plasmada por el cartonista Magú, en La Jornada. Y fue citada por Ciro Gómez Leyva, en su programa de Radio Fórmula, para expresar su desacuerdo con las críticas que López Obrador ha lanzado contra las encuestas que le son adversas y contra los medios de comunicación que supuestamente se han organizado en un complot en su contra.
Irónico, Gómez Leyva imaginó que el perredista no diría que La Jornada es financiada con el oro de quién sabe quién.
Cualesquiera que sean los resultados del 2 de julio, el de López Obrador se mantiene como uno de los casos más llamativos en los últimos años en la relación política-medios, tanto por sus aristas como por su visibilidad, que ha posibilitado identificar diferentes episodios.
Variaciones. El rasgo más sobresaliente de esta semana es que la estrategia del perredista motivó desacuerdos incluso entre analistas que no pueden ser incluidos en la lista de sus críticos, ya no digamos acérrimos, sino ni siquiera frecuentes.
Además de los casos de Magú y de Gómez Leyva, Carmen Aristegui preguntó en Televisa Radio “¡¿Qué le está pasando a López Obrador?!”, al referirse al hecho de que AMLO continuara peleándose con Reforma por el tema de las encuestas.
Aristegui consideró que de unos días para acá el candidato está en un tono “bastante preocupante” con sus acusaciones a los medios de comunicación.
Por su parte, Denise Dresser comentó con Carlos Loret de Mola, también en Televisa Radio, que AMLO cometió el error de no participar en el posdebate, además de que se equivoca al negarse a participar bajo las reglas político-propagandísticas prevalecientes.
Dresser también planteó que a López Obrador se le revierten las descalificaciones que lanza contra las encuestas, porque ya hay un consenso en los sondeos, incluso en aquellos que lo llevaban de puntero hace un mes: hay un empate técnico o está debajo de Calderón.
Hay un hecho claro: AMLO ya no está fijando la agenda mediática. A pesar de ello, trata de manejarse con los mismos parámetros que usaba cuando estaba al frente del Gobierno del Distrito Federal y cuando las encuestas le daban una ventaja amplia.
Oscilaciones. A diferencia de lo que ocurre con los otros candidatos, el problema de López Obrador parecería ser que no ha definido con claridad cómo quiere que sea su relación de fondo con los medios —en el terreno de la realpolitik, no de lo ideal—, más allá de las situaciones de coyuntura.
Ello podría explicar las variaciones del candidato ante casos como el de El Privilegio de Mandar (Televisa) o el de Reforma. Ya el propio diario se encargó de recordar que las evaluaciones de AMLO van desde la opinión de que sus sondeos son serios hasta su calificación como mera propaganda.
Además, los cuestionamientos del perredista sólo aportan una cara de la situación: hay que recordar que en diferentes momentos él y el PRD han recurrido a las encuestas para apuntalar sus estrategias y a la ofensiva mediática contra sus adversarios.
Quizá también convenga poner sobre la mesa los datos aportados por Guillermo Valdés, analista de GEA, sobre la evolución de la campaña de AMLO, pues dejan ver la probabilidad de un problema de corte más estructural. En una mesa organizada por Loret de Mola en Televisa Radio, Valdés detalló: el 82% de los actos de López Obrador son mítines; ya no hay conferencias de prensa ni reuniones con su partido ni con grupos de interés a puerta cerrada; y entre los interlocutores de AMLO hay cero empresarios, 2 ó 3% de sociedad civil y 90% de simpatizantes.
Recalcó que es una campaña solipsista: no se expone a confrontar o a convencer.
Matices. En sus reflexiones de estos días, Gómez Leyva dejó entrever un elemento clave: por lo general no se puede evaluar a un medio como un bloque monolítico, sino como un espacio con muchas expresiones, a pesar de que finalmente predomine una tendencia.
En una entrevista reviró las críticas del dirigente perredista Leonel Cota contra Reforma: le dijo que ese diario tuvo por años arriba a AMLO y que ahí también se puede leer a Granados Chapa, Lorenzo Meyer, Denise Dresser, Roberto Zamarripa, y Guadalupe Loaeza.
Y en un comentario posterior, criticó la “descalificación falsa y grosera” que AMLO lanzó contra las encuestas de María de las Heras. Recordó que en Milenio —que publica los sondeos de De las Heras— escriben Federico Arreola y Ricardo Monreal, y que desde ese espacio Xavier Quijano dijo que el desafuero era un golpe de Estado.
¿Y qué dicen en el exterior? Recientemente, varios reportes de la prensa internacional retomaron dos líneas centrales de interpretación: el perredista pudo haber cometido un error al no asistir al debate; y está perdiendo terreno ante Calderón.
Por cierto, para esta última arista, uno de los elementos centrales de respaldo es el sondeo de Reforma. De hecho, una de las notas que le es menos desfavorable a AMLO, la de James McKinley Jr, del 26 de abril en The New York Times, catalogó como respetables las encuestas de El Universal, Excélsior y Reforma.
Continuación. El posdebate aún no termina.
En lo político-social, el eje Fox-Calderón es puesto en jaque por la intensificación de la movilización sindical —hay que recordar que Francisco Hernández Juárez, líder de la UNT, dijo que llamarían a votar contra el PAN— y por la llegada del subcomandante Marcos al DF, aunque sin la espectacularidad de otros tiempos.
En otro plano están los reclamos de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión a Roberto Madrazo tras de que el PRI se negó a votar las reformas complementarias a la denominada “ley Televisa”.Según se dijo, ello fue una reacción ante la hostilidad de los medios electrónicos contra la campaña madracista.
Habría que preguntarse si este episodio fue simplemente una evidencia de nuevos desacuerdos entre Madrazo y Chuayffet, jefe de la bancada tricolor en San Lázaro, o si es una estrategia de más largo plazo que pudiera llevar a una confluencia amplia en las estrategias del PRI y del PRD.
Ya existían algunos eslabones en ciertos sectores del Revolucionario Institucional y se han vuelto a hacer presentes: el 27 de abril, La Jornada recogió el planteamiento de Manuel Bartlett: que “el posdebate, con todos los noticiarios y programas de Televisa repitiendo que Calderón ganó arrolladoramente, viene a demostrar que la televisora pagó al PAN el favor de haber aprobado la reforma a la Ley de Radio y TV”.
El senador deslizó que a los priistas les prometieron blindar mediáticamente la campaña madracista, pero únicamente “les tomaron el pelo”.
El autor es socio fundador de Consultores en Investigación y Análisis de Medios, S.C
jmmartinezt@prodigy.net.mx
30 de abril de 2006
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