3 de mayo de 2006

AMLO: ¿un problema de liderazgo?

Leo Zuckermann
Excelsior - Juegos de Poder
03-05-2006

Hace un año, López Obrador desplegó gran habilidad política: aprovechó los errores y la torpeza de sus adversarios para ganarles la partida del desafuero. Hoy, la situación es muy distinta. Si los resultados no se obtienen es porque él y su campaña están cometiendo los errores, los cuales ahora sus adversarios capitalizan.


La actual coyuntura es adversa para AMLO. Su estrategia ya no está funcionando. Incluso analistas políticos inclinados a la izquierda comienzan a reconocerlo. De acuerdo con la revista Proceso, los colaboradores cercanos a AMLO están nerviosos. Sin embargo, según este semanario, él no los escucha, les pide un voto de confianza y les recuerda sus grandes hazañas durante el desafuero y los videoescándalos. Dice “apoyarse sólo en el pueblo, sin invertir en medios de comunicación […], pues la ruta marcada es una sola: la movilización ciudadana”. Se empeña en más de lo mismo. Es víctima de su propio éxit cree que lo que ayer le sirvió le funcionará para ganar la Presidencia. Nada más alejado de la realidad. AMLO ha perdido el momentum y la iniciativa en la contienda. Ya no es el centro de ésta. En las encuestas tiene una clara tendencia a la baja y no la reconoce. Aparece, así, como un candidato perdido, obstinado, que no acepta la realidad, evade su responsabilidad y, con dedo flamígero, culpa a otros de sus desgracias. ¿De verdad los mexicanos queremos un presidente así?

Soy partidario de un gobierno limitado y enfocado que fundamentalmente no estorbe a los individuos para que éstos, con libertad, puedan hacer lo que les plazca con su vida. Ahora bien, reconozco que sí existen situaciones que demandan un gobierno fuerte, responsable y decidido. Siempre es fácil gobernar un país cuando todo va viento en popa, pero, otra cosa cuando se necesita enfrentar una crisis. Por eso, la cualidad más importante que debe tener un presidente, como líder de una nación, consiste en entender cuándo hay condiciones adversas y actuar en consecuencia. Un líder debe admitir los errores, corregir la estrategia y asumir los costos del cambio. Para mí, esto es central a la hora de decidir mi voto.

Las campañas demuestran de alguna forma la personalidad de los candidatos y cómo actuaría cada uno en caso de llegar a presidente. Por ello, si en la actual coyuntura adversa, AMLO no admite sus errores y no corrige su estrategia estaría mandando un pésimo mensaje.

Porque imagine usted a un presidente que, cuando no se le dieran las cosas, se pasmara y escudara tras el pretexto de un complot. Tan sólo vislumbre que de repente cayera el precio del petróleo y el Ejecutivo, en vez de ajustar inmediatamente las finanzas públicas, se empeñara en seguir gastando porque, para él, la caída es inexistente y parte de una conjura de las grandes corporaciones petroleras.

Si, como dice Ciro Gómez Leyva, “los lopezobradoristas se empeñan en masturbarse con sus obsoletas teorías de la conspiración”, su candidato demostraría que tiene un problema serio de liderazgo para enfrentar situaciones críticas. Si bien AMLO capitalizó errores ajenos durante el desafuero, ahora debe corregir los suyos con el fin de mandar un mensaje claro y contundente de liderazgo.

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