2 de mayo de 2006

¡Íbamos a ganar!

Alberto Aziz Nassif
El Universal
02 de mayo de 2006

Después de observar durante las últimas semanas la campaña de López Obrador y, sobre todo, sus declaraciones sobre el debate del pasado 25 de abril, me acordé del magnífico libro que escribió Adolfo Aguilar Zinser después de la experiencia de haber participado en la campaña a la Presidencia de Cuauhtémoc Cárdenas en 1994. Este libro, ¡Vamos a ganar! , es un análisis de las razones de la derrota cardenista, y creo que hoy debería ser un libro de cabecera para AMLO.

El escenario de 1994 es muy diferente al de 2006, las reglas de la competencia electoral han cambiado de forma radical. Hace 12 años el entramado de la oposición era construir la transición a la democracia, ahora la clave es buscar una consolidación democrática y hacer los ajustes necesarios para acotar la gran desigualdad social que cada día crece y lastima a millones de ciudadanos que tienen sus derechos disminuidos. Hace 12 años el objetivo era desmontar el régimen autoritario, ahora es darle el espesor institucional para sintonizar la alternancia en el poder con una lógica democrática. Sin embargo, algo ha permanecido en la oposición de izquierda que pasó de Cárdenas a López Obrador, una especie de obstinación, de terquedad que confunde los valores y principios con las estrategias y las tácticas de una campaña.

Otro de los cambios entre 1994 y 2006 es que la posición estratégica de Cárdenas y sus posibilidades de triunfo eran mucho menores a las que hoy tiene López Obrador. En el libro de Aguilar Zinser señala: "No obtuvimos los votos que necesitábamos, pero no los obtuvimos porque sea imposible lograrlos, sino porque lo que debimos hacer para obtenerlos no lo hicimos o lo hicimos mal y parcialmente (...). Nuestra equivocación fueron los métodos, la estrategia que seguimos para ganar".

Hace un mes y medio, cuando López Obrador era el puntero de la contienda electoral, decidió, con los datos que tenía en ese momento, que sólo asistiría a un debate, al de junio, y no lo haría al de finales de abril. Ya es un lugar común, menos para el candidato del PRD, que su ventajosa posición se modificó y que la estrategia de medios y guerra sucia funcionó. Además, las pugnas internas del partido, por la inclusión de una serie de connotados priístas, desprestigiaron a esa opción política. Se puede sumar también la estrategia permanente de descalificación del presidente Fox, más algunos datos nuevos, como el de una mejoría en el crecimiento de la economía del país. Ante la baja en las preferencias electorales, AMLO decidió profundizar la misma estrategia y se equivocó: en lugar de girar y asistir al debate, persistió y perdió por ausencia; en vez de asumir la baja en las encuestas, inició un litigio contra las encuestas.

AMLO regresó al lugar conocido, a la respuesta de que existe un complot para bajarlo, a decir que las encuestas se arreglan en Los Pinos. Cuando se revisan todas las últimas encuestas en la página de la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública (AMAI), www.opinamexico.org, se puede observar que todas las casas encuestadoras, con diferencias y matices, marcan una baja de López Obrador. Si el candidato insiste en sus actos de campaña que sigue con 10 puntos arriba, puede haber varios efectos: tranquilizar a sus votantes convencidos, lo cual es absurdo porque ese sector ya lo tiene; responder a sus contrincantes, que ya saben, por sus propias mediciones, que sí hay una baja, lo cual resulta inútil; y litigar con las mismas empresas que presentan un resultado adverso, con lo cual se arriesga a ser exhibido como un candidato que aplaude los datos que le favorecen y es intolerante cuando se modifican. Por otra parte, también resulta claro que ciertas empresas de comunicación juegan con sus datos, los publican cuando quieren lograr un efecto, pero al final de cuentas responden antes sus públicos por los resultados.

En otros momentos le ha funcionado el litigio a AMLO, pero hoy quizá no sea lo mismo, porque en lugar de salirse del lugar en donde sus contrincantes lo quieren poner, en la esquina del intolerante, el peligroso, el rijoso López Obrador acepta el pleito y va de nuevo a la arenga para afirmar que sí lo quieren desacreditar y que los otros mienten. Pero ya no es el jefe de Gobierno, ahora es un candidato en campaña. Con el nivel de guerra sucia y polarización en el que han metido al país los partidos y candidatos, se necesita otra respuesta, porque la que está dando el candidato perredista es ineficaz, y la mejor forma de comprobarlo es que sigue bajando en las preferencias.

En otra parte del libro, Aguilar Zinser señala lo siguiente: "Para Cuauhtémoc todas las definiciones de campaña eran posiciones de principio, planteamientos programáticos de fondo y no posicionamientos tácticos para ubicarse frente al electorado". Cuando los contrincantes de AMLO lo colocaron frente a las cuerdas, él siguió en el mismo tono de su campaña y ahora que el segundo lugar acorta la distancia, él se sale del foco de la contienda y en lugar de haber aceptado su bajada y presentarse a debatir para volver a marcar la agenda, como hábilmente lo ha hecho en otros momentos, decide seguir con la misma definición de campaña. Incluso sus spots de televisión han dejado de funcionar, porque reproducen la imagen de un jefe de Gobierno con política social y no la de un candidato a la Presidencia que quiere gobernar para todo el país.

Aguilar Zinser escribió que en la lucha de Cárdenas había un sentido trágico, una "visión un tanto apocalíptica de la redención social". Cualquier parecido con López Obrador puede ser por herencia o por identidad, pero ahora sigue vigente: "Los tres jinetes del Apocalipsis cardenista son: uno, su arquetipo de justicia; otro, la voz del pueblo, una voz que pronuncia el mandato ineludible de la historia; y tres, el cartabón de su moral pública".

AMLO puede hacerse cargo de sus jinetes apocalípticos y corregir su estrategia y, por supuesto, sus tácticas, para dar una batalla en mejores condiciones. Pero al mismo tiempo, también puede seguir por la misma ruta, esa que el próximo 3 de julio lo lleve a decir: ¡íbamos a ganar!, pero nos hicieron un complot y no se pudo.

Investigador del CIESAS

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