3 de mayo de 2006

AMLO: peor para la realidad

Jorge Fernández Menéndez
Excelsior - Razones

03-05-2006

Un hombre que miente conscientemente o no es capaz de comprender, asimilar, los aspectos más elementales de la realidad, no puede, no merece, ser presidente de un país. Andrés Manuel López Obrador parece estar empeñado en demostrarnos que, por esa razón, no está a la altura de sus aspiraciones.

Ayer, María de las Heras, una de las encuestadoras más serias de México, publicó su estudio de fines de abril en Milenio y encontró lo que ya habían hallado otros encuestadores, antes y después del debate: López Obrador ya no es el favorito para las elecciones del 2 de julio próximo, su caída es continua y ya está en segundo lugar, incluso alejándose cada vez más de Felipe Calderón. AMLO, que ya había descalificado las encuestas anteriores, ahora hizo lo mismo con la de María de las Heras, aferrado al espejismo (o la mentira) de que él sigue diez puntos arriba, lo cual ningún encuestador serio del país ha encontrado. Tan absurdo es el argumento de López Obrador que ni siquiera puede decir de dónde sale ese dato misterioso.

En el mismo Milenio, durante todo abril, uno de sus colaboradores, ex director de ese grupo editorial y uno de los principales dirigentes del equipo del candidato, Federico Arreola, había descalificado las encuestas de GEA-ISA, Reforma, Excélsior y Mitofsky (para Televisa), diciendo que eran falsas y asegurando que las encuestas serias ratificarían arriba a AMLO.

Federico siempre ha dicho, lo reiteró hace un par de semanas con motivo de la presentación del nuevo libro de María, que ella es la mejor encuestadora de México. Y muy probablemente lo sea. Arreola deberá ahora denunciar la corrupción de su periódico y su encuestadora y amiga o reconocer que su jefe político está equivocad López Obrador no matizó su juicio en absoluto, en su opinión se trata de una encuesta falsa, parte de la conspiración del gobierno y los sectores de poder en su contra. ¿Qué hará Federico, qué hará Manuel Camacho, quien también estuvo aquella noche en la presentación de María de las Heras, o los muchos dirigentes perredistas, quienes saben que ésa, como otras encuestas, es verídica y confiable?

El problema no son ellos, sino su candidato. AMLO, como decíamos el lunes y lo ratificaba la portada de Proceso ese mismo día, está convencido de tener la suma de la razón pública y, simplemente, hace ya mucho tiempo no escucha a casi nadie y se considera el único estratego de su equipo. Insiste en que confíen en él porque las cosas le saldrán bien, como le salieron con el desafuero.

La diferencia enorme es que en ese tema las cosas le salieron bien porque difícilmente puede encontrarse un momento en el cual este gobierno se haya equivocado tanto en tan poco tiempo.

El problema radica en que López Obrador ya no es el favorito, se ha quedado sin estrategia, nunca ha tenido un discurso presidencial que pasara de los lugares comunes o de una suma de propuestas imposibles de realizar, incluso desde un punto de vista presupuestal.

Pero, a ello, ahora se ha sumado la pérdida de la brújula en la campaña: todo estaba pensado, concebido, para que a estas alturas AMLO tuviera tal ventaja como para hacer del 2 de julio un paso burocrático.

No ha sucedido así. Si alguien con sentido común hubiera leído la tendencia de las encuestas, le hubiera podido decir lo que en este espacio sostuvimos desde ener si las cosas seguían igual, en abril esas tendencias se cruzarían. López Obrador no lo entendió porque no puede —lo decimos respetuosamente— entenderlo, porque su concepción de la política está imbuida por el misticismo (“estado de perfección religiosa que consiste en cierta unión inefable con Dios”, dice la Enciclopedia Británica) y no por la evaluación objetiva de la realidad. Por eso, si la realidad le muestra otra cosa, será peor para la realidad. Pero, si no se puede aceptar una encuesta, ¿cómo se podrá comprender a un país, una sociedad, un mundo tan complejo como el nuestro?

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