Catón
Reforma
Junio 6 del 2006
Éste es un día apocalíptico. Hoy se completa el número predicho por el Libro de la Revelación, el ominoso 666. Nos hallamos en el sexto día del sexto mes del sexto año del actual milenio. En este día fatal las tinieblas llenarán el universo, y cesará toda actividad de la CFE. Entonces aprenderemos que los monopolios no son buenos. Yo, previsor y ordenado como soy, me compré con anticipación una vela bendecida, pues únicamente esos sagrados cirios darán luz. Lo malo es que sólo hasta después que pagué el cirio la vendedora me informó que únicamente se encenderá la vela si todos en la casa están libres de pecado. Carajo, ya ni las velas benditas están garantizadas. Tendré que salirme a la calle para que arda la que compré. Como si todo eso fuera poco hoy será el debate presidencial. Ojalá el Apocalipsis no impida su realización. Importante será el encuentro de los candidatos, a pesar de su rigidez -del encuentro, no de los candidatos- y de la dificultad para que en él enfrenten sus ideas (quienes las tengan) y se contesten unos a otros.
Desde su Olimpo personal López Obrador niega que el debate sea significativo, y al parecer no se ha preparado en forma especial para la confrontación. Ciertamente, el encuentro no definirá el resultado de la elección, pero influirá en él. Ya vio AMLO cómo su ausencia en el debate anterior lo hizo bajar en las encuestas. Y ahora está más cerca la jornada electoral. El interés se centrará en el perredista y en Felipe Calderón. Ya Madrazo no cuenta. Al final de esta campaña el priista será como el entrenador de aquel equipo de waterpolo que llegó muy satisfecho del torneo. Perdimos todos los juegos -dijo ufano-, pero no se nos ahogó ningún jugador. Exagerando un poco diré que Madrazo debe aspirar ya solamente a que el PRI mantenga su registro.
Esperemos el resultado del debate. En él muchas cosas pueden suceder. La moneda todavía está en el aire. Este día -cabalístico día- puede influir en la forma en que caerá… Pero no quiero tener en suspenso a la República, ni llenarla de inquietud.
Para sedar a la Nación contaré algunos chascarrillos… El explorador blanco y su guapa esposa cayeron en poder de los salvajes. Después de una breve plática con el jefe de los nativos, el explorador se dirige a la mujer y le dice: Parece que tendrás que irte con ellos, vieja. Ya no se conforman con espejitos y cuentas de cristal… Un señor pasó a mejor vida y llegó a la mansión de la eterna bienaventuranza. En la tierra había sido buen comedor, de modo que se desazonó al darse cuenta de que lo único que se comía en el Cielo eran unos insípidos sándwiches de jamón y queso preparados de mala gana por San Pedro. Decidió darse una vuelta por el infierno, a ver cuál era ahí el menú, y grande fue su sorpresa al ver que Lucifer estaba confeccionando una sabrosísima paella que no era simplemente arroz con cosas, sino una paella con todas las de la ley que hasta en Valencia habría ganado el concurso de paellas. Regresó el señor al Cielo y dijo a San Pedro. Acabo de estar en el infierno, y allá comen paella. ¿Por qué a nosotros nos das sándwiches nomás? Responde con mal humor San Pedro: Para los cuatro que estamos aquí no me voy a poner a hacer paella… Viene ahora un cuento de color subido. En este punto las personas pudibundas deben saltarse hasta donde dice FIN… Un señor se quejaba de lo aburrido que era la vida sexual con su mujer. Cierto amigo suyo le recomendó que probara nuevos modos de hacer el amor. Por ejemplo -le sugiere- el de la carretilla. ¿Cómo se hace eso? -pregunta intrigado el señor. Describe el amigo: Tu señora apoya las manos en el suelo, tú la levantas por las piernas, y así unidos van de un lado a otro. Cuando el señor llegó a su casa le propuso a su esposa hacer aquello. Está bien -acepta ella-, pero con dos condiciones. ¿Qué condiciones? -pregunta el marido. Responde la señora: La primera, que si me canso pueda descansar. La segunda, que no pasemos por donde esté mi mamá… FIN.
6 de junio de 2006
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