8 de junio de 2006

Con la gente, en el debate

Francisco Báez Rodríguez
Crónica
8 de Junio de 2006


Para David Romero, y la pertinencia de hacer preguntas impertinentes

Tuve la oportunidad, en la agencia BGC, de ver el debate entre candidatos presidenciales y, en simultánea, un gráfico que va midiendo las sensaciones y apreciaciones de la gente. es una experiencia muy interesante e iluminadora, que los equipos de los aspirantes a Los Pinos deberían de imitar, en vez de convertirse en porristas de sus gallos, sean giros o colorados.

Lo primero que llama la atención es que muchos de los temas y lemas que han sido reiterados en las campañas mediáticas tienen un efecto nulo, o negativo, entre los electores. No sé si es porque lo consideran una repetición de lo que les han dicho hasta el hartazgo o porque de plano no les gusta. El caso es que conceptos como “te irá muy bien”, de Madrazo; “primero los pobres”, de López Obrador o “uno de tres”, de Campa carecieron de efecto en el debate (si acaso, de manera paradójica, el lema de AMLO lo ayudó un poco con la clase media (esos privilegiadotes que ganan 15 mil pesos) y lo perjudicó evidentemente entre la popular (a la gente no le gusta que la pobreteen).

Otro dato importante es que algunos conceptos que se toman por tabúes no causan en el electorado mayor impresión: homosexualidad, aborto, reelección y privatización son palabras que no tienen el peso que se les atribuye.

Yendo por candidatos, los analizaré en el orden inverso a la percepción de su desempeño en el debate.

Roberto Campa no dio espectáculo, pero cosechó más puntos negativos que nadie. Apenas empezaba a hablar y ya bajaba 10 puntos en su evaluación, pero a diferencia de su némesis priísta, nunca regresaban al punto original.

Es notable la mala imagen que Roberto Madrazo tiene ante la población. También él tenía que empezar desde más abajo que casi todos los demás. Las frases de político tradicional (“fiscalizar al gobierno desde el Congreso”, “dotar de facultades a la policía”, “los principios de política exterior”, “reforma competitiva del sector eléctrico”) le hacían tremendo daño. Las propuestas específicas, que fueron varias, le ayudaron, pero remar contra la corriente es verdaderamente difícil.

El candidato del PRI no se ha podido deshacer de su desprestigio de “hacer las cosas a la mala”. Su capacidad para hacerse de enemigos políticos contribuye mucho a crear ese ambiente en su contra. También, sin duda, su estilo de hacer política. Al término del debate, cuando era evidente que -a pesar de su esfuerzo- Madrazo no remontaría ante la opinión pública, se me vino a la mente una pregunta impertinente: ¿Estaría igual si hubiera derrotado a Arturo Montiel en buena lid?

Patricia Mercado peleó de tú a tú con los dos punteros en la primera mitad del debate. Tuvo altas calificaciones en seguridad pública y en gobernabilidad. Propuestas diferentes y vocación democrática. A partir de la réplica en política exterior se vino abajo, aunque manteniéndose siempre en marcas positivas.

La gente esperaba más de Andrés Manuel López Obrador, especialmente los de clase trabajadora, que lo vieron demasiado tímido, “jugando a no perder”. Absolutamente ninguno de los motivos recurrentes del candidato perredista causo efecto positivo entre los participantes en el ejercicio: ni su presunción de ir ganando en las encuestas, ni su victimismo de “hostilizado”, ni sus menciones al Fobaproa, ni su defensa del DF, ni el concepto de “los de arriba” que deshacen el país para beneficiar a unos cuantos. Tampoco le creyeron la idea de que la delincuencia es resultado de la pobreza. Esa repetición ideológica no funciona cuando se trata de abordar a los indecisos.

¿Dónde sí tuvo éxito Andrés Manuel? Cuando decía sus propuestas: cuando hablaba de escuelas, de servicios de salud, de infraestructura; cuando hablaba de apoyos específicos, de crear empleos, de atacar privilegios concretos, como las pensiones de los ex presidentes. Allí se iba a las nubes, entre clasemedieros y clases populares por igual. “Concretito”, decían en las asambleas universitarias de los setentas. Así lo pide la gente, y no quejas por complots o señalamientos genéricos contra “los de arriba”.

A Felipe Calderón le ayudó ir bien preparado. Tener cinco propuestas de seguridad pública y explicarlas con claridad; tres puntos de política exterior y lanzarlos en batería; tener críticas específicas sobre la situación del DF, etcétera. También le hicieron bien sus menciones al empleo y a la responsabilidad. Eso le fue generando una imagen de “presidenciable”, requisito inicial para obtener el voto.

Le faltó expresar, con claridad similar, una política social efectiva. No es casual que, aunque las curvas de los gráficos hayan sido casi siempre positivas y se hayan movido en la misma dirección, siempre estaba mejor posicionado entre la clase media que entre la clase popular. No fue contundente en la apertura y también le faltó un buen cierre (tomó demasiado tiempo en defenderse de un golpe de última hora). Por eso, aunque ganó, no pudo noquear, y la moneda sigue en el aire.

fabaez@gmail.com

No hay comentarios.: