9 de junio de 2006

La ciénega maloliente

Raúl Cremoux
El Universal
09 de junio de 2006

Cuando la democracia ajena nos provocaba tantas envidias y deseábamos tener aunque fuera un poquito de ello, jamás imaginamos que la renovación del poder presidencial nos traería tanto lodo.

Apenas unas horas de transcurrido el segundo debate, los impactos radiotelevisivos de 20 segundos atraviesan nuestros sentidos para tratar de abatir lo mismo a Calderón que a López. Del primero se muestran papeles en los que supuestamente prueban el tráfico de influencias cuando fue secretario de Energía; del segundo, una y otra vez se dan a conocer estratagemas y conductas mentirosas.

La invitación a considerar al ciudadano como un abotagado pez gordo y descerebrado es palpable. Bien que se presenten aquellos rasgos desconocidos y hasta pintorescos de los aspirantes; no está mal que sepamos de sus gustos o debilidades e incluso el repertorio puede abundar en franjas biográficas descriptivas de su perfil y carácter, pero si el anzuelo para atrapar votantes y llevarlos convencidos a las urnas es la exacerbación en la lucha de clases, el jaloneo a la cola del tigre se vuelve más vigoroso y también, mucho más peligroso. Las inyecciones de resentimientos y polarización no sólo de argumentos sino de sentimientos y emociones se extienden ya entre nosotros.

Los intercambios ríspidos y de innegable agresividad no anidan solamente en las mesas redondas en los medios de difusión, ya están entre los comensales de restaurantes y casas privadas; en salones de clases y laboratorios; en talleres y oficinas; entre expertos y analistas.

El asunto no se detiene ahí, es mucho más profundo: obreros y trabajadores ya piensan que el triunfo del Partido de la Revolución Democrática es una realidad y eso les dará dinero gratuito y habitación inmediata; técnicos y profesionistas sin empleo aseguran que con Calderón lo obtendrán sin más. Taxistas, estudiantes y tiangueros esperan recibir diversos premios por su voto. Empresarios y comerciantes expresan temor ante inminentes nacionalizaciones de sus negocios e intereses.

Los votos serán contados pero no reflejarán las emociones de júbilo y temor; no darán cuenta del resentimiento y de las distancias que ya existen entre nosotros.

¿Qué hará el próximo presidente para borrar heridas, evitar desgarramientos internos, mantenernos unidos y proponernos una meta común? ¿Cómo miraremos al próximo presidente de la República si se nos ha dicho que durante algún momento ha traficado con influencias?
La respetabilidad que pueda tener un primer mandatario se verá severamente menguada si resulta autoritario, pero, ¿con qué credibilidad podrá manejarse si abierta y reiteradamente ha sido calificado de mentiroso?

Cualquiera de los dos, Calderón o López, desde el cargo que ambicionan, estará obligado a negociar con las bancadas en el Senado, con los diputados, con dirigencias partidarias, empresariales y en suma con el mosaico de intereses en que vivimos. ¿Qué respetabilidad tendrán si ambos llegarán salpicados de oprobios y malolientes? Bienvenida la lucha de ideas y de programas; planes y proyectos.

Estimular las diferencias de clase, se percaten o no los candidatos, es arrojar piedras en su propio camino y lo más grave, es iniciar y alimentar un fuego que al país puede incendiar. En las próximas tres semanas, para alcanzar su triunfo individual, ¿nos mantendrán sumidos en las cañerías y... tendremos estómago suficiente?

cremouxra@hotmail.com
Escritor y periodista


No hay comentarios.: