6 de junio de 2006

Ironías

Federico Reyes Heroles
Reforma
Junio 6 del 2006

"La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe".
Benavente

Aquí estamos, a menos de un mes de las elecciones, en el umbral del debate, frente a una decisión que está en el aire, abrazados por una confusión histórica que ya a pocos preocupa, atrapados por un frenesí que impide razonar, en medio de un fuego cruzado que lleva a preguntarnos cómo será el día después de la batalla. Hace dos décadas la televisión era vista como al arma más poderosa del régimen, brazo opresor de la antidemocracia, obediente instrumento que perdonaba vidas o declaraba la muerte civil. Hoy en cambio sabemos que la contienda se puede dirimir en los 120 minutos de pantalla.

También sabemos que los nuevos videos, transmitidos hasta la saciedad, de nuevo a través de la pantalla, podrían zaherir de muerte a AMLO. Todo puede pasar. ¡Qué emocionante! Vive la democracia. Los spots en el argot televisivo han sido la madre de todas las batallas. Quién pierde en los spots está muerto. Por ello orillamos al IFE y al Trife a entrar en función de censores a un territorio resbaloso. Qué ironía, hace dos décadas se miraba a los aparatos de control corporativo como el gran andamiaje de poder. Hoy la lucha por las plazas es lo de menos, todo ocurre en un área que se mide en pulgadas cuadradas.

En 88 se reclamó que Cárdenas no existiera en los medios. La fallida elección sacudió al país. Cárdenas existió sin televisión. Pensamos que con el régimen del cambio algo cambiaría y hoy -¡qué ironía!- el reclamo opositor que busca poner en entredicho al proceso está centrado en los excesos de Fox en el uso de los dineros y tiempos oficiales para promover a Calderón. El hombre que se vanagloria de haber parido un nuevo país, pone en riesgo la elección por un capricho personal: una barbaridad. Ése es el verdadero demócrata Fox.

Cualquier partido liberal, de izquierda o mínimamente preocupado por la justicia social buscaría proponer gravámenes que solventen las necesidades del Estado para paliar las injusticias. El razonamiento es claro: gravámenes progresivos para poder tener un Estado fuerte. Normalmente los partidos de derecha pugnan por lo contrario: menos impuestos y un Estado que se retrotrae a lo mínimo. Aquí el PRD y el PRI que invocan a la justicia social como su principal oración política, lanzan como gran oferta liberar a los más pobres de un impuesto que la mayoría no paga, pero nada nos dijeron de dónde compensarían el sacrificio en el ingreso, a quién gravarían. ¡Qué ironía! La generación de empleos que habitualmente es bandera de los partidos de centro izquierda hoy la enarbola el PAN. Con otra, desde hace décadas se sabe que los dos principales instrumentos para generar mayor igualdad son la educación y el empleo. ¿Quién entiende?

¿De verdad está México hoy peor que hace dos décadas? No, por supuesto que no. El país no crece lo que debiera y podría, es cierto y de allí la dolorosa expulsión de mexicanos. Pero los salarios reales se han recuperado y gracias a la continuidad entre el PRI y el PAN en ciertas políticas económicas el consumo y el ahorro de las familias se han incrementado notablemente. Las acciones de vivienda se multiplican. Nuestra moneda está fuerte y sin devaluaciones abruptas el ingreso se estabiliza. En la última década muchas familias han dejado el sector primario y hoy trabajan en actividades que les facilitan un género de vida diferente. La economía mexicana es más moderna y más global. Será por las remesas y por los programas asistenciales, pero la miseria extrema se ha reducido. Hay más libertades. Se dice fácil pero es un logro.

La ironía es que nadie defiende esa mejoría fáctica, no subjetiva. Obsesionado como ha estado seis años en acabar con el PRI y fundar un nuevo país, Fox no defiende esa posición porque tendría que reconocer que una parte de sus méritos radica en haberle dado continuidad al pasado que él quiere enterrar. Atrapado por su discurso inventó foxilandia y no señaló los verdaderos logros. Madrazo por su lado resbala en algo similar: por negar al impopular “neoliberalismo” y a los “tecnócratas” olvida que buena parte de las mejorías provienen de gestiones priistas. El beneficiario de esta herencia negada es AMLO que perfila un país al borde del barranco. ¡Qué ironía! Nadie sabe para quién trabaja.

PRI y PRD acusan una “elección de Estado”. El demócrata Fox les da pie. El PRD se encamina al argumento de la “nulidad abstracta”, pero se mantiene en la contienda, por si ganan. El IFE y el Trife caen en el laberinto de perseguir spots que en realidad es perseguir ideas. Y sin embargo, a pesar de estos actores, de esta brutal confusión, de este paroxismo de desconfianzas, lo más probable es que la elección sea pacífica y que imperen las instituciones. Por eso son lo que son, para eso están allí, para contener las maniobras presidenciales, las arbitrariedades de las burocracias, las exageraciones de los partidos y los candidatos, las disparidades de los medios, las demandas infundadas de todos. A pesar del lodo, dos de cada tres mexicanos tienen confianza en el IFE y el Trife no está lejos. Hace 12 años la amenaza era “el choque de trenes”. Zedillo fue Presidente. Hace seis, el día de la elección, el propio Fox invocó un gran fraude. Hoy es la “elección de Estado”. Parece que nunca acabarán.

Qué ironía que sean los propios mexicanos, los principales beneficiarios, partidos y candidatos, los despreciados políticos, los que ataquen a las instituciones. No se dan cuenta de que a pesar de ellos y gracias a ellas es que el país sigue adelante. ¡Qué mayor prueba de institucionalidad que tolerar a estos actores!


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