9 de junio de 2006

Hildebrando, deshebrando en falso

José Yuste
Excélsior - Activo Empresarial

09-06-06

Para Felipe Calderón es una táctica distractora de López Obrador, sobre todo porque el perredista no supo contestar acerca de su gestión en la Ciudad de México.

El caso fue que, dentro del debate presidencial, el candidato del PRD acusó a Calderón de tráfico de influencias con la empresa Hildebrando, la de su cuñado Diego Zavala.

La principal acusación a la empresa Hildebrando es por no pagar impuestos habiendo obtenido grandes utilidades, las cuales se incrementaron durante el gobierno foxista, particularmente a partir de que Felipe Calderón fue secretario de Energía.

En efecto, Hildebrando obtuvo incremento de ventas de 1996 de 23 millones de pesos hasta 992 millones de pesos en 2005.

Pero, ojo, hay explicaciones en favor de Hildebrando.

En primer lugar, no se puede juzgar a una empresa por ser exitosa. Más bien debe verse si existieron los contratos para el tráfico de influencias cuando Calderón fue secretario de Energía. No hay pruebas de tal tráfico de influencias porque el único gran proyecto de la empresa Hildebrando fue con Pemex, el cual no lo decide el secretario de Energía: Pemex toma sus propias decisiones operativas.

Incluso, la Secretaría de Energía (Fernando Canales Clariond) y la Comisión Federal de Electricidad (Alfredo Elías Ayub) publicaron boletines desmintiendo el otorgamiento de contratos a la empresa Hildebrando.

La otra acusación de López Obrador a Hildebrando fue por no pagar impuestos. En efecto, durante los años 2004 y 2005, la empresa no pagó tributaciones al SAT.

Aquí, la explicación del mismo Diego Zavala es creíble: reinvirtieron utilidades, lo cual es una práctica bastante común en empresas que van renovando equipos, sobre todo en la industria de alta tecnología, como es el caso de Hildebrando.

Además, ¿el cuñado de Calderón ganaría todos los contratos al tener 18% de la empresa? No suena lógico.

El principal inversionista actual de Hildebrando es Advent, el fondo de inversión que maneja el español Juan Carlos Torres, la cual ha entrado en el aeropuerto capitalino, entre otras inversiones.

Otro accionista minorista es José Madariaga, el ex banquero.

Vistas las razones de ambas partes, no hay pruebas contundentes de tráfico de influencias en favor de una empresa, a la cual no puede atribuirse como pecado el haber sido exitosa ni pertenecer a la familia política de Calderón.

Allí debemos tener cuidado. No debe criticarse a un candidato por lo que haga su cuñado, sobre todo cuando, viendo las cifras, no hay pruebas contundentes del presunto tráfico de influencias.

Esperemos que, de verdad, los candidatos discutan las ideas del debate, las confronten para que los electores podamos decidir, porque las acusaciones de corrupción sí pueden ser un distractor de lo importante: la comparación de propuestas.

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dinero@nuevoexcelsior.com.mx

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