7 de julio de 2006

Carta a mi padre

Luis de la Barreda Solórzano
Crónica
7 de Julio de 2006

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Algunos amigos que me decían —¿por ingenuidad, por ignorancia o subestimación de muchos de sus desplantes y sus acciones?— que era exagerada la afirmación de que Andrés Manuel López Obrador sería como Presidente un peligro para México, ahora están reflexionando.
Nuevamente ese personaje —al que el genial Paco Calderón coloca en la misma galería del terror a la que pertenecen Freddy y Jasón— está mostrando su verdadero talante.

Su estrategia para hacerse pasar como víctima de un fraude electoral movería a risa si no fuera por las graves consecuencias que puede generar. Cuenta para llevarla a cabo con el fanatismo de grandes sectores de sus adeptos y con la irresponsable desinformación de columnistas e intelectuales.

No, la computadora del PREP no tiene un algoritmo que distorsiona la información, ni desaparecieron jamás tres millones de votos ni estamos ante un escenario comparable con el de 1988.

En cada casilla hubo un presidente, un secretario, dos escrutadores —todos ellos vecinos de la sección sorteados y capacitados— y los representantes de los partidos y las coaliciones. El PAN, el PRD y el PRI tuvieron 95% de representantes.

Al término de la votación se llevó a cabo el cómputo. Todos los representantes se quedaron con copia de las actas donde aparece el número de votos. Los presidentes de las casillas, acompañados de los representantes, entregaron los paquetes electorales con las actas en los respectivos comités distritales. ¿Cómo suponer siquiera que los ciudadanos podrían participar en un complot para alterar el sentido de los votos?

En los consejos distritales se realiza el cómputo con la participación de representantes de todos los partidos que llegan con las actas. Los resultados se confrontan. Si hay anomalías se abren los paquetes y se cuentan los votos uno a uno. No puede haber trampa porque esto ocurre en sesiones abiertas.

Es alucinante la versión de que el PREP cuenta con un mecanismo capaz de alterar los resultados. Se detectaría de inmediato comparando las actas de los partidos con los datos del PREP.

Nunca se perdieron tres millones de votos. Estaban en el mismo PREP, colocados en un sitio especial porque las actas en que constan esos sufragios tenían algunas inconsistencias. Todos los partidos lo sabían.

En 1988 los partidos carecían de representantes en la mayoría de las urnas. Hoy, con representantes en casi todas, se puede reconstruir el saldo de la votación casilla por casilla.

ldelabarreda@icesi.org.mx

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