7 de julio de 2006

Un peligro para México

Francisco Martín Moreno
Excélsior
07-07-06

López Obrador no acató las leyes del país cuando bloqueó caminos para presionar a la autoridad con tal de materializar sus anhelos, legítimos o no.

López Obrador empeñó su "palabra de honor" ante los medios masivos de difusión prometiendo que aceptaría el veredicto del IFE, fuera el que fuera el resultado de la elección presidencial. Me someteré, dijo, a la ley y respetaré a las instituciones nacionales y, sobre todo, acataré incondicionalmente la voluntad mayoritaria de la nación. Lo dijo al aire, una y otra vez en los medios electrónicos y escritos, en particular ante Adela Micha, Víctor Trujillo y Joaquín López-Dóriga. Tan López Obrador es un peligro para México que, obviamente, olvidó sus promesas, desde luego ignoró sus juramentos y va decidido a provocar una convulsión social en un país que lo que requiere es paz y progreso. Al más decantado estilo fascista miente descaradamente al país fundándose en argumentos que ni siquiera pasarían por el filtro de un débil mental. López Obrador sugiere el incendio, la división, la creación de trincheras sociales, la polarización de México, para llenar o compensar sus vacíos sicológicos, sus desgarramientos infantiles que se remontan a su niñez. La sociedad mexicana tendrá que pagar los desequilibrios emocionales de este paranoico que, además y por si fuera poco, tiene delirios de grandeza. ¡Horror! O es Jesús o es Juárez o es el Mesías… Sin duda la personalidad de López Obrador sería un estupendo material de estudio para un grupo selecto de siquiatras obviamente doctorados.

Al escribir estas líneas me viene a la mente aquella anécdota en la cual dos mujeres reclamaban la maternidad de un mismo niño ante la potestad del Rey Salomón, cuya sabiduría era más que conocida en todos los confines. Cuando dicho soberano escuchó los argumentos de cada una de las mujeres y sintiéndose impotente ante la imposibilidad de conocer la verdad, decretó que, con un mandoble, fuera partido el chiquillo en dos para entregarle a cada una de las madres la mitad del infante. Obvio resulta aclarar que la auténtica madre desistió de su objetivo de reclamar a su hijo y antes que verlo descuartizado prefirió entregárselo a la impostora. En ese preciso momento Salomón decidió devolver al pequeño a la madre que había renunciado al sacrificio del menor, mientras que la otra, gozosa, estaba dispuesta evidentemente a la sanguinaria mutilación. En la especie política de nuestro días López Obrador sostiene la posición de la madre apócrifa, de tal suerte que prefiere el incendio de la nación, la ebullición social y el surgimiento de la violencia, con tal de alcanzar sus objetivos. ¡Que van a despedazar al niño, que lo despedacen! ¡Que el país se puede convertir en astillas, que se destruya..! Antes está la satisfacción de los apetitos personales de un resentido social. ¡Cuidado con los resentidos!

López Obrador jamás respetó a las instituciones de la República: No las respetó cuando tomó los pozos petroleros, por la vía de los hechos, en lugar de alcanzar sus objetivos mediante una carrera política civilizada y respetable. No acató las leyes del país cuando bloqueó caminos para presionar a la autoridad con tal de materializar sus anhelos, legítimos o no. Supo intimidar al Tribunal Electoral del Distrito Federal para que, a pesar de no contar con el requisito de residencia mínimo de cinco años establecido por la ley, aún así pudiera aspirar a la Jefatura de Gobierno del DF. Una vez investido con semejante cargo público se resistió a acatar, otra vez por la vía de los hechos, las sentencias emitidas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación… Además de lo anterior, asestó un intento de golpe de Estado parlamentario, cuando impidió que el Senado de la República deliberara, libre y soberanamente, al rodear con la policía capitalina dicho recinto legislativo, de manera que no se pudiera votar una ley inconveniente para efectos políticos del jefe de Gobierno. De acuerdo con todo lo anterior, nadie debe sorprenderse de la negativa de López Obrador a acatar la resolución del IFE que declara su derrota en su candidatura a la Presidencia de la República. Es más, nadie debería sorprenderse, tampoco, si este cavernícola que se ostenta como juarista, de la misma manera se negara a acatar el fallo del Tribunal Federal Electoral, en el caso, claro está, de que éste le sea adverso. Especialista en intimidación de autoridades, también podría tener éxito en el TRIFE y lograr una resolución favorable por miedo inculcado en los magistrados. No sería la primera vez…

¡Cuidado con el pueblo! Yo represento al pueblo, como el cura encarna la voz de Dios. Soy el gran pastor del rebaño. ¡Atrás las normas y la Carta Magna! ¡Atrás! No me importa que mis enemigos, los ricos, sostengan que si empiezo violando la ley seré un golpista, al fin y al cabo el pueblo está conmigo… Quien se oponga a cualquier decisión mía tendrá que vérselas con las masas: Mussolini.

¿Verdad que LO es un peligro para México? Informemos a las masas y toquemos sus sentimientos para dejarlo solo gritando como un demente en la Plaza de la Constitución. ¡Ay!, la Constitución…

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