Germán Dehesa
Reforma
4 de Julio del 2006
Ya me canso de votar y no amanece. Ya es lunes y los ciudadanos sabemos que todavía falta un buen rato para que veamos claro. No estamos contentos, ni satisfechos. Esta mañana lo platicaba con mi amigocha Denise Dresser: el electoral domingo 2 de julio, los ciudadanos nos comportamos maravillosamente y los políticos, candidatos y funcionarios, todos ellos nuestros empleados, estuvieron a la altura del chapopote. Doy un ejemplo: a las once de la noche apareció en pantalla Pericles Ugalde. No hace mucho, hablé en este mismo espacio del amor febril que Pericles le ha agarrado al micrófono. Bueno, pues salió el señor Ugalde y nos aventó un rollo inmenso acerca de lo bien (requetequebién, diría Fox) que nos habían salido las elecciones (¡¿y los resultados?!, clamaba el pópolo), de la cantidad de casillas que se habían abierto, del comportamiento ejemplar de la ciudadanía (gracias, pero ¿y los resultados?), de lo bonito que estaba fluyendo la información (¡me lleva la Cofetel!, ¿y los resultados?). Ya que se le acabó la cuerda, dijo que todavía no había modo de dar resultados (¡oh, cielos!, gritó todo un país en vilo) y que tendríamos que aguantar vara hasta el miércoles, o lo que hiciera falta. Mientras tanto, prosiguió el inspirado tribuno, nadie debe hacer festejos ni proclamarse vencedor.
Todo muy bonito, pero a esas horas, el carismático Martí Batres ya había llamado a celebrar en el Zócalo y ahí llegó un AMLO desencajado que dijo que acataba las instrucciones del IFE, pero que él había ganado. Segundos después, vino a cámaras Felipe que tenía una como posada caserita con globos y leyó un meidral de encuestas que lo declaraban ganador y dijo que respetaba al IFE, pero que él había ganado. De veras que espantan de obedientes Felipe Montesco y el Peje Capuleto.
Mientras tanto, el muy pateado PRI, por voz del rollerísimo Palacios Alcocer (parece orador de López Mateos) y con la muda presencia de Madrazo en el papel de “La Muñeca Fea”, maniobraba para ubicar al PRI como “legitimador” de la contienda (¡oh, cielos!, bis). Bien por los ciudadanos, mal, muy mal, por los funcionarios y los candidatos.
Pasada la medianoche terminé mi artículo, las televisoras también terminaron y yo me lancé a rumboso hotel a reunirme con la gente magnífica del “Cuarto de Paz”. Todos los ahí reunidos son mis amigos, o me gustaría que lo fueran. Mujeres y hombres de primera. No pretendemos figuración alguna, no tenemos más fuerza que nuestra credibilidad y nuestra digna condición ciudadana. ¿Qué queremos?, pues queremos la paz, queremos que este proceso tan reñido no enfrente violentamente a los mexicanos; ofrecemos mediaciones y la creación de espacios para el diálogo y la construcción de un gobierno que, para poder serlo, tendrá que ser un gobierno de coalición. Gane el que gane tendrá que ser patriota, magnánimo, generoso, práctico. Pierda quien pierda deberá dejar a un lado rencores y frustraciones y pensar en el bien de México. Eso es lo que queremos en el “Cuarto de Paz” que está a la disposición de todos los que anden en procura del encuentro necesario después de la contienda.
Allá en el “Cuarto de Paz” no nos sentimos almas privilegiadas ni suponemos que estamos salvando al País. El asunto es más simple. Con su nutrida y razonada votación la ciudadanía emitió un claro mandato a favor de la paz. Lo que nos proponemos nosotros es, en nuestra calidad de ciudadanos sin partido, darle un espacio a esa mediación y afanarnos hasta el límite de nuestras fuerzas en conjurar la violencia que una situación así, en un país así, podría desatarse. Creo que ése es tu mandato, lectora lector querido.
Y hablando de partidos: ¡hoy juegan Italia-Alemania! (¡oh, cielos!, tris).
¿Qué tal durmió? DCCCXXVIII (828) Arturo Montiel Rojas.
Cualquier correspondencia con esta columna muy cansada, favor de dirigirla a german@plazadelangel.com.mx (D.R)
4 de julio de 2006
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