31 de mayo de 2006

AMLO: nosotros los pobres y ustedes los ricos

Marco A. Mares
Crónica - Ricos y Poderosos
31 de Mayo de 2006

El discurso de Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores se basa en el guión de la película de Ismael Rodríguez Nosotros los pobres y ustedes los ricos. El candidato perredista a la Presidencia de la República ha buscado y sigue buscando radicalizar las diferencias de la población nacional por estratos socioeconómicos: los pobres y los ricos; y, pretende autoerigirse en el candidato del pueblo. Por eso López Obrador y sus seguidores han tenido tanto éxito con el ataque del Fobaproa y los banqueros.

Obviamente la mayoría del pueblo de México es pobre; más de tres décadas consecutivas de crisis económicas han aumentado el número de mexicanos pobres.

Lo que nunca dice el candidato perredista a la Presidencia de la República es que fueron los años de gobiernos populistas —y no las medidas y programas dispuestos para resolver los problemas económicos— , los que han provocado que la pobreza aumente.

Al contrario, López Obrador y sus seguidores tienen en el discurso populista una mina de oro. Atacan al Fobaproa y al rescate bancario porque todos resultamos grave o por lo menos seriamente afectados en nuestros patrimonios. El Fobaproa y el rescate bancario son temas muy complicados y en general la gente no los entiende. El Fobaproa y el rescate bancario permitieron una salida costosa, indudablemente, pero salida al fin, de la crisis sistémica que vivió la industria bancaria del país.

Aunque el Fobaproa rescató a los ahorradores, es mucho más sencillo —y rentable, políticamente— decir que se salvó a los banqueros.

Muy pocos comprenden que por cada peso depositado en los bancos, 80 centavos son de los ahorradores y el resto es capital que obligadamente tenían que poner los banqueros. Muy pocos entienden que los 80 centavos de cada peso depositado en los bancos eran de los ahorradores que tenían cuentas de menos de 10 mil pesos, pero también de los grandes, de los medianos y de los microempresarios del país.

Nadie cree que los banqueros perdieron sus capitales y sus bancos, hoy en manos mayoritariamente de extranjeros.

Nadie cree que los banqueros que se convirtieron en delincuentes de cuello blanco siguen libres por la falta de oportunidad para aplicar la justicia, pero al final por problemas y vicios en el sistema judicial, mas no por una voluntad política para evitar su castigo.

Por eso, cuando los seguidores de López Obrador afirman que el costo del rescate bancario se disparó por la protección a banqueros y grandes ahorradores y no a los pequeños cuentahabientes, la nota cala tan hondo y profundo en los sentimientos de los pobres.

Duele que digan que el 96% del Fobaproa fue para el apoyo a empresarios. Y duele que digan que la cuenta del rescate bancario se elevó a 1 billón 320 mil millones de pesos por respaldar al gran capital.

Y duele más cuando en el manejo maquiavélico de las cifras se dice que salvar a los pequeños ahorradores sólo costo 4% del total.

Es un manejo maquiavélico de las diferencias socieconómicas: Nosotros los pobres y ustedes los ricos.

Por eso se oye tan fuerte y ayuda tanto a López Obrador atacar a un ex banquero como Roberto Hernández cuando lo acusa de no haber pagado impuestos al vender Banamex a Citigroup.

Lo que no dice es que la ley así lo permite y que la mayoría de los empresarios cuyas empresas cotizan en bolsa y han podido realizar operaciones de compra-venta a través del mercado bursátil lo ha hecho basada en la ley.

Como tampoco López Obrador ni sus seguidores aclaran que el Fobaproa rescató a ricos y pobres, porque así lo establecía el seguro de depósito que privó hasta antes de 1999, cuando nació el Instituto Nacional de Protección al Ahorro Bancario (IPAB).

El gobierno, a través del Fobaproa, era el prestamista de última instancia, es decir era el que obligatoriamente tenía que pagar los platos rotos. Era un sistema de tipo implícito e ilimitado, es decir, las autoridades a través del Fobaproa fungían como prestamistas de última instancia de todos los pasivos del sistema.

Es decir, aun concediendo —sin aceptar, por supuesto— que las cifras manejadas por el asesor perredista Mario Di Costanzo son ciertas, el marco institucional imperante obligaba a proteger no sólo al 90% de las cuentas de pequeños ahorradores, sino también al 10% restante, pasivos que incorporan las líneas interbancarias y otras operaciones de gran volumen y complejidad.
El día de hoy esto no sucedería, ya que la Ley de Protección al Ahorro Bancario establece que la protección aplica solamente a aquellos instrumentos bancarios de captación más comunes y hasta por el equivalente a 400 mil Udis (aproximadamente un millón cuatrocientos mil pesos) por cliente por banco.


Las autoridades financieras tenían que cumplir con sus obligaciones. El apoyo “indiscriminado” no fue decisión de las autoridades financieras, era la manera como estaban hechas las leyes en ese momento.

Por cuanto a las cifras, las reales están publicadas y sancionadas por el Auditor Superior de la Federación, Arturo González de Aragón: a valores actualizados al 31 de diciembre de 2004, el monto de los recursos transferidos a los programas de ahorradores fue de 1,079.8 miles de millones de pesos y a los programas de deudores fue de 168.3 miles de millones de pesos. El 89.7% de los recursos se destinó a garantizar los fondos de los ahorradores en aquellos bancos que fracasaron, ahorradores que en todo momento pudieron disponer de su patrimonio. Lo demás, ¡es pura grilla!

marcomares@prodigy.net.mx

1 comentario:

Anónimo dijo...

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