2 de junio de 2006

Por el bien de todos…

Francisco Martín Moreno
Excélsior
02-06-06

No debemos votar por AMLO porque no tiene un diagnóstico acertado para lanzar al país a un crecimiento económico por arriba de siete por ciento.

Por el bien de todos, que no llegue López Obrador a la Presidencia porque, como lo ha confesado públicamente, no tiene una política establecida en torno a la educación superior ni ha explicado cómo va a amortizar la deuda histórica contraída con los millones de indígenas ni ha aclarado cómo va aumentar 20% el ingreso de los sectores de bajos recursos cuando ni siquiera ha entendido la importancia de incrementar la productividad de las empresas ni se ha querido reunir con los empresarios para crear fuentes de riqueza, las imprescindibles con el fin de rescatar de la miseria a los marginados por quienes tanto dice estar preocupado. Basta decir que llegaría al poder un Presidente de la República que llama "parásitos" a los intermediarios financieros, a los banqueros, en lugar de convocarlos a la mesa de negociaciones para construir un México nuevo en el cual se eleve a los mexicanos a la altura exigida por la dignidad humana.


Por el bien de todos, que nunca llegue LO a Los Pinos porque ha prometido ejecutar los acuerdos de San Andrés Larrainzar que crearían en México diferentes Estados dentro de un mismo Estado para atomizar temerariamente a la nación. Tampoco debemos votar por él porque no ha explicado cómo va a pagar las pensiones alimentarias que ha prometido para los adultos mayores de 70 años, si el Presupuesto de Egresos federal está severamente comprometido con partidas de muy difícil reducción. No debemos tomarlo en serio porque habla de dar medicamentos gratuitos y otorgar becas a los discapacitados, sin mencionar cómo va a financiar semejante gasto multimillonario, si el país tiene limitaciones propias de una nación pobre.

Por el bien de todos, no debemos votar por AMLO porque no tiene un diagnóstico acertado para lanzar al país a un crecimiento económico por arriba de 7% y piensa que, atacando el cáncer de la corrupción, se van a resolver todos los problemas, cuando lo requerido, y él está en contra, es realizar una reforma petrolera, una reforma eléctrica, en la que participen los capitales extranjeros, porque con el ahorro interno es imposible financiar la expansión energética de México. No debemos sufragar a favor de LO, cuando está en contra de la reforma tributaria, la que mediante impuestos al consumo podría abatir sensiblemente la defraudación fiscal dotando al gobierno de más capacidad de gasto en beneficio de los desposeídos. No, no debemos tampoco tachar su nombre en las boletas electorales, cuando ha manifestado su oposición a una reforma de Estado que extendería garantías y seguridades fundamentales a los mexicanos.

Por el bien de todos, no debemos votar por LO porque piensa que reduciendo las pensiones a los ex presidentes y disminuyendo el ingreso de los funcionarios públicos para adecuarlos a una justa medianía económica de corte juarista, que él ignora tanto como su chofer, va a poder ajustar los desequilibrios presupuestales y disminuir la corrupción, misma que se disparará al infinito a partir de que los burócratas privilegiados vean disminuidos sus ingresos. No, no votemos por él, porque piensa en obsequiar a los ancianos, a los estudiantes, a los trabajadores, sin ponerse a pensar que quien hace un regalo, alguien lo paga y, en este caso, la estafa puede consistir en que los beneficiarios paguen los citados regalos a tres o cuatro veces su valor por mediante un disparo de la inflación. Andrés Manuel López Obrador insiste en impedir los exámenes de admisión a los centros de enseñanza, muy a pesar de que ya integramos un país de reprobados y el pase automático no sería sino un pase, pero al infierno, para incubar mucha más mediocridad de la que tanto trabajo nos ha costado deshacernos.

Por el bien de todos, no votemos por un sujeto que está en contra de los tecnócratas que se han quemado las pestañas y desgastado los pantalones estudiando en universidades extranjeras para encontrar las mejores fórmulas de satisfacción social.

No, no, un jefe de Gobierno que ha ocultado la realidad de las finanzas del Distrito Federal, ha impedido la gestión del Consejo de la Transparencia para poder auscultar su comportamiento financiero, un déspota que se niega a dar explicaciones de sus manejos internos, no merece nuestra confianza para elevarlo al rango de jefe de la nación, más aún cuando sus políticas populistas, con las que pretende gobernar, las ha sacado, por caducas, del bote de la basura, situación que desconocen, por falta de memoria histórica, aquellos a quienes trata de convencer con ideas que sabe falsas.

Por el bien de todos, no votemos por un candidato que ni siquiera pudo concluir su carrera universitaria, un semianalfabeto funcional que se mueve por impulsos viscerales, no así por conocimientos, y no es otra cosa más que otro paternalista suicida de los que ya tantas veces han hundido a este país que ya sólo desea promesas…

1 comentario:

Anónimo dijo...

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