Ricardo Alemán
El Universal - Itinerario Político
01 de junio de 2006
Priístas que combatían a la izquierda hoy son la corte del más aventajado de sus candidatos
Y a no hablemos de aquellos militantes de la izquierda mexicana que en las décadas de los 60 y 70 dieron la vida por las causas que enarbolaron -y que seguramente se revuelven en sus tumbas-, sino de los que lograron sobrevivir esos años y que en la década siguiente fueron víctimas no de las balas de Díaz Ordaz y de Echeverría, sino de persecución, cárcel y fraude electoral.
¿Qué les dice a esos mexicanos, entre quienes se encuentran dirigentes, activistas, intelectuales, luchadores sociales y periodistas, que el prohombre de la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador, responda alegremente que no juzgará a personajes como Manuel Bartlett Díaz? Más aún, que le dé la bienvenida a su causa.
Algo grave está pasando entre esa izquierda mexicana, si dirigentes y luchadores sociales, intelectuales, activistas y periodistas han sido incapaces de alzar la voz contra el reclutamiento -en las filas de esa izquierda- de personajes como Manuel Camacho, Socorro Díaz, José Guadarrama, Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard, Ricardo García Sáinz, Dante Delgado, Alberto Anaya, Leonel Cota, Arturo Núñez, César Raúl Ojeda, Víctor Emilio Anchondo, Alfonso Durazo, Roberto Vega Galina, Elías Dip Ramé, Víctor Gandarilla y Raúl Sifuentes Guerrero, por mencionar sólo algunos.
¿Qué no todos ellos representaron, en la larga marcha de la izquierda mexicana, los adversarios y hasta los enemigos a vencer? ¿Qué no algunos de ellos son responsables intelectuales, por omisión o por comisión, de la persecución de esa izquierda, de los fraudes electorales y las elecciones de Estado, y hasta de crímenes contra militantes de esa izquierda? ¿Ya se les olvidó a dirigentes y luchadores sociales, a intelectuales y periodistas de esa izquierda, que el PRI de los Muñoz Ledo, de los Manuel Bartlett, Manuel Camacho, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Socorro Diaz -entre muchos otros- fue el PRI responsable de las masacres del 68, del 71, de las elecciones de Estado y los despojos electorales como los de 88, y que esos personajes no fueron ajenos a esas purgas políticas y electorales que sufrió la izquierda mexicana?
En un insólito, en lo que parece la negación de la memoria y de la historia recientes, esos priístas que antaño combatían a la izquierda, la perseguían y la defraudaban electoralmente, hoy son la corte del más aventajado de los presidenciables que haya tenido la izquierda mexicana y quien -como buen mesías que se respete-, reparte indulgencias y perdona vidas pasadas para que el rebaño descarriado pueda entrar a su reino, que es el de la verdad, la honestidad y la valentía. Ser aceptado en el rebaño de AMLO es lo mismo que borrar el pasado ominoso, que perdonar los crímenes del poder, que alcanzar la purificación del alma y del cuerpo. Afiliarse a la izquierda que él representa, y a la causa de los pobres que dice enarbolar, convierte a los ex priístas en cruzados por el bien de todos.
Curiosa conversión, que anula la memoria, que borra el pasado, que aniquila la congruencia y, sobre todo, las capacidades de asombro e indignación de quienes fueron verdaderos líderes y militantes de izquierda, de luchadores y luchadoras sociales que lo fueron por la vida de los suyos; de intelectuales, hombres de ciencia y periodistas hoy deslumbrados por la proximidad al poder. ¿Qué bicho les picó para compartir causa y proyecto con los que ayer promovían el exterminio de la izquierda y a los que hoy convidan del banquete del poder?
Y no parece haber otra respuesta que esa, la del poder. Para alcanzar el poder y para ejercerlo, estorban memoria, principios, historia, congruencia, aunque sean las de la izquierda mexicana. ¿Cuántos luchadores sociales, dirigentes, intelectuales y periodistas de esa izquierda imaginaron, hace 10, 20 o más años, que compartirían la mesa del poder con apellidos lustrosos como Muñoz Ledo, Bartlett, Sáinz, Camacho, Díaz, Monreal, Ebrard, Guadarrama...? Seguramente ninguno. ¿Y cuántos de los sobrevivientes de esa izquierda esperan la señal, el 2 de julio, para compartir el banquete del poder con esos apellidos? Dolorosa confirmación: "el poder los hace iguales".
¿De veras los volvió amnésicos y cínicos el poder? Dice un viejo militante de izquierda, olvidado y relegado, que no. Y explica: "Lo que pasa es que se hicieron viejos". No es el poder, "es el miedo al fracaso", dice. Y puede tener razón. Toda una generación de luchadores de izquierda, que se jugó la vida en su lucha contra el PRI y por la democracia, no puede dejar la vida sin haber visto un gobierno de izquierda, aunque sea de esa izquierda. Apelar a la congruencia, a la conciencia, a la memoria y la historia sería decirle "no" a AMLO. Sería reconocer el fracaso propio. Pero si es así, ¡valiente triunfo de la izquierda! Porque de suyo, cuando AMLO nutre su candidatura presidencial de izquierda y a su partido de izquierda, con los ex priístas que combatieron a la izquierda, entonces estaría reconociendo que 30, 40 o más años de lucha en la izquierda mexicana fueron inútiles, porque no llegará al poder esa izquierda, sino un PRI reciclado. Gane o pierda, AMLO pasará a la historia como el aniquilador de la izquierda mexicana. Al tiempo.
aleman2@prodigy.net.mx
1 de junio de 2006
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1 comentario:
Nice colors. Keep up the good work. thnx!
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