2 de junio de 2006

Universidad para todos, trabajo para unos pocos

Jorge Fernández Menéndez
Excélsior - Razones

02-06-06

La mexicana es la economía 12 del mundo, sin embargo, nuestra competitividad está evaluada debajo del lugar 50 a nivel internacional. Uno de los capítulos decisivos para establecer la competitividad de un país pasa por la calidad de su educación. Según un reciente estudio de la OCDE, para que México alcance la calidad educativa de las naciones industrializadas, siguiendo la ruta actual, se requerirían 50 años: si se quiere alcanzar el nivel de nuestro más importante socio comercial, Estados Unidos, necesitaríamos 70 años. La calidad de nuestra educación se ha convertido en una traba para el desarrollo.

En muchas oportunidades hemos sostenido en este espacio que la posibilidad de que López Obrador alcance la Presidencia implicaría un regreso al pasado que en muchos sentidos resulta preocupante. Pero pocas cosas he visto con mayor preocupación como el mensaje que presentó ante los rectores de las universidades públicas, en el encuentro de la ANUIES, en Veracruz. No sé quién asesora en estos temas a López Obrador, pero lo dicho es, lisa y llanamente, una barbaridad: el candidato sostuvo que, de llegar a la Presidencia, pondrá fin a los rechazados en la universidad y el presupuesto de las universidades públicas ya no se condicionará a la calidad de la enseñanza, sino a la cobertura de su matrícula. Dijo más López Obrador: que él quisiera "que hubiera calidad en la enseñanza, pero en un país como el nuestro eso, aunque es importante, no es lo más urgente, lo más urgente es la cobertura". Fue más allá: que el principal punto que trató con los rectores fue eliminar la existencia de jóvenes rechazados porque la calidad se utiliza "como pretexto" para que no ingresen quienes reprueban el examen de admisión.

La intención puede ser buena: otorgarle mayor oportunidad a los jóvenes e incluso algunos dirían que serviría para sacarlos de la calle. Pero la propuesta de López Obrador provocaría daños irreversibles a nuestro sistema educativo y productivo, sería un golpe fatal a la competitividad del país y al futuro de esos jóvenes. Primero, ¿quién le dijo a López Obrador que todos ellos, sin excepción, deben y pueden ir a la universidad? En ningún país las cosas funcionan así: de la misma manera que no todos los jóvenes están capacitados para estudiar una carrera universitaria, no todos lo están para ser buenos técnicos u obreros. De nada sirve abrir las universidades públicas a todo el que lo desee: para estudiar una carrera universitaria se requiere un nivel de conocimientos y de capacidad determinados. Adicionalmente, si partimos de la base de que no debe haber rechazados y si López Obrador considera que el no aprobar los exámenes de ingreso es sólo un "pretexto", se debería concluir que lo mismo ocurriría con las evaluaciones a lo largo de su carrera. En otras palabras, con sólo ir a la universidad, cualquier joven estaría en condiciones de obtener por lo menos su licenciatura.

El problema no es la cobertura universitaria, sino la calidad. Las universidades públicas necesitan más presupuesto, pero con el fin de mejorar su calidad, competir en condiciones de equidad con las universidades privadas y poder darle a sus egresados mayores oportunidades en el mercado de trabajo. ¿Qué sentido tendría que todos los jóvenes pudieran ingresar a la universidad si, cuando concluyan sus estudios, el mercado de trabajo estaría cerrado para ellos?, ¿cree López Obrador que algún empresario va a contratar a un egresado de una universidad donde se pregona que la calidad de la enseñanza no importa?

Además, según López Obrador, construirá 30 nuevas universidades y 200 preparatorias, con un costo de 123 mil millones de pesos. ¿Con base en qué dice el candidato que las necesitamos? Hoy, casi 50% de los jóvenes de 15 años están fuera del sistema educativo y no por falta de espacios: abandonan sus estudios porque buscan un empleo y, como no existen las suficientes oportunidades en educación técnica y en oficios, terminan realizando las peores labores o emigrando a Estados Unidos. No necesitamos 30 universidades públicas más, como tampoco algunos cientos de miles de licenciados, en derecho, comunicación o sociología, adicionales: el país requiere una enorme cantidad de trabajadores calificados, de mejores técnicos en todos los oficios, para ellos sí hay mercado laboral. Si hubiera menos demagogia y mayor sentido común, esos recursos se deberían destinar a desarrollar, como en todos los países que han logrado su industrialización, universidades de alto nivel junto a una extensa, amplia, red de tecnológicos y escuelas que permitan aprovisionar el mercado con trabajadores que posean los conocimientos suficientes para desarrollar su labor en el mundo laboral actual. Hoy no requerimos más médicos de los que ya tenemos: necesitamos más enfermeras, más técnicos en el área médica, más personal que no estudie una carrera universitaria y pueda insertarse en el mercado de trabajo.

La propuesta de López Obrador, además, termina siendo profundamente elitista: solamente lograría deteriorar la calidad de las universidades públicas hasta hacerles imposible competir con las privadas, que por supuesto continuarán apostando a la calidad y a seleccionar a sus estudiantes y aprovisionando al mercado laboral de alto nivel. No es, finalmente, nada nuevo: un esquema similar utilizó Luis Echeverría después del 68, al masificar las universidades y decir que lo importante era la cobertura y no la calidad.

Los resultados fueron desastrosos y las universidades públicas terminaron perdiendo preeminencia ante las particulares. Es profundamente injusto para nuestras universidades públicas y para los jóvenes que no recibirán la educación que están buscando y una vez egresados no podrán trabajar en su carrera. La clave de la educación superior está en la calidad y, para darle oportunidades a los jóvenes, lo urgente es implementar un sistema educativo integrado al mercado laboral. Lo otro es demagogia pura.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Razona lo que escribes

¿Acaso el UNITEC tiene calidad?

¿La UVM?

¿El Icel?

Primero hay que saber de lo que se habla, yo estudié en el Itam y actualmente estoy haciendo mi maestría en la UNAM y por mucho la UNAM es la mejor de México

Razona tu voto dijo...

Usuario Anónimo: Precisamente, hoy la UNAM ha recuperado el prestigio y excelencia académica que tuvo hasta los años 70's y que, gracias a la política de Echeverría ("lo importante es la cantidad, NO la calidad") perdió.
Que bueno que HOY tú tengas la oportunidad de estudiar una maestría en la UNAM. Cuando yo tuve que optar por estudiar una carrera (en 1981), la UNAM simplemente NO ERA UNA OPCIÓN DE CALIDAD, como si lo es ahora para tí (y si lo fué para mis padres, orgullosos egresados de la UNAM en los años 60's).
A la UNAM le llevó mucho tiempo (y trabajo en el ámbito del cuidado de la calidad y excelencia académica) recuperarse.
Idenependientemente de que no se trata de una competencia entre la enseñanza pública vs. la privada (que debería ser complementarias y no excluyentes), lo que AMLO planteó ante la ANUIES fue regresar a la política educativa de Echeverría (privilegiar la cantidad por encima de la calidad), eso ya probó ser desastroso para las instituciones públicas.

Saludos!

PD. Aunque coincido con la opinión del autor, yo no escribí el artículo. Si no estás de acuerdo con su contenido y las opiniones que expresa, también deberías de escribirle Jorge Fernández Menéndez y comentárselo.

Anónimo dijo...

Very pretty design! Keep up the good work. Thanks.
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Anónimo dijo...

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