Manuel J. Jáuregui
Reforma
28 de Julio del 2006
Interesante, sumamente interesante resulta leer la resolución jurídica del Tribunal Electoral del Poder Judicial, que rechazó la petición del PRD en su modalidad de coalición de realizar un conteo “voto por voto, casilla por casilla” de la elección para Diputado federal en el Distrito 2 de Baja California.
Consideró el Tribunal que en la petición de recuento los quejosos ni siquiera señalaron en qué casillas hubo supuestas irregularidades, ni tampoco aportaron las pruebas requeridas para solicitar dicho recuento.
O sea que los inconformes carecen en lo absoluto del más básico fundamento jurídico en su querella.
A estas alturas es preciso recordarle al lector que un ejército de voluntarios ciudadanos de alrededor de un millón de personas YA REALIZÓ el día de la elección un conteo “voto por voto, casilla por casilla”, y en casos de impugnaciones hasta lo repitieron, y que nuestras leyes electorales vigentes son bien precisas -y estrictas- para determinar cuáles son los causales de revisión o recuento.
Conviene recordar también que, a partir de 1995, con el concurso de TODOS los partidos políticos y la sociedad mexicana, se diseñó un sistema electoral AUTÓNOMO y que éste se rige por ciertas leyes y procedimientos.
En Baja California ya quedó resuelto que el reclamo de “voto por voto” por parte de los perredistas y sus aliados es totalmente IMPROCEDENTE.
Nuestra contención de hoy es la siguiente: a nivel nacional sucederá lo mismo.
Los reclamos y las quejas del PRD que pretenden ensuciar con gritos fariseicos un proceso que ellos mismos calificaron de limpio cuando creyeron que iban ganando, seguramente correrán la misma suerte en el Trife.
Hablamos hoy, amigos, de la parte jurídica, no de la parte mercadotécnica que maneja peligrosa y contraproducentemente el cada día mas desdibujado ex candidato presidencial perredista, el Señor López.
Para quienes se dejan llevar por la pasión o el resentimiento pudiera sonar muy romántico eso del recuento. Lamentablemente, en el terreno de la estructura jurídica que los mexicanos diseñamos para garantizar la limpieza electoral salta a la vista que no procede por carecer de razón legal, que es lo mismo decir que carece de VERDAD.
Simplemente no podrá fincar el Señor López sus gritos de “¡fraude!” (porque no existe ni existió) y así lo consignará nuestra historia.
¿Qué quedará entonces cuando se asiente el polvo?
Quedarán, del lado del PRD, reputaciones políticas muy dañadas (dentro y fuera de México) -quizá más allá de toda reparación- como resultado inevitable de una conducta poco seria y escandalosa, lo cual, sin duda, acarreará un severo y enorme costo político-electoral para dicha agrupación política.
La gente pensante del PRD sabe perfectamente que perdieron, y sabe también por qué: levantar en vilo a las masas para conducirlas al borde del precipicio de la violencia se les revertirá.
La única opción sensata que les queda -y hacemos hincapié de nuevo en la sensatez- sería construir a partir de ya un nuevo liderazgo, uno más moderado que sin abandonar causas que en el fondo son nobles (y compartidas, debe decirse, por muchos otros actores políticos y grupos sociales) no antagonice a grandes sectores de la población sin cuya participación el progreso resulta inconcebible.
Requerirá dicho partido, viendo hacia el futuro, de un liderazgo menos mesiánico y radical, MÁS CREÍBLE, menos demagógico: uno que, en lugar de fomentar la DIVISIÓN de México, procure activamente, de palabra y hecho, su UNIDAD.
28 de julio de 2006
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