Jaime Sánchez Susarrey
Reforma
29 de Julio del 2006
A Paco Calderón.
Peje. Ser híbrido de apariencia extraña y poco agradable. Mitad priista de los setenta y mitad caudillo iluminado. Tiene un instinto muy desarrollado, pero escasa inteligencia. No soporta a las chachalacas y, por lo mismo, tiene una habilidad enorme para detectarlas y desenmascararlas. No sabe perder y tampoco se le dan los números. Confunde las decenas con las centenas. Su divisa: los Pejes nunca pierden y cuando pierden, arrebatan. Es implacable en la victoria y obcecado en la derrota. Ante la adversidad se desencaja y muestra los lados más oscuros de su personalidad.
Urna embarazada. Término técnico de los años sesenta, setenta y buena parte de los ochenta. El mecanismo es muy simple: una sola persona, normalmente funcionario de casilla, deposita tacos de votos cruzados a favor del PRI. Se creía una práctica desaparecida. En los noventa nadie hacia referencia a ella. Se hablaba del "ratón loco", del "carrusel" o de la compra de votos. Pero nada. El candidato de la alianza Por el Bien de Todos descubrió para el Bien de Ídem que la técnica aún funciona. Sólo que ahora los tacos son a favor del blanquiazul. Este hallazgo tendrá un impacto impresionante en todo el siglo XXI. Equivale a que Jurassic Park fuese descubierto, nada más y nada menos, que en el centro del bosque de Chapultepec. Los politólogos y los estudiosos del derecho electoral le estarán eternamente agradecidos a AMLO.
Fraude cibernético. Otro descubrimiento fantástico y extraordinario de Andrés Manuel y sus maraqueros. Aún no se sabe bien a bien cómo funciona, pero de que existe, existe. El procedimiento es muy sofisticado y tiene que ver con alogaritmos (palabra especialmente acuñada para describir lo inexplicable). Las unidades se transforman en decenas y las centenas en unidades. Al final, el candidato oficial gana en cualquier conteo preliminar y el opositor pierde. El propósito es crear confusión y restarles votos a las oposiciones. Se han emprendido campañas de desinformación recurriendo al argumento de que lo que importa son las actas y los votos y no los conteos preliminares. Pero es basura pura. El fraude cibernético sí existe. AMLO y el PRD lo han padecido. Oremos por ellos.
10 puntos. Cifra cabalística que revolucionó el mundo de las encuestas. Hasta la puesta en operación de este método, todo el mundo creía que los sondeos de opinión por casa habitación o en la calle eran la única forma de medir las intenciones de voto antes de una elección. Pero esto resultó completamente falso. Los 10 puntos que AMLO anunció que llevaba en las semanas previas al 2 de julio contradecían a todas las encuestas. Más aún, mientras los encuestadores se afanaban por explicar las oscilaciones a lo largo de los últimos meses, Andrés Manuel sostuvo siempre que la distancia entre él y Felipe Calderón era de 10 puntos, ni más ni menos. Es por eso que el método es tan notable. El único problema es que nadie sabe a ciencia cierta, con la excepción de AMLO, cómo funciona. Algunos desconsiderados e irreverentes hablan de una comunicación extrasensorial o de la visita a un oráculo. Nada de eso es creíble. Lo único cierto es que después de los 10 puntos ninguna casa encuestadora volverá a ser la misma. De hecho, ya se rumora que si AMLO no logra doblegar al Trife e imponer el conteo de voto por voto, montará su propia agencia encuestadora con un nombre muy sugerente: ¡10 Puntos!
Presidente electo de México. En apariencia es una frase anodina. En nuestro país se usa cada seis años después de una elección para describir el lapso en que el candidato oficialmente vencedor no toma aún posesión del cargo. Porque después se debe hablar de presidente elegido. Lo que nadie sospechaba es que esta frase puede operar como un verdadero test psicológico. Me explico: si usted amable lector le pregunta a cualquier persona: ¿Quieres ser presidente de México? Lo más probable es que se obtenga como respuesta un sí, y no hay de qué preocuparse. Así somos los mexicanos; a todos nos gustaría sentarnos en la Silla. Pero si se va más allá y se formula la pregunta: ¿Es usted presidente electo de México? Y obtiene como respuesta: "Sí, yo soy el presidente electo de México", guarde la calma, no pierda la compostura, felicite con una sonrisa y un abrazo a la persona en cuestión. Pero sobre todo aléjese sin perder un solo segundo porque está usted en grave peligro. Cualquier mueca o movimiento brusco podría ser interpretado como una agresión y usted sería identificado como miembro de un complot contra El Indestructible. Sobra decir que si ve un teléfono cerca marque a urgencias y solicite que se presente una ambulancia con varios camilleros y una camisa de fuerza. Insisto: es fundamental que no pierda la calma ni se ría.
Linchamiento y canibalismo. Nueva práctica de la llamada izquierda mexicana. En los viejos tiempos, antes de la fundación del PRD en 1989, los socialistas mexicanos eran sectarios. Donde hay dos militantes, se decía de los trotskistas, existen tres tendencias: la del militante A, la del militante B y la de la unión de A y B. Pero eso ha quedado atrás. Ahora, el síndrome fundamental es el gregarismo y el canibalismo. Todos a la cargada con AMLO, con fe ciega de carbonero, aunque se trate del único ex priista que sería capaz de restaurar el régimen de partido de Estado. Todos contra Patricia Mercado y Alternativa Socialdemócrata porque disintieron y tuvieron la fuerza y el valor de apostar por un partido de izquierda moderno, anclado en principios e ideas. Abajo los esquiroles y traidores, gritan a coro dos cabecitas blancas de uno y otro sexo que además no tienen empacho en escribirlo... como en los mejores tiempos del estalinismo y del castrismo.
Método para solucionar controversias y conflictos. La posibilidad de un enfrentamiento postelectoral de grandes dimensiones nos tiene a todos aterrados. He aquí una humilde propuesta para salir de este impasse, que además podría aplicarse en otras regiones y latitudes: 1) que la Asociación Nacional de Payasos confirme oficialmente que AMLO es el Presidente electo; 2) que se remodele Palacio Nacional y se instale al nuevo Presidente en el área que habitó el Benemérito de las Américas; 3) que se le confiera poderes absolutos e ilimitados sobre el Zócalo de la Ciudad de México para que organice manifestaciones, movilizaciones y linchamientos a granel.
PS. Las incomodidades que esto podría ocasionarle a Marcelo Ebrard serían ampliamente compensadas por la incorporación de tan magnífico espectáculo en las guías turísticas de la Ciudad de la Esperanza.
29 de julio de 2006
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