25 de julio de 2006

El fin del autoritarismo

Macario Schettino
El Universal
25 de julio de 2006

A tres semanas de la elección, seguimos sin tener pruebas de la existencia de un fraude. No parece que sea por falta de esfuerzo en buscarlas, porque la alianza que impulsó a López Obrador ha presentado varias, aunque hasta ahora todas en falso. Sí hay, sin duda, evidencia de casillas en las que se contó mal, o se sumó erróneamente. De hecho, varias de ellas fueron revisadas y corregidas durante el conteo distrital que terminó el jueves 6. Pero no hay manera de pasar de un conjunto de errores, aunque sea grande, a un fraude electoral.


Así pues, durante la última semana ha ido cambiando la apuesta. Ya no se habla tanto del voto por voto, sino que crece la discusión acerca de una posible anulación de la elección presidencial. La razón sería la inequidad en la elección, aderezada con el tema de la "campaña sucia". Como en el caso del fraude, no parece que haya pruebas relevantes al respecto. Para consumo de la galería, se puede acusar a Vicente Fox de parcialidad, aprovechando sus abundantes discursos contra el populismo. Pero es difícil considerar estos exabruptos presidenciales como evidencia concreta, puesto que Fox jamás mencionó por su nombre a algún candidato o partido. La publicidad del gobierno tampoco parece que pueda servir de mucho a la alianza, puesto que terminó cuando el IFE así lo dijo, y se mantuvo dentro del presupuesto aprobado por el Congreso.

En pocas palabras, no es fácil probar inequidad durante la campaña, y menos cuando la gran popularidad de López Obrador se mantuvo hasta mediados de marzo, cuando cometió el grave error de mostrar que la propaganda en su contra, acusándolo de ser un peligro, tenía bases ciertas.

Sin embargo, los epígonos del líder anacrónico buscan crear una atmósfera propicia a la anulación de las elecciones. No es de extrañar, puesto que ni el líder ni los seguidores son demócratas, y de ello sobran pruebas. En cualquier elección democrática, los políticos defienden sus ideas, y los que pueden apoyan a sus candidatos. En todas las elecciones, los competidores no sólo enfatizan sus virtudes, sino que magnifican los defectos y errores de sus contrarios. Al final, uno gana y los demás pierden. Y cuando no se tiene evidencia cierta de lo contrario, se acepta la derrota.

Aquí no ha sido así. El perdedor no quiere aceptarlo, y ha buscado hasta debajo de las piedras para cambiar el resultado. Ahora que queda claro que no podrá hacerlo, quiere aventar el tablero. Pero el accionar antidemocrático de López Obrador está a la vista, y él cosechará lo que está sembrando. En cambio, sus seguidores, como lo han hecho tantas veces, se seguirán escudando en sus columnas, noticieros y cátedras, argumentando que ellos sólo analizan la realidad política, y que sólo buscan reflejar en sus opiniones el "sentir popular".

La libertad de expresar ideas, y el gran privilegio de poder hacerlo a través de los medios de comunicación tiene que tener correspondencia con la responsabilidad. Criticar la incompetencia del gobierno de Vicente Fox, por ejemplo, es no sólo perfectamente posible, sino obligado. Tomar partido por un candidato durante el proceso electoral es algo natural. Defender las convicciones, e incluso hacer proselitismo, tiene sentido.

Pero atacar instituciones, y hacerlo sin pruebas, es algo diferente. Promover, aunque sea veladamente, la anulación de la elección y a un presidente interino, me parece francamente irresponsable.

El régimen de la Revolución fue enormemente exitoso. A 20 años del inicio de su caída, casi 15 millones votaron por su resurrección. No fue suficiente, y por eso quieren ahora, con el autoritarismo de costumbre, anular la voluntad de los demás. Y quieren hacerlo a golpe de amenazas, de manifestaciones y de sesudos comentarios.

Esto no es democracia. Se trata de un último intento, éste sí fascista, de romper la legalidad movilizando a la turba. Aunque en ella vayan, como siempre, ingenuos y bienintencionados.

Dejemos que el Tribunal decida. Impidamos que se le presione buscando conteos irracionales o anulaciones imaginarias. Rechacemos absolutamente la aceptación condicional de sus decisiones. Es el último estertor del régimen autoritario, no nos dejemos vencer.

macario@macarios.com.mx
Profesor de la EGAP del ITESM-CCM

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