Mario Campos
Excélsior
29-07-06
El rumbo que parece seguir el movimiento de López Obrador hace pensar que este escenario nunca estuvo en sus planes.
Se lo dijeron tantas veces en los últimos años que terminó por creerlo. Para Andrés Manuel López Obrador, el 2 de julio sería un mero trámite en su camino hacia Palacio Nacional. No había otra opción, sino la victoria. Por eso ahora es tan difícil reconocer la realidad. El tema ya cansa y todos quisiéramos estar hablando de otra cosa. Pero cuando se trata de la frustración de un líder que en la práctica controla a una de las fuerza políticas más importantes de México, bien merece que le sigamos poniendo atención. En especial porque el rumbo que parece seguir el movimiento de López Obrador hace pensar que este escenario nunca estuvo en sus planes, y lo que ahora parece ser un Plan B, es sólo una cruzada sin mucho futuro para el PRD, Andrés Manuel y el país.
Primero, porque aparenta estar dispuesto a perder el capital ganado en los últimos años. Como reconoce el mismo Andrés Manuel, hace apenas una década, el partido del sol azteca sufría para hacerse presente en los medios electrónicos. Hoy, la historia es muy diferente. Incluso, no se podría entender el fenómeno de López Obrador como jefe de Gobierno y candidato presidencial, sin su intensa presencia mediática.
Por eso sorprende que ahora AMLO esté empeñado en cerrarse las puertas. A Carmen Aristegui la señaló como parte de los medios manipulados para legitimar el fraude electoral; a Joaquín López-Dóriga le reprochó por cerrarle espacios, luego de una inusual entrevista de cerca de 20 minutos; y con Víctor Trujillo acudió para quejarse de las preguntas hechas por Carlos Loret de Mola.
En menos de dos semanas, López Obrador se ha peleado con periodistas de renombre, quienes difícilmente podrían ser considerados como enemigos de Andrés Manuel. El saldo, luego de estos hechos, es un espejo de lo que, según algunas encuestas, le estaría ocurriendo al tabasqueño con el resto de la población, al quedarse sólo con los incondicionales.
No se trata, por supuesto, de grupos de la población que puedan ser subestimados. Sin embargo, no hay que perder de vista que si el PRD creció como lo hizo el pasado 2 de julio, se debe a que tuvo la capacidad de presentar un discurso atractivo para electores habitualmente alejados de ese partido. La clave de ese crecimiento fue poner el acento en causas difíciles de refutar, como el combate a la pobreza, de la mano de una imagen de seriedad que le ganó la confianza de millones de mexicanos.
En contraste, lo que ahora estamos viendo es el triunfo de las expresiones menos atractivas. Pienso, por ejemplo, en el discurso de Jesusa Rodríguez, quien hace unos días organizó un recorrido por la zona de Santa Fe en la Ciudad de México, para "conocer el mundo de los ricos, saber qué se siente tener dinero a fin de mes y comprender lo que es ir de shopping". No me queda la menor duda de lo atractivo que pueden ser estas protestas para algunos simpatizantes del movimiento antiglobalización, pero no veo cómo puede contribuir este llamado Movimiento Resistencia Creativa al fortalecimiento de un partido político.
En la misma lógica, entiendo que el PRD logra ser noticia cuando mete unos pollos al Instituto Federal Electoral, en lo que pretende ser una denuncia contra los consejeros electorales; sin embargo, no creo que esa sea la mejor imagen para un instituto político que pelea en tribunales lo que considera su triunfo en la Presidencia de la República. Y así podría seguir el recuento hasta llegar, por supuesto, a la joya de la corona, con López Obrador proclamándose Presidente de México, sin que exista un solo documento que así lo acredite.
Si bien es cierto que cada actor político debe seguir el camino que mejor considere –con los costos y beneficios que ello implique–, no podemos ignorar los daños colaterales que dicha estrategia puede generar.
En este caso, para el Instituto Federal Electoral, que no sólo enfrenta una intensa campaña de descalificaciones, sino que entrará en una crisis aún mayor en el futuro mediato, al ser el mismo Consejo Electoral el responsable de organizar las elecciones intermedias de 2009, hecho que difícilmente tolerará el PRD; para el Tribunal Electoral, que previsiblemente será objeto de las mismas acusaciones si no falla en los términos deseados por Andrés Manuel López Obrador; y para el Poder Legislativo, que seguramente se convertirá —a partir del próximo 1 de septiembre— en el nuevo terreno para la disputa poselectoral.
Según ha trascendido, la movilización de mañana no será para cambiar la actual tendencia, sino para acelerarla. De ser así será una mala noticia para todos, empezando por Andrés Manuel, quien con ello confirmaría que si su plan A era suceder a Vicente Fox, el plan B en realidad parece pensado para reemplazar al subcomandante Marcos.
macampos@enteratehoy.com.mx
29 de julio de 2006
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