Juan Molinar Horcasitas
El Universal
28 de junio de 2006
Este es el último artículo que escribo antes de la jornada electoral del próximo domingo. De hecho, el día de hoy se cierran las campañas y el proceso entra la veda final de tres días previos a la votación. El propósito de esta veda es permitir a los ciudadanos una pausa de cierta paz para que puedan reflexionar sobre la decisión que deberán de tomar el siguiente domingo. Comparemos los proyectos que se confrontan, evaluemos el voto útil.
La campaña presidencial de 2006 ha sido la más reñida de nuestra historia, en muchos sentidos. Destacan el tipo de proyectos que se confrontan y las expectativas de los electores.
Ha quedado claro que las ideas de López Obrador y las de Felipe Calderón no sólo son distintas, sino en algunos casos totalmente opuestas. López Obrador habla de un "nuevo modelo económico", pero cada vez que lo explica, o mejor dicho, que lo esboza, nos repite las ideas que todos los mexicanos mayores de 40 años conocen muy bien, demasiado bien. El proyecto de López Obrador está basado en la vieja idea de que el motor del crecimiento económico es el gasto del gobierno. Esa política ha desembocado siempre en crisis. Y cada crisis ha significado un enorme daño al patrimonio de todas las familias mexicanas, especialmente de las más pobres.
Si tú eres un lector joven, quizá no tengas claro lo que ocurría en México cada vez que el gobierno decía que controlaría los precios por decreto, o cada vez que decía que subiría los salarios 10, 20 y 30 %, también por decreto. Lo que pasaba era que los bienes de precios controlados desaparecían del mercado abierto y aparecían en el mercado negro con grandes sobreprecios. Lo que pasaba es que se desataba una carrera precios-salarios-precios en la que los salarios siempre perdían. Lo que sucedía es que las tasas de interés se elevaban vertiginosamente y todos los hogares y las empresas enfrentaban insolvencias y pérdidas. Si eres muy joven para recordarlo, pregúntale a tus mayores. Pídeles que te describan lo que fue la economía en México con Echeverría y López Portillo. O lo que pasó al final de Salinas, cuando los mercados nos pasaron a todos la cuenta de la pachanga de gasto salinista.
El proyecto de Calderón, en cambio, se basa en crear las condiciones que permitan combinar estabilidad y crecimiento. Y para ello sólo hay un camino: la inversión. La economía sólo ofrece dos opciones: hacer que los trabajadores se vayan a donde hay inversión, o llevar la inversión a donde hay trabajadores capacitados. México tiene trabajadores capacitados. Lo que se necesita es que la inversión del mundo venga a México, y que la inversión de los mexicanos se quede aquí. Para lograr eso hay que tener impuestos competitivos, respeto a la ley, orden en el país, clima favorable a las empresas que generan empleos.
Nada de eso se logra llamando a los empresarios "delincuentes de cuello blanco", como ha hecho, una y otra vez, López Obrador. Nada de eso se logra promoviendo la inestabilidad en Oaxaca, como han hecho los candidatos perredistas que todos hemos visto bloqueando carreteras, cerrando bancos y estaciones de radio, dejando a todos los niños de uno de los estados más pobres del país sin clases durante semanas enteras. Nada de eso se logra amenazando al adversario con lanzarlo al basurero de la historia.
Lo que sí queremos se logra presentando propuestas serias, estimulando a quienes generan empleos a perseverar en su esfuerzo, garantizando la igualdad ante la ley y el respeto del derechos de todos a expresarse, pero sin afectar a terceros inocentes, que son privados de sus derechos a circular, a trabajar, a educar a sus hijos.
Las expectativas de la mayoría de los ciudadano son claras: se orientan por los dos candidatos punteros, AMLO y Calderón. Al final, la suma de quienes ya simpatizan con Calderón, más los que se sumen porque coloquen el interés de México por encima de su preferencia partidaria, impulsará la mayoría que respalda a Felipe Calderón. Ese es un deseo y un pronóstico. Será para bien.
juanmolinarhorcasitas@hotmail.com
Diputado federal (PAN)
28 de junio de 2006
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