27 de junio de 2006

Miedos y votos

Sergio Sarmiento
Reforma - Jaque Mate
27 de junio de 2006

“Los fantasmas dan más miedo de lejos que de cerca”
Nicolás Maquiavelo

NUEVA YORK.- No, francamente no me da miedo que Andrés Manuel López Obrador sea un Presidente fiscalmente irresponsable. No lo fue, de hecho, como jefe de Gobierno del Distrito Federal, donde redujo gradualmente el déficit de gasto; no tengo por qué suponer que se convertirá mágicamente en un José López Portillo una vez que sea Presidente. Es verdad que el régimen de López Obrador en el Distrito Federal no fue un ejemplo de visión de largo plazo, pero ciertamente no se le pueden dar malas calificaciones en el campo del gasto público.

Mi temor con López Obrador es completamente distinto. Me inquieta su menosprecio por las leyes. No solamente en El Encino, caso en el que sí hubo un desacato a la orden de un juez y que él aprovechó para montar una campaña política argumentando que era víctima de un complot, sino en la expropiación de los terrenos de la refresquera Pascual, en su resistencia a atender las decisiones de los tribunales y en la cancelación unilateral del contrato con Eumex, entre otros muchos casos.

También me preocupan algunos de los perredistas radicales que podrían asumir cargos de responsabilidad en un gobierno encabezado por López Obrador. Y más me inquietan los nuevos aliados que le han salido al perredista de las filas del más oscuro corporativismo priista: desde Roberto Vega Galina, el líder del sindicato del Seguro Social, hasta Isaías González, el dirigente de la CROC. Esos aliados sí son para darle miedo a cualquiera.

No, no me inquietan los lazos de Felipe Calderón con su cuñado Diego Zavala. La revisión de las acusaciones en contra de la empresa Hildebrando no hace sino confirmarme que en política se puede atacar a cualquiera simplemente sacando de contexto una información que no señala ninguna irregularidad. Hasta donde yo puedo ver Calderón tiene, efectivamente, las manos limpias.

Lo que me inquieta de Calderón es que no veo cómo puede construir las alianzas políticas que le permitirían llevar a cabo los cambios que el país requiere. Vicente Fox no tuvo forma de lograr la aprobación de una reforma tan evidente como la de aplicar el Impuesto al Valor Agregado a todos los productos y servicios. ¿Podrá un gobierno de Calderón impulsar una reforma todavía más ambiciosa pero menos fácil de entender como sería la aplicación de una tasa única en el Impuesto Sobre la Renta? Es poco probable.

De Roberto Madrazo nunca me he creído su leyenda negra. Considero que no fue un mal gobernador de Tabasco y las propuestas que hace, desde el combate a la inseguridad hasta la construcción de infraestructura, me parecen sensatas. Mi gran preocupación procede de todo el ejército de perversos intereses creados que siempre se ha ocultado detrás del PRI, no todos los cuales han desertado en esta campaña para unirse al PRD.

Los partidos pequeños, Alternativa y Nueva Alianza, representan opciones interesantes, por las que podría valer la pena sufragar, pero aun cuando logren su ansiado registro y lugar en el Congreso no tendrán una influencia real en la política en mucho tiempo.

Estoy en contra, por otra parte, de muchas de las propuestas de Víctor González Torres, el Doctor Simi, en particular de sus esfuerzos por debilitar las patentes en nuestro país; pero me parece absurdo que se le niegue la posibilidad de que se cuenten sus votos, aun cuando éstos se apunten en la casilla de los candidatos no registrados y reflejen realmente una expresión de la voluntad de los votantes.

Nos acercamos a una elección que se definirá por negativos. Millones de mexicanos decidirán no quién es el candidato que realmente quieren sino cuál es el que menos animadversión o temor les genera. Y será una elección que necesariamente nos dará a un Presidente con un respaldo minoritario de los gobernados.

Si consideramos que el 40 por ciento de los ciudadanos empadronados no votará, y que el sufragio que sí se realice se dividirá en tercios, queda claro que tendremos a un presidente de la República elegido por un 20 o un 25 por ciento de los ciudadanos. Difícilmente podrá hablar el nuevo presidente de la República de contar con un mandato para transformar al país.

Lo peor de todo es que ese 20 o 25 por ciento de los votos que definirá al próximo presidente de la República se construirá mucho sobre el miedo y poco sobre las convicciones.

Se acerca un momento de incertidumbre. Cada cambio de sexenio lo es, por supuesto. Pero los ánimos están tan cargados ahora, después de una campaña tan sucia y tan cerrada como la que hemos vivido, que es difícil entender cómo se curarán las heridas y cómo podremos empezar la tarea de reconstruir el país.

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